Green Lantern nº 08

Titulo: Ayer, hoy... ¿mañana?
Autor: Jerónimo Thompson
Portada: Raúl Peribañez
Publicado en: Agosto 2006

¡No te pierdas este tie-in del Superman de Jose Luis Miranda!: Mientras se recupera de las heridas sufridas tras su enfrentamiento con Zod, Kyle recibe la visita de Ganthet en la Atalaya de la Liga de la Justicia.

En el día más brillante. En la Noche más Oscura. Ningún mal escapará a mi mirada. Que los adoradores del Mal teman mi poder. La Luz de la ...
 
Queens. Nueva York. Hace veintisiete horas.
Kyle Ryner sintió el crujido de todos los huesos de su mano derecha cuando Zod cerró su puño en torno a ella, desafiando el poder del anillo. El dolor era intenso, y sólo su fuerza de voluntad le permitía ya sobreponerse a él, apretando los dientes con determinación mientras sostenía la terrible mirada del kriptoniano.
Zod sonrió con fiereza al agotado Green Lantern. Observaba complacido la facilidad con que había conseguido doblegar a uno de los seres más poderosos del universo; y en el mismo instante en que consideró demostrada su superioridad, ejerció una presión aún mayor sobre su garra, fracturando con un solo movimiento mano y anillo.
Aprovechando entonces la pérdida de concentración causada por el insoportable dolor que recorría su brazo derecho, Zod lanzó un último golpe sobre el rostro del Green Lantern, que lo arrojó inconsciente sobre el asfalto de aquella solitaria calle que habían estado sobrevolando durante su pelea(1).

Atalaya de la Liga de la Justicia. La Luna. Ahora.
-Kyle-.
-...-.
-Kyle...-.
-... ¿Ganthet? ¿Eres tú?-.
-Sí, soy yo. ¿Cómo te encuentras?-.
-Bien, supongo... Pero no siento nada, y... ¡Un momento! ¡Ahora lo recuerdo todo! Debo avisar a la Liga de la Justicia... ¡¡Debo avisar a Superman!!-.
-Relájate, Kyle. No tienes por qué preocuparte-.
-Pero Zod...-.
-Ya conocen la identidad de tu atacante, Kyle. El kriptoniano grabó su nombre en el asfalto, junto a ti-.
-¿Kriptoniano? ¿Quieres decir como Superman? Pero Clark es el último de su raza...-.
-Por lo que me ha estado contado J’onn(2), el origen de Zod es un tanto difícil de explicar; y en cualquier caso debería estar muerto(3)-.
-Está bien, tampoco necesito conocer ahora todos los detalles, pero... ¿Cómo he llegado hasta aquí?-.
-Cuando te encontraron tus compañeros de la Liga estabas inconsciente y gravemente herido; decidieron traerte a la Atalaya, y después me llamaron a mí-.
-¿Te han hecho venir desde Oa sólo por mí? ¿Por qué? No es la primera vez que recibo una paliza así-.
-Quizá no sea la primera, pero bien podría haber sido la última-.
-Exageras...-.
-De todas formas, me pareció una buena excusa para visitar de nuevo la Tierra... Esta vez sin posesiones extrañas de por medio(4)-.
-Tranquilo, que no estoy echándote-.
-No podrías ni aunque quisieras, muchacho-.
-Hablas igual que Kilowog... Por cierto, ¿sabes algo nuevo del grandullón? Estoy empezando a preocuparme por él (5)-.
-No, todavía no ha regresado a Oa-.
-Vaya...-.
-Pero aún es pronto para preocuparse; apenas ha pasado un mes desde que se marchó en busca de esa nave-.
-Supongo que sí, pero me siento responsable de todo lo que pueda ocurrirle: si no hubiese recibido un código rojo de la Liga mientras me encontraba en Calisto (6), yo mismo hubiera acompañado a esa flota de naves hasta Oa...-.
-Kyle, te recuerdo que Kilowog es un Green Lantern veterano que entrenaba a los novatos del Cuerpo mucho antes de que tú nacieras. No subestimes su capacidad para afrontar cualquier problema que pueda surgirle-.
No lo discuto Ganthet, pero no ha pasado tanto tiempo desde su resurrección, y quizá no se encuentre todavía al cien por cien... En fin, sólo espero que esté bien-.
Ciudadela de los Guardianes del Universo. Oa. Hace cuatro meses.
Kyle estaba sentado sobre una pequeña plancha circular que flotaba a medio metro del suelo, junto a la mesa del comedor. Con expresión interrogante, estudiaba los pequeños elementos bulbosos de color marrón esparcidos por su plato, sin decidirse a probar el desayuno que le había preparado el sintetizador de alimentos.
Sin embargo, en el momento en que se disponía a pinchar una de aquellas piezas con su sofisticado tenedor, fue interrumpido por la poderosa voz de Kilowog:
-Buenos días, muchacho- saludó desde la puerta.
Kyle levantó la mirada hacia su compañero Green Lantern, recibiéndole con una cálida sonrisa:
-Buenos días, Kilowog. ¿Cómo has pasado la noche?-.
-Bien, pero apenas he conseguido dormir una hora seguida –contestó mientras se aproximaba, y tomaba asiento frente a Kyle en otra de las sillas magnéticas que rodeaban la mesa. –Creo que aún voy a necesitar un poco más de tiempo para adaptarme a mi nuevo estado-.
-Tómatelo con calma. Sólo han pasado un par de días desde tu regreso del más allá (7) –dijo Kyle removiendo su desayuno, y acercando una de aquellas cosas a su nariz para olfatearla sin mucha convicción.
-Tampoco es que me queje: este insomnio me está proporcionando un valioso número de horas extra para ponerme al día-.
Kyle asintió distraídamente mientras arrugaba la nariz y devolvía la pieza de consistencia gelatinosa al plato.
-No te imaginas la cantidad de cosas que pueden llegar a ocurrir en sólo diez años –siguió Kilowog. -¿Sabías que un grupo de científicos de Colu ha formulado una nueva teoría integradora de las cuatro fuerzas elementales de la Física?-.
-Pues no... Pero parece fascinante. Creo-.
-Tengo tanta información que asimilar sobre materias tan diferentes: Historia, Ciencia, Arte...-.
-...Geografía, Espectáculos, Deportes... Una ficha completa del Trivial- concluyó Kyle.
Kilowog le miró fijamente con ojos divertidos, rompiendo pronto en sonoras carcajadas mientras palmeaba la mesa con fuerza.
Me caes bien, muchacho!- afirmó el alienígena con franqueza.
Kyle alzó los hombros cómicamente, con media sonrisa dibujada en su rostro.
-¿Y tú?- preguntó Kilowog cambiando de tercio. -¿Has pensado ya lo que vas a hacer ahora?-.
La expresión de Kyle se tornó sombría con la misma rapidez con que fue realizada la pregunta.
-Más o menos, pero aún no estoy seguro. Anoche recibí una llamada de John (8), ¿sabes? Nada importante; ninguna situación desesperada que amenace el planeta o algo similar. Simplemente charlamos un rato sobre lo que habíamos hecho cada uno durante estos últimos meses, y bueno, también me dijo que ha estado pensando en abandonar la Liga de la Justicia (9)-.
-¿Por alguna razón en especial?-.
-No, en absoluto. Me contó que ha disfrutado mucho de su estancia en el grupo, pero que ahora necesitaba...-.
-Más tiempo para él-.
Kyle sonrió tímidamente al mover afirmativamente la cabeza.
-Típico, ¿verdad? Bueno, el hecho es que acaba de cortar con su novia, y supongo que eso explica algunas cosas-.
- Entiendo... ¿Y te pidió que regresaras para ocupar su lugar en la Liga?-
-No, por supuesto que no. Stewart entiende las razones que me llevaron a dejar la Tierra (10), y nunca me forzaría a volver-.
-¿Entonces?- preguntó Kilowog abriendo los brazos con gesto interrogante.
-No sé cómo explicarlo, pero al hablar con él... Sentí cierta vergüenza por la forma en que me marché de allí; quizá porque no reaccioné con la madurez que podría haberse esperado de mí. Y por otro lado, Jen...-.
-Creo que es absurdo que te lamentes ahora por lo que hiciste entonces, Kyle. Si piensas que debes estar en la Tierra, no pierdas el tiempo torturándote con ello: limítate a volver-.
-¿Tan sencillo como eso?-.
- Tan sencillo como eso, muchacho-.
Kyle bajó de nuevo sus ojos hacia el plato, y esta vez con decisión, pinchó uno de los pedazos y se lo llevó rápidamente a la boca.
-¿Y tú, Kilowog? –comenzó a preguntar mientras masticaba. -¿Vas a quedarte aquí en Oa o...?-.Antes de que llegara a concluir la frase, se detuvo en seco y escupió toda la comida sobre el plato.-¿Pero qué mierda es esta?- exclamó con el rostro crispado.
Sin embargo, las fuertes risotadas de Kilowog apenas le permitieron oír sus propias palabras, mientras éste se retorcía sobre la silla flotante que soportaba su peso.
-Entonces... ¿No te gustan los nematodos de Tiera?- logró pronunciar con dificultad el corpulento Green Lantern.
-¿Los qué?-.
- Ya sabes, los gusanos que se crían en esa bola de barro pantanosa del sector 3017- contestó aún entre carcajadas. – ¿Es posible que al seleccionar tu planeta de origen en el sintetizador de alimentos marcaras “Tiera” en vez de “Tierra”?-.
-Joder... –maldijo Kyle mientras seguía escupiendo restos de gusano masticado. –Pensé que se trataba de algún tipo de comida hindú o española-.
-No te preocupes, muchacho. Hal (11) cometió el mismo error durante su período de entrenamiento, y logró sobrevivir a la experiencia sin mucho problema-.
-Bastardo...- murmuró Kyle, observándole con una mirada que prometía venganza.
-Y respondiendo a tu pregunta... Sí, me quedaré en Oa. Este es mi sitio, junto a Ganthet y el resto de Guardianes devueltos a la infancia(12)-.
-¿Para crear con el tiempo unos nuevos Green Lantern Corps?-.
-Por supuesto- afirmó Kilowog rotundo. –El universo nos necesita-.

Atalaya de la Liga de la Justicia. La Luna. Ahora.

-¿Y qué ha pasado al final con los refugiados del Rectorado Delta, Ganthet? La última vez que estuve Oa (13) todavía seguían en órbita-.
-Oh, aterrizaron en el planeta la semana pasada: las tres naves estaban libres de esa misteriosa bacteria que complicó tanto las cosas en Calisto (14)-.
-Algo es algo... ¿Han pensado ya en lo que van a hacer ahora?-.
-Pues sí, y lo cierto es que no podría estar más satisfecho: salvo un pequeño grupo que ha decidido trasladarse al Rectorado XII, en Thanagar (15), los demás se quedarán en Oa-.
-Pero allí sólo quedáis tú y los niños-Guardianes...-.
-Razón de más para que me alegre de ver caras nuevas por nuestro planeta, ¿no crees? Durante los tres meses que estuvo allí, Kilowog comenzó a rehabilitar el Rectorado Prima y ahora...-.
-¿El qué?-.
-El Rectorado Prima, Kyle. Antes de que Hal enloqueciera y acabara con todo(16), Oa contaba con sus propias instalaciones científicas, igual que cualquier otro sector espacial. Así que los refugiados van a establecerse en nuestro Rectorado, y terminar la empresa que inició Kilowog-.
-Ah, estupendo. Además su presencia te ayudará un poco a mantener la cordura, porque pasar todos los días rodeado de niños debe de ser una auténtica locura-.
-No es para tanto... Pero en fin, de todas formas seguiré agradeciendo tus visitas; bueno, las tuyas y las de Jenny Lynn(17). Por cierto... ¿Dónde está Jade? Me ha extrañado no verla aquí contigo-.
-¿Jen...?-.
Apartamento de Kyle Rayner. Manhattan. Nueva York. Hace una semana.

Kyle colocó la olla con agua sobre una de las resistencias de la vitrocerámica; añadió un poco de aceite de oliva, y se giró rápidamente hacia la barra americana para pelar la cebolla que acaba de sacar del frigorífico. Cuando Jen entró en el apartamento por la puerta de la terraza, ya había empezado a cortarla en pequeños trozos sobre una madera rectangular.
-¿Cómo le ha ido el día a mi superheroína favorita? –preguntó Kyle sin dejar de mover el cuchillo.
-Pues no sé qué habrá estado haciendo hoy Wonder Woman, pero por si te interesa, yo he tenido una tarde de perros y estoy muerta, cariño –respondió Jen con media sonrisa dibujada en el rostro, mientras cruzaba el salón hacia él. –Podría echarme en el sofá ahora mismo y dormir como un tronco hasta mañana-.
-¿Y perderte la magnífica cena que estoy preparando? De eso nada... Snif...-.
Jen apoyó los codos sobre la barra, observando a Kyle con mirada traviesa:
-Está bien, me comeré la pasta antes de irme a dormir, pero no te eches a llorar-.
-Festival del humor... –murmuró Kyle frotándose los ojos con el dorso de la mano izquierda. –Maldita cebolla-.
-Si no perdieras el tiempo cortándola en trozos tan pequeños...-.
-La cebolla nunca debe verse en el plato: hay que saborearla, no masticarla- sentenció con tono deliberadamente pedante.
La mujer de piel verde se volvió hacia el salón, levantando los ojos hacia el techo como si pidiera paciencia:
-Lo que tú digas, cariño. Con tal de que se que pueda comer...-.
Mientras Jen se dejaba caer en el sofá, buscando el mando de la televisión entre los cojines, Kyle echó la cebolla picada en la sartén y comenzó a removerla con una cuchara de madera.
-¿Sabes? –dijo Jen. –Esta tarde quedé con Merayn (18) para tomar café-.
Kyle dejó la cuchara sobre la encimera para acercarse al frigorífico y sacar una cuña de queso azul del interior.
-Ah... ¿Y qué se cuenta? –preguntó sin mucho entusiasmo.
-Nada en especial... Aparte de que aún sigue un poco confundida: no sabe si rehacer su vida aquí, en la Tierra, o marcharse-.
Kyle desmenuzó una parte de la cuña de queso y siguió removiendo la cebolla; mientras tanto, viendo que el agua de la olla había entrado en ebullición, le echó un poco de sal y fue colocando los espaguetis en su interior.
-La verdad es que últimamente no ha estado muy centrada...-.
-¿Qué quieres decir con eso? –repuso Jen algo molesta por su comentario.
-Bueno... –empezó a decir Kyle lamentando ya haberlo hecho. -Que quizá pudo pensarlo con más calma antes de dejar a John...-.
Jen torció ligeramente el gesto mientras se quitaba los guantes con que solía acompañar su uniforme de Jade.
-No creo que ésa fuese una decisión que ella tomara a la ligera, Kyle, si es eso lo que insinúas-.
-No la juzgo, Jen; sólo digo que es posible que se precipitara un poco al dejar a John de la forma que lo hizo, y que quizá, si lo hubiera pensado más detenidamente... –añadió terminando de sumergir los espaguetis en el agua hirviendo conforme se ablandaba su extremo inferior.
Jen se volvió airada hacia Kyle:
-¿Más detenidamente? En el momento en que John recuperó el anillo de poder y te sustituyó como Green Lantern de la Liga, dejó prácticamente de vivir con ella; Merayn pasó días enteros encerrada en su piso esperando a que él se pasara por allí: si algo le sobró, precisamente fue tiempo para pensar en ello-.
-¿No crees entonces que a lo mejor el problema es suyo, por no haber sabido adaptarse mejor a su vida en la Tierra?-.
Un silencio incómodo se interpuso entre los dos. Jen encendió la tele y fue haciendo zapping sin prestar atención a lo que pasaba por la pantalla. Kyle echó el queso azul en la sartén, y lo removió junto con la cebolla.
-Estás siendo injusto –continuó Jen de improviso. –Merayn es alienígena, y toda su vida ha girado en torno a John durante el tiempo que ha pasado aquí con él. Joder, no es como si te fueras a Europa y tuvieses que acostumbrarte a comer las patatas fritas con mayonesa: estamos hablando de tener que adaptarte a un planeta totalmente diferente al tuyo-.
Kyle permaneció callado unos segundos, agitando alternativamente los espaguetis en la olla y la cebolla con el queso en la sartén:
-Supongo entonces que la culpa de que se hayan separado debe haber sido mía: por irme de la Tierra cuando lo hice, por haberle dado a John un anillo de poder y por pedirle además que ocupara mi puesto en la Liga, ¿no?-.
-No, Kyle. La culpa fue de John por descuidar su relación con Merayn...-. Jen dudó un breve instante antes de seguir: -Pero es cierto que si no te hubieses ido...-.
Viendo que el queso ya estaba fundido, Kyle agarró con ímpetu el cartón de nata para cocinar que se encontraba abierto a su derecha, y vertió todo su contenido en la sartén salpicando buena parte de la vitrocerámica. A continuación se volvió bruscamente hacia el salón, donde Jen seguía zapeando.
-Muy bien. ¿Qué sigue ahora? ¿Un nuevo reproche por haberme largado al espacio?-.
Jen miró hacia la terraza con cansancio:
-Ya hemos discutido esto otras veces, Kyle...-.
-Parece que no las suficientes: siempre encuentras la ocasión de volver a sacar el tema-.
Jen no respondió.
Kyle se giró hacia la vitrocerámica dándole la espalda de nuevo. Al ver que la salsa había comenzado a ebullir, disminuyó la temperatura y removió el contenido de la sartén con energía.
Mientras tanto, Jen se levantó otra vez y se acercó lentamente a la cocina.
-Kyle...-.
-Está bien –atajó él. –Dejémoslo así. La cena está casi lista-.
-No, Kyle. Ese es precisamente el problema, que nunca terminamos una discusión, ni resolvemos nada. Seguir ignorando las cosas no va a ayudarnos a ninguno de los dos-.
Kyle dejó la cuchara de madera a un lado y se volvió hacia Jen, mostrando confusión en su mirada:
-¿Qué quieres decir?-.
-Que esto no funciona, Kyle. He tratado que todo volviera a ser como antes, te lo aseguro, pero...-.
-¿C-Cómo?-.
Los ojos de Jen brillaban con lágrimas apenas contenidas.
-Lo sabes tan bien como yo, Kyle: algo cambió mientras estuviste en el espacio, y ahora...-. Jen se dio la vuelta rápidamente y fue directa hacia el sofá para recoger sus guantes. –Me voy-.
-Pero Jenny... –acabó reaccionando Kyle. –No entiendo a qué viene todo esto. Hemos discutido otras veces, pero eso no significa que...-.
-Lo siento, Kyle –le cortó desde la puerta de la terraza. –Adiós-.
Jen se elevó a continuación hacia el cielo nocturno de Manhattan, envuelta en un halo esmeralda.
Kyle apagó las resistencias de la vitrocerámica como un autómata, sin prestar atención a lo que estaba haciendo. Después se dejó caer sobre el suelo de la cocina, y permaneció allí sentado el resto de la noche.
Atalaya de la Liga de la Justicia. La Luna. Ahora.

-Está bien, ya he terminado-.
-... ¿Has terminado el qué, Ganthet?-.
-De curarte. Ahora despierta-.
-¿Qué?-.
-Despierta, Kyle-.
Kyle abrió lentamente los ojos, como si temiese que un gesto tan sencillo como aquel pudiera llegar a provocarle un dolor insoportable. Sin embargo, no necesitó más que unos segundos para darse cuenta de que se sentía como no se había sentido en años: estaba en plena forma.
Con un rápido vistazo, comprobó que descansaba sobre la cama de su habitación en la Atalaya, y que Ganthet se encontraba de pie junto a él, sonriéndole con satisfacción.
-¿Qué ha pasado?- exclamó el Green Lantern.
-Ya nada- respondió el Guardián. -Pero has estado muy cerca de no contarlo, Kyle: la pelea con Zod te dejó en un estado francamente lamentable. Ese fue el motivo por el que me llamaron tus compañeros de la Liga de la Justicia, y esa ha sido la razón por la que he venido hasta la Atalaya en cuanto me ha sido posible-.
-Entonces... ¿Has utilizado tu poder para curarme?-.
-Efectivamente –asintió Ganthet.
-A pesar de las secuelas que esto pueda tener para tu salud...-.
-Bueno... –dijo encogiéndose de hombros. –Unos cuantos días de reposo en Oa, y estaré como nuevo-.
-No me cuentes historias; sé que necesitarás unos cuantos meses para poder recuperarte... ¿Y todo el tiempo que hemos estado charlando antes?-.
-Comunicación telepática. Cuando el paciente presenta un daño físico tan severo como era tu caso, resulta aconsejable estimular su consciencia mientras se trabaja en su cuerpo-.
-Vaya... Pues no sé qué decir... –murmuró Kyle perplejo, observando su mano derecha detenidamente mientras flexionaba los dedos.
-“Gracias” suele ser lo más adecuado en estos casos –concluyó Ganthet sentándose fatigado sobre el sillón que estaba junto a la cama.
Templo del Espectro. Utah. Dentro de seis meses.

En un templo oculto a los ojos de los mortales, perdido en los desiertos que se extienden al sur de Utah, se encuentra el hogar del Espectro, el Espíritu de la Redención. Allí, sumido en un profundo estado de meditación, extiende su conciencia a través de los Espejos Alma que le rodean, buscando la tristeza y la esperanza por todo el universo; buscando a todos aquellos que necesiten su ayuda.
Sin embargo, no siempre ha sido así; pues sólo desde que Hal Jordan aceptó ser su anfitrión humano, el antiguo Espíritu de la Venganza inició su conversión en la fuerza redentora que ahora observa el conjunto de la Creación(19).
El tiempo parece no existir en este templo situado a medio camino entre la esfera mortal y el Más Allá, pero ni siquiera un lugar como éste es inmune al cambio, demostrando que hasta los seres casi divinos son esclavos de su destino.
Ese momento de cambio, ese punto de inflexión en la vida de Hal Jordan, ha llegado.
Ante el estupor del Espectro, todos los Espejos Alma que flotan a su alrededor ofrecen ahora la visión de un lugar muy concreto de este vasto universo: la Ciudadela de los Guardianes en Oa.
La sangre allí derramada tiñe la superficie de estos pequeños portales ovalados, persiguiendo al Espectro donde quiera que posa su mirada. Su rostro se endurece. La ira se acrecienta en su interior. Finalmente, en un instante de dolor desatado expresa toda su frustración a través de un grito desgarrado que destroza las decenas de Espejos Alma, haciéndolos estallar en miles de fragmentos que caen sobre él como una ligera llovizna cristalina.
El Espectro permanece ahora encogido sobre el suelo, con el rostro oculto bajo la capucha de su manto. Cuando finalmente alza la cabeza, sus ojos brillan con el fulgor de miles de soles, y sus labios pronuncian una sola palabra:
-¡Venganza!-.

¿FIN?

Referencias:
(1) Más detalles sobre esta pelea en Superman #12
(2) J’onn J’onzz, el Detective Marciano, es un miembro de la Liga de la Justicia
(3) El regreso de Zod puede seguirse a partir del número 6 de la serie de Superman
(4) La última vez que vino Ganthet a la Tierra estaba poseído por el ser llamado Sombra, en JLA #4
(5) Más detalles sobre Kilowog en Green Lantern #4-7
(6) El código rojo fue enviado por J’onn J’onzz en JLA #2, mientras Kyle se encontraba todavía en el Rectorado Delta, tal y como se contó en Green Lantern #1-3
(7) Kilowog resucitó en Green Lantern v3 #169 USA
(8) John Stewart es el otro Green Lantern terrestre, que ocupó el lugar de Kyle en la Liga de la Justicia cuando éste se marchó de la Tierra
(9) Esta conversación tiene lugar entre JLA #100 USA y JLA #1 AT
(10) Kyle abandonó la Tierra, tras la brutal paliza que recibió su amigo Terry Berg, en Green Lantern v3 #155 USA. En la continuidad Action Tales, Terry murió a consecuencia de estas heridas
(11) Hal Jordan fue el primer Green Lantern terrestre reclutado por los Guardianes del Universo
(12) Kyle resucitó a los Guardianes del Universo en forma de niños (de ambos sexos) en Green Lantern v3 #150 USA
(13) En JLA #4
(15) Este Rectorado fue mencionado ya en Green Lantern #1
(16) Hal Jordan mató a todos los Guardianes del Universo, salvo Ganthet, y destruyó la Batería Central en Green Lantern v3 #50 USA
(17) Jenny Lynn Hayden, también conocida como Jade, es la novia de Kyle
(18) Merayn era la novia de John Stewart
(19) Más detalles sobre la “vida” de Hal Jordan como el Espectro en The Spectre v4 #1-27 USA
Nota del Editor: Pese a lo dicho en el capítulo anterior Jerónimo Thompson se encarga de este octavo episodio de Green Lantern. Quienes vengáis siguiendo la serie de Superman sabréis que el General Zod ha vuelto a la vida y que a modo de entrenamiento se ha enfrentado a los mayores campeones del universo, y uno de ellos es Kyle Ryner. El día después de este épico choque lo tenéis aquí.

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