Catwoman nº 8

Título:Imperio Negro
Autor: Gabriel Romero
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Marzo 2009

Atrapada entre la espada y la pared, entre su presente como heroína y su pasado como criminal, Catwoman deberá prepararse para pagar el precio definitivo.

Anteriormente en Catwoman:  Selina Kyle ha cambiado mucho en los últimos tiempos.
La antigua ladrona se ha convertido en capo mafiosa de una de las principales familias de Gotham (la desaparecida Familia Esteven, con la mayoría de sus miembros exterminados por la propia Gata). La antigua villana se ha convertida en heroína, llegando a colaborar con la Liga de la Justicia y tener acceso a su Atalaya. La prostituta es ahora la máxima protectora del maligno barrio del East End, rebautizado Bulevar Bob Kane de la Ciudad de Gotham.
Pero los tiempos más duros aún están por llegar.
Porque una terrible coalición de villanos se ha reunido para hacerse con el mundo. Lex Luthor, Presidente de los Estados Unidos, ha convocado un sanguinario Escuadrón Suicida formado por villanos vengativos deseosos de cobrarse las vidas de los héroes.
Catwoman se encuentra a medio camino entre unos y otros
.


La besó como si le fuera la vida en ello, como si sólo el roce de aquellos labios rojos afrutados pudiera devolverle oxígeno a sus pulmones. La besó, y el regusto dulce que dejó en su boca le supo a triunfo y condenación. Había ganado. Había podido doblegar la mayor fiera de la jungla y su zarpazo, obligándola a reconocer la derrota y someterse a él. Pero al mismo tiempo, Slade Wilson, más conocido como Terminator, líder del nuevo Escuadrón Suicida de Lex Luthor, sabía que nunca podría librarse de aquellos ojos profundos y felinos, aquella pasión desatada y salvaje, aquel regusto dulce en la boca.
La estrechó en sus brazos, y se perdió en el delicado aroma francés de un cuello eterno de piel bronceada. Paseó sus manos ansiosas por aquella cintura de pelvis estrecha, por aquella espalda sinuosa, por aquellos hombros perfectos. Y decidió que, al menos esa noche, no iba a obedecer a más autoridad que sus bajos instintos.
La mujer se llamaba Selina Kyle, autodenominada Catwoman, dos horas antes cuando se encontraron en la fiesta privada del Embajador de Francia en América. Ella había acudido como una de las principales fortunas del país, no sólo por las muchas joyas que robó en toda su vida, sino más que nada tras absorber la mafia de transportes por carretera del desquiciado Marko Esteven (que, lo mejor de todo, era una fortuna legal). Él estaba invitado como Jefe de Seguridad Personal del Presidente Luthor. Dos personas dignas moviéndose entre los más ricos y famosos del país. Dos villanos buscando a quién clavar sus garras.
No se encontraron cara a cara ni un solo segundo, pero ambos sabían que estaban allí. Se movían, jugueteaban, sucesivamente convertidos en presa y cazador a lo largo de la fiesta. Se pasaron toda la noche esquivándose, sólo por el placer de escapar de alguien a su altura… hasta que intercambiaron una frase.
Una sola frase:

« En la batseñal. A medianoche.»

Y el resto de los humanos dio igual para siempre.


La besó como si le fuera la vida en ello, como si sólo el roce de aquellos labios rojos afrutados pudiera devolverle oxígeno a sus pulmones. La besó, y el regusto dulce que dejó en su boca le supo a triunfo y condenación. Había ganado.
Era una mujer única, una presencia eterna e imposible.
Él estaba acostumbrado a tener relaciones con mujeres, en unos casos para seducirlas y matar a alguno de sus seres queridos. Otras veces para matarlas a ellas. Pero esto no tenía nada que ver. Era un mundo diferente.
Algo más madura, más sabia, dueña de un cuerpo veterano que ganó muchas guerras y capturó a un sinfín de rehenes. Decidida, sin titubeos, segura de sí misma y capaz de todo. Una fiera salvaje, no un animal de compañía.
Una mujer, no una niña.
– Ha pasado mucho tiempo, Selina – le dijo observando Gotham y su oscuro perfil –. Y veo que no te ha ido mal.
– Tú tampoco has perdido estos años. De instructor de terroristas árabes en Mozambique, a Jefe de Seguridad de los Estados Unidos. Una buena ascensión.
– Esto es algo gordo, Selina. Luthor quiere terminar con los héroes, con todos, y paga increíblemente bien. Únete a mi Escuadrón Suicida y podrás convertirte en reina del imperio que crearemos.
– Pensaba que tú eras sólo “El Jefe de Seguridad”. ¿Y me ofreces un trono?
– Luthor tiene mi lealtad, si es eso lo que quieres preguntarme. No le venderé. Me ofrece el sueldo más cuantioso que he visto en mi vida, y además papeles de ciudadanía norteamericana. Ahora puedo moverme con libertad por cualquier país de la Tierra. ¿Crees que sacrificaré eso… incluso por ti?
– No me interesa tu dinero, Slade. Ya tengo todo el que necesito, por si no te has dado cuenta.
– ¿Y qué te interesa entonces, Selina? ¿Qué es lo que puedo ofrecerte?
– Nada. Mi preocupación fundamental es Gotham. He jurado proteger estas casas con mi vida. El Bulevar Kane es todo lo que defiendo, sus calles, sus gentes. Aún no he hecho nada. Hay tanto que arreglar, tantas cosas que pueden funcionar si realmente lo deseas. Y puedes estar seguro que lo deseo.
– Esas ideas son nuevas. ¿Ahora te has hecho una samaritana?
– No intentes reírte de mí, Slade. Siempre he pensado lo mismo, y lo sabes. De todo cuanto robé en mi vida he estado repartiendo millones a las casas de acogida, a los albergues para prostitutas y mendigos. Puedes decirme que viví con toda clase de lujos, lo admito, pero por cada dólar que gasté en visones y zapatos había diez dólares empleados en que esta gente viviera. Aunque sólo fuese un minuto más.
– No sé, a mí me pareces débil. ¿Quién te ha ablandado? ¿El murciélago?
Catwoman se giró como un animal invadido por la furia. Enseñó los dientes, mostró las garras y saltó sobre su enemigo. Slade Wilson se movió más rápido que el ojo humano, con sus capacidades aumentadas por encima del hombre común, y agarró las muñecas de la Gata. Selina intentó morderle el cuello, desgarrando su yugular con esos enormes colmillos de felino, pero Terminator era mucho más fuerte y veloz, y la redujo fácilmente en el tejado de la comisaría.
– ¿Ves esa señal? – le gritó el asesino, por primera vez mostrando su auténtica rabia –. Ésa es mi preocupación. Eso es lo que quiero destruir por completo. Me da igual la relación que hayas tenido con Batman, pero te juro que voy a aniquilarlo de una forma que ni siquiera Bane le hizo tanto como voy a hacerle yo. A él y a todos. A la Liga de la Justicia al completo, a la Sociedad y los Titanes, incluso a esos esquivos Outsiders que creen que saben algo de nosotros. Vamos a enterrar el mito, la imagen de falsa seguridad que le han creado a este mundo. La gente sabrá que no tienen a nadie que les proteja cuando hace falta de verdad. Sabrán que están solos… en nuestras manos.
Ella sonrió, y le besó con apasionamiento. Se sentía plenamente excitada.
Slade Wilson se perdió en aquellos ojos gatunos, y supo que jamás podría desear otra cosa mejor. Y hasta que no la poseyó en exclusiva no estuvo satisfecho.
El primer beso fue corto y húmedo, bañándole de su aliento cargado de deseo, llenándole de promesas de noches infinitas y amaneceres exhaustos, de una esperanza oscura y primitiva, del placer. El segundo beso fue mucho más largo, fue una puerta al Jardín de las Delicias y el pecado más viejo del mundo, convirtiendo a un temido general de cientos de batallas a sangre y fuego, en un desesperado pedigüeño que suplica su ración.
Slade Wilson necesitaba a esa mujer, más incluso que respirar, más que el alimento y la vida misma. Y hasta que no la tuvo en su poder, hasta que no le arrancó el lujoso vestido de noche y contempló su hermosa silueta bajo la luz de la luna, no pudo parar.
– No hay nada que yo pueda ofrecerte para que te unas al Escuadrón, Selina, pero ¿lo harás por mí? ¿Lucharás a mi lado una última batalla?
– Bueno… Tendrás que conseguir que me importes, querido. Hace mucho de aquello…
El terrible asesino de masas hundió el rostro bajo el suave mentón de la Gata, y supo que por una vez en la vida era feliz.



Al amanecer, Selina Kyle, la heroína y villana apodada Catwoman, contempló los primeros rayos de sol por encima de los rascacielos. El día había llegado a la Central de Policía de Gotham City, a la batseñal, y a su cuerpo desnudo y silencioso. Estaba sola. Respiró muy despacio, y las últimas gotas de sudor brotaron de su piel oscura y sedosa. Se sentía relajada. No había pensamientos negativos en su cabeza, no había tensión en sus músculos entrenados. Por un segundo, era feliz.
Y un segundo más tarde sus neuronas echaron en falta una dosis de nicotina. Y entonces recordó que los héroes no fuman.
Había probado el tabaco por primera vez a los diez años, cuando trabajaba en las calles del East End por unas pocas monedas. Su chulo la llevó a la mansión de un rico potentado de algún lugar del Medio Oeste, y él la invitó a una fiesta terrible donde sufrió su primera borrachera, donde llenó de humo sus pulmones y perdió la virginidad. Todo en la misma noche. Por aquel entonces ya habían muerto sus padres, ya se había fugado del corrupto orfanato donde la llevó el Gobierno, y estaba sola y perdida en una ciudad de tiburones. Los hombres la usaban, las drogas la convertían en esclava de los pocos dólares que obtenía cada noche, y su única salida fue vestir un traje sadomaso y robar las joyas más caras de Gotham. Y enfrentarse a Batman en una danza eterna de depredadores.
Una vez más, los hombres volvían a usarla, y ella estaba atrapada en una cárcel sin barrotes.
Batman había apostado por Selina y su capacidad para reformarse, había confiado en que podía regresar al buen camino y defender Gotham como él mismo hacía. Pero ella no era Batman, ni servía para convertirse en uno de sus agentes. Ella no era Robin, ni la Cazadora, no bailaba al son de los traumas infantiles del Murciélago, más bien era él quien bailaba al son de sus maullidos. Catwoman había asesinado a Marko Esteven, y a casi todos sus lugartenientes hasta hacerse con el poder absoluto en Gotham, y sabía que eso no le había gustado nada a Batman. Pero tenía que hacerlo. Tenía que vengarse de lo que le hicieron a ella. Y tenía que demostrar que era la Felina Fatal, no un asustado ratoncito movido por los hilos del Murciélago.
Terminator quería destruir justo ese mito, acabar con la imagen de todos los superhéroes y matarlos públicamente, retransmitir sus cacerías por televisión. Sólo así extendería el terror por el pueblo y los haría suyos. Sólo así el mundo le pertenecería realmente. Y a la vez, quería que la Gata se uniera a ellos para siempre, no porque la necesitase para conocer los secretos de Batman, no para entrar en la Batcueva y poner una bomba, sino para destruir la fe del Murciélago en la capacidad de Catwoman para hacer el bien. Si Selina volvía a ser una villana, Batman perdería la batalla por su alma. Y también, porque Terminator necesitaba demostrar que el Mal siempre será más poderoso que el Bien.
Una vez más, los hombres la utilizaban para sus propios fines, pero nadie la respetaba.
Catwoman rebuscó un diminuto teléfono móvil que aún guardaba en el bolso, y marcó un número que no existe en ninguna guía. Después redactó un breve e–mail y le adjuntó un enorme archivo de datos. E hizo click en “Enviar”.
Eso mero hecho fue el que decidió el bando en que se encontraría, y el destino que le aguardaba.
Cinco segundos después la llamaron de ese mismo número.
– Oráculo a C. Archivo recibido. Datos revisados y correctos. Esta información será muy valiosa para B.
– Me alegro, nena. Este invento que le agregaste a mi móvil es una maravilla. Grabó los datos del ordenador del traje de Terminator sin que él se diera cuenta. B tenía razón en que vendría a buscarme. Espero que le vaya bien.
De pronto, en mitad de una frase que quedaría inconclusa para siempre, una mano enorme sujetó la cabeza de la Gata y la estrelló contra una pared. Un pie se hundió bajo sus costillas y una rodilla le partió el labio en segundos. Trató de moverse, pero el canto de una mano aguda y cortante como el acero la golpeó en un antebrazo y partió cúbito y radio. Un codo le rompió la clavícula y el hombro contrarios. Unos dedos como puntas de cuchillo se clavaron en sus frágiles costillas, destrozándolas.
Cayó al suelo, indefensa, y una voz grave invadida por la furia la insultó.
– Eres una zorra, pero ya lo sabía. Esperaba que actuases de esta forma, y aun así te di la oportunidad de estar a mi lado. Tenías que elegir entre el Murciélago y yo… y veo lo que has decidido. Lo que no te quedó tan claro es lo que representamos, Selina: o estás de nuestro lado… o estás muerta.
Lo siguiente que ocurrió ya no pudo grabarlo en su cerebro consciente. El dolor y la tortura se agolparon en su cuerpo felino, mientras un hombre más rápido que su enemiga sentía la felicidad de arrancarle gemidos, y de hacer añicos su cuerpo. La sangre llenó el cuerpo de ambos, su sangre, y el crujido de sus pobres huesos pronto fue más intenso que sus propios gritos. Estaba perdida.
– No voy a matarte, gatita, no tengas miedo. Voy a dejarte con vida, para que todo lo que sufras recuperándote sea una imagen de lo que va a venir. Que tus compañeros superhéroes lo vean, y que ni siquiera los poderes de Flash puedan curarte a tiempo. Vas a sufrir… Vas a sufrir muchísimo…
Y ya no volvió a escuchar nada más.


Una hora después, Terminator llamó al mismo número de teléfono.
– Hola, Oráculo. Tendrías que ser más cuidadosa con a quién le das tus datos. Luthor ya te está buscando, aunque si te conozco bien, no será capaz de encontrar una mierda. Lo que sí podrás encontrar es a tu preciosa gatita, en la azotea de la Central de Policía de Gotham. Lo que no puedo asegurar es que te guste lo que hay. Digamos… que ha sufrido un… pequeño accidente. ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!
Una hora más, y Catwoman despertaba en la UCI del Hospital General de Gotham. Y lo que vio, de nuevo, fue el rostro preocupado de Bruce Wayne.
Ya no sentía dolor, pero sí la inmovilidad completa de un cuerpo destrozado.
– Tranquila… No intentes nada. Los médicos dicen que por ahora estás fuera de peligro, pero las lesiones han sido muy graves.
– Qué… Que me ha…
– Fue… Terminator. Ya le estamos buscando.
– Eso… ya lo sé. Qué… me ha hecho.
– Fue… un politraumatismo. Lesiones graves. Da igual de qué clase.
– ¡Bruce! ¡Maldita sea, dime qué demonios me ha hecho ese bastardo!
– Muy bien. Te rompió las dos piernas y los dos brazos. Fractura de ambos fémures, tibia y peroné. Fractura de húmero, cúbito y radio de ambos brazos. Fractura de costillas con volet costal. Rotura de diafragma con invasión de vísceras en el tórax. Fractura inestable de pelvis. Fracturas faciales diversas. Fractura de vértebras cervicales, con afectación medular leve. Y…
– ¿Y…?
– Después de todo eso… te violó.
La Gata respiró hondo. La furia bullía en su pecho como un terrible volcán en erupción. No la culpa, ni el miedo ni la indeterminación. Sólo la furia. Y el deseo de matar a Terminator.
– Selina… Lo lamento. Otra vez te toca a ti sufrir por estar asociada conmigo. No deberías ser tú quien esté tumbada en esa cama.
– Cállate. No voy a poder vengarme de Wilson hasta dentro de mucho tiempo, Bruce, así que te va a tocar a ti. Esto ya no es un juego con disfraces coloridos. Slade Wilson ha cruzado la línea, y ha convertido esta historia en una guerra. Estamos en guerra, Bruce, y yo soy sólo una baja. Así que tú tendrás que ser el general. Viste tu traje y tu capucha, Hombre Murciélago, y lidera a los superhéroes en el que va a ser su día más cruel. Golpéales tan duro como nos han golpeado ellos, y no tomes prisioneros. Hazlo por mí.
Bruce Wayne respiró hondo, y de su mirada desaparecieron la bondad y el cariño. Sus ojos eran duros y fríos como el metal, su cuerpo se puso rígido al instante, y su alma se oscureció por completo. Ya no era un apuesto millonario filántropo. Ya ni siquiera era humano.
Había vuelto a ser Batman, y no dejaría de serlo hasta cobrarse la piel de sus enemigos.
– Lo haré a mi modo, Selina… Pero lo haré.
Y así es como la batalla definitiva dio comienzo.

Fin 


¡Continúa en Superman nº 20!

1 comentario :

  1. Extraido de nuestro Libro de Visitas:

    WilliamDarkgates dijo: "Cuando pienso en Catwoman no puedo evitar recordar a la Catwoman de la serie de Adam West, luego mi mente saltar a la versión de Tim Burton, luego corriendo algo de riesgo para mis neuronas paso por la versión de Haley Berry; para luego evocar la Señorita Hattaway, que yo pensaba no daria la talla, pero al final me enamoro. Para por último evocar los pocos comics que leí sobre las Sirenas de Gótica. Curiosamente vemos a través de este recuento, como esta villana femenina y femme fatale, paso de ser eso, un adversario,para volverse en un interes romantico para Batman, y por ultimo un antiheroe y compañia. En esta serie de AT vemos los primeros pasos de la Heroina, quien ha decidido empezar por un nicho pequeño: El East End. Y como de buenas intenciones esta pavimentado el camino al infierno, CAtwoman vera que no puede alcanzar el estandar moral con el cual trabaja la comunidad superheroica y tendra que abrirse camino a su manera.

    La historia es interesante, y a pesar de tener 2 autores diferentes, no negaré que el personaje enamora. Tanto que aun deseo hacer algo con ella. La historia es sencilla y envolvente, las trama fluye entre flashback y momento historicos donde vamos comprendiendo como se desenvuelve la cosa y que tiene que ver su pasado con lo que ocurre ahora. Cual es la relación de Selina con Marko. Lo unico malo que le ví fue a) no pudo salir de la sombra de Batman, el personaje estaba allí para tutelarla, aunque también genero conflicto B) No me gustó la forma como actuo Batman/Bruce frente al accidente y la recuperacion, sobre todo en este último punto, el de Lady Shiva. c) no entendí que tanto hizo Shiva por Selyna. Aun así, no puedo negar que la trama funciona y no deja indiferente a nadie 100% recomendable. "

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