Wonder Woman nº 05

Título: La maldición de Pandora (V)
Autor: Jose Luis Miranda
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Julio 2006

Nuevos y poderosos aliados se unen a Diana en su cruzada. ¿Podrán sus poderes combinados ser suficientes para detener tan terrible amenaza?
Nací como Diana, princesa de Themyscira, heredera mortal de los Dioses griegos y su embajadora en el mundo patriarcal, donde ellos me llaman...
Wonder Woman creada por William Moult
Prólogo.

Acababan de ser liberados los ocho males. Cada uno de ellos salió despedido en una dirección diferente. DOLOR, ODIO, ESCLAVITUD, ENVIDIA, OLVIDO, ENFERMEDAD, HAMBRE Y GUERRA. Realmente, aún no tenían conciencia de su liberación. Se movían por instinto buscando algún ser vivo al que poseer. Centrémonos, por el momento, en dos de ellos: DOLOR y HAMBRE.

DOLOR se acercaba peligrosamente a los majestuosos salones del Olimpo. HAMBRE, por su parte, descendía al corazón de África a un destino mucho más mundano: Ruanda.


Capítulo 1.

Lo único que Wonder Woman, Superman y Batman sacaron en claro del interrogatorio a Maxie Zeus era donde estaba encerrado el Señor de los Sueños. Una vez en la estancia, Superman borró el círculo mágico con el pie liberando a Sandman.

- Gracias, hijo de las estrellas- dijo el Eterno. En otro tiempo fui hecho prisionero de la misma forma. No volverá a suceder jamás.

- Señor- habló Diana. ¿Hay alguna forma de saber dónde están los seres huídos?

- Por desgracia, amazona, lo sabrás enseguida. Ahora debo regresar a mi reino. Comunicaré a Zeus la mala noticia. Os agradezco mi liberación. Os digo a los tres que sabré recompensaros. Os concederé un deseo a cada uno. Si alguna vez necesitáis de mí, sólo pensadlo y esa noche durante vuestro sueño acudiré.


- Si de verdad es tan terrible la liberación de esas lacras mi deseo es que las vuelvas a encerrar.- dijo con sarcasmo Batman.

- Deseos que estén en mi mano conceder. Murciélago, quizá te gustaría que aliviase tus pesadillas. Nunca más verías la muerte de tus padres en sueños…

Batman se sorprendió tanto como se molestó con la frase.

- Mis pesadillas son un constante refortalecimiento de la fe en mi misión. No te preocupes que no se me olvidará que estás en deuda conmigo.

- ¿Y vosotros queréis pedir algo en estos momentos?- volvió a decir Sandman.

- Mi deseo concédeselo a quien lo necesite de veras- dijo Superman.

- Creo que mi compañero ha hablado también por mí.- añadió Wonder Woman.

- De cualquier manera si me necesitáis llamadme. Os esperan días de tormenta. Espero que tengas- Sandman miró a Diana- la fortaleza suficiente para afrontarlos. Gracias de nuevo.

Diciendo esto desapareció.



Capítulo 2.
El Olimpo.

Zeus estaba en su trono. A su lado Hera. Ante ellos, dos mesas. Una, con el cadáver de Hipnos cubierto ya por una mortaja blanca. En la otra, un moribundo Hefesto cuidado por su esposa Afrodita. Recordemos que Hefesto acababa de ser desclavado de la cruz en la que le encontraron. Detrás, Cronos, padre de los Titanes; Hermes, mensajero de los dioses; y Heracles, dios del poder. El salón también acogía al resto de dioses y titanes. .

El dios de la medicina, Asclepio se adelantó al resto de inmortales y aplicó sus poderes curativos al cuerpo de Hipnos. No hubo resultado. Aunque las leyendas contaban que era capaz de resucitar a los muertos no era cierto. Después, cogió a Hefesto en brazos y se lo llevó a una cámara contigua. Afrodita le siguió.

Zeus habló:

- Heracles, repite lo que dijo Hefesto.

- Hefesto quería vengar las humillaciones que en otro tiempo recibió de ti, padre. Para ello, reveló la existencia de la vasija que encerraba los males al antiguo Ángel-Rey. Al que fue más poderoso de los ángeles del cielo. Se lo reveló a Asmodel.

- Maldito Hefesto.- murmuraban varios dioses.

- Sólo cuatro seres conocían de la existencia de la vasija de Pandora: Zeús, Hefesto, Hipnos y Morfeo.- prosiguió Heracles.

- Ya sabemos esa parte de la historia- gritó Cronos. Yo derroté a las lacras con la espada del tiempo. Un arma que al atravesar a su enemigo le hace envejecer hasta momentos antes del fin de sus días. Como el peligro pasó, escondí el arma en un lugar oculto. Zeús se rebeló contra mí y me encarceló. Al verme derrotado y sin arma, las lacras volvieron a atacar. Sin embargo, Hefesto creó una vasija mágica en la que los males fueron encerrados. Después, Zeús ordenó a Hipnos que nos borrase la mente tanto a dioses como a titanes, y que nos implantase algunos recuerdos falsos. Así, nadie recordaría la existencia de la vasija con el mal en su interior. Lo malo es que, en mi caso, también olvidé dónde estaba la espada escondida. La vasija se la dio al Señor de los Sueños, Morfeo, para que la guardara. Ningún inmortal podía abrirla.

- En efecto, pero Asmodel la ha robado- dijo Hermes.

- No sólo eso. Se la ha dado a un mortal y ese mortal la ha abierto. Los males están liberados.- dijo una imagen fantasmagórica de Sandman. El señor de los sueños mandaba el mensaje prometido a Zeus. Los males están libres. Siento ser yo el portador de tan nefastas noticias. Zeús estaré en mi reino para lo que necesites. Diciendo estas palabras el señor de los sueños desapareció.

- ¿Por qué querrá Asmodel nuestra destrucción?- protestaban algunos dioses.

- No lo sé.- dijo apesadumbrado Zeús. Pero, ha matado a Hipnos, el único que podía haber devuelto la memoria a Cronos para encontrar la Espada del Tiempo. Lo ha intentado con Hefesto el cual se debate entre la vida y la muerte. Y ha liberado… el más absoluto terror

- ¿No puede Cronos forjar otra espada?- gritó Heracles.

- No recuerdo como hacerlo. Zeús borró mi memoria para que si escapara nunca pudiera amenazarle con un arma así. La única opción es que Hefesto se recupere y pueda forjar otra ánfora mágica. Nuestra acción debe ser clara. Hay que descubrir dónde está Asmodel y destruirlo. Luego, detener a las lacras.

En ese momento DOLOR entraba en el Olimpo. Con forma de ráfaga ventosa y brillos negros y amarillos. DOLOR entró en la estancia donde Asclepio, dios de la medicina, intentaba sanar las heridas de Hefesto. Se introdujo en el cuerpo de Asclepio sin que Hefesto y Afrodita lo advirtiesen. El Dios de la medicina sintió que devoraban sus órganos. Una llama interior le consumía. Intentó aplicar sus poderes para sanarse, pero no era algo físico, era algo síquico que se apoderaba de su voluntad por completo. Afrodita se dio cuenta de las convulsiones que padecía el dios médico e intentó ayudarle:

- Asclepio, ¿qué te sucede? ¿qué puedo hacer? Dime…

- No…, es algo… que ha entrado… que tengo… dentro …de mí…

Asclepio cayó al suelo, siguió retorciéndose. Afrodita le agarró, intentó abrazarle pero el dios médico la apartó de un golpe y Afrodita salió despedida contra la pared. No era Asclepio quien se puso de pie. Era DOLOR.


Capítulo 3.
Isla Temiscira

Diana llegaba agotada a donde realmente estaba su hogar. Quería descansar, dormir un buen número de horas. Cuando llegó, vio a todas las amazonas vestidas con sus trajes de combate y con las armas en la mano. Sus rostros estaban terriblemente serios. Las banderas estaban a media asta. Algo malo ha sucedido- pensó. Su avión invisible aterrizó. Al frente de todas, Artemis.

- ¿Cuál es el motivo de este recibimiento?

- Diana…, Artemis hablaba con pausa y dolor. No parecía la arrogante guerrera que hace unos días retó a Diana. 1 Se trata de… Donna

- ¿Donna… qué pasa con…?

- Ha …fallecido…

Diana alzó los ojos al cielo. Las lágrimas volvían a cubrirlos. Sus palabras fueron tensas:

- Primero mi madre, ahora mi hermana. Dioses ¿ese es el precio a mi fracaso?


Capítulo 4

Donna Troy era la hermana de Diana. Creada mágicamente a partir de un fragmento de su alma. Era la superheroína conocida primero como Wonder Girl y, luego, como Troia. Fundadora de los Titanes y miembro de ese grupo en casi todas sus encarnaciones. Un terrible combate que aunó a los grupos de los Titanes y Young Justice contra un poderoso robot había terminado con la muerte de Donna. 2

Llovía en el funeral. El tiempo reflejaba la tristeza de los presentes. El último responso fue breve. Multitud de superhéroes pasaban delante de Diana para transmitirle sus condolencias. Donna había combatido al lado de casi todos ellos. Diana sonreía, intentaba mostrar tranquilidad. Dentro de ella una tormenta de pesar la inundaba. Sentía ganas de arrancar la fría lápida y sacar a Donna para abrazarla y decirle que todo iría bien. Diana cerró los ojos, quería que la Tierra se la tragara, no se sentía a gusto allí. Quería alejarse a donde no hubiera nadie. Cuando abrió los ojos se asustó… seguía estando todo oscuro. Se frotó la vista…sólo oscuridad. Algo no estaba bien. ¿Qué sucedía? De repente, una luz… y, desde el fondo, … unos pasos … Alguién se acercaba. Se trataba de un hombre con un abrigo largo y oscuro, con un sombrero también negro. Le rodeaba una aureola brillante. A pesar de la situación, la guerrera se sentía invadida por la calma.

- Saludos, Diana de Temiscira. Sabes quién soy, ¿verdad?

- Sí. ¿Cómo olvidar al Fantasma Desconocido?- El Fantasma había ayudado a la Liga en varias ocasiones. Su origen era un misterio. Algunas historias cuentan que era un ángel que no participó en la guerra entre cielo e infierno y fue exiliado de ambos bandos, otros dicen que era un humano al que se le concedió la inmortalidad. En cualquier caso era un vagabundo que recorría la Tierra ayudando a los desesperados. 3

- Vengo a …

- Si es para pedir mi ayuda no estoy en el mejor de mis momentos. Acabo de fracasar en mi última misión y mi hermana acaba de fallecer. Así que, creo que en el funeral hay suficientes héroes a los puedes recurrir. Kal, si ir más lejos…

- El Hombre de Acero tiene, tendrá, su propio infierno. Debemos detener a las lacras.

Los ojos de Diana se abrieron como platos. Nunca supuso que se tratase de los males fugados.

- ¿Sabes su paradero?

- He localizado a uno.

- Llamaré a la Liga y nos pondremos en marcha. ¿Dónde se encuentran?

- Nada de Liga, estos seres pueden poseer otros cuerpos, no quiero pensar lo que podrían hacer con el anillo de Green Lantern, la velocidad de Flash o el poder de Superman. Yo elegiré cada equipo que se enfrentará a ellos… Tú serás la líder.

- ¿A mí no pueden poseerme?

- Mientras lleves el lazo de Hestia, no.

- ¿Quién te ha dicho que me ayudes? ¿Los dioses? ¿Zeus?

- Digamos que un poder superior. El responsable de todo esto es un antiguo ángel al que combatió la Liga de la Justicia

- ¿Asmodel?

- En efecto.

- Pero, ¿por qué? ¿Qué tiene en contra de Zeus?

- Asmodel quiere ser dios. Y no un dios. El único dios. Para ello, pretende sembrar el horror en el universo y destruir a cada uno de los panteones de las deidades menores que existen. Por supuesto, no sin antes adueñarse del poder que poseen. Una vez quede solamente el creador iniciará la segunda guerra contra él .

- Pero, ¿estás insinuando…?

- Los que tú llamas dioses son una raza de seres inmortales con inmensos poderes. Por encima de ellos hay poderes superiores. Asmodel pretende absorber su fuerza antes de iniciar la guerra contra el cielo.

- Es de locos… Pero, lo primero es lo primero. Hay que detener a las lacras. ¿Dónde iremos en primer lugar? ¿Quiénes me acompañarán en la primera misión?

- El lugar es Ruanda. Allí se ha aposentado la lacra del HAMBRE. En cuanto a tus aliados, supongo que les conocerás... De entre las sombras empezaron a emerger dos figuras. Son la Cosa del Pantano y John Constantine. La Cosa del Pantano es el ser elemental del verdor, no puede ser poseido por esta lacra. Constantine tampoco, debido a la sangre de demonios que corre por sus venas. 4

- Saludos- dijo la Cosa del Pantano. Es un honor compartir esta responsabilidad contigo.

La amazona respondió bajando suavemente la cabeza y sonriendo. Quedó asombrada por aquel ser vegetal de casi dos metros de altura que le miraba con expresión tranquila. Las plantas que conformaban su cuerpo eran de tantas especies distintas que Diana pudo contar hasta veinte en unos segundos.

Por su parte, John Constantine intentaba infructuosamente encender su mechero. De pelo rubio, con un pitillo en la boca y una gabardina marrón bastante gastada, este detective de lo paranormal, por buscarle algún adjetivo, no proyectaba la tranquilidad, ni la honestidad del monstruo del pantano. Al revés, un aire de frialdad e indiferencia parecía envolverle. Constantine dejó por un momento de pelearse con el mechero y miró de arriba abajo a la amazona deteniéndose en sus senos:

- Hola princesa. Mi nombre es John Constantine. Un placer. A veces este trabajo tiene momentos por los que merece la pena perder la vida. Después de todo, si este es el fin del mundo prefiero morir en los brazos de una amazona.

- Las amazonas solemos tener los brazos ensangrentados. ¿Será un terrible esfuerzo que durante la misión pueda usted mirarme a los ojos?

- Desde luego… lo será.

El Fantasma interrumpió la conversación:

- ¿Podemos partir?

- Estamos tardando –dijo Diana..


Capítulo 5.
El Olimpo

La mente de Asclepio, dios de la medicina, había sido devorada. DOLOR se había apoderado de su cuerpo. Su voz sonaba lúgubre y amenazadora:

- De nuevo, he retornado al Olimpo. Sus amplias estancias, su olor a tiempo pasado. Su poder, su nobleza… Es hora de la venganza.

Afrodita escuchó la voz. No era la misma. Asclepio sonreía siniestramente. Unas terribles ojeras se aposentaban bajo sus ojos. Éstos se habían vuelto de un negro rojizo atemorizante. Miró a Afrodita:

- Diosa de la belleza… Ven a mis dominios.

Alzó una mano con la palma abierta y la cerró abruptamente conformando un puño. Afrodita sintió como si un millón de espadas se clavasen en su vientre. Casi perdió la conciencia. Logró sobreponerse y a pesar del castigo, salió de la estancia y entró en la de los dioses.

- Ayuda…ayuda…

En el momento de entrar, el dolor se duplicó. Afrodita cayó al suelo sin atender a otra cosa excepto al tormento que le corría las entrañas. Zeus, la observó aterrorizado:

- Están aquí.

Todos los dioses se dispusieron en semicírculo, mirando la entrada por la que había irrumpido Afrodita. Allí, apareció el dios médico. Todos supieron que no era él. Sonreía y andaba de manera lenta:

- ¿Todos los dioses juntos? ¿Es que esperabais mi llegada? Veamos, Zeus, Cronos,… Por Hefesto no pregunto, viene conmigo. Sacó la cabeza segada de Hefesto bajo su túnica y la arrojó a los pies de Zeus. Creo que ya no podrá encerrarnos otra vez. – volvió a decir sonriente.

- ¡¡Destruidlo!! –Gritó Zeus.


Capítulo 6.
Ruanda

El avión invisible llevaba a Diana, Constantine y al Fantasma Desconocido. En el ordenador principal, Diana leía datos sobre el país al que iban.

- Ruanda. Capital Kigali. Siete millones y medio de habitantes. Esperanza de vida de la población: 39 años. La mortalidad infantil es altísima: 118 niños menores de un año mueren anualmente por cada mil nacidos. Una cifra escalofriante. La tasa de alfabetización no llega al 50% de la población. El 93 % de los habitantes viven de la agricultura. Se han producido matanzas entre etnias de hutus y tutsis. En 1994 murieron más de medio millón de tutsis a manos de los hutus radicales. Más de 100.000 arrestados continúan en las cárceles acusados de delitos de genocidio.

- Y los superhéroes preocupados por cazar atracadores de bancos. ¿Por qué no intervenis en estos conflictos?- habló un arrogante Constantine.

- No hables de lo que no conoces. Hace días Superman y yo detuvimos una guerra civil en Luganda.5 No somos dictadores que puedan intervenir en el país que les apetezca para imponer nuestro modo de vida. Podemos causar peores males de los que solucionamos.

- Ya, bueno. Realmente, Ruanda es un país en el que ese tal HAMBRE se va a sentir como en casa.

El Fantasma se concentraba. Retorcía sus enguantadas manos. La sombra que proyectaba su sombrero sobre sus ojos parecía ennegrecerse más. De repente, habló y todos le escucharon:

- HAMBRE no está en la ciudad. Está en un poblado… Siento el padecimiento de sus víctimas… Dirige el avión más al norte…

Cuando llegaron encontraron un panorama desolador. Una aldea con casas de barro y paja. Decenas de personas se agolpaban retorciéndose en el suelo. Estaban vivas pero un mal terrible les consumía. Los pocos animales que se veían estaban esqueléticos y moribundos. Las tierras de labor secas y amarillentas. El avión comenzó el descenso.


Capítulo 7.
El Olimpo.

Ares, dios de la guerra, comenzó el ataque. Lanzó dos rayos de sus manos. Pero el ser alzó las suyas y la energía desapareció antes de tocarle. Decenas de dioses lanzaron energías mágicas. El propio Zeus sostuvo sus rayos, capaces de destruir montañas, y se los arrojó. Pero DOLOR tejía con sus manos el espacio deteniendo la mayoría de las energías. Alguno conseguía golpearle y le hacía tambalearse. El cuerpo de Asclepio iba desgastándose. De repente, cerró los dos puños y al menos treinta dioses sintieron un dolor como jamás habían sentido. A unos les parecía que la cabeza les estallaba, otros que las piernas no podían sostenerles, otros se llevaban la mano al corazón.

Ares enarboló un hacha mágica y a gran velocidad golpeó con ella al dios médico arrancándole el brazo derecho. DOLOR cayó al suelo, pero no cesaba su dañino efecto en el resto de los dioses. La mayoría no eran capaces ni de levantarse. Hermes cogió dos espadas y se situó tras la criatura clavándoselas en el corazón. Cronos, hizo lo mismo con una lanza en el estómago y con su guadaña le seccionó medio cráneo. Ares levantó, de nuevo el hacha y DOLOR perdió la pierna derecha. Heracles, entonces se puso a la altura de DOLOR y le aplastó lo que quedaba de cabeza con dos enormes puñetazos. Hermes, Cronos, Ares y Hércules rodeaban a DOLOR. Pero éste les miró deforme y destruído:

- Nada puede detenerme.

De nuevo, cerró el ojo que le quedaba y los cuatro sintieron una punzada terrible en el corazón. Heracles recordaba aquella vez que la túnica envenenada se le adhirió a la piel y al arrancársela arrancaba a la vez trozos de piel y carne. No podía concentrarse más que en el latigazo de dolor ininterrumpido que padecía. Igualmente Hermes, Ares y Cronos retrocedieron. El dolor era terrible, el daño seguía ascendiendo.

El resto de los dioses se atemorizó cuando vio a aquella masa de músculos y trozos intentar ponerse en pie. Asclepio presentaba el rostro desfigurado, el cráneo aplastado, un brazo y una pierna seccionados. El antiguo dios médico recibió en pleno corazón diez rayos de Zeus que le prendieron fuego y desintegraron su cuerpo. Sin embargo, DOLOR se vio libre nuevamente flotando en el espacio. En segundos, se introdujo en el cuerpo de Enio, diosa de las batallas. Todos se apartaron temerosos. Sólo Zeus reaccionó.

- Acabemos con ella antes de que la posea por completo.


Capítulo 8
Ruanda

Había decenas de animales muertos de hambre. Un grupo de pájaros picoteaban a dos de sus congéneres. Cientos de personas se retorcían esparcidas por el suelo con los estómagos encogidos, los brazos delgados como juncos de bambú, las bocas llenas de sarpullidos, los dedos engarfiados y los ojos idos mirando a un cielo demasiado alejado. Todos ellos vivos. Diana tuvo que contenerse para no llorar. Deseaba sostener a cada una de aquellas personas. Algunas se arrastraban y le tocaban las botas, alguna tenía la suficiente fuerza como para pedirle pan. Los héroes prosiguieron su camino. Al fondo una modesta Iglesia, los seres humanos formaban una especia de camino que concluía a sus puertas. Estaba claro que quien hubiese provocado aquella maldad estaba allí dentro.

Fantasma, Constantine y Wonder Woman estaban en el umbral cuando un sonido brotó de unos matojos. La Cosa del Pantano emergía de ellos tomando su altura de dos metros con las características de la poca vegetación del entorno. Diana habló dirigiéndose al recién llegado y al Fantasma:

- Estas personas van a morir. ¿Podéis hacer algo?

- Puedo- dijo la Cosa, pero no podría acompañaros. Esto requerirá mucho esfuerzo.

- Hazlo, no podemos dejarlos así.

Constantine protestó airado:

- ¿Qué? Ni hablar. Amazona, no nos vas a dejar sin nuestra principal baza. Oye, yo lamento tanto como tú este desastre, pero es mejor que tumbemos al desgraciado que lo ha provocado y que luego nos ocupemos de las víctimas. Necesitamos el poder de Pantanito. No me jodas ahora con altruismos.

- Si no les damos auxilio rápido estas personas morirán. Además, nadie te ha obligado a venir. Si quieres, vuelve al avión. Te llevará al destino que desees. Diana miró a la Cosa del Pantano y concluyó: Ayúdales.

Las piernas de la Cosa del Pantano se clavaron en el suelo convirtiéndose en cientos de raíces que penetraron la tierra buscando agua. La encontraron, muy profunda, en un lejano acuífero. Sus raíces comenzaron a absorber el agua. En la superficie. Otras tantas raíces emergían de su pecho y sus brazos. Cada raíz se dirigió a las boca de los moribundos depositando incesantemente gotas de agua. Miles de raíces empezaban a alimentar gota a gota a todo el poblado. El espectáculo era realmente increíble.

Diana sostuvo su lazo en la mano y se dispuso a entrar en la Iglesia. El Fantasma fue detrás. Constantine dudó, pero al final también cruzó el umbral. La Iglesia estaba oscura. Un nauseabundo olor la invadía. El crucifijo había sido destrozado y yacía en el suelo. Un horrible ruido resonaba en uno de los rincones. Los tres compañeros se acercaron lentamente hacia la oscuridad. El Fantasma alzó su mano derecha y creó una luz que iluminó la esquina. Allí, vieron otra horripilante escena. Cinco hombres estaban devorando literalmente, a tres mujeres que seguían con vida. Les habían arrancado partes de su cuerpo con los dientes. Tenían las bocas ensangrentadas. No se detuvieron ni al verse descubiertos. Pero, lo que más estremecedor resultaba era que las muejres mutiladas cogían los restos de sus compañeras e intentaban igualmente engullirlos.

No tuvieron tiempo de actuar. Una lúgubre voz sonó desde el altar. Era HAMBRE. Su aspecto no difería del de cualquier habitante del poblado. Delgado, con las costillas marcadas, vestido con un calzón y unas sandalias. Pero, su rostro sí era diferente. Reflejaba maldad. Sus ojos entre negros y rojizos reposaban en unas terribles ojeras. Su sonrisa era realmente cruel:

- No les molestéis. Si no comen morirán de hambre.


Capítulo 9.
El Olimpo.

Mientras la recién poseída Enio se retorcía en el suelo, decenas de dioses se abalanzaron para destruirla. Pero Enio, cerró de nuevo sus manos y todos los que estaban a punto de golpearla cayeron al suelo azotados por el dolor.

Sólo uno de ellos parecía poder soportar el dolor. Era Cronos. Nadie se dio cuenta cuando recogió su guadaña del suelo y, comprendiendo que aquel ser era invencible, se apartó a un rincón para presenciar el combate.

Heracles se levantó con un esfuerzo sobrehumano. Sostuvo una poderosa maza y la arrojó contra DOLOR golpeándole con fuerza. De nuevo, Zeus le lanzó sus rayos, otros dioses hicieron lo mismo. El cuerpo de Enio se convertía también en una masa inerte a punto de sucumbir. Pero, el dolor, como si fuera una epidemia, se iba extendiendo a todos dioses y titanes. Pronto, sólo quedaban en pie Zeus, Hera, Ares y Heracles. Cronos seguía apartado en un rincón. Los demás se retorcían agonizantes. Hera lanzó en un rayo divino toda su fortaleza desintegrando a Enio. De nuevo DOLOR quedó flotando en el eter. Esta vez Zeus y Hera intentaron destruirle en el aire, pero era inmaterial. Entró en el cuerpo de Tique, diosa de la fortuna, que agonizaba con los demás. Tique se puso en pie de un salto y Zeus, Hera, Heracles y Ares cayeron plenos de dolor. Sólo Cronos escondido, permanecía en pie. Aunque había sido infectado conseguía misteriosamente que el dolor no le afectase.

Zeus aullaba por el daño. Veía a su esposa Hera agonizar igualmente. Intentó incorporarse sin conseguirlo. Quería abrazarla. Se arrastró hasta casi tocarla y recordó la primera vez que hicieron el amor. Fue en la montaña de Kókkigas 6 en la región de Argos. Se convirtió en golondrina y se acurrucó entre sus pechos, luego volvió a su forma y la poseyó no sin antes prometerle que se iba a casar con ella. Nada de eso tenía sentido ahora. Titanes y dioses se retorcían por la estancia.


Capítulo 10
Ruanda.

HAMBRE les miraba con atención. Hablaba lentamente:

- Sé que habéis venido a detenerme. Siempre hay quien lo intenta. Desechad tal idea. No podréis hacerlo.

Los tres héroes avanzaban lentamente hacia el enemigo. Pero, a cada paso que daban iban sintiendo una sensación creciente de… hambre. En efecto, Diana se asombraba al notar como parecía que no había comido en días. Su estómago rugía, veía como sus músculos se debilitaban y como su vientre se encogía. Palpó su cara y la notó más delgada.

De igual manera Constantine y el Fantasma sufrían parecido efecto. La peor parte se la llevaba Constantine. Cayó de rodillas. Había perdido veinte kilos. Se alejó de HAMBRE hasta situarse en un rincón de la Iglesia. Balbuceaba enfurecuido:

- Joder, ¿quiéres jugar duro? Maldito… cabrón… cuando acabemos contigo pienso ir al mejor restaurante de Londres a comerme el más grande bistec que tengan…

Mientras decía esto, preparaba un hechizo. Sacó una pequeña navaja del bolsillo y se hizo un corte en cada una de las diez yemas de los dedos. Marcó en el suelo frente a él una línea con sangre. Y gritó:

- No puedes tocarme, tu influencia se corta aquí…

En efecto, en aquel momento fue como si el poder de HAMBRE no pudiera traspasar aquella línea sangrienta. Constantine empezó a recuperar la salud.

Sus compañeros también intentaban sobreponerse. El Fantasma Desconocido comenzó a brillar. La luz que emanaba de su interior le iba regenerando. Y Wonder Woman sostuvo el lazo con firmeza. Pretendía enlazar a su enemigo. El lazo voló por el aire, pero HAMBRE alzó su mano derecha y el lazo de Hestia cayó como detenido por un muro. El Fantasma levantó sus brazos y proyecto la luz sobre HAMBRE. La criatura se estremeció. Sin embargo, cerró los ojos y se concentró. La luz que le tocaba empezaba a mancharse de hilos marrones. Pronto, dichos filamentos se convertían en enormes líneas que serpenteaban por la luz dirigiéndose hacia el Fantasma. Las serpientes marrones entraron en el cuerpo del Fantasma por sus manos. El héroe cayó al suelo. Su piel estaba atravesada por minúsculas serpientes marrones que le recorrían desde los párpados hasta las plantas de los pies.


Capítulo 11
El Olimpo

Todos los dioses y Titanes habían caído. Sólo Cronos quedaba en pie. Su mente hervía en dudas:

- ¿Debo huir o continuar la batalla? No hay opción. Soy el padre del tiempo. Padre de los titanes. Hijo de Urano. No soy un cobarde. Si he de morir que sea hoy.

Cronos salió de su escondite y desafió a DOLOR:

- ¡¡Maldita lacra. Enfréntate de nuevo a mí.!!

DOLOR se vio sorprendido.

- ¿Cómo es posible que puedas resistir mi dolor? Todos tus hermanos, dioses y titanes están retorciéndose en el suelo por mi causa. Y tú, aquí, de pie, erguido... No lo entiendo. Cronos, en el pasado sólo conseguiste vencernos gracias a la espada.

- He aprendido a usar mi poder. Soy Cronos, señor del tiempo. Estoy acelerando el ritmo vital de mi cuerpo, envejezco siglos para borrar los efectos de tu daño. Aumento mi edad con mis pensamientos y tu dolor queda en el pasado. ¿Qué significan miles de años para un inmortal? Ahora sólo estamos tú y yo.

- Aunque me derrotaras, saltaría a otro cuerpo de los que están retorciéndose.

- Y débiles como están volvería a degollarte. Hoy voy a destruirte, me da igual que tenga que matar a un millón de dioses y titanes.

DOLOR y Cronos inicaron el combate.

Zeus se arrastraba lejos de la pelea. Pensó que alejándose la infección cesaría. No fue así. El terrible fuego que le invadía le impedía ponerse de pie y el dolor aumentaba a cada centímetro que recorría. Cuando ya no veía a los contendientes, reunió todas las fuerzas que le restaban y consiguió ponerse de rodillas. Entonces la vio… Era… una gigantesca cruz de madera. El dolor le enloquecía. Zeus empezó a suplicar a la cruz:

- Ayú…dame… ayú…danos…

La profecía del oráculo se estaba cumpliendo.7 Sin embargo una terrible voz surgió de detrás de la cruz:
- No es ayuda lo que obtendrás de esta cruz.

- ¿Quién… eres? Pudo apenas decir Zeus.

- Deberías conocerme. Soy el causante de que te encuentres así. Soy Asmodel. No te entristezcas, es un honor caer a mis manos. Y, por favor, no grites…

Asmodel era impresionante. Tres metros de alto. Su cabeza portaba una especia de yelmo que dejaba al descubierto dos ojos rojos como el fuego y una nariz atravesada por una argolla. Su pecho estaba cubierto por una armadura, en la que, a modo de adorno, se dibujaban decenas de ojos. Su pelo largo, asemejaba a plumas negras. Dos poderosos guantes metálicos de tres dedos cada uno y dos botas que resaltaban sus pezuñas completaban su tétrica apariencia.

Zeus intentó oponerse a Asmodel. Quiso reunir fuerza para proyectar un nuevo rayo, pero el terrible dolor le devoraba el interior. Asmodel puso su mano en el rostro de Zeus y comenzó a absorber su energía. Zeus parecía secarse. Cuando terminó levantó a Zeus con una mano, sacó cuatro esquirlas de metal de su cinturón y atravesando las manos y los pies de Zeus le crucificó en aquel madero con forma de aspas de molino.
.
- Ahora puedes gritar.

Asmodel dio media vuelta y elevándose se fue por donde había venido.


Capítulo 12.
Ruanda.

Constantine no se atrevía a traspasar la línea de sangre que había creado. Veía al Fantasma contorsionarse en el suelo, con la piel recorrida por serpientes marrones. Diana era practicamente piel y hueso. HAMBRE se giró hacia los hombres y las mujeres que se estaban devorando. Les dio una orden:

- Tres de vosotros traedme al hombre rubio, el resto acabad con el monstruo que está fuera y saciaré vuestra hambre.

Los cinco hombres y las mutiladas mujeres se pusieron en pie dispuestos a cumplir las órdenes. Tres se lanzaron contra Constantine, éste empezó a defenderse como podía. Los demás salieron de la Iglesia, no sin antes prender varias antorchas. Fuera la Cosa del Pantano estaba alimentando a todo el poblado. Todo su poder y concentración estaba sujeto a tamaña tarea. Ni siquiera advirtió como las antorchas prendían su cuerpo. Sólo lo advirtió cuando perdió la consciencia por un segundo. Se vio a sí mismo inmerso en la conciencia vegetal. Su cuerpo se había convertido en un montón de cenizas.

Wonder Woman volvió a intentar un ataque desesperado. Agarró el lazo de Hestia con ambas manos. Pensaba hacer un movimiento rápido y estrangular a HAMBRE con él. Así lo hizo. Pero, su rapidez había desaparecido. Había perdido treinta kilos, sus reflejos eran torpes. HAMBRE la golpeó en la cara y la agarró del cuello estrangulándola. Luego, HAMBRE, clavó las uñas de su mano derecha en el pecho de la heroína. La amazona casi se sintió morir. Prácticamente, fue convertida en un amasijo de piel y huesos. Pero, aún estaba viva y consciente:

- No vencerás… murmuró.

- ¿Acaso no lo he hecho ya?


Epílogo
El Olimpo

Aunque clavado en la cruz, Zeus seguía vivo. Su tremenda resistencia le mantenía consciente. Una luz apareció a su lado. Era la Oráculo que había despreciado días atrás. Con forma de mujer envejecida empezó a relatarle la anterior profecía:

- Te dije que verías nubes negras y pájaros sin alas. Que la vasija sería abierta, que conocerías el dolor, que verías manar tu sangre, que suplicarías a otro dios más alto… No quisiste pagar mi precio. Este es el precio que cobro. Tu humillación. Ja, ja, ja, ja. Arrogante Zeus…

- Ayú…da…me

- No puedo hacer nada por ti. Salvo llorar y compadecerte. Tu tiempo ha terminado. Hoy comienza la era de Asmodel. Hoy ha nacido un nuevo dios, que pronto será el único. Esta es mi última profecía: Gloria a Asmodel, que reinará en los cielos y en las tierras por los siglos de los siglos. Amén..


Continuará...


Julio de 2005 a julio de 2006.
José Luis Miranda Martínez
jlmirandamartínez@hotmail.com

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