Supergirl nº 02

Título: Infierno de cobardes (II): Bluelake City
Autor: Imanol Amado
Portada: Julio Nieto
Publicado en: Julio 2005

Descubre Bluelake City, la ciudad detenida en el tiempo. ¿Podrá Linda hacer frente a sus secretos?
Su nombre es Linda Danvers, aunque hubo un tiempo en el que también era conocida como Supergirl. No procedía del planeta Kryptón y no tenía lazos de sangre con el hombre acero, pero después de recorrer un largo camino, llegó a ser digna de usar ese nombre y de vestir el símbolo del hombre del mañana. Ella es...


De la mano de Adam, Linda comenzó a caminar por Bluelake City, aunque parezca increíble, una réplica exacta (porque, evidentemente, no podía ser real) de una ciudad del lejano oeste americano... Podía ver el “Saloon”, el hotel, la barbería, la oficina del Sheriff, carretas tiradas por caballos, prostitutas, cowboys que mascaban y escupían tabaco, las ropas, la actitud, las costumbres, la tecnología... niños, adultos, ancianos... todos parecían interpretar la farsa a la perfección, todos ellos formaban parte de... bueno, sea lo que infiernos estuviera ocurriendo. Linda respiró hondo y dejó que el muchacho le guiara por la ciudad, al menos de momento. No sabía que estaba pasando, si Adam estaba involucrado o si realmente había algo en lo que estar involucrado. Si de algo estaba segura era de la amenaza real que representaban los demonios a los que se había enfrentado en el bosque. Fuera o no fuera una trampa, pensó que si quería llegar al fondo de todo este misterio debía de seguir a su joven guía.
- Adam, ¿Qué es esto?, ¿Una especie de broma?, ¿Quién es toda esta gente? ¿Actores frustados de Hollywood? ¿Una secta adoradora de John Ford?
- Esto es Bluelake City, tonta – Dijo jocoso Adam – No sé quien es ese Mr. Ford, pero Mr. Bernard me ha hablado de Hollywood, aunque no estoy seguro a lo que te refieres.
- Quizás debas llevarme a hablar con Mr. Bernard.
- Vamos al hotel señorita, necesita un lugar para dormir...
- ¿Hotel? No pienso quedarme tanto Adam, lo que necesito es hablar con alguien que pueda responder a mis preguntas.
- No se preocupe por eso, usted no puede pasar desapercibida en Bluelake City, ¿Comprende? Usted es del exterior, tengo que llevarla al hotel. Todo el mundo querrá conocerla y hablar con usted porque es nueva en la ciudad.
- Supongo que no tenéis demasiados turistas ¿Verdad?
Linda pensó que la situación no podía volverse más surrealista, claro que estaba a punto de descubrir que se equivocaba. Mientras avanzaba hacia el hotel, los ciudadanos que se percataban de su presencia murmuraban y seguían sus pasos manteniendo cierta distancia. El chico no mentía, era imposible pasar desapercibida, era como si fuera elegida “Turista un millón” y todo el mundo saliera a la calle para celebrar una fiesta en su honor. En esa situación, le pareció inteligente ocultar sus poderes, descubrir que estaba pasando y guardarse ese as en la manga.
El hotel estaba situado cerca de dónde estaban, a unos treinta metros. Era un edificio de tres pisos, construido en madera y situado en la parte derecha de la calle principal. La actividad de la ciudad se había detenido, la gente situada delante de Linda y Adam se había apelotonado para poder observar a la extraña mientras que el número de personas que les seguía por detrás crecía a toda velocidad. Estaban rodeados. Linda había elegido confiar en sus instintos, la gente, no parecía violenta, ni falsa, ni eran robots ni ningún tipo de holograma creado por algún supervillano de segunda fila. Estaban sorprendidos, excitados, perplejos.
Cuando entraron en el hotel, sintió un gran alivio, la muchedumbre estaba aumentando de forma exponencial pero se quedaron fuera, tan expectantes como pacíficos. Parecía que toda la ciudad estuviera allí fuera. La recepción del hotel era amplia y limpia pero parecía ser un hotel fantasma, sólo un hombre y una mujer se encontraban allí. El hombre era bajito, de mediana edad, llevaba un pequeño bigote y vestía un ridículo chaleco rojo. La mujer por el contrario vestía una sencilla camisa y falda roja, era joven aunque no demasiado hermosa. Debido al asombroso parecido físico y a la diferencia de edad, Linda adivinó que eran padre e hija. El hombre se les acercó, tenía una mezcla de sorpresa y alegría dibujada en la cara.
- ¡Adam, muchacho! ¿Quién es la señorita? ¿Qué ha pasado?
- ¡Viene del exterior! – Contestó Adam - La encontré cerca del aserradero.
- Señorita, que alegría... Soy Renato Cáceres, para servirla a usted. Soy el encargado del hotel y esta es mi hija Miranda... Quiero decirle que es un honor tenerla aquí... y que espero que su estancia aquí, hasta que encuentre residencia fija claro, sea muy placentera. Seguro que ahora se encuentra confusa y asustada pero no se preocupe, aquí estará muy bien. ¡Por dios! Tiene la ropa destrozada...
- ¿Residencia fija? – Preguntó Linda aturdida.
En ese mismo instante, entró al local un hombre de unos treinta años, muy alto y fuerte, llevaba la estrella de Sheriff en el chaleco y un rifle que sujetaba con una mano, casi con indiferencia. De forma instintiva, Linda sabía que se trataba de un hombre seguro de sí mismo, de indudable magnetismo y respetado por toda la comunidad... Sin mencionar lo molesta que se sintió por considerar atractivo su aspecto rudo y su pose a lo Clint Eastwood.
- Señorita...
- Dan… Smith. Linda Dansmith. – Mintió Linda.
- Señorita Dansmith, Soy Jack Hawks, el Sheriff de Bluelake City.
- ¿?... Lo que usted diga.
- Señorita Dansmith, le doy la bienvenida a nuestra ciudad en nombre de todos.
- Ok, gracias... Miré, tengo algunas preguntas que...
- Por favor... Señorita, suba a su habitación, Miranda le preparará un baño caliente - Dijo Jack señalándola con su rifle, un gesto que le recordó a John Wayne en “Rio Bravo”, una de sus películas preferidas de toda la vida - Cámbiese de ropa y descanse - Continuó Jack - Le aseguro que todas sus preguntas tendrán respuesta mañana. Seguro que ha sido un día largo para usted y necesita descanso.
- Haga lo que le dice Jack, señorita - Dijo Renato – Nosotros cuidaremos de usted.
- ¿Todas las preguntas? - Insistió Linda.
- Todas las preguntas. Se lo prometo.
- Ok, de acuerdo. Acepto.
¿Qué tenía que perder? El baño caliente y el cambio de ropa sonaba demasiado tentador, además, llegados a este punto, necesitaba saciar su curiosidad. ¿Quiénes eran aquellos Kebracks que la atacaron en el bosque?, ¿Cuál era el misterio que encerraba Bluelake City?
- De todas formas, no creo que pueda dormir mucho, con toda esa gente murmurando bajo mi ventana.
- De eso me ocupo yo, no se preocupe – Dijo Jack – Muchacho, vuelve a casa y no te metas en líos, a partir de ahora nosotros nos haremos cargo.
- Si Sheriff Hawks – Respondió Adam.
Adam miró a Linda arqueando las cejas, un claro gesto de complicidad que ella entendió perfectamente y al cual respondió regalándole una sonrisa. El chico le caía bien, quizás era algo más que eso, lo cierto es que no pudo evitar pensar en Ariella en ese instante, en su voz, en su risa... Sabía que nunca podría mitigar del todo el dolor que sentía ni superar por completo la perdida de su hija. Después, el chico salió del hotel apresuradamente y Linda, acompañada de Miranda, subió a su habitación.

En su despacho situado en la biblioteca y en la oscuridad sólo perturbada por la luz de las velas, Mr.Bernard permanecía abrazado a una pila de libros viejos, notas y diarios... Era lo único que le motivaba para despertarse por la mañana, lo único que le alejaba de la locura, su misión, su vida... y así había sido desde aquel fatídico otoño de 1943, en el que llegó a Bluelake City con apenas dieciocho años de edad. Se había alistado en el ejercito para luchar contra la amenaza nazi pero un desgraciado accidente de avión le había alejado de ese destino para siempre. Fue el único superviviente y lejos de estar agradecido de su suerte, Mr Bernard no podía contar las veces que había deseado haber muerto junto con sus compañeros y no haber encontrado jamás esa maldita ciudad. Ahora era el encargado de la biblioteca. Su tarea consistía en preservar el saber contenido entre aquellos muros, un puesto que había conseguido como tapadera perfecta para llevar a cabo su investigación.
- ¡Mr. Bernard!, ¡Mr. Bernard!, ¡La he encontrado, la he encontrado! – Entró Adam en el despacho como una locomotora.
Adam era el joven ayudante de Mr. Bernard, su discípulo, la única persona de Bluelake City en la que confiaba, su futuro sucesor como encargado de la biblioteca y heredero también de su investigación.
- Muchacho... ¿A qué viene tanto ajetreo? ¿Dónde has estado?
- ¡He encontrado la mina! Usted siempre ha tenido razón... ¡Existe!, ¡Y estaba dentro del perímetro que usted calculó!
- ¿Pero qué estás diciendo? ¿Has cruzado el límite? ¿Has estado en los bosques?
- Si... ¡Pero lo importante es que ahora sabemos donde está! Mira, he dibujado un mapa...
- ¡Insensato! ¡Podías haber muerto! ¿Cómo has eludido a los Kebracks? ¡Rápido! Déjame ver el mapa...
Mr. Bernard no podía ocultar su entusiasmo, encontrar la vieja mina suponía un gran paso adelante, quizás el mayor que habían dado nunca. No podía enfadarse con el muchacho, aunque no sabía como había salido ileso de su aventura. Adam se acercó al anciano y le entregó el mapa, éste, acercó el candelabro y comenzó a estudiarlo con sus ojos ya cansados pero con el espíritu embriagado de una nueva juventud, júbilo y esperanza.
- Creí que no lo conseguiría – Dijo Adam – Estaba rodedo, ya lo veía todo perdido... ¡Pero ella me salvó!
- ¿Quién te salvó?, ¿Qué estás tratando de decirme?
- La señorita Dansmith... es nueva en la ciudad. Viene del exterior y estaba sola en el bosque.
- ¿Sola? ¿Y ella te salvo?
- ¡Si!
- Es excepcional sin duda – Dijo Mr. Bernard mientras pensaba que la última persona en llegar del exterior había sido él mismo en 1943. – Un habitante nuevo del mundo exterior... Ardo en deseos de conocer a la joven y de averiguar que sucesos y maravillas han ocurrido en los últimos 60 años.
- Ella no es como las demás chicas Mr. Bernard, ¿Recuerda sus historias sobre los “Hombres Misteriosos”? Ella es una de ellos, lo vi con mis propios ojos... Volaba... Y derrotó a los Kebracks con sus manos desnudas, era como las historias que usted cuenta sobre Green Lantern, Flash y el resto de la Sociedad de la Justicia de América. Seguro que ella es la secretaria, como Wonder Woman cuando usted era joven [1] .
- ¿Estás seguro de lo que viste Adam, muchacho?
- Estoy completamente seguro...
- Debemos de ir al hotel e inventar alguna excusa para que nos dejen hablar con ella, debemos advertirla de que no use sus poderes, es vital que el resto de Bluelake City piense que se trata de una señorita normal y corriente.
- No va a usar sus poderes, dice que nadie debe de saberlo.
- Estupendo, eso nos beneficia. Ahora... déjame reflexionar, los acontecimientos se están precipitando a una velocidad vertiginosa y necesito planear nuestro próximo movimiento.
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Linda tuvo que confesar que hacía mucho tiempo que no dormía tan bien, de hecho, permaneció en su cama casi hasta el mediodía. Su cuarto era espacioso y limpio, rústico para alguien acostumbrado a los estándares actuales pero cómodo y agradable. Miranda le explicó que su trabajo consistía en mantener las habitaciones del hotel siempre preparadas para cualquier eventualidad, aunque no era corriente que estuvieran ocupadas. De entre el vestuario proporcionado por Miranda, Linda eligió un vestido azul y un sombrero también azul que lo complementaba, aunque la idea de vestir como en “Siete Novias para Siete Hermanos” no era su ideal de moda, agradeció muy sinceramente llevar de nuevo ropa interior limpia y seca. Necesitó la ayuda de Miranda para vestirse y se preguntaba como podían las mujeres de la ciudad ponerse algo tan incómodo y poco práctico.
Cuando terminó de prepararse, el mismísimo alcalde Edward Chase vino a recogerla para llevarla a comer al aire libre. Linda se sintió un poco decepcionada al comprobar que el Sheriff Jack Hawks no iba a ser su acompañante, aunque pronto se recriminó por pensar siquiera en ello y olvidó todo el tema para concentrarse en el problema actual.
Tras dos kilómetros en un pequeño pero agradable coche tirado por dos hermosos caballos y una conversación más bien insustancial, llegaron al lago al cual hacia referencia el nombre de la ciudad. El alcalde Chase era un hombre de casi sesenta años, regordete y de modales refinados, había sido el alcalde de la ciudad en los últimos veinte años y era conocido por su profunda fe religiosa. Los ciudadanos le habían reelegido recientemente y aunque no todos estaban de acuerdo con sus ideas, su gestión de los recursos de la ciudad había sido brillante. Pararon en un bonito prado con vistas al lago, un paisaje verdaderamente espectacular y cuya belleza quedaba ensalzada con el espléndido día que había amanecido. Se instalaron bajo la sombra de un viejo roble y pronto comenzaron a disfrutar de las habilidades culinarias de Miranda.
- Señorita Dansmith, espero que todo sea de su agrado.
- Lo es señor alcalde, es un sitio verdaderamente hermoso y todo está muy apetecible.
- Supongo que tiene usted muchas preguntas acerca de nuestra pequeña comunidad...
- Puede apostar a que si.
- Verá Señorita, Bluelake City es una ciudad bendecida por la gracia del Señor, no conocemos la pobreza, el hambre o cualquiera de las lacras que azotan la sociedad en el mundo exterior, en cierta manera, está usted en una ciudad utópica...
- Básicamente, sois como una comunidad Amish, ¿Verdad? – Interrumpió Linda.
- No conozco ese concepto Señorita Dansmith. Usted se encuentra en el paraíso de nuestro Señor pero al igual que en el primer paraíso, en el que Dios prohibió que Adán y Eva comieran la manzana... Nosotros no podemos cruzar más allá de un perímetro de unos 20 Km de la ciudad.
- Lo que llamáis “el límite”.
- Correcto, más allá del límite se extiende el bosque prohibido, y cualquiera que trate de cruzarlo, desafía a Dios y por tanto sufre su castigo.
- Los Kebracks.
- Pero no quiero asustarla, usted está a salvo en Bluelake City.
- ¿Es esa la creencia más extendida en la ciudad? ¿De verdad cree la gente que Bluelake City es un paraíso creado por Dios?
- En honor a la verdad, no es una explicación demasiado aceptada, comprobará que la gente está acostumbrada a este modo de vida, es lo que nosotros consideramos normal. La gran mayoría no busca explicaciones, las cosas han funcionado de esta manera desde hace generaciones, si tenemos conocimientos del mundo exterior y de su funcionamiento es gracias a que conservamos los libros de la biblioteca. Personalmente, creo firmemente en la explicación que acabo de darle Señorita Dansmith.
- ¿Cómo se sale de la ciudad.
- Lo siento Señorita, eso no es posible... Como le decía, el paraíso tiene su precio. Un precio que nosotros consideramos justo y aceptamos gustosamente.
- Pero...
- Si intenta cruzar el bosque, morirá, créame. Algunos lo han intentado, los desagradecidos, los inadaptados, los que dieron la espalda a Dios... Todos ellos han muerto.
- Pero yo pude entrar...
- Dios oculta nuestra comunidad al mundo con su infinito poder, pero siguiendo la senda correcta, cualquier oveja del rebaño de Dios es capaz de llegar al paraíso.
- La gruta que atravesé en el bosque, es el camino que trae aquí ¿Verdad?
- Si. Usted lo atravesó, Mr. Bernard lo hizo en 1943 y el difunto Mr Reynolds lo logró también en 1902. En pocas palabras, se puede entrar, pero no se puede salir. Es como funciona.
- ¿Desde cuando están aislados?
- Desde 1875, exactamente veinticinco años después de la fundación de la ciudad.
- ¿Y desde entonces, no habéis avanzado nada?, quiero decir, tecnológicamente, moda o sociedad...
- Personalmente creo que si Dios eligió nuestra pequeña ciudad para construir un nuevo paraíso, es el modelo de sociedad que Él desea y hago todo lo posible para mantener nuestras costumbres y forma de vida. En el terreno práctico, simplemente no tenemos suficientes recursos ni posibilidades de expandir nuestros conocimientos. Somos autosuficientes, si, Bluelake City es una comunidad de granjeros, ganaderos, ovejeros... Extraemos de la tierra todas las materias primas que necesitamos y todos nuestros conocimientos se transmiten de padres a hijos, de maestros a aprendices... pero no tenemos la posibilidad ni la necesidad de adquirir nuevos conocimientos.
- Y usted es el encargado de organizar la distribución de los recursos...
- Exactamente, esa ha sido mi tarea en los últimos veinte años.
- Una comunidad de hormigas trabajadoras que piensan en el bien común antes que en el bien individual...
- No le voy a engañar si le digo que no hay gente que se opone al sistema, siempre los ha habido pero siempre han sido muy pocos. El sistema y la ley fueron creados y votados democráticamente y tenemos al Sheriff y a tres ayudantes para garantizar que se cumpla. Naturalmente, esperamos que usted se adapte a nuestra pequeña comunidad y se convierta en un miembro útil para nuestra sociedad, siempre hacen falta costureras y jóvenes madres que nos den hijos fuertes.
- Ah... no sé que decir – Dijo Linda mientras luchaba contra las ganas de partirle la cara al alcalde Chase.
El resto de comida fue cordial pero aséptica, las palabras del alcalde la habían dejado perpleja, el misterio sobre la ciudad y lo que sucedía seguía creciendo. Era algo increíble, una ciudad del oeste americano aislada del resto del mundo desde hacía más de 125 años, manteniendo intacta la cultura y tecnología de aquella época. Era como haber viajado en el tiempo. Sin embargo, no podía dejar de pensar en los demonios Kebracks que tan celosamente se ocupaban de evitar que nadie consiguiera salir de la zona. Algo le decía que había algo más, algo que quizás los propios habitantes de Bluelake City desconocían. No se tragó ni por un segundo la idea de un paraíso terrenal creado por el propio Dios, ella había sido un ángel terrenal, había trabajado para Él, bueno, en cierta manera al menos.... Necesitaba tiempo para investigar lo que realmente estaba sucediendo y quizás podría sacar algo de información útil de alguien que como ella, no había nacido en aquella maldita ciudad, necesitaba a alguien con una mentalidad “limpia” de toda esa basura, alguien con una mentalidad más moderna y abierta a diferentes posibilidades, una mente del siglo XX... Mr Bernard.
Jack Hawks se encontraba en su oficina, sentado en su silla ligeramente inclinada hacia atrás y con las piernas levantadas en su mesa. Estaba fumando un cigarrillo mientras limpiaba metódicamente su rifle, una especie de ritual casi religioso para Jack, una obsesión compulsiva, una necesidad que saciaba todos los días desde que era niño. El día se presentaba tranquilo, la ciudad había asimilado ya la llegada de Linda y la preocupación más grande de Jack era el comportamiento de algunos vaqueros. Linda era joven y hermosa y en Bluelake City había un mayor números de hombres que de mujeres. Había enviado a Jake a comprobar el “Saloon” y a asegurarse de que los muchachos no bebieran demasiado y fueran a molestarla al hotel. Sus otros dos ayudantes, Henry y John estaban patrullando en las afueras de la ciudad.
- ¡Jack! ¿Cuánto tiempo vas a tenerme aquí?
Jack se levantó de su silla y caminó hacia la parte de atrás de su oficina, dónde estaban las celdas. En una de ellas, estaba William “Billy” Hawks, su hermano pequeño.
- El tiempo que haga falta Billy, el juez vendrá la semana que viene a hablar contigo. Más vale que te comportes o tendrás que estar en la sombra una buena temporada.
Billy era un hombre joven, de unos veintidós años, rubio y con el cabello revuelto y greñudo. Siempre había sido el rebelde de la familia.
- ¡Esto es una farsa Jack! ¡Y tú lo sabes! Estoy aquí por pensar diferente que el alcalde. – Dijo Billy.
- Estás aquí porque has quebrantado la ley Billy, no es la primera vez que te emborrachas e inicias peleas en el “Saloon”, pero esta vez has ido demasiado lejos.
Billy soltó una fuerte carcajada, tenía los dientes grandes, blancos y perfectamente alienados.
- ¿Vais a acusarme de intento de asesinato Jack? ¿De traición?.
- Haré lo posible para que todo quede en una advertencia Billy. – Contestó Jack
- El hermanito mayor al rescate ¿no? Prefiero que me ahorquéis antes de seguir viviendo en esta ciudad de cobardes, en la que nadie hace nada para ser libre, y os resignáis a vivir en vuestra preciosa prisión.
- Nadie va a ahorcarte y no todos piensan como tu Billy.
- Ya... El alcalde Chase, la mayor amenaza de esta ciudad. Por su culpa, no somos más que ratas encerradas. No somos más que esclavos. ¿Crees que esto es el paraíso Jack?
- Sabes que no creo en esas cosas Billy...
- Pero sigues al alcalde.
- Mi trabajo es hacer cumplir la ley y es el pueblo soberano quien la decide.
- ¿Aunque estén equivocados?
- A pesar de ello.
Billy se avalanzó hacia los barrotes de hierro de la celda, agarrándolos con las dos manos.
- A ti te harán caso Jack, la gente te respeta, salgamos ahí fuera, cojamos las armas, ¡Luchemos por nuestra libertad!
- La lucha es un suicidio Billy, tú lo sabes.
- Prefiero estar muerto a vivir en este infierno… ¡Este infierno de cobardes!

Continuará....
Referencias:
[1] En las delirantes aventuras de All-Star Comics de los años cuarenta.

1 comentario :

  1. Reseña del 18 de Julio de 2005:
    El primer número de esta serie ya me pareció bueno (bien escrito, con personajes interesantes y un desarrollo muy bien llevado), pero lo que entonces era una promesa de buen cómic empieza a convertirse en realidad en este segundo número.
    Imanol consigue que leas la historia con verdadero interés, la situación te atrapa y los personajes hablan como personas de verdad. Muy bueno, de verdad.
    No he leído ningún número de la Supergirl de Peter David, pero esta serie está haciendo que me interese por ella.

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