Superman nº 03

Título: El hombre de la máscara de hierro
Autor: Raul Peribañez
Portada: Eric Wolfe
Publicado en: Febrero 2005

Enviado a la Tierra desde el moribundo planeta Krypton, Kal-El fue criado por los Kent en Smallville. Ahora como un adulto, Clark Kent lucha por la verdad y la justicia como...


Superman creado por Jerry Siegel y Joe Shuster


Resumen del episodio anterior: Superman y Lex Luthor han viajado misteriosamente al pasado, a 1942, y concretamente a un portaviones americano que es atacado por aviones japoneses y defendido por Wonder Woman (Hipólita). Tras encontrarse con ella y darse cuenta de que puede haber algo más detrás de este ataque optan por marchar a Washington para ponerse en contacto con el gobierno del país. Pero en otra parte un misterioso hombre recibe la visita de otro.

Camina entre las escaleras que conducen a su castillo acompañado de su recién llegado compañero nipón. Se hace llamar el Barón Blitzkrieg y una leyenda se ha forjado tras su máscara de hierro y sus músculos reforzados, una leyenda de terror y miedo hacia quien no tiene pavor en quitarle la vida a quien crea conveniente por su pura convicción hacia los ideales de la Alemania nazi a la que sirve tan fielmente.

Pocos conocen su origen, pero antes de tener este aspecto tétrico y metálico, y bajo otro nombre, el Barón era el encargado de un campo de concentración donde decenas y decenas de judíos eran encerrados por su mera existencia. El odio racial y existencial que tenía hacia sus prisioneros era tal que no perdía el más mínimo segundo en mirarles a los ojos, como si fueran un simple ganado que debe morir y por quienes nadie debe sentir preocupación. Era un hombre de imponente altura, cuerpo medianamente trabajado, piel blanca y brillante, unos bellos ojos azules y un corto cabello rubio blanquecino. En cierto modo era la perfección de la que tanto hablaba un escritor, pero combinado con la frialdad de su mirada, la seguridad de sus palabras, la fuerza con la que agarraba su bastón. Soldados y prisioneros le temían por igual. Pero un día algo fue mal. De entre las filas de judíos que avanzaban hacia los campos se apartó uno de ellos que corrió rápidamente a lanzar al Barón una botella que contenía ácido, desfigurando su bello rostro mientras maldecía en tierra al bastardo que le había provocado ese dolor. Sus manos se echaron sobre su cara intentando apartarse aquella sustancia sin saber que era lo peor que podía haber hecho. Su piel, convertida durante un breve tiempo en una masa líquida y viscosa se desmenuzaba y deterioraba al compás del toqueteo de sus manos sobre ella. Cerraba sus ojos mirando a tierra y cayendo en ella mientras el desorden se producía entre las filas y los soldados miraban sorprendidos lo sucedido. Las voces corrían por los pasillos de las altas esferas. ¿Cómo había obtenido ese hombre aquella sustancia? La Alemania de Adolf Hitler no podía mantenerse impasible ante lo sucedido. Alguien debía pagar por ello, dar a comprender a la gente que quien la hace, la paga. El judío fue asesinado violentamente ante la visión de amigos y compañeros. El soldado alemán más próximo a lo sucedido también por no haber impedido tal hecho. Las voces callaron y el temor entre el pópulo se mantuvo, como siempre. Pero el Barón era un hombre que había ganado una cierta popularidad en el seno alemán y ante la urgencia de desarrollar el perfecto soldado para la guerra que se avecinaba los científicos probaron en él sus drogas recién creadas que aumentaban su poderío físico a niveles sobrehumanos, además de ocultar su rostro tras la metálica pieza que jamás se quitaría por el miedo que así mismo le producía tal visión. Al campo de concentración donde durante tanto tiempo dirigió a judíos y soldados volvió el Barón Blitzkrieg. Su mirada ya no podía ser apreciada por las personas, pero no quedaba duda de que se podía intuir el eterno odio que tenía hacia hombres y mujeres que desfilaban ante él, ante niños y niñas que no habían conocido otro mundo que aquel.

Pero en estos momentos poco importa quien fuera, sólo quien es. El Barón sigue avanzando a través de las escaleras cuando se escuchan los sonidos de una batalla en el interior de su castillo.

KRAKA! BANG BANG!

- ¡Gott in himmel! –grita el hombre de la máscara de hierro- ¿Qué es eso?

Ambos atraviesan la enorme entrada del castillo en el momento en que, asustado, huye un hombre con arma en mano.

-¡Prefiero morir! ¡Vamos, acabad conmigo! –dice mientras corre desorientado sin darse cuenta de que aunque huye de quienes le persiguen por los pasillos se acerca peligrosamente al Barón Blitzkrieg- ¡Dios!

- ¿Dónde cree que va?

- Tu… ¿q-qué demonios eres?

-Siéntese contento por serme útil, americano. De no ser así dejaría que mis perros masticaran sus intestinos vivo.

- Sus soldados resultan bastante incompetentes si este inútil ha podido escapar… -dice el samurai provocando un gran silencio

- Pulgas molestas pero necesarias, amigo mío. Pero es a este necio a quien necesito que sometas a tus habilidades especiales. Necesito saber toda la información que oculta en su cabeza, y tu eres el único que puede conseguirlo.

El robusto hombre llegado del Este levanta al asustado americano y fija su mirada en él. Al momento, el prisionero comienza a balbucear…

- Fisión atómica… Reactor… Existen dos secciones de un modelo.. Los Alamos… Oak Ridge…Se encuentran allí...

- Sorprendente –dice el Barón

- Su mente es fácil de abrir y cerrar. Es como una simple caja de juguete.

- Nuestro servicio de inteligencia capturó a este científico hace una semana… Y aunque conseguimos información general sobre el Proyecto Manhattan, no teníamos datos concretos…

- He podido ver su miedo –asegura el japonés

- ¿Miedo hacia la muerte, tal vez?

- Miedo por esa arma.

- Él sólo es el primero. ¡Pronto todos la temerán!

Todo ha sido tan repentino. La mente de Superman intenta procesar todo lo que ha sucedido en los últimos minutos y encontrar una respuesta lógica, descubrir quién puede estar detrás de toda esta trampa que le ha llevado junto a Lex Luthor a este año 1942 que ambos conocen por los libros de historia.

Con su visión telescópica observa la ciudad desde los cielos. Todo parece igual a la ciudad que él conoce, pero al mismo tiempo muy distinta. Wonder Woman, la mujer que vuela junto a ellos, también procede del futuro. Su nombre real es Hipólita, monarca de las amazonas de la Isla Paraíso, quien viajó a esta época cuando tomó la identidad de Wonder Woman. Aquí, en estos años, fundó junto a otros bravos héroes como Green Lantern, Flash o el Doctor Fate la Sociedad de la Justicia de América. Superman se siente sorprendido de verla viva de nuevo. La última vez que se encontraron fue durante la guerra contra Imperiex, una guerra que se cobró su vida. Pero el Hombre de Acero sabe que no puede decir nada. Unas pocas palabras podrían desmontar el frágil tejido del tiempo como bien sabe por experiencias previas.

Con un suave descenso pisan las escaleras de entrada a la Casa Blanca cuando, de inmediato, varios soldados les rodean.

-¡Alto! ¿Qué están haciendo? -dice uno de ellos

-¡Quietos o dispararemos! –grita el otro

-Queremos hablar con el presidente –dice Wonder Woman – Y queremos hacerlo ya.

-Hipólita… -dice entrecortado Superman

- Paren todos. –dice de repente un ministro que sale por la puerta- El señor presidente no se encuentra en estos momentos, pero no vamos a comenzar delante de la Casa Blanca una batalla campal, y menos aún con Wonder Woman. Ignoro el por qué de su visita a nuestra ciudad, amazona, pero le invito a que entre con sus compañeros y evitar la violencia.

- Algo que le agradezco mucho, señor ministro. Si de algo reniego absolutamente es de la violencia inútil –dice Hipólita

- ¡Socorro! –grita alguien desde la entrada exterior a la Casa Blanca

- Alguien necesita ayuda –dice Superman- Quédate con Luthor.

- No te preocupes, Superman, yo me ocuparé de esto. ¡Entrad vosotros!

Lo primero que hace la amazona es elevarse veinte metros en el cielo para poder ver de dónde viene el grito de auxilio. Desde allí ve a dos hombres atacados por otros muy corpulentos. Sin dudarlo, Wonder Woman vuela hasta ellos y les golpea por detrás.

- ¡Wonder Woman! –dice con cara de alivio uno de los atacados

- ¿Qué es lo que sucede, caballeros?

Pero la pregunta de la Reina Hipólita queda sin respuesta cuando los agresores se levantan de tierra y le propinan un gran golpe que deja a la amazona a varios metros de distancia. Entre los escombros en los que se encuentra, Wonder Woman puede ver el símbolo nazi en sus camisas ajustadas.

-Vale. Pegáis fuerte. Ahora me toca a mí.

Con rapidez Wonder Woman golpea con toda su fuerza a sus enemigos y éstos explotan al instante. A pocos metros de allí varias personas observan el combate desde el interior de un coche, lamentándose del fracaso de los agresores, algo que llama la atención de la amazona.

-¡Por Hera! ¡Son robots!

-Señorita...-dice uno de los dos hombres atacados- Soy un agente FBI. Muchas gracias por encargarse de esos tipos.

-¿Qué es lo que sucede, agente? Es la segunda vez en un mismo día que me encuentro con soldados robots

Mientras el humo desprendido de los robots se extiende un coche sale a toda velocidad rompiendo la valla de entrada a la Casa Blanca.

- ¡Se marchan! ¡Los tipos de ese coche han estado aquí todo el tiempo vigilándonos! ¡Quédense aquí, no voy a dejar que escapen! –dice la amazona mientras sale disparada hacia el cielo

De nuevo en la Casa Blanca, Superman comienza a percibir unos llamativos sonidos...

- Acabo de escuchar una pequeña explosión y unos gritos de auxilio...

- ¿Cómo dice? –pregunta uno de los ministros que acompañan a Lex Luthor y a Superman a través de los pasillos de la Casa Blanca

-Luthor, no te muevas de aquí. Volveré en unos minutos –dice Superman cuando sale volando hacia el centro de Washington

-Por supuesto –dice Luthor- ¿A dónde iba ir?

Superman percibe claramente el olor a humo que rezuma del edificio en llamas que se encuentra bajo él. Ante la mirada sorprendida de los ciudadanos, el superhéroe desciende para intentar ayudar.

-¿Qué es lo ha que sucedido? –pregunta a uno de los policías que se encuentran en la escena

-E-ehhh, creemos que se trata de alguno de esos supervillanos... Han entrado en el banco pero les hemos impedido huir rodeando el edificio.

-El fuego se ha producido por la rotura del cableado.

-Pues sí, eso nos han dicho. Oye, ¿quién demonios eres tú?

-Tienen a más de una decena de personas secuestradas –dice Superman

-No, escucha, ya sé que dicen que debemos confiar en los superhéroes, pero no me suenas de nada. Podrías ser un pirado y esto es un trabajo para la policía.

-Lo siento, agente, pero debo entrar –dice mientras avanza y atraviesa sin problemas el muro de fuego que se ha producido en la entrada del banco y en su interior –Sé que estáis ahí. Os recomiendo que no opongáis resistencia.

Tras una esquina aparece uno de los delincuentes...

-¿Y tú quién eres? –le pregunta

Superman se queda perplejo al verle. Con su visión de rayos x había visto a través de las paredes. Sabía donde se encontraban sus enemigos, sabía perfectamente quiénes eran... pero al verles cara a cara no puede evitar quedarse asombrado. El hombre que está frente al Hombre de Acero es Joar Mahkent, quien en esta época fue el supervillano conocido como Icicle, poseedor de un arma capaz de congelar todo aquello donde dispara.

-Nunca te había visto antes. –dice Icicle- No eres de la Sociedad de la Justicia.

-Mirad, os... –dice Superman cuando, sin previo aviso, un enorme puño golpea en su rostro

-¡NO ME GUSTAS! –grita el bestial Salomon Grundy mientras el cuerpo de Superman es lanzado diez metros atrás atravesando una pared- ¡TU NO ME GUSTAS!

-Nunca cambias, ¿eh, Salomon? –dice Superman cuando se levanta de entre las llamas- Ni en 1942 ni en el siglo XXI

Superman golpea con todas sus fuerzas en el estómago de Salomon, pero de inmediato se sorprende de que su golpe apenas causa daño en su enemigo.

-¿Pero qué...? –se pregunta a sí mismo mientras Salomon coge su cabeza y la clava en tierra

-¡Acaba con él, Salomon! ¡Voy a coger todo el dinero! ¡Congelaré el suelo y con un golpe tuyo podremos huir por bajo tierra! –grita Icicle- ¡Cuando la poli entre se encontrarán con que no estamos!

De nuevo los fortísimos golpes de Salomon hundían en tierra a Superman sin apenas poder hacer nada, hasta que...

-¡Basta! –grita mientras se levanta con fuerza y extiende sus brazos golpeando al gigante

-¡TU-NO-ME-GUSTAS!

-¡LO SÉ! –grita enfurecido Superman dándole el espectacular golpe final que acaba con Salomon- Por Krypton... Jamás pensé que me costaría tanto... Y respecto a ti, Icicle...

Los ojos del héroe se vuelven rojizos y, de repente, la arma congeladora de Icicle se convierte en pura chatarra.

-Ahora... te aconsejo que te rindas... ¿Te parece bien?

-Yo... Si, claro- dice resentido Icicle

En tan sólo unos segundos Superman libera a todas las personas que se encontraban presas en el banco y con un simple soplido congela las llamas para que éstos puedan salir al exterior sin problemas. Pero el superhombre ha notado algo extraño en él, algo que no puede quitarse de la cabeza. Su fuerza parecía haber disminuido durante unos segundos. Seguía notando en sí mismo su poder sobrehumano que nacía de sus células kryptonianas al recibir la energía solar, pero por alguna extraña razón, durante esos instantes, parecía haberse esfumado una pequeña parte...

Mientras esto sucede, Wonder Woman sigue con la persecución...

“¡Se dirigen al aeropuerto de Washington!”, piensa la reina de las amazonas “No puedo dejar que escapen. No sé que está sucediendo aquí, ¡pero cuando esos hombres han huido por algo deber ser! Tengo que descender y cogerles ya. ¡Con tanto coche ahí abajo ya no estoy seguro de cuál era!”

-¡Espera! ¡Son aquellos de allí! –dice en voz alta mientras comienza a correr al interior del aeropuerto para sorpresa de los ciudadanos que se disponen a tomar un avión –¿Pero qué...?

Para sorpresa suya los hombres que perseguía atacan ahora a un anciano indefenso incapaz de presentar batalla a sus atacantes.

- ¡Ya está bien! –les grita Wonder Woman- Primero el ataque a la Casa Blanca con robots y ahora esto. ¡Se acabó!

- ¡Maldición, otra vez ella! –dice uno de ellos -¡Nos debe haber seguido hasta aquí!

- ¡Disparadle! ¡Sólo es una mujer!

Pero lo que ellos no saben es que calificarla como una simple mujer precisamente enfurece aún más a esta mujer que lucha en el Mundo del hombre por la igualdad entre sexos. A espectacular velocidad la reina de Isla Paraíso detiene las balas con los brazaletes que porta en sus muñecas y noquea a los delincuentes con unos pocos golpes.

- ¡Extraordinario! –dice el anciano agredido- ¡Nunca había visto algo así!

- Muy bien, señor, estos tipos no volverán a molestarse. Ha sido una suerte que fueran precisamente los que yo buscaba.

- Sea como sea, señorita, le debo la vida. Soy Albert Einstein. ¿Su nombre es...?

- ¿Einstein? Usted... usted ganó un premio novel por el descubrimiento de la relatividad.

- Mas que descubrimiento simplemente elaboré una teoría sobre la relatividad, señorita. Aunque me siento agradecido por el premio que me dieron, sin duda.

- ¡Doctor! –dice la voz de un hombre con gabardina que corre hacia donde están ellos –Gracias a Dios que está usted bien. Fuimos deliberadamente conducidos a otra zona. ¡Nos engañaron!

- Nunca estuve de acuerdo con la propuesta de que el FBI me custordiara, pero después de lo ocurrido, ¡mein gott!, no estoy tan seguro. Vuelvo a darle las gracias, ¿señorita...?

- Wonder Woman. No se lo había dicho, disculpe.

- Descuide usted.

- Agente –le dice la amazona a uno de los agentes-. Creo que tengo derecho a saber qué es lo que está pasando después de todo lo que he visto hoy.

- No sé a qué se refiere –le contesta éste

- Me refiero al hecho de que un navío norteamericano haya sido atacado al igual que dos agentes de su FBI en las puertas de la Casa Blanca... Y ahora esto.

- Lo s-siento mucho, señorita. Pero yo cumplo órdenes. No puedo facilitar información de ningún tipo.

- ¿Órdenes? –dice mientras le coge por el cuello de su camisa y lo levanta varios metros para sorpresa de todos los que están cerca- No me venga con secretos, agente, dígame todo lo que sabe. ¡YA!

Pasan dos horas de esto y en la Casa Blanca los dos hombres procedentes del futuro esperan inquietos en una sala...

- Señores –dice uno de los portavoces cortando el silencio- sé que es de alta importancia su reunión con el señor presidente, pero lamento decirles que tendrán que esperar un poco más hasta que llegue de una reunión importante.

- No hay problema. ¿Algo que te preocupe, Luthor? –dice Superman mientras se echa para atrás en uno de los sillones

- Absolutamente nada –contesta Luthor

Superman seguía pensando en lo sucedido hace unas horas... ¿Acaso estaba perdiendo parte de su fuerza? Y es más, ¿podía afectar al curso de la historia el que interviniera en ese robo al banco y fuera visto por Icicle y Salomon Grundy? Tal vez salvó la vida de algunas personas que debían morir para que todo siguiera normal...Dudas, dudas...

- Esta vez tendremos que trabajar juntos si queremos salir de esta. Tendremos que dejar de lado nuestras viejas rencillas para solucionar todo lo que está pasando y volver a nuestro presente.

- Rencillas? No infantilices así nuestra relación, Superman. ¿Recuerdas lo que me dijiste sobre tener cuidado con cambiar aspectos del pasado?

- Si.

- Verás...He decidido encontrar por mi mismo la forma de escapar de aquí y... ya sabes que poseo la tecnología futurista de Brainiac... Tecnología que siempre llevo conmigo y que me permite, por ejemplo, teletrasportarme a cualquier lugar cercano –le dice mientras su cuerpo comienza a evaporarse – La idea de poder encerrarte en esta época con el eterno miedo a poder distorsionar la línea temporal es algo que simplemente me encanta.

- ¿De qué hablas? –dice Superman mientras se levanta

- Esto es una despedida, alienígena. ¡Nos vemos en el mañana!

- ¡Luthor! –grita cuando intenta cogerle con sus manos

KROOOM!!

Un poderoso puñetazo derrumba toda una pared de la Casa Blanca. ¡El poderoso puñetazo de la Reina Hipólita!

- ¡Hipólita! ¿Pero qué haces?

- ¡No te pongas en mi camino, Superman! Te lo advierto. Pasaré por encima de todos para evitar este desastre, para salvar el futuro. ¡Pasaré por encima de ti si hace falta!

En el cuartel general del Barón Blitzkrieg, en México...

-Mein herr, ¿cuándo va a lanzar el ataque final? –dice Zwerg, el pequeño ayudante del Barón

En pocas horas, Zwerg, ahora que sabemos que el reactor nuclear está fraccionado en dos partes que se encuentran en Los Alamos y en Oak Ridge la victoria es nuestra. Llevaremos a cabo mi plan maestro ante las inocente mirada de los americanos y cuando reaccionen será demasiado tarde para cambiar el curso de la historia.

Continuará...

Y en el próximo episodio: ¡La conclusión! Un Superman debilitado se enfrenta a la enfurecida Wonder Woman mientras el Barón Blitzkrieg se dispone a poner en jaque a todo el planeta. No te pierdas este choque de titanes y la misteriosa visita de Lex Luthor...

R.G.P.

Enero de 2005

No hay comentarios :

Publicar un comentario