Elseworlds Archivos A.L.S.T.R. nº01

Título: Bienvenido a A.L.S.T.R.
Autor: Roberto Barreiro
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Enero 2014

Una gran amenaza surge desde Europa... y América deberá convocar a sus más misteriosos protectores si pretende hacer frente a ella. ¿Acudirán ellos a la llamada?
Fue en la hora más oscura del Hombre cuando surgieron los primeros super-héroes, patriotas disfrazados que simbolizaban nuestro ideal heroico y nos protegieron de los enemigos de la Nación. Estas son las historias de...
Creado por Roberto Barreiro

Creta, 20 de mayo de 1941. Aeropuerto de Maleme

La isla parecía segura. No había manera que los alemanes pudieran tomar el lugar sin perder una cantidad de tropas terribles. Los soldados esperaban confiados el embate que se venía.

Pero no imaginaban el que se les vino encima.

El planeador se deslizo con suavidad por sobre las cabezas. La noche apenas lo hacía visible. Cuando los defensores lo vieron lo tenían encima. Y de él comenzaron a saltar figuras. Solo tres de ellas.

Sin paracaídas.

Cayeron como plomo sobre el aeródromo. De pie. Haciendo un hoyo en el piso.

Se levantaron y caminaron hacia las ametralladoras pesadas británicas, que tableteaban hacia ellos.

Las silenciaron en unos segundos.

Mientras hacían eso, el planeador descendió a la pista. Seis personas mas bajaron. Mujeres y hombres.

Los soldados británicos no tuvieron opción. En diez minutos los recién llegados habían controlado el aeropuerto. El lider de ellos, un hombre de uniforme militar enfundado con una máscara de cuero que le cubría el rostro, habló por un radio, mientras el sonido de cientos de aviones Junkers aparecían por el cielo.
-Aquí el Baron Blitzkrieg – dijo en perfecto alemán. – El aeropuerto está seguro. Pueden descender.


La ventana de su departamento estaba abierta, a cuatro pisos de altura. Apenas a un salto de distancia. Si eres capaz de saltar edificios con un solo impulso, por supuesto.

Clark Kent venía contento. Había salvado a varias personas de un incendio en un edificio en Brooklyn… además de rescatar las pruebas que demostraban que había sido intencional. Cualquier prevencionista de riesgo se daría cuenta al verlas. Y, como el sospechoso prontuario del dueño del edificio ya registraba “incendios accidentales” dudosos en otras propiedades suyas, sabía que inevitablemente habría una investigación oficial. Por si fuera poco, Lois recibiría la información. Y no había sabueso más tenaz para desenterrar lo oculto que la señorita Lane, como sabía por experiencia propia.

Lo mejor de todo era la relativa discreción con que había hecho todo. Suficiente para que la leyenda de ese “Super Man” protector vestido de azul y rojo siguiera creciendo, pero sin dar pistas concluyentes para convertirlo en algo más que una leyenda urbana.

En el callejón donde se hallaba, todo era silencio, exceptuando un y tocadiscos donde sonaba el último hit de Benny Goodman.(1)

Miró a ambos lados. No había nadie.

Saltó. Se aferró con las manos al borde inferior de la ventana y trepó para meterse en el departamento sin inconveniente. Lo esperaba la tranquilidad de su hogar. Encendió la luz.

- Buenas noches – dijo la persona sentada en el sillón de la sala de estar. Era un hombre alto, musculoso, atlético, bien proporcionado, con una frente que denotaba gran inteligencia y una piel color bronce intenso que lo identificó instantáneamente. “¿Qué hace él aquí y cómo descubrió mi identidad?” se preguntó Clark.

- ¿Doc Savage? – preguntó, atónito.

- Veo que lo que Lester (2) escribe de mí en sus novelas hace que me reconozcan… - respondió el hombre, sonriendo. – Efectivamente, soy el doctor Clark Wildman, popularmente conocido como “Doc Savage” o “El Hombre de Bronce”. Un gusto conocerlo, señor Kent, también conocido como “Superman” o “El Hombre de Acero”, según dicen los rumores… que viendo su entrada, parecen ser sorprendentemente verídicos.

- Parece que sabe sobre mi doble vida. ¿Por qué esa espera melodramática en la oscuridad? ¿No tuvo miedo que lo confundiera con un ladrón? En todo caso, sería legítima defensa.

- Usted no mata, señor Kent. Lo hemos investigado a fondo antes de contactarlo y nos queda claro que el vigilantismo letal no es lo suyo.

- Cuando habla en plural, ¿a quienes se refiere, señor Wildman?

Savage sonrió. Su mano fue al bolsillo de su chaqueta y sacó un carnet. Este decía “USA – OFICINA DE SERVICIOS ESTRATEGICOS”.(3)

- Hablo del gobierno de Estados Unidos, señor Kent. Como dice el cliché, “el Tío Sam te necesita”


Entrar en los edificios militares para un civil sin pase permanente podía convertirse en un proceso bastante kafkiano. Y esta vez no fue la excepción. Tras una serie de engorrosos trámites, Clark Kent entró por una puerta que decía “OSS” y se encontró ante una recepción y una secretaria que lo miró inquisidoramente.

- Vengo a ver al comandante Don Winslow – dijo.

Dos minutos después Kent entraba a una oficina más pequeña, donde había poco más que un escritorio y un gran archivero. Tras el escritorio había un oficial de marina de cuarenta años, fumando en pipa con parsimonia. A su derecha estaba Savage. A la izquierda se hallaba una joven de unos veinticinco años, piel olivácea, pelo azabache y unos profundos ojos negros. Ni el uniforme, ni el severo rodete con el que recogía su pelo ni los lentes de carey en sus ojos podían ocultar su desafiante hermosura.

- ¿Señor Kent…? Don Winslow (4), encantado de conocerlo – dijo el marino, levantándose de su asiento y ofreciéndole amistosamente la mano. – Creo que conoce al señor Savage. Ella es mi mano derecha, la mayor Diana Bassilissa.(5)

- Encantado – dijo la morena.

- Tome asiento, por favor – continuó Winslow. - ¿Desea beber algo?

- Un café si fuera posible. Es un vicio de periodista acostumbrado a los cierres contrarreloj…

El café que le sirvieron tenía un aroma penetrante y un sabor áspero. Lo bebieron con calma, hablando de la situación política y de la guerra contra el Eje, que cada vez parecía más inminente. Winslow encendió su pipa, aspiró una bocanada y habló:

- Sospecho que querrá saber más sobre el por qué de esta invitación.

- Pues… Sí. Me tiene un poco preocupado todo lo que ustedes parecen saber sobre mí y mis “habilidades especiales”

- Precisamente por ellas está usted aquí. Como todo el mundo sabe, hay una alta probabilidad que pronto tengamos una guerra contra Japón, Alemania o ambos. En vista de ello, estamos alistando todos nuestros recursos en previsión de que esto ocurra. Recursos que incluyen a gente con habilidades especiales como la suya o la del doctor Savage. Tenemos a muchos “hombres misteriosos” que están ayudando a la policía de este país. Usar a estas personas como simples soldados sería tan absurdo como poner a Mozart o a Vivaldi tocando diana en un regimiento.

“Es por eso que el presidente Roosevelt me encargó organizar una oficina para reunir a esos hombres y mujeres especiales cuando la situación lo requiere. Queremos tenerlos listos para realizar tareas de inteligencia y defender a nuestro país de algún ataque nazi. ¿Me comprende?

- ¿Usted cree que los alemanes intenten atacarnos? Hay un océano de por medio y sospecho que están más complicados tratando de conquistar la Unión Soviética. Dudo mucho que hagan algo contra nosotros…

- Ya lo intentaron - interrumpió la joven morena, sin parpadear. – Hace unas semanas, un grupo comando de hombres del Eje con poderes extra humanos atacó la Casa Blanca, buscando eliminar al Presidente. Si eso no ocurrió fue precisamente porque un grupo de “hombres misteriosos” se enteró a tiempo y los enfrentó, neutralizando la amenaza.(6)

- De hecho, FDR quedó tan impresionado con lo que hicieron nuestros “colegas” que esta oficina es el resultado – ´agregó Savage.

- Pero ¿cuándo pasó esto? ¿Cómo es que no se supo nada? – preguntó, consternado, Kent. Winslow le dirigió una sonrisa burlona y respondió:

- Digamos que nuestro super poder es el “super ocultamiento”. Hay cosas que es mejor ocultarle al público para que no entren en pánico. Si los vigilantes enmascarados son un rumor que divulga la prensa amarilla, preferimos que se mantenga así, en vez de decir que unos rumores llegaron desde el otro lado del Atlántico y por poco eliminan al jefe de la nación, ¿me explico?

- Perfectamente. Sospecho entonces que esta oficina también es una leyenda.

- Tan mítica como el País de nunca Jamás, señor Kent.

- ¿Y usted quiere que sea parte de sus Niños Perdidos, comandante? – replicó sonriente le periodista.

- Por supuesto. Nos encantaría tenerlo disponible en nuestro grupo. Le garantizamos que nadie sabrá de su identidad, incluyendo a los otros operativos. ¿Qué le parece?

- ¿Esto será por tiempo completo?

- No, Solo lo llamaríamos si lo necesitamos… y podemos darle apoyo si lo necesita en su actividad como “hombre misterioso”.

Kent pensó un segundo.

- Con esas condiciones, puede llamarme cuando lo necesite.

- Excelente, señor Kent… o “Superman”, para llamarlo por su nombre clave. Lo tendremos todo listo para llamarlo pronto. Bienvenido al Auxiliar Logistical and Special Tactical Response Squadron o ALSTR.

- All Star Squadron para los amigos – agregó Savage.


El campo de entrenamiento donde llevaron a Kent estaba escondido en los bosques de Vermont, alejado de todo. Era una base militar pequeña y poco llamativa. No iba a tener mucha gente entrenando. Apenas los suficientes.

Superman – su nombre personal quedaba fuera del campamento, le habían dicho – llegó ataviado con su uniforme distintivo. Savage lo recibió.

- Bienvenido. Permita presentarle a sus compañeros de equipo.

En la barraca principal se hallaba el grupo más grande de justicieros enmascarados que Kent había visto alguna vez reunido. En su carrera se había cruzado con uno o dos y sabía que últimamente había cada vez más. Pero ver a cinco de ellos bajo un mismo techo era algo excepcional.

Había un hombre de rojo con un relámpago amarillo cruzando el pecho de su traje. Era delgado, esbelto y las canas y las arrugas envejecían un rostro que podía ser juvenil. Tenía una mirada límpida y una sonrisa amable dibujada en su rostro.

La seria mayor Bassilissa era otra persona con la ropa que ahora llevaba. A diferencia de los serios atuendos militares, llevaba un conjunto que parecía diseñado por algún dibujante de revistas para hombres: un conjunto en rojo, blanco y azul que dejaba poco a la imaginación. Era inevitable mirarla y preguntarse sobre la clase de persona que podía llevar eso puesto sin importarle lo más mínimo. “Parece una princesa guerrera de la Antigüedad”, pensó Kent.

La persona que conversaba con ella parecía también un póster, pero de otra índole. Crucemos el uniforme del “marine” estándar con la bandera americana y agreguémosle un escudo redondo a su espalda y teníamos el afiche de reclutamiento más poderosos después del “I want you” del Tío Sam. Quien lo llevaba no era un mero soldado, sino alguien con una figura que parecía tallada por Miguel Angel, de lo armonioso que era. Exudaba seguridad, confianza, carisma. Incluso enmascarado parecía confiable.

Finalmente había una pareja con alas. Ambos llevaban a sus espaldas unas gigantescas alas como de aves de presa que sujetaban con unos arneses que le cruzaban el pecho. Ambos tenían la piel oscura y se cubrían con unas elaboradas máscaras que acentuaban sus apariencias rapaces. Pero el detalle que más curiosidad le dió a Kent fueron las armas que colgaban a su costado: él llevaba una maza y ella un extraño sable que recordaba haber visto en jeroglíficos del Antiguo Egipto.

Todos ellos se acercaron en cuanto vieron entrar a Savage y Superman

- Señores, quiero que conozcan al último miembro de nuestro pequeño grupo. Su nombre es…

- … Superman – se adelantó a decir el hombre de la camisa roja, con un acento que lo delataba como del centro del país – Es un placer conocerle en persona – le dijo a Kent con una sonrisa.

- No sabía que fuera conocido

- Para muchos tu existencia es debatible, pero he leído todas las noticias referidas a ti. Y te aseguro que, cuando descubrí mis habilidades, fue tu ejemplo el que me hizo entrar en este negocio. Así que gracias por tu ejemplo.

- Wow… - dijo Superman, visiblemente sorprendido. – Nunca pensé que fuera el ejemplo de nadie… ehhh…

- Llámame Flash, amigo. Ya habrá tiempo para conocer nuestros nombres. – le dijo, mientras le extendía la mano. Se saludaron amablemente. La cosa venía bien, pensó Kent.

La pareja alada se acercó.

- Un gusto de conocerlo, Superman. Nos conocen como los Halcones. Espero que podamos trabajar bien – dijo el hombre, con una mirada seria y un acento marcadamente extranjero.

- Lo mismo digo. ¿Ustedes no son de por aquí, no es cierto?

- Exacto. Venimos de lejos…

- No puede imaginarse de cuán lejos… - agregó la mujer, esbozando una sonrisa enigmática.

La mayor Basilissa se acercó. Doc Savage dijo:

- Creo que usted ya conoció a la Mujer Maravilla.

- En otras circunstancias y con otro uniforme. Debo decirle que éste le sienta mucho mejor que el traje oficial.

- Gracias – dijo, con una mirada helada, la joven. Decididamente no era una buena idea tocar el tema. Kent decidió dejarlo ahí.

El póster de reclutamiento andante se acercó con el brazo extendido. Le estrechó la mano con firmeza.

- Un gusto, señor Superman. Oficialmente soy el Capitán América, pero dígame “Cap”. ¿Lo llamo Superman o de otra manera?

- Mientras no me diga “cretino vestido de azul”, cualquier nombre me vale.

Ambos rieron, lo mismo que Flash y los Halcones. Hasta la Mujer Maravilla esbozó una sonrisa. Al apagarse la risa, Savage habló:

- Damas y caballeros, si me siguen, tenemos mucho que hacer para que este equipo funcione a la perfección.


Durante las dos semanas los miembros del escuadrón All Star trabajaron juntos, en equipo, a fin de cumplir su misión… lo que fue más difícil de lo esperado. Todos y cada uno de ellos tenían experiencia y estaban bien entrenados, pero sus estilos eran extremadamente individuales. Generar tácticas conjuntas, aprendiendo a confiar en las habilidades de los otros no resultó simple.

Kent no se sorprendió de ser el músculo del grupo. Quedaba claro que su trabajo sería contener lo que le arrojaran, apoyado por los Halcones, mientras la Mujer Maravilla, Flash y el Cap iban en búsqueda del objetivo del ataque, fuera éste el que fuese. Lo que le preocupó un poco fue la resistencia que esperaban tener. Si los obstáculos que le ponían en el entrenamiento eran un índice de lo que se venía, estaba claro que se iban a enfrentar a algo con MUCHO poder.

Hizo particularmente buenas migas con Flash. Resultó venir de Kansas City, cerca de su pueblo de origen, y su modestia era apabullante, teniendo en cuenta que sus poderes eran apabullantes: podía correr a la velocidad de un caza P-40 durante un largo período de tiempo. Ni siquiera él –con todo lo veloz que podía ser- podía acercársele cuando Flash se esmeraba.

- ¿Cuánto tiempo puedes mantener esa velocidad? – le preguntó un día.

- Pues un par de horas sin parar… pero después debo sufrir los efectos – respondió.

- ¿Qué efectos?

- ¿Qué edad crees que tengo?

- Diría que 36, 37 años

- Tengo veintisiete – dijo, ante la sorpresa de Kent – La velocidad acelera mi metabolismo. Envejezco más aprisa si uso mi poder con demasía.

- ¿Y no hay forma de retardar el efecto?

- Claro que sí. Yo inventé la manera de retardarlo. La fórmula original la inventó un profesor británico llamado Gibberne, poco antes de la Gran Guerra. Quienes la usaron envejecían tras unas semanas de uso… si no estallaban antes en una bola de llamas (7). Yo llevo un año y medio en esto y apenas me veo así. Sigo trabajando para ralentizar el envejecimiento aún más.

- Pero morirás si sigues usando el poder.

- Claro. Pero a veces hay cosas que no pueden evitarse. Si permitiera que los criminales le ganen a la gente honrada, si dejara que los nazis se tomen el mundo con facilidad, habría sido un cobarde que deja que el miedo a morir le impida vivir en un mundo mejor. Por eso nació Flash y por eso estoy aquí.

Kent pensó que era la mejor explicación que había escuchado para ser un vigilante enmascarado que había escuchado alguna vez.

Una tarde, luego de tres semanas de entrenamiento, los seis aventureros fueron convocados a una reunión. Winslow había llegado al campamento y presidía la mesa de reuniones.

- Es hora que sepan qué vamos a hacer – comenzó. – Mañana saldrán rumbo a la operación y hoy conocerán los detalles. Sabemos que han hecho un gran trabajo como equipo. Es hora de demostrarlo.

Mientras detallaba el plan, Kent se quedaba de una pieza por la audacia implícita en él. Si todo salía mal, podían convertirse en la excusa para que le Tercer Reich declarase la guerra a América. De repente se sintió jugando en una mesa de póquer con una apuesta demasiado alta. Y era el momento de mostrar las cartas.

Continuará…


Referencias
1.- Benny Goodman (1909 – 1986) era el director de orquesta de jazz más conocido en esos años en los Estados Unidos durante la guerra. Llenaba estadios y salas de baile y canciones como “Sing, Sing, Sing” eran conocidas mundialmente.
2.- Lester Dent (1904 – 1959) era un autor de novelas “pulps” quien, bajo el seudónimo de “Kenneth Robeson”, fu el autor de la mayoría de las novelas de Doc Savage. Evidentemente en este universo es mas bien el autor que escribe las versiones noveladas de las aventuras de el Doc.
3.- OFICINA DE SERVIICOS ESTRATEGICOS (OSS). La oficina de espionaje internacional de estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y antecesora de la CIA..
4.- El comandante Don Winslow era el protagonista de la tira diaria Don Winslow of the Navy, serie de aventuras creada en 1934 por Frank Martinek y que se publicó en los periódicos hasta 1955.
5.- Bassilissa: en griego “princesa”. O sea, Diana Prince =)

6.- En la continuidad DC tradicional, estarían hablando del ataque de las Valkirias contra Washington y que propició la reunión de la SJA.
7.- La historia del profesor Gibberne y su acelerador fue contada por H. G. Wells en su cuento “El nuevo acelerador”. Si quieren leerlo, vayan a http://www.cuentosinfin.com/el-nuevo-acelerador/

2 comentarios :

  1. Primero la portada ha quedado muy buena. :D no tengo mucho que decir allí. En cuanto a la historia, pues este Elseworld pinta realmente interesante. Esta muy bien planteado, engancha desde el principio. Falta a ver que traeran los próximos números. :D

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  2. Un primer número de manual, perfectamente ejecutado y en el que los personajes protagonistas quedan muy bien retratados, incluso en aquellos casos en los que aún no se ha pasado de una breve introducción.

    Un Elseworlds que pinta realmente bien, con la presentación de este primer grupo de superhéroes de este mundo alternativo que se estrena durante la Segunda Guerra Mundial,y en el que el autor no sólo recurre a aquellos personajes DC que ya existían en esa época (aunque éstos sean los predominantes) sino también a otros sacados de Marvel o de diversos orígenes literarios.

    En definitiva, un excelente comienzo que promete mucho más de cara a los próximos números.

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