Título: Llamando a las Puertas del Cielo Autor: Jose Luis Miranda Portada: Jose Angel Pater Publicado en: Julio 2012
¡Ya está aquí la Batalla más grande que el universo ha contemplado! Armado con el poder todos los Panteones, Asmodel se dispone a lanzar su asalto final para conseguir ser el Amo de la Creación. ¿Podrán Wonder Woman y sus alidados detenerle?? ¡Se acerca el final de esta fabulosa aventura!
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Nací como Diana, princesa de Themyscira, heredera mortal de los Dioses griegos y su embajadora en el mundo patriarcal, donde ellos me llaman...
Wonder Woman creada por William Moult
Prólogo
El eterno Destino estaba realmente preocupado. El libro que llevaba encadenado a su muñeca derecha mantenía una página en blanco. Esto había ocurrido en contadas ocasiones. El volumen recogía el devenir de todo lo pasado, presente y futuro. Sin embargo, cuando los actos de los seres implicados eran tan determinantes para la configuración misma del orden de la Realidad o existía una cantidad de poder absolutamente desproporcionada, podría verse afectada la lógica del libro. Recordaba casos similares cuando se produjo la primera reunión de todas las razas de dioses de la tierra, en donde acordaron repartirse el mundo e influir de diferente manera a los seres humanos, de ahí las distintas mitologías que explicaban la creación y el devenir del mundo.
Destino estaba expectante, tenía una sensación como pocas veces había sentido. Se miró sus muñecas recompuestas y sintió un escalofrío al recordar como Asmodel se las había arrancado para poder leer aquella página, aunque en vano pues el antiguo ángel rey también la encontró vacía. Abrió, de nuevo, el volumen, y al pensar en el terrible antagonista, las páginas pasaron a gran velocidad hasta mostrarle batallando en el Valle del Cielo. Destino leía con intriga. Quería saber cuál sería el desenlace de aquel combate que ponía en entredicho el futuro, no ya del Cielo o de la humanidad, sino del propio tejido de la realidad.
Así…
Capítulo 1
Cadáveres de cientos de ángeles se amontonaban por el valle celestial. Y aquel horror no había hecho más que comenzar. La lucha continuaba sangrienta e incesante. En el centro del valle Asmodel peleaba, sin piedad alguna, contra toda la cohorte celestial. Los Arcángeles Gabriel y Miguel, junto con el Espectro, sostenían a duras penas el combate que ya había llevado a la muerte a multitud de sus hermanos. Asmodel estaba satisfecho, sus energías aventajaban a las del ejército del Cielo y era cuestión de tiempo imponerse a él. Los Arcángeles se dieron cuenta que su antiguo hermano tenía unos niveles de fuerza que no iban a poder igualar, porque a su propia energía había unido la de todos los panteones de razas de dioses de la Tierra y, además, la del mismísimo Lucifer. Hay que recordar que Lucifer, el ángel caído, había aumentado su poder hasta casi la altura de Dios, logrando ser creador de un universo propio.
A pesar de ello, no había posibilidad de rendición. La alternativa de quedar esclavizados por Asmodel era más horrible que la propia muerte. Miguel, Gabriel y el Espectro rodearon al antagonista e intentaron con el máximo empeño herirle e impedirle que prosiguiera la matanza. Mientras Espectro proyectaba una energía corrosiva de sus manos, Gabriel con su lanza y Miguel con su espada intentaban ensartarlo. Asmodel saltó y, mientras que con dos rayos de energía, tumbaba a los dos Arcángeles, giró en el espacio para situarse cercano a Espectro y de un terrible puñetazo le fracturó la mandíbula arrancándosela de la cara. A pesar de la brutalidad, los tres defensores del cielo se percataron que contenía los golpes. Apreciaban como no tenía el más mínimo reparo en asesinar ángeles de toda condición, mientras que con ellos sostenía un combate no mortal. Sin duda, no deseaba la muerte de ninguno de estos tres.
Con todo, la situación parecía perdida cuando un estruendo en el firmamento sonó como un grito de esperanza. Los dioses de los panteones atacados aparecían todos reunidos envueltos en truenos y relámpagos a través de un portal místico. Encabezaba la milicia Zeus, Odín, Thor y Heracles. Tras ellos, el resto de todas las razas de dioses que poblaban la Tierra conformando un ejército de unos ciento cincuenta mil guerreros. A una señal de Zeus, se dividieron en secciones. Así, Thor pasó a encabezar la milicia más numerosa proveniente de Asgard, Heracles, la de los helenos, Amaterasu, la de los nipones, Anubis, la de los egipcios, Quetzalcoatl, la de los aztecas y Aaecina, la de los hispanos. El resto de panteones se fueron distribuyendo en estos seis grupos. Todos henchidos de rabia y ganas de venganza contra el ser que les había atacado y martirizado. En su memoria llevaban las humillaciones a las que Asmodel les había sometido y, sobre todo, los asesinatos del mesopotámico Marduk, del egipcio Ra, del celta Lug, de la trinidad hindú Trimurti (Brahma, Visnú y Siva), de los japoneses Izanagi y Susanowo, del azteca Ometeotl, del maya Itzamna, del cheyenne Gran Espíritu, de los griegos Hipnos y Hefesto, entre decenas más.
Asmodel rió y les gritó consiguiendo infundir temor en muchos de los aguerridos luchadores:
- ¡¡Estáis a tiempo de evitar vuestra muerte!! ¡¡Voy a reinar en toda la Creación e instauraré en ella justicia y paz!! ¡¡Sólo suprimiré la libertad!! ¡¡Obedecedme y lo tendré en cuenta!! ¡¡Oponeos a mí y sufriréis tortura y muerte!!
A la vez que el eco de su voz retumbaba en los oídos de los presentes, clavó sus manos en el suelo y arrancó del mismo, pedazos de la luz sólida que lo conformaba. En las dos pequeñas hendiduras realizadas empezó a generarse un pequeño temblor del que fue surgiendo en pocos segundos un ser oscuro. Se conformó una figura que recordaba la forma de los ángeles, pero absolutamente envuelto en sombra. Una vez completo, extendió sus alas y fue convirtiendo sus dedos en garras, a la par abría la boca para emitir un agudísimo y desagradable chillido. Se elevó a una increíble velocidad, alejó los brazos del cuerpo y engarfió los dedos yendo directo hacia el ejército de dioses egipcios. A dos de ellos les segó la cabeza como si segara hierba de la tierra. Anubis aferró su hacha y la lanzó clavándosela en el pecho del ser recién creado. Éste dio varios giros y se estrelló violentamente contra el suelo. De un salto inhumano Anubis se situó sobre el nuevo ser, volvió a sostener su hacha y la descargó sobre el rostro del ser partiéndoselo en dos.
Asmodel chasqueó los dedos y miles y miles de seres iguales empezaron a generarse de las hendiduras de las que había surgido el anterior. Pronto, un ejército oscuro de dos millones de combatientes se lanzaba contra el ejército de ángeles y dioses que podían alcanzar, siendo generosos, los trescientos mil efectivos. El martillo mágico de Thor, el Mjolnir, irrumpió entre la maraña de enemigos triturando las cabezas de dos de ellos antes de volver a su mano. Heracles arrancó el corazón del más cercano, mordió un trozo para escupirlo acto seguido y arengar así a los dioses:
- ¡¡No temáis!! ¡¡Son mortales!! ¡¡Adelante, victoria o muerte!!
Mientras, los ejércitos chocaban con violencia, Asmodel se volvió hacia los sangrantes Gabriel, Miguel y Espectro que se habían quedado solos. Zeus y Odín aterrizaron a su lado dispuestos a colaborar en la lucha. El terrible enemigo generó una ola de energía que proyectó varios metros a atrás a sus cinco adversarios.
Capítulo 2
El Fantasma Desconocido, la Cosa del Pantano, John Constantine y Wonder Woman se habían despedido tras su victoria en Camboya. La Cosa había transplantado a la Isla Paraíso, el árbol que contenía la lacra del HAMBRE, la única que había sobrevivido. La Cosa desapareció con una sonrisa. A Constantine le dejaron en el pub londinense que él indicó. No dejó de mirar el pecho de la amazona durante la despedida. Entró, pidió una pinta de cerveza y miró el partido de la Premier que se emitía en la enorme pantalla que presidía el local. Se dijo asimismo:
- Tetas, cerveza y fútbol, esto sí es realmente el paraíso.
El Fantasma Desconocido y Wonder Woman emprendieron su última misión. Aparecieron en una impresionante escalinata de planetas y estrellas minúsculas que llevaban a un solitario y frío lugar. Diana sintió la gélida temperatura y se envolvió con la capa azul que llevaba. La sensación de desolación era absoluta, aquel espacio oscuro estaba desprovisto del más mínimo latido vital.
- ¿En qué lugar estamos?, preguntó Diana.
- Ya no puede llamarse lugar. Este espacio ya no tiene esencia. Lo que aquí existía ha dejado de hacerlo. De hecho, sólo queda el hueco y en breve tiempo se colapsará sobre sí mismo anulándose y despareciendo.
- ¿Qué había antes?
- Una nueva creación, generada por el ángel caído, Lucifer.
- ¿Tal poder poseía?
- Prácticamente como el de Dios.
- ¿Ha podido ser derrotado?
- Mira.
El Fantasma señaló a un ser crucificado con clavos de energía al final de la escalinata. Se trataba de Lucifer. El Fantasma se acercó, se elevó y agarró el hierro mágico que le horadaba la muñeca derecha y lo desclavó. Lucifer gimió abriendo los ojos. Siguió como pudo con la mirada a su liberador, mientras éste repetía operación parecida en los otros clavos. Entonces, falto de fuerza se desplomó, siendo sostenido por la amazona. Lucifer reconoció al Fantasma y pronunció unas débiles palabras:
- ¿Tú… aquí…? ¿Ahora sí has… elegido bando?
- Te saludo, Lucifer, dador de luz, elegido entre los elegidos, el orgulloso…
- ¿Has… venido a… burlarte… de mi desgracia?
- No hay tal intención en mis palabras. Venimos a pedir tu ayuda para derrotar a Asmodel.
- Mi antiguo hermano… Es él quien… absorbió mi poder y se llevó mi universo.
- Asmodel ataca el cielo. Si triunfa será el amo de toda la creación.
- ¿Acaso… no intenté yo lo mismo? Comprendo sus motivos.
- ¿Te crucificó y no deseas vengarte?- preguntó Diana.
- ¿Quién eres, niña? Eres demasiado joven para comprender lo que Asmodel o yo hemos pasado. No entendemos el porqué de muchos ordenamientos de la Realidad. Vosotros no cuestionáis.
- ¿Dejarás que Asmodel triunfe?
- No podrá hacerlo. pero no será por nuestra intervención.
Mientras decía esto se apreciaba que Lucifer se estaba recuperando a ojos vista. Sus heridas se cerraban y el color blanquecino de su piel recuperaba color y vigor.
- Sin embargo, iremos al Cielo y seremos testigos de sus acciones.
Antes de que los tres desaparecieran, Lucifer volvió el rostro hacia la infinita oscuridad que temblaba y anunciaba desaparecer.
- Se ha llevado mi obra. Ha aniquilado a todos los seres de mi creación. ¿Qué sentido tenía hacerlo? No podíamos obstaculizar su plan…
- Pretende igualar en poder a Dios, quizá tu universo le aumente su energía.
- Mi universo no le daría fuerza extra. Con absorber mi esencia ya tendría conseguido el objetivo de aumentar su poder.
- Entonces, ¿qué objeto tendría llevárselo?
- Ya entiendo. Lo va utilizar como un arma contra Dios. Quiere proyectarlo cuando esté ante el Trono del Cielo y que al expandirse arrase al Creador.
Capitulo 3
El Arcángel San Miguel no recordaba haber librado batalla semejante. En un intento desesperado por conseguir la victoria, elevó la temperatura de sus dos espadas flamígeras hasta casi la del sol, sin que consiguiera hacer mella en Asmodel. De la misma forma, Zeus, y Odín proyectaban sus energías sobre él, mientras Espectro se convertía en un gigante pretendiendo aplastarle y Gabriel intentaba ensartarlo con la lanza mística que nunca fallaba. Nada conseguía resultado alguno, mientras con una mano sostenía el pie del Espectro, su cuerpo rechazaba los rayos y la lanza se quebraba al golpear su pecho.
De cualquier manera, Asmodel se dio cuenta de que no podía continuar aquella lucha eternamente. Los seres con los que se enfrentaba tenían también un poder inmenso y, aunque saliera triunfante, sus energías podían verse reducidas. Debía llegar ante el trono de Dios cuanto antes y en plenitud de poder para poder arrebatárselo. Sostuvo los dos pedazos de la lanza fragmentada y los arrojó hacia el Espectro clavándoselos en los ojos. Éste redujo su tamaño cosa que aprovechó Asmodel para horadar su estómago con la mano derecha y proyectar una energía terrible que le devoró las entrañas. Al verle caer, Asmodel se conmovió:
- Rafael, estuvimos tan unidos… ¿recuerdas cuando una vez nos fusionamos? No quiero acabar con tu vida, ni con la de ninguno de vosotros. Asumid lo que va a pasar y dejad esta resistencia sin sentido.
Sin tregua, se acercó a Odín y agarrándolo de la armadura le levantó como si no pesase nada y le estrelló contra Gabriel. Zeus generó tres nuevos rayos que impactaron contra el rostro de Asmodel. Aunque no le causaron daño, avanzó enrabietado hacia el supremo dios griego. Zeus lo esperaba, en su espalda portaba la Espada del Tiempo, si lograba ensartarlo con ella Asmodel moriría por vejez. Cuando estuvo a su altura el olímpico blandió la espada e intentó clavársela. La velocidad del enemigo fue mayor y no pudo ni tocarlo. En segundos, Asmodel aferró la muñeca de Zeus y la apretó hasta que tuvo que soltar el arma. Lo siguiente que sintió el dios heleno es que su cuello se quebraba debido a un tremendo golpazo de su rival. Como un pelele, fue alzado por encima de la cabeza del antiguo ángel y arrojado a metros de distancia. El Arcángel Miguel aprovechó el momento y le clavó sus dos espadas de fuego, consiguiendo que penetrasen en su pecho. El malvado quedó paralizado una fracción de segundo, pero agarró el brazo de Miguel y le acercó a su rostro.
- Eres el más grande guerrero de esta realidad, ojalá decidieras estar a mi servicio.
- Jamás. Veré tu muerte y estarás solo. Nadie te acompañará antes de tu condenación.
- Pronto reinaré y te arrodillarás ante mí.
Miguel intentó soltarse sin conseguirlo. Asmodel abrió la boca y una lengua de fuego cubrió el rostro del Arcángel devorándoselo. Su grito fue horrible, su belleza quedó convertida en carbón. Gabriel, acudiendo en ayuda de su hermano, generó otra lanza ensartándola en el omóplato sin conseguir el daño pretendido. Asmodel se dio la vuelta y volvió a proyectar un terrible fuego que envolvió a Gabriel en llamas. Extrajo las armas que le penetraban y las lanzó contra Odín que regresaba a la lid atravesándole con ellas las piernas. Asmodel avanzó hacia Gabriel le asestó puñetazo tras puñetazo sin darle tiempo a responder. Le levantó sobre la cabeza y le precipitó sobre su rodilla impactándola con violencia en la espalda del servidor celestial.
El Espectro, aunque gravemente herido, reunió sus últimas fuerzas y le bañó en magia convirtiendo en cristal a Asmodel. Acto seguido, Espectro transmutó su mano derecha en una bola de demolición y aplastó al villano. Miles de fragmentos de cristal salieron despedidos al aire. Sin embargo, lejos de respirar aliviado el Espectro sintió auténtico horror, cuando advirtió que no caían. Los fragmentos de vidrio quedaron suspendidos en el espacio y, tras un segundo de pausa, salieron volando, como un enjambre, hacia él mismo, entrando en su interior por boca, oídos, ojos, heridas y saliendo por la espalda, destrozando a la antigua Ira de Dios. Todos los fragmentos fueron uniéndose y recomponiendo a Asmodel. Éste miró a su alrededor: Odín sangraba con fragmentos de las armas de los ángeles clavadas en su cuerpo, Gabriel tenía graves quemaduras que intentaba sanar, Miguel con el rostro quemado intentaba ponerse de pie, Espectro temblaba intentando regenerarse, Zeus no podía alzar la cabeza al tener el cuello roto y su mirada estaba fija en la Espada del Tiempo tirada sin que nadie advirtiese que aquella era la única esperanza de la Creación.
Entonces se escuchó la voz de Lucifer:
- ¡¡Hermano!!
Capítulo 4
El Fantasma Desconocido, Wonder Woman y Lucifer acababan de aparecer en mitad de aquel Apocalipsis. Diana quedó abrumada por el cruento combate. Los ángeles negros estaban arrinconando, debido al número, a los panteones de dioses y a los ángeles que combatían unidos. El Fantasma habló a Diana:
- Ayuda a los ejércitos del cielo contra estas sombras. Nosotros detendremos a Asmodel.
La heroína siguió las órdenes. Voló hasta situarse a la altura de uno de aquellos seres de sombra y le enlazó el cuello con su lazo mágico. Le estranguló y utilizándolo como una maza viviente comenzó a girarlo por encima de su cabeza descendiendo en dirección al grueso de las criaturas oscuras. La vanguardia de este ejército se vio sorprendida por este ataque. La heroína irrumpió en la vanguardia de los ángeles negros golpeando ferozmente con aquella improvisada arma a multitud de rivales haciendo que retrocediesen unos metros sembrando confusión por instantes. Ese respiro fue suficiente para que las tropas dirigidas por Thor y Heracles se reorganizaran. Los ángeles atacaron la retaguardia y los dioses la vanguardia. Los seres oscuros seguían teniendo la ventaja del número, pero habían quedado divididos entre dos fuegos. Heracles se acercó a la dama.
- Me alegro de verte de nuevo hija de Hipólita, prosigamos. Hoy se cantará nuestro nombre en las leyendas.
- Preferiría que toda esta masacre quedara sepultada en el olvido.- respondió Wonder Woman.
En esos momentos, Lucifer y el Fantasma llegaron a la altura de Asmodel:
- ¡¡Hermano!!, dijo Lucifer.
Asmodel sonrió:
- Estoy feliz de que sigas con vida. No quisiera ser causa de tu muerte. Como ves, aunque incapacitados, Miguel, Gabriel y Rafael también siguen vivos.
El Fantasma se dispuso a emitir un hechizo agresor, pero Lucifer le detuvo con un gesto de la mano y prosiguió hablando:
- ¿De verdad piensas que tienes alguna posibilidad de triunfo?
- ¿Es que crees que puedes detenerme? Mira a tu alrededor. Mi poder no tiene límite. Y tú estás seco y débil. En cuanto a este Errante que te acompaña no tiene la categoría suficiente para este combate. Hermano, tú dirigiste la primera rebelión, únete a mí, sigue mis pasos, conseguiremos juntos lo que tú no pudiste hacer solo.
- Buscas saciar tu ansia de poder.
- ¡¡Falso!! Busco mejorar la creación, dirigirla, establecer felicidad y paz.
- ¿Qué sentido tiene ser feliz si obligas a serlo? Para ello es mejor deshacerlo todo.
- Hipócrita, tú pensabas que…
- Si pude rebelarme es porque me dio libertad para hacerlo, si puedes hacerlo tú es por la misma razón.
- Calla. Eso habla más de su estupidez.
- Bien, el tiempo de palabras ha pasado.
- Bien, combatiremos.
- ¿Combatir? Como acabas de señalar, ninguno tenemos la fuerza para detenerte. Es absurdo alargar más esta batalla. ¿Quieres llegar ante Dios? Te ayudaré a hacerlo.
El Fantasma no daba crédito. Intentó protestar, pero Lucifer con un gesto de desaprobación no admitió que dijera palabra alguna. Después, acercó la palma extendida de su mano a la boca y sopló en ella. El aire del soplido recorrió la extensión de la mano volviéndose sólido al llegar a la punta de los dedos de Lucifer. Una vez allí fue engrandeciéndose según se alejaba. Se generó una pasarela que se convirtió en cuesta cada vez más grande cuanto más se alejaba. En segundos, una montaña roja se conformó ante el asombro de los presentes. Una rampa inserta en ella hacía de camino a la cumbre.
- Allí está el trono de Dios. Asciende y derrócale.- dijo Lucifer.
Asmodel asintió con la cabeza y miró a los ojos del ángel caído:
- Sé que tú me comprendes. Estarás a mi derecha en el nuevo orden.
- No le hagas esperar.
Asmodel comenzó a subir.
Capítulo 5
Los dioses y los ángeles empezaban a imponerse al ejército de Asmodel. Aunque superior en número de combatientes, la partida del villano le había menguado la fuerza. La batalla se encaminaba a su final y la derrota de los ángeles negros parecía inevitable. Los arcángeles Gabriel y Miguel se sostenían a duras penas en pie. El Espectro se recomponía mostrando un aspecto horrible. Odín intentaba arrancar de sus piernas los fragmentos de armas. El Fantasma Desconocido se atrevía a gritar a Lucifer:
- ¡¿Cómo has permitido que llegue hasta el creador sin intentar detenerlo?!
- Ninguno hubiera podido hacerlo. Debemos esperar.
Zeus sangraba en el suelo con el cuello fracturado. El dolor era inmenso. Tenía ante su vista la única arma que podía vengar las humillaciones recibidas. Aún herido había percibido la llegada de la hija de Hipólita, la que tantas veces había ayudado a sobrevivir a los mismos dioses. Con un gran esfuerzo proyectó una imagen mental a la amazona. Diana sintió la llamada, derrotó a tres ángeles oscuros más y al percatarse que sus aliados no tenían ya problemas para salir victoriosos, se acercó a la posición que ocupaba Zeus. Nunca había visto al padre de los dioses griegos en un estado tan lamentable. Zeus casi no podía hablar y proyectó sus pensamientos:
- Diana de Themiscira, escucha mis palabras. Siempre has salido triunfante de todos los retos que has afrontado. Esta vez no puede ser de otra manera. Coge esa espada que está situada a escasos metros de nuestra posición. Es un arma mágica que acabará con nuestro mortal enemigo.
Diana asintió y la sostuvo entre sus manos. Buscó con la mirada a Asmodel, pero no estaba allí. Observó como los ángeles negros se veían cada vez más acorralados por los ejércitos de ángeles blancos y de las razas de los dioses. Se levantó y fue dirigiéndose, como casi todos los presentes, hacia la montaña roja por la que había ascendido Asmodel. Portaba con fuerza la Espada del Tiempo sin saber qué consecuencias traería su uso. Al minuto de irse, Heracles llegó hasta Zeus.
- Hemos vencido padre. ¿Dónde está Asmodel?
- Nos derrotó. Está llegando al cenit. Cuando descienda quizá sea un ser omnipotente, pero he ordenado a la hija de Hipólita que le mate con la Espada del Tiempo.
- Pero, aunque consiga que Asmodel muera de vejez, ella también envejecerá hasta casi el fin de sus días.
- Es un pequeño precio por recibir el favor de los Dioses.
- Padre, hete aquí, herido, roto, y sigues manipulando a los seres que te brindan su ayuda.
- ¿Es qué crees que si ella supiera los efectos de la Espada dudaría en utilizarla si eso supusiera el triunfo? No vacilará en nada por obtener la victoria.
- Debería ser su decisión. ¿Dónde está?
Asmodel había llegado a la cúspide. Una inmensa claridad la dominaba. Ante él aparecieron dos enormes puertas cuyo fin, por la parte más alta, no se apreciaba. Apoyó sus manos en ellas y se abrieron sin dificultad alguna. En pocos pasos más estaba ante la Presencia, una enorme e intensa luz sin forma definida al que cada ser imaginaba de una manera diferente. El aspirante a rey habló:
- ¿No sientes temor?
Sólo respondió el silencio.
- Supongo que jamás pudiste imaginar tu final. ¿No te haces cargo de los errores que has cometido?
De nuevo no surgió un solo sonido.
- ¿No merezco tu atención? ¿Al menos un gesto de odio o desprecio? ¡¿No eres capaz de dirigirte a tu futuro asesino?!
Ante la ausencia de voz, Asmodel perdió los nervios:
- ¡¡Habla!!
Asmodel desencajó una pieza del costado de su armadura. Allí guardaba una esfera. Se acercó a Dios y se la arrojó. Entró en su cuerpo luminoso como si estuviese hecho de humo.
- Muere.
Se trataba del universo de Lucifer, que empezó a agrandarse abarcando todo el espacio en el que se encontraba Dios. Pronto, todo se llenó de una oscuridad con tintes rojizos y comenzó un temblor que anunciaba el cataclismo cósmico. Asmodel sonrió y se dispuso a salir de allí esperando una terrible explosión cuando, de repente, el universo que había proyectado empezó a contraerse ante el asombro del antiguo ángel. La oscuridad iba menguando hasta convertirse, de nuevo, en una esfera que rodaba haciéndose con cada giro más pequeña hasta que se detuvo y desapareció. El humo se disipó y Asmodel volvió a contemplar la luz sin mancha alguna.
- ¡No es posible!
Tan enrabietado como asombrado, el asaltante del trono, comenzó a concentrar todo el poder que era capaz de reunir en sus manos. Una energía capaz de destruir un universo emergió con furia hacia Dios. Asmodel mantuvo todo lo que le fue posible esa proyección, hasta que, exhausto y con las manos ardientes, cesó el ataque. Buscó con la mirada algún daño, algún quejido. Nada. No se había producido efecto alguno.
- ¡¡No puedo concebir tamaña grandeza!!
Entonces, Dios abrió los ojos y miró a su antiguo siervo. Asmodel cayó de rodillas y comprendió:
- He estado ciego. Mi poder es una gota en el océano de su agua. Jamás podré sustituirlo. ¿Tengo vuelta atrás?
Los ojos de Dios volvieron a cerrarse, dejando como única respuesta el eco de las palabras de Asmodel. El antiguo Ángel-Rey salió de la estancia y comenzó a descender la pasarela de la montaña roja por la que había subido.
Capítulo 6
A los pies de la montaña la expectación era enorme. Cuando adivinaron que descendía, los ángeles y las razas de dioses se prepararon de nuevo para el combate. Allí Diana aferraba con fuerza la Espada del Tiempo. Asmodel se detuvo, ya abajo, y observó como todos estaban esperando un gesto suyo para retornar a la lucha. Aunque seguía poseyendo gran fuerza había gastado la inmensa mayoría en el ataque a Dios y se convencido que no podría sobreponerse a todos. Sin embargo, ¿qué podía hacer después de esto? ¿Es que su vida podría seguir igual? La única salida era el suicidio. Terminar con su existencia y que se le recordara como un enemigo importante y no como un fracasado. Los enemigos que le rodeaban necesitaban una motivación extra. Hinchó sus pulmones de aire y gritó con ferocidad:
Lucifer podía haber detenido todo aquello con un gesto. Una de sus palabras en uno u otro sentido podía hacer que aquella lucha se detuviera. Sin embargo, comprendía a Asmodel, y sabía que había llegado demasiado lejos. No podía caer sino como una peligrosa amenaza. El olvido era lo peor que podía sucederle ahora. Así que se cruzó de brazos y esperó. Miguel hizo un gesto señalando al rival y las legiones celestiales atacaron. Espectro, Miguel y Gabriel se situaron al lado de Lucifer. Odín levantó su cetro y gritó a los suyos, todos los dioses se precipitaron hacia Asmodel. Una oleada de energía bañó a los atacantes. Asmodel comenzó su última actuación. Se sentía como un actor en su última representación. Luchaba haciendo ver que pretendía el triunfo aunque sus golpes no causaban mortandad alguna. Quedó rodeado de rivales y comenzó a avanzar hacia el grupo de Lucifer golpeando con fuerza a los que pretendían impedírselo. En uno de estos golpes Diana salió despedida hacia atrás aunque sin perder de sus manos la Espada del Tiempo.
Asmodel prosiguió paso tras paso hacia donde estaban sus antiguos hermanos. Los dioses y ángeles le agredían y se defendía como podía rechazándolos. Cada ataque le frenaba algo más, sus pasos se hacían más lentos y no conseguía avanzar lo que deseaba. Pronto entendió que no sería capaz de llegar. Thor saltó sobre él y descargó con fuerza Mjolnir, Asmodel reunió toda su fuerza y un rayo consiguió que el dios del Trueno se alejara unos metros. Un nuevo ataque de ángeles y dioses fue rechazado con sus últimas energías y, entonces, se detuvo.
Heracles recorría el caos de la batalla buscado con la mirada a Diana. Vio como Asmodel se había parado a unos veinte metros del grupo de Lucifer. A unos diez contempló a Wonder Woman corriendo como una pantera hacia el villano. Heracles con expresión de horror intentó avisar a la heroína:
- ¡¡Hija de Hipólita, detente!!
Wonder Woman llevaba la Espada del Tiempo en la mano y una determinación absoluta para poner fin a la lucha: El Fantasma Desconocido también apreció su llegada y gritó para que se parara:
- ¡Alto Diana! ¡Todo ha terminado!
Pero la concentración de Diana era tal, que tenía todos sus sentidos fijos en el enemigo a derrotar. Su corazón latía con furia, deseaba terminar con aquella masacre sin sentido y vengar todo el mal que se había producido en la Tierra por culpa de aquel ser. Recordaba los sucesos pasados en Ruanda, en Moulton Town, la muerte de Raquel, Camboya… Asmodel la vio venir, fijó su atención en ella y cerró los ojos esperando el impacto. El Fantasma emitió un conjuro paralizante y la magia voló por los aires a la velocidad de la luz:
- ¡¡No lo hagas, Diana!!
El hechizo logró su efecto, Wonder Woman se detuvo justo cuando la punta del acero mágico estaba a un centímetro escaso del cuello del enemigo. La amazona miró al Fantasma y le escuchó gritar:
- ¡Suelta la espada niña! ¡Ya hemos vencido!
La heroína recuperó el control de sus acciones y sus dedos comenzaron a aflojarse del mango. Sin embargo, Asmodel, que se hizo cargo de la situación, no podía permitirlo, su muerte debía ser en combate. Así que se precipitó sobre la Espada del Tiempo, que aún portaba Wonder Woman, y en un gesto sorpresivo introdujo su cuello en su filo. Diana no lo esperaba y aunque no fue su intención, en un acto reflejo, aferró con fuerza el arma siendo la portadora de la Espada cuando Asmodel quedó ensartado. Con la garganta atravesada, el todopoderoso Asmodel no pudo pronunciar palabra alguna, pero sus ojos conformaron una mirada mezcla de piedad y agradecimiento.
El poderoso antiguo Ángel-Rey de la Hueste del Toro envejecía a velocidad fulgurante. Su cuerpo se tonaba más flácido y la armadura que, prácticamente, le ceñía el cuerpo empezó a quedársele grande y a descolgarse cayendo pieza a pieza. Los años le atravesaban. Diana logró soltar la Espada. Asmodel hincó las rodillas y, mirando al cielo, murió intentando pronunciar alguna súplica ininteligible.
Lamentablemente, el temible efecto de la espada se cobró otra víctima, la amazona envejecía también hasta una edad cercana a los 95 años. El vigor de la heroína desaparecía, sus músculos de acero quedaban convertidos en amasijos que cumplían a duras penas la misión de sostener el cuerpo, su belleza se iba resquebrajando a través de arrugas, sus labios rojizos quedaban grises y su inmenso pecho se secaba cayendo hacia el estomago. Las piernas dejaron de sostenerla y Diana hubiera podido romperse la cadera de no ser sostenida por Heracles. El Fantasma se acercó a ella, la recogió de manos del griego y la depositó en el suelo acariciando su rostro:
- Mi niña, mi niña. ¿Por qué tuviste que ser tú?
Mientras, el eterno Destino veía como la página que quedaba en blanco acababa de rellenarse y, de nuevo el libro, estaba completo. Cerró el volumen y, por primera vez en toda su existencia, se sentó en uno de los bancos de piedra de su jardín para aliviar la tensión que había soportado y exhalar un suspiro de alivio.
Epílogo
El cielo estaba como pintado de un gris profundo. Parecía que las nubes tormentosas iban pronto a descargar su lluvia en breves instantes. La arena de la playa también tenía un color grisáceo, antinatural. El agua del mar estaba turbia como perteneciente a un lago plomizo, oscuro y ausente de movimiento.
El condenado esperaba en la orilla a que llegara su embarcación. Estaba desnudo, desprovisto de armadura, ropa y orgullo. Sentado, las minúsculas olas le bañaban los pies. Acurrucado con las manos envolviendo las rodillas. De repente, una barca hizo su aparición en el horizonte. La guiaba, con un largo remo, un encapuchado que iba de pie. El condenado no quitó la vista de la barcaza. Cuando se aproximó, el ajado fanal, que colgaba de una especie de palo de velamen situado en el centro de la embarcación, iluminó al tétrico barquero. Estaba envuelto en una capa negra con una capucha que impedía ver su rostro. Cuando la barca estuvo a la altura del condenado, que se trataba de Asmodel, éste habló:
- ¿Estoy muerto?
- Sí, respondió el barquero.
- ¿Qué lugar es éste?
- Un lugar de paso.
- ¿Adonde voy? ¿Al menos merecí el Infierno? Si es así por lo menos es que llegué a preocuparle.
- No lo sé. Lo sabrás cuando llegues. Es hora de partir.
Asmodel subió a la barcaza y se sentó en un rincón. Cuando el barquero inició la maniobra de salida otra figura apareció en la playa. Asmodel se quedó mirándola y reconoció a Lucifer. Se levantó nervioso e intentó bajar, pero el barquero movió la cabeza a derecha e izquierda con un gesto que le indicaba no se moviera. Asmodel se detuvo, alzó la mano con la palma extendida hacia abajo y habló:
- Hermano, ¿puedes ayudarme?
- Nada puedo hacer.
- Entonces, ¿a qué has venido?
- A despedirte.
Asmodel se resignó y volvió a sentarse. La barca se iba alejando de la orilla. Asmodel volvió a hablar:
- Quizá esto le haga recapacitar… A lo mejor a partir de ahora se decida a dirigir personalmente la Creación eliminando la injusticia y el mal de ella.
- ¿Quién sabe?
- ¿Volveremos a vernos?
- No lo sé.
Asmodel cubrió con una mano su rostro y dos lágrimas asomaron de sus ojos. La barca partía. Alzó el rostro y miró por última vez a Lucifer.
- Además de la libertad, ¿sabes lo que el Creador nunca debió darnos?
- ¿Qué?
- Sentimientos.
Lucifer quedó inmóvil mirando como su hermano se alejaba. Advirtió en sus ojos como también las lágrimas hacían su aparición, pero no soltó ninguna hasta que la barcaza se había perdido por completo en el horizonte. Sólo entonces lloró.
¡¡CONCLUIRÁ EN EL SIGUIENTE EPISODIO!!
De noviembre de 2011 a mayo de 2012
José Luis Miranda Martínez
jlmirandamartinez@hotmail.com
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