Título:Apokolips se estremece Autor: José Luis Miranda Portada: Roberto Cruz Fecha de publicación: Febrero de 2006 |
Enviado a la Tierra desde el moribundo planeta Krypton, Kal-El fue criado por los Kent en Smallville. Ahora como un adulto, Clark Kent lucha por la verdad y la justicia como...
Creado por Jerry Siegel y Joe Shuster
Nota del editor: Ésta es la primera vez que una serie de DC-Action Tales llega a la simbólica cifra de doce números, así que lo menos que podía hacer era destacar un hecho como éste y agradecer el trabajo que José Luis Miranda viene haciendo con la serie del Hombre de Acero desde hace más de un año. Resaltar también que Superman ha ganado dos de los Premios AT 2004-2005, entre ellos el de Mejor especial o número único (Superman Anual #1) y el de Mejor villano (por el General Zod). Sin duda, Miranda ha hecho de ésta una de las series más importantes de Action Tales y espero sinceramente que podamos seguir celebrando más aniversarios de la mano de este autor.
Prólogo.
Kyle Rayner estaba agotado. Había peleado al límite de sus fuerzas contra el Doctor Polaris. Aunque logró que Polaris fracasara en su intento de cambiar el eje magnético de la Tierra, no había podido capturarle. Kyle era Green Lantern, su anillo creaba todo aquello que su imaginación pudiera idear y que su fuerza de voluntad pudiera controlar. A pesar de llevar poco en el oficio de superhéroe, y de la dificultad que suponía suceder a Hal Jordan como Green Lantern, se había forjado una reputación considerable entre sus enemigos. Además, el ser miembro de la Liga de la Justicia le había proporcionado experiencia y sabiduría.
Ahora, regresaba volando a casa, deseando quitarse el traje verde oscuro, guardar el anillo y echarse a dormir. Pronto descubriría que nada de eso iba a ser posible. Su anillo empezó a vibrar y a emitir destellos de luz verde. Le anunciaba peligro. Automáticamente, se generó un escudo que recubrió a Kyle. Una voz sonó a sus espaldas:
- Green Lantern, prepárate a sufrir...
Ante él, Zod. Ataviado con su traje negro brillante, calvo y con perilla se mostraba desafiante. Rayner no se asustó. Había peleado con suficientes enemigos para confiar en sus habilidades al máximo. Su anillo de poder le convertía en un rival a tener en cuenta para cualquiera.
- ¿Te conozco? ¿Encarcelé a tu hermano, a tu tío? ¿Eres un tirano espacial al que la Liga derrocó? ¿Quién eres?
Las palabras de Kyle fueron cortadas cuando un formidable puñetazo impactaba en el escudo verde que le protegía. A pesar de la protección, Kyle sintió el golpe. Ni siquiera había alzado la vista cuando tuvo que soportar treinta y cuatro nuevos golpes en apenas una centésima de segundo. Se alejó con toda la rapidez que su anillo le permitió y se dispuso a afrontar la batalla más dura de su vida.
Capítulo 1.
Superman entraba como una bala en el edificio en llamas. En apenas dos segundos, su visión de rayos equis había localizado a cada una del centenar de personas que aún permanecían en el interior. Su oído se afinaba para escuchar las palabras de socorro. Una de las mujeres atrapadas estaba embarazada. Podía escuchar los latidos del feto de seis meses. Nadie moriría esa noche. En su cerebro clasificó a las víctimas según lo apurada de su situación y en pocos segundos ya las había desalojado. A la par, soplaba generando bloques de hielo que sofocaban las llamas.
Cuando sacó a la última persona, Superman ascendió hasta las nubes. Con su aliento gélido las condensó y una lluvia torrencial bañó el edificio. Las llamas se apagaron por completo. Entonces, empezó a girar absorbiendo todo el humo tóxico que cubría la zona. Se elevó, con la nube negra pegada a sus talones y la dispersó fuera de la atmósfera. Sin descanso, recogió de un almacén cercano varias vigas de acero que utilizó para apuntalar la estructura y evitar que se viniera abajo.
Volvió a concentrar su visión y descubrió que algo había impactado desde el exterior contra el edificio. Repasó el suelo y su sorpresa no pudo ser mayor: vio a Lobo incrustado en el asfalto, medio desintegrado y luchando por levantarse. Aunque muchos de los socorridos vitoreaban su nombre, Superman no se quedó a recibir felicitación alguna. Penetró en el subsuelo y se situó al lado de Lobo.
- Lobo, ¿eres tú? ¿Qué ha sucedido?
- Ha... sido... ese... maldi...to bastardo...
- ¿Quién ha hecho esto?
- Ese m... malnacido, me ven... ció... pero, le encon... traré... y le d... devoraré las entrañas...
- ¿Quién, Lobo, contéstame, quién fue?
- Sólo... quería que... te dijera una... cosa...
- ¿A mí? ¿Pero, quién...?
- Zod. Me dijo, que... te d...dijera que su nombre es Zod...
Capítulo 2.: Fortaleza de la Soledad.
Era el refugio de Superman. Un lugar que honraba a tanto a Krypton, como a la Tierra. Un lugar al que Superman llamaba hogar. Cristales kryptonianos le servían como fuente de energía no contaminante. Allí, tenía recuerdos de casi todas sus aventuras. Incluso un zoológico interplanetario. Pero, lo que más llamaba la atención de un visitante eran tres cosas. Primero, las enormes figuras de Jor-El y Lara sosteniendo una réplica de Krypton. Segundo, el robot Kelex, que se ocupaba del mantenimiento de la Fortaleza, volando de un extremo a otro. Y, por último, Krypto el super-perro, que, ahora, gruñía amenazante ante la presencia de Lobo.
Lobo despertó en una camilla rodeado de robots kryptonianos que le habían ayudado a recuperarse. Su piel estaba intacta, sus ojos, brazos y piernas de nuevo operantes cien por cien. Se levantó de un golpe. Estaba vestido con una túnica kryptoniana.
- Buenos días Lobo- dijo Superman a su espalda. Llevas casi 24 horas sin conocimiento. Desde luego, tu adversario debió ser bastante duro.
- Ese calvo no volverá a cogerme desprevenido. La siguiente vez, le mataré. ¿Qué hago vestido así de marica? ¿Y mi chupa de cuero?
- Desintegrada. Veo que mantienes la amabilidad de siempre.
- A la mierda con tus cuidados. Dime donde está la salida, santurrón, antes de que te aplaste la cabeza. Recuerda que ya lo hice una vez.
- Ya, recuerda tú que no sería la primera vez que te tumbo.
- Venga, comprobemos quién es más fuerte. Me servirás de entrenamiento antes de ir a por ese Zod.
Superman perdía la paciencia. Era imposible razonar con Lobo. Necesitaba saber qué había pasado y sobre todo quién era Zod.. Volvió a emplear un tono conciliador, por última vez.
- Escucha Lobo...
- Vete a la mierda... apártate voy a salir de aquí.
- Maldito imbécil. Superman perdió los nervios. Agarró por el cuello a Lobo y le gritó a escasos milímetros de su cara. ¡Vas a quedarte hasta que sepa quién era ese Zod que te ha derrotado!.
Capítulo 3. Apokolips
Darkseid estaba en sus estancias. Había saciado sus deseos con tres esclavas que le habían complacido. Una de ellas, había muerto en el brutal acto sexual. Otra, se encontraba herida e inconsciente, y la tercera, se acurrucaba en un rincón de la habitación esperando permiso para marchar. Darkseid dormía.
Un estruendo se escuchó en el interior de su palacio. Toda la guardia de para-demonios atacaban al unísono a la criatura que había irrumpido con violencia en el corazón de los dominios de Darkseid. Todos eran rechazados. El letal Kalibak se plantaba delante de la monstruosa criatura llamada Krakoom.
Kalibak, era uno de los hijos de Darkseid. Fuerte, casi invulnerable, existían pocos seres capaces de frenarle. Aquel lo era. Krakoom no sólo sostenía el combate contra Kalibak, si no que poco a poco se imponía a él. Krakoom era más rápido de lo que su aspecto hacía sospechar. Se movía a una velocidad increíble. Golpeaba a Kalibak en la espalda y en menos de un segundo ya le había clavado las poderosas garras en las piernas. Kalibak también había conseguido acertar a su oponente, pero la piel de Krakoom no parecía sufrir mella. Su cuerpo se regeneraba instantáneamente. Por fin, Kalibak, cayó. Dos golpes de Krakoom lo proyectaron contra uno de los muros derribándolo. El poderoso quedó inconsciente, aunque su enorme resistencia pronto le permitiría levantarse.
La Abuela Bondad ordenó a las Furias Femeninas de Darkseid que atacaran. Bernadeth, Stompa, Lashina, Guillotina y Harriet rodearon a su oponente. Sin embargo, Krakoom proyectó su aliento de fuego y todo el grupo quedó disuelto. Acto seguido, saltó a una velocidad asombrosa y empezó a asestar golpes terribles a Stompa y a Lashina. Un ejército entero estaba siendo derrotado por un solo ser.
De repente, apareció Darkseid:
¡¡Alto!! ¡¡¿Quién se atreve a …?!! ¡¡No es posible…!! ¡¡¿Tú?!!
Darkseid sintió que le recorría el cuerpo un relámpago de sensaciones que iban de la sorpresa al miedo. Sólo recordaba haber sentido lo mismo cuando Doomsday estuvo en Apokolips. En aquella ocasión Darkseid fue derrotado. Ahora se trataba de su hijo inmortal. Un hijo oculto y esclavizado por conjuros de magia.
- Sí, PADRE, soy yo. El HIJO QUE REPUDIASTE al nacer. Nunca aceptado. El hijo al que INTENTASTE ASESINAR una y otra vez. El hijo que tuviste con ...
- ¡Calla!. Fuiste fruto de un error. ¿Cómo has escapado? ¿Quién te ha liberado?
- Eso no tiene importancia ya. Lo único que importa es que VOY A TERMINAR CON TU EXISTENCIA. PADRE, me diste la vida, casi veo justo que yo te dé la muerte.
Krakoom se abalanzó contra Darkseid, pero éste le eludió con facilidad. Con una velocidad de movimientos asombrosa Darkseid le retorció el brazo y se lo partió de un golpe. La agarró por el pelo y le giró el cuello tan rápido que lo partió con un chasquido seco. Nada de eso detuvo a Krakoom, el brazo se regeneró en dos segundos y el cuello estaba curado cuando cayó de rodillas. Krakoom clavó sus garras en la pierna del tirano, y, antes de que éste reaccionara, también le había atravesado el hombro derecho. Darkseid gimió. Intentó golpearle con fuerza, pero falló. Krakoom le sobrepasó de un salto y se situó a su espalda. En ella introdujo sus garras hasta casi tocar el corazón.
Pero, Darkseid era igualmente resistente. Aunque dañado, reunió la suficiente fuerza como para golpear a Krakoom y arrancarle varios dientes y un ojo. Le sostuvo del pecho y le aplastó contra el suelo. Puso su pie derecho sobre el pecho de Krakoom. Los ojos de Darkseid empezaron a brillar. Iba a liberar la fatídica Fuerza Omega, pero su rival fue más rápido y lanzó su aliento de llamas. El rostro de Darkseid quedó envuelto en esa nube corrosiva. Gritando cayó al suelo.
Krakoom, se levantó y no cesó de golpearle. Luego, buscó el cuello del dictador y lo desgarró. Darkseid parecía vencido, pero sacando fuerzas de flaqueza arrancó parte del suelo y lo estrelló contra su enemigo desequilibrándole. Entonces, lo agarró por una pierna y lo arrojó por la ventana que daba a uno de los pozos de fuego del planeta. Krakoom sintió como su cuerpo empezaba a desintegrarse al caer en el pozo.
Darkseid sangraba por pecho, espalda y cuello. Su cara todavía sufría los efectos del corrosivo aliento de fuego. Desaad, su esbirro más cercano, se acercaba a él:
- Amo, debe usted ir a la cámara de medicina. Allí restañaremos su salud...
- Cierra tu mísera boca, patético gusano. ¿Crees que esto ha terminado? ¿Crees que un poco de sangre me da miedo? Él sigue vivo.
En efecto, Krakoom había salido por una de las canalizaciones de los tubos y, aunque su cuerpo conformaba una bola de fuego, ya se estaba regenerando. De nuevo, dio un salto inmenso y atravesó la pared del palacio. Nada más hacerlo, recibió en pleno pecho la fuerza de los Rayos Omega. La Fuerza Omega penetraba en su cuerpo deshaciendo sus órganos. Pero, prácticamente a la misma velocidad que le destruía, su cuerpo se regeneraba Krakoom parecía no poder morir. Darkseid aumentó la potencia de sus rayos y Krakoom cayó. Darkseid quería desintegrarlo por completo. Sin embargo, cuanta más energía le aplicaba, más rápidamente se regeneraba.
Por fin, la resistencia de Krakoom llegó a su límite y perdió el conocimiento. En ese instante, los ojos del tirano dejaron de emitir energía. Darkseid jadeaba y perdía mucha sangre. En cambio, su hijo aunque desmayado, se curaba a ojos vista. Pronto despertaría. Darkseid empezó a dar órdenes:
- Rápido, Desaad trae el aparato de confusión.
Desaad trajo una especia de pistola jeringuilla. Éste, obedeciendo un gesto de Darkseid, inyectó un pequeño dispositivo en el cerebro de Krakoom.
- Amo, pero, ¿usted sabe los efectos que va a causar esto?
- ¿Me tomas por un inepto? Sé que el dispositivo que le he implantado le volverá loco. Le quitará la capacidad de pensar. No recordará quién es, ni su pasado y será una criatura descerebrada que sólo sabrá destruir.
- Entonces, ¿no correremos más peligro?
- Si permaneciera en Apokolips sí.
Diciendo esto pulsó una madre caja. La tecnología creó un Boom Tunel. Krakoom ya despertaba, Darkseid lo levantó y lo arrojó al interior del túnel. Desaad dudaba si preguntar. Al final, reuniendo valor, lo hizo:
- Amo, ¿y a qué lugar deshabitado le ha enviado?
- ¿Deshabitado? Ja, ja, ja. Se dirige a la Tierra. Al corazón de la maldita ciudad del Hombre de Acero. A Metrópolis. ¿A dónde iba a enviarlo si no? Ja, ja, ja.
Capítulo 4. Hotel Lexington.
Lois Lane estaba esperando permiso para entrar a entrevistar a Julian Jurgens. El excéntrico y misterioso millonario que estaba de paso en la ciudad de Metrópolis. Jurgens estaba bostezando, no tenía la menor gana de ser entrevistado. Había accedido porque debía un favor a Perry White. Además, si el Planet le alababa significaba que las puertas de Metrópolis se le abrirían de par en par. La gente de esa ciudad confiaba en ese periódico.
Sin embargo, en cuanto observó a Lois, su malhumor desapareció. La periodista, sin lugar a dudas, era una de las mujeres más bellas que había visto en su vida. Julian Jurgens sintió un profundo deseo que no se apagó un ápice cuando observó un anillo de casada en la mano izquierda de Lois.
Epílogo
Green Lantern estaba al límite de sus fuerzas. El poder de su anillo se agotaba. La batalla era interminable. Le requería más y más intensidad. Quería que una de sus ráfagas verdes desintegrara a ese ser vestido de negro que se movía más rápido que el pensamiento. El escudo verde que le protegía, tenía un grosor de más de un metro y, sin embargo, aquel ser golpeaba con tal fuerza que cada impacto le producía una enorme jaqueca. Además, las ráfagas de calor y frío que lanzaba le afectaban a pesar del aislamiento que poseía. Kyle, pulsó el señalizador de la Liga de la Justicia. Necesitaba ayuda.
Pidió a su anillo que creara un portal que le transportara lejos de allí, pero en el mismo instante en que el portal se estaba abriendo, Zod destruyó el escudo verde y cerró su puño en torno a la mano en la que Kyle portaba el anillo.
- Dicen que tu arma se gobierna desde la voluntad. Voy a enseñarte lo que es la voluntad.
Kyle apretó los dientes. El anillo sólo le obedecía a él. Le ordenó mentalmente desintegrar a su enemigo. Una terrible energía verde bañó a Zod. Éste resistía. Su mano no cesaba de apretar la mano de Kyle.
- ¡Es imposible que puedas resistir a esta distancia toda mi energía! ¡¡Cae, maldito, cae!!- gritaba el Green Lantern.
- Yo soy Zod. ¡¡Nada es imposible para mí!! Recuerda mi nombre, díselo a tu amigo el kryptoniano. Dile que Zod va a por él.
La presión de Zod se hacía más terrible. Kyle sintió un increíble dolor cuando los huesos de la mano empezaron a quebrarse. En efecto, Zod había conseguido vencer la resistencia del héroe y fracturó al unísono mano y anillo. Kyle perdió la concentración. Zod golpeó una vez más derribando a Kyle y dejándole completamente inconsciente.
Zod le miró con su visión de rayos equis. Además de la mano, le había partido la mandíbula, dos costillas y una pierna, pero seguía vivo. Disparó su visión calorífica para terminar definitivamente con la vida del Green Lantern. Afortunadamente, no lo consiguió. El anillo se activó automáticamente y volvió a levantar un escudo sobre el inconsciente Kyle, que le protegió a duras penas. El anillo fragmentado se estaba recomponiendo solo. De nuevo, Zod, lanzó sus rayos, aunque en esta ocasión sus intenciones eran otras: quería grabar al lado del caído una palabra.
En aquel momento, su oído escuchó que se acercaban enemigos. Su visión telescópica observó al Detective Marciano y a un borrón rojo y amarillo que se acercaba a una velocidad inhumana. Decidió irse, los ataques prefería planificarlos él. Estaba cansado, no deseaba enfrentarse a todos los superhéroes del planeta a la vez. Cuando Flash llegó al lugar de la batalla, observó, junto a su amigo vencido, tres letras aún humeantes en el asfalto: ZOD.
Primero Lobo, ahora Green Lantern. Zod se sentía exultante. Cuando entró en la nave de Brainiac noto la impaciencia de su aliado:
General Zod. No sé muy bien a qué estamos esperando. Ya dominas cien artes marciales del universo. Has afinado tus poderes al máximo. Eres más poderoso que Superman. ¿A qué esperamos para destruirle?
- En cuando me pruebe con los dos rivales que quedan. ¿Quién es el tercero?
- Es, probablemente, el mortal más poderoso de la Tierra. Se llama Capitán Marvel.
- Después de nuestro combate veremos quién ostenta dicho título.
Continuará...
Continuará...
Mayo, junio y julio de 2005.
José Luis Miranda Martínez.
jlmirandamartinez@hotmail.com
Reseña del 2 de Marzo de 2006:
ResponderEliminarUn nuevo número de Superman en el que continúa la que podríamos llamar Saga de Zod.
Es cierto que quizá JLM se alargara excesivamente en los primeros episodios de su etapa con esta subtrama, pero actualmente no veo mal el ritmo que lleva. Al fin y al cabo, Zod tiene un peso cada vez mayor en la historia, y en este número Superman ya empieza a ser consciente de la amenaza que se le viene encima.
Me ha gustado mucho el breve cruce de palabras entre Superman y Lobo (ambos fieles a su personalidades), dejando claro que hay ocasiones en que es imposible sacar nada productivo de una conversación educada. Por otra parte, está bien cómo se enlaza la historia de Darkseid con Metrópolis, dejando el presumible conflicto para el siguiente número.
Probablemente, en los dos números publicados este año, no se haya alcanzado el equilibrio de caracterización de personajes, trasfondo social y acción que pudimos ver en la historia dedicada a Metallo (#9-10), para mí gusto la mejor hasta ahora, pero creo que JLM también se maneja bien con las historias de acción pura, y sigo encontrando esta serie muy divertida.
A ver cómo siguen desarrollándose todos estos acontecimientos en los próximos números...