Supergirl nº 05

Titulo: Infierno de Cobardes (V): El precio de la libertad
Autor: Imanol Amado
Portada: Edgar Rocha
Publicado: Noviembre 2005

¡Supergirl vs Satsuke mientras Bluelake City es atacada por una horda de Kebracks!! ¿Podrán sobrevivir?




Su nombre es Linda Danvers, aunque hubo un tiempo en el que también era conocida como Supergirl. No procedía del planeta Kryptón y no tenía lazos de sangre con el hombre acero, pero después de recorrer un largo camino, llegó a ser digna de usar ese nombre y de vestir el símbolo del hombre del mañana. Ella es...


El estruendo del Winchester de Jack y del revolver de Billy resonó en todo el castillo. La mezcla de los continuados disparos y del potente eco era ensordecedora. Las armaduras medievales habían cobrado vida por orden de Satsuke [1] y se dirigían hacia ellos con sus espadas y lanzas en alto. Los disparos de los dos hombres sin embargo, no hacían mucho más que retrasar medio segundo a sus oponentes.
- ¡Billy! ¡Estoy sin cartuchos! ¡Tenemos que salir de aquí! – Dijo Jack retrocediendo hacia la salida del salón del trono.
- ¡Yo tampoco tengo munición! – Dijo Billy lanzando su revolver al casco del atacante más cercano y corriendo detrás de su hermano.
Supergirl se encontraba en el otro extremo del gran salón, peleando contra Satsuke. Trató de auxiliar a los dos hermanos pero su enemigo la agarró de la capa lanzándola contra la pared. Satsuke era fuerte, rápido y mortal. No había forma posible de esquivarle y socorrer a sus amigos. Linda tenía que confiar en la habilidad, astucia y la buena suerte de Jack y Billy para salir airosos de aquella comprometida situación. El hecho de que ya había tomado decisiones incluso más difíciles con anterioridad, no lo hacía más soportable y se sentía como si sostuviera el peso de todo el mundo otra vez sobre sus hombros.
Billy y Jack corrían por los estrechos pasillos del castillo perseguidos por media docena de armaduras, pronto llegaron a la entrada de la fortaleza pero la salida estaba resguardada por dos armaduras más.
- Ocho contra dos… Esto no tiene buena pinta…
- Saldremos de esta Billy, saldremos de esta. – Dijo Jack convenciéndose a sí mismo.
En un instante, las armaduras habían formado un círculo y Jack y Billy se encontraban en el centro. Una de las armaduras alzó su enorme espada e inició el ataque.
- ¡Cuidado! – Advirtió Jack
- Ya le he visto, ¡No soy un niño!
Los dos hermanos evitaron fácilmente el ataque, Jack golpeó con la culata de su rifle al casco vacío de la armadura y ésta cayó al suelo. Billy fue rápido y pudo hacerse con la espada de su enemigo. Más armaduras comenzaron a atacarles, Jack se agachó justo a tiempo para seguir con su cabeza pegada al cuerpo pero la armadura que estaba detrás de él no tuvo tanta suerte y su casco se despegó de sus hombros volando varios metros. La armadura cayó muerta, si es que ese término podía asociarse con aquellos seres.
- Eso ha sido suerte – Protestó Billy mientras trataba de levantar su recién adquirida espada.
- ¡Ja!
- ¡Puede que sus propias armas sean lo único que pueda matarles!
En ese instante Billy alcanzó con su pesada arma a su enemigo más cercano, cortándole los brazos metálicos de cuajo. Su oponente se puso de rodillas y con otro rápido movimiento, le corto la “cabeza”. Jack por su parte, había golpeado con su codo a otro de ellos, consiguiendo arrebatarle la lanza y atravesándole con ella.
- ¡Tres abajo, quedan cinco! – Gritó Jack
- ¡No tienen ninguna oportunidad contra nosotros hermano! – Contestó Billy sonriendo ampliamente.
Pero la espada de Billy era muy pesada y sus movimientos demasiado lentos, fue superado y una de las armaduras le clavó su lanza en el estómago. Billy cayó al suelo herido de muerte.
- ¡Nooo! – Gritó Jack desesperado.
Impulsado por la furia y una carga de adrenalina extra, se abalanzó contra las armaduras, los golpeaba una y otra vez, sin sentir siquiera el dolor de sus nudillos ensangrentados. Consiguió alejar a aquellas criaturas mágicas de su hermano y que se centraran solamente en él. Estaba ciego de ira, recogió la espada de Billy y comenzó a batirse contra sus cinco enemigos como un auténtico jabato. Consiguió “matar” a dos de ellos pero sus fuerzas se estaban agotando y el tiempo se estaba acabando para Billy. Sabía que no lo conseguiría, pensó fugazmente en abandonar y rendirse pero la visión de su hermano agonizando en el suelo le hizo reunir fuerzas y voluntad para seguir luchando. Recordó la leyenda de Aquiles, uno de los héroes más grandes de la antigua Grecia. Cuando era bebé, su madre, Tetis, una ninfa del mar, trató de volverlo invulnerable sumergiéndole en el río Estigia pero olvidó mojar el talón por el que le sujetaba, siendo esa su única debilidad. Los griegos creían que el río Estigia tenía facultades curativas y si la corriente del caos era un afluyente suyo, Jack pensó que podría ser la única posibilidad de Billy.
En un momento de respiro, tiró la espada al suelo y levantó a Billy como si fuera un enorme saco de patatas. Billy apenas se quejó, había perdido mucha sangre y estaba semi-inconsciente. Jack, con su hermano descansando sobre su espalda y hombros salió del castillo corriendo lo más rápido que podía.
 La lucha entre Supergirl y Satsuke era muy igualada, el demonio había subestimado el valor y la voluntad de Linda y ésta, había visto demasiadas cosas en su vida como para dejarse intimidar por el temible aspecto de Satsuke o por su aterradora voz. Se intercambiaban puñetazos y patadas de forma casi rítmica pero no sólo era una batalla de fuerza, en la que seguramente, Satsuke saldría vencedor, la destreza y la capacidad de improvisación también estaba resultando importante, terreno en el que Linda era claramente superior.
- Eres una buena guerrera niña pero al final, la victoria será mía. – Dijo Satsuke golpeando a Supergirl y haciéndola atravesar un muro que la llevó a la habitación contigua.
- ¿Niña? Y yo que tengo un debate interno conmigo misma para decidir si debería cambiar mi nombre a “Superwoman”… - Dijo Linda levantándose.
Aprovechó la distancia para atacar a su enemigo con una descarga telequinética, haciendo que Satsuke impactara contra las escaleras de piedra que llevaban al trono. Las descargas telequinéticas contra el demonio eran efectivas sólo a cierta distancia, ya que Linda necesitaba concentrarse medio segundo y Satsuke era tan poderoso y rápido que concederle medio segundo de ventaja en una lucha cuerpo a cuerpo podía ser un error mortal. Además, las descargas telequinéticas la debilitaban demasiado física y psicológicamente si las utilizaba de forma continuada.
- ¿Crees que soy demasiado vieja para hacerme llamar “Supergirl”? – Bromear la ayudaba a tranquilizarse y mantener la concentración y la seguridad en sí misma.
- Cuando todo esto acabe… Si sobrevives a la llegada de mi señor Chakat… Es posible que te tome por esposa…
- Sabes que no soy rubia natural ¿Verdad? – Replicó Supergirl.
- Vas a resultar una fierecilla interesante que domar pero hasta un demonio inmortal como yo necesita saciar ciertas necesidades… - Dijo Satsuke golpeando con fuerza el suelo, creando un pequeño terremoto.
- ¡Puaj…! Realmente, sabes como cortejar a una chica, seguro que eras muy popular con las mujeres en el instituto. – Contestó Linda, usando sus poderes de vuelo para evitar perder el equilibrio a causa del temblor.
El sangriento baile de muerte se reanudó, Linda no podía apartar de su mente a Jack y a Billy, ni lo que había dicho Satsuke sobre la inminente destrucción de Bluelake City a manos de su ejército de Kebracks [2] . Si aquellos seres eran parte de él como sospechaba Mr. Bernard [3] , aún le quedaba la esperanza de que los Kebracks desaparecerían si derrotaba a Satsuke, salvando así la ciudad y a su gente. Bueno, al menos ya tenía un plan, aunque quizás, la parte de derrotar a Satsuke podía resultar un pequeño problema.
Poco a poco, Henry empezaba a recobrar el conocimiento. Al principio, pensaba que se encontraba tranquilamente en su cama y que la confusión que sentía era parte de algún extraño sueño pero las nubes de su mente empezaban a despejarse y pronto, recordó lo que había sucedido y porque estaba tirado en el suelo. Se pasó la mano por la cabeza y se asustó al descubrir su mano encharcada de sangre, John le había atizado y posiblemente, se habría golpeado la cabeza contra el suelo o contra algún mueble. En un par de días, todo su mundo se había vuelto del revés, el alcalde Chase y John eran los malos de la historia y estaban compinchados con un temible demonio llamado Satsuke, el cual, intentaba traer a nuestro plano dimensional a su señor, un demonio aún peor llamado Chakat, matando en el proceso a todos los habitantes de Bluelake City [4] . Era demasiado para él... Y lo peor es que la única persona que Henry creía capaz de solucionar este lió, el sheriff Jack Hawks, estaba muerto... O eso al menos le había dicho John cuando...

- ¡Mr. Bernard! – Dijo levantándose torpemente, débil y aún confuso.
Se habían llevado a Mr. Bernard para colgarle de una soga... El alcalde Chase le había tendido una trampa y había juntado un grupo de ciudadanos afines a sus ideas para quitarlo de en medio. Rápidamente, se acercó a la ventana y descubrió que la multitud aún permanecía allí. Pudo distinguir a Mr. Bernard subido a un caballo con las manos atadas y con una soga haciendo de collar. Todavía estaba a tiempo, al parecer, no había estado mucho tiempo fuera de combate. ¿Pero que iba a hacer él contra toda aquella gente? ¿Qué habría hecho Jack? No se lo pensó dos veces, cogió un rifle que permanecía colgado en la pared, unos cartuchos del cajón de la mesa de Jack y salió a la calle. La gente parecía no percatarse de que se encontraba en el porche o simplemente no le importaba. Acarició su insignia de ayudante, cargó su rifle con varios cartuchos y se acercó a la multitud que gritaba, abucheaba y arrojaba objetos a Mr. Bernard.
Henry hizo un disparo al aire, el sonido de su rifle se había elevado por encima de los gritos de la gente y ésta, había callado al instante. Se dieron la vuelta y le miraron. Henry sujetaba el rifle con las dos manos, aunque la hemorragia había parado, tenía el lado derecho de su cara cubierta de sangre. La multitud, perpleja, viendo la mirada de determinación del joven ayudante, comenzó a apartarse y hacer un pasillo. Henry sabía que aquella era la primera vez que obtenía respeto de sus conciudadanos y tenía que admitirlo, le encantaba. Comenzó a avanzar hacía donde se encontraban John y el alcalde Chase, los maestros de ceremonia de aquel bochornoso circo. Los ojos de toda la ciudad estaban clavados en él... Era hora de probar que merecía la confianza del sheriff Jack Hawks. Ahora, él era el único representante de la ley de Bluelake City y si tenía que morir, no iba a hacerlo escondido como un cobarde, ésta era su hora, su momento... La oportunidad que siempre había deseado para probarse así mismo.
- Henry. - Dijo John con una sonrisa burlesca.
- John. - Respondió Henry.
- Vete a casa hijo, esto no es asunto tuyo. – Dijo el alcalde Chase.
- No va a irse señor alcalde, Henry ha decidido hacerse el héroe… El duro vaquero solitario que lucha contra la injusticia y termina perdiéndose en el horizonte. Supongo que leyó demasiadas noveluchas en la biblioteca cuando era niño.
A Henry le temblaban las manos, sujetó con más fuerza su rifle esperando disimularlo a los ojos de toda la ciudad. Mr. Bernard se encontraba justo detrás del alcalde Chase y de John.
- La diversión ha-ha terminado. – Dijo sin poder evitar su tartamudeo. – Soltadle a-ahora.
John soltó una carcajada pero calló al instante al comprobar que Henry había levantado su rifle y que le estaba apuntando. Henry no era demasiado hábil con las armas pero en este momento llevaba la iniciativa y a esa distancia no podía fallar.
- Ba-bájale del caballo John.
De entre la multitud, un hombre desenfundó su revolver pero Henry estaba atento y con el rifle a punto. Vance Adams recibió un disparo en el pecho que lo mató en el acto. La multitud atónita se echó unos metros para atrás, ya nadie se reía ni murmuraba. Se hizo el silencio. Henry, se acercó a un metro de John y éste comenzó a sudar.
- Ba-bájale del caballo John.
John obedeció. Delante de toda la ciudad, se dio la vuelta humillado y comenzó a bajar a Mr. Bernard del caballo. El alcalde Chase estalló en ira y trató de evitarlo, agarrando de los brazos a John.
- ¡¿Pero que haces?! ¡¿Te dejas intimidar por este don nadie?! – Gritó furioso el alcalde Chase.
Henry dio un paso adelante y le golpeó en la cabeza con la culata de su rifle, el orondo alcalde Chase cayó al suelo inconsciente. El corazón de Henry se había acelerado, apenas podía respirar con la tensión y el nerviosismo que sentía. La muchedumbre hizo un “oh” casi coreografiado para acto seguido sumirse en un silencio absoluto otra vez. John desató a Mr. Bernard que se encontraba visiblemente fatigado y cerca del shock. Renato y su hija Miranda, los encargados del hotel, se abrieron paso de entre la gente y lo pusieron a salvo [5] .
- ¿Ahora que Henry? – Preguntó John alzando la voz. - ¿Vas a dispararme como a un perro? ¡Todos lo estáis viendo, ni siquiera me está dando la oportunidad de luchar!
No tenía porque pero sentía que debía de hacerlo. Había llegado muy lejos en este asunto, más de lo que jamás habría pensado. Era el momento de ganarse el respeto de toda la ciudad. Era entonces o nunca.
- Tira al suelo el revolver. – Le dijo a John sin dejar de apuntarle.
John palideció, ¿Había aceptado su desafío? Se suponía que Henry era un cobarde… Obedeció y tiró el revolver al suelo. Henry hizo lo propio con el suyo, después, tiró su rifle.
- Esta es-es tu o-oportunidad para lu-luchar John. – Dijo Henry cerrando sus puños con fuerza.
John estaba paralizado y sudaba casi tanto como Henry, pensó que era algún tipo de excusa de Henry para matarle. Quizás Henry era un buen boxeador… Bueno, nunca pensó que lo fuera pero tampoco le creyó capaz de matar a un hombre, o de enfrentarse en solitario con una muchedumbre dispuesta a linchar a un anciano.
- ¿Q-qué te ocurre John? ¿No quieres lu-luchar?
John estaba petrificado, estaba seguro de que Henry había enloquecido y que pretendía matarle. Henry se acercó a un palmo de John.
- ¿No quieres luchar? – Preguntó de nuevo, ya sin tartamudear y con los ojos desprendiendo pura furia.
- N-no… - Dijo John cabizbajo.
- No te oigo John…
- ¡No! ¡Maldita seas Henry! – Chilló de forma que todo el mundo pudiera escucharle.
- Ayuda al ex alcalde Chase, vais a pasar una buena temporada en la sombra. – Dijo Henry recogiendo sus armas del suelo.
Mientras que John ayudaba a levantarse al ex alcalde, Henry miró a la multitud que todavía ocupaba las calles de la ciudad.
- ¿Y vosotros que miráis? ¡Volved a vuestras casas!
La multitud se fue disolviendo poco a poco sin rechistar. Henry había ganado, se había probado así mismo y había hecho cumplir la ley. Dondequiera que estuviera Jack, sabía que estaría orgulloso de él.

Músculos agarrotados, dolor de cuello y espalda, piernas que apenas podía sentir… Aunque Jack estaba llegando a la ramificación más cercana de la corriente del caos, estaba al borde del colapso por agotamiento. Ni siquiera había mirado hacia atrás desde que salió del castillo cargando con su hermano, podía oír a las armaduras persiguiéndole, acercándose cada vez más y él, ni siquiera estaba seguro de que Billy estuviera vivo todavía. Tenía que agotar todas las opciones, aferrarse a la esperanza… Le resultaba inaceptable pensar en la perdida de su hermano precisamente ahora, que su relación con él había tomado de nuevo la senda correcta después de varios años de distanciamiento.
La corriente del caos estaba ya a sus pies y Jack, completamente exhausto, se dejó caer al suelo arrojando a su hermano al río infernal. Estaba tan cansado y dolorido que no pudo hacer nada más que mirar como sus enemigos, que ya le habían dado caza, alzaban sus armas y se abalanzaban sobre él. Durante tan sólo un segundo, Jack fue consciente de que iba a morir, curiosamente, ese único segundo fue suficiente para que toda su vida pasara ante sus ojos… La vez que cayó al interior del pozo de agua del señor Thomas cuando apenas tenía cinco años, la muerte de sus padres, los juegos infantiles con su hermano a orillas del lago, las mujeres que había amado, los hombres que había odiado… Un segundo había sido suficiente para revivir su vida y sentirse en paz consigo mismo y con el mundo.

Billy se encontraba flotando en la corriente del caos, su cuerpo se encendió en llamas y luego, se hundió en las aguas dejando detrás un rastro de humo y olor a quemado.
Miranda limpiaba la herida de la cabeza de Henry en el hotel, mientras que Renato, traía algo de comer y beber para el nuevo héroe de Bluelake City. En contra de lo recomendado por el Dr. McCoy, Mr. Bernard se había negado a acostarse en una de las habitaciones y tras calmarse y descansar un poco, se encontraba pensativo sentado en una silla contigua, esperando noticias de Linda, Adam y los demás.
- Gracias Renato. – Dijo Henry seguido de un alarido de dolor.
- Con lo valiente que es usted con los esbirros del alcalde Chase y se queja como un niño por una simple cura…
- ¿Dónde ha aprendido usted a limpiar heridas Miranda? – Preguntó Henry dando un nuevo bote en su silla.
- Si no se está quieto no terminaré nunca... No querrá molestar al Dr. McCoy por esta simple cortadita…
En ese instante entró en el Hotel David Clark, el leñador encargado del suministro de madera para la ciudad, estaba sin aliento, asustado… Estaba claro que era portador de malas noticias.
- ¡Henry muchacho! ¡Algo está sucediendo!, ¡Algo terrible!
- ¿Qué sucede David? – Respondió Henry levantándose de la silla y acercándose al hombre.
- ¡Los Kebracks!
- Cálmese… Miranda, traiga un poco de agua.
Miranda obedeció, aunque no era su estilo recibir órdenes tan a la ligera.
- Henry, los Kebracks, todos ellos… al menos cien… ¡Todos han abandonado el bosque prohibido y se dirigen hacia aquí!
Renato, que estaba llenando los vasos de agua, dejó caer al suelo la jarra de cristal.
- ¿Está seguro? – Preguntó Henry.
- ¡Se lo juro! ¡Vienen en formación hacia la ciudad!
- Nunca antes habían cruzado el límite, nunca han salido de su terreno… - Comentó aterrada Miranda.
- Se está librando la batalla final contra Satsuke – Dijo Mr. Bernard apenas sin variar la expresión de su rostro. – Tenemos que prepararnos para hacerles frente, ganar tiempo para que Supergirl derrote al demonio.
- No sé de lo que estás hablando pero sabe perfectamente que no podemos hacerles frente – Dijo David. – Reviven al poco de morir, ¡Es un suicidio!
- No hay lugar al que podamos huir, además, sospecho que si muere Satsuke, todos los Kebracks desaparecerán con él. Tenemos que darle un margen de confianza a Supergirl y luchar.
- ¿Cuánto tiempo tenemos David? – Preguntó Henry.
- A la velocidad que vienen… dos horas a lo sumo…
- ¿Qué sugieres que hagamos Mr. Bernard?
- Sugiero que reunamos a todo el pueblo y que les hables, ahora te escucharán y te seguirán Henry. Debemos explicar todo lo que sabemos sobre Satsuke y Chakat. Debemos de armar a todo hombre, mujer y niño capaz de sujetar un revolver y prepararnos para luchar por nuestras vidas.

Poco a poco, Billy Hawks fue recuperando la consciencia, abrió los ojos y trató de levantarse. De repente, los recuerdos de lo acontecido le golpearon el cerebro y se echó las manos a su estomago buscando su herida. ¿Había sido todo un mal sueño? Su camisa y sus manos estaban llenas de sangre pero no estaba herido, de hecho, se encontraba más fuerte y sano que nunca. ¿Dónde estaba? Parecía una cueva, débilmente iluminada por una tenue luz azulada. Miró para arriba y un acto reflejo hizo que se protegiera la cara con sus brazos. Un segundo más tarde, se dio cuenta que no había peligro y volvió a mirar. ¡Había un río recorriendo su cauce y haciendo de techo de la cueva!
- La corriente del caos... – Dijo pensando en voz alta.
Lo último que recordaba era haber sido atravesado por la lanza de una de aquellas malditas cosas vivientes... ¿Significaba aquello que estaba muerto? ¿Dónde estaba Jack?
En ese instante, Billy escuchó la voz de alguien llamándole por su nombre.
- ¿Quién anda ahí? – Preguntó asustado.
- Ven William, no tengas miedo. – Dijo la voz.
- ¿Quién es usted?
Billy avanzó siguiendo el sonido de la voz, no tenía nada que perder pero quedó petrificado al descubrir el origen de la misma. Tres esqueletos humanos encadenados y apilados en el suelo. Vestidos con lo que quedaba de sus ropas y llenos de telarañas. Sin embargo, alrededor de los cadáveres, había una montaña de oro y piedras preciosas. Estaban inmóviles, sus mandíbulas no se movían al hablar. Era una escena terrorífica.
- No tengas miedo William, no queremos ni podemos hacerte daño. – Dijo uno de los esqueletos, aunque no había forma de saber cual de ellos.
- ¿Quiénes sois? ¿Cómo sabéis mi nombre?
- Estamos muertos pero tenemos cierto poder aquí… Somos los tres hombres que firmaron el contrato original con Satsuke. Los fundadores de Bluelake City y los responsables de su condenación.
- Parece que el trato no os favoreció demasiado…
- Fuimos engañados, Satsuke nos prometió riquezas, poder y vida eterna…
Otra voz más grave comenzó a hablar, Billy supo que se trataba de otro de los esqueletos.
- Cuando llegó nuestra hora, las puertas del más allá estaban cerradas para nosotros y ésta es la vida eterna prometida por el demonio, incapaces de huir o de actuar pero conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor.
- ¿Cómo he llegado hasta aquí? – Preguntó Billy.
- Fuiste herido en combate, tu hermano Jack te arrojo a la corriente del caos confiando en sus cualidades curativas.
- ¿Dónde está ahora?
- Ha muerto Billy.
Las palabras le golpearon como una bala de cañón, estaban sucediendo demasiadas cosas y apenas era capaz de procesar toda la información.
- ¿Dónde está su cuerpo? Si yo me he curado, la corriente del caos puede curarle a él también…
- No William – Dijo la voz menos grave. – Jack está muerto, no herido. Tus heridas han sido curadas por nuestro poder combinado con las cualidades de la corriente del caos pero nada podemos hacer por Jack.
- Billy… Una vez fui un hombre llamado Robert Hawks [6] , soy un antepasado tuyo. Necesitamos tu ayuda, necesitamos que ayudes a Supergirl a vencer a Satsuke.
- ¿Cómo voy a hacer eso? – Preguntó Billy.- Soy sólo un hombre.
- Ahora eres algo más que eso William, la corriente del caos te ha cambiado. Eres nuestra única esperanza de una muerte digna y de descanso eterno. Mata al demonio…
- ¿Qué es lo que puedo hacer?

En el interior del castillo de Satsuke, se había hecho el silencio, Supergirl yacía en el suelo inconsciente, ensangrentada. Un Satsuke muy debilitado a causa de la intensa batalla la agarró por la capa y la llevó arrastras hasta el lugar preparado para celebrar el ritual de llegada de Chakat. Las gotas de sangre de la chica comenzaron a empapar el suelo poco a poco y pronto, los Kebracks tomarían las almas de los ciudadanos de Bluelake City, liberando a Chakat.

Bluelake City estaba desierta, no hubo tiempo de construir barricadas o planear estrategias. La mayoría de la gente se encontraba atrincherada en sus casas, con las armas preparadas para poder disparar por las ventanas y tejados. Un grupo de unos cincuenta jóvenes se habían prestado voluntarios para formar la primera línea defensiva y estaban capitaneados por Henry. Se encontraban en las afueras de la ciudad armados con rifles, esperando a los Kebracks. A lo lejos, los demonios empezaron a ser visibles, venían marchando en una gran fila horizontal, arrasando y destruyéndolo todo a su paso. La confrontación era inevitable, el miedo se reflejaba en la cara de los jóvenes que formaban nerviosamente para tratar de retener el avance de las bestias.
Henry tragó saliva, los Kebracks pronto estarían a tiro. Mr. Bernard aseguraba que era posible que los demonios tardasen más de lo normal en volver a la vida debido al posible debilitamiento de Satsuke. Era una teoría esperanzadora que pronto podrían comprobar. Henry, montado en su caballo, se apartó de la línea de fuego, los Kebracks ya estaban al alcance de los rifles.
-¡Carguen! – Sonó la voz de Henry - ¡Apunten…! ¡Fuego! – Gritó agitando su mano.
Los rifles empezaron a tronar y los Kebracks empezaron a caer en la tormenta de plomo. Se acercaban a gran velocidad, no habría forma de detenerlos a todos antes de que llegaran hasta los muchachos. La lucha iba a ser encarnizada.

Continuará...

Referencias
[1] Supergirl #4.
[2] Supergirl #4 otra vez.
[3] Tal como lo dijo en Supergirl #3
[4] Básicamente, un resumen de lo sucedido hasta ahora.
[5] Ambos ya aparecieron en Supergirl #2.
[6] No es que me lo haya sacado de la manga, ya se mencionó a Robert Hawks en Supergirl #3.

1 comentario :

  1. Reseña del 14 de Noviembre de 2005:
    En este nuevo número la acción se dispara, desarrollándose hasta en tres frentes diferentes. La narración en paralelo está muy bien equilibrada, y la historia salta de unos acontecimientos a los otros de forma muy natural.
    Supergirl comparte el protagonismo con el resto de personajes creados por Imanol, pero están tan bien construidos que en ningún momento se resiente la historia por ello, sino todo lo contrario. Y el final, estupendo; haciéndote esperar con emoción el próximo número con la conclusión de este magnífico Infierno de Cobardes.

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