Elseworlds Especial #02: Supeboy y Robin

Título: Una noche en San Francisco
Autor: Martin Xicarts
Portada: Juan Andres Campos
Publicado en: Noviembre 2013

Conner y Tim siempre ha sido buenos amigos. Han encontrado fortaleza el uno el otro en los malos momentos siempre que la han necesitado. Y esta noche no será diferente...
En un Elseworlds, los héroes son extraidos de su lugar habitual y colocados en tiempos y lugares extraños, algunos de ellos que han existido y otros no, que no podrían haberlo hecho o que no deberían existir. El resultado son historias que hacen que personajes tan familiares como el Ayer resulten tan frescos y estimulantes como el Mañana.
Nota del editor: Los Elseworlds siempre se han caracterizado por situar a los personajes en realidades totalmente divergentes al entorno habitual de los héroes. En esta ocasión nos encontramos con una historia totalmente integrada dentro de la Continuidad DC oficial, poco después de la formación de los Jovenes Titanes (Ver Teen Titans vol 3) Como dichos eventos no han tenido lugar en nuestra Continuidad AT53, hemos decidido por situar esta historia dentro de la colección Elseworlds Especial.

No llevo un diario propiamente dicho, pero me gusta dejar impreso lo que hice, para que no solo sea un recuerdo. De esta forma puedo compartirlo con otros, compartir quien fui y quien soy.

Hoy voy a escribir sobre mi fin de semana. Claro que no fue un fin de semana común y corriente, porque eso ya pasaría a ser un relato de rutina, y no viene al caso. El mío tiene dos protagonistas: obviamente yo, y uno de mis mejores amigos. Creo que en algunas cosas nos parecemos, y es esa igualdad la que nos ayuda a llevarnos muy bien. Él no tiene padres, y lo adoptó una familia genial, que lo cuida y lo ayuda. Además, su primo (es más que eso) lo trata como a un discípulo, como a un estudiante, como a un amigo. En mi caso, mis padres también murieron y me adoptó una familia espectacular, aunque bastante extravagante, que me ayuda y me cuida. Tengo un tutor y un maestro genial, que me aceptó como su discípulo y su amigo. Además, mi amigo y yo somos los compañeros de los mayores héroes del mundo.

Estoy hablando de Conner Kent, el cual no es su verdadero nombre. Él es Superboy, uno de los mejores superhéroes que tuve el placer de conocer. Yo soy Tim Drake, pero soy conocido como el tercer Robin. Con Superboy formamos parte de un grupo de jóvenes héroes, y nos juntamos los fines de semana (si, es lo malo de ser “jóvenes” héroes). Este fin de semana Superboy y yo fuimos a una misión, una de las difíciles. Estoy orgulloso de haber ido, porque aprendimos lo que es la amistad de verdad, aún entre superhéroes.


–Deberías hacer como yo, Tim. Una remera y unos jeans son el mejor atuendo que un joven héroe puede llevar. Esas mallas que usan todos son incómodas y ridículas –me dice Superboy desde el pasillo.

–¿Tengo que recordarte que yo no llevo “mallas”? Mi traje está hecho de kevlar, no de tela. Te olvidas que no todos poseemos invulnerabilidad como tú –le respondo mientras salgo del vestuario, ya cambiado.

–Como digas, pero ¿son necesarios todos esos colores?

–Superman los lleva y no parece que te moleste.

Caminamos por el largo pasillo de la Torre de los Titantes, hacia el hangar en donde me espera mi moto.

–Si, bueno, pero ¿para qué los usas tú?

–Porque los Robin los llevamos. ¿Podemos irnos de una vez? –le digo al tiempo que enciendo mi vehículo.

–Como quieras. Te espero abajo.

Despega los pies del suelo y sale por la compuerta. Yo presiono el acelerador y entro por una puerta lateral, una salida que me deja en el jardín en cuestión de minutos. Superboy vuela alto sobre mí.

##¿A quién tenemos que atrapar esta vez?## –me pregunta por el intercomunicador.

Miro hacia arriba, sorprendido, y le respondo:

–¿No escuchaste lo que dijo Vic en la reunión?

##¿Con Wonder Girl al lado? Por favor.##

–¿Tampoco sabes que es lo que vamos a hacer?

##No, dímelo.##

–Quédate con las dudas hasta que lleguemos. Así aprenderás.

Interrumpo la comunicación y me concentro en la autopista. San Francisco es una pesadilla los sábados, pero eso no quita que sea un sábado magnífico. El sol indica que todavía falta para el mediodía, y la lluvia de ayer dejó la ciudad limpia y fresca. Un día que comienza muy bien.

Tomo una calle lateral, adelanto a dos colectivos y sonrío a la mañana. Adoro el sonido de mi capa zozobrando el aire. Es por eso que prefiero las motos a los autos. Enciendo el comunicador y le digo a Superboy:

–Vamos a Alcatraz. Te espero en el muelle.

Tardo en llegar el tiempo en el que la manecilla larga da dos vueltas en el reloj. Allí está mi compañero, mirando el horizonte.

–¿En qué piensas? –le pregunto acercándome a él.

–La relación que tuviste con Spoiler, ¿fracasó antes o después de lo de Mask? –me pregunta sin mirarme.

Imitándolo, me fijo en la Isla de Alcatraz, el objetivo de nuestra misión.

–Tenemos que buscar a un sujeto llamado “Venger”. Mató a trece personas, incluido un obispo y una diputada. Los últimos datos de Cyborg lo posicionan en esa isla –me giro hacia Superboy.– Tendrás que llevarme.

–Tendrás tus razones.

Superboy me agarra de los brazos y levanta vuelo. No tardamos demasiado en cruzar las aguas de la bahía de San Francisco, y llegar a la misteriosa isla, que otrora fue una prisión de máxima seguridad.

–¿Qué clase de sujeto es este Venger? –me pregunta Conner.

–No lo sé con exactitud, pero Batman me diría: “Prepárate para lo peor”.

–¿Estás seguro que vivir con ese tipo es sano?

–¿Te funciona tu visión de rayos-X?

–A veces sí, a veces no.

–Da una vueltas por la isla, y prueba si funciona. Me gustaría terminar con esto lo más rápido posible.

Por mi parte recorro las instalaciones, misteriosamente vacías. Aunque si este Venger está por aquí no es de extrañar. Camino lentamente por el comedor, posando mi vista en la espesa luz que da el neón que está en la cocina. Algo de todo esto no me gusta. Vic no me dijo a quien nos enfrentamos. ¿Superboy será suficiente? ¿Yo lo seré?


–Entraste en un juego peligroso, Chico Maravilla –dice una voz en los altoparlantes.

Venger. Ya sabe que estamos aquí, cosa que no me sorprende. Miro detenidamente las esquinas del techo y encima de las puertas. Hay dos cámaras que son eliminadas rápidamente.

–Superboy, ve a la sala de seguridad –digo por mi comunicador.

–Superboy no puede oírte. Ya me ocupé de él. Pero, ¿quién sabe? A lo mejor el tiempo te da la oportunidad de ayudarlo.

Mentiras. Son todas mentiras. No tengo que responderle, no tengo que delatar mi posición. Me muevo por las paredes, utilizando la menor cantidad de espacio posible.

–¿Sabes como vencer a tus enemigos, Chico Maravilla? Estoy seguro que ese maestro tuyo te lo habrá enseñado. Busca sus debilidades. Las... más... crudas... y reales... debilidades. Así es como cayó tu patético compañero de juegos. Creo que se sintió demasiado invulnerable y olvidó su propia vulnerabilidad.

Está jugando conmigo. Tengo que seguir moviéndome.

–Superboy, ¿dónde estás? Te dije que vayas a la sala de seguri...

Que idiota que soy. No me di cuenta de que las comunicaciones están cortadas. Nos separó.

–No estoy hablando de debilidades intelectuales ni espirituales. Solo las debilidades físicas. ¿Sabes que tan fácil es matar a un superhéroe? Seguro que ni te lo imaginas. Pero no es negocio matarlos, porque siempre vendrán otros. Es como lo que les sucede a ustedes. Los malos no captan el mensaje. ¿Alguna vez te preguntaste por qué, si salvan y ayudan a las personas de basura como yo, siempre hay más? ¿Por qué nunca se acaban? ¿Qué les sucede a esas personas? ¿Lo necesitan? ¿Les gusta? ¿No sienten el peligro? Y luego están ellos, que se hacen las mismas preguntas con respecto a ustedes. Y la pregunta más importante y más difícil de todas es: ¿por qué siguen peleando?

Distracción, es pura distracción. Pero lo que me dijo de Superboy me tiene preocupado. ¿Estará tan a salvo como creo que lo está? ¿Y si me equivoco? ¿Y si está en una especie de lecho de muerte preguntándose porque todavía no acudí a su lado? No puedo continuar así. Tengo que salir y enfrentar la verdad cara a cara.

Corro por el comedor y de un salto abro las puertas. El corredor me enfrenta en toda su longitud. Solo una salida. Avanzó rápidamente, siempre observando mi entorno. Veo cámaras, pero no me detengo a contarlas. De repente, el techo se quiebra sobre mí y un algo muy pesado me cae encima. El suelo cede y caigo, en un oscuro e interminable vacío.


Lo primero que siento cuando abro los ojos es que me cuesta respirar. Luego noto que tengo una cosa muy pesada encima, que aparenta ser un pedazo de concreto desprendido. Toso para quitarme los residuos de polvo de la garganta y luego libero con dificultad el brazo izquierdo. El otro está atorado, aplastado, quebrado diría yo. Saco una pequeña linterna que llevo en el guante e ilumino el lugar.

–¿Superboy? ¿Conner, estás aquí?

Una tos me responde desde algún lugar desde mi derecha.

–Superboy... Tienes que... cof, cof... sacarme de aquí.

No obtengo respuesta. Trato de levantar la roca yo mismo, pero me es imposible.

–Vamos, compañero... Respóndeme.

–¿Robin? ¿Eres tú? ¿O es otro sueño?

–No, soy real... –el dolor sobre mi pecho se intensifica.– Demasiado real.

–Me siento débil, Tim.

–¿Qué quieres decir?

–Me duele todo el cuerpo. Siento que caí muchos metros, y que cosas muy pesadas me aplastaron.

Suelto un gruñido y le respondo, enojado:

–Eso fue lo que pasó. Así que muévete y sácanos de aquí cuanto antes.

Superboy guarda silencio, calculando mis palabras.

–Ese Venger nos dio una paliza. Cuando salga de aquí se la voy a devolver de un modo que no esperará. Voy a retorcerle el cuello... voy a...

–Como quieras, pero primero sácanos.

Oigo unos quejidos y luego una caída de piedras.

–¿Qué pasó?

–No... puedo. Me tiró unos alucinógenos y algo que no se bien que es. No me siento muy fuerte.

“Genial”, pienso para mis adentros. Nos queda esperar a que los otros miembros nos encuentren. Lo peor de todo es que Venger me estaba diciendo la verdad y yo desconfié. El silencio ocupa cada rincón del lugar.

–Ahora entiendo porque la llaman “La Roca” –comenta Superboy.

No sé por qué, pero que Conner no se lo tome muy en serio me tranquiliza a mí. Me gustaría decir algo, pero no se que sería apropiado en esta situación. Al final digo:

–Creo que fue antes.

–¿Antes, qué?

–Creo que fue antes de lo de Mask. Stephanie y yo nos distanciamos cuando colgué el traje.

–Ah... –es lo único que me responde.

–Además, que Bruce le haya dado el puesto de Robin no ayudó mucho.

–No, supongo que no.

Nos quedamos pensativos. Luego Superboy me pregunta:

–¿Crees que Clark buscaría un nuevo Superboy si yo dejara el puesto?

–No sé. No hay muchos candidatos que digamos.

–Mmm... No, tienes razón. Sería como reemplazar a Superman.

–Conner, ¿por qué me preguntaste lo de Spoiler?

Se toma su tiempo antes de responderme:

–¿Crees que Cassie y yo podríamos separarnos?

Que pregunta. Cassandra y Conner llevan saliendo varios meses, y su relación me recuerda a la de Lois y Clark. Se llevan perfectamente bien, parece que se entienden, se quieren; muy diferente a la relación que mantuve con Stephanie, o a las relaciones de Dick o a las de Roy. Si Cassie y Conner están destinados a separarse, creo que la causa va a venir de afuera y no de adentro.

–No lo creo. Su relación es demasiado buena para que les pase eso.

–Gracias, Tim, me has sacado un peso de encima. Esa idea me quitaba el sueño, ¿sabes?

Me imagino una sonrisa en su rostro cuando oigo que dice eso.



–Bueeeno... Salgamos.

–¿Qué? –le pregunto confundido.

–Tenemos que salir, ¿no? Ya me aburrí de estar aquí abajo. Me dio hambre y ya extraño a Cassie. Así que es hora de salir. Además, tenemos que agarrar a ese hijo de p***.

La determinación de Conner recorre mi cuerpo. Es hora.

–¿Puedes con el tuyo, Superboy?

–¿Qué te parece si lo hacemos en equipo?

–Me parece excelente. Dime que necesitas.

–Antes dime como estas tú.

–El kevlar de mi traje me protegió del impacto y de los golpes de las piedras. ¿Tú?

–La invulnerabilidad no me falló, pero creó que me tiró con algún rayo de energía que siempre tienen los malos.

–Muy bien, esto es lo que vamos a hacer. De mi bota voy a lanzar una pequeña bomba, que impactará contra las rocas que te aplastan a ti. Ahora no me acuerdo que bombas tengo exactamente, puede ser una de las que explotan o una sónica o una de gas (espero que no nos toque esta). Una vez que estés libre me sacas de encima esta piedra. Luego, si no te encuentras muy bien para volar, uso una de mis batsogas y nos saco de este asqueroso lugar. ¿Qué dices?

–Que si lo dices así parece muy simple.

–Es simple, ya lo verás. ¿Preparado para lo peor?

–Ya sabía que vivir con Batman no es sano.

–¡Fuego!

Presiono el botón de mi casi inaccesible cinturón y una bolita, no más grande que una moneda, se despega de mi bota y gira por el suelo, hacia mi compañero. 5...4...3...2... La explosión es más grande de lo que esperaba. La roca que está sobre mí se agrieta mínimamente, y un pequeño derrumbe nos causa algunas molestias.

–¡Podrías haber avisado que iba a ser así! –me grita Superboy, bastante molesto.

–Perdóname, no lo sabía. ¿Estás libre?

–Libre y quemado.

Oigo como se pone de pie y como renguea hacia donde estoy yo.

–¿Dónde estás, Robin?

–Enfrente tuyo.

Comienza a forcejear con mi piedra. Yo lo ayudo desde abajo, pero no sirve de mucho. Además, cada vez que se mueve la roca, mi brazo derecho pide a gritos que alguien lo cure.

–Esto... está complicado... –dice Superboy trabajosamente.

–Parece que... Supergirl tiene más fuerza...

–Mira quien... habla.

–Creo que Superman... va a tener que... buscar otro sucesor... ¿no te parece?

–No lo creo.

–¿De verdad crees que Cassie...?

–¡¿Quieres callarte un momento?!

La roca cede y cae a un lado.

–Uff... Gracias, Conner.

–De nada.

Me ayuda a levantarme y luego nos miramos el uno al otro. Los dos estamos cubiertos de polvo.

–No veo donde termina tu máscara y donde comienza tu cara.

–¿Crees que puedes volar?

–¿Crees que puedes caminar?

–No.

–Entonces sácanos con tu maldita batsoga. Voy a necesitar muchos tragos para olvidarme de este maldito polvo.

Me quito la capa y la uso a modo de cabestrillo para sostener mi brazo derecho. Extiendo el otro con una batsoga en la mano y la disparo hacia arriba. Se engancha no se donde y le digo a Superboy:

–Sujétate de mí.

Antes de que de afirme presiono el botón del aparato y la cuerda comienza a retraerse. Subimos a una velocidad vertiginosa, golpeándonos con algunas salientes de las rocas. Llegamos a una plataforma. Un pequeño agujerito deja entrar un haz de luz. Esa es la salida.

–¿Cómo hacemos para romper esa pared? –me pregunta Conner.

–Podría ponerle un detonador.

–¿Para matarnos? No gracias. Esta superficie no es tan grande.

–¿No tenías visión calorífica?

Antes de que pueda responderme un rayo azul destruye una pared de rocas a pocos metros de nosotros. La cabeza de Cyborg se asoma por el boquete.

–Aquí están. Los estuvimos buscando por horas. No saben en que estado dejaron la isla. El gobierno nos quiere hacer pagar a nosotros, pero ya desviamos el problema a la Liga. ¿Qué pasó con Venger?

–Yo también estoy bien, gracias por preguntar –dice Superboy con ironía.

–Lo siento. Vamos, salgan –dice Cyborg.

No pudimos atrapar a Venger, pero Superboy y yo nos llevamos más de una cosa buena de ahí abajo.


Fin



1 comentario :

  1. En un blog como este donde abunda tanta acción es raro ver una historia que se detenga un momento a profundizar en la psiquis de los personajes. Este relato forma parte de esas raras avis. Una historia sencilla e interesante donde profundizamos, en un tono casi cotidiano, en la relación existente entre los asistente de quienes son los héroes más grandes del mundo. La historia es interesante, bonita y sensible. Aquí lo importante no es el villano o lo convencional sino la amistad entre los dos personajes, y es algo que el autor logra transmitir a la perfección.

    ResponderEliminar