Los Titanes nº21

Título: Atracciones fatales (y II)
Autor: Roger Corbera
Portada: Mark Bagley y Roberto Cruz
Publicado en: Septiembre 2015

El Doctor Polaris es uno de los villanos más poderosos del mundo. ¿Cómo podran Flamebird y unos Titanes en sus horas más bajas detenerle? ¡Prepárate para la más épica de las batallas!!
Para convertirse en mejores héroes, estos adolescentes se han unido para aprender, entrenar y madurar. Son algo más que simples "ayudantes". Son la próxima generación de los mayores héroes del mundo. Son....
Creados por Bob Harney, George Kashdan y Bruno Premiani

Resumen de lo publicado: Los Titanes acuden a Blue Valley para testificar en el juicio contra Frances Kane a.k.a. Magenta... y son sorprendidos cuando el Doctor Polaris aparece en escena. 

Antesala de los juzgados de blue valley. Media hora antes del juicio.

Argent había llegado, saludado, y preguntado por el lavabo. Beast Boy se había ido a por un café de la máquina del vestíbulo. En los asientos del pasillo solo quedaban Damage y Flamebird. Los dos algo incómodos. Aunque Titanes los dos, nunca habían coincidido en un mismo equipo. Es más, los continuos intentos de la rubia acróbata de reclutar a Argent para su nuevo equipo no paraban de sabotear la relación entre la chica plateada y Damage… O por lo menos eso creía éste.

Quizá los dos necesitaban hablar y aclarar las cosas. Quizá por eso Beast Boy los había dejado solos.

Quizá Flamebird debía romper el hielo…

- ¿Pues… Esto… Habéis tenido un buen vuelo desde Nueva York?

- Un poco de retraso en el aeropuerto. Si hubiéramos tenido el Jet habríamos llegado hace dos horas.- dijo el justiciero explosivo sin descruzar los brazos ni girar la cara hacia ella siquiera.

- Quickstart Enterprises(1) nos hace el favor de guardarnos el Jet en su almacén, pero sin gasolina, solo sirve para dormir dentro gratis. Je, je.- “Ríete, por favor”.

- Ya, ya.

Silencio.

- Os agradezco que tú y Argent hayáis venido a declarar por Magenta, pero no sé si el juez le gustará que vengan “testigos sorpresa”.

- No hemos venido por eso, Bette. No conocemos a esa tía, y por lo que sé de ella, una cárcel no le iría mal.

- Eso es un poco duro… Y te agradecería que no me llamarás por ni nombre. Ya sabes, eso de la identidad secreta…

- ¿Conoces a alguien en Nebraska?

- Pues no, nunca había estado aquí.

- ¿Entonces qué peligro hay de que te reconozcan?

- Pues… Ninguno.

- Pues eso.

Nuevo silencio incómodo.

- Hemos venido por un sueño que tuvo Toni. Soñó que nos necesitabais.

- ¿Toni cree en los sueños? No me cuadra…

- ¿La estás llamando tonta?

- Nonono…

- Pues mejor.

Silencio. “Lo estoy haciendo genial”. Pero no se rendiría. Cogió aire…

- Damage…

- ¿Qué?

- ¿Por qué me odias?- “Bravo, muy sutil”.- O sea… Me he dado cuenta que no te caigo bien. ¿Por qué?

- ¿Aparte de porque me gorroneas comida tres veces por semana, cuando vivo de una beca de estudios?

- Sí.

- ¿Aparte de que te las arreglas para llevarte a mi novia de casa siempre que tenemos un hueco para estar solos?

- Pues… sí. Hay algo más, ¿no?

- Sí. Mira Flamebird, debo mucho a los Titanes. De no ser por ellos supongo que estaría en una cárcel del D.E.O.(2). O en un laboratorio. O habría muerto. O me comerían por dentro mis secretos. Gracias a ellos salí de mi agujero y empecé una vida nueva. – Con dos dedos, fue sacando una cosa de su bolsillo del cinturón. Una copia de las llaves de su apartamento. La había hecho para Argent. - Para mí los Titanes son eso. Pero tu… Lo estás haciendo mal. No puedes pedir a gente que ha salido del pozo que vuelva a entrar.

- No se si te entiendo, Grant.

- Pues piensa un poco en ello, ¿vale?.- Grant apretó el puño alrededor de las llaves. “Mira ahí está Toni. Es tan buen momento como cualquier otro, ¿no? Por lo menos tengo a Flamebird relativamente controlada”.- Hazme un favor, quédate aquí un rato.

- No puedo moverme hasta que me llamen a declarar dentro de la Sala.

- Pues eso.- Algo nervioso, Damage se levantó. Se puso bien la ropa, se aclaró la garganta, se peinó con los dedos, comprobó el apurado de su afeitado y, controlando el temblor de sus dedos, se fue a hablar con Argent, que se acercaba desde el fondo del largo pasillo. Su chica le sonreía como si fuera el único hombre del mundo… “Preparado o no, ahí voy. Le voy a pedir que viva conmigo”.

Avanzó por el pasillo muy decidido y…

… Flamebird se levantó y giró una esquina para no tener que verlos. Ya bastante los había estorbado. Y tenía un mensaje de texto de… ¿Mirage?

Un ujier abrió la puerta de la sala de vistas.

- Testigo Flamebird, puede pasar a declarar.

- ¡Voy!- ya leería el mensaje luego.


Magenta estaba segura de haber visto a su madre entre el público del juicio. Pero eso era imposible, ¿no? Su madre dejó Blue Valley años atrás. O eso le dijeron. Nadie sabía donde fue. No tenía familia. No tenía amigos. Entre la forma en qué acabaron y sus ataques de locura, Frances le había perdido el rastro completamente.

Pero quizá no la vio. Quizá fue solo una ilusión óptica. Quizá vio una mujer de la misma edad, similar estatura, más canas que la última vez que la vio, y la misma mirada demente. No, no podía ser. Estaba muy nerviosa por el juicio. Era culpa de su nuevo abogado. Le había dado falsas esperanzas. Tenía que tranquilizarse y resignarse a su destino. Pasaría años entre rejas, y era mejor aceptarlo… Cerró los ojos, intentó relajar la respiración…

¿Y si su madre venía a matarla?

Ya lo había intentado una vez y casi lo consiguió. La última vez que se vieron la maldijo llamándola hijo del demonio. Los grilletes que cargaba la dejaban indefensa. Y aquella mirada…

- Usa tus poderes y mátala.

Magenta se quedó sin respiración. Aquella voz… Los dos policías en la habitación no se habían alterado. Sólo la había oído ella. “Calma, estoy en tratamiento psiquiátrico. Tengo que controlarme”.

- Mátala antes que te haga daño.

¡Otra vez! ¿Quién era? ¿Raven? Imposible.

- Mátala.

¡Llevaba meses sin oír voces! ¿Cómo iba a basar su defensa en estar sometida a “influencias externas” si empezaba a delirar a mitad del juicio?


Sala de vistas del juzgado de Blue Valley. Ahora.

Soy una estúpida. Una estúpida niña pija.

Puedo ponerme un traje de colores, hacerme llamar Flamebird, incluso convertirme en líder de los Titanes, unos superhéroes cool, pero en el fondo siempre seré una rubia tonta jugando a cosplay. Una friki total.

Es algo inscrito en mis genes. Es algo preprogramado en mi horóscopo.

¿Y por qué? Se preguntará alguien en un futuro, si consigue recuperar algún dato de los cachitos de mi cerebro…

… Porque una parte de mi deseaba que pasara esto.

Que nos atacara un villano loco ultra-mega-híper-poderoso. Alguien capaz de arruinarle el día a Green Lantern o Superman. Porque entonces se juntaría mágicamente un equipo de Titanes, nuevos y viejos, para combatir el mal.

Pero no es así.

Ahora mismo el doctor Polaris acaba de entrar destrozando medio edificio para llevarse a Magenta. Polaris, un villano de primera división. Un tipo que ha tenido contra las cuerdas la JLA entera. Ha aplastado a los aguaciles y agentes de Iron Heights como si nada. Y yo no puedo hacer…


- … Nada. Vuestras armas son inútiles.- con un gesto de hastío, Polaris desvió las balas que le disparaban los policías, de tal forma que tocaran a otros agentes. En unos segundos, el suelo estaba cubierto de chicos de azul con heridas de sus propios compañeros… Polaris hizo otro gesto y Magenta empezó a volar por los aires. Sus grilletes impedían sus poderes magnéticos, mientras que los del villano la manejaban como un títere.

- Por fin nos conocemos, Frances.

- ¿Qué… quieres de mí…?- dijo la prisionera.

- ¿No me conoces?- Polaris arqueó una ceja, vagamente disgustado.- Creí que tu madre te habría hablado de mí, a estas alturas.

- Hace años que no hablo con mi madre.

- Lamentable pero previsible.- Chasqueó un dedo.- Mavis, ven aquí, querida.

De entre la multitud de gente que corría histérica escaleras abajo del juzgado se elevó una mujer, elegida por los poderes de Polaris. Chilló, pataleó e intentó agarrarse a la pared, pero igualmente fue arrastrada hasta presencia del villano magnético.

- ¡Mamá!- gritó Frances.- Aguanta… Te sacaré de aquí…

Forcejeó inútilmente contra sus grilletes.

- No me llames madre, diablo.- chilló Mavis con voz enloquecida. – No eres mi hija. ¡Vine para ver cómo te condenaban al infierno! Sólo así pagarás por matar a mi marido y a mi hijo(3).

- ¡Mamá, por favor!- Pese a la urgencia de la situación, Frances notó como lágrimas acudían a sus ojos.- Lo que pasó con papá y Billy no fue mi culpa…

- ¿Tu “padre”?- Polaris se echó a reír.- Veo que la has tenido engañada, Mavis. No me sorprende, siempre fuiste una beata hipócrita.

- ¿Mamá, de qué está hablando?- preguntó Frances, cada vez más alarmada. Pero Mavis Kane sólo empezó a rezar en voz alta.- ¡MAMÁ!

- Tu padre soy yo, Frances. Conocí a tu madre en una fiesta de la universidad, cuando era sólo Neal Emerson. Tuvimos un breve… roce, podríamos decir. Llamarlo romance sería dignificar una bacanal estudiantil. Cuando supo que estaba embarazada, claro, dejó la universidad para volver a este repulsivo villorrio, y casarse con su novio del instituto. Todo fue de lo más sórdido, querida.

Mavis empezó a sollozar entre rezos.

- Fue mi pecado… mi pecado…

- Silencio, Mavis. Habría ignorado tu existencia, Frances, pero cuando el maldito Green Lantern me encerró en otra dimensión, empecé a meditar sobre mis poderes. Entonces sentí que la fuente de mi magnetismo fluía no sólo por mi voluntad, sino por otra fuente… Tú, Frances. Intenté dominar esa fuente para salir de allí. Y pude empezar a ver… a oír… A sentir a través tuyo, hija mía.

Magenta escuchaba horrorizada.

- ¿Entonces fuiste tú quién…?

- Sí, Frances. Tu padre y tu hermano te serenaban… Te separaban de tu poder. Querían convertirte en una chica vulgar. En otro autómata de la sociedad. Tenía que quitarlos de en medio. Una vez los… aparté, quedaste mucho más asequible.

- ¡Tú mataste a mi padre! ¡A Billy! – el horror de Magenta se convirtió en rabia.- Me culpé a mí misma…

- Sí, sí… Todo triste, y además inútil. Los malditos Titanes me impidieron usarte como quería. Perdí el acceso a tu poder, Frances. Pero esas últimas semanas he meditado, sólo en el espacio, y he comprobado que seguimos unidos, hija mía. Mis poderes fluctúan según tú los usas o los bloqueas. Siempre que enloqueces, mi fuerza disminuye. Es necesario que nos unamos.

- Jamás me uniré a ti, monstruo… Te mataré…- Una mano metálica atrapó la mandíbula de Frances.

- Silencio, retoño desagradecida. – los ojos de Polaris chisporroteaban.- Voy a quitarte los poderes que tanto odias. Claro que es posible que borre tus pautas neuronales en el proceso. Pero bueno, con tu historial no será una gran pérdida. Supongo que una vez aprendas de nuevo a andar y hablar, empezarás una nueva vida. ¿No es lo que querías? Primero te quitaré eso…

Polaris arrancó los grilletes de Magenta con un gesto despectivo. Magenta intentó contraatacar con sus propios poderes, pero llevaba años sin usarlos estando cuerda. Cuando estaba loca era más fácil, pero estando centrada y sensata… Era más… difícil. “Voy a morir por tomarme la medicación anti-sicótica”. Hubiera sonreído de no ser por el dolor.

Algo rebotó en el yelmo de Polaris sin el menor efecto. Este giró la cabeza distraído.

- Vaya, el justiciero de turno.- bostezó.- Siempre hay alguno, incluso en este pueblucho…

- ¡Somos los Titanes, Polaris! – gritó Flamebird.- Suelta a Magenta o…

- Sí, sí… Conozco el discurso. Sé buena chica y ocúpate de esto.- Con un chasquido de dedos, Mavis Kane cayó por la fachada rota, Flamebird soltó un grito de sorpresa y saltó tras ella para salvarla…

- Y ahora, Frances, sintamos ese dulce poder tuyo, fluyendo…- energía empezó a brotar de los ojos de Magenta, que se retorció mientras su poder, su misma vida, entraba en Polaris.- Oh, sí… Dámelo…

El villano notaba su magnetismo creciendo… Pronto podría acabar con la Liga de la Justicia… Cambiar la configuración del planeta…

- Vale esto es asqueroso…- dijo una vocecita. Antes que Polaris pudiera reaccionar, notó un zumbido en el oído y un dolor lacerante le taladró el cráneo. Con un rugido de dolor, el villano cayó hasta la calle, junto con Magenta.

Con la oreja latiendo de dolor, Polaris se incorporó de hinojos. Ante él estaban dos Titanes: Argent y Damage.

- ¿Grant? – dijo el doctor.- Me alegraría de verte en otras circunstancias, muchacho(4)

- Siempre son las mismas, “tío Neal”. ¡A por él, Toni!

Su enemigo parecía presa fácil pero sus campos de fuerza repelieron los poderes de los dos Titanes. El insecto verde que era Beast Boy intentó atacar de nuevo en su oreja… Pero de repente quedó atrapado dentro de un diminuto campo de fuerza. Cada vez más atrapado… Antes que pudiera moverse…

Una gotita de sangre verde resbalo por la mejilla de Polaris.

- Qué curioso… Eso me recuerda cuando aún podía llorar(5).- Polaris sospesó en su dedo la mancha verde. Damage lo miró con odio.

- ¡Has matado a Gar! ¡Aparta, Argent, voy a matar a ese cabrón!

- Inténtalo, mocoso. Veo que los “Titanes” necesitáis una azotaina.

La batalla convirtió pronto la tranquila calle de Blue Valley en un escenario de la batalla de Stalingrado…


En la estación de Blue Valley, el jefe de estación vio por la televisión lo que sucedía en el Juzgado y detuvo todos los convoys. Si alguna explosión afectaba las vías, podía suceder un descarrilamiento. Sus hombres ayudaron a los pasajeros a dejar los trenes. Mientras, las explosiones sacudían los edificios…

Uno de los revisores estaba comprobando que no quedara nadie en un tren cuando oyó voces femeninas viniendo de un lavabo. Hubiera jurado que ya había mirado ahí, pero quizá recordaba mal. Abrió la puerta… ¡vacío! Quizá se había confundido. Los nervios. Abandonó el tren.

Traci Thirteen levantó el hechizo de invisibilidad y siguió concentrándose. Sus poderes místicos no eran como para enfrentarse a alguien como Polaris, pero tenía otras formas de intervenir en el combate. Su polvo de sueños había hecho que Argent tuviera una pesadilla que la llevó a venir aquí justo a tiempo. Pero no era suficiente.

Era hora de invocar a los muertos…


Las ruinas que fueron la calle del juzgado.

Entre el humo de vehículos en llama, las explosiones que destrozaban los oídos, y el caos a su alrededor, apenas podía ver la batalla. Polaris parecía estar ganando. Argent le lanzaba auténticas lluvias de dardos plateados, capaces de convertir un tanque en mondadientes; el villano los rechazaba sin dificultad, convirtiéndolos en nubes de polvo en suspensión, que caía lentamente, y replicó con una sucesión de masas metálicas lanzadas a toda velocidad: un coche; otro coche… Argent los esquivó a duras penas, hasta que Polaris se dejó de tonterías y le lanzó un autobús.

- ¡Cuidado!- gritó Bette, pese a saber que su amiga no podía oirla. “Va a morir como murió Lilith(6) pensó con angustia. Sólo que esta vez podría verlo sin hacer nada. Estaba tan lejos, a tanta altura, y ella no tenía poderes…

Damage salió de la nada. Usó una detonación para saltar veinte metros; otra detonación para partir en dos el autobús.

- ¿Amenazas a mi chica, “tío” Neal? Ahora sí estás en problemas.- dijo aterrizando ágilmente en un tejado. Sus puños brillaban con un poder furioso.

- No me amenaces, Grant. Tu “chica” y tú sois incapaces de herirme. Si te vas ahora, no te perseguiré.

- ¿Eso crees? Reinicié el universo(7), tío Neal. Soy más poderoso de lo que crees.

- Demuéstralo, cachorro.- se burló Polaris.

Grant saltó al ataque: su puño izquierdo concentró tal explosión que la esfera de fuerza de Polaris se agrietó y rompió. Incluso a tanta distancia, Flamebird sintió sus dientes temblar por la onda expansiva. El siguiente golpe hizo que Polaris concentrara su fuerza en un único escudo circular.

En ese momento, Argent atacó: las nubes de polvo plateado que fueron sus cuchillos se levantaron como impulsados por un viento que sólo ellas sentían y atacaron Polaris por el lado que no cubría el escudo. Se colaron por las rendijas de sus ojos como una auténtica tormenta de arena afilada. Grant cayó otra vez al tejado. Y le dio un beso a Argent.

- Has estado genial, nena.

- La idea fue tuya, cielo. – Damage se disponía a dar otro salto cuando Argent dijo: - ¡A por él, Grant! Te amo.

- ¿De veras?- Damage parecía aturdido por una oleada de emoción.- Nunca me lo habías…

- ¡DETRÁS VUESTRO!- les gritó Flamebird, que había acertado a usar el comunicador.

Una farola metálica se había alzado a las espaldas de los dos titanes enamorados. Su punta afilada se había orientado hacia el corazón de Damage. Voló hacia ellos como una flecha capaz de traspasarles en aquél singular momento, impulsada por la maldad de Polaris…

Argent saltó adelante apartando a su novio. El proyectil metálico destrozó su hombro y la chica cayó al suelo. Su roja sangre contrastaba con su piel plateada.

- ¡TONI!- rugió Damage. – Te voy a matar, hijo de puta.

Su cuerpo empezaba a brillar con un brillo que hería las pupilas.

- No es forma de hablar de tu abuela, niño.- río Polaris.- Y tu chica se está desangrando. Puedes hacer que te mate intentando impedir que borre la mente de Magenta o llevarla a un hospital y salvar la estúpida vida de tu perrita. Tú eliges.

Damage vaciló un segundo. Polaris sonrió bajo su yelmo. La misma farola se alzó de nuevo detrás de Grant. Él y su novia morirían juntos en unos momentos. El joven titán se inclinó… cuando una mano se puso en su hombro.

- Damage, no. Tú detenle. Yo salvaré a Toni.- dijo Flamebird con dificultad. Había llegado saltando sobre tejados a una velocidad endiablada, desdeñando alturas y riesgos, y respiraba con dificultad.

Damage alzó la mirada. Parpadeó. Luego su puño explotó desviando la farola que iba a empalarlo.

- ¡POLARIS!- rugió al atacar al villano.

- Ven, cachorro. Te perdoné la vida en una ocasión. No repetiré el mismo error…

Flamebird sabía primeros auxilios. Bastante. Había hecho muchos cursos. Pero nunca había tenido que taponar una hemorragia tan severa en mitad de una batalla. Con la metralla volando y las ondas expansivas sacudiendo el aire de sus pulmones. Sacó vendajes y cubrió la herida. Iba a inyectar un calmante a Toni cuando empezó a temblar el suelo… No el suelo… El edificio, ya maltrecho, se derrumbaba por el poder desencadenado de Polaris. El supervillano magnético era una nova de luz azul luchando contra la otra supernova dorada que era Grant, que aparecía y desaparecía en furiosas detonaciones.

Grandes grietas se abrieron bajo sus pies.

- Sálvate, Bette…- murmuró Toni. – No puedes moverme… Peso… demasiado…

- Tu peso es tan perfecto que te odio y o nos salvamos las dos o ninguna. ¡Agárrame fuerte!

Corrió por el tejado hasta la cornisa mientras el suelo se hundía a su alrededor, con la sangre de su amiga deslizándose por su uniforme. Una vez allí saltó y lanzó su garfio. Pero no podía lanzarlo a otro edificio: estaban demasiado lejos. Sólo podía lanzarlo a la otra esquina de la misma cortina. Se balanceó en el aire. El edificio se hundía. Debía coger el suficiente impulso, adoptar una postura que favoreciera el salto. Con Argent encima era casi imposible… Pero al llegar al límite se soltó… Si había calculado bien…


Frances Kane, Magenta, se puso en pie con dificultad. Tenía las muñecas y los tobillos doloridos por los grilletes, y se había hecho daño en las costillas al caer. Tenía que huir… pero ¿dónde? ¿A pasar el resto de su vida en una cárcel? ¿A huir de Polaris para siempre? Parte de ella no podía creer que fuera su padre. Trató de usar su poder pero era inútil. Intentó cogerse a algo para levantarse… Y alguien le dio la mano y la ayudó. Trastabilló. Alguien más le ofreció su hombro.

- Por aquí, vamos.- dijo uno de sus salvadores, llevándole a un callejón.- ¿Estás herida?

- Nada… grave… pero debéis iros. Un loco viene a por mí. Y yo misma… soy peligrosa.

- Nunca nos harías daño, Frances.- ¿Quién era ese hombre amable? Conocía la voz, pero no la había oído en años. Alzó el rostro…

- ¿P-papá? No es posible…

- Sí lo es, Frankie.

- Billy… Y papá… No es posible.- su padre y su hermano habían muerto.- Yo… os maté…

- Fue Polaris, hija mía. Debes dejar de culparte por lo que pasó.

- ¿No me odiáis?

- Vamos, Frankie, no te odié por robarme las entradas al concierto de U2 en San Diego, me voy a enfadar por eso.- bromeó su hermano. Cuanto había odiado en vida su sonrisa de chulo, y cuánto le reconfortaba verla ahora…

- Frances, no te culpamos por nada. Fue Polaris. No fue culpa tuya. Lo que no me deja descansar es ver cómo mi niña ha perdido el control de su vida.

- Papá… No puedo evitarlo… ha sido todo a la vez… Raven, Trigón, Cicada(8), incluso Wally… Todos contra mi…

- Lo has tenido difícil sí, pero no debes rendirte. No debes rendirte nunca. La alternativa es ser un pelele en sus manos. ¿Quieres ser una víctima toda tu vida?

- No.- dijo Frances. Y supo que no había dicho nada más en serio en toda su vida.

- Pues pelea, hermanita. Pelea. Pelea como nunca. Siempre estaremos contigo, frankie.

- Siempre te querremos hija.

- Ah, aquí estás.- dijo una voz siniestra. Polaris apareció flotando. Su capa era un harapo y su armadura tenía abolladuras, pero su poder atrapó a Frances y la atrajo hacia él.- Tus amigos son insectos valientes. Pero insectos al fin y al cabo. Es hora de hacer lo que vine a hacer, hija mía…

De nuevo Polaris volvió a arrancar el poder magnético de Magenta. Pero esta vez era diferente, lo que antes era un fluir plácido, ahora era un torrente de ácido, que consumía por donde pasaba. Magenta luchaba con todas sus fuerzas.

- ¿Quieres mi mierda de poder, “papi”? ¡Pues trágalo! Toma mi locura, mi odio, mi desesperación. ¡Trágala hasta ahogarte!- gritaba Magenta.

- ¡BASTAAAA!- Polaris la apartó de él con un estallido de poder. Se sentía como borracho. Sentía ganas de vomitar, veía borroso. Magenta, en el suelo, estaba peor.

- Maldita bastarda… ¿Crees que has cambiado algo con tu heroísmo? – le pegó una patada en las costillas. Notó una nausea. El poder… estaba infectado por la rebeldía de Magenta. No podía domarlo. Empezaba a notar como su magnetismo fluctuaba. Aparte tenía contusiones y cortes por muchos puntos del cuerpo. Llevaba tanto tiempo protegido por campos de fuerza que a veces olvidaba que era mortal, que podía sentir dolor… Pero nunca olvidaba que era muy capaz de infringirlo.- Vas a ver lo que causa tu impertinencia, niña.

Con más esfuerzo del que podía reconocer, su voz se retransmitió en todos los teléfonos celulares, ipods, radios y televisores de la ciudad.

- Ciudadanos de Blue Valley, pensaba limitarme a matar toda la gente del Juzgado para probar mi nuevo poder. Pero ahora mataré a toda la gente de tu ciudad natal, Frances. Poneos en paz con vuestros dioses.- Objetos de metal afilados empezaron a elevarse en oficinas, escuelas, dormitorios… esperando la orden de Polaris para empezar a desgarrar carne en una tormenta sanguinaria.- Nadie desafía al doctor…

Algo le golpeó la cabeza con tanta fuerza que le puso de rodillas. De no ser por el yelmo, le hubiera roto el cráneo. Aun así, sintió como si su cerebro rebotara por dentro del casco. ¿Cómo…? Tenía su campo de fuerza. Entonces le golpeó otra vez en la articulación del codo, donde la armadura era más débil. Este golpe sí rompió algo. Con un crujido de hueso y… ¿madera? Su campo era tan débil que dejaba pasar objetos no metálicos…

Abrió los ojos con dificultad y vio a su atacante: una mocosa rubia con un ridículo traje rojo y una barra de madera.

- ¿Otra estúpida titán?- escupió sangre.

- No cualquier titán. Soy la líder de los Titanes, Polaris.

- ¿Tú? Ni siquiera sé quién eres…- reforzó el escudo y la improvisada porra de Flamebird se rompió contra él.-… Y nadie te recordará cuando te aplaste.

Lanzó una oleada de fuerza, que partió en dos aquella insensata… o la hubiera partido de no haber saltado a un lado con agilidad inesperada, mientras tiraba dos pequeñas bolas. Una estalló con un aullido sónico que hizo taparse los oídos a Polaris. Era muy propio de él que su campo permitiera que se oyera a través. Quería público para sus peroratas… Ahora el ruido lo sufría él. La otra bola estalló en una nube de gas lacrimógeno. El poderoso Polaris tosió, lloró y retrocedió disparando a ciegas. Pero Flamebird no retrocedió, pese a que cada rayo abría boquetes en cemento y acero; ni siquiera parpadeó cuando desgarraron su capa, pasando a milímetros de su piel. Cargó con un grito de guerra inarticulado.

Polaris se elevó a la desesperada. Pero Flamebird saltó encima de un coche, se proyectó arriba y se agarró a un pie. El poder del villano hacía que fuera como sujetar un cable de alta tensión. Noto el dolor recorriendo todo su cuerpo… pero no se soltó. Se columpió haciendo que su pie golpeara la cabeza de Polaris. Cayeron al suelo rodando en un amasijo de brazos y pies.

Flamebird quedó encima. Las manos de Polaris empezaron a brillar con una luz azulada que vaciló y parpadeó como una bombilla mal ajustada cuando Bette le golpeó en la cabeza con un cascote de cemento. Polaris ya no era capaz de levantar el campo de fuerza. Flamebird le golpeó una, dos, tres veces. En el cuello, en su cabello descubierto, en la rendija de los ojos. Cuatro, cinco, seis. Polaris lanzó golpes a ciegas con sus manos brillando, abrió tres surcos rojos en las costillas de Flamebird. Siete, ocho, nueve. Polaris intentó levitar otra vez. Diez, once, doce-doce-doce-doce. Polaris cayó al suelo. En su piel chisporreteó otra vez débilmente el campo de fuerza. Nonono. Doce-doce-doce-doce. ¡Cae, cae, cae, CAE!

Algo sujetó la mano de Flamebird.

- Bette, basta.

Flamebird se giró. Abrió los ojos como platos.

- ¿G-Gar?

- Ha caído, Bette. Le has vencido.

- ¿Qué…?

- Le has vencido, Bette.

Era cierto. Polaris no se movía. Tenía el yelmo abollado por los golpes y un brazo doblado en un raro ángulo. Respiraba con dificultad. Flamebird se puso en pie trastabillando. BeEast Boy la sujetó.

- Tranquila, todo ha terminado.- Bette se echó a llorar.- Todo irá bien.

- Oh, Gar, creí que te había… matado…

- Lo intentó. Me convertí en una ameba antes que me aplastara… Pero volverme unicelular me deja frito. Perdí la conciencia hasta hace un segundo. Y te vi pateando a Polaris como Mike Tyson en sus buenos tiempos

- Le he vencido.- dijo incrédula Bette.

- Has estado genial, nena. Ese aterrizaje encima del descapotable cuando salvaste a Toni ha sido de medalla olímpica.

- ¿Gar?

- ¿Sí, nena?

- Creo que necesito ir al hospital…


El lavabo de un tren.

Traci Thirteen suspiró y apagó la vela negra. Había sido un duro esfuerzo traer a los fantasmas de la familia de Magenta pero lo había conseguido. El Doctor Polaris, el hombre que asesinó a su padre adoptivo, Ralph Dibny, estaba preso y apaleado(9).

- Descansa en paz, Ralph. Y descansad vosotros también Randolph y Billy Kane.

Pese a su alegría, se sentía vagamente culpable de haber usado a los Titanes. Quizá debería acercarse a ver cómo estaban en persona.


Hospital de Blue Valley.

El hospital no había visto tanto movimiento en mucho tiempo. La locura de Polaris había herido docenas de personas pero a ello había que añadir los ataques de pánico provocados por su ataque final. Con todo, los médicos eran muy conscientes que, de no ser por los Titanes, seguramente lo que estaría lleno no sería las habitaciones, sino el depósito de cadáveres. Por eso Flamebird no paraba de encontrar gente que la saludaba, le daba las gracias o insistía en coger su mano. Aunque la tenía amoratada e hinchada, Bette tenía una sonrisa para cada uno.

- Gracias, chica.- dijo un enfermero que empujaba una camilla.

- ¡Sí, gracias, Firebird!- dijo también el tipo que iba en la camilla levantando su pulgar.- Salvaste a mis hijas.

- De nada… Y es Flamebird.- se apoyó en el hombro de Gar.- Vamos a algún sitio tranquilo…

Pero en la sala de espera, todo el mundo la aplaudió.

- Gracias, chica. Ese loco hubiera matado toda la ciudad.

- ¡You go, girl!

- ¡Un hurra por Firehawk, nuestra heroína!

Flamebird se puso más roja que su uniforme.

- Yo… gracias a vosotros… El mérito es de todo el equipo… Y mi nombre es Flamebird…

Un médico se le acercó.

- Señorita, venga conmigo y le curaré esa mano.

Aún aturdida por la muestra de popularidad, superior a la que había recibido en toda su “carrera” como aventurera disfrazada, Bette se dejó llevar hasta un box. Gar la esperaría fuera.

Con la mano vendada, dos cortes cosidos y las contusiones atendidas, y un café en la mano, ya se sentía otra persona…

- Esto tiene que acabar, Bette.- dijo entonces el médico, con una voz que ahora sí reconoció. La de Nightwing. Un Nightwing con peluca, perilla y gafas falsas, disfrazado hábilmente de médico. Pero él sin duda.

- ¿Cómo dices?

- Hoy no ha muerto nadie de milagro, pero tu suerte no puede continuar. Habéis organizado una batalla campal en plena zona urbana. Un desastre total.

- Espera un minuto… ¿Y dónde estabas tú entonces, mientras luchábamos?

- Estaba ocupado en un caso. Acabo de llegar gracias a Flash. Lo importante es que este grupo no tiene posibilidades. Debes dispersarlo ahora antes…

- ¿Antes de qué? ¿De que volvamos a detener una amenaza nivel JLA?

- Nunca hay que empezar una batalla en mitad de la ciudad, Bette. No sois responsables.

- ¿Y cómo íbamos a seguirle si ninguno vuela, listillo? ¡Era ahora o nunca! Si no llega a ser por nosotros el poder de Polaris sería el doble de fuerte. ¿Te gustaría eso?

- Hay profesionales para encargarse de esos problemas.

- Oh, sí, os conozco mucho a los “profesionales”.- se puso de pie exaltada.- ¡Tratáis los Titanes como si fuera vuestro club de pijos, donde ir los fines de semana! Es la mesa de los chicos cool donde se pueden sentar las animadoras y los quarterbacks. ¡Tú, Arsenal y los demás convertisteis los Titanes en una maldita fraternidad! Nos tratáis a los demás como si sólo fuéramos pardillos, a los que apenas toleráis. ¡Como si no pudiéramos luchar!

- Debes calmarte…- le puso una mano en el hombro.

- ¡No me toques!

Y Bette le dio un puñetazo en la cara.

Normalmente no lo hubiera tocado ni en el mejor día de su vida. Pero Nightwing se había acercado demasiado, estaba entre la mesa y la pared del box sin apenas espacio, y al intentar retroceder chocó con la camilla. Por eso el golpe de Bette le alcanzó en la barbilla, lo hizo tropezar, y Nightwing acabó el suelo. “Au, mi mano”, se lamentó Flamebird.

Luego sintió vergüenza. Por un instante pensó en arrodillarse tartamudeando disculpas abyectas. Pero en lugar de ello sentía rabia. Una indignación justa.

- Quedas expulsado de los Titanes, Nightwing. Por sabotear el equipo y por capullo. Me voy.

Nightwing intentó decir algo, pero Flamebird ya se había ido. Le temblaban las rodillas y estaba hiperventilando, Gar fue a ella y se abrazó a él. Se quedaron unos instantes así.

- ¿Estás bien, nena?

- Mejor que bien, cariño.

- Esta la prensa fuera. Les he dicho que nuestra líder haría unas declaraciones.

- Gracias, cariño.- Se dieron un beso largo, con muchas repeticiones. Luego Bette se arregló el pelo y fue a enfrentarse a las cámaras.

- Buenos días, soy Flamebird. Hoy los Titanes hemos impedido que el Doctor Polaris secuestrara a Magenta y destruyera la ciudad. El villano fue capturado. En la pelea dos de nuestros miembros, Damage y Argent, fueron heridos. ¿Alguna pregunta?

- ¿Sois un nuevo grupo de Titanes?

- Somos los únicos Titanes.

- Vuestra base en Nueva York fue destruida. ¿Pensáis mudaros a Blue Valley?

- Hoy hemos venido aquí porque se nos necesitaba. Pero no pensamos quedarnos en un solo lugar. Nueva York tiene defensores de sobra. Pero hoy hemos visto que toda América… Todo el mundo puede ser amenazado por gente como Polaris. Por eso los Titanes iremos donde nos necesiten. Donde sea que aparezca peligro, allí estaremos.

- ¿Cuál será vuestra alineación?

- No puedo revelarlo sin mostrar nuestra fuerza. – Lo cual era un farol, pero apenas tenía grupo.- Pero también quiero hacer un llamamiento a todos los jóvenes héroes que están ahí fuera. Que luchan solos contra el crimen y la injusticia. No estáis solos, amigos. Si os enfrentáis a amenazas que os superan, llamadme. Los Titanes se crearon para ayudar a gente como vosotros. A la nueva generación de superhéroes. Llamadnos y vendremos.

Hubo varias preguntas más. Estaba demasiado cansada para seguir aparentando fortaleza. Dejó que Gar la sacara de allí. Fue a ver a Damage y Argent… Que se encontraban a punto de recibir el alta.

- Pero… Toni, tenías un hombro destrozado.

- Esa chica nos ha tocado con su varita mágica y… ¡presto! Listos para la acción.- rió Argent.

- En mi caso, eso significa “universidad”.- gruñó Damage.- He tenido bastante de Titanes por un tiempo.

- Hola, soy Traci Thirteen.- la chica latina tocó la mano de Flamebird con su vara y el dolor y la hinchazón desaparecieron.- Ese es sólo uno de mis talentos. Estoy buscando qué hacer con mi vida. Y los Titanes parecéis una buena opción.

- Creo que te vi con Superman en Metrópolis, por televisión(10). ¿Estás dispuesta a viajar y ver mundo, peleando contra el mal?

- Para eso vivo, nena.

- Pues contratada. Ahora veamos si puedo encontrar al abogado de Magenta y darle esa grabación donde Polaris confiesa que él fue el culpable de todas sus locuras. Y luego nos vamos a Miami.

- ¿Miami, Florida?

- Miami, Florida.

Continuará…
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Referencias:
1 .- Quickstart Enterprises es la empresa de Jesse Quick (exmiembro de los Titanes).
2 .- Cuando Grant descubrió sus poderes fue responsable de la destrucción de parte del centro de Atlanta. Sólo una “poco convencional” maniobra por parte de Arsenal consiguió eliminar la orden de arresto que caía sobre él. (Ver Titans Secret Files #1 1999)
3 .- Para conocer mejor la historia de Magenta, pásate por nuestro último número dónde hicimos un repaso a la misma o visita nuestra Wiki (si, que tenemos Wiki para ayudaros con la historia de los personajes. ;) )
4 .- Grant Emerson es el sobrino del Doctor Polaris.
5 .- El Doctor Polaris vendió su alma al diablo (o sea, a Nerón) en la saga Underworld Unleashed.
6 .- Lilith (Presagio) murió a manos del Superman Androide durante Graduation Day (todo el mundo sólo se acuerda de la muerte de Donna Troy, pero también mató a Lilith)
7 .- No va de farol. Damage ayudó a reiniciar el universo en el evento Hora Cero.
8 .- Villano de Flash que la manipuló para sus fines.
9 .- Ralph Dibny (el Hombre Elástico) y su esposa Sue fueron los mentores de Traci después de la muerte de su madre. Sue Dibny fue asesinada por las fuerzas de Luthor (Ver Especial Imperio: Patrulla Condenada) y Ralph murió a manos del Doctor Polaris en la Batalla de Washington (Ver Superman nº20)
10 .- Traci asistió en varios casos a Superman (en la etapa excelentemente dibujada por Pascual Ferry)

4 comentarios :

  1. Tenía muchas ganas de que saliera este número. Esta claro que la mayor flaqueza de la serie es el tiempo que hay que esperar entre número y número. Por otro lado el capítulo ha cumplido estupendamente manteniendo una entretenida pelea siempre con la tensión de la formación del grupo. Me siento muy identificado con el periodista que pregunta por la alineación, que de momento es de lo más curiosa jeje (Y de lo más femenina)
    La portada quedó genial, capta totalmente la esencia del capítulo ^^

    En fin, espero que tengamos más Titanes pronto por aquí!! Que quiero saber que se les ha perdido en Miami xD

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  2. Ya había leído el capitulo anterior y me había generado sensaciones encontradas. Pero me había enganchado la historia de estos Teen Titans que parecen ser los segundos y estar capeando las consecuencia de lo que le ha ocurrido al grupo previo, amén de estar pasando el mal rato de lo que ocurrió en Día de la Graduación.

    la historia es interesante porque nos da otro visión del mundo superheroico, nos pone al tanto de lo que ocurre tras bambalina y fuera del glamour. Esto es interesante y creo que es el mayor logro de Roger, aparte de engancharnos. Ya quiero ver que va a pasar, al fin y al cabo esta era de AT-53 tiene algo interesante, Estamos en un mundo donde los tres grandes están bajo perfil y los otros 4 la están pasando canutas por allí.

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  3. Después de dos episodios más relajados, Roger se ha resarcido con un número cargado de acción, desarrollado con buen ritmo y aderezado con una excelente caracterización de personajes, algo (esto último) a lo que ya nos tiene más que acostumbrados.

    Concluida esta minisaga titulada "Atracciones fatales", Flamebird concluye su evolución como superheroína (o al menos, su primera fase), reafirmándose como tal mientras que por fin se asientan las bases del que será nuevo grupo de Titanes. Aún queda mucho que contar y desarrollar, por supuesto, pero el punto de partida ya está aquí, y no cabe duda de que Roger sigue dejándonos con ganas de mucho más.

    Y la portada, por otro lado, es fruto de la genialidad de Roberto Cruz a la hora de aprovechar y modificar dibujos ajenos con apabullante maestría.

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  4. Muy buen número! Da gusto leer tus Titanes, Roger! :)

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