Título: Utopía perdida (I) Autor: Imanol Amado y Jerónimo Thompson Portada: Roberto Cruz (fotomontaje) Publicado en: Febrero 2006
Un atentado contra la Central de la Policía de Keystone City marca la primera gran aventura de Flash en Action Tales. ¿Podrá Flash descubrir los secretos que se encuentran detrás de tan terrible ataque?
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Atrapado en un extraño accidente, al adolescente Wally West le alcanzó un rayo que lo bañó en una curiosa mezcla de productos químicos. Como a su mentor, su tío Barry Allen, se le concedió el don de la súper velocidad. Tras la muerte de su antecesor, y tras años de entrenamiento como Kid Flash, Wally ha heredado la identidad del velocista escarlata. ¡Hoy porta el legado del hombre más rápido del mundo! Hoy Wally West es...
Flash creado por Gardner Fox y Harry Lambert
Wally West creado por John Broome y Carmine Infantino
Wally West creado por John Broome y Carmine Infantino
Mi nombre es Joseph La Fiamma y soy oficial de policía en Keystone City. Llevo diez años en el cuerpo, tengo una hoja de servicio intachable y una medalla enmarcada en el salón de mi casa. Digamos que soy el típico policía de Keystone City; uno que por cierto, llega tarde por tercera vez esta semana. Mierda, a este paso mi culo va a terminar siendo pasto de los peces del Missouri... es decir, si hubiera peces en el Missouri. ¿Cómo explicar a tus superiores que has tenido que llevar a tu hija al dentista porque la zorra de su madre tenía cita con “el estilista más cotizado de toda la ciudad”? A veces creo que esa mujer tiene crema exfoliante como cerebro. Al menos, he podido ver a Donna fuera del régimen de visitas; se está convirtiendo en toda una mujercita, ya lo creo.
Mis pasos son cada vez más largos conforme voy llegando a la central de policía, doblo la esquina del edificio y casi atropello a Ronald Miller, jefe del equipo de forenses: un tipo con pinta de empollón de instituto, delgaducho y feo, pero educado y brillante en su trabajo. Un tío legal.
- Hey Ronald, ¿adónde vas con tanta prisa? – Le pregunto a la vez que me doy cuenta de lo inquieto y excitado que está. - ¿Te encuentras bien?
- Oh sí... Tranquilo... Es que estoy en mitad de algo, ¿sabes? Algo grande. Voy a tener trabajo hasta muy tarde e iba a traer un poco de comida china para cenar. ¿Va a empezar ya el turno de noche?
- Comenzó hace media hora. Llego tarde...
- Ah, vaya. Se me va el tiempo volando cuando estoy tan concentrado en el trabajo.
- Claro... Bueno, nos vemos Ronald, tengo prisa.
- Un tipo peculiar pero... ¿qué otra clase de persona trabajaría en la morgue? No envidio su trabajo, eso seguro. Entro en la comisaría como un rayo. Saludo a Jack y Betty al pasar; según dicen están liados. Me alegro por ellos: hoy en día es más fácil que unos alienígenas traten de conquistar la Tierra, que encuentres esa persona especial con la que quieres compartir el resto de tu vida.
- ¡Eh! La Fiamma, ¿acaso te crees Flash?
El muy capullo de Peterson jamás dejará de creer que tiene gracia; le ignoro y bajo a los vestuarios a toda velocidad. Mi compañera me espera en la entrada.
- Llegas tarde La Fiamma...
- Perdona McCoy... He tenido que llevar a la cría al dentista. – Entro en el vestuario mientras ella me grita desde fuera.
- Menos cuentos. Me estoy jugando el cuello cubriéndote la espalda.
- Lo sé, lo sé... Y te lo agradezco... Para eso están los compañeros, ¿no?
Me pongo el uniforme y aunque parezca estúpido, me siento diferente cuando lo llevo. “Para proteger y servir”: siempre he creído en esas palabras.
- Esto no te va a salir gratis, listillo. El viernes traes tú las cervezas y las patatas.
- Ok, Ok... Deja de ladrarme a la oreja.
Hace cuatro años que McCoy y yo patrullamos juntos en el turno de noche. Hemos visto y hemos pasado de todo durante este tiempo: somos uña y carne. Libramos el viernes y el plan es pasar el día viendo viejas películas de Bogie en DVD y hockey en el canal de deportes; todo ello condimentado con un montón de cerveza barata y patatas chips: odio esa mariconada de las patatas onduladas. Pese a la rumorología, no hay nada sexual entre McCoy y yo. Hasta a mí me parece raro... No había tenido un mejor amigo “mujer” desde que tenía cinco años. Ella es diferente: daría mi vida por ella.
- Ya estoy listo, llorona... – Le digo reuniéndome con ella. – ¡Vamos a patearles el culo a los malos!
- ¿Se puede saber por qué repites la misma frase día tras día, año tras año, antes de salir a patrullar?
- Me da buena suerte.
No hago más que escuchar mis propias palabras cuando todo a mí alrededor se desmorona y sólo alcanzo escuchar los gritos de auxilio de McCoy mientras me invade la oscuridad.
Keystone City se vio paralizada por un ruido ensordecedor, seguido de un pequeño temblor en las aceras y el asfalto de la avenida. La gente, instintivamente, pensando quizás que se trataba de un terremoto, echó a correr en dirección contraria al origen del escandaloso rugido. De repente, las cuatro plantas de la central de policía se derrumbaron bajo su propio peso como si se tratara de un castillo de naipes de acero y hormigón. Fue entonces cuando la gente lo supo. Aquello no era consecuencia de un fenómeno natural: había sido un ataque premeditado… Y nadie albergaba dudas de que la vida en Keystone City estaba a punto de cambiar para siempre.
Mis pasos son cada vez más largos conforme voy llegando a la central de policía, doblo la esquina del edificio y casi atropello a Ronald Miller, jefe del equipo de forenses: un tipo con pinta de empollón de instituto, delgaducho y feo, pero educado y brillante en su trabajo. Un tío legal.
- Hey Ronald, ¿adónde vas con tanta prisa? – Le pregunto a la vez que me doy cuenta de lo inquieto y excitado que está. - ¿Te encuentras bien?
- Oh sí... Tranquilo... Es que estoy en mitad de algo, ¿sabes? Algo grande. Voy a tener trabajo hasta muy tarde e iba a traer un poco de comida china para cenar. ¿Va a empezar ya el turno de noche?
- Comenzó hace media hora. Llego tarde...
- Ah, vaya. Se me va el tiempo volando cuando estoy tan concentrado en el trabajo.
- Claro... Bueno, nos vemos Ronald, tengo prisa.
- Un tipo peculiar pero... ¿qué otra clase de persona trabajaría en la morgue? No envidio su trabajo, eso seguro. Entro en la comisaría como un rayo. Saludo a Jack y Betty al pasar; según dicen están liados. Me alegro por ellos: hoy en día es más fácil que unos alienígenas traten de conquistar la Tierra, que encuentres esa persona especial con la que quieres compartir el resto de tu vida.
- ¡Eh! La Fiamma, ¿acaso te crees Flash?
El muy capullo de Peterson jamás dejará de creer que tiene gracia; le ignoro y bajo a los vestuarios a toda velocidad. Mi compañera me espera en la entrada.
- Llegas tarde La Fiamma...
- Perdona McCoy... He tenido que llevar a la cría al dentista. – Entro en el vestuario mientras ella me grita desde fuera.
- Menos cuentos. Me estoy jugando el cuello cubriéndote la espalda.
- Lo sé, lo sé... Y te lo agradezco... Para eso están los compañeros, ¿no?
Me pongo el uniforme y aunque parezca estúpido, me siento diferente cuando lo llevo. “Para proteger y servir”: siempre he creído en esas palabras.
- Esto no te va a salir gratis, listillo. El viernes traes tú las cervezas y las patatas.
- Ok, Ok... Deja de ladrarme a la oreja.
Hace cuatro años que McCoy y yo patrullamos juntos en el turno de noche. Hemos visto y hemos pasado de todo durante este tiempo: somos uña y carne. Libramos el viernes y el plan es pasar el día viendo viejas películas de Bogie en DVD y hockey en el canal de deportes; todo ello condimentado con un montón de cerveza barata y patatas chips: odio esa mariconada de las patatas onduladas. Pese a la rumorología, no hay nada sexual entre McCoy y yo. Hasta a mí me parece raro... No había tenido un mejor amigo “mujer” desde que tenía cinco años. Ella es diferente: daría mi vida por ella.
- Ya estoy listo, llorona... – Le digo reuniéndome con ella. – ¡Vamos a patearles el culo a los malos!
- ¿Se puede saber por qué repites la misma frase día tras día, año tras año, antes de salir a patrullar?
- Me da buena suerte.
No hago más que escuchar mis propias palabras cuando todo a mí alrededor se desmorona y sólo alcanzo escuchar los gritos de auxilio de McCoy mientras me invade la oscuridad.
Keystone City se vio paralizada por un ruido ensordecedor, seguido de un pequeño temblor en las aceras y el asfalto de la avenida. La gente, instintivamente, pensando quizás que se trataba de un terremoto, echó a correr en dirección contraria al origen del escandaloso rugido. De repente, las cuatro plantas de la central de policía se derrumbaron bajo su propio peso como si se tratara de un castillo de naipes de acero y hormigón. Fue entonces cuando la gente lo supo. Aquello no era consecuencia de un fenómeno natural: había sido un ataque premeditado… Y nadie albergaba dudas de que la vida en Keystone City estaba a punto de cambiar para siempre.
Restaurante Jules Verne. Opal City, Maryland.
Wally West estaba disfrutando de cada segundo de la velada. La comida del caro y lujoso restaurante francés no era de su estilo pero la compañía de Linda y la agradable conversación con los Dibny eran suficiente incentivo para envalentonarse a probar los impronunciables platos especialmente preparados por uno de los chefs más laureados de la costa este.
- Tengo que confesar que estoy emocionado con el recibimiento tan caluroso que nos han ofrecido. – Dijo Wally. – No teníamos ni reserva y nos han conseguido la mejor mesa del restaurante.
- Vamos Ralph… - Le recriminó su esposa, Sue.
- Las vistas son espectaculares... – Dijo Linda admirando el bello paisaje nocturno de la ciudad. El restaurante Jules Verne estaba situado en lo alto de una colina.
- Las cosas han cambiado mucho desde que estábamos en la Liga – Dijo Sue dirigiéndose a su marido. - La Liga ha cambiado... Nosotros hemos cambiado...
- Es cierto Ralph. – Dijo Wally.
- Tú el que más, Wally. - Dijo Ralph – Has madurado. Por fin has encontrado tu lugar en el mundo: Una preciosa mujer, un bebé de camino... Y ya no te quedan grandes las botas de Barry Allen.
- Gracias… Sabes que significa mucho viniendo de ti. Por cierto, ¿habéis decidido ya el nombre de vuestro bebé?
Ralph y Sue se miraron con complicidad, como cualquier pareja joven, era obvio que habían hablado mucho de ello.
- Si hay algo que tengo claro es que si es niña se llamará Ralphina. – Saltó Ralph.
- ¡Ni lo sueñes Ralph Dibny! – Gruñó Sue. – Ninguna hija mía se llamará “Ralphina”, eso te lo aseguro.
-Pero cariño...
En ese instante, Linda hizo una mueca y camufló un pequeño eructo con su mano izquierda mientras acariciaba su estómago con la mano derecha.
- Disculpad – Dijo levantándose de la mesa. – Emergencia de embarazada, necesito ir al servicio de señoras.
- Te acompaño. – Se ofreció Sue.
- Gracias.
- ¿Necesitas algo cariño? – Preguntó Wally.
- No, no, tranquilo... Estoy bien. Volveremos en un flash.
Una vez que ambas mujeres habían abandonado la mesa, Ralph aprovechó para llenar su copa de champán.
- ¿Sabes? Siempre que pienso en París, no puedo evitar recordar aquella vez en que el Capitán Atom, Rex, Kara y tú fuisteis a tomar clases nocturnas de francés... ¡Junto a los memos de la Liga de la Injusticia! ¡Jajajajaja!
- ¡Dios, casi lo había olvidado!, Acabamos la noche en el calabozo. ¿No estaba Dimitri también?
- Creo que no... Me parece que Dimitri conocía un poco el idioma. ¿Sabes algo de él?
- Hace tiempo que no hablamos, una lástima... Me han dicho que los niños han pegado un buen estirón.
- ¡Ah! Siempre te gustó lucirte delante de ellos. Fueron buenos tiempos ¿Verdad?
- Es probable que nunca vuelvas a escuchar esto de mis labios pero… ¡Ya lo creo que fueron buenos tiempos! Hagamos un brindis… - Dijo Wally cogiendo su copa. - ¡Por la Liga de la Justicia Internacional!
- ¡Por la Liga de la Justicia Internacional!
En aquel instante, una voz familiar se introdujo en la mente de Wally. Era J'onn J'onzz, “El Detective Marciano”, usando su habilidad telepática para comunicarse con él:
“Wally, al habla J'onn. Estoy de guardia en la Atalaya y los ordenadores acaban de filtrar una noticia de la CNN: al parecer, el edificio de la central de policía de Keystone ha sufrido daños muy serios. Es posible que se trate de un ataque terrorista”.
- Ralph, tengo que irme. Acabo de recibir un aviso de J’onn – Dijo Wally levantándose repentinamente de la mesa. - Keystone City necesita a Flash. ¿Se lo explicarás a Linda?
- Claro, claro… - Ralph estaba un poco confuso pero entendía que podría tratarse de alguna emergencia de la Liga. -Nos encargaremos de ella, ve tranquilo.
- Gracias, te llamaré cuando esto acabe.
Antes de que los órganos auditivos de Ralph Dibny captaran las ondas sonoras de esta última frase, y su cerebro llegara a traducirlas y entenderlas, Wally West, el hombre más rápido de la Tierra, se había enfundado su característico traje cinético escarlata, y cruzaba ya el estado de Missouri. Un milisegundo más tarde, se encontraba horrorizado frente a la tragedia.
La central de policía se había desplomado mientras que los edificios colindantes no habían sufrido daños importantes: estaba frente al trabajo de un profesional. Los bomberos acababan de llegar al lugar, pero la noche y la gran polvareda levantada por el derrumbamiento impedían la visión y las tareas de rescate. La situación era límite y por desgracia reinaba el caos, la impotencia y la falta de organización.
Flash apretó los dientes. No le importaba quién era el responsable de aquella masacre sin sentido, pero se prometió que atraparía al culpable y le llevaría ante la justicia. Agitó sus brazos a supervelocidad para crear un potentísimo ventilador que dispersara la polvareda. La maniobra dio resultado y ante el asombro de los bomberos y de los curiosos que se agolpaban detrás del cordón policial, el cielo estaba despejado en menos de un minuto.
No había tiempo para alabanzas. No se podían permitir perder ni un segundo: había demasiado en juego. Flash era tan sólo un destello rojizo que aparecía y desaparecía ante los ojos atónitos de William Taylor, el jefe de bomberos de Keystone.
- Señor... Los perros adiestrados acaban de llegar. – Le dijo uno de sus hombres.
- ¡Devolvedlos! Con Flash aquí no les necesitaremos.
- ¿No vamos a ayudarle?
- Sólo le estorbaríamos. He leído que tiene que ir más despacio para esquivar a la gente; le cuesta girar a esas velocidades.
Flash estaba trasladando a toda velocidad miles de toneladas de piedra hacia la avenida que se encontraba cerrada y acordonada. Para todos los presentes, el efecto óptico resultaba muy curioso: los escombros desaparecían milagrosamente de la zona de la catástrofe mientras una montaña de piedras y cemento surgía de la nada en mitad de la avenida. De repente, Flash se materializó frente al jefe Taylor, dejando a su cargo a un hombre herido.
- Este hombre necesita ayuda. – Dijo desapareciendo de nuevo.
- ¡Camilleros! – Gritó el jefe Taylor. - ¡Aquí! ¡Este hombre necesita ayuda!
Rápidamente, un equipo de enfermeros y camilleros se hicieron cargo del herido.
- El hospital está tan sólo a un par de manzanas, si queremos ayudar a Flash, tenemos que organizar esto para evacuar a los heridos con orden y prontitud. Es de vital importancia que él no pierda tiempo yendo y viniendo del hospital... ¡Hay mucha gente muriéndose ahí abajo!
Flash seguía rescatando heridos y sobretodo, cadáveres aplastados y horriblemente mutilados de aquel infierno. Los bomberos se habían reciclado en un cuerpo de primeros auxilios, y los policías del turno de día estaban llegando al lugar. Dos de esos policías eran Chyre y Morillo.
- ¡Malditos bastardos! – Gritó Chyre rabioso.
- Vamos a encontrar a los responsables de esto, compañero. ¡Te lo garantizo! – Replicó Morillo.
El primer instinto de Chyre fue coger un pico y tratar de acercarse a la zona afectada pero Morillo le detuvo.
- Nada podemos hacer ahí, Chyre...
- ¿Y que pretendes? ¡Cruzarnos de brazos mientras nuestra gente se muere!
- Pretendo encontrar al hijo de puta que ha hecho esto ¿De acuerdo compañero? Ahora cálmate ¿Ok? Necesitamos las declaraciones de los testigos... Y un lugar que podamos establecer como “base”.
En aquel instante, se escuchó un pitido insistente procedente de la gabardina de Morillo. Era su teléfono móvil. Morillo pidió disculpas y se dio media vuelta mientras descolgaba y se llevaba el aparato al oído. Le llamaba su mujer, preocupada por las noticias y los rumores emitidos por la televisión.
Las tareas de desescombro se alargaron durante la siguiente hora. Los bomberos calculaban que Flash había rescatado al menos 200 cuerpos sin vida entre policías, empleados de mantenimiento y limpieza, abogados, testigos y criminales que se encontraban encerrados en las celdas. Tan sólo una docena de víctimas fueron rescatadas con vida. El atentado había sido indiscriminado y salvaje. Una auténtica masacre.
En el lugar donde antes posaba orgullosa la central de policía de Keystone City, ahora no había nada más que un desolado pero inusualmente limpio solar, cortesía de Flash. Las últimas ambulancias estaban partiendo ya hacía el gimnasio municipal, lugar provisionalmente acondicionado como morgue debido a la enorme tarea de identificar los numerosos cuerpos y restos humanos aparecidos. Enormes escavadoras proseguían limpiando la avenida y cargando los escombros a incontables camiones que iban y venían de forma organizada y eficiente. En dos días, la calle se abriría de nuevo al tráfico pero la ciudad tardaría mucho más en olvidar lo ocurrido aquella noche. La moral de toda una ciudad había sido violada y destruida.
Ayuntamiento de Keystone City. Kansas.
El alcalde había ordenado habilitar algunos despachos en el propio ayuntamiento para que sirvieran de cuartel general de la policía. La buena noticia era que toda la ciudad se había volcado con los agentes de la ley, organizándose en grupos de vecinos que patrullaban las calles. Viendo lo crispado que estaba el ambiente, los bajos fondos y la escoria criminal de Keystone se habían escondido en sus madrigueras, evitando así que se declarara el estado de excepción en la ciudad. Al ayuntamiento habían sido trasladados todos los posibles testigos del ataque, y los agentes de policía que pertenecían al turno de día, empezaban a notar los efectos del agotamiento y la falta de sueño. Tardarían horas en sacar algo en claro de las declaraciones de los numerosos testigos.
- Ya está amaneciendo... ¿Quieres café? – Preguntó Morillo acercándose a Flash con una taza extra.
- No gracias.
- ¿Te estás culpando por todo esto verdad? – Preguntó inquisitivo Morillo.
- Sé que no es culpa mía, pero de alguna manera ese conocimiento no me hace sentir mejor.
- Te entiendo.
- Si al menos estuviera ahí fuera... Necesito correr... ¿De qué sirvo aquí? ¡Maldita sea! – Gritó Flash furioso.
- Calma amigo, ya has recorrido la ciudad varias veces y el zarandeo de criminales habituales y soplones varios no ha servido para nada.
- Quien haya hecho esto no está vinculado a ningún elemento criminal de la ciudad, eso seguro. Nadie sabía absolutamente nada Morillo; estaban tan asustados por el desarrollo de los acontecimientos que huían a sus escondites como ratas en un incendio. Lo cierto es que no tenemos ninguna pista, ni siquiera pude encontrar restos de los detonadores entre los escombros. Es un trabajo completamente profesional. Demasiado.
- ¿Qué quieres decir?
- Sólo que no puedo evitar la horrible sensación de que esto es más grande de lo que parece.
Chyre se acercó a Morillo. Llevaba tatuado en la cara un gesto de frustación y rabia contenida.
- No hemos podido recuperar las cintas de las cámaras de vigilancia y los testigos sólo aportan datos sobre el derrumbamiento. No tenemos sospechosos, no tenemos motivos... No tenemos una mierda. ¡Maldición!
- ¿Habéis hablado con todos los testigos? – Preguntó Flash.
- Casi todos.
Irrumpiendo como un trueno en un atardecer apacible, el sonido violento de un disparo se alzó sobre el barullo de la sala. Flash tenía dos formas de percibir los estímulos del exterior: El modo “común” le permitía interactuar con el resto de la gente a una velocidad normal; era por así decirlo, una forma de “desconectar” sus poderes. Sin embargo, el modo “ultra-rápido” le ponía en contacto con la fuerza de la velocidad, dándole la capacidad de moverse a la velocidad de la luz. El cambio de modo de percepción no siempre era algo consciente; a veces, debido a su entrenamiento, la percepción ultra-rápida se activaba por puro acto reflejo. Aquella era una de esas veces. Utilizando su poder al máximo, Flash consiguió llegar a la habitación contigua, donde se había producido el disparo, tan sólo una millonésima de segundo después de escuchar la detonación. Una vez allí utilizó su poder para absorber la velocidad de la bala, haciéndola caer al suelo inerte antes de que alcanzara su objetivo.
Cuando los agentes de policía entraron al lugar con Morillo y Chyre a la cabeza, la amenaza ya había sido neutralizada. En el suelo, sangrando por la nariz se encontraba el agresor, que llevaba un uniforme de policía. Al otro lado de la habitación, la víctima, Ronald Miller, forense jefe y uno de los testigos que faltaban por interrogar. En el centro Flash permanecía de pie, con el arma del atacante en las manos.
- ¡Boca abajo! ¡Ponte boca abajo con las manos en la espalda! – Gritó Chyre al criminal mientras le apuntaba con su arma.
Morillo, al ver que la situación estaba controlada, guardó su arma reglamentaria. Dos agentes más se acercaron al nervioso Ronald Miller para comprobar que estaba bien.
- ¿Quién diablos es este tipo? – Preguntó Morillo señalando al agresor caído.
- ¿No le conoces? – Se asombró Flash.
- No le había visto nunca... No es policía, eso seguro.
- ¡No os preocupéis! Dos minutos conmigo y cantará como un canario... ¡Ya lo creo! – Gritó Chyre con una sonrisa malévola en el rostro.
Pero no hubo tiempo para el interrogatorio: el agresor se había apagado como una cerilla debajo de un grifo abierto.
- ¡Ha muerto! – Dijo Chyre sin poder creérselo.
- De-Dejadme, soy médico, yo me ocupo. – Dijo Ronald todavía tembloroso.
En medio del asombro general, Ronald hizo un examen físico de rutina, comprobando las constantes vitales del fallecido malhechor.
- Habría que hacer una autopsia para estar seguros al cien por cien pero todo indica que... Bueno, ha tenido una hemorragia interna importante. – Dijo Ronald más tranquilo.
- ¿Cómo? – Preguntó Flash. - ¿Quizás algún método de suicidio?
- Es posible, ¿Pero quién sería tan estúpido de hacer estallar su propio cerebro? Bueno, creo yo.
- ¿Hablas en serio? – Preguntó Morillo.
- Completamente... Pero como ya he dicho, habría que hacerle una autopsia. Eso sí, el fluido linfático cayendo por su nariz es un indicador bastante bueno de que algo no funciona bien en su cerebro.
- ¡Madre de Dios! – Exclamó Chyre.
- ¿Puede comenzar esa autopsia cuanto antes? – Preguntó Flash.
- Sí... Con el equipo adecuado... La verdad es que tengo curiosidad por saber cómo ha muerto.
- Le conseguiremos el equipo. – Dijo Flash.
- Ronald... – Comenzó a hablar Morillo. - ¿Sabes por qué querría este hombre dispararte?
- No tengo ni idea... Creía que por fin era mi turno de declarar sobre el atentado...
- ¿Qué sabe usted sobre el derrumbamiento de la central? – Preguntó Flash.
- Bueno... Me quedé hasta tarde para investigar dos cuerpos que aparecieron entre las ruinas de uno de los edificios destruidos en su batalla con Hermano Grimm [1] ... Salí a comprar la cena y cuando volví... El edificio se había venido abajo. Tuve suerte, supongo.
- ¿Estás pensando lo que yo estoy pensando Flash? – Dijo Morillo.
- Me da miedo hacerlo Morillo...
- ¿De que estáis hablando? – Preguntó Chyre.
- Ronald ha sobrevivido a dos atentados en un solo día. – Dijo Morillo pensativo.
- Demasiada casualidad... Demasiada. – Flash se giró para encontrarse directamente con los ojos de Ronald Miller. - ¿Hay algo que no nos haya contado Sr. Miller? ¿Algo inusual en su vida últimamente?
Ronald Miller agachó la cabeza. Parecía que estuviera pensando largo y tendido su respuesta.
- Creo que estoy quebrantando una docena de leyes federales al contarles esto... – Dijo finalmente Ronald.
- Su vida está en juego. Le aseguro que no se darán por vencidos tan fácilmente.
- De acuerdo, de acuerdo... Usted gana, Flash. Supongo que el D.O.E. entenderá que se lo haya contado a ustedes... Pero le advierto que no creo que tenga nada que ver con el derrumbamiento de la central.
- ¿D.O.E? – Preguntó curioso Chyre.
- Es el Departamento de Operaciones Extranormales [2] .
- Bueno... Los cadáveres de los que le hablé... ya sabe, los que estaba estudiando hoy... En fin... No eran humanos.
- ¿No eran humanos? – Preguntó Flash.
- No... Sus órganos internos, músculos, esqueleto, sistema nervioso... Todo muy parecido pero radicalmente diferente. Poder estudiarlos aunque sólo fuera por un día fue un sueño hecho realidad... Pero tuve que seguir el protocolo establecido en estos casos y llamé al D.O.E... Dijeron que ellos se ocuparían.
- ¿Por eso estaba usted haciendo horas extra? – Preguntó Flash. – ¿Los estudiaba hasta que vinieran los chicos del D.O.E y se llevaran los cadáveres?
- ¡Extraterrestres! Caramba... – Exclamó Morillo.
- Sí... Me pregunto que habrá sido de ellos después de la explosión.
- La morgue estaba situada en los sótanos de la central. - Dijo Morillo. – Y los técnicos aseguran que las bombas debieron de ser colocadas en los sótanos para que pudieran dañar la estructura del edificio.
- Esperad, esperad... ¿Estáis diciendo que quienquiera que hizo volar la central de policía, lo hizo con la intención de destruir los cuerpos de los alienígenas? – Preguntó Chyre.
- Sólo la casualidad evitó que Ronald no estuviera en la morgue en el momento de la explosión... Eso explicaría el intento de asesinato que acaba de sufrir... ¡No quieren pruebas! – Dijo Morillo.
- Han matado a doscientas personas para tapar el rastro de esos cuerpos... Y de aquellos que pudieran saber algo al respecto. – Dijo Flash. – Nos enfrentamos a alguien con muchos recursos y mucho que perder en todo este asunto... ¿Pero quién? ¿Cómo encajan los alienígenas en todo esto?
- Necesitamos saber la procedencia de esos cuerpos. – Dijo Morillo.
- No tengo ni idea... – Dijo Ronald.
- Si tuviera usted acceso a ficheros sobre extraterrestres... Con sus características físicas y datos sobre la estructura molecular y el ADN de diferentes razas... ¿Podría identificarlos? – Preguntó Flash.
- Sin ninguna duda. Jamás olvidaré la fascinante morfología de esos seres.
- Le conseguiré acceso a Star Labs... Allí tendrá todo el material que vaya a necesitar, tanto para la autopsia de este matón como para la identificación de los extraterrestres.
- ¿Y nosotros? – Preguntó Chyre.
- Vosotros os encargaréis de protegerle. – Dijo Flash. – Yo le haré una visita al señor Huesos [3] .
Oficinas Centrales del D.O.E. Nueva York.
- ¡Quiero la verificación de estos datos cuanto antes!
- Se trata de una información ya verificada y contrastada… No hay ninguna duda.
- ¡Comprobadlo de nuevo! – Gritó Huesos mientras señalaba el informe que llevaba en sus manos y entraba a su despacho cerrando la puerta de un portazo.
Huesos pensó que el día no paraba de mejorar para él. Aparte de descubrir la desviación de información secreta que comprometía la entera existencia del D.O.E, en su despacho, de pie y con los brazos cruzados, se encontraba Flash.
- Buenos días Huesos… - Dijo Flash.
Ver al señor Huesos en persona era una experiencia inquietante: su piel, su pelo, sus órganos internos y sus músculos eran invisibles. Lo único visible de su cuerpo era su esqueleto, lo que le daba un aspecto terrorífico a pesar de su traje de Armani. Huesos encendió un apestoso habano, cruzó su despacho y se sentó en su sillón dejando sobre su mesa el informe que portaba.
- Bien, bien, bien… ¿A qué debo la sorprendente visita de un miembro de la Liga de la Justicia?
Flash se alegró de que la antigua manía de Huesos de hablar con rimas pasase a la historia.
- Vengo a por información. – Dijo Flash sin variar la expresión de su rostro.
- ¿Vienes a por información? Tu sola estancia aquí es ilegal West. Ni siquiera deberías saber dónde está situado este complejo… ¿Nos tomas por una oficina de turismo?
- La Liga tiene más recursos de los que crees Huesos.
- ¿Por qué no me sorprende un descuido de seguridad tan grave que te permita entrar hasta mi despacho sin ser detectado? Te juro que voy a fusilar a todos estos patanes.
- Tengo indicios de que el D.O.E pueda estar relacionado con el derrumbe de la central de policía de Keystone City.
- ¡Eso es absurdo!
- ¿Conoce al Doctor Ronald Miller? – Preguntó Flash.
- No.
- Él llamó al D.O.E informando de la aparición de dos cuerpos extraterrestres siguiendo el protocolo de seguridad nacional.
- Tengo subordinados que se encargan de esos asuntos menores.
- Creemos que la destrucción de la central de policía es un intento de destruir esos cuerpos alienígenas y de acabar con el Doctor Miller.
Huesos se levantó de su silla. La acusación era grave y Flash no se iría de allí con las manos vacías; ninguno de aquellos supertipos lo hubiera hecho. Pensó en el intruso que había estado espiando su agencia. Huesos no le debía ningún tipo de lealtad: había sido utilizado y quizás, el contraataque le podía salir gratuitamente.
- Estamos teniendo problemas de seguridad. Acabamos de descubrir que nuestros sistemas han estado bajo vigilancia exterior. – Huesos entregó a Flash el informe que acaba de recibir de los técnicos.
- Así que… Aparte de vosotros, ¿Los únicos que sabían de la llamada del Doctor Miller era vuestro espía?
- Esto va a gustarte West, confía en mí.
Flash leyó las quinientas páginas del informe en una centésima.
- ¡Lex Luthor! – Exclamó Flash.
- Correcto chico veloz: la Casa Blanca, con el Presidente a la cabeza es quien ha estado entrando en los sistemas del D.O.E. – Huesos hizo una pausa mientras estrujaba su cigarro en el cenicero. – Ahora, sal de mi despacho.
Continuará....
Referencias:
[1] En Flash (Vol 2) #191 USA (Tomo “Iron Heights” de Planeta)
[2] Del inglés “D.E.O.” (Department of Extranormal Operations).
[3] Del inglés “Mr. Bones”, antiguo villano de Infinity INC, reformado desde hace años y ahora Director del D.O.E.
Reseña del 4 de Marzo de 2006 (The Stranger):
ResponderEliminarTras un primer numero de presentacion de lo mejor que hay en Action Tales, y un ssegundo numero más bien confuso, que uno tenía que seguir mediante los numeros de la JLA, comienza una saga, bastante interesante y además, escrita por Jeronimo Thompson e Imanol, con lo que la calidad está asegurada.
Debo decir, que gracias a estos fics, sobre todo al número 1 de Jeronimo, me anime a comprar la serie en grapa del velocista que publica Planeta(que me está encantando por cierto). Toda la trama está bien desarrollada, asi como la explosión, sus consecuencias, los personajes involucrados, la cena de Flash con el Hombre Elastico, ese Huesos(genial personaje que acabo de conocer), la trama sobre los cuerpos de los extraterrestres, etc... Todo muy bien presentado, con un correcto desarrollo de personajes y sobre todo, vemos utilizar a Flash sus poderes, y cada vez que los utiliza, los autores nos lo explican de forma muy, muy correcta.
Por otro lado, al principio hay un monologo, que no aparece indicado como monolo, es decir, ni va entre comillas, ni entre parentesis...nada que lo diferencia de las conversaciones normales. En el personaje de Huesos, los autores deberían haberse extendido algo más, ya que es un personaje interesante y que no todos conocemos. Y ese final, aunque deja con muchas ganas de más, es un poco topico, es decir, que sea este personaje el culpable...
Por otro lado, hablar del magnifico duo dinamico que forman Imanol y Jeronimo. ¡Seguid asi!