Flash nº 04

Título:Utopía perdida (II)
Autor:Imanol Amado y Jerónimo Thompson
Portada: Roberto Cruz (fotomontaje)
Publicado en: Julio 2013

La investigación sobre el atentado en Keystone City continúa, mientras Flash y la Liga de la Justicia deben decidir que hacer con la información que tienen sobre Luthor. ¿Cual es el verdadero alcance de sus maquinaciones?
Atrapado en un extraño accidente, al adolescente Wally West le alcanzó un rayo que lo bañó en una curiosa mezcla de productos químicos. Como a su mentor, su tío Barry Allen, se le concedió el don de la súper velocidad. Tras la muerte de su antecesor, y tras años de entrenamiento como Kid Flash, Wally ha heredado la identidad del velocista escarlata. ¡Hoy porta el legado del hombre más rápido del mundo! Hoy Wally West es...
Flash creado por Gardner Fox y Harry Lambert
Wally West creado por John Broome y Carmine Infantino

En el episodio anterior… Mientras Wally y Linda cenan con los Dibny en Opal City, la comisaría de Keystone sufre un terrible atentado que ocasiona la muerte de más de doscientas personas. Al comunicárselo su compañero de la Liga, J’onn J’onzz, Flash se dirige rápidamente hacia allí, y tras colaborar en las labores de rescate, logra evitar el asesinato de uno de los testigos presenciales de la catástrofe. La víctima, que resulta ser el forense jefe de la comisaría, le informa de que poco antes del atentado comunicó a las oficinas del D.O.E. el hallazgo de dos cadáveres alienígenas que guardaron en el sótano del edificio. Tras visitar al señor Huesos, director del D.O.E., Flash obtiene el nombre de la persona que podría estar detrás de todo lo ocurrido: Lex Luthor.


Ethan Andrew estaba absorto en sus pensamientos. No era posible que aquello estuviera pasando: creía que había calculado todas las variables posibles; creía que tenía bajo control hasta el más efímero de los detalles de su meticuloso plan… Y sin embargo, había fallado. Ethan era el hombre de confianza de Lex Luthor, presidente del gobierno de los EEUU y probablemente, el hombre más poderoso sobre la faz de la Tierra. No le estaba permitido fallar.

Se revolvió nervioso en el lujoso asiento de cuero. Llevaba toda la noche sin dormir, el cabello revuelto caía por su frente, sudaba a mares empapando su camisa de seda y llevaba la corbata suelta a su libre albedrío. En frente suya, se encontraba el impenetrable rostro de Lex Luthor; como era habitual en él, vestido de forma impecable de riguroso negro. Se dice que los ojos son el espejo del alma y para Ethan, experto en descifrar los rostros de las personas, siempre le había parecido inquietante la imposibilidad de leer a través de los intensos y afilados ojos azules de su jefe.

- ¿Quieres una copa, Ethan? – Preguntó con tranquilidad Luthor mientras agitaba su copa de vino riojano.
- No, gracias señor Luthor… He estado pensando y creo que he diseñado un plan capaz de solucionar todo este desaguisado… - Dijo nervioso, sacando de su cartera numerosos papeles escritos y dibujados a mano, sin ningún orden aparente y dejándolos encima de la lujosa mesa de centro.
- No te preocupes por eso ahora… Yo me ocuparé personalmente de esto. – Dijo Luthor llevándose su copa a los labios. – Ahora, bebe un poco de vino.
- Pero Señor Luthor…
- Bebe Ethan.
- D-de acuerdo señor Luthor…

Luthor hizo un pequeño movimiento con su mano y una hermosísima camarera se acercó a Ethan, sirviéndole una copa del mejor vino de su colección privada. Después, la chica abandonó la sala dejando a los hombres atendiendo sus asuntos.

- Me has fallado Ethan. – Dijo con calma Luthor. – Me has fallado como nunca me ha fallado nadie.
- Señor Luthor…

Ethan calló ante la mirada asesina de Luthor.

- Me has puesto en peligro. Tu chapucera forma de hacer las cosas me ha debilitado, me ha hecho vulnerable…
- Señor Luthor…
- ¡Les has servido la victoria en bandeja de plata, maldito seas! – Se encolerizó Luthor, arrojándole su copa y produciéndole diversos cortes en la cara.

Ethan chilló como un cerdo a punto de ser sacrificado. Luthor había perdido los estribos, sus ojos irradiaban odio y su mandíbula temblaba de ira. Ethan jamás le había visto así; dudaba de que nadie le hubiese visto así nunca. Trató en vano de decir algo en su defensa, de justificar su actuación y de mostrar a Luthor que tenía el plan ideal para solucionar todos los problemas… Pero en el fondo lo sabía; sabía que su hora había llegado; sabía que nada de lo que dijera, ni lo alto que suplicase salvaría su pellejo. Su corazón se aceleró golpeando con fuerza su pecho. ¿Cómo iba a suceder? ¿Estaba envenenada su copa?

Luthor pareció recuperar su compostura habitual, se apoyó en su asiento y se ajustó el nudo de la corbata,

- Adiós, Ethan.
- No… No, señor Luthor… Haré lo que me pida. ¡Cualquier cosa!

Luthor presionó un botón desde su asiento y quedó atado automáticamente a él con un cinturón de seguridad. Ethan comprendió lo que estaba sucediendo pero no tuvo tiempo de reaccionar. Las puertas del jet privado se abrieron despresurizando el salón principal del avión. Las alarmas empezaron a sonar con fuerza. Luthor se puso la máscara de oxígeno situada debajo de su asiento, mientras todos los objetos del salón volaban a una velocidad endiablada. Ethan trató de sujetarse desesperadamente, pero tras unos segundos que le parecieron eternos, perdió la batalla y fue devorado por la puerta del jet, cayendo al vacío desde una altura de dos mil metros hacia el océano Atlántico.

Luthor presionó otro botón de su asiento y las puertas del jet volvieron a cerrarse. La presión se normalizó en pocos segundos, las alarmas se quedaron mudas y el salón se quedó en un silencio impensable sólo unos segundos antes. Luthor retiró su máscara de oxígeno y se desabrochó el cinturón de seguridad. Se levantó de su asiento, al tiempo que dos bellas mujeres pertenecientes a su escolta personal entraban en la estancia.

- ¡Limpiad todo esto! – Dijo Luthor con desprecio. – Estaré en mis aposentos el resto del viaje y no deseo ser molestado bajo ningún concepto.
- Sí, señor Luthor. – Dijeron las mujeres al unísono.
- Avisadme cuando lleguemos a Hendaya.


Casa de los Dibny. Opal City. Maryland.

Linda abrió la puerta corredera y salió a la terraza. Wally estaba de pie, observando la Luna con cierta melancolía, como si el satélite todavía encerrase algún tipo de misterio para él. Ralph y Sue estaban viendo un “reality show” en la televisión, dejando adrede un poco de espacio e intimidad a la joven pareja. Linda se puso un jersey fino de punto marrón: las noches de otoño en Opal City suelen ser cálidas pero aquella noche se había levantado una ligera brisa fresca.

- ¿Embrujado por la magia de la Luna? – Dijo Linda acercándose a su marido.

Wally hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa.

- Llevas ahí de pie más de media hora. – Dijo Linda. – ¿Estás bien?
- Todo lo bien que puedo estar en estas circunstancias. No te preocupes cariño, sólo estoy un poco pensativo.
- ¿Cómo va la investigación?
- Estamos esperando los resultados de la autopsia del tipo que trató de asesinar al Doctor Miller… Y que éste averigüe algo en Star Labs. Sería un paso importante descubrir a qué raza pertenecen los alienígenas que estaban en la morgue de la central de policía.
- ¿Qué sentido tiene volar un edificio entero con más de doscientas personas dentro, sólo para destruir un par de cadáveres extraterrestres?
- Me temo que alguien trataba de borrar desesperadamente las pruebas de su relación con ellos.
- ¿Sabes quién? – Preguntó Linda.
- Tengo mis sospechas, aunque no hay nada definitivo. He convocado una reunión urgente de la Liga de la Justicia en la Atalaya. – Wally hizo una pausa para mirar su reloj. – Dentro de quince minutos.
- De acuerdo – Dijo Linda sintiéndose más tranquila con la implicación del resto de la Liga. - No quiero sonar como una egoísta Wally, ni causarte más problemas de los que ya tienes pero… Quiero que sepas que no volveré a permitir que me hagas esto otra vez.
- Linda, ya hemos hablado del tema antes…
- Muchas veces, Wally… Y creía que mi postura al respecto era clara.
- Sólo te pido que te quedes con los Dibny hasta que las aguas vuelvan a su cauce, cariño. No quiero que te pase nada. ¿Lo entiendes? No lo soportaría.
- Somos un equipo, Wally. Formo parte de tu vida y tendrás que aceptar que no puedes esconderme cada vez que surge un problema.
- Ahora es diferente Linda. – Dijo Wally acariciándole el vientre.
- Ahora estoy embarazada, sí… Y luego tendré un hijo. ¿Significa eso que a partir de ahora viviré siempre así?

Durante unos breves segundos, se interpuso un tenso silencio entre los dos. Wally parecía confuso, sin saber muy bien cómo resolver aquella situación, pero Linda sabía que su marido no daría su brazo a torcer. No aquel día. No en medio de aquella crisis.

- Me quedaré con los Dibny… Pero esta discusión no se ha resuelto. – Dijo Linda, dejando a Wally solo y pensativo.



Atalaya de la Liga de la Justicia de América. La Luna.

La amplia sala de reuniones de la Liga de la Justicia quedó en silencio. En los ventanales situados tras los héroes, se desarrollaba una escena de inigualable belleza: el ocaso de la Tierra sobre el horizonte lunar. Flash no dejaba de pensar lo acertada que resultaba aquella imagen como metáfora natural sobre la sociedad y el planeta yéndose al garete. Se recriminó aquel pesimismo tan impropio de él. Necesitaba serenidad para superar aquella crisis, y no podía permitirse el lujo de abandonarse a la queja fácil.

Alrededor de la mesa, como si de una versión moderna de los caballeros de la mesa redonda se tratase, se encontraban los héroes más grandes de la Tierra: Supermán, Batman, Wonder Woman, Green Lantern, Flash, Aquaman y J'onn J'onzz, el Detective Marciano.

- Las pruebas que tenemos contra Luthor son importantes pero no definitivas – Dijo al fin Supermán.
- Hemos permitido que permanezca en el poder demasiado tiempo. – Continuó Aquaman. - Todos los que estamos aquí sabemos que Luthor está podrido, y que ha cometido innumerables crímenes contra la humanidad...
- Es el pueblo soberano quien le ha “permitido” estar en el poder, Arthur. – Le corrigió J'onn J'onzz. – No es nuestra labor elegir a los gobernantes.
- Nuestra labor es encerrar a los criminales, J'onn. Sólo digo que este es el momento de pararle los pies para siempre; de exponerle frente a la opinión pública y apresarle de por vida. – Aquaman había mantenido un acuerdo de no agresión con Luthor, pero la masacre de Keystone City lo cambiaba todo: no estaba dispuesto a cargar con aquellas muertes sobre su conciencia.
- Eso es más fácil decirlo que hacerlo… - Intervino Green Lantern – Luthor tiene mucha experiencia en salir airoso de estas situaciones.
- Esta vez ha podido cometer el error de su vida, y yo digo que tomemos ventaja de ello. – Contestó Aquaman.
- Sin pruebas sólidas no haremos nada más que dañar nuestra imagen y la percepción que tiene la gente sobre nosotros. – Dijo Supermán. – Luthor es muy capaz de utilizar nuestra precipitación contra nosotros y convertir esta situación en una victoria.
- Necesitamos más pruebas, estoy de acuerdo contigo Kal. – Dijo Wonder Woman. - Pero creo que ha llegado el momento de buscar esas pruebas activamente, no de esperar a que cometa un error aún mayor y que mueran más inocentes. Desde que Luthor accedió a la Casa Blanca, hemos actuado a la defensiva, temerosos de la opinión pública y de las mismas leyes que hemos jurado proteger. Eso tiene que acabar: la Liga de la Justicia debe servir a la justicia, y Luthor tiene que convertirse en una prioridad para nosotros.
- Ya hemos hablado de esto otras veces, Diana – Le contestó Supermán. – No podemos ir abiertamente en contra del gobierno de una nación soberana.
- Hay otras maneras. – Dijo Batman.

El silencio volvió a reinar en la reunión.

- ¿Una operación encubierta de la Liga de la Justicia para derrocar al presidente de los EEUU? – Preguntó al fin J'onn J'onzz. – Es una locura.
- Locura es permitir que esa sabandija resida en la Casa Blanca. – Dijo Aquaman.
- La gente jamás confiaría en nosotros…
- La gente es estúpida y manejable, Kyle. – Dijo Batman. – Esa no debe ser nuestra preocupación.
- Nuestra preocupación tiene que ser la defensa de los inocentes dentro de la legalidad. No somos superiores al resto de los ciudadanos; no podemos tomarnos la ley por nuestra mano. – Dijo Supermán.
- Una intervención de la Liga tendría consecuencias inimaginables, no sólo para nosotros, sino para toda la comunidad superheróica.
- Es una decisión difícil pero que tenemos que tener la valentía de tomar J'onn. – Dijo Wonder Woman.
- Esta discusión no nos lleva a ninguna parte. – Dijo Flash.
- Exacto. – Dijo Batman levantándose de su asiento y dirigiéndose a los tubos transportadores.
- Espera Batman. – Dijo Flash corriendo a la velocidad del pensamiento para cortarle el paso. – Keystone City es mi ciudad.
- Luthor ha ido demasiado lejos. – Le contestó Batman.
- Te repito que Keystone City es mi ciudad. Este caso es mío, Bruce… Si la Liga necesita más pruebas para actuar, las obtendré. Mientras tanto, la Liga de la Justicia no se implicará.

Los ojos de Flash y de Batman se encontraron durante unos segundos, sin que ninguno de los dos pareciera dispuesto a desistir en su empeño. Finalmente, Batman retiró la mirada.

- El caso es tuyo, Wally. – Dijo el Señor de la Noche antes de desaparecer en uno de los transportadores. – Por ahora.



Biarriz. Sur de Francia.

Laverne se enderezó haciendo una mueca de dolor. Había amanecido un día muy caluroso y llevaba toda la mañana arrancando las malas hierbas de las jardineras que rodeaban la casa. Decidió tomarse un pequeño descanso; se acercó a una pequeña mesa de jardín convenientemente protegida con una sombrilla y se sirvió un vaso de agua fresca.

Laverne era una mujer de unos setenta años, tenía el cabello corto y teñido de rubio, la cara arrugada y unos preciosos ojos verdes que antaño habían sido la perdición de muchos hombres, escondidos bajo unas enormes gafas. Llevaba puesto un sencillo vestido decorado con flores y un sombrero de paja para resguardarse del sol. Su figura se había afofado con la edad, pero mantenía el sobrepeso a raya a base de largas caminatas matinales.

Un leve ronroneo captó su atención, y se giró buscando la procedencia del sonido que era cada vez más intenso. Al rato, fue capaz de distinguir un helicóptero que se acercaba cada vez más y parecía perder altitud.

- Vaya, vaya, vaya… - Susurró.

El helicóptero aterrizó en el césped, a unos veinte metros de ella, produciendo un alto y molesto ruido. Se sujetó el sombrero que amenazaba con echar a volar debido a la ventolera producida por las aspas rotatorias y agudizó la vista para confirmar sus sospechas: nada menos que Lex Luthor venía a visitar su humilde morada.

Luthor bajó del aparato y le hizo una señal al piloto. Caminó hacia Laverne mientras el helicóptero volvía a elevarse al cielo, alejándose rápidamente del lugar.

- Siempre has sabido hacer una gran entrada, Lex – Dijo Laverne. – Hay que reconocerlo.
- Laverne De Renal… Encantadora como siempre… - Le dijo Luthor besando su mano. – Y más guapa si cabe que la última vez que nos vimos.
- Sigues siendo un mentiroso compulsivo. Me alegro de comprobar que aún quedan cosas inmutables en el universo.
- ¿Qué puedo decir? Es parte de mi encanto.
- Lo que tú digas, Lex. ¿Qué quieres?
- Tengo una oferta que hacerte que no podrás rechazar.
- Sabía que ibas a decir eso… Siempre fuiste un fan de “El Padrino”.
- ¿Al menos me dejarás hablar?
- Sin duda. Entremos en casa.

La casa estaba limpia y ordenada, con una pulcritud casi obsesiva. Luthor pensó que se podría practicar un transplante de cerebro en aquel salón. En cuanto a la decoración, no había un mueble u objeto allí que no estuviera dispuesto armoniosamente; todo un canto al buen gusto y a la simetría. Luthor se fijó en un ajedrez de piezas de mármol que estaba situado encima de una pequeña mesa de roble. La partida estaba iniciada.

- Sírvete una copa mientras me aseo un poco, Lex. – Dijo Laverne, dirigiéndose a la cocina.

Luthor no pudo contenerse y movió una de las piezas de ajedrez.

- Chacolí… Hace años que no tengo el placer…. – Dijo Luthor ojeando el mueble bar.

En una librería cercana, Luthor se interesó por una docena de libros encuadernados y escritos a mano.

- “Caminando por la oscuridad” por Laverne De Renal… “El Yugo de lo Impredecible”, “Vida y Muerte”… “Voluntad y Pensamiento”… Parece que has estado muy ocupada estos últimos años.
- No mucho en realidad. Hace ya un par de años que no escribo nada.
- ¿Puedo preguntar por qué?
- Ya no tengo nada más que decir.
- Entiendo. ¿Por qué no los has publicado?
- Información es poder Luthor. En esos libros recojo todo lo que sé sobre la vida.
- Valdría la pena echarles un vistazo, no cabe duda.
- Vayamos al grano, Lex. – Dijo Laverne entrando en el salón y sentándose en un sofá de cuero blanco.
- Como quieras… Estaba pensando que tienes una mente demasiado privilegiada para desperdiciarla abonando jardines y viajando a Benidorm con tus amigos del hogar del jubilado.
- No se me ocurre ningún problema que puedas tener, y no seas capaz de resolver por ti mismo, Lex.
- Soy una persona muy ocupada. Necesito alguien de mi confianza que se ocupe de… Ciertos asuntos.
- Ja ja ja… ¿Ciertos asuntos? ¿Tanto ha cambiado el mundo que ahora se llama así? Te juro que a veces me pregunto en qué momento te desviaste del camino Lex. Eras tan brillante… Un genio llamado a cambiar el destino de la humanidad. Sí, probablemente eres el hombre más inteligente, rico y poderoso del mundo…
- Sin el “probablemente”.
- Pero has topado con la horma de tu zapato: los llamados superhéroes. Al principio era un duelo con Supermán; un asunto de honor y venganza. Pero ahora esa obsesión se ha extendido al resto de los superhéroes como la peste negra.
- Explícate. – Dijo Luthor bebiendo un sorbo de su copa.
- Ninguno de ellos tiene tu intelecto, Lex, pero tu ego es tan grande que les subestimas una y otra vez. Tu odio te ciega, nubla tu mente y tu juicio… Te has vuelto predecible y descuidado. ¿Y sabes qué? Creo que es tu propio subconsciente el que crea barreras en tu mente, reduciendo tu capacidad de razonamiento.
- ¿Por qué iba a hacer eso mi subconsciente?
- Porque deseas el desafío, Lex. Disfrutas maquinando tus planes infantiles. Tu intelecto es tan grande que si tu subconsciente no hubiera levantado esas barreras de freno, habrías terminado con este juego hace años. El Lex Luthor que yo conocí habría acabado con el kriptoniano en el primer asalto.
- Interesante teoría.
- No es una teoría: es una certeza. Si no fueras tan previsible, ¿cómo sabría que el movimiento que has realizado en mi tablero de ajedrez es Alfil E6?

Luthor frunció el ceño; ese era exactamente el movimiento que había realizado y estaba seguro de que Laverne no había tenido la oportunidad de observarlo.

- Y si no fueras tan descuidado, si no estuvieras tan lleno de ti mismo, te habrías dado cuenta de que con ese movimiento perderás la partida en veintisiete movimientos.
- Impresionante. - Luthor estaba verdaderamente asombrado.
- Te conozco mejor que nadie, Lex. Sólo yo puedo destruir tus barreras mentales.
- ¿Qué es lo que quieres Laverne? ¿Qué me pides a cambio de venir conmigo a Metrópolis?



Star Labs. Instalaciones en Keystone City.

La doctora Kitty Faulkner [1] retiró la sábana que cubría el cadáver del hombre que había tratado de eliminar al doctor Miller [2] . Morillo hizo una mueca entre asqueado y asombrado.

- ¡Jesús! – Exclamó sin poder evitarlo.
- No fue Jesús quien le colocó un pequeño explosivo en su cerebro, Morillo. – Dijo la doctora Faulkner. – Esa ha sido la causa de la muerte.
- Pobre diablo. Casi me da lástima – Dijo Chyre.
- ¿Qué son esos implantes que tiene por todo el cuerpo? – Preguntó Flash.
- Esencialmente, dispositivos de comunicación y vigilancia. Todo indica que había agentes externos capaces de ver a través de las retinas de sus ojos y escuchar por sus órganos auditivos. La tecnología es muy avanzada: una variante de la usada por Brainiac. – La doctora hizo una pausa antes de continuar. - Pienso que le volaron el cerebro para que no pudiera inculpar a su jefe. Quien quiera que esté detrás de todo esto, no está falto de recursos.

Luthor había tenido acceso en el pasado a esa tecnología. No era ni mucho menos una prueba sólida, pero cada paso que daba parecía guiarle siempre hacia la misma persona: Lex Luthor. ¿Estaba alguien tratando de incriminarle?

- Gracias doctora Faulkner. – Dijo Flash. – Le agradezco que haya venido desde Phoenix tan rápido.
- Los amigos de Supermán son mis amigos, señor West… - Respondió Faulkner sonriente. – Además, crecí en Keystone City. Me alegro de ayudar en todo lo que pueda para encerrar al culpable de esta atrocidad.
- Más vale que tengamos un culpable pronto: la presión desde la oficina del alcalde está siendo brutal. – Dijo Morillo.
- La ciudad no está dispuesta a olvidar lo que ha ocurrido; la tensión se respira en el aire. Me cuesta admitirlo pero las patrullas ciudadanas están haciendo un trabajo excelente en las calles. – Dijo Chyre. – Jamás había visto una colaboración tan activa de la ciudadanía con la policía.
- Sí, el atentado ha calado muy hondo en el corazón de la gente de Keystone. Los ánimos están más calientes a cada minuto… En las calles ya se está empezando a hablar de “revolución”. – Dijo Morillo.
- ¿Se sabe algo de Hunter Zolomon? – Preguntó Flash.
- Acaba de regresar de un congreso en Metrópolis. Ha cogido el primer vuelo hacia aquí al enterarse de lo ocurrido. – Dijo Morillo.
- Bien, nos hará falta toda la ayuda de la que podamos disponer. – Dijo Flash. - ¿Cómo va la investigación del doctor Miller? ¿Sabemos ya a qué raza pertenecían los alienígenas?
- El doctor Miller sigue estudiando archivos y fichas… - Dijo Faulkner. – Va a ser un trabajo duro: quizás le cueste semanas.

En ese instante, el doctor Ronald Miller entró en la sala visiblemente excitado y respirando con dificultad.

- ¡Lo he descubierto! – Dijo incapaz de contenerse. – Ya sé de dónde procedían esos alienígenas...

En su mano, llevaba una tarjeta plastificada en la que podía leerse la leyenda “THANAGAR”.

Continuará...


Referencias:
[1] La doctora Faulkner es el alter ego de “Rampage” y ha aparecido multitud de veces en los cómics de Supermán entre otros.
[2] En Flash: Utopia Perdida (I)



2 comentarios :

  1. Reseña del 1 de Mayo de 2006 (Raúl Peribáñez):
    Pues nada, para mí de lo mejor que publicamos ahora mismo en la línea DC. Esta serie continúa allí donde lo dejó Geoff Johns en el número 190 y pico (hablo de memoria), respeta ciertas cosas de aquella época (como el embarazo de Linda Parker). A diferencia de Johns la serie no tiene como villanos a los Amo del Tiempo, Capitán Frío, etc. sino que se centra en un argumento completamente distinto. Tenemos a Lex Luthor de gran enemigo (genial la caracterización del personaje, de verdad, y con unos diálogos muy naturales), unos extraterrestres bajo la comisaría de Keystone (atención al final...), los problemas sentimentales entre Wally y Linda... Ya digo, me gusta bastante.

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  2. Reseña del 8 de Mayo de 2006 (The Stranger):

    Cuarto número de una de mis series preferidas de AT y una de las mejores en mi opinión y más desde que que trabajan juntos en ella Imanol y Jeronimo, los dos mejores escritores de DC-AT del 2005.

    El número es magnifico en mi opinión. Las escenas que más me han gustado han sido cuando Luthor se carga a su subalterno y la de Flash con La Liga de la Justicia, sobre todo esa genial intervención de Batman que le define completamente. Tenmos a un Batman borde y totalmente oscuro, como a mi me gusta. Por otro lado, Luthor como villano definidisimo y su charla con la anciana...no podría ser mejor, sobre todo las razones que da la mujer por las cuales Luthor aun no ha vencido a Superman. Y ese final de número...eso si que es dejar con la miel en los labios...

    Por otro lado, el número se me ha hecho mas corto que el anterior o lo mismo se me ha pasado muy rapido. Lo de Luthor con el subalterno muy bien, pero tiene tanta pinta de villano clasico matando su su esbirro de turno...y por otro lado, quejarme por la regularidad. ¡Con esos pedazo de finales la regularidad no puede ser bimestral!

    La portada bastante chula. Es una imagen cogida donde aparecen todos los Flash con todos sus trajes(no sé si falta alguno). Muy efectiva y bastante chula.

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