Flash nº 9

Título: Revuelta
Autor: The Stranger
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Febrero 2009

Tras los hechos de la anterior saga, Flash se mantiene dudoso ante su situación en Keystone City que se encuentra invadida por el ejercito de los Estados Unidos, bajo ordenes de Lex Luthor. ¿Logrará Flash volver a tomar las riendas de su vida? ¡Con más de un invitado especial!
Atrapado en un extraño accidente, al adolescente Wally West le alcanzó un rayo que lo bañó en una curiosa mezcla de productos químicos. Como a su mentor, su tío Barry Allen, se le concedió el don de la súper velocidad. Tras la muerte de su antecesor, y tras años de entrenamiento como Kid Flash, Wally ha heredado la identidad del velocista escarlata. ¡Hoy porta el legado del hombre más rápido del mundo! Hoy Wally West es...
Flash creado por Gardner Fox y Harry Lambert
Wally West creado por John Broome y Carmine Infantino

PROLOGO

Keystone City.
Robert Cohen, más conocido por la mayoría simplemente como Bobby, abrió la puerta del edificio que amenazaba con desplomarse y la cerró tras de si. Se volvió y miró a los dos jóvenes que flanqueaban la puerta, quienes asintieron al verle. Bobby asintió y se dirigió hacia el salón de aquella casa en ruinas que tenía dos plantas. Saludó con un intento de sonrisa a las dos chicas que hablaban animadamente en las escaleras que conducían a la segunda planta de la casa. Al entrar en el salón, dos chicos se levantaron, para darle la bienvenida. Una chica se levantó, espero a que Bobby saludase a sus amigos y corrió a abrazarle.
-Pensé que te había pasado algo- murmuró la joven de pelo largo y rubio.
-Ya te dije que solo iba a ver dónde se había metido Jimbo- Bobby apartó la cabeza levemente y sonrió a su novia, Jessica-. Hace dos días que no le vemos y estaba comenzando a preocuparme.
-Lo sé, pero todos piensas aquí que le ha pasado algo- Jessica acarició el pelo de su novio con ternura.
-¿Ya estamos otra vez?- protestó Bobby.
-Lo hemos estado discutiendo- añadió uno de los chicos que le había dado la bienvenida, llamado Clark-. Jimbo no es de los que se largan así como así. Le ha pasado algo.
-Teorías conspiradoras- Bobby rió-. ¿Estamos en Expediente-X y no me he dado cuenta?
-Ríete todo lo que quieras, amigo- Clark se puso más serio aún-. Pero se oyen muchas cosas por toda la ciudad. Al gobierno de Luthor no le está gustando nada lo que está pasando por aquí.
-¡Ese es nuestro enemigo, Clark!- Bobby se separó de su novia, quien no se apartó demasiado de su lado-. ¡No yo, ni los demás! ¡Luthor es el enemigo! ¡Por eso nos manifestamos!
-¿Por eso nos escondemos?- preguntó Clark-. ¿Por qué no hay nada que temer? Deja que lo dude.
-Ya has usado ese argumento otras veces- añadió Jessica.
-¿Contestado?- Bobby negó levemente con la cabeza-. No nos escondemos. Simplemente... mira, ya sabes que nuestras manifestaciones son algo más que unas cuantas pancartas y hacer un poco de ruido. Lo que ha hecho Luthor, lo que está haciendo y lo que puede hacer no debe ser permitido. Este sitio es perfecto para preparar nuestras reivindicaciones. Cada vez somos más y nos haremos oír.
Bobby se volvió hacia todos aquellos que les escuchaban y a los que habían entrado en el salón, alertados por la discusión.
-¡Nos haremos oír!- exclamó Bobby a sus compañeros.
Los demás comenzaron a gritar y apoyar a su compañero y amigo.
-¿Cómo se ha hecho oír Jimbo?- preguntó Clark.
-Jimbo está bien.
-¿Sabes quién es Lex Luthor, Bobby?
-Es un dictador que consiguió hacerse con nuestro país. Un error que ahora vamos a enmendar.
-Lex Luthor...- comenzó a decir Clark antes de ser interrumpido por su amigo.
-Las manifestaciones son cada vez más numerosas, más frecuentes y con mayor número de personas. Somos cada vez más, todos saben lo que ha hecho Luthor y lo que está haciendo. ¿Presidente de los Estados Unidos? Tengo noticias de que no somos la única ciudad que se está movilizando, porque así estará Keystone dentro de un mes si sigue así: movilizada contra Luthor. ¿Qué crees que va a hacer?
-No sabes quién es, Bobby- musitó Clark.
-Solo sé que no hay que tenerle miedo, Clark- Bobby se volvió hacia su novia y ambos sonrieron-. No nos pasará nada. Jimbo y los demás están bien, no los han hecho desaparecer en plan CIA. Al fin y al cabo, Luthor es solo otro político más que pasa por la Casa Blanca y debe responder ante las leyes.
Clark abrió la boca para responder y antes de que un solo sonido saliera de su boca, la cerradura de la puerta de la casa saltó en pedazos, cayendo la puerta hacia el interior de la casa y entrando en ella multitud de hombres con uniforme militar. Los chicos comenzaron a gritar y a correr despavoridos, mientras los soldados les perseguían, con las armas alzadas.
-¡Te lo dije! ¡Te lo dije! ¡Te lo dije!- gritaba Clark buscando cobijo antes de que un soldado le apuntase con su rifle y loe pegase a la pared junto s sus compañeros. En cuestión de minutos de caos, los militares tuvieron controlados a todos los jóvenes contra las paredes de la casa. Un militar grande y fuerte, que tenía varias condecoraciones en su pecho y llevaba una boina roja ocultando su cabeza calva, entró en la casa. Con un gesto, hizo que varios soldados tapasen con sus cuerpos vigilantes la entrada mientras él se internaba en el salón.
-Un buen grupo de niñatos asquerosos que no saben valorar lo que este país y su presidente les ha dado. ¿Eh?- el enorme militar comenzó a observar las espaldas de los jóvenes-. ¿Y vuestro líder? Vuestro organizador... quiero al causante de toda esta pequeña revuelta. Al que ha hecho que confeccionéis esos carteles asquerosos y os tiréis a las calles de esta ciudad para protestar contra nuestro presidente.
Bobby alzó una mano a pesar de la mirada de protesta de su novia. Un soldado dio la vuelta a Bobby de manera violenta. Jessica fue a evitarlo, pero el militar fornido le sacudió un guantazo, aplastándola de nuevo contra la pared.
-¡No puede hacer eso!- gruñó Bobby enfadado.
-Claro que puedo- el militar señaló sus condecoraciones-. Teniente Coronel Charles Winters del ejercito de los Estados Unidos de América. A las ordenes del presidente Luthor. ¿No sabías que ha declarado la ley marcial en esta ciudad, chico? Ahora nosotros mandamos aquí.
El militar sacó una pistola y disparó a Bobby en la frente ante el horror de todos los demás, en especial su novia, que en pocos segundos comenzó a tener un ataque nervioso.
-Lleváosla y a los demás- Winters guardó su pistola-. Tirad esta basura por ahí, con los demás. Que todos desaparezcan. Después comenzaremos a trabajar en la protección de esta ciudad.


Tres días después.
Leonard Snart se inclinó sobre su arma, sentado como estaba en una de las sillas que había alrededor de la mesa de su apartamento y comenzó a ajustarla por si surgía alguna emergencia. Lex Luthor podría necesitarle en cualquier momento y le gustaba estar listo para cualquier rápida eventualidad que necesitase sus habilidades lo más velozmente posible. Le habían pagado para seguir a Luthor y era todo un profesional o, al menos, así le gustaba considerarse.
Un leve sonido hizo que echase un rápido vistazo desde donde estaba a la puerta de su apartamento, sin encontrar nada extraño, pero Leonard Snart, más conocido como Capitán Frío, no había llegado tan lejos en su carrera criminal siendo despistado. Sabía que había oído algo y creía saber quién era concretamente.
Siguió ajustando su pistola que conseguía el cero absoluto y al levantar levemente la cabeza de su trabajo, contempló a Deathstroke frente a él. Snart sonrió mientras seguía preparando su arma, dando poca importancia a la presencia de aquel temible villano.

-Hay trabajo que hacer, Snart- murmuró Slade Wilson.
-Algo he oído- Snart señaló el televisor apagado en una parte del salón de su apartamento-. ¿Tiene que ver con Keystone City?
-Y con Flash. Tienes que matarlo.
-Ya era hora- Snart alzó su pistola, observándola con una sonrisa-. Puesta a punto. ¿No es preciosa?
Deathstroke no contestó. Era hombre de pocas palabras y menos amigos. Ni Snart lo era para él ni deseaba tener una charla amistosa.
-Revueltas en Keystone por todo lo que ha liado Luthor y de repente, el ejercito ocupa la ciudad de un extremo a otro- siguió diciendo Snart terminando de limpiar la pistola con un trapo-. Ya no hay revueltas, ya no hay manifestantes y el ejercito de Luthor ocupa toda la ciudad.
-El ejercito de los Estados Unidos- añadió Slade.
-Eso es lo mejor- Snart soltó rió, divertido-. ¡El ejercito de los Estados Unidos en manos del mayor criminal que ha visto este planeta! ¡Tiene el poder de sitiar toda una ciudad, de llenarla de soldados que organizan masacres en sus calles y que no le pase nada! ¡Viva el imperio de Luthor! ¡Viva! ¿Qué te parece?
-No me parece nada- gruñó Deathstroke.
-No te parece nada- Snart observó con deleite su pistola mientras negaba con la cabeza por la respuesta de Slade-. ¿Situación de Keystone City?
-Luthor ha impuesto la ley marcial mediante el ejercito- informó Slade Wilson-. Prácticamente no quedan manifestantes ni revueltas. Las pocas que se hacen son disueltas por la fuerza y la violencia. Los manifestantes que quedan se ocultan a los ojos del ejercito que ocupa la ciudad por completo.
-Así que nuestro amigo Flash va a tenerlo difícil. Me encantaría verle la cara ahora.
-Tu misión consiste en acabar con Flash- siguió informando Deathstroke-. Entras en la ciudad y acabas con él. Puedes pedirle ayuda al ejercito, pero Luthor espera que acabes con él sin ayuda. Para eso se te ha pagado.
-Supongo.
-Yo, en cambio, no confío en que lo hagas.
Leonard Snart miró a Slade Wilson con seriedad. No le gustaba nada de nada que le recordasen sus antiguas derrotas y mucho menos, que se dudase de su profesionalidad. Algún día acabaría con Flash y presentía que con los cambios que iban teniendo lugar, ese día sería pronto.
-Menos mal que no eres tú quien me ha contratado. ¿Verdad, Slade?- escupió Snart-. El ejercito solo se entrometerá si quiere entrometerse. No le pido ayuda a nadie y mucho menos para acabar con el velocista. Flash es mío y solamente mío. He sido contratado para ese trabajo y así pasará. Entiéndelo tú y que lo entienda Luthor, el gran presidente que ahora quiere hacerse con el mundo.
-Aún así, se te ha asignado a un compañero.
-¡No quiero a nadie molestándome mientras acabo con Flash!
-¿He dicho acaso que tengas opción?
Snart miró su arma con atención, después a Wilson, volvió a mirar su pistola y sonrió a Wilson quien se tensó levemente. Sabía que lo que más quería Snart en aquel momento, aparte de acabar con Flash, era acabar con él mismo. Conocí al Capitán Frío, no tanto como otros en su profesión, pero le conocía y sabía que no se le podía subestimar. Leonard Snart era cauto, sigiloso, cruel, despiadado y un profesional, algo que también se consideraba él mismo. Puede que Snart no tuviera habilidades naturales ni poderes sobrehumanos, pero sí la suficiente sangre fría como para enfrentarse a él y no solo hacerle daño, sino incluso estar cerca de matarle. Otra cosa es que Snart quisiera comprobarlo.
-De quién se trata- se interesó Leonard Snart tras haber meditado si iba a matar o no a Slade. No solo no quería arriesgarse a morir antes de haber acabado con Flash y además, no le pagaban para matar a Slade, sino al velocista.
-Clayface. Se reunirá contigo en la entrada de Keystone City.
-¿Clayface? ¿Ese monstruo de barro que da problemas a Batman?
-Ese mismo.
-¿No había varios? ¿Cuál de ellos es?
-¿Importa eso?- escupió Deathstroke.
-Supongo que si no le importa a Luthor no me importa a mi- dijo Snart.
-Muy bien. El plan es que lleguéis de paisano. Para ti nada de trajes y Clayface puede convertirse en quien quiera. Una vez dentro de la ciudad, acaba con Flash. Clayface te servirá de apoyo.
-Todo saldrá bien- Snart guiñó un ojo a Deathstroke-. ¿Vale?
-Más te vale. Es importante para los planes de Luthor que el velocista caiga.
-Caerá- el criminal apuntó su pistola a la puerta de su apartamento e hizo como si disparase-. Esta vez caerá.
-Más te vale- repitió Slade Wilson-. Luthor no tolerará fracasos esta vez.
-Ya lo he visto en la tele. Todos esos manifestantes desaparecidos, esas revueltas disueltas mediante violencia, disparos y explosiones... la ley marcial impuesta en una ciudad norteamericana con todos esos ciudadanos disgustados, atrapados, viviendo sin libertad, asustados en sus casas, esperando a que el ejercito se les lleve en cualquier momento o a que sus casas exploten de repente. Da qué pensar. ¿No, Slade? ¿Qué te parece que Luthor se esté convirtiendo en un psicópata?
-No me parece nada.
-¿Nada? ¿Qué te parece que se vaya a convertir en el emperador del planeta?
-No me parece...
-Nada, nada- Snart le señaló con un dedo, sonriendo-. Lo sé, lo sé. Creía que tenías cierto honor, Slade. Ya sabes, ciertas prioridades en cuanto a tus trabajos. ¿Slade Wilson ayudando a Lex Luthor a matar a gente inocente? Toda una novedad.
-No estoy haciendo eso, Snart- gruñó Deathstroke.
-¿No?- Snart se levantó con una amplia sonrisa y comenzó a pasearse por su apartamento-. Ya sabes, todos te conocemos en nuestro... oficio.
-No sé dónde quieres llegar- Deathstroke comenzó a moverse hacia una ventana cercana-. Y no me interesa.
-Claro que te interese, de otro modo, ya no estarías aquí- Snart le señaló con la pistola, la cual movió con vehemencia-. Todos te conocemos. Sí, yo soy un profesional y puede que un asesino cuando las circunstancias lo requieren, como tú, pero todos hablamos de tu sentido del honor, del deber, de la justicia... no nos extrañaría nada verte un día contratado por alguno de los héroes de lugar. ¿Entiendes?
-Luthor me ha contratado y hago mi trabajo- respondió Slade encarándose con Snart.
-Admite que te ha contratado para que le ayudes a matar gente inocente- Leonard Snart no se asustó ante la cercanía de Deathstroke-. Todas esas personas muertas en Keystone y lo que le está haciendo al mundo no le debe sentar muy bien a tu amplia moral. ¿Verdad, amigo?
Snart esbozó una mejor de sus sonrisas antes de darle la espalda a Deathstroke con total descaro y siguió su paseo por su propio apartamento. Estaba disfrutando ampliamente de todo aquello y pensaba seguir unos minutos más.
-Lo has pensado. Dime que lo has pensado. Dime que has pensado que estás sirviendo a un chiflado que quiere hacerse con el mundo y que ahora puede conseguirlo y si para ello tiene que pasar sobre gente inocente, lo hará. Tú y yo somos profesionales, pero Luthor...- Snart se volvió hacia Deathstroke quien ya no estaba-. ¿Cómo demonios lo hace?
Keystone City.
“¿Qué he hecho?”
Wally West observaba como la gente corría de un lado para otro. Enseguida supo que eran personas perseguidas por el ejercito que había invadido las calles de la ciudad. Solo de pensar en que estaban haciendo lo que estaban haciendo con su ciudad, ya se ponía enfermo, pero lo que llevaba unos días pasando desde que comenzó con una velocidad inusitada, debía ser meditado, sobre todo después de los últimos acontecimientos.
“¿Qué he hecho con esta ciudad? Desde que comenzó esto he estado moviéndome más lentamente que nunca. He tratado de ayudar a toda la gente de la ciudad, pero el ejercito está por todas partes. La ley marcial, personas desapareciendo, masacres indiscriminadas, el ejercito personal de Luthor encargándose de aquellos que pueden estropearle lo que ha iniciado... ¿O lo que he iniciado yo?”
El joven comenzó a oír los disparos de fondo y supo que la ciudad volvía a necesitarle. Miró las caras asustadas de la gente que corría, mientras otras personas se escondían en los establecimientos abiertos en aquel momento o volvían a sus casas a toda prisa. Sin embargo, algo le paraba y no dejaba de ser una ironía que algo parase al hombre más veloz del mundo.
“¿Qué va a pasar a partir de ahora? Quise ayudar y sin embargo, está pasando todo lo que predijo Zoom. Puede que no de forma exacta, pero está ocurriendo. Luthor está más cerca que nunca de conseguir el poder absoluto, mi gente está en peligro, mi ciudad ya no es mía y estoy aquí sin hacer nada. Y todo por mi culpa... no hice lo suficiente para detener a Zoom y a Luthor y ahora pasa todo esto. ¿O es lo que tenía que pasar? ¿Voy a acabar tanto en el limite como para acabar siendo Zoom? ¿Me convertiré en lo que más temo o en lo más cómodo? Sería tan fácil comenzar a limpiar la ciudad de manera rápida y brutal. Tan fácil llegar hasta Luthor usando toda mi velocidad y matarle antes de que pueda pestañear, pero no quiero... no quiero convertirme en lo que más temo, en lo que he visto que puedo convertirme. ¿Qué hace que me convierta? ¿No hacer nada o hacerlo todo? ¿No hacer lo suficiente o hacer más de lo suficiente? La gente está sufriendo por mi culpa, pero tengo miedo de hacer algo y que eso provoque el cambio. Ya sea dentro de unos días o dentro de unos años... ya sea dentro de unos minutos o dentro de unos meses. No quiero convertirme en lo que he visto y que esta ciudad sea lo peor que pueda llegar a ser, pero tampoco quiero que Luthor salga impune y que los ciudadanos mueran mientras me autocompadezco”
Wally West asintió para si mismo y se adentró en un callejón cercano, dispuesto a ponerse su traje rojo y amarillo de Flash.
“No sé cómo acabará esto, pero no creo que por ayudar me convierta en un monstruo. Solo tengo que hacer lo que está bien y ahora mismo eso está claro: ayudar a la gente y librar a mi ciudad de ese ejercito”

En otra parte de la ciudad.
El hombre se levantó del sofá en cuanto el periodista Jack Ryder terminó su peligrosos reportaje sobre la situación de la ciudad. Era uno de los pocos periodistas, incluso podría ser el único, que quedaban dentro de la ciudad informando de todo lo que estaba sucediendo, desde la desaparición de manifestantes, hasta el fin violento de las revueltas, pasando por la implantación de la ley marcial o la invasión de la ciudad por el ejercito. El hombre apagó el televisor y comenzó a ponerse su traje de combate, dispuesto a salir a la calle e implantar algo de orden y justicia.
Había llegado a la ciudad hacía unos dos días, cuando aún se informaba de la situación con total libertad y cuando las manifestaciones eran lo suficientemente abundantes como para preocupar a Lex Luthor. Presintiendo que algo podría ir mal, había alquilado un piso y había trasladado su equipo hasta allí. No pensaba que fuese a tener tanta suerte como para estar en medio de todo cuando la ciudad se cerrase hasta tal punto que la gente que quería entrar en ella tenía suerte si solo recibía un aviso y poco más. Ahora, pensaba ser él quien diera los avisos. Eran muchos, era el ejercito y pensaba en si usar armas letales o no, pero la pregunta que más le perseguía era... ¿Dónde estaba Flash, el protector de aquella ciudad?
Comenzó a ponerse el traje y a preparar sus armas para salir en cuanto pudiese. Lo último que se puso era el casco azul con la enorme “V” roja pintada en él. Si Keystone City no tenía un superhéroe sí que tendría un salvador, alguien que impartiese justicia donde no la había. Tendría un vigilante.

Pensó en que su primer objetivo podía ser desatar el caos entre las filas de los soldados, mientras salvaba a los ciudadanos que pudiese e intentaba crear una entrada en la ciudad. Ir a por los camiones de armamento y suministros podría ser lo más indicado. Pensó en que Jack Ryder estaría por allí, en peligro. No estaría mal rescatarle de paso.

Carl Burbank soltó levemente la cámara que llevaba al hombro al suelo y corrió hacia Jack Ryder, quien estaba asomando la cabeza por el callejón en el que estaban ocultos.
-¡Joder, Jack!- exclamó el cámara-. ¿Quieres hacer que nos maten?
-Quiero conseguir la noticia de noticias- le respondió Ryder quitándose de encima a Carl.
-Que nos maten- gruñó Carl Burbank-. Esa será la noticia.
-Vamos, amigo. Probablemente seamos los únicos que están informando de todo esto. ¡Ya puedo oler el Pulitzer!
-Jack, por esa razón nos estarán buscando por todas partes. ¡Cómo nos cojan...!
-No nos cogerán- Jack Ryder no dejaba de tomar notas en su libreta mientras vigilaba la calle con cuidado-. Ahora mismo está todo despejado. Deberíamos salir ahora y correr hacia un sitio más seguro.
-¡Querrás decir hacia un sitio más cercano a los militares!
-Estás comenzando a entender este juego- Ryder sonrió ampliamente-. Si no sangras, no hay gloria, Carl.
-No me gusta sangrar- respondió el hombre recogiendo su cámara del suelo-. Y menos aún sangrar desproporcionadamente.
-¿Estás listo, Carl?
-¿De verdad me estás diciendo que vamos al lugar de donde vienen los disparos?
-Claro- Jack Ryder miró de nuevo a un lado y a otro de la calle antes de salir-. ¡Corre!
Ambos hombres corrieron calle arriba, notando como los únicos sonidos que se oían eran los de los disparos a lo lejos. La calle estaba totalmente desierta, como si fuesen los únicos habitantes de un mundo sin personas y corriesen a buscarlas, desesperados por ver vida humana aunque fuese la de los militares que querían verles muertos. Pese a todo, Jack Ryder no estaba realmente preocupado. ¿Cómo iba a estar preocupado cuando en su interior tenía una criatura que deseaba ser liberada en cualquier momento? Una criatura de gran poder, que le daba grandes habilidades. Creeper deseaba ser liberado.

Ninguno de los dos hombres se dio cuenta que otros dos hombres vestidos con uniformes militares, les habían visto a lo lejos, desde donde ellos no podían localizarles.

El teniente coronel Charles Winters salió de la tienda de campaña de aspecto militar y recibió a los dos jóvenes soldados que saludaron pertinentemente antes de ponerse a hablar.
-Informen- ordenó Winters.
-Hemos perdido un camión de suministros y varios hombres en la explosión del mismo, señor- informó uno de los jóvenes soldados.
-¿Cómo ha ocurrido eso? ¿Manifestantes?
-Alguien nos atacó desde una azotea. Iba bien preparado.
-Una azotea...- Winters se rascó la barbilla-. ¿Sabéis algo de Tango Cuatro?
-El campamento Tango Cuatro parece haber perdido todas sus armas y municiones- respondió el segundo soldado que aún no había hablado-. Vengo de allí. Dicen que pasó de repente, casi sin que lo viesen.
-Eso cuadra más con la ciudad en la que estamos- Winters sonrió de manera siniestra-. ¡Coged un par de armas y formad aquí de inmediato! ¡Os enviaré junto a un grupo bien surtido de armas para seguir vigilando la ciudad de arriba abajo! Creo que sé quién está haciendo esto y...
De repente, Winters escuchó de fondo un gran alboroto. Vio como los soldados miraban sorprendidos, dejaban lo que estaban haciendo y comenzaba a reunirse y coger sus armas. Winters observó, sorprendido, como una especie de marabunta de gente se acercaba hacia ellos. Todos parecían ir armados con bates de baseball, tubería de acero, cuchillos de cocina, tablones de madera, cócteles molotov fabricados de manera casera.
-Deben estar de coña- murmuró Winters-. No pueden pretender atacar nuestro campamento base. No un grupo de amas de casa y funcionarios.
La mayoría de los soldados que se hallaban en la base, pasaron del estupor inicial a la confusión por no saber qué hacer exactamente. Muchos comenzaron a mirar a Winters, su superior, esperando las ordenes precisas que les dijesen qué hacer exactamente. El teniente coronel Charles Winters siguió observando la turba que se les acercaba, soltó un par de risitas orgullosas y miró a sus soldados.
-¡Quiero ver cómo cogéis vuestras armas y formáis aquí delante! ¡No quiero ver a esa escoria a menos de diez metros de nuestro campamento! ¡Formación ofensiva-defensiva tres ya! ¡Moveos, moveos!
Todos los soldados comenzaron a moverse como si sus propias madres hubiesen dado la orden. En cuestión de escasos segundos, todos formaban varias largas filas que apuntaban hacia los ciudadanos que se acercaban a ellos. De lejos parecía como si un muro humano fuese a chocar contra otro muro humano, con la única diferencia de que uno de esos muros humanos podía disparar al otro desde lejos.
-¡A mi orden, fuego a discreción!- Winters se encontraba justo en mitad del muro humano de soldados a sus ordenes-. ¡No quiere ver titubear a nadie! ¡Si hay alguien que piense hacerlo que se vaya con ellos y reciba nuestra furia o, en todo caso, que lo diga ahora y se enfrente a un consejo de guerra!
La turba llena de furiosos ciudadanos de Keystone City seguía acercándose hacia los numerosos soldados que les esperaban con las manos en alto. Winters se relamió los labios al pensar en lo que iba a pasar en cuanto bajase su mano, dando con ese gesto la orden de disparar contra todo lo que tenían delante.
-¡Preparaos! ¡Fuego a...!
Antes de que pudiera terminar de dar la orden, toda la fila de soldados cayó al suelo ante sus ojos. Sorprendida, la turba se paró de repente. Winters se quedó helado al ver como el ingente número de soldados que allí había se habían caído de golpe y sin razón aparente, aunque sabía que sí que había una razón: había visto un borrón rojo pasar justo frente a él. Casi imperceptible, pero lo había visto.
-¡Levantaos y matar a esa escoria!- volvió a gritar Winters.
Sus soldados se levantaron lo más velozmente que pudieron y antes de que pudieran alzar sus armas contra las personas que tenían frente a ellos, se dieron cuenta que ya no tenían dichas armas entre sus manos. Comenzaron a mirarse entre ellos y a susurrar. Unos cuantos miraron a Charles Winters, preguntándole con sus ojos qué estaba pasando allí.
-Tranquilos, soldados- Winters se abrió paso entre sus hombres hasta el enorme espacio que había entre ellos y aquella turba furiosa que se había detenido, sorprendida ante lo que estaba pasando-. El presidente Luthor ya nos previno contra esto.
Winters fue a sacar su pistola reglamentaria cuando, antes de que se diera cuenta, no solo la había perdido, sino que había recibido un par de puñetazos en plena cara que le hicieron sangrar por el labio inferior. Charles Winters se limpió la sangre, la miró en su mano izquierda y sonrió. Todo había pasado en cuestión de un segundo o ni siquiera eso y puestos que estaban en Keystone y no en Metrópolis, no había que ser muy listo para saber quién había sido.
-¡Velocista!- comenzó a gritar Winters quitándose el chaleco que llevaba encima lleno de bolsillos-. ¡Velocista, sé que eres tu! ¡Ya era hora de que salieras! ¡¿Has estado ocupado?! ¡Ocupado mientras tomamos tu ciudad y tu gente muere! ¡Que vergüenza!
Winters recibió veinte puñetazos en la espalda antes de que pasase un solo segundo. El militar cayó al suelo de rodillas, gimiendo de dolor. Sus soldados corrieron a sacar sus pistolas, pero Winters les detuvo con un solo gesto de su mano. Los ciudadanos de Keystone que formaban la marabunta miraban, complacidos, el espectáculo que les estaba dando su héroe.
-¡Puedo aguantar todo lo que me eches, velocista!- Charles Winters se puso en pie y siguió quitándose ropa de la parte superior de su cuerpo hasta dejar a la vista su torso trabajado por medio del entrenamiento militar-. ¡¿Tu podrías aguantar todo lo que te echen?! ¡Soy un hombre normal y usas tus poderes contra mi! ¡Vaya héroe! ¡Deja morir a su gente y usa sus poderes con las personas normales! ¡Personas que sirven a su país! ¡Estás cometiendo un delito, monstruo!
De repente, Winters vio un borrón rojo que se convirtió en Flash, situado frente a él. El héroe no parecía estar muy contento. Todas las personas que tenía detrás, comenzaron a vitorearle. Flash y Winters se midieron con sus miradas.


-¡Te atreves a llamarme monstruo!- rugió Flash-. ¡Tu, que estás matando a ciudadanos inocentes!
-¡Es la ley de tu país, monstruo!- Winters hizo crujir sus nudillos-. ¡Debes acatarla! ¡Toda la gente de esta ciudad debe acatarla y si no lo hacen se me ha dado orden de liquidar a quien yo considere necesario! ¡Lo manda el presidente de los Estados Unidos de América y pronto, del mundo!
-¡Obedeces a un monstruo!- Flash señaló hacia atrás a sus conciudadanos-. ¿Les ves? ¡Gente normal y corriente dispuesta a luchar contra Luthor y personas como tú! ¡Y es lo que vamos hacer ahora!
-¡Tú y todos los demás monstruos de colorines sois iguales! ¡Creyéndoos dioses entre insectos! ¡Creyendo que podéis hacer lo que queráis sin consecuencias!- Winters rió-. Pero todo eso se ha acabado ya. Una persona normal, sin poderes, alguien como todos los que estamos aquí... os va a dar vuestro merecido. El presidente Luthor os hará respetar las leyes y acabará con todos vosotros en nombre de la gente normal.
-¡Luthor es quien está unido a los auténticos monstruos!
-Al menos los monstruos con los que os partís la cara mientras costáis al gobierno millones y millones de dólares admiten que son monstruos- replicó Winters-. ¿Te da miedo una pelea mano a mano, velocista?
Flash apretó los puños y justo cuando iba a responder e intentar partirle la cara a Winters a la vieja usanza, un enorme puño de barro golpeó a Flash de lleno, haciéndole rodar por el suelo de cemento. El veloz superhéroe se incorporó levemente, notando su propia sangre manchando su boca y vio quién le había golpeado.
-¡No eres el murciélago, pero puedes servir!- rugió Clayface alzándose ante Flash.

Los ciudadanos que estaban detrás de Flash comenzaron a gritar y huir aterrorizados ante la presencia de aquella bestia de barro que hablaba como un hombre. El Capitán Frío se abrió paso entre los sorprendidos soldados de Winters, quien no dejaba de mirar fijamente a Clayface con una mueca que era una mezcla de disgusto y desconfianza.
-Gracias por la presentación, teniente lo que sea Winters- dijo el Capitán Frío colocándose la capucha de su traje por encima de su cabeza-. Han llegado los buenos monstruos.

Jack Ryder detuvo a Carl Burbank antes de que siguieran andando. El cámara se lo agradeció tomando aire, sin dejar de respirar trabajosamente. La barba le picaba debido a la gran cantidad de sudor que desprendían todos los poros de su cuerpo. Se miró pronunciada tripa y prometió mentalmente que si salía de aquella iba a hacer ejercicio con regularidad.
-¿Lo oyes?- preguntó Jack Ryder prestando total atención.
-¿Mi corazón colapsando, Jack?- bromeó Carl Burbank.
-Ya no se oyen disparos- dijo Ryder dejando a un lado las bromas de su cámara-. El campamento base de estos bestias está por ahí. Tiene otros tres campamentos situados en...
-¡Alto!
Jack Ryder y Carl Burbank se volvieron, agradeciendo ambos en silencio que les hubiesen avisado en vez de ponerse a dispararle sin ton ni son. Al menos, algunas cosas seguían situándose dentro de lo humano en aquel nuevo mundo de locos.
-¡Identifíquense!- ordenó uno de los tres soldados que les apuntaban con sus rifles reglamentarios.
-¡Soy Jack Ryder y soy periodista! ¡Este es mi cámara Carl Burbank! ¡Solo estamos informando!
-El teniente coronel Winters estará satisfecho con nosotros- dijo uno de los tres soldados-. Lleva buscando a estos dos todo el día, desde que descubrió que son los únicos que quedan informando de la situación en la ciudad.
-¡Andando!- gritó quien les apuntaba de forma más autoritaria.
-¡Tenemos el deber de informar!- gritó Jack Ryder pensando en lo típico que había sonado aquello y más en sus labios.
-¡Veremos ahora cómo informan cuando estén entre rejas! ¡Andando!
Uno de los soldados vio la lucecita roja de la cámara que indicaba que estaba grabando y le soltó un manotazo aparato. Al ver aquello, Jack Ryder se puso entre la cámara llevada por Carl y el soldado.
-¡Eh! ¡La cámara no tocarla!
-¡No se puede grabar!
-¡Tenemos que informar!
La discusión se cortó cuando el único de los tres soldados que no había hablado disparó sobre Jack Ryder, tirandole al suelo. Carl Burbank tiró la cámara y se arrojó sobre el soldado, solo para recibir otro disparo que le mató al instante. Los dos soldados miraron al tercero con cara de asombro y horror.
-Winters dijo que usáramos la fuerza si era necesario- el soldado bajó su rifle-. No quiero morir porque hemos sido demasiado indulgentes con uno de estos buitres que viven de las desgracias ajenas.
Los tres soldados comenzaron a alejarse del lugar, pensando cada uno a su manera en lo que había pasado, justo cuando oyeron una horrible, siniestra y macabra risa que les heló la sangre. Cuando se volvieron, un ser amarillo, de pelo verde, sonrisa siniestra y rapidez sobrehumana se abalanzó sobre ellos mientras no dejaban de oír esa risa que parecía provenir de aquel ser.


-¡Carl me caía muy bien!- decía Creeper mientras golpeaba a los soldados-. ¡¿Quién jugará ahora conmigo?! ¡Vosotros! ¿Lo cogéis? ¡Vosotros! ¡Jajajajajajajaja!
Flash se estrelló contra una pared cercana, tras haber sido golpeado por otro de los puños agrandados de Clayface gracias a sus poderes sobre el barro que componía toda su estructura corporal. El rápido superhéroe se levantó, no sin antes gemir por el dolor del golpe y el esfuerzo, solo para encontrarse de nuevo cara a cara con la inmensa mole de barro que era Clayface quien convirtió uno de sus brazos en una enorme espada y atacó con ella a Flash.
El velocista corrió hasta situarse justo detrás del monstruo muchos segundos antes de que este descargase su certero golpe contra él y comenzó a lanzarle puñetazos a su inmensa espalda a una velocidad que nadie allí podía seguir. Los veloces puñetazos no parecían hacer daño alguno en el barro que era Clayface, el cual, antes de lo que se esperaba Flash, se volvió hacia él, dispuesto a proseguir el combate. Flash se situó de nuevo a gran velocidad detrás de él y siguió golpeándole, notando como sus puños golpeaban algo parecido a gelatina. Ni dolor, ni algo duro a lo que golpear. ¿Cómo iba a vencer a aquel enemigo?
Justo cuando pensaba en otra estrategia a seguir, toda la parte superior del cuerpo de Clayface se giró sobre si misma hacia él de forma antinatural, haciéndole dar un respingo de terror. Clayface esgrimió algo que parecía ser una sonrisa y sacudió un fuerte cabezazo a Flash, haciéndole rodar por el suelo nuevamente. El superhéroe volvió a levantarse solo para comprobar que Clayface estaba frente a él otra vez.
“Puede que girando alrededor a la máxima velocidad pueda esparcir el barro del que está compuesto y detenerle momentáneamente”, pensó Flash tensando sus piernas y dispuesto a jugar la mano que parecía la ganadora.
Al ponerse a correr resbaló con algo que le hizo caer. Un segundo antes de que Clayface le golpease varias veces con sus puños contra el suelo, vio qué era lo que le había hecho tropezar: hielo. El suelo alrededor de Clayface y él mismo estaba completamente cubierto de hielo.
-¿Te habías olvidado de mi?- preguntó el Capitán Frío saludándole.
Flash fue a responderle, pero recibió un nuevo puñetazo de su enemigo en plena espalda que le hizo caer nuevamente en el hielo. Al ir a levantarse, tropezó de nuevo, algo que aprovecho Clayface para agarrarle del cuello con una de sus garras y aplastar su cuerpo contra el suelo, sin soltarle en ningún momento. Con todas sus fuerzas, Flash golpeaba a toda velocidad el gran brazo de su enemigo, sin conseguir nada.
-¿Puedo ayudarte, amigo?- se burló el Capitán Frío ante la indefensión de su enemigo jurado-. A lo mejor no me escuchas mientras este simpático hombretón te destroza, pero te puedo asegurar que esto me duele a mi más que a ti. ¡Quiero eliminarte yo! Pero son ordenes de Luthor y me ha pagado... sé que seré yo quién te elimine, pero primero mi amigo tiene que dejarte bien chafado para que prestes la menor resistencia. Y después...
Snart señaló hacia la calle donde, minutos antes, se agolpaban algunos de los muchos ciudadanos de Keystone City. Flash no pudo ver dónde señalaba ya que estaba ocupado intentando librarse de la mortal presa de Clayface.
-Luego, vamos a hacernos con tu ciudad. ¡Y va a ir por cada vez que me has pisoteado! ¡Cada vez que te has reído de mi! ¡Cada vez que me has ganado!- Snart soltó una leve risa-. Y, sí, sobre todo va por el dinero que nos pagan.
Clayface rió con su voz atronadora e hizo chocar, nuevamente, el cuerpo de Flash contra la acerca. El velocista notó como el dolor le subía por el hombro derecho y como la cabeza golpeaba con él. Notaba su propia sangre en su paladar, sus pulmones gritando que les faltaba el aire y todas sus terminaciones nerviosas suplicando que su enemigo parase. Clayface alargó el brazo con el que tenía agarrado a Flash hacia el Capitán Frío. Ambos contendientes se miraron. Uno, sintiéndose vencedor y sonriente en todo momento y otro, al borde del desmayo y notando como la sonrisa de su enemigo le ponía cada vez más y más furioso.
-¿Estás preparado, Flash?- preguntó el Capitán Frío colocando el cañón de su pistola en la misma sien izquierda de Flash.
-Espero... que lo estés tú...- intentaba decir el velocista-. Para volver... volver a la cárcel, perdedor.
-¿No te has enterado, viejo amigo?- Frío apretó el cañón del arma aún más contra la cabeza de Flash, acercando su dedo al gatillo, dispuesto a congelarle la cabeza en cualquier momento-. ¡Lex Luthor controla todo Estados Unidos! ¡Y dentro de poco controlará el mundo! Los listos estaremos a su lado y los demás, os opondréis a él y acabareis muertos. ¡Las cárceles serán dentro de poco, campamentos de verano para tipos como yo!
-Deja en paz al velocista- ordenó Charles Winters interviniendo en la conversación.
-Es mío- murmuró el Capitán Frío sin prestarle especial atención.
-¿Te lo deja listo el grandullón y es tuyo?
-Je. Tenemos un bromista- Snart volvió su cabeza hacia Winters sin dejar de apuntar a Flash-. Luthor nos prometió total colaboración por su parte, no sé qué Winters.
-Teniente Coronel Winters, escoria.
-¿Sabe quién soy?
-Un hombre muerto si no sigue mis ordenes- gruñó Winters encarándose con Leonard Snart-. Flash podría servirnos vivo.
-Winters...- el Capitán Frío resistió, por muy poco, la tentación de dejar apuntar a Flash y convertir en un bloque de hielo al militar-. ¿Sabe lo que pasa cada vez que alguien decide dejar vivo a este tipo o a algunos de los otros amiguitos con mallas ajustadas? ¡Que se liberan y sacuden al criminal de turno hasta que se hartan! Adivine quién es el criminal en esta ocasión.
-¿Tú?- respondió Winters con una sonrisa.
-Eso siempre, gracias. Aunque ahora seamos los buenos y tipos como Flash los fuera de la ley, eso no le impedirá...
El Capitán Frío no pudo terminar la frase. Un estampido que hizo que todos los soldados e incluso Winters se agachasen instintivamente, resonó por encima de la conversación entre los dos hombres. El brazo de Clayface que sujetaba a Flash cayó al suelo, totalmente destrozado por la parte donde debía ir el codo del criminal, debido a un disparo que era lo que había provocado el estampido. Clayface solo tuvo tiempo de mirar, sorprendido, su brazo partido antes de escuchar otro extraño sonido y notar que alguien le había disparado algo en el pecho. Vio como tanto Winters como el Capitán Frío se alejaban de él justo antes de observar que tenía una especie de granada en el pecho que explotó segundos después, esparciéndole por todas partes.
-¡Soldados, cubrios!- ordenó Winters cogiendo un rifle-. ¡Cubrid los flancos! ¡Buscad al francotirador! ¡Observad bien los edificios que nos rodean!
-¡Se lo dije!- gritaba el Capitán Frío observando los restos de Clayface repartidos por la entrada del campamento base del ejercito-. ¡Se lo dije! ¡Siempre se escapan de un modo u otro!
Observó como Flash salía de entre los restos del brazo de Clayface que, separado de su cuerpo, perdía estabilidad, mostrándose como un simple montón de barro sobre el velocista quien poco a poco iba recuperándose. El Capitán Frío esgrimió una mueca de disgusto antes de apuntar hacia su enemigo y disparar. En el ultimo momento, Flash le miró y usó toda su velocidad para esquivar un ataque que hubiera sido mortal de haberle alcanzado.
-¡Mierda!- se quejó Frío volviéndose hacia Winters-. ¡Dígale a sus soldados que vaya a por Flash!
-¡Están demasiado ocupados buscando a quien ha hecho trizas a su monstruoso compañero!
Otro estampido y uno de los camiones de armas que se encontraban dentro del campamento estalló en cientos de pedazos. Una bola de fuego se elevó, provocando el caos entre los soldados. Winters maldijo algo en voz baja antes de ver como Flash se lanzaba contra el Capitán Frío y ambos comenzaban a golpearse.
-¡Disparadles!- ordenó Winters-. ¡Matad a esos dos monstruos!
El Capitán Frío se volvió para disparar a Winters, pero recibió varios puñetazos en el estomago por parte de Flash que le dejaron sin la respiración suficiente para concentrarse en su disparo. El velocista vio como los soldados les apuntaban con sus rifles y justo cuando iban a dispararles, un extraño ser amarillo, de pelo verde y rojo en algunas partes de su cuerpo, se lanzó, como salido de la nada, contra los soldados, sin dejar de reírse.
-¡Más amigos con los que jugar!- bromeó el Creeper antes de sacudir un potente puñetazo arrojando a varios soldados al suelo-. ¡Me pido pillar! ¡Os pillo! ¡Que os pillo! ¡Me encanta cuando corren!
Flash reconoció a Creeper y sonrió cuando los soldados se volvieron hacia él y les dejaban de lado a él y al Capitán Frío. Sin embargo, Snart no se había olvidado de él y cuando se levantó, algo recuperado de los puñetazos recibidos, comenzó a disparar contra Flash, quien comenzó a correr en zigzag para esquivar los precisos ataques de su enemigo e intentar marearle.


“No sé qué hacer aquí Creeper, pero parece que puede mantener distraídos lo suficiente a los soldados como para que me encargue yo de Snart mientras tanto”, pensaba Flash sin dejar de correr.
“Me pregunto, quién habrá disparado a Clayface y si es amigo o enemigo”
Flash se agachó, esquivando varios rayos altos del Capitán Frío y se dirigió hacia él, dispuesto a acabar con aquello en apenas unos segundos. Cuando estaba a punto de llegar hasta su enemigo, una enorme porra de barro le sacudió, haciéndole rodar por el suelo.
“Hablando de la bestia”, pensó Flash levantándose y mirando a un recuperado Clayface.
-¡Os mataré a todos! ¡¿Sabes lo que me cuesta recomponerme?!- bramó el monstruo de barro.
-Me encantan los bichos grandes, con poderes y cabreados- Flash se puso de nuevo en movimiento ante los nuevos ataques de Frío. Clayface convirtió sus brazos en espadas que usó para atacar a Flash quien supo que o terminaba con aquello pronto o alguno de los dos villanos le daría y el otro le remataría al instante.
“Que tiempos en los que los malos te soltaban el discurso antes de matarte. Ahora todo es matarte sin más. Un tiempo donde los malos son listos y Luthor el futuro dueño del mundo... creo que no me gusta como suena eso”
Flash dio varias vueltas alrededor de Clayface, provocando que uno de los rayos de la pistola del Capitán Frío impactase contra uno de los brazos-espada de Clayface. Siguió corriendo hasta que otro de los rayos acabó impactando contra el otro brazo.
-¡Ten cuidado, Snart!- rugió Clayface.
-¡Estate quieto y te lo descongelaré!- gritó el Capitán Frío pensando que esa era una de las razones por las que no solía gustarle actuar en equipo.
Varios sonidos de disparos y los brazos congelados de Clayface estallaron en miles de pedazos. Flash se paró y miró sorprendido al lugar del que procedían los disparos y vio a alguien cuyo traje reconoció levemente por los archivos de la JLA: el Vigilante.

-Un nuevo jugador- Snart apuntó al Vigilante-. Encantado de acabar con los dos.
Vigilante se escondió detrás de un coche cercano sin dejar de disparar y esquivando, por muy poco, los ataques de Leonard Snart. Mientras tanto, Flash comenzó a correr de nuevo alrededor de Clayface cuando este hubo regenerado sus brazos.
A varios metros de allí, Creeper saltaba de un lado a otro, golpeando a los soldados, dejándoles inconscientes a patadas y puñetazos o lanzándolos por los aires. Siempre, sin dejar de reír en ningún momento. Algunos soldados habían huido debido a aquella risa escalofriante que emitía aquella criatura que, aunque parecía humana, no estaban seguros de que lo fuera. El Teniente Coronel Charles Winters, dejó de mirar el combate entre Flash, el Capitán Frío, Clayface y el recién llegado y prestó atención a la criatura que estaba diezmando a su ejercito.
-Monstruos...- murmuró apuntando con su pistola a Creeper-. Todos son iguales. Este es mi país y esta es mi nueva ciudad.
Disparó, alcanzando a un joven soldado que intentaba golpear a Creeper con uno de sus puños. La bala atravesó el cuello del chico, que murió en el suelo a los pocos segundos, desangrado. Creeper miró con sorpresa y furia a Winters, quien comenzó a disparar contra él a discreción, sin reparar en los soldados que rodeaban a la criatura. Cuando se le hubo acabado la munición, tiró la pistola con resignación y alzó sus puños.
-¡Vamos, monstruo! ¡Resolvamos esto a la antigua usanza!- gritó Winters sin reparar en que sus propios soldados le miraban con más miedo que a Creeper y salían despavoridos de su camino.
-¿Monstruo?- Creeper miró de soslayo el cadáver del joven soldado mientras reía y reía-. ¿Monstruo? ¿Yo? ¡Solo soy producto de la sociedad, señor asesino! ¡Se lo juro! ¿Es que un joven psicotico como yo no puede jugar un poco sin que un militar chalado aparezca para estropearme la diversión? Los tópicos de este mundillo, supongo.
Winters tensó todos los músculos de su cuerpo y lanzó un rápido y potente derechazo a su contrincante. Creeper se movió instintivamente, esquivando el puñetazo. El militar volvió a moverse con destreza, intentando golpear a su objetivo, que era más esquivo de lo que había pensado segundos antes.
-Buen entrenamiento, señor militar- Creeper bloqueó una patada alta de Winters con sus manos y le sacudió un puñetazo en plena cara-. ¡Punto para mi! ¿Qué he ganado?
-¡Argh!- bramó Charles Winters revolviéndose y soltando varia patadas y puñetazos rápidos que Creeper esquivaba o bloqueaba siempre riéndose de su enemigo o puede que sin razón alguna, al fin y al cabo.
-¡Puede hacerlo mejor, soldado!- bromeó Creeper recibiendo a propósito un puñetazo de su enemigo.
Ambos adversarios se agarraron sus manos fuertemente, presionando el uno las del otro. Se miraron, Winters con furia y Creeper con una diversión siniestra en su mirada.
-Luthor va a limpiar el mundo de monstruos como tú- susurró Charles Winters empujando-. Y yo voy a ayudarle.
Creeper mostró su más amplia sonrisa que heló los huesos del Teniente Coronel Charles Winters y le sacudió un fuerte cabezazo con todas sus fuerzas, dejándole completamente inconsciente en el suelo.
-Es lo más divertido que me han dicho hoy- murmuró Creeper sonriéndole al cuerpo caído del militar.
Mientras tanto, el Capitán Frío se cubría de los constante disparos de Vigilante, mientras esté se parapetaba para evitar los rayos de la pistola del conocido criminal. Flash tenía sus propios problemas de Clayface, cuyos poderes le estaban poniendo en serios aprietos. Podía hacerse tan duro como una roca o tan blando como el barro del que estaba completamente hecho y podía transformar su cuerpo en quien quisiera y en lo que quisiera.
Flash miró hacia donde estaba Frío y aprovechó que parecía estar ocupado con el recién llegado de las armas para concentrarse totalmente en Clayface y aplicarle la solución que hacía un rato se le había ocurrido.
“Hora de dar vueltas, montaña de barro”, pensó Flash comenzando a correr a toda velocidad alrededor de Clayface. La fuerza centrífuga que estaba aplicando Flash alrededor de su enemigo cada vez más rápido hizo que en pocos segundos Clayface acabara esparcido por toda la entrada del campamento base del Teniente Coronel Charles Winters, desmayado debido a un certero golpe de Creeper, la mitad salvaje del periodista Jack Ryder. Antes de acabar esparcido de tal manera que tardaría bastante en recomponerse, Clayface soltó un grito infrahumano que creó un escalofrío de miedo en el cuerpo de Wally West, más conocido en ese momento como Flash.
Se paró, para dar buena cuenta de su victoria, cuando uno de los rayos de la pistola del Capitán Frío le pasó rozando muy cerca de su brazo derecho. Flash se volvió para comenzar a correr de nuevo, vio a su enemigo a unos metros frente a él, con su arma alzada contra él y al segundo siguiente oyó el sonido de un disparó y vio como el Capitán Frío caía de rodillas al suelo. Se sujetaba un costado y de entre sus dedos se escurría la sangre de su propio cuerpo.
Flash miró hacia el lugar de donde había sonado el disparo y vio al Vigilante agarrando un rifle y apoyándoselo en uno de sus hombros. Fue a ir a por el hombre armado pero sabía que Snart le necesitaba más. Sí, podía dejarle morir pero eso solo le acabaría convirtiendo en lo que más temía. Acabaría convirtiéndole en Zoom. Y, además, era un héroe y los héroes no hacían eso.
-Ya nos veremos- gruñó Flash corriendo a toda velocidad hasta Frío y agarrándolo para llevarlo al hospital más cercano. La batalla había acabado ese día, pero la guerra estaba bastante lejos de terminar.
EPILOGO

Flash vio, a lo lejos, como los soldados parecían replegarse dentro del campamento base para apagar los incendios provocados por el Vigilante. Pensó en acabar rápida y limpiamente con todos los militares cuando estaban distraídos, en aquel preciso momento, pero lo meditó bien y supuso que la mayoría de los soldados de allí eran simples mandados que cumplían ordenes. Muchos, seguramente, estaban lejos siquiera de querer enfrentarse a él. Además, estaba cansado y ya se había enfrentado ese día a tres maniacos. No quería pelear más, solo irse a su casa y descansar.
A la mañana siguiente sería otro día y tendría que comenzar a retomar su ciudad. El futuro era algo imposible de adivinar, aunque supiera a qué podría conducir.

1 comentario :

  1. Reseña del 4 de octubre de 2008:

    Segunda incursión de The Stranger en el Universo DC de Action Tales (después de su número de Green Lantern), en la que nuevamente demuestra que se maneja estupendamente con estos personajes, y que debería plantearse el encargarse de al menos una serie en la que dar rienda suelta a esta "vertiente" suya tan poco explorada...

    Este número forma parte del macroevento "Imperio", y en él se cuenta lo difíciles que se han puesto las cosas en Keystone City tras la imposición de la Ley Marcial por parte del Presidente Luthor. Recordemos que la situación ya estaba calentita desde la saga anterior de Flash, en la que se formó un movimiento ciudadano contra Lex, pero con la nueva actitud del presidente, el nivel de tensión se ha elevado aún más.

    Magnífico el trabajo realizado por The Stranger mostrándonos la tensión que se vive ahora en toda la ciudad, además de introducir en la historia a una serie de personajes invitados de una forma totalmente justificada, que le permite "jugar" con varios de los héroes y villanos DC que más le gustan sin problema (y haciendo muy buen uso de todos ellos)

    Por otra parte, es de agradecer el esfuerzo que ha hecho el autor por presentarnos el estado de ánimo en el que se encuentra Wally actualmente, tras la conclusión de la saga "Utopía Perdida", sin contar en ningún momento cómo acaba esa historia, a la espera de que sus autores (Jerónimo Thompson e Imanol... ¿os suenan los nombres?) se dignen a escribir su último episodio algún día No resulta fácil utilizar a un personaje que se encuentra de una determinada manera, teniendo que evitar en todo momento contar cómo ha llegado a estar así, por lo que el mérito no es pequeño.

    En definitiva, un muy buen número lleno de acción y un perfecto uso de los personajes, que da una visión más amplia de los acontecimientos que forman parte de "Imperio", y deja la serie más o menos lista para la llegada de un nuevo autor.

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