Superman nº 13

Título: La Muerte irrumpe en los salones del cielo
Autor: Jose Luis Miranda
Portada: Jose Angel Pater
Publicado en: Abril 2006
Enviado a la Tierra desde el moribundo planeta Krypton, Kal-El fue criado por los Kent en Smallville. Ahora como un adulto, Clark Kent lucha por la verdad y la justicia como...
Creado por Jerry Siegel y Joe Shuster



El mago Shazam se sentaba apesadumbrado en la Roca de la Eternidad. Desde aquel confín en el límite del tiempo, podía ver diferentes futuros posibles. Shazam llevaba siglos caminando por la Tierra y en todo ese tiempo había aprendido a apreciar a muy pocas personas. La que más quería era, sin duda, Billy Batson. Aquel crío al que había otorgado la sabiduría de Salomón, la fuerza de Hércules, la resistencia de Atlas, el poder de Zeus, el valor de Aquiles y la velocidad de Mercurio. Batson, quien al pronunciar el nombre del mago, Shazam, se convertía en el mortal más poderoso de la Tierra: el Capitán Marvel.
Hoy era el día de la desgracia. Sus visiones le mostraban al Capitán Marvel al borde de la muerte. Unas veces, su protegido conseguía la victoria, otras era su enemigo quien le derrotaba. Pero, en una tercera visión, el Capitán Marvel, no sólo era derrotado, sino que perdía la vida. La preocupación de Shazam era tan grande, que planteó la posibilidad de interferir en el correr del tiempo para salvar a su pupilo. Los poderes del universo reunidos en el concilio de la Quintaesencia, al que pertenecía Shazam, (un Guardián del Universo, Zeus, el Alto Padre, el Fantasma Desconocido, un Señor del Orden, un Señor del Caos) (1) negaron tal posibilidad. No sólo tenía prohibido modificar el tejido del tiempo, tampoco podría utilizar su conocimiento del futuro para actuar y evitar las cosas pronosticadas. Ya se había hecho en más de una ocasión y los resultados habían puesto en peligro la vida del universo. De incumplir esta voluntad sería expulsado del concilio y desterrado. Y dependiendo de las consecuencias de su acción, el castigo de la muerte no se descartaba.
Mientras en Fawcett City, Billy Batson entrevistaba, en la emisora Radio Whiz, al mejor jugador del equipo local de baloncesto, Carson “Eagle” Welles. De repente, un aviso urgente del director del programa detuvo la entrevista. Un edificio había sido golpeado en su base y se estaba tambaleando. Aunque se estaba desalojando todavía permanecían en su interior más de un centenar de personas. No se conocía la causa de la desgracia. Batson aprovechó que el director pasó a dar la noticia, para salir del estudio corriendo. No había pisado el callejón cuando pronunció la palabra mágica:
- ¡¡SHAZAM!!
Al instante, un majestuoso rayo caía del cielo bañando por completo a Billy. Un segundo después, era el Capitán Marvel quien volaba rumbo al edificio herido. Poderoso, con su traje rojo, la capa blanca y el rayo amarillo reluciente en el pecho.
En apenas diez segundos, Marvel se encontraba frente al edificio. Observó la situación. Los pilares centrales estaban dañados. Parecía como si un poderoso puño los hubiera golpeado dejando lo suficiente para que no se viniera abajo todo el bloque. Debía reforzarlos y solucionaría el problema. De momento, se situó bajo la zona dañada y la sostuvo con una mano. Gritó a la policía que primero desalojaran el edificio. Cuando todos hubieran salido se pondría manos a la obra para reparar el daño.
Zod, observaba desde el cielo. Sabía que en aquella ciudad estaba Marvel y esa era una forma tan buena como otra cualquiera de llamar su atención. No quería retrasar más el combate. Se introdujo en el interior del edificio y a supervelocidad golpeó con fuerza el pilar que sostenía Marvel. La casa se desmoronó como un castillo de naipes.
El Capitán Marvel no salía de su asombro. Intentó en vano sostener el techo. Quiso sacar a las personas que se desplomaban al vacío, pero en apenas segundos una enorme nube de polvo era lo único que restaba del edificio. Casi un centenar de víctimas quedaron enterradas entre los escombros. Muchos bomberos y policías que participaban en el desalojo del inmueble igualmente perecieron. Marvel, con toda su velocidad, apenas pudo salvar a una decena de inquilinos.
El Capitán seguía sin explicárselo. ¿En qué se había equivocado? ¿Calculó mal el tiempo que tenía? La sabiduría de Salomón le confirmaba que había tiempo de sobra. Una voz sonó desde las alturas. Era Zod:
- Yo soy el culpable. ¿No vas a castigarme?
- ¿Tú has sido el responsable? ¿Por qué?
- Para llamar tu atención.
- La tienes entera, monstruo. Vas a pagar cada una de estas muertes con tu vida.
- Ya era hora. Llevo esperando todo el día.
Shazam, en la Roca de la Eternidad, no pudo reprimir el llanto.

Capítulo 1.:Fortaleza de la Soledad.
En pleno ártico Lobo y Superman también iniciaban un combate. El intento de razonar de Superman había sido totalmente inútil ante la cerrazón de Lobo. Lobo golpeó a Superman con una rapidez endiablada. Una patada que impactó contra las costillas del héroe. Superman dio un paso hacia atrás. Intentó razonar una vez más, pero ya tenía a Lobo encima. Soportó cinco golpes en la cara. Cuando intentó cubrirse, recibió otros tantos en la espalda. Al volverse, Lobo estaba otra vez delante propinándole, con toda su fuerza, una patada al cuello que dejó sin respiración al hombre de Krypton y le catapultó contra la pared de enfrente.
Lobo estaba furioso. Quería pagar su anterior derrota. Saldría de allí con la cabeza del kryptoniano entre las manos. Superman se dejó de contemplaciones. No podía razonar con él y no iba a quedarse quieto mientras aquel loco le golpeaba sin cesar. Sopló y forjó un muro de hielo contra el que Lobo se estrelló. Emitió a plena intensidad los rayos caloríficos atravesando el hombro de Lobo. Le agarró de la túnica que llevaba y le fracturó la nariz de un superpuñetazo. Lobo, al observar su sangre, aumentó su rabia golpeando a su adversario en la cara. Superman no dio un paso atrás y volvió a golpear a supervelocidad tantas veces como pudo. Ninguno cedía un ápice.
Un gruñido terrible hizo que ambos contendientes parasen un segundo. Era Krypto, el super-perro. Se abalanzó hacia el cuello de Lobo rasgándolo con sus colmillos. Lobo esquivó lo suficiente al can, de no haberlo hecho su garganta hubiera terminado en las fauces del animal. Aún así, el perro mostraba los dientes ensangrentados. Y se preparaba para volver a atacar.

Capítulo 2.
Julian Jurgens estaba esperando a la periodista del Daily Planet. Las entrevistas le aburrían, casi nunca las concedía. Pero, esta vez era Perry White quién se lo había pedido. Debía a Perry un favor de hace muchos años, cuando ayudó a su padre en una ocasión. Por tanto, nunca se negaba a que el Planet le entrevistara.
Jurgens tenía treinta y dos años. Era, sin duda, atractivo. Medía metro ochenta, era moreno y tenía los ojos verdes. Además, era extraordinariamente rico. Su fortuna rivalizaba con la de Bruce Wayne y, como éste, era un auténtico filántropo. Entregaba cantidades ingentes de dinero a causas sociales, financiaba hospitales y centros culturales en zonas desfavorecidas. También, invertía en nuevas empresas, creando miles de puestos de trabajo.
Jurgens esperaba impaciente. Dormiría aquella noche en Metrópolis y tras la apertura de la fábrica al día siguiente partiría a su domicilio de Nueva York. A su lado estaba su secretario personal Doug Pitt. Jurgens hablaba:
- ¿Cuándo llegará esta periodista? Estoy deseando terminar la entrevista y acostarme. Quiero dejar esta ciudad cuanto antes.
- Julian, viene del Planet. Tú quisiste concedérsela.
- Cierto. Únicamente por Perry White. Ya sabes lo que hizo por mi padre.
En ese instante, llamaron a la puerta. Doug abrió y Lois entró en la habitación. Jurgens la miró y aunque no demostró cambio alguno en sus emociones, empezó a no parecerle tan mal la idea de quedarse en Metrópolis un par de días, al menos.
- Buenas noches, señor Jurgens- dijo Lois tendiéndole la mano. Me llamo Lois Lane, no le entretendré mucho tiempo. ¿Podemos comenzar?
- Su reputación habla por usted, Lois, ¿puedo tutearla?. Creo que el New York Times te hizo una suculenta oferta para trabajar allí.
- Dejar el Planet sería un paso atrás en mi carrera. Prefiero que no nos tuteemos. Señor Jurgens, ¿comenzamos?.
- Cuando usted quiera.
- ¿Qué le trae a Metrópolis?
Las palabras y los pensamientos de Jurgens empezaron a caminar por senderos diferentes. Jurgens contestaba mecánicamente, pero su cerebro estaba hipnotizado a causa de la mujer que tenía delante.
- Voy a inaugurar una nueva marca de ropa para mujer: Anvi.
(No me acuerdo, al verte has pasado a ser la única razón por la que me importa estar en esta ciudad)
- ¿Cuántos puestos de trabajo calcula que se pueden crear?
- Entre la fábrica y las dos tiendas que comercializarán la ropa..., calculo que... alrededor de cincuenta. Si las ventas acompañan abriremos más franquicias.
(Realmente no lo sé. Pero, me pregunto como brillarán las comisuras de tus labios recién pintadas de carmín.)
- ¿Hay más proyectos para Metrópolis?
(El único proyecto al que dedicaré mi vida será a desnudarte lentamente a la hora del atardecer. Te veré desnuda cuando los rayos del sol declinen. Besaré tu espalda desde la nuca hasta tus piernas. Lameré tu cuerpo con la lentitud de las horas. Quiero que gimas de placer cuando la luna brille en el cielo)
- ¿ Y en otras ciudades de los EE.UU.?
(Haremos el amor si quieres en Kansas, en Boston, en Washington... En otros continentes, si lo deseas. En un hotel de El Cairo que conozco, inmersos en un jacuzzi de casi veinte metros cuadrados de superficie. O si quieres en París, Madrid, Venecia, Berlín o Casablanca. Si es tu deseo haremos el amor en la luna)
- ¿Es cierto, el rumor de que va a comprar el equipo de baloncesto de Fawcett City?
(¿Y eso qué importa? Quiero oír tus rumores en la penumbra, el aceleramiento de tu respiración, el latido de tu corazón. Quiero recostar mi cabeza entre tus senos y escuchar el sentir de tu pulso. Quiero que grites mi nombre, que te vuelvas loca de deseo, de placer.)
- ¿También destinará un porcentaje de los beneficios a las causas sociales?
(Si tú me lo pides sí. Quiero que olvides al resto de los hombres con los que has estado.)
El secretario, Doug, interrumpió la entrevista. La televisión de la habitación narraba la destrucción que un monstruo estaba originando en unas calles de Metrópolis. Al parecer había aparecido de la nada, según algunos testigos en una especie de túnel místico. La criatura, sólo repetía una y otra vez, la misma palabra: Krakoom. Parecía loca, su fuerza era inmensa y estaba originando una destrucción terrible.
- Lo siento, dijo Lois. Ha sido un placer. Debo ver qué sucede.
Lois se levantó como un resorte. Sacó su teléfono móvil y llamó al de Clark. No obtuvo respuesta. ¿Dónde estás cariño, te necesitamos?
Cuando había salido de la habitación Jurgens habló:
- Es realmente preciosa.
- Creo que está casada con un escritor y periodista llamado Kent.- dijo Doug.
- ¿Desde cuando he sido un hombre celoso?
- Julian, por favor, ¿no intentarás ligártela?
- Yo nunca intento, yo consigo.
Ajena a la conversación, Lois había salido corriendo del hotel con la intención de coger un taxi y llegar lo antes posible al Planet. De repente, una náusea extraña le hizo parar. Tuvo que apoyarse en una farola y resistir las ganas de vomitar. La sensación fue breve. Lo suficiente para que Lois se preguntase a si misma:
- ¿Estaré…?

Capítulo 3.
- ¡Krypto, atrás!. Gritó Superman mientras se interponía entre Lobo y el perro.
- Maldito estúpido. ¿Crees que necesito tu protección? Mis heridas ya están sanando. Primero, te arrancaré la cabeza y, después, merendaré a tu perro.
- ¡Krypto, no te muevas!
El can no podía comprender la orden de su amo. ¿Acaso no estaba en peligro? ¿No debía protegerle?. Sin embargo, Krypto, sabía que no debía desobedecer a su amo. Así que permaneció parado viendo como los dos contendientes se enzarzaban ,de nuevo, en una batalla cuerpo a cuerpo.
Kelex, el robot guardián de la fortaleza sobrevoló el combate y anunció a Superman:
- Señor, lamento interrumpirle en esta situación, pero hay un conflicto de extrema gravedad en la ciudad de Metrópolis. Un ser enloquecido, que se autodenomina Krakoom, la está destruyendo. Las noticias hablan de decenas de muertos.
- ¿Muertes...? Por favor, Lobo, dejemos esto para después. Me necesitan en la ciudad…
Lobo ni siquiera escuchó. Se abalanzó sobre Superman y consiguió ponerse encima. Golpeó al kryptoniano varias veces en el rostro, con tal fuerza que le provocó heridas sangrantes. Pero, lejos de amilanarle, la visión de la sangre, renovó el ímpetu del Hombre de Acero. Se concentró y reunió toda su fuerza en un formidable superpuñetazo que tumbó a Lobo. Superman se levantó. Proyectó la visión calorífica a plena potencia fracturando la pierna izquierda de Lobo.
Sin descanso, le golpeó tres veces en el estómago. Lobo arrancó un enorme trozo de suelo con el que aplastó a Superman. Éste se quitó de encima la roca y volvió a golpearle.
La pelea era salvaje. Cualquiera parecía poder ganarla. Superman activó su visión de calor y la dirigió al cuello de Lobo. Instintivamente, el czarniano intentó protegerse deteniendo con ambas manos el rayo calorífico. En ese momento, Superman intensificó sus puñetazos. A toda velocidad, Lobo recibió un maremágnum de golpes. Se había convertido en un pelele en manos del kryptoniano. Por último, Superman se situó a la espalda de su enemigo y sostuvo el cuello de Lobo con ambas manos partiéndoselo con un horrible chasquido.
Lobo se desplomó sin fuerza, pero sus habilidades curativas volvían a ponerse en marcha. Empezó a mascullar palabras de odio, pero no podía moverse. Superman, sangraba por la cara y sentía como una de sus costillas se movía. La fuerza y resistencia de Lobo eran, sin duda, similares a la suya.
- Lobo, no aprenderás nunca. Tenerte aquí significa volver a pelear.
Lobo se retorcía, sus vértebras se estaban recolocando. Intentaba hablar sin demasiada fortuna:
- Malddd ... iii i... tttooo ... bbbooyy ... .sc ... .o ... ut, ttt ... eee ... ma ... ta ... ré .., vol...vee...e...r...eeee.
- Ya, Lobo, ya lo sé. Ya sé que volverás. Espero que de mejor humor.
Superman sopló envolviendo a Lobo en un bloque de hielo. Situó un pequeño cohete atado con tiras de hierro alrededor del témpano. Ordenó a Kelex que programara las coordenadas del cohete, rumbo al asteroide Gave (asteroide sin vida, al que tardaría en llegar el misil un par de horas). El hielo resistiría hasta entonces. Además, por lo que le decía su visión de rayos equis es el tiempo que tardaría Lobo en regenerar sus vértebras. Salió de la Fortaleza y pulsó el botón de la improvisada nave. El bloque de hielo que contenía al mercenario salió despedido hacia el citado asteroide. Superman cerró la Fortaleza, aunque dejó instrucciones a Kelex de que, si lo necesitaba, dejara salir a Krypto. Cansado y herido Superman se dirigió a toda velocidad a Metrópolis. En su cerebro bailaba la palabra Zod.

Capítulo 4.
Krakoom había aparecido desde Apokolips. El zumbido del chip insertado por Darkseid le había robado todo raciocinio. No podía pensar, no era consciente de los horribles actos que estaba cometiendo. Sólo pronunciaba su nombre una y otra vez mientras mataba. Apenas habían pasado unos meses desde el ataque de Metallo (2) y este caos era mucho mayor. Muchos recordaban la vez que Doomsday irrumpió en Metrópolis.
Carla Jenkins cumplía diez años ese día. Salía corriendo de la tienda donde había comprado la muñeca que su madre la había prometido, cuando un zarpazo de Krakoom segó su vida en un instante. Era la decimotercera víctima.
Los padres de Carla, Walt y Louise, no tuvieron tiempo de llorarla, un coche que Krakoom había lanzado impactó contra la tienda. El golpe afectó a una tubería de gas y el local se convirtió en un infierno llameante. Junto a los padres, perecieron otras diez personas en el incendio. Ya sumaban veinticinco fallecidos.
John Mulligan era un reverendo protestante. Todos los sábados quedaba con su amigo Peter Mc Donnell, sacerdote católico. Debatían, acompañados de un par de cervezas, sobre teología. Los cristales del bar estallaron ante el empuje de Krakoom. Mulligan y McDonnell quedaron ensartados por mil cristales. Ya sumaban cuarenta y nueve víctimas.
Joe Baker había llevado a su familia al centro, Krakoom destrozó su coche en segundos. Lanzó su aliento corrosivo y asesinó a los cuatro miembros de la familia y a un cuarto que llevaba cinco meses de gestación. La cifra subía a sesenta víctimas.
Willian Page, era un joven bombero. Scott Watkins un joven policía. El primero murió al rebotar una bala en el cuerpo de Krakoom, el segundo directamente al ponerse a su alcance. Setenta y tres fallecidos.
Krakoom estaba enloquecido. Su fuerza, su aliento de fuego, su agilidad, todo se ponía al servicio de la muerte y la destrucción.
Perry White y Jimmy Olsen lo observaban todo desde una ventana del Daily Planet. En eso llegó Lois:
- ¿Qué es esa cosa, Perry?
- No lo sé. No tengo ni idea. Pero es como el día de Doomsday. ¿Dónde demonios se encontrará el chico de azul?
- No lo sé, Perry, pero sabes que vendrá en cuanto pueda.
- ¡Señor White. Mire, en el cielo!!, gritó Jimmy.
- ¿Por el fantasma del Gran César? ¿Qué demonios es eso...? Parece un pájaro, un avión...
- ¡No! ¡¡Es... Superman!!- volvió a gritar Jimmy.
El Hombre de Acero había irrumpido a toda velocidad en el cielo de Metrópolis. No se encontraba en su mejor momento, la costilla le dolía y la cara seguía amoratada. Pero nada de eso importaba. Ya descendía dispuesto a evitar que aquel monstruo segara una vida más.

Epílogo.
Shazam seguía con la atención puesta en Fawcett City. Allí, Marvel y Zod combatían en una batalla digna de dioses. Pocos seres en el mundo podrían resistir ese castigo. Cada golpe que se propinaban hubiera destruido el Tibet. No cedían ni un paso. Ninguno quería esquivar golpes. Ni siquiera Zod pretendía usar sus otros poderes. Quería derrotarlo con la fuerza.
Marvel sintió que su labio estallaba y un chorro de sangre salió de él. Pocas veces había visto su sangre. Se rehizo con un formidable puñetazo, que también hizo sangrar a Zod. Por vez primera, desde su resurrección, Zod dudó. Hasta ese momento se había sentido completamente invencible. En aquel instante, le recorrió un escalofrío de miedo. ¿Y si era derrotado?
Enrabietado intensificó sus ataques. Empezó a emplear las técnicas de las artes marciales para golpear más y mejor a su adversario. Durante cinco minutos, el Capitán se vio en inferioridad. Cedía ante los impactos de su adversario y recibía todos los golpes del mismo. Nuevas heridas aparecían en su cara. Marvel se concentró y utilizó su poder de sabiduría. Empezó a estudiar los movimientos de Zod y a contrarrestarlos con nuevos movimientos. Pronto, la lucha volvía a estar nivelada y Zod recibía cuatro golpes en las costillas que le hicieron retroceder.
Zod comprendió que estaban igualados en fuerza y resistencia. Era hora de conseguir ventaja. Lanzó a plena potencia su visión calorífica directa a los ojos de Marvel. Gracias a la resistencia de Atlas no los perdió, pero quedó deslumbrado y ciego por un minuto. Zod golpeó con toda su furia y velocidad. Marvel cayó al suelo. Más de cien puñetazos llovieron sobre el Capitán. Éste mantuvo la calma. Agarró a Zod con fuerza y le propinó un cabezazo que abrió una nueva brecha en su rostro.
Los dos rivales rodaron por el suelo. Se levantaron. Se observaron:
- ¿Por qué haces esto? ¿Quién eres?- dijo Marvel.
- Un General. Cuádrate ante Zod.
Zod lanzó de nuevo la visión de calor ésta vez al cuello del héroe. Éste se llevó la mano a la garganta para protegerlo. Zod estaba ya enfrente de él, asestándole golpes. Marvel los devolvía con más furia. Zod no dejaba de pensar:
- Estamos muy igualados. No va a haber un claro vencedor. Además, estoy notando síntomas de cansancio. Si esto se alarga pueden venir sus aliados superhéroes y entonces mi plan fracasaría. ¿Cómo derrotarle? ¿Qué puntos débiles tiene?
Una luz se encendió en su cerebro. Tenía la manera de derrotarle. Zod le golpeó en el estómago con un movimiento de arte marcial que no había empleado. Marvel se hincó de rodillas. Recibió otros dos golpes en la nuca que le clavaron en el suelo. Pero, el Capitán, penetró en la tierra y emergió detrás de Zod pegándole con todas sus fuerzas. Era lo que buscaba Zod, separarse de él. Aprovechó el impacto para volar y sujetar a una de las mujeres que huía de la zona del combate. Cuando Marvel vio la escena se le partió el alma:
- Observa, Capitán.
La sostuvo fuertemente y le arrancó la cabeza sin esfuerzo arrojándosela a Marvel. Después, a supervelocidad sostuvo a otra. Marvel intentó reaccionar, pero Zod fue más rápido. Apenas estaban a tres metros uno del otro. Zod sostenía a otra mujer, que lloraba y suplicaba piedad:
- ¡Calla! Bueno, Capitán Marvel. La primera cabeza fue para que vieras que hablo en serio. Sigue mis órdenes si no quieres ver otra cabeza saltarina. ¡Tienes un segundo para ponerte de rodillas y rendir pleitesía a Zod!
- ¡Estás loco!
- No vas a tener otra oportunidad. No lo repetiré más, la cabeza de esta mujer está a punto de volar por los aires. Te restan seis segundos...
Marvel dudó, sabía que ni aunque se rindiera aquella mujer sobreviviría. De todas maneras, el plan de Zod era otro. Cuando vio vacilar a su enemigo, arrojó a la mujer al aire, sin previo aviso, por encima del héroe. El movimiento de éste fue instintivo: sin preocuparse de sí mismo se dio la vuelta para sostenerla. Zod aprovechó ese segundo de distracción para atacar. Su visión calorífica irradió la nuca del Capitán y empezó a propinarle golpe tras golpe. El cuello de Marvel se resintió. Zod empleaba toda su fuerza y toda su velocidad. Marvel intentó rehacerse, pero su preocupación estaba en la mujer que caía al vacío. Intentó volar para sostenerla, no pudo. Los golpes de Zod eran terribles. Por fin, desoyendo los alaridos de la víctima, intentó combatir, pero ya estaba en una posición de desventaja. Zod tenía todas las de ganar. Marvel había recibido en esos segundos más de un millar de golpes. En el momento en que perdía el sentido escuchó el impacto de la mujer contra el asfalto.
Zod no se quedó ahí. Siguió golpeándole sin cesar. Aunque Marvel estaba inconsciente. Zod arremetía contra el corazón, el cráneo, la nuca, los ojos... Aquellas partes más sensibles. Algunos policías empezaron a disparar sus armas, aunque las balas rebotaban sin que Zod las sintiera. Zod seguía golpeando. Los testigos quedaron mudos ante tal salvajismo. Zod continuaba con aquel martirio. Sus nudillos sangraban, tenía una o dos falanges de los dedos rotas, pero seguía golpeando. Golpeaba, con los codos, con las piernas, con los brazos, con las manos. Concentró su super oído en el pecho de Marvel y se dio cuenta de que su corazón había dejado de latir. Aún así, continuó castigándole sin ninguna misericordia. Más y más y más.
Por fin, se detuvo. Su aspecto era terrible. Parecía un ser salido del infierno. Sangrante, con varios huesos rotos, pero loco de alegría. Reía como un demente, estrepitosamente. Estaba desencadenado. De nuevo, varios policías volvieron a disparar. Zod, les miró con odio y sopló con fuerza provocando un auténtico huracán. Una vez acabó con la última resistencia, grabó su nombre al lado del cadáver de Marvel con la visión calorífica. Se alejó volando hacia el espacio. Debía reposar en la nave de Brainiac.
Shazam lloraba en su torre. No había movido un dedo para ayudar a su pupilo. No puedes intervenir, recordaba las palabras de los poderes más grandes del universo. No había intervenido. No puedes cambiar el Tiempo. No lo había cambiado. Ni siquiera podía castigar a su asesino.
El cuerpo de Marvel aún vivía. Aunque su corazón había dejado de latir. La vida no se había escapado de su interior. Faltaban pocos segundos. El corazón no bombeaba sangre. El cerebro debido a la falta de riego se apagaba. Aun así, y al igual que muchas cabezas decapitadas movían, por simple acto reflejo, ojos y lengua hasta que el riego sanguíneo se extinguía, el Capitán Marvel pronunció una simple palabra antes de expirar:
- Sha...zam...
El rayo inundó el cuerpo de Marvel convirtiéndolo en Batson. Sorprendido miró a su alrededor y sólo vio destrucción. Batson no sufría los daños de su otra personalidad. Se levantó y corrió asustado. No se atrevió a pronunciar de nuevo la palabra. Quizá el Capitán estuviese muerto en su interior.

Continuará...
____________________________
A la memoria de C.C. Beck,creador gráfico del Capitán Marvel y de Bill Parker su primer guionista.
Julio de 2005.
José Luis Miranda Martínez
jlmirandamartinez@hotmail.com

REFERENCIAS
(1) En JLA 29 usa, la Quintaesencia la forman los citados menos los Señores del caos y del orden. Son un añadido para este relato.
(2) Ver Superman Action Tales 9 y 10.

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