Elseworlds Supergirl nº 07

Titulo: Freaks (IV)
Autor: David Guirado
Portada: Ruben Davila
Publicado en: Diciembre 2011

Mientras Linda debe continuar enfretándose a las amenazas que se ciernen sobre Smallville, la vida le tiene deparada una sorpresa para la que jamás pensó estar preparada.



Ella es la última superviviente de una grandiosa civilización. Enviada a la Tierra para escapar de un holocausto que destruiría su hogar, la joven Kara Zor-El fue encontrada por los Kent y acogida como su propia hija. Enfrentada al secreto de su origen, su vida está ahora en una encrucijada que decidirá su destino. ¡Es el incicio de la leyenda!
Linda Kent se encontraba en la cafetería del Instituto de Smallville, junto a sus amigos Lana Lang y Pete Ross.
- Linda, ¿seguro que no te va el rollo bollo?- preguntó Pete.
- Joder, ¿cuántas veces he de decir que si dije eso únicamente fue para picar a Braverman?- se excusó Linda.
- Es que fue muy sospechoso desde entonces te llevas tan bien con la rara de Winters. Por no mencionar que cuando volviste al Planet Star, tras ir detrás de ella, volviste con otra ropa- insistió Pete.
- Pues porque se me cayó encima el cubata de Samantha y fui a casa a cambiarme- dijo Linda.
- ¿Y por qué te manchaste con su cubata?- inquirió de nuevo Pete.
Linda le echó lo que se conoce como “la mirada de la muerte”, proyectando sus ojos fijamente en los de su amigo.
- No te piques, Linda, que todo es coña. Como persona que sabe que desde siempre has estado coladita por Aston Kutcher, entre otras estrellas televisivas, sé que bromeabas. Lo que pasa es que es divertido hacerte cabrear- dijo Pete con una sonrisa de oreja a oreja.
- Bueno, chicos, si me disculpáis, he de hacer una llamada al móvil- comentó Lana Lang, con un tono muy serio de voz.
Lana salió de la cafetería en dirección al cuarto de baño. Iba caminando con paso firme y con cara de muy pocos amigos.
- ¿Qué le pasa?- preguntó Pete.
- Ni idea. Pero a llamar seguro que no ha ido. Se ha dejado aquí su móvil- observó Linda.
La conversación se desvió de tema cuando Samantha Winters se acercó a la mesa donde se encontraban Pete y Linda.
- Hola, gente. ¿Puedo sentarme? - preguntó Samantha.
- Por supuesto- contestó Pete, ofreciendo la silla que se encontraba a su lado.
Mientras tanto, Lana se había encerrado en el cuarto de baño a llorar. Unas lágrimas la recorrían la cara al pensar que la vida no era justa. Entre sollozos pensaba que había cosas que, simplemente, no podían ser. Ciertos secretos no se deberían guardar por más tiempo, so pena de herir seriamente a alguien. Determinados temas, una vez se descubren, no se pueden volver a guardar bajo llave jamás.
Una vez Lana se calmó, secó sus lágrimas y se mojó la cara. Cuando se disponía a salir del aseo, observó que Samantha, la nueva amiguísima de Linda se había sentado en la mesa de sus amigos. Eso la llenó de rabia, hasta tal punto que decidió no volver con ellos y salir sigilosamente al pasillo del instituto, donde prosiguió en solitario con su llanto.
En la gasolinera de las afueras de Smallville, estaba siendo un día muy tranquilo. John Right estaba sentando en una hamaca al lado de los surtidores, esperando a que algún cliente se decidiese a hacer acto de presencia.
En toda la mañana sólo habían pasado un par de coches a repostar, haciendo que fuera una jornada muy monótona.
Apareció de pronto a su lado, sobresaltando a John. El gasolinero pudo comprobar que se trataba de un joven de unos veinticinco años que parecía sacado de alguna revista. Era alto, rubio y con los ojos azules. Todo un ejemplo viviente de la raza aria.
- ¿Puedo hacer algo para ayudarte?- preguntó John con un bostezo.
- Sí- contestó el joven rubio- Lo que puedes hacer para ayudarme es morir.
Sin que John hubiese podido reaccionar todavía, notó cómo empezó a faltarle el aire. Era algo extraño, como tener metida la cabeza mucho tiempo debajo del agua, pero mucho peor. John Right intentaba tomar aire pero era imposible, solo podía permanecer agonizando, mientras el misterioso joven se reía a carcajadas.
En el instituto de Smallville, ya se había acabado la hora del almuerzo y los alumnos habían entrando a clase de literatura. Para sorpresa de Pete y Linda, Lana se encontraba ya sentada en su pupitre cuando ellos volvieron de la cafetería.
Al pasar por su lado, Lana ni siquiera les saludó.
- Toma, te habías dejado tus cosas en la cafetería, cuando saliste antes- dijo Pete, entregándole su mochila a Lana.
- Gracias- contestó la chica muy seria.
- Lana, ¿se puede saber qué te pasa? Estás muy rara- comentó Linda.
- A lo mejor lo sabría, si no fuera porque estás muy ocupada con tu nueva mejor amiguita- contestó Lana Lang.
- No eres nada justa conmigo. Por favor, ven esta noche a mi casa a cenar y hablamos- dijo Linda Kent.
- ¿No preferirías pasar ese tiempo con Winters?- le picó su amiga.
- Por favor, no seas así- replicó Linda- Me duele que me trates así.
- Señoritas, ¿tienen algo qué compartir con el resto de la clase?- interrumpió el profesor de literatura.
- Esperemos que sus pechos- bravuconeó Kenny Braverman, mientras el resto de la clase le reía la gracia.
Tras esto, Lana Lang le hizo a Kenny un corte de manga por debajo de la mesa, sin que el profesor de la clase se percatase.
Mientras, el joven rubio que había asfixiado al encargado de la gasolinera, entró en una papelería, que se encontraba casi vacía. Dentro de la tienda únicamente estaban el dependiente y una mujer mayor.
Una vez la anciana fue atendida, se dispuso a marcharse pero, de repente, empezó a notar que le faltaba el aire, como si no lo hubiera a su alrededor.
- ¡¡Señora!! ¿Se encuentra bien?- preguntó el dependiente- Usted, joven, haga algo. ¡¡Esta mujer se está quedando sin aire!!
Esas palabras dirigidas al chico, fueron proféticas. Inmediatamente, el dependiente también empezó a ahogarse también el dependiente, tirándose al suelo. Tanto él como la anciana se estaban quedando sin aire ante los ojos del chico rubio, que no hacía otra cosa que reírse.
Al salir de clase, Linda llegó a su casa y se tumbó en su cama, mientras permanecía pensando en sus cosas. No podía comprender del todo qué era lo que le pasaba a Lana. Era cierto que últimamente había pasado cierto tiempo con Samantha Winters. ¿Cómo podía no hacerlo? La chica necesitaba una amiga, debido a todos sus problemas, en especial con la profesión a la que se dedicaba su madre y de la forma en que la trataba, por no mencionar el que hacía poco que había estado expuesta a la kryptonita y le había proporcionado unos poderes muy peculiares, en concreto era capaz de provocar un misterioso fuego de color verde.
Linda había confiado en Samantha lo suficiente como para revelarle sus orígenes alienígenas, para que la muchacha supiese que no se encontraba sola en el mundo y que no era el único bicho raro que existía.
Los últimos días había permanecido muy apegada a Samantha porque esa chica lo había estado pasando muy mal, llevando sus problemas en soledad, cuando lo que realmente necesitaba era una amiga en la que poder apoyarse.
Y sin embargo, ahora Lana se encontraba molesta con ella. Eso la partía el corazón. Era su mejor amiga desde pequeñas y sentía haberle hecho daño al dedicarla algo de su tiempo a otra amistad. Lo que realmente querría era que Lana comprendiese que, pese al tiempo que pasaba con Samantha, era tan importante para ella como siempre lo había sido.
- ¡Linda, tienes visita!!- le anunció su madre de un grito.
La jovencita ni siquiera se había percatado con su superoido que alguien había llegado a la granja de los Kent preguntando por ella, de tan enfrascada que estaba en sus pensamientos.
Linda bajó las escaleras deseando que fuese Lana, para de esa forma poder aclarar las cosas con ella. Sin embargo, quien se encontraba esperándola a la entrada de su casa era Samantha.
- Linda, ¿podemos hablar?- preguntó.
Las dos chicas se fueron a dar una vuelta alrededor de la granja, en un sitio en que ambas tuviesen intimidad, ya que los Kent no sabían nada de Samantha y del incidente que había tenido.
- Dime, ¿de qué querías hablar? Ya sabes que me tienes para lo que me necesites- dijo Linda.
- Verás, ¿recuerdas que me hiciste tirar la piedra verde que me provocó ese asunto del fuego?- comentó Samantha.
- Por supuesto, como para olvidarlo- contestó Linda.
- Pues bien, mira esto- anunció su amiga.
Samantha Winters emitió una llamarada de color verde delante de Linda, quién se quedó mirándola boquiabierta.
 Un rato más tarde, Linda se encontraba practicando sus poderes de vuelo por Smallville, cerca de la zona del río. Se había atado un pañuelo rojo a la cara, para que nadie la reconociese en el improbable caso que alguien la viese volar.
Un habito recién adquirido de la chica era salir a volar cuando tenía muchos cosas en las que pensar. A sus preocupaciones por el comportamiento reciente de Lana, se unía el descubrimiento de que Samantha seguía teniendo poderes, pese a no estar en contacto con la kryptonita.
Eso planteaba muchas dudas, ¿se trataba de un efecto secundario común a la exposición de la piedra verde? O por el contrario, ¿La situación de Samantha era excepcional? En el caso de ese albañil superpoderoso, George Heck, cuando Linda lo apartó de la kryptonita, perdió sus habilidades, lo que podía resultar esclarecedor.
Aunque a decir verdad, no sabía nada del paradero de Heck desde que le derrotó y si había recuperado los poderes, supuestamente, lo detendrían las autoridades pero Linda le había perdido el rastro. Era como si se lo hubiese tragado la tierra.
Por otro lado, estaba el ser arenoso al que combatió junto a Abin Sur y esté lo definió como un humano infectado por la piedra verde. No sabía gran cosa de su procedencia, ni de si el monstruo de arena seguía en contacto con la kryptonita en el momento de dispersarse, por lo que tampoco le podía servir de referencia.
Linda había tranquilizado a Samantha diciéndole que ahora lo importante era que no se preocupase, que estaría a su lado y que, poco a poco, era imperativo que aprendiese a usar su poder. Aunque a decir verdad, las dudas sobre la piedra verde, su permanencia y sus efectos, la tenían consumida.(1)
No muy lejos de donde se encontraba volando Linda, Manny Smith había salido a pescar, para relajarse un poco. Llevaba varios meses sin trabajo viviendo de sus ahorros y la pesca era la única alegría que le quedaba.
Mientras permanecía concentrado y en silencio, notó que empezaba a quedarse sin aire. Intentó palparse la cara pero notaba que no podía alcanzar a tocársela, como si algo invisible le rodease.
Antes de perder la consciencia y derrumbarse, pudo ver cómo en la otra orilla del río había un joven con el cabello rubio que se estaba riendo diabólicamente.
Linda Kent se encontraba sobrevolando la zona cuando contempló el cadáver de un hombre al lado del río, mientras otro hombre estaba a su lado.
El primer impulsó de la jovencita fue bajar a ver lo que había pasado.
- Increíble, una chica acaba de bajar volando- dijo el muchacho rubio.
- ¿Qué le ha sucedido a este hombre?- preguntó Linda muy nerviosa.
- Muy sencillo yo le he asesinado- contestó el joven, mientras aplicaba su don sobre la chica. Verás- continuó parloteando el chico- hace poco que he adquirido la habilidad de manejar unos campos de fuerza invisibles y estoy proyectando uno alrededor de tu cabeza. No es nada personal, estoy en plena fase de probar mis poderes. Aunque con lo buena que estás me hubiese gustado verte la cara antes de ahogarte, lástima que te la tapes con ese pañuelo. Por no mencionar que una chica volando no es algo que se vea todos los días. Casi me da pena matarte.
Al joven le cambió la cara al comprobar que a Linda no le afectaba nada el quedarse sin respiración. No fue el único sorprendido, ya que la chica se quedó también helada al comprobar que no necesitaba respirar. Realmente, sus habilidades no parecían tener límites.
Del shock, el joven rebajó su concentración y quitó el campo de fuerza que rodeaba la cabeza de Linda. La chica se abalanzó a toda velocidad sobre él, dispuesta a asestarle un puñetazo. No obstante, el chico logró levantar un campo de fuerza alrededor suyo que logró minimizar el daño.
- Realmente, has puesto energía en ese golpe. De no haber levantado este campo, me hubieses hecho mucho daño- dijo el chico.
- Eres un monstruo. Has asesinado a gente sólo por placer- recriminó Linda mientras intentaba romper con otro puñetazo el campo de fuerza que envolvía a su adversario.
- De alguna forma tenía que experimentar con mis campos de fuerza. Hoy me ha tocado ahogar a varias personas, otros días han sido otras cosas. Tengo un buen surtido de habilidades. ¡Cómo arrojárselos a la gente!- gritó el chico, lanzando a Linda una avalancha de golpes invisibles.
Una sucesión que no parecía tener fin de campos de fuerza llovieron sobre Linda. La invulnerabilidad de la kryptoniana la protegió de la peor parte, aunque no quedó exenta de daños.
- Vaya, parece que eres toda una caja de sorpresas- dijo el joven- Lo bueno es que yo también.
Linda se alzó varios palmos del suelo y se lanzó en picado contra su rival. Aunque fue un gesto inútil, puesto que logró repeleer el golpe con otro de sus campos.
- ¿Cómo conseguiste tus poderes? ¿Cómo te llamas?- preguntó Linda mientras intentaba en vano romper a golpes la barrera invisible del chico.
- A ti te lo voy a decir…- murmuró con una media sonrisa.
La joven de acero intentaba golpear una y otra vez a su enemigo pero éste frenaba todos sus ataques con su habilidad.
Su rival se cubrió los puños a sí mismo con unos de sus campos invisibles y empezó a asestarle a Linda una serie de puñetazos que la dejaron aturdida.
- Voy a ponerme creativo- dijo el chico de los campos de fuerza- Lo que voy a hacer es algo que vas a inaugurar. Siéntete afortunada.
Tras decir estas palabras, el joven creó un campo de fuerza alrededor de Linda. La chica lo golpeaba insistentemente, con la intención de poder romperlo y liberarse.
- ¡Sácame de aquí!- chilló la joven kryptoniana.
- Sólo si me haces un striptease dentro del campo. Me da morbo- contestó el chico.
Linda se quedó mirándole con cara de extrañeza.
- Bueno, tenía que intentarlo, zorra- dijo el joven rubio- Bueno, está claro que eres capaz de sobrevivir sin respirar, por lo que es inútil tratar de ahogarte. Sin embargo, aunque lanzas unos buenos puñetazos, no eres capaz de romper mis campos de fuerza. Así que te tengo ahí atrapada.
- No por mucho tiempo- sentenció Linda.
- No me arruines la sorpresa. Ahí es donde pretendía llegar. Ahora, voy a ir reduciendo el tamaño del campo de fuerza, hasta que la presión te aplaste- amenazó su contrincante.
El chico fue fiel a su palabra y fue reduciendo el espacio vital de Linda dentro de su prisión invisible. La chica tuvo que irse replegando sobre sí misma, pasando estar de pie dentro del campo a arrodillarse. La joven hacía fuerza con sus extremidades para así intentar evitar morir aplastada.
- Que te resistas es inútil, guapa. Como vas a morir y todo eso, te haré un favor y contestaré a tus preguntas. Me llamo James Van Damme. Un día iba paseando cerca de Smallville y me encontré una piedra de color verde. Me llamó la atención y me la quedé. Poco tiempo después, comprobé que era capaz de crear estas preciosidades- confesó James.
Mientras Linda, se encontraba cada vez más y más hecha una bola sobre sí misma pensó que, debido a que no había sentido cerca de su enemigo los efectos de la kryptonita, a James no le hacía falta estar cerca de la piedra verde para usar sus poderes.
Acto seguido, la joven de acero flexionó sus extremidades todo lo que pudo, haciendo un enorme acopio de fuerzas. Su enemigo se dio cuenta de lo que pretendía Linda y se concentró para seguir reduciendo su campo de fuerza, aumentando de paso la consistencia la fuerza y la densidad del mismo.
Finalmente, tras un periodo de forcejeo y haciendo un titánico esfuerzo, Linda logró romper el campo de fuerza, dando como resultado un estallido que hizo perder a James toda su concentración. La joven de acero aprovechó el aturdimiento de su enemigo para emplear su supervelocidad para acercarse hasta su contrincante y poder asestarle un puñetazo que lo dejó inconsciente.
Un cuarto de hora más tarde, dos agentes de la policía local de Smallville se presentaron en la zona del río donde se encontraban Linda Kent, James Van Damme y el cadáver de Manny Smith. La jovencita kryptoniana les había llamado con su móvil.
- ¿Qué demonios está sucediendo aquí?- preguntó uno de los agentes, contrariado al ver a una adolescente con la ropa bastante dañada y con la cara cubierta con un pañuelo, a un hombre inconsciente en el suelo y, lo más importante, a un cadáver.
- Señores agentes, este hombre ha matado por diversión a varias personas, entre las que se incluye la persona de aquí al lado, aunque he logrado reducirlo- dijo Linda, dando una explicación muy sui generis de lo que había ocurrido.
- Señorita, me temo que esa explicación es insuficiente. Nos tiene que acompañar a comisaría. Tiene que aclararnos qué hace con ese pañuelo en la cara. Y, lo más importante, esclarecer todo el asunto del cadáver de ese hombre- comentó el otro agente.
- ¡Tal que así!- gritó James tras recuperar la consciencia y envolver proyectar contra ellos varios de sus campos de fuerza.
Ambos agentes cayeron heridos al suelo. Sentían como si alguien les hubiera arrojado una lluvia de piedras. Afortunadamente, los poderes de James estaban muy debilitados tras su anterior escaramuza con Linda y los hombres no sufrieron excesivos daños.
Linda corrió a golpear de nuevo a su enemigo. Éste lanzó una nueva ráfaga de campos de fuerza contra la chica, que sirvieron para frenarla momentáneamente.
En esos momentos, en los que James estaba distraído empleando sus habilidades contra Linda, uno de los agentes de policía sacó su arma y le propinó un tiro en plena cabeza, lo que acabó con la vida del joven.
- Esto no tendría que haber acabado así- musitó la joven de acero, mientras empezó a volar, alejándose.
- Pero, ¿qué coño ha pasado aquí?- preguntó un agente de policía al otro, al contemplar la escena de las cosas increíbles que habían pasado ante sus ojos.
Linda volvió a su casa y el resto del día se mantuvo un tanto distante. Sus padres notaron que a su hija le pasaba algo, pero los Kent conocían a Linda y sabían que cuando quisiera hablar lo haría. Ahora lo mejor era dejarla que se desahóguese. En el momento en que ella quisiese contarles lo que le ocurría, ahí estarían para apoyarla.
Después de cenar, la chica se retiró temprano a su habitación. Intentaba dormirse pronto. Tan sólo quería descansar y olvidarse del día de hoy. Sin embargo, no lo conseguiría de inmediato, puesto que alguien estaba tirando piedrecitas contra su ventana. Con el superoído de Linda, eso era peor que si la golpeasen en la cabeza con un bombo.
La adolescente de Krypton se acercó a ver quién era. Se trataba de Lana Lang.
- Perri, me dijiste que querías hablar conmigo, y aquí me tienes- dijo Lana.
Linda Kent bajó enseguida a reunirse con su amiga. Por lo menos, si lograba aclarar las cosas con Lana y el motivo por el que se sentía mal, al menos el día tendría un final feliz.
- Lana antes de nada, quiero que sepas que eres mi mejor amiga y que siempre lo serás pase lo que pase. Nunca me vas a perder- empezó a decirla Linda.
- Lo sé, Linda. Y por eso me avergüenzo de mi comportamiento. Lo he hecho fatal. Tras la otra noche en el Planet Star, me sentí un poco excluida de tu vida, como si te sobrase- se excusó Lana.
- Sé que últimamente he estado pasando tiempo con Samantha. Pero la chica necesitaba una amiga- dijo Linda.
- Sí, han llegado a mis oídos la situación de su madre, a lo que se dedica y todo eso. Perdóname por ser tan egoísta; temía que esa chica te acaparase por completo y acabases pasando de mí- le suplicó su amiga.
- Jamás te haría eso. Te quiero- dijo Linda.
- Yo también te quiero, Linda. Con todo mi corazón- le contestó Lana.
Acto seguido se acercaron y ambas se abrazaron con fuerza. Las dos adolescentes se miraron a los ojos muy intensamente. Lana acercó su cara a la de Linda y le dio un apasionado beso en la boca con todas sus fuerzas.

Continuará...

Referencias:
(1) ¿Ves todo lo que te has perdido por no seguir esta serie? Anda, repasa los números anteriores para tener más detalles...

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