Los Titanes nº 16

Titulo: Almas rotas (III)
Autor: Roger Corbera
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Marzo 2011

Imperio ha terminado pero los Titanes aún deben curar las heridas sufridas durante el conflicto: Raven continúa desbocada mientras Arsenal lucha desesperadamente por recuperar a sus hija antes de perder la cordura.
Para convertirse en mejores héroes, estos adolescentes se han unido para aprender, entrenar y madurar. Son algo más que simples "ayudantes". Son la próxima generación de los mayores héroes del mundo. Son....
Creados por Bob Harney, George Kashdan y Bruno Premiani


Flamebird empezó a llorar cerca de la mitad del funeral.
No era sólo que las lágrimas asomar a sus ojos, sino que realmente lloró: sollozaba, le temblaban los hombros. Los deudos se giraban a mirarla discretamente, preguntándose quién era aquella chica y porque estaba tan afectada. Finalmente Cyborg la llevó fuera de la capilla y la sentó en un banco. En unos minutos recuperó la compostura.
- Lo siento, Víctor.
- Tranquila, Bette. No debes avergonzarte de tus sentimientos.- A decir verdad, a Cyborg le hubiera gustado poder desahogarse así. “Es el funeral de uno de mis mejores amigos” pensó. Pero su maldito cuerpo medio-robot no podía ni derramar una lágrima.
Los otros Titanes trataban con su propio dolor cada uno como podía. Starfire había arrasado la mitad de la sala de entrenamiento en su furia, para luego irse volando y volver sólo por el funeral. Flash, con su mujer a su lado, estaba pálido y descompuesto. Tempest había venido de Atlantis y fue quien buscó la capilla discreta donde se celebraba el oficio para Nightwing. Habría un entierro para Dick Grayson, pero sólo para sus amigos civiles y algunos íntimos que conocían su identidad secreta. Allí sólo estaban hombres enmascarados y mujeres misteriosas para despedir a uno de los suyos. El primero de los ayudantes juveniles que llegó a ser un gran héroe por cuenta propia.
Él me inspiró a seguir este camino” pensaba más de uno.
- ¿Quieres volver a entrar?- le preguntó Cyborg dijo al cabo de un rato.
- A-aún no puedo…- Bette se limpió los ojos.- ¡Dios, debo de parecer una estúpida! No le conocía mucho, ni siquiera éramos grandes amigos, pero antes le quería, ¿sabes? Quizá parecía una colegiala enamorada de Brad Pitt, pero le quería.
- Dick era el mejor, Bette, y que tú lo llores le honra.
Flamebird lloraba de dolor, pero faltaban dos de los amigos más antiguos de Nightwing. No había manera de contactar con Donna Troy, que se hallaba en otra dimensión, y Roy Harper, Arsenal, estaba buscando a su hija secuestrada.
Tras terminar el servicio religioso, Miriam Delgado, Mirage, miraba como los asistentes iban dando el pésame a Starfire [1] . Como si fuera la viuda, pensó con cierto rencor. Ella había sido la mujer de Nightwing durante años. Su amiga y compañera. Había luchado y sangrado a su lado, enterrado a camaradas juntos… Pero en realidad había sido otro Nightwing, en un futuro alternativo que quizá no existió nunca.
Y ahora mi Nightwing es un loco homicida y el Nightwing actual ha muerto”. Eso demostraba sin duda que el futuro del que provenía ella era falso. Si Nightwing había muerto, ¿cómo podía ser que Deathwing siguiera vivo? [2]
Recordó entonces que, al llegar al “presente”, había secuestrado a Starfire y usado su poder para hacerse pasar por ella y estar con aquel Dick Grayson. “Sólo fueron tres días” pensó. “Pero me bastaron para toda la vida”.
No era el pensamiento más adecuado para un funeral, quizá, pero nunca había sido una persona convencional. Igualmente se acercó a Starfire para darle el pésame, pero la tamareana no quiso ni mirarla.
Superboy inclinó la cabeza en aparente señal de respeto. En realidad, para ocultar un bostezo. Aquella ceremonia era una pérdida de tiempo. Había creído que le serviría para descubrir algunas identidades secretas de los asistentes, pero el funeral para la identidad civil de Nightwing sería en otro lugar, y él no estaba invitado. Bueno, qué se le iba a hacer.
Por un momento jugueteó con la idea de derribar el techo sobre tanto superhéroe… Pero no. Sus poderes no estaban aún al nivel de su yo anterior. Debía esperar y procurar no pifiarla antes de tiempo.
- Conner…- tardó un momento en darse cuenta que Robin estaba hablando con él. “Así se llama el Superboy de este mundo, Conner. Es bueno saberlo”. Ni siquiera se le había ocurrido que tuviera una identidad normal- Gracias por venir.
- De nada. Para eso estamos los amigos.- le dio la mano y la palmeó el hombro sonriente, pero… ¿Hasta qué punto eran amigos el Superboy joven y Robin? no estaba seguro… Por suerte el Chico Maravilla no estaba para mucha charla, y consiguió dejarle pronto. Un alivio. Sus planes debían madurar. De momento nadie debía saber que Superboy no era quien parecía ser [3] .
Mientras, en la torre de los Titanes
Arsenal, Roy Harper, no podía permitirse el lujo de las lágrimas.
Su hija, Liam, había sido secuestrada en la guardería mientras él estaba atrapado en la conflagración de Imperio. Su propia madre había drogado a su canguro, Rose Wilson, y a una maestra, y se la había llevado. Su madre, la terrorista internacional Cheshire, buscada por todas las policías del mundo y con casi tantos enemigos mortales como los Titanes.
Ya había usado todos sus contactos ordinarios en las agencias federales y policiales, y habían pasado 24 horas sin resultado. Era el momento de cruzar los límites.
Sarge Steel, jefe del DMA, un hombre alto cuyo rostro parecía tallado en piedra, entraba en su limusina en Washington. Steel, un veterano del espionaje, había sobrevivido a las peores crisis de la Guerra Fría y a las luchas secretas como el Culto a Cobra y HIVE, y a más de cinco presidentes distintos gracias a su pragmatismo y su sangre fría. Por eso, cuando la separación con el asiento del conductor bajó y apareció Arsenal apuntándolo con una ballesta de mano, su rostro no reflejó sorpresa alguna, sólo cierta irritación.
- Harper.
- Steel.
- ¿Qué haces aquí?
- Tu secretaria no me daba cita hasta dentro de un mes.
- Mi tiempo es muy importante. Y no me gusta que me amenacen.
- No es amenaza, es precaución. Por los viejos tiempos [4] .
- No pienso hablar contigo mientras me apuntes con eso.
Cruzaron las miradas un instante, como si fueran espadas. Luego Arsenal levantó el arma, pero quedó en guardia.
- ¿Y ahora, qué quieres?- preguntó Steel.- Date prisa, me espera la Junta de Jefes del Estado Mayor.
- Cheshire ha secuestrado a mi hija, Liam. Quiero encontrarla.
- No seas idiota, Harper. Si supiera dónde está esa bruja, la cazaría yo mismo.
- Sólo quiero información para encontrarla. Vosotros tenéis que deteneros ante fronteras, jurisdicciones y tratados internacionales. Yo no tengo ese problema.
Steel no parecía nada impresionado con el razonamiento.
- Si os doy ese dato y la cagáis, Cheshire volverá a desaparecer y el trabajo de varios meses será basura.
- Ésta vez hay demasiado en juego. No pienso fallar. No puedo fallar.
- Ya.- Steel seguía sin inmutarse.- Si has terminado, tengo cosa importantes que hacer.
Arsenal se llevó la mano a la pistolera, pero no sacó un arma, sino una fotografia: Liam en su cumpleaños, con una corona de cartón en la cabeza y una gran sonrisa en la que faltaba un diente.
- Aún no tiene seis años, Steel. Le gustan los teletubies y odia Hanna Montana. Quiere ser astronauta un día y modelo el siguiente. Si has amado alguien alguna vez, sabrás lo que siento.
Steel apartó la mano con la foto con un gesto de su mano metálica. Luego suspiró.
- Hay una millonaria, Julianna Szazia [5] . Creemos que tuvo problemas con ella en Boston hace dos semanas. Pero sus contactos políticos nos impiden interrogarla.
Arsenal asintió.
- Me debes un favor y de los gordos, Harper. Y si vuelves a amenazarme con un arma, te romperé los dos brazos de tal manera que no volverás a empuñar un arco jamás.- apretó el puño de acero.
- Te creo. Adiós, Steel y…. Gracias.- bajó de la limusina y se fue.
Steel fingió concentrarse en una carpeta que sacó de su maletín. En realidad le había dado una información secundaria, de fuentes poco fiables y sin confirmar. La suerte podía permitir a Harper una oportunidad de dar con Cheshire… O llevarle a una trampa. Ahora dependía de él.
En todo caso, que Arsenal hubiera podido pillarle tan desprevenido indicaba un problema de seguridad. Tendría que tomar medidas.
En la Torre de los Titanes
En la sala común de la planta residencial de la Torre, reinaba el desánimo y la tristeza. Bette Kane hubiera dado lo que fuera por saber qué decir. Pero Starfire sólo miraba por la pared acristalada en un silencio furioso. Cyborg se había encerrado en la sala de comunicaciones, y Damage consolaba a una llorosa Argent, abrazándola sentados en un sofá. Superboy estaba en su cuarto, suponía que también deprimido. Ella misma tenía aún un nudo en la garganta.
La Torre misma estaba en un estado calamitoso desde que el ataque de la Hermandad del Mal destruyó varios pisos [6] . Con corrientes de aires por todos lados.
Mientras, Cyborg comprobaba que no era lo único que estaba en ruinas…
- ¿Números rojos? ¿Cómo podemos estar en quiebra? Hace una semana teníamos varios millones...
El contable, un hombrecillo insignificante, se encogía ante aquel rostro mitad hombre, mitad máquina.
- V-verá, señor Cyborg, digo sr. Stone… Creemos que el ataque de la, ejem, anterior administración presidencial [7] no fue sólo a nivel… ¿cómo diría? Villanesco, sino también financiero. C-cómo ustedes fueron, con perdón, declarados criminales, el Gobierno embargó sus cuentas…
- Pero, ¿no las ha devuelto aún? Gánese usted el suelo, hable con Washington, y dígales…
- Ya lo he hecho! Se ve que algunos miembros del gobierno Luthor se llevaron este dinero antes de desaparecer en la clandestinidad.
- ¡Mierda!- Cyborg golpeó la mesa con el puño, astillándola. El contable soltó un gañido y botó en la silla.- Perdón. Supongo que nos indemnizarán.
- P-Puede ta-tardar meses o a-años en hacerlo, sr S-Stone. Hasta a-acudiendo a lo-los Tri-tribunales.
- Está bien, váyase y busque una solución.
El hombrecillo recogió todos los papeles y se largó. La situación era realmente pésima. Los gastos corrientes de los Titanes ya eran elevados, pues su equipo era de la mejor tecnología. Cyborg había invertido la mayor parte del dinero de su herencia en el grupo y vivía de una pensión modesta, pero ahora hasta esto se le quitaría. Gracias a Dios que su cuerpo artificial, desde que incluyó técnica alienígena, no requería mantenimiento, o acabaría siendo el hombre de hojalata oxidada. Se frotó el entrecejo, frustrado por la impotencia.
Dick hubiera hallado una solución”. El dolor por la pérdida de su amigo, su camarada, se le hizo en ese momento más intenso que nunca. Tipos como él lo habían encontrado cuando acababa de perder sus miembros y de convertirse en un cyborg, y convirtieron a un inválido amargado, a un monstruo en potencia, en un superhéroe. No podía rendirse. Nightwing hubiera querido que siguieran adelante. Los Titanes el grupo que fundó, eran su legado, y Víctor Stone pensaba preservarlo como fuera.
Entonces se abrió la puerta. Entró Arsenal, directo y lanzado como una de sus flechas.
- Vic, tengo un rastro sobre Cheshire. Debemos ir a Boston enseguida…
- No.
- ¿Qué?
- Parece que te olvidas que no nuestro único problema, Roy. Raven sigue fugada.
- Raven puede esperar.
- ¿A qué? ¿A que mate a alguien? Ya ha mandado tres hombres a urgencias y provocado una fuga de villanos y monstruos en STAR Labs. Y sabe Dios qué plan demencial estará tramando.
Arsenal no dio su brazo a torcer.
- El rastro de Cheshire está fresco y debemos seguirlo. Andando todos.
- Pero…
- ¡Basta! ¡Tío, soy el líder y digo que vamos a Boston!
Le dio la espalda a Cyborg, pero antes que se alejara, el brazo robótico de Víctor Stone se estiró y lo paró en seco.
- No me gusta que me griten, Harper…- antes que el titán metálico terminara la frase, Arsenal le clavó en la muñeca una de sus flechas. El ácido que contenía la punta obligó a Cyborg a soltarlo para limpiarse. Contraatacó con una explosión sónica que lanzó a su amigo al suelo, pero ambos se separaron cuando un rayo de energía destrozó una pared, llenando el cuarto de escombros y tirándolos al suelo.
Starfire, con la mano aun irradiando poder, les miraba con ira y disgusto.
- Hoy hemos enterrado a Dick. ¿Así lo honráis?
Ambos se levantaron, avergonzados. Especialmente Roy.
- Kori, Vic, lo siento… Pero tengo que encontrar a Liam como sea.
Starfire suavizó su expresión y abrazó su camarada. Cyborg le puso una mano en el hombro. Mirage seguía la escena desde cierta distancia.
- ¿Qué os parece si nos dividimos?- sugirió la telépata.- Creo que yo y Roy somos más indicados para perseguir esa Cheshire. Tenemos más experiencia en espionaje y podemos ser sigilosos. Vosotros dos tenéis poder como para tratar con Raven y sois sus mejores amigos.
A todos les pareció bien el plan. Arsenal no podía contenerse más y se fue directamente al jet seguido por Mirage.
Flamebird les fue a la zaga implorando:
- ¿Y yo qué?
- Ahora no, Bette.- gruñó Cyborg.
- ¡Puedo ser muy silenciosa!
- ¡Pues cierra el pico y quédate aquí! ¡Cuida el fuerte! No tengo tiempo para amateurs.- gritó Arsenal ya sin paciencia. La chica se quedó apabullada. Los titanes veteranos siguieron pasillo adelante, decididos, sin prestarle apenas atención.
- Pe-pero…
- Mira, niña, - le dijo Mirage amablemente- esto es muy peligroso, y aún no estás preparada. Quédate aquí, ¿vale? Sigue entrenando en lo que te enseñé.
- Yo… Vale.- Flamebird agachó la cabeza y se tragó la decepción. Mirage le sonrió con disculpa, le dio una palmadita y corrió para seguir a Arsenal.
Al cabo de pocos minutos, Bette vio como despegaban dos T-Jets en direcciones distintas. Contempló unos instantes como se alejaban sus estelas a través de una ventana rota. Luego miró a su alrededor. La torre era un desastre, y desde el sofá, Damage y Argent le miraban como preguntando “¿y ahora qué?”.
Abrió la boca sin saber qué decir…
Y entonces sonó el teléfono.
BOSTON
Una mujer tenía la boca abierta para que él la usara como cenicero. De vez en cuando, una lágrima de dolor se le deslizaba mejilla abajo, cuando él iba arrojando los restos de su puro. Otra le limaba las duricies de los pies. Otra docena de esculturales señoritas reían y aplaudían mientras en el “ring”, dos hombres peleaban a muerte con cristales rotos como armas. El doctor Psycho estaba en la gloria.
Volver a Boston había sido uno de su mejores movimientos. Tras la marcha de Wonder Woman, todos sus enemigos habían dejado la ciudad para seguir sus vendettas contra la amazona. La capital de Nueva Inglaterra, y su rico y jugoso crimen organizado, era suyo. Sólo esa perra de Julianna Szazia, esa mafiosa de pacotilla, se resistía a sus poderes mentales. Pero pronto caería… Y él reinaría supremo.
- ¡Hasta podría hacer que rodaran otra temporada de Ally McBeal [8]!- se rió. Y cuando el rey reía, toda la corte de peleles reía a coro. Ni uno de ellos tenía ya voluntad propia. Los dos gladiadores ensangrentados eran la última adquisición. Dos idiotas que Szazia había mandado a matarle. Cuando sólo quedara uno, lo mandaría con las tripas colgando a la guarida de esa bruja como aviso de su fin inminente.- ¿No añoras esa serie, Cheshire?
La asesina oriental hizo una mueca. Psycho le pagaba una fortuna para ser su guardaespaldas: ni un telépata podía prever los coches bombas. Aunque el sadismo del enano maligno la dejaban indiferente, su arrogancia le parecía patética. ¿Todos los occidentales bajitos con pelo negro y bigote debían ser tan megalómanos? “Necesito el dinero” se dijo.
Contempló unos instantes el combate. Era brutal y sangriento. Los dos rivales se movían a trompicones. Para una experta en artes marciales, era aburrido. Pero de repente, uno de los luchadores hizo un profundo corte en el antebrazo del otro. Cheshire saltó al escenario.
- ¿Qué haces?- chilló Psycho.
Cheshire le ignoró y se lanzó entre los dos brutos; su fluida elegancia contrastaba con la torpeza de los desdichados esclavos. Un fugaz corte de sus largas uñas y el primero cayó como un pelele, presa de convulsiones. El golpe del segundo no consiguió ni tocarle la ondulante melena negra antes que la asesina lo envenenara igualmente. Cuando cayó, Cheshire se abalanzó sobre él y le clavó las uñas en el brazo, cuando de repente notó la tralla psiónica de Psycho azotando su mente: “¡no tienes derecho a quitarme la diversión!” rugía su órden mental.
- No… Lleva… Un rastreador… bajo la…. Piel…- consiguió murmurar Cheshire. Mostrando el diminuto bulto que había arrancado del desdichado.
Psycho embotado por el alcohol, tardó unos segundos en comprenderlo. Los dos matones de Szazia habían sido una trampa. Un caballo de Troya para que Psycho llevara a los dos asesinos a su guarida, donde el chip indetectable permitiría localizarla.
Iba a gritar una orden cuando una flecha rompió el tragaluz, llenando la sala de un humo lacrimógeno: Psycho lanzó un gañido lastimero. Incapaz de ver, no podía usar sus poderes. Un segundo después, Arsenal y Mirage entraron a través de los cristales, con máscaras especiales cubriendo sus rostros. El arquero lanzó una flecha contra Cheshire, pero ágil como un gato, ésta saltó a otro lado.
- ¡Mirage, tú a por el enano! ¡Yo me ocupo de Jade!- Arsenal no sabía como Szazia había podido darles la localización de Psycho y Cheshire, pero pensaba aprovechar la oportunidad.
- ¡OK!
- ¿Enano, yo? ¿¡ENANO!?- sacó una pistola de la solapa, pero sin ver, no podía usar sus poderes así que debía confiar en disparar a ciegas. Y lo hizo hasta que una patada en la nuca lo calló de golpe.
- ¿Prefieres el término “pitufo”?- se burló la titán. Psycho cayó cuan corto era. La mujer de cabello azabache se acercó a rematarlo. Cuando de repente el villano le tocó el pie. Habiendo contacto físico, no necesitaba mirar a sus víctimas…
En el ataque de Arsenal contra Cheshire no hubo ni chascarrillos ni burlas. Ambos se conocían demasiado bien para tomarse a broma. Habían sido amantes apasionados y enemigos mortales. Padres de una misma hija y responsables de la infelicidad ajena. Arsenal lanzaba flechas con punta de acero, con disparos rápidos y vengativos, y Cheshire las esquivaba con agilidad, mientras esperaba que su rival se acercaba lo bastante como para clavarle sus uñas envenenadas.
A diez metros, fue Cheshire quien disparó su pistola y Arsenal quien tuvo que lanzarse a cubierto. Cheshire saltó sobre él con una velocidad que cortaba el aliento. Como se lo cortó a él cuando le hizo una fina línea de sangre en el cuello con la uña meñique.
En meros segundos, Roy sintió como el veneno se extendía por su sangre… Cayó de rodilas.
- Te dije que no volvieras a molestarme, querido.- Cheshire se acercó a él.- Ahora pagarás el precio. ¿algunas últimas palabras?
- ¿Donde… está… Liam?
Psycho disfrutaba de muchos placeres perversos, pero ninguno le estimulaba tanto como el instante de pánico que sentía una mente cuando él tomaba el control de su cuerpo con su poder. Al tocar el torneado tobillo de Mirage, lanzó sobre ella sus tentáculos mentales, esperando aquella exquisita sensación… Pero topó sólo con el vacio… El espejismo se disolvió ante sus ojos.
- ¿Pero cómo…?- había tocado a la mujer con sus dedos y notado una mente con su poder, ¿cómo era posible…?
El golpe en la nuca que le propinó Mirage sumió a Psycho y sus dudas en la inconciencia.
- ¿Liam?- sólo una mención de su hija podía alterar la calma de cobra de la asesina.- ¿De qué hablas?
- Tú la secuestraste.- aprovechando la distracción, apretó un botón en la palma de su mano. En unos instantes, desde una de sus muñequeras se inyectó un estimulante y un antídoto a su corriente sanguínea.
- Yo no he…- El puñetazo que le propinó Arsenal la lanzó varios metros atrás.
- No me mientas! No sobre Liam! ¿dónde está?- Arsenal se puso en pie y avanzó mientras ella retrocedía. Jamás lo había visto tan furioso.
- ¡No lo sé!
- ¡MIENTES!- Arsenal no tenía su arco a mano, pero aún así lanzó una flecha contra Cheshire. Ella la esquivó. Pero la siguieron otra, otra y otra. El titán ni siquiera las seleccionaba: las cogía y las lanzaba. Cheshire saltó fuera de las llamas que brotaron de una y se tapó los ojos para evitar el destello de otro, pero la detonación de la última la arrojó por los suelos. Con las orejas zumbando, aturdida por su violencia tanto como por el impacto, se puso en pie. “Se ha vuelto loco”. En otras circunstancias hubiera disfrutado de ver a Roy tan desencadenado. Pero aquél no era el momento. Saltó hacia el marco de una ventana rota.
- ¡Vuelve aquí!- rugió Arsenal. La explosión la había alejado de él.
- Mira a tu alrededor, amor mío. – El almacén estaba en llamas debido a las flechas del titán. Las puertas estaban cerradas y los esclavos de Psycho, libres de su control mental, chillaban de terror, algunos de ellos encadenados.- Puedes elegir perseguir a la villana o salvar a los inocentes. Tú eliges.- Saltó por la ventana.
Arsenal no tardó ni un segundo en seguirla.
KEYSTONE CITY
Leonard Smart, el Capitán Frío, se puso las gafas protectoras y revisó por última vez su pistola. Mientras, su compañero el Amo de los Espejos preparaba uno de sus portales reflectantes.
- ¿Todos a punto?- El resto del grupo (Hechicero del Clima y Heatwave) asintieron.- Vamos allá. Las joyerías no se roban solas.
- ¿No vienen los otros [10]?- preguntó Heatwave.
- No los necesitamos para un curro fácil como éste. Que sigan roncando.- Entraron en el espejo y desaparecieron.
Un instante después, la superfície plateada se empañó subitamente hasta volverse negra. Empezó a humear y chirriar cuando dos garras la rompieron desde dentro, mostrando el brillo rojizo de dos ojos de monstruo.
Dijera lo que dijera Frío, el resto de los Rogues alojados en aquel escondite (una fábrica abandonada) rara vez dormía en paz: Podían ser las chirriantes carcajadas de Doble o Nada, las plegarias Cicada de o el sonido informe y barboteante que salía de la boca cosida y sin lengua de Susurro. Todo ello hacía que la único miembro femenina, Magenta, se encerrara sola en su cuarto por la noche. Pero aún así, en una ocasión, Frankie Kane despertó en pleno sueño y creyó ver al Amo de los Espejos mirándola desde el reflejo en el marco de su foto familiar, burlándose de ella. Llamándola zorra y chalada.
Pero las noches de silencio absoluto eran peores: en aquellas, estaba sola con sus propias voces, dentro de su cabeza. La voz de su loca madre llamándola bruja y maldita antes de que la matara, su propia sed de odio y venganza la hacian gritar, o los ataques de remordimientos le provocaban ataques de llanto incontrolables. En cualquier caso, Frankie Kane, Magenta, rara vez dormía en paz.
Aquella noche, pero, era una de las excepciones. Su respiración era regular, su rostro plácido. Tal vez sus demonios acordaron una tregua con ella. O quizá tuvieron miedo a la auténtica diablesa que visitó a Frankie aquella noche: Raven, hija de Trigon, con los ojos llameantes y su capa de tinieblas envolviéndola. Una titán caída se inclinó sobre la otra, y le rozó la mejilla suavemente, dejando una marca humeante de quemadura.
Frankie despertó con un ruido estrangulado. Al ver a la figura diabólica inclinada sobre ella, retrocedió hasta caer del camastro.
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres?
- ¿No me reconoces, Francis? Nunca fuimos amigas, pero no ha pasado tanto tiempo.
Aquella voz monocorde era incofundible.
- ¡Tú! ¡Bruja! Te mataré...- pasando del pánico a la ira, la desquiciada mujer cargó contra Raven, pasó a su través y chocó contra el muro. Su nariz sangraba. Raven la agarró por el pelo con saña, con dedos como garras. Frankie gritó de dolor. “No puedo usar mis poderes” descubrió de repente.
- Oh, sí, te hice daño hace tiempo, ¿no? Fuiste el receptáculo de la semilla de mi padre Trigón... En algunos mundos se considera un honor, sabes?- Frankie se reveló, pero sólo consiguió que la presión aumentara, las uñas arañaban su cabeza.- Pero lo hice por celos. Envidiaba lo que tuviste con Wallace. Yo nunca pude amarle. ¿Lo amaste tú, Frances?
- ¿Sí!- escupió la chica, tratando de soltarle los dedos a Raven.- Si le haces daño...
- "Wally" ya no me interesa.- Raven arrojó a su víctima contra el suelo.- Me interesas tú, Frances. Tu mente corrupta. Tu alma sucia...- las sombras de su capa se agitaron y envolvieron a la figura postrada, pero antes que desapareciera, la pared reventó cuando la inmensa masa de Girder la atravesó.
- ¡SUELTA A MI CHICA!- gritó el hombre de metal. Antes que llegara a caer sobre Raven, la debilitada estructura se derrumbó.
Pronto, todos los Villanos del escondite (Folded Man, Susurro, Doble-o-Nada) se unieron a la pelea contra Raven.
Al poli novato, que le destinaran a patrullar aquella zona depauperada de la ciudad en su primer mes en el cuerpo le pareció que era un gafe. Pero cuando vio las explosiones que provocaba la lucha entre superseres, con la gigantesca sombra-dragón de Raven amenazando engullir una manzana de casas,la suposición se convirtió en certeza:era un gafe. Cogió su micro y llamó a la comisaría... La cual llamó a cierto ciudadano colaborador... Pero no vio nada más, porque un cascote le golpeó en la cabeza.”Gafe seguro” pensó antes de caer.
En la mayoría de ciudades americanas, se considera que un tiempo de reacción a una alarma de policial de dos minutos (es decir, el tiempo que tarda en llegar la policia al lugar) es excelente. Pero estamos en  Keystone City, la ciudad de Flash. El velocista escarlata acude en menos de dos segundos cuando recibió la llamada de la policía. Cogió a Frankie y la llevó a diez kilómetros antes de una milésima de suspiro.
- ¡QuédateaquíyomeencargódeRaven!- le dijo antes de volver a la guarida de los Villanos... Que estaba vacia.- ¿Cómo?
Revisó la factoría en tres segundos. Tardó diez segundos más en llevar un policía herido al hospital. Cuando paró una microdécima de latido a pensar, se dio cuenta. "Seré imbécil. Raven es telépata... y teleportadora!". Y en aquel antro había espejos por todos lados.Seguro que McCullough se había llevado a sus compadres...
A diez kilómetros de allí, Frankie se tocaba la mejilla sangrante con sus manos cubiertas con anuladores de poderes, murmurando para sí. Ni siquiera se percibió de la nube negra que apareció a su espalda. Ni de la mano roja con negras garras que se cernía sobre su cabeza como una maligna ave de presa...
Cuando llegó Flash, sólo quedaba en el lugar otra nube negra y un círculo de hierba muerta, con la silueta de Frances Kane marcada en llamas. No podía buscarla ahora, con los Villanos sueltos luchando por las calles con la policía...
- ¡¿Pero se puede saber qué demonios te pasa?!- Le gritaba Mirage a Arsenal. Las llamas del almacén se reflejaban en el río , y a lo lejos se oían las sirenas de los bomberos aproximándose. Pero Arsenal miraba el incendio rígido e inmóbil, sin hacerle caso. Mirage lo zarandeó por un hombro.- ¡Harper, mírame!
Arsenal giró lentamente la mirada hacia ella. Apretaba los dientes con fuerza.
- Vamos- dijo- El rastro está fresco. No puede andar lejos.
- ¡No!- Mirage se plantó ante él- ¡No vamos a ningún lado hasta que me cuentes qué demonios te pasa!
- Pasa que esa psicópata tiene a mi hija.
- ¡No es sólo eso! Llevas por lo menos dos días sin dormir, andas como un sonámbulo, no has comido ni bebido y casi nos matas a mí y a mucha gente por atacar como un loco. ¿Quieres decirme qué cojones te pasa?
No puedo”. Arsenal se mordió el labio. Ni siquiera podía sostenerle la mirada. ¿Cómo podía decirle que su peor demonio había vuelto? Cuando Maxwell Lord lo tuvo prisionero, le inyecto heroína. Un infierno líquido por el que ya pasó en su adolescencia. Entonces le costaron su dignidad, su vida en Star City y su lazo con su tutor, Green Arrow. Ahora tenía mucho más que perder. “Soy el líder de los Titanes” se dijo. “No puedo dejar que sepan que tengo mono”. Podían creerse que le drogó Lord o no. Tenía que controlarse. No dejar que la ansiedad le dominara… No con la vida de su hija en juego.
- ¡Roy, háblame! Quiero ayudarte, ¿vale?
- ¡Pues ayúdame a cazar a Cheshire!- dio una patada a una caja.- O eso o apártate de mi camino.
Arsenal echó a correr por los callejones, sin detenerse pese al grito de Mirage. Ella no lo entendía. Nadie lo entendía.
Encontró el primer rastro a dos manzanas. “Estás cerca, Jade”. Casi podía oler su perfume…
¡BLAM!
Algún instinto le hizo lanzarse atrás un microsegundo antes del disparo. La bala pasó a medio palmo de su cabeza. Una silueta saltó sobre él desde las sombras. Trató de golpearla con el arco, pero le esquivó. Entonces él recibió un fuerte golpe en la cabeza por detrás. “Hay otro”. Giró con el impulso y contraatacó con una patada que acertó algo. Se oyó un bufido en la oscuridad. Pero antes Arsenal consiguiera situarse, el primer asaltante volvió a cargar contra él, pasó a través de su guardia y empezó a darle fuerte. Era rápida y precisa, y pronto Arsenal apenas podía respirar por un golpe en las costillas y le costaba mover un brazo.
Pero era demasiado audaz. “Cree que me tiene…” fingió una retirada. Ella se abalanzó. “¡Ahora!”. Hizo una finta y la derribó con un gancho que le enseñó Green Arrow. Pero antes que pudiera disfrutar de su victoria el otro le disparó un táser por la espalda. Con un gruñido de dolor, Arsenal se derrumbó entre espasmos.
- Has tardado lo tuyo- se quejó Cheshire, limpiándose un hilillo de sangre de la nariz.
- Quería comprobar si estábais en forma.- la voz del hombre que hablaba quedaba amortiguada por la tela de su máscara. Pero aún semiinconsciente, Roy notó el odio en su voz. Pero Cheshire se interpuso en su línea visual, acercando una uña envenenadas a su rostro. Más venenoso que sus garras era su sonrisa. Hubo un tiempo en que él se había perdido en ella. “Y volverá a ser mi perdición”. Era un idiota…
- Debiste hacerme caso y alejarte de mí, amor.- La voz de Cheshire era un susurro acariciante.- Nunca amenazo en vano.
Lo último que vio el titán antes de perder los sentidos fueron las garras de de la villana rozándole, mientras su rostro se volvía borroso, hasta dejar sólo la sonrisa de gato [9] .
Cuando Flash regresó a la factoría en ruinas, Raven ya no estaba sólo quedaba un hedor de azufre en el aire y paredes ardiendo, con boquetes entre el ladrillo. Recordó de repente que ella era telépata. “Ha leído mi mente”. Trató de irse, pero algo le sujetaba los tobillos. Una substancia, densa, cenagosa, en la que estaba dibujado una sonrisa bobalicona…
- ¡Hola, “Piesrápidos”!- Tar Pit, el villano compuesto de brea se levantó como una gran ola. Debía haber aprovechado el ataque de Raven para fugarse.- ¿Listo para el chapuzón de brea?
Una ráfaga de sonido blanco a 10.000 decibelios hizo explotar a Tar Pit en cien pedazos. Flash conoció al único hombre capaz de hacer eso con una mano robot.
- ¡Cyborg!- Me alegro de verte- Dijo mientras construía un depósito con ladrillos y tierra para atrapar a Tar Pit.
- Lo mismo digo, West.- Víctor Stone se aproximó, a su lado, Starfire también estaba preparado para la batalla.
- Lástima que no me dejarais un poco de pelea…- sonrió la tamareana.
Un campo de fuerza azulado les atrapó a los tres. Gritaron cuando se carne y su sangre, e incluso los componentes artificiales de cyborg empezaron a distorsionarse y fluctuar.
- Hay muerte para todos, querida.- Blacksmith reía mientras les atacaba con sus poderes sobre la materia- Nunca os habéis preguntado que siente vuestro amigo al ser medio robot? Pues pronto los tres compartiréis el mismo metal…
La luz en sus manos se intensificó. Pero el resplandor de los ojos de Starfire prontó lo igualó y lo intensificó.
- … Puedes cambiar la carne… pero… ¿puedes… dominar… una estrella?- hubo un fogonazo de energía cósmica. Chilló cuando el poder de Starfire interfirió con su campo de fuerza. Antes que consiguiera reponerse, la guerrera alienígena le estampó un puñetazo en la cara que la dejó KO. Los tres titanes recobraron su forma habitual.
- Gracias, Kori.- suspiró Flash, aliviado.
- ¿Dónde demonios está Superboy?
- Dijo que iba a cubrir el perímetro.
En la otra punta de la manzana, Dark Matter, Girder y Folded Man huían en la noche.
- ¿Y Magenta?- gruñía el grandullón.- Deberíamos buscar a la chorba…
- Qué le den, Girder!- gritó Dark Matter.- Frío nos matará si nos dejamos pillar.
- Pues es tu día de suerte, amigo.- Superboy apareció delante suyo.
- Mierda.- aún conmocionados por el ataque mental de Raven, Folded Man sabía que no tenían nada que hacer, ni él ni Dark Matter.
- Podéis elegir, perdedores.- dijo Superboy- O largaros ahora y deberme un favor, o que os mande a la cárcel en coma.
- ¿Qué…?
- Elegid ahora.
- ¿Y qué tal… ARRANCARTE LA CABEZA?- Bruto como él sólo, Girder cargó contra el chico de Acero. Pesaba varias toneladas, estaba hecho de metal (herrumbrado, pero metal) y podía aplastar un tráiler como si fuera de cartón. Pero el primer golpe del chico le atravesó el pecho, proyectando una nube de metal corroído a su espalda. – Urhhh.- consiguió gruñir anonado, antes que el segundo golpe prácticamente le arrancara la cabeza.
- Eh, amigo.- Dark Matter tragó saliva.- Yo pago mis deudas, en serio.
- Y yo, y yo.- Folded Man se apresuró a asentir.
- Bien.- Un rayo de visión calorífica derritió sus ataduras.- Largaos. Pero no dejéis la ciudad. Leed en Keystone Gazette cada día. Pondré un anuncio cuando os necesite, a nombre de CK. Como intentéis huir de mí, lo que he hecho con esta cosa os parecerá un acto de compasión.
Los dos aceptaron. Se largaron. Sólo entonces, el ser que pasaba ante los Titanes como Superboy se permitió una sonrisa.
¿Hasta cuándo nos quedaremos aquí?” Grant Emerson, Damage, se lo preguntó por enésima vez. Después que marcharan los Titanes en activo, Toni había tenido la idea de ayudar a reconstruir un poco la Torre, hecha polvo tras los últimos problemas. Pero sin ningún genio para ayudarles y sin dinero para reconstrucción, sólo podían retirar los escombros y tratar de tapar un poco los boquetes.
Dejó a un lado unas bigas machacadas y se tomó un descanso. Sabía que Toni había dicho aquello sólo para ayudar a la pobre Flamebird. La chica estaba hundida por todo lo pasado: Beast Boy en coma profundo, la torre destruida, la muerte de Nightwing…. “Los Titanes nunca serán lo mismo sin él”. Aunque Grant no lo llegó a conocer mucho, habían estado en el mismo grupo, y siempre lo consideró uno de los grandes.
- Grant, cariño, me ayudas un momento?- Damage fue hacia Argent, y esta lo llevó un poco aparte.- No sé que hacer con la pobre Bette. O sea, mírala.
Grant la miró. Sin superfuerza ni poderes que le permitieran levantar escombros, Flamebird se limitaba a mirar el atardecer con expresión desolada. Toni parecía también deprimida. La rodeó con sus brazos.
- Es un momento muy duro, nena.- la besó en la mejilla plateada.- Tal vez quiere estar a solas.
Esperaba poder volver a casa pronto. Tenía que estudiar mucho...
- No, no le conviene. – se le iluminó el rostro con una idea.- ¡Ya sé! Creo que la llevaré a casa unos días.
- ¿A casa?- Grant sabía que Toni tenía un corazón como un castillo. Eso generalmente hacia que la quisiera más. Pero estando él en época de exámenes, y Toni trabajando de modelo , apenas se habían visto en muchos días. Y encima meter a una casi desconocida en su pequeño piso…- No sé, nena.
- Vamos, Grant. Piensa en la pobrecilla. Sola, sin familia, sin poder volver a su ciudad natal por sus incontrolables poderes, perseguida por Vandal Savage…
- Eso me pasó a mí, no a ella.
- Ya lo sé, intentaba crearte empatía con una persona con problemas.- le hizo aquella sonrisa. Tan insoportablemente convincente.
- Está bieeen.
- ¡Gracias, cariño!- Toni se fue volando hacia Flamebird muy alegre- Oye, Bette, Grant y yo hemos pensado…
¡RIIIINGG!
- Perdona, Toni, es la alarma!- Flamebird fue hacia la consola y descolgó un auricular. La pantalla de comunicaciones mostró una imagen difusa de un campo de batalla. Le llegó la voz de un oficial de policía.- Esto… ¿Hola?
- ¿Arsenal? ¿Con quién hablo?
- Eeeeh… Con Flamebird. Arsenal no está. ¿quiere que le deje algún recado?
- ¿Recado?- se oyó una explosión de fondo.- Oye, nena, esos villanos están destruyendo las calles! Si hay aquí algún Titán de verdad, dile que se venga AHORA!
Titán de verdad”. Flamebird se mordió el labio. Le vino a la cabeza todas las veces que le habían asegurado que era una más del grupo. Y todas las veces que habían reformado el grupo sin llamarla. Sin pensar en ella siquiera. Como había puesto en peligro sus ahorros y sus estudios para crear dos veces los Titanes Oeste, sin que nadie se lo agradeciera. Como Nightwing, el hombre al que lloraba, le había dicho en una ocasión que ella no servía para superheroína.
Luego recordó como Arsenal le dijo “¡pues cuida del fuerte!” antes de largarse furioso. No había sido un encargo de confianza, lo sabía. Sólo una forma de quitársela de encima, pero aún así…
- Agente, los Titanes están aquí.- la voz le cambió mientras hablaba. Ahora era seria y decidida.- Díganos donde nos necesita.
Miró a Damage y Argent. Luego a la Torre. Hecha polvo sí, pero aún así representaba algo.
- Chicos, tengo que pediros un favor más. Villanos locos andan sueltos…
Los dos no vacilaron un instante en seguirla. Eran Titanes, al fin y al cabo.
Los matones con armaduras de combate creían que sería un robo fácil hasta que los tres héroes les cayeron encima. Damage derribó a dos con sus explosiones. Argent atrapó a dos más con su campo de fuerza. Los demás intentaron huir hasta que les atraparon las boleadoras de Flamebird.
Dijiste que cuidara el fuerte, Arsenal”. Pensó mientras la multitud aplaudía. “Cuidaré del grupo mientras estéis fuera. Lo haré por Gar. Lo haré por Nightwing. Lo haré por mí misma”.
Argent vio la silueta de Flamebird recortándose contra el sol poniéndose. Con el viento levantando la capa de la heroína, creyó ver realmente un pájaro de fuego saliendo del ocaso.
A la doctora René Carpenter, como a toda mujer, le gustaban los detalles románticos. Flores. Bombones. Cartas. Una cita en el Empire State a medianoche con su amor, el Vigilante, debería ser su sueño.
Claro que, cuando el que te ha citado es un tipo que te droga, te secuestra, y te ata en el último piso del edificio, por mucho que se vista como tu novio, donde estás es en una pesadilla.
- ¿Porqué haces eso?- le preguntó al secuestrador. Este miraba con unos prismáticos por la ventana. Era alto y fuerte, pero lo que más destacaba era el traje negro que llevaba, con correajes con varias armas y cartucheras. Un traje muy similar al que usaba por las noches su amante Justin Powell, Vigilante.
- Siempre la psicóloga, eh doctora? ¿Por qué y no quién?
- Vale, pues ¿Quién eres?
- Vigilante.
- Bien, hola. Yo soy René, pero tú ya lo sabes. ¿Por qué me tienes aquí atada?
- Ya habrá deducido que pretendo atraer a una trampa a su amiguito el doctor Powell.
- ¿Y porque?
- Porque mis padres me pegaban. ¿Usted que cree? Yo soy el nuevo Vigilante. Él es el viejo. Sólo puede quedar uno.- atajó su réplica con un gesto.- No empiece ahora con que “Justin no es el Vigilante”. Lo sé todo. Su infancia traumática. Su doble personalidad, etc., etc. Por favor, ahórreme el cliché.
- Bien, no diré nada de ello. Pero sí te diré que si Vigilante viene hacia aquí, harías bien en irte antes que llegue. No le gustará nada lo que he hecho.
- Yo también soy malo con los malos. Si mi cálculo es correcto, su Justin ahora estaré subiendo hasta este piso. Siendo como es un amateur, se creerá muy listo yendo por el conducto de ventilación, por ello…
¡¡¡BOUM!!! El piso tembló.
- ¡No!- gritó la doctora.
- … Lo he minado.- Sacó una pistola y le puso en esparadrapo en la boca a la chica.- Iré a por él.
Arma en mano, el nuevo Vigilante se deslizo sigilosamente por los pasillos de la planta. Pronto encontró el agujero en el techo donde hubo la explosión pero ni rastro de Powell. Quizá estaba dentro del tubo malherido. O quizá…
El otro Vigilante salió de la rejilla de ventilación con un salto de pantera, con un brazo algo achicharrado y el torso sangrando por esquirlas de metal, pero por lo demás intacto. Chocó contra el otro enmascarado. Rodaron por el suelo.
- ¡Estás muerto, cerdo!- Vigilante/Powell consiguió cerrar las manos enguantadas en torno al cuello de su rival, pero eso le dejó abierto para que éste le golpeara las costillas. Powell aguantó estoicamente, mientras iba ahogando a su rival. Hasta que éste le dio un golpe intencionado, que le clavó una esquirla, literalmente en las tripas. El psicólogo justiciero lanzó un rugido de dolor, y Vigilante se lo sacó de encima.
Se midieron unos instantes con la mirada, agazapados, planeando el siguiente ataque. Las lentes de Powell lanzaban destellos rojos de ira, pero el visor de Vigilante sólo translucía una decisión fría.
Powell fue el primero en abalanzarse hacia adelante, ciego de odio. El otro también se lanzó, pero el primer Vigilante fintó a un lado, y lo hizo tropezar. Luego se lanzó hacia la pistola que su sosias soltó al empezar la pelea.
- ¿Último deseo?- preguntó Powell amartillando el arma.
- Tener media hora más a tu novia atada.
Entrecerrando los ojos, Powell apuntó y apretó el gatillo…
René se estremeció al ver entrar a Vigilante tirando del cuerpo del otro.
- René…- murmuró el hombre arrastrado. El otro lo soltó. Tenía la mano derecha espásmica. El arma le había descargado una corriente eléctrica al detectar que quien la empuñaba no era su dueño.
- Se acabó, Powell.- El vencedor le arrancó la máscara al caído.- Sólo puede haber un Vigilante.
- … Esto no ha… acabado… más vale que me mates, sino te encontraré… y te mataré.
- Por eso he traído esto, Powell. Bienvenido a tu ejecución.
Vigilante colocó un proyector y un pequeño altavoz. Pronto en una pared se proyectó una grabación de la policía de New York, auténtica, en la que un hombre confesaba que fue él quien asesinó a dos mujeres hacia tres años.
Al principio la personalidad de Vigilante de Powell no entendió nada, pero su yo de psiquiatra lo captó todo. Recordó que en los principios de su carrera mató a un psicópata, al que habían soltado por un tecnicismo. Se había sentido como el único hombre justo del mundo. Duro pero legítimo. En aquel momento fue realmente Vigilante por primera vez. Recordó como había estrangulado aquel cerdo hasta que los ojos se le salieron de las órbitas. A aquel mierda que había asesinado a dos mujeres…
… Pero que en realidad no mató a nadie.
Había ejecutado a un inocente.
“No… ¡NO! Es un montaje”. Gritaba Vigilante dentro de la mente de Powell. “¡TIENE que serlo! Me aseguré… Siempre me aseguro de…”
“Abre las orejas, chalado!” la voz de Powell humilló la del enmascarado en las cavernas resonantes de la locura de un hombre. “Escucha los datos que da. Los detalles. ¡Es cierto! Me hiciste matar a un inocente. MATAMOS un inocente. Me has convertido en lo que más odiaba! Soy un loco psicópata por tu culpa.”
“No… Es falso… es falso…
René Carpenter contempló como el hombre al que amaba se encogía en posición fetal, balbuceante. Ambos lloraban.
Vigilante apagó la grabación. Le quitó a la doctora la mordaza.
- ¿Qué harás con nosotros ahora?- preguntó ella tras unos instantes.
- Voy a soltaros. Powell ha hecho algunas cosas buenas, y por ello no le entregaré. Ya es prisionero de su propio cerebro. Pero tengo pruebas que lo vinculan con doce asesinatos, y no sería la primera vez que el gran estado de New York manda a la silla eléctrica a un demente.
“Pero si vuelve a las andadas, doctora Carpenter, no seré tan compasivo ni con él ni con usted. A partir de ahora sólo existe un Vigilante. Y soy yo.

Continuará...

Referencias:

[1] El/los lector/es/as que tengo recordarán que en el último número de Titanes Starfire desapareció de la celda donde la tenía Maxwell Lord, después de que su hermana malvada, Blackfire, pagara su rescate. Koriand’r ya ha vuelto, pero lo que le ha pasado en el espacio es un secreto para todos… 
[2] Mirage, Terra II y Deathwing (Dick Grayson) vienen de un futuro alternativo post-apocalíptico, que se luego se reveló como un engaño del Trampero Temporal. Deathwing se convirtió en un psicópata luego por culpa de un ataque mental de Raven.
[3] Tras ser atacado por Raven hace dos episodios, Superboy ha cambiado de personalidad radicalmente, aunque el resto de los Titanes no lo sabe.

[4] Sarge Steel intentó dominar a los Titanes años atrás mediante financiación y amenazas. No se llevó nada bien con Arsenal, entonces líder.
[5] Viuda del jefe del crímen Anthony Szazia. Al morir su marido ganó una guerra mafiosa y se convirtió en la dueña de Boston
[6] Se vio en Titanes Especial Imperio.
[7] Se refiere al Imperio de Luthor.
[8] Serie televisiva rodada en Boston
[9] El nombre de Cheshire es una referencia al gato de Cheshire de “Alicia en el País de las Maravillas”. Donde sale un gato que puede desvanecerse, dejando atrás solo su sonrisa.
[10] Los Rogues se fugarón en masa de Iron Heights en el Showcase nº 9
[11] D.M.A., acrónimo del Department of Metahuman Affairs, una subdivisión del DEO (Department of Metahuman Operations)

1 comentario :

  1. Un número realmente extenso en el que, una vez superado el punto de inflexión que supuso "Imperio", el autor sigue adelante con varias de las subtramas abiertas, mientras crea otras nuevas, como ese "tiempo perdido" de Starfire del cual aún no sabemos nada.

    Variedad de escenarios y de personajes, buen ritmo, y argumentos que avanzan aunque todavía no concluyen. Pues nada, habrá que seguir leyendo. Esta serie engancha :)

    ResponderEliminar