Los Titanes nº 3

Título: Urgencia
Autor: Raúl Peribañez
Portada: -
Publicado en: Mayo 2006


Para convertirse en mejores héroes, estos adolescentes se han unido para aprender, entrenar y  madurar. Son algo más que sólo ayudantes. Son la proxima generación de los mayores héroes del mundo. Son

PRÓLOGO

En el Río Este de New York se encontraba la Isla de los Titanes y en ella la Torre, hogar de este grupo de superhéroes. No hacía mucho la Torre fue destruida, y tras la disolución del equipo nadie esperaba que fuese reconstruida. Pero en las últimas semanas la Liga de la Justicia de América (consciente de la importancia de los Titanes en la lucha contra el crimen) les motivó para que volviesen al redil. Obviamente eso incluía recuperar la Torre, tarea que recayó en manos de Victor Stone (Cyborg).


Normalmente unas embarcaciones (que iban desde la zona portuaria de la ciudad a la orilla de la isla) servían como medio de transporte para los titanes que no podían desplazarse volando. Pero la excesiva accesibilidad de la Torre provocó en el pasado que más de un supervillano pudiese atacarles. Esto ha motivado a Victor a multiplicar las medidas de seguridad y a buscar nuevas soluciones para el tema del transporte.

Pero poco parecía importarle todo esto a la misteriosa figura que ahora llegaba a la Isla. A primera vista no habría llamado la atención de nadie un simple pájaro que se posaba en lo alto de un árbol... pero sí cuando segundos después (y tras un destello de luz) ese pájaro tomó forma humana. Él era Garfield Logan, el ex-titán conocido como Changeling o Beast Boy.

Hace años Gar obtuvo el poder de convertirse en cualquier animal que se le pasara por la cabeza. Como efecto secundario su piel tomó un tono verdoso, pero poco le importaba. Tras la pérdida de sus padres la Patrulla Condenada original se convirtió en su familia.

Cuando sus miembros murieron durante una batalla Gar encontró en los Titanes un nuevo hogar. Afianzó su amistad con Dick Grayson, con Donna Troy... y conoció a Kory, a Jericó... Pero, sobre todo, conoció a Victor Stone, el que terminó siendo su mejor amigo. (1) Y es a él a quien busca ahora en los peores momentos. Sabe que en él encontrará la ayuda que necesita. Por que su primo, Matt Logan, fue víctima del avión que cayó en la ciudad de Los Angeles, y en las próximas horas puede morir.


- ¡Victor! ¡Kory! ¿Hay alguien ahí!

“Genial. Había leído en los periódicos que los Titanes iban a volver, que estaban construyendo la Torre... Parece que no se equivocaban, pero aquí no hay nadie. Y desde el funeral de Donna en Isla Paraíso que no sé nada de ellos. Matt puede morir de un momento a otro... ¿Dónde demonios estáis cuando más os necesito?”

FIN DEL PRÓLOGO


Roy Harper llevaba de la mano a su hija Lian mientras intentaban avanzar entre las decenas de personas que habían acudido a aquel parque de atracciones.

- Hola, pequeña ¿te gustaría subir al tiovivo? -preguntó uno de los encargados de la atracción.
- Papi, papi, ¿puedo subid?
- Hmmm, no sé, Lian...

Junto a él estaba Rose Wilson y Victor Stone y Kory Anders (más conocidos como Cyborg y Starfire).

- ¿Seguro que quieres subir? ¿No te dará miedo?
- Joo, ¡qué ya soy mayod! -dijo la niña mientras fruncía el ceño -¡No me dará miedo!

- Vale, vale, como tú quieras, cariño. Yo te esperaré aquí abajo, ¿vale? Así podré verte mejor.

Tras comprar el billete, una de las encargadas del tíovivo ayudaba a Lian a subir a un vistoso unicornio que parecía haberle hecho gracia. Desde fuera, Roy y Rose le saludaban cada vez que su unicornio daba la vuelta.

- Se la ve feliz, ¿verdad? –dijo Rose- Parece que está comenzando a acostumbrarse a la ausencia de Donna. Me alegro.
- Yo también, créeme. Comenzaba a preocuparme de que no lo superara. Hará falta más tiempo, pero algo es algo.

Victor sonreía también al ver a la niña pasar. Tras muchos días de duro trabajo para recuperar la Torre, el titán tenía ganas de un día como éste en el que poder relajarse. Kory, por su parte, parecía sentirse preocupada, algo que llamó la atención de su amigo.

- ¿Te pasa algo, Kory?
- Oh... Es sólo que... Aquí estamos. En un parque de atracciones. La gente viene a divertirse, a pasar un rato con sus amigos o con su familia. Y sin embargo yo me siento incómoda cada vez que me miran, como si fuese una extraña o una rareza.
- ¿Sigues pensando en Moren-Re, no?
- Ese hombre luchó durante la guerra contra Imperiex... (2) tuvo que quedarse en la Tierra al no tener forma de volver a su mundo. Y los terrestres, en lugar de agradecer todo lo que hizo, lo marginaron como si fuese un monstruo... Él y otros tenían que vivir escondidos por el temor a que los mataran... Y eso es lo que le pasó a Moren-Re. Es algo que me hace replantearme las cosas, Victor, sobre si realmente vale la pena luchar por unas personas que me odirarán y despreciarán haga lo que haga.
- Kory, mírame, no soy precisamente un Don Juán. La gente me mira peor que a ti, ¡y eso que soy humano! Los prejuicios siempre van a estar ahí, es algo contra lo que poco podemos hacer, cierto, pero nunca jamás debemos rendirnos a ello.
- Ojalá pudiese pensar como tú, Victor, ojalá...

Tras varios segundos en silencio, Roy decidió que era el momento de decirle a Rose aquello que tenía en mente y que tanto le carcomía la cabeza.

- Rose...
- ¿Sí?
- Querría haber hablado de esto en otro momento, pero en cuanto termine de construirse la nueva Torre Lian y yo nos mudaremos allí. Creo que es lo mejor para los dos.
- Oh, bueno, lo entiendo...



- No sólo es por tener un hogar propio, Rose, es también por que me siento molesto viviendo en un sitio que sale del bolsillo de tu padre. No es una persona a la que quiera deber nada, ¿entiendes?
- Roy, yo...
- Nunca has estado a su favor, y me sorprende que ahora recibas con los brazos abierto ese apartamento, su dinero... Tienes dieciséis años y no deberías de involucrarte con un asesino. Aunque ese asesino sea tu padre.
- ¿Y qué es lo que crees que debería de hacer, dime? ¿Vivir en la calle?

En ese momento Lian bajó feliz del tiovivo y se lanzó corriendo hacia su padre.

En ese momento hubo una explosión que destruyó todo el tiovivo.

- ¡Lian! –exclamó Roy al verla caer al suelo por la onda expansiva -¡No!

Decenas de fragmentos metálicos de la estructura salieron disparados en todas las trayectorias. Ante el peligro de que pudieran dañar a cualquiera persona Kory comenzó a lanzar ráfagas de energía destruyéndolos.

Victor se abalanzó a agarrar con sus manos metálicas aquel tiovivo en llamas evitando que aplastara a más de uno que había quedado en tierra.

- ¡Lian! ¿Estás bien! – le preguntó Roy- ¡Lian, háblame!

Entre los gritos de auxilio de decenas y decenas de personas que había alrededor, la única voz que Roy quería escuchar en ese momento era la de su hija... pero Lian no respondía.

- Malditos hijos de puta... ¿Quién ha hecho esto? –dijo Roy mientras la abrazaba con fuerza hacia su pecho- ¡Decidme quién lo ha hecho!

Rose, a sus espaldas, se echó las manos a la cara y comenzó a llorar desconsolada.


A los pocos minutos los vehículos de la ambulancia, policía y bomberos se coordinaron para controlar la situación. Quedaba por despejar la gran duda: ¿quién o qué había provocado aquella explosión? No pasó mucho rato hasta que un agente encontró una pintada fresca con las palabras “La Hermandad del Hombre Libre”. Las dudas quedaron despejadas.

La Hermandad del Hombre Libre era una organización terrorista que afirmaba luchar por la eliminación de metahumanos, mutantes o extraterrestres. Realmente poco se sabía de ella; se ignoraba cómo se había organizado o si tenían su base de operaciones en algún lugar concreto. Pero sus violentas acciones eran bien conocidas en todo el mundo, pues la Hermandad no entendía de fronteras. Allí donde tenía enemigos, allí que estaría.


Rose Wilson estaba en el cuarto de baño de un hospital. Se mojó lentamente la cara para refrescarse. Aún podía sentir en sus oídos el ensordecedor ruido de la explosión. Sus manos le temblaban y no podía evitar padecer por Lian. A pesar del susto, sabía que no tenía de qué preocuparse: Lian estaba viva y los médicos cuidarían de ella.

Rose salió del cuarto de baño. Estaba en el hospital en el que había sido trasladada la mayoría de los accidentados. Al fondo del pasillo estaba Roy, que miraba en silencio a través de una ventana.

- ¿Quieres un café, Roy? -le dijo Rose- Voy a ir a por uno a la máquina...
- No.
- Ohm... Vale.

Al cabo de un par de minutos Rose volvía con su café en mano cuando volvió a escuchar su voz.

- Rose. Necesito que te quedes aquí.
- ¿Que me quede? ¿Adonde vas?
- Necesito buscar al tipo que hizo esto.
- Roy, no... escúchame, tu hija está bien, ¿entiendes? Y lo primero que ella querrá ver será a su padre... Tienes que estar aquí cuando despierte...
- Y lo haré. Pero antes tengo que encontrarlo. No voy a dejar que el cabrón que puso esa bomba siga en la calle tan tranquilo.
- Avisa al menos a Kory y a Victor...
- Esto es cosa mía.
- Haz... haz lo que quieras. Aquí estaré yo.

Roy comenzó a marcharse cuando se giró hacia ella

- ¿Rose?
- ¿Sí, Roy?
- Gracias por todo. Por darnos un sitio donde vivir. Por cuidar de Lian. Por estar aquí ahora. Después de todo lo que has hecho por nosotros no te merecías el sermón de antes.
- N-no hay de qué. Tú ten cuidado, ¿vale? Lian querrá verte de una pieza.
- Lo tendré.

Rose se quedó pensativa. Le vino a la cabeza su reciente encuentro con el mercenario Deathstroke, su padre. Éste le pidió que permaneciera cerca de los Titanes como su espía. Ello se negaba en rotundo a traicionar a la que era su familia... Pero su padre le contó algo sobre ellos... algo que le hizo reconsiderar la situación. Y aceptó.



INTERLUDIO

Belod puso varias tablas de madera para mantener bien cerrada la puerta de su taberna. En el exterior el frío acompañaba a una fuerte ventisca que congelaría los huesos de cualquiera. Mientras durara este clima poco negocio podría hacer, pero tenía suficiente comida para alimentar a su familia en los próximos días.

A su lado estaba su hijo, Avon, que al cerrar las ventanas se percató de algo.

- ¡Papá! ¡Papá! ¡Mira!

Belod echó una rápida mirada a través del cristal y vio la figura de una persona que se acercaba lentamente.

- ¡Tenemos que ayudarlo, papá! ¡Morirá congelado!
- ¿Pero qué dices? Si está ahí fuera será por que no tiene una casa, hijo, será un mendigo. Y no voy a compartir nuestra casa y la comida con un desconocido.
- Pero... pero...

En ese momento sonó un golpe en la puerta.

- ¡Avon, escóndete!

Su hijo se marchó corriendo. Belod fue rápidamente a coger un bastón de madera por si tuviera que defenderse.

- ¿Quién eres? ¡Márchate de aquí! ¡La posada está cerrada!

Tras varios segundos en silencio se escuchó una débil voz procedente de aquella persona.

- ...ayuda... por favor...
- ¡Ya te he dicho que te marches! ¡No vamos a dejar entrar a nadie!
- ... frío...

El pequeño Avon volvió a acercarse a su padre y le pidió que lo dejara entrar. Belod miró a su hijo y tras pensárselo una y otra vez comenzó a quitar las tablas de la puerta. Al abrirla encontró a una mujer de cabellera negra y con su hermana hecha jirones. A su espalda cargaba una enorme espada y un escudo. Su cuerpo tiritaba por el frío y su mirada parecía perdida. Rápidamente, Belod la arrastró hasta la chimenea para que cogiera calor. Avon, por su parte, cogió varias mantas y las echó por encima de su cuerpo.

- Papá, ¿crees que va a... morir?
- No lo sé, hijo, no lo sé. Hemos hecho todo lo que podíamos. Ahora sólo podemos esperar.
- ¿Has visto? Su cuerpo está lleno de sangre... Igual que la espada... ¿Será una guerrera magusiana?
- Sea quien sea, Avon, tendremos que tener cuidado con ella. Siempre te he dicho que hay que desconfiar de quienes no conozcas...

Pasaron varias horas hasta que la mujer despertó al fin. Al abrir los ojos vio el fuego de la chimenea que había calmado el frío de su cuerpo. Sobre ella pesaban unas gruesas mantas que difícilmente podía apartar.

- ¿Te ayudo? -dijo inocentemente Avon con una enorme sonrisa.

Rápidamente la mujer se levantó y agarró al crío por el cuello estampándolo contra una pared.

- ¿Quién eres? ¡Responde! -dijo ella.
- S-soy Avon... T-te recogimos ahí fuer...
- ¡Por Gea! -la mujer dejó al niño en tierra- L-Lo siento... La cabeza me da vueltas...
- Te recogimos cuando golpeaste en la puerta. Yo soy Avon.
- Lo lamento mucho -la mujer se echó la mano a la cabeza-...
- Será mejor que te sientes, aún estarás mareada. Mi padre y yo vivimos aquí, y hemos cuidado de ti después de recogerte.
- Pues muchas gracias por atenderme, Avon. Si no llega a ser por vosotros...
- ¿Quieres algo de comer? -dijo mientras le acercaba el plato- Lo he preparado para ti. Aún está caliente.
- Claro. ¡Estoy hambrienta! -sin dudarlo se lanzó a por la comida- Oh, yo me llamo Donna. Donna Troy. Sabes, te estás portando muy bien conmigo, Avon. Lamento que no podré pagaroslo, no tengo dinero...
- ¡No pasa nada! -dijo sonriendo- Mi madre siempre decía que hay que ayudar a quien lo necesita. Y no iba a dejar que te murieras congelada. Si hubiese estado en tu lugar me habría gustado que alguien me ayudara. Yo siempre pienso eso, que hay que hacer lo que te gustaría que otros hicieran por ti.


FIN DEL INTERLUDIO



Roy Harper había vuelto al parque de atracciones. Había pasado varias horas desde lo ocurrido, pero los agentes de policía seguían trabajando analizando todo cuanto allí había. El titán les observaba desde lo alto de un árbol casi rezando por que encontraran alguna pista.

Cerca de su posición otro hombre se escondía entre matorrales interesado también por aquello. Eran las tantas de la madrugada y el terrible suceso había provocado la abrupta clausura del parque. Roy se preguntó qué podía hacer aquel tipo a estas horas en un lugar como éste. Varias respuestas le vinieron a la cabeza, desde que fuese un simple mendigo buscando un sitio donde refugiarse a algún yonqui buscando su dosis... O, por qué no, alguien relacionado con la bomba y que ahora viniese a contemplar su obra.

Pocos segundos después aquel tipo dio media vuelta y se marchó por donde vino. Se disponía a abrir la puerta de su coche cuando escuchó una voz tras él, la de Roy Harper.

- ¿Qué es lo que estabas haciendo?
- ¿Q-qué...?
- Esta tarde alguien ha colocado un explosivo en una de las atracciones. Dime que no tienes nada que ver, muchacho, pero es un poco sospechoso que merodees por aquí.
- E-eres Harper, ¿verdad? Eres ese tipo, Arsenal...
- Olvida ese nombrecito. ¡Responde!
- Vale, vale... Me llamo Peter Janke... Sé quienes hicieron lo del tiovivo... Fue la Hermandad... La Hermandad del Hombre Libre. Lo sé por que soy un miembro.
- ¡Mald...!
- ¡Espera, espera! ¡Yo no lo hice, ¿vale? Puedo llevarte hasta ellos, sé dónde se esconden.
- ¿Por qué debería de fiarme de ti?
- Os odio como el que más, Harper, pero una cosa es matar superhéroes y otra es que al hacerlo unos críos tengan que palmarla. Hace ocho años perdí a mi hermana pequeña durante una pelea entre superhéroes... Vais donde queréis, creéis luchar por el "bien", nos defendéis de los malos, ¿no? Pero nunca os preocupáis de todos los desperfectos que producís. Mi hermana murió cuando uno de esos tipos en mallas dio un puñetazo en tierra... una piedra salió disparada... una simple piedra... le golpeó y murió en el acto.
- Lo lamento...
- Por eso existe la Hermandad, ¿no lo entiendes? Millones de personas en todo el mundo nos unimos a la Hermandad para haceros frente, para recordaros que este mundo no es para el más fuerte o el más rápido, sino para los humanos...

La gente común está harta de asomarse por sus ventanas y ver a algún tipo trepando el muro... Estamos hartos de no poder acudir a nuestros trabajos por que por vuestras peleitas se tienen que cerrar calles y carreteras enteras... Y todos esos aliens que se han quedado en la Tierra... Somos nosotros quienes luchamos para quitárnoslos de encima...

Desde que los periódicos comenzaron a comentar que los Titanes iban a volver la Hermandad os ha estado siguiendo. Sabemos dónde vivís, dónde trabajais... Esa chica, Kory, el otro día entraba en un estudio de fotografía... Te hemos visto llevar a tu hija al colegio...

La Hermandad esperaba mataros con el explosivo de la atracción... Yo no estaba de acuerdo con lo que se iba a hacer. No voy a poner una bomba que ponga en peligro a un niño. Si me has visto en el parque ha sido precisamente por que quería entregarme a la policía. ¡Puedo llevarte hasta ellos!

- ¡No creo que haga falta, Janke! - dijo un hombre que apareció por sorpresa apuntándoles con una pistola- ¡No os mováis u os dispararé! Encantado de conocerle, señor Harper. ¿No debería de estar en el hospital con su hijita?
- Miserable... Eres de la Hermandad, ¿no?
- Sí... Y también todos los que les rodean -de repente apareció una decena de pistolerlos que había permanecido entre las sombras-. Janke, Janke... Sabíamos que no estabas contento con nuestras decisiones, pero de ahí a traicionarnos... No me lo hubiese esperado de ti. Tendremos que solucionarlo.
- ¿Pero es que no véis que estáis haciendo? ¡Eran niños, maldición! ¡Ellos no tienen la culpa de nada! ¡Se supone que es la gente a la que deberíamos de defender!
- Ah, Janke, pero en toda guerra tiene que haber daños colaterales, y si las cosas hubiesen salido bien ahora el señor Harper estaría muerto por la explosión, igual que la tal Rose y las otras dos rarezas... Y ahora déjemonos de tonterías ¡y morid!

A su grito los pistolerlos dispararon de inmediato. Peter Janke fue acribillado por las balas. Roy, por su parte, saltó sobre uno de ellos y se protegió tras su cuerpo. Rápidamente cogió la pistola de aquel tipo y corrió para ponerse tras un coche.

"Hace meses me prometí a mí mismo que no volvería a usar una pistola..." (3) pensó. "Lo mío son los arcos y flechas, ¡pero qué cojones! ¡O ellos o yo!"

Roy se asomó cuanto pudo y disparó con precisión matando a cuatro de ellos. Fue entonces que se dio cuenta de que no quedaban balas en la pistola. En un encuentro físico les vencería fácilmente, pero hasta llegar a ellos podría ser agujerado por los disparos. Roy cogió unas cuantas piedras que había en tierra, saltó sobre el capó del coche y de ahí sobre ellos. A la vez lanzó las piedras que golpearon en la nuez de los pistoleros. Éstos cayeron a tierra de inmediato.

- D-dicen que los buenos siempre ganan... ¿Q-quién ha ganado aquí, Harper?

La voz venía de Peter Janke, que yacía en tierra ensangrentado y que a duras penas podía hablar.

- Gracioso, ¿eh? Luchábamos contra vosotros, eráis nuestros enemigos... P-Pero al final he muerto a manos de los míos... No como Ann...
- No vas a morir, chico -le dijo Roy-. No conmigo aquí.



EPÍLOGO 1

- ¿Señor Harper? -dijo una de las enfermas.
- Sí, soy yo. ¿Cómo está?
- La operación ha sido complicada, pero vivirá para contarlo.

Roy dio media vuelta, cogió a Lian de la mano y por el hombro a Rose.

- Gracias por la espera, chicas. Podemos irnos.
- ¿Nos vamod, papi? -preguntó la niña.
- Ya no tenemos nada que hacer aquí, así que vámonos a casa. Estoy tan cansado que podría dormir una semana entera.
- Espera, ¿a "casa"...? -preguntó Rose.
- A tu apartamento, Rose. Hoy al menos. Mañana nos mudaremos a la Torre. Ya no por lo de tu padre, sino por la Hermandad. No voy a dejar que unos terroristas puedan tener al alcance a mi hija para atacarme a través de ella. Y tampoco a su niñera, claro.
- ¿A su niñera? -preguntó Rose- ¿Quiere decir eso que...?
- ¿Que te vienes a la Torre? -sonrió- ¡Pues claro! ¿Quién mejor que tú para cuidar a Lian? Además, eres parte de la familia, Rose. Los Titanes ya no serían lo mismo sin ti. ¡Vamos!

Rose sonrió, pero por dentro los nervios se la apoderaban. Sabía que su pacto con Deathstroke podría traerle problemas si Roy se enterara. Aquello la carcomía a cada segundo que pasaba, y no podía parar de darle vueltas. Ella no era una persona religiosa, pero ahora sólo podía rezar para que todo saliese bien.


EPÍLOGO 2

Victor se levantó de la cama cuando escuchó el incesante sonido del timbre.

- ¿Quién demonios es a estas horas...?

Miró por el ojillo de la puerta y comprendió que era Garfield Logan el culpable de que no pudiese seguir durmiendo.

- ¡Gar! ¿Pero qué diablos haces aquí?
- Hola, Vic.
- ¿Qué lo que pasa, Victor? -preguntó Kory cuando salió de su habitación- ¡Garfield! ¡Qué sorpresa! Pensábamos que estabas en Los Ángeles.
- Yo... Mirad, no tengo tiempo para irme por las ramas... Necesito vuestra ayuda. Matt está hospitalizado... Aquel avión que cayó sobre la ciudad... Tenéis que haberlo visto en las noticias... Él fue uno de los heridos. Los médicos no creen que pase de esta noche... Los médicos me lo han dejado claro... Matt está muriéndose... y lo único que os pido es que cuando eso pase... ¡lo resucitéis!

Continuará...



Nota del autor: La Hermandad del Hombre Libre ya apareció mencionada en el episodio anterior (fueron los culpables de la muerte de Moren-Re) y con éste queda del todo claro qué es y a qué se dedica. Este tercer capítulo de Los Titanes se centra principalmente en Roy Harper (nada de Arsenal), pero como ya podréis imaginar por el epílogo, el próximo lo hará en Cyborg y Starfire... y en Changeling, claro está. Y queda en el aire lo relacionado con Donna Troy y Rose/Deathstroke; paciencia, poco a poco todo irá contándose.

Raúl G. Peribáñez

Enero-Mayo 2006


REFERENCIAS

(1) Podéis comprobarlo comprando Clásicos DC: Nuevos Titanes (Planeta de Agostini)
(2) En la saga Mundos en Guerra, publicada en España por Norma Editorial.
(3) Durante buena parte de la década de los 90 Arsenal iba armado con pistolas y no por su viejo arco y flechas. En una miniserie propia escrita por Devin Grayson el personaje decidió retomar el arco al considerar que las armas de fuego no iban con él... Curiosamente en la serie de cómic Outsiders (de Judd Winnick) Arsenal no tiene reparo en emplearlas de nuevo y sin que se den explicaciones de ningún tipo. En este fic se ha mantenido ese aspecto en la caracterización del personaje a pesar de que se vea obligado a emplear una pistola.

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