Autor: Federico Hernan Bravo
Portada: Dani Mendoza
Publicado en: Octubre 2011
Las misteriosas actividades del llamado "Superman" no sólo están atrayendo la atención de la atractiva Lois Lane. Alguien más se esta fijando en él, alguien más peligroso. ¡Con la presentación del hombre más poderoso de Metropolis: Lex Luthor!
Un planeta condenado. Unos científicos desesperados. Su última esperanza. Una agradable pareja. Esta es la historia del hombre destinado a convertirse en el héroe más importante de todos los tiempos. Esta es la historia de...
Superman creado por Jerry Siegle y Joe Shuster
Resumen de lo publicado: Mientras Clark Kent trata de iniciar su propia vida en la burbujeante ciudad de Metropolis, la ciudad asiste a las furtivas apariciones de un misterioso defensor que imparte justicia anónimamente. Lois Lane, reportera del Daily Planet y compañera de Clark en su nuevo trabajo, se ha empeñado en desenmascarar a tan misterioso personaje.
Capitulo 5: Lois y Clark (I)
Edificio de LexCorp. Metrópolis. Al siguiente día.
La torre de LexCorp era de una belleza arquitectónica. Como símbolo del lujo y del poder, se erguía hacia el cielo brillando bajo el sol.
En el interior de la oficina principal del CEO de la empresa, Tess Mercer leía un periódico de la Prensa sensacionalista a su jefe…
-…Dicen que se entregó solo y que afirmó que el “Hombre de Negro con la S en el pecho” lo amenazó con hacerle algo peor si no lo hacia y confesaba su crimen – Tess meneó la cabeza – No paran de contar historias de ese tipo. Los criminales de toda la ciudad están prácticamente espantados.
-Tess, querida… ¿Por qué me lees esa basura? – dijo un hombre sentado de espaldas en un sillón. Miraba al gran ventanal de su despacho, el que daba al centro de Metrópolis.
-Creí que te interesaría, Lex. Nuestros contactos nos dicen que este tipo esta perjudicándolos severamente. Y también cuentan lo otro… que tendría poderes extraños.
El hombre en el sillón rió. Se volvió hacia su asistente. Se trataba de una persona calva, bien vestida y que fumaba un puro. Se reclinó en su asiento y se cruzó de brazos.
-¿Qué dicen nuestros amigos del Daily Planet? – preguntó.
-Nada. Silencio oficial.
-No me extraña. Es cosa del viejo Taylor. Siempre anda con eso de ser políticamente prolijo y la trayectoria… - Lex Luthor suspiró. Fumó de su habano y exhaló una amplia nube de humo – Realmente, ¿deberíamos tomar a esta Leyenda Urbana como cierta? ¿Verdaderamente interrumpe nuestros “negocios” con el bajo mundo de Metrópolis?
Tess lo pensó un momento. Luthor esperó. Era una buena chica. Muy astuta, muy inteligente. Se alegraba de tenerla de asistente personal.
En el organigrama de LexCorp, Tess Mercer era la segunda al mando.
-Creo que seria un error no prestarle importancia. Es evidente que algo hay detrás de este “justiciero”. Preocupa bastante a nuestros socios. Si, creo que algo debe hacerse.
Luthor asintió. Dejó de lado su habano y tomó un teléfono. Marcó un número y esperó…
-Traigan a Corben – dijo – Tengo un trabajito para él.
Edificio del Daily Planet.Esa misma tarde.
Lois mostró el titular del periódico sensacionalista al señor Taylor. Perry White aguardaba, de pie en una esquina de la oficina del Editor.
-No podemos seguir ignorando esto – dijo ella - ¡Ya suman muchos los casos de las apariciones de este tipo! Hay algo serio tras él.
-Lois… - empezó White, pero ella lo cortó.
-Estamos dejando pasar la noticia prácticamente delante de nuestras narices. ¡La competencia nos sacara ventaja! Por eso, quiero investigar qué se esconde detrás de él, que secreto oculta – miró a Taylor directo a los ojos – Jefe, se lo estoy suplicando. ¡Déjeme ir tras esta noticia! ¡Déjeme descubrir el misterio que hay aquí!
White meneó la cabeza. Taylor, en tanto, meditaba.
-¡Permítame libertad de acción! ¿Cuándo lo defraude? ¿Cuándo puse en ridículo el prestigio de este diario? Nunca. Solo le pido este favor. Concédame la autorización. ¡Le traeré una primicia exclusiva!
-…eso, o el fiasco mas grande de la historia – acoto Perry.
-Lo pondré de esta forma – Lois cruzó las manos. Miró a sus jefes sin titubear y decidida – Les traeré una primera plana. Si no sucede así, tienen mi renuncia indeclinable sobre este escritorio. Nada de términos medios: o consigo un noticion o renuncio a mi trabajo. Usted decide – aquello último lo dijo para Taylor.
Se produjo el silencio. Editor en Jefe y sub-editor se miraron el uno al otro. Finalmente, Taylor sonrió…
-Eres terca, Lois – dijo – Sabia que cuando abandonaste el Ejército y a tu padre, el General Lane, para ser reportera, ibas a convertirte en una persona difícil de apaciguar…
-Gracias por el cumplido. ¿Entonces…?
-Me has ganado por cansancio. Muy bien. Adelante. Hazlo. Tienes mi bendición.
Lois sonrió. White arrugó la frente, no muy convencido.
-Solo quiero imponer una condición – Taylor levantó una mano. Ella esperó – Quiero que investigues este caso acompañada.
-¿Me va a mandar con Olsen de nuevo, jefe?
-No. No con Olsen. Con el nuevo.
-¿El nuevo? ¿Se refiere a…?
-Díganle a Clark Kent que venga a mi despacho – pidió Taylor por un interfono. Lois protestó. Aseguró que un novato solo entorpecería su trabajo, pero él fue inflexible.
Clark llegó al rato. White le abrió la puerta.
-¿Quería verme, señor? – preguntó.
-Si, hijo. Pasa. Te tengo un trabajo muy especial… con ella.
Lois y él se miraron.
Cafetería “Shuster”. Metrópolis. Horas después…
Lois fumaba de nuevo. Era el segundo o tercer cigarrillo del día. Clark, en tanto, bebía despacio su café. Estaba caliente y espumoso, en su punto justo.
-Así que vienes de Kansas – dijo ella. Lo observaba de tanto en tanto, mientras repasaba una carpeta con los testimonios recogidos por la policía de las personas que habían visto al misterioso “Hombre de Negro”.
-Si. De un pequeño pueblo llamado Smallville.
-Smallville – Lois jugó con la palabra - ¿Existe eso? La verdad, es la primera vez en la vida que escucho nombrarlo.
-Es que es un pueblo muy chico.
Lois enarcó una ceja.(1)
-Ya. Y tenías una granja, ¿correcto?
-En realidad, era de mis padres. Aunque, técnicamente, ahora es mía.
-¿Y que dicen papá y mamá Kent de mudarte a Metrópolis? Me imagino que para gente tan sencilla, debió ser una bomba enterarse de que te mudabas…
Clark carraspeó.
-Mamá y Papá Kent no dicen nada… ellos… fallecieron hace rato.
Lois se mordió la lengua. Había metido la pata. A veces su clásico desenfado le jugaba esas malas pasadas.
-Lo siento. Perdóname – le pidió – Soy una bestia.
-No pasa nada. En serio. Ya estoy acostumbrado… quiero decir, a su falta. Fue hace tiempo.
Silencio. Clark bebió más café. Lois suspiró.
-Bien, Smallville. Tenemos un caso aquí – señaló a la carpeta – Tenemos un sin fin de testimonios que nos hablan del “Hombre de Negro con la S en el pecho”. Supongo que estarás al tanto del caso…
-Olsen me puso al día.
-Este Jimmy… es un poco despistado, pero buen compañero.
-Ya lo había notado.
-En sus mejores momentos, es muy divertido… y ni hablemos de Ronald, su pareja. Cuando están juntos, son dinamita. Son la mar de chistosos y… ¿Te sucede algo?
Clark pestañeó, confundido.
-Perdona, creo que te entendí mal – se disculpó - ¿Acaso Jimmy es…?
-Jimmy es gay – Lois miró a su compañero, confusa - ¿No lo sabias?
-Pues… no. No me lo dijo. ¿Debería saberlo?
-Es que es raro que no te lo dijera. Jimbo es gay declarado hace rato. Está en pareja estable con un muchacho hace tres años. ¿En verdad no te lo dijo?
-No.
-Bien. Supongo que esperaba el momento para hacerlo. Ah, yo soy totalmente “gay-friendly”. De hecho, en Redacción todos conocemos el asunto y Jimmy te lo puede decir. Nadie nunca jamás lo ha discriminado por su orientación sexual. Parte de la política del señor Taylor. Mientras los asuntos personales no interfieran con el trabajo, todo está bien.
Clark no supo qué decir al respecto. Guardó silencio.
-Vamos al asunto – Lois volvió a señalar la carpeta – Testimonios. De mucha gente. En toda la ciudad – puntualizó – La descripción es la misma, invariablemente: un sujeto, un hombre, vestido con ropa negra y una “S” blanca estilizada en el pecho. Todos dicen que le vieron hacer hazañas imposibles, como parar balas con el cuerpo, derretir armas con la mirada y una enorme fuerza a su disposición. Punto numero uno: ¿se trata de un ser humano? ¿O es otra cosa?
-¿Qué mas podría ser?
-Dímelo tú. ¿Ángel? ¿Demonio? ¿Vampiro? – citó Lois - ¿Extraterrestre?
Clark se removió en su silla, inquieto.
-¿Experimento secreto del Gobierno? Tenemos un abanico de posibilidades muy grandes. Punto numero dos: ¿Por qué ayuda a las personas?
-Pues, si tiene de verdad superpoderes o algo así, ¿no seria lo mas lógico usarlos para ayudar a la gente?
Lois lo miró un segundo. Consideró esa opción.
-¿Y por que no usarlos para beneficio propio? ¿Por qué no atracar bancos o robar tesoros invaluables? No tiene sentido. Si fuese humano, lo habría hecho.
-Vaya optimista visión del ser humano que tienes – comentó él.
-Querido, conociendo a la Humanidad como la conozco, y en especial a los hombres, me parece raro que no lo hubiese hecho hasta ahora… lo que nos deja con la opción de que NO es humano.
Clark no comentó nada al respecto. Lois fue anotando sus conclusiones en una agenda que llevaba consigo.
-Número tres: ¿Qué significa la “S” en el pecho?
-¿Salvador?
-¿Supertipo? – Lois lo pensó un segundo – Hum… aquí tenemos un testimonio de una mujer que salvo. Ella lo llamó de una manera, según la declaración que hizo mas tarde a la policía… - revisó en la carpeta – Aquí está. “Superhombre” – dio una fumada a su cigarrillo. Lo depositó en su cenicero – No suena tan mal. Superman (2)…
-Okay. Nuestro Superman es un tipo muy escurridizo. Salva a la gente, combate al crimen y se esfuma en el aire. Es obvio que no desea ser encontrado. ¿Por qué?
-¿Deseo de permanecer en el anonimato, quizás?
-¿O, como no es humano, miedo a ser atrapado por las autoridades? Me imagino que debe ser una criatura solitaria… aterrada por que el Gobierno, el Ejército o cualquiera lo atrapen y lo analice como una rata en un laboratorio. Si, debe ser eso.
El cariz de las conclusiones de Lois no le gustaban en lo mas mínimo a Clark. Era bastante perturbador oír que hablaban de uno y no poder responder ni “mu”. Armándose de una paciencia ilimitada, solo sé dedicó a sorber lo que quedaba de su café.
-Misterios, misterios… ¿No los odias? Yo si – Lois se levantó de su asiento – Vamos, Smallville. Acompáñame. Tenemos trabajo periodístico de por medio y no podemos darnos el lujo de perder mas el tiempo.
Clark se levantó tras ella. Pagó la cuenta y ambos se marcharon.
Edificio de LexCorp. Al mismo momento…
John Corben era un tipo alto, musculoso y de mirada fría. Vestía una chaqueta de cuero y pantalones tejanos, ribeteados con botas en sus pies. Se encontraba parado delante del escritorio de Luthor.
El empresario, en tanto, lo miraba con satisfacción mientras entrecruzaba sus dedos. A su lado, Tess aguardaba en silencio.
-Corben. Es un gusto volverte a ver. ¿Qué tal California?
-Demasiado pesada para mi gusto – dijo – Basta de juegos tontos, Luthor. ¿Para qué me necesitas? Mi tiempo es oro.
-Creeme. Eso lo sé. No te haría venir si no requiriera de tus talentos – Lex chascó los dedos. Tess se acercó a Corben. Llevaba consigo un maletín. Lo abrió, revelando fajos de billetes de dólares en su interior.
-Dos millones. Puedes contarlos si quieres. Serán para ti… si logras encontrar y eliminar a un hombre.
-¿Eso es todo? – replicó Corben – Es demasiado fácil para mí, Luthor.
-Ah… pero no hablamos de ir tras un hombre ordinario, sino, de un superhombre.
El bicho de la curiosidad pudo más. Corben miró el dinero y a Lex alternativamente.
-¿De quien estamos hablando?
-De una Leyenda Urbana. Tess te lo explicara todo.
Así lo hizo. Cuando acabó, el criminal estaba decidido que con dinero o sin él, lo haría...
Capitulo 06: Lois y Clark (II)
Redacción de “The Daily Planet”. Metrópolis. Al atardecer.
Lois y Clark pasaron todo lo que quedó del resto de la tarde recopilando datos. En el transcurso del tiempo que pasó, visitaron y cotejaron los testimonios de las apariciones de Superman (como Lois lo había bautizado) con los testigos de primera mano de los hechos.
Durante las entrevistas, Clark comprobó la efectividad de su “disfraz” al ver que nadie le reconocía como el misterioso salvador superpoderoso. De todas maneras, dejó que Lois llevara la voz cantante en el asunto. Ella hacía las preguntas y él se limitaba a grabarlas junto con las respuestas…
Después de pasarse todo ese tiempo trabajando, la pareja de periodistas regresó al Planeta para comenzar a volcar sus datos por escrito.
Mientras el sol caía en el horizonte de rascacielos, Lois hizo un alto en el incesante teclear de su computadora personal. Tomó de su bolso un cigarrillo y comenzó a fumar…
-El cartel – le recordó Clark, en obvia referencia al cartel del “No Fumar”.
Lois chascó la lengua, molesta.
-Acompáñame, Smallville – dijo, dirigiéndose a las escaleras – Vamos a charlar en un sitio que me gusta.
Clark fue tras ella. Subieron a la azotea del edificio, en donde un inmenso globo dorado con las palabras “Daily Planet” giraba lentamente sobre su eje, movido por unos motores escondidos.
La vista de la ciudad desde allí era espectacular.
-Es maravilloso – comentó él, mirando hacia donde el sol moría.
-Me alegro de que te guste. Siempre vengo aquí cuando no me dejan fumar allá adentro – le contó ella – Generalmente, casi siempre.
Se produjo el silencio, solo roto por el sonido de la ciudad al comenzar a caer la noche. Clark descubrió a Lois mirándolo atentamente mientras fumaba…
-¿Sabes? Estuve pensando mucho en este tiempo en el misterio de nuestro Superman. Hay algo que no encaja.
-¿Qué cosa?
-Oh, bueno… se me ocurrió la idea de que tiene que, por fuerza, hacer algo mas que andar salvando gente y evitando crímenes… que tiene que tener sí o sí una vida tras él. Y todo eso me condujo al inevitable pensamiento en que si este tipo es tan astuto como parece serlo, seguro que tendrá una identidad secreta.
Clark sintió una pelota de hielo en el estomago. Lois era realmente muy buena en su trabajo. ¿Y si lo descubría?
-Lois… yo… - tartamudeó. Ella le dio la espalda. Miró a las primeras estrellas de la noche.
-Me encantaría conocerlo – dijo, soñadoramente – Imagino que un ser como él debe sentirse muy solo en este mundo.
Clark bajó la vista. Era verdad. Pero ella no se hacía a la idea de cuanto frustrante era no poderse relacionar sentimentalmente con nadie. Al menos, no exitosamente.
-¿Y tú, Smallville? – ella se volvió y lo miró - ¿Qué tienes para contar? ¿Hay alguna mujer en tu vida? ¿O un hombre?
-Hubo alguien… mujer, por supuesto – se apresuró a decir. Lois sonrió – En Smallville. Fue hace mucho.
-¿Cómo se llamaba?
-Lana. Lana Lang.
-Bonito nombre. Cuéntame más. ¿Eran novios?
-Algo así – Clark sonrió nervioso – Salimos una temporada. Intentamos una convivencia, pero no funcionó. Es todo.
Claro que Clark calló gran parte del resto del relato. Lana y él lo habían intentado de a de veras, pero cuando él le reveló sus poderes, las cosas cambiaron.
Ella no lo pudo manejar. La relación naufragó hasta la separación. Lana se marchó de su vida, con la promesa de guardar su secreto hasta la tumba. Hacía mucho que no sabia de ella. ¿Seguiría en Smallville?
Así lo creía. Pese a todo, no le guardaba rencor. La quería y deseaba que fuese feliz… con quien sea.
Lois dio una calada a su cigarrillo, mientras meneaba la cabeza.
-Yo también tuve a alguien – reconoció – Jerry White. El hijo de Perry. Salimos un tiempo pero después cortamos.
-¿Qué sucedió?
-Que lo encontré en la cama con otra mujer y lo mandé al diablo.
-Cielos…
-Teníamos prioridades diferentes, eso se hizo patente. No lo vi más después de eso, pero por lo que me cuentan, Perry tomo muy mal lo que su hijo me hizo.
-¿Ah, si?
-Si. Lo echó de su casa.
-Vaya. Lo lamento.
-Yo no. Los romances son perdida de tiempo. No estoy para esas cosas. Mi prioridad por el momento es mi trabajo… y nuestro Superman está en él.
Clark estudio detenidamente a Lois. A parte de bonita, le parecía alguien extraordinario, dueña de un carácter fuerte, especial.
Ella lo pescó mirándola de aquella manera. Sonrió.
-¿Qué?
-¿Eh?
-Me miras de una forma muy especial.
-¡Oh! ¡Lo lamento! Es que… yo… hum…
Lois rió.
-Calmate ya, Smallville. No pasa nada. Pero te prevengo que no funcionaria conmigo. Tiendo a tener muy mal carácter.
-Yo no quise insinuar… de hecho, no estaba pensando en…
-Y las vacas vuelan – Lois meneó la cabeza – Lo vi en tu mirada, no lo niegues. Soy muy intuitiva para esas cosas.
“Demasiado”, pensó él.
-Lo digo en serio. No funcionaria. Te lo aclaro de entrada para que no te ilusiones mucho.
-Claro, claro…
Lois suspiró.
-Eres un buen tipo, Clark. Lo noto también en tus ojos. Es solo que… mejor lo dejamos ahí.
Era la primera vez que ella lo llamaba por su nombre. Estaba embobado, pero intentó disimularlo lo mejor que pudo.
Lois se acabó su cigarrillo y arrojó lo que quedaba por la cornisa. Se encaminó hacia las escaleras.
-Vamos, Kansas Boy. A seguir trabajando. Hay un enigma pendiente de resolución…
Capitulo 07: Metallo
Vestíbulo de “The Daily Planet”. Dos días más tarde. Noche.
Una amplia multitud concurría a la fiesta de beneficencia organizada por el periódico dos días después. El objetivo de aquella iniciativa, tomada por el Editor del diario y el Alcalde de la ciudad, era juntar de la gente más rica e influyente de Metrópolis una buena cantidad de dinero, el cual seria donado al Hospital Infantil, a Hogares para Ancianos y comedores para los desamparados.
Lois y Clark se encontraban entre los presentes, ambos vestidos para la ocasión. La reportera había elegido un bonito vestido blanco bien ceñido a su cuerpo, en tanto él usaba un pulcro traje de etiqueta…
-Te sienta bien el negro, Clark – comentó ella, cuando se habían encontrado.
-Gracias. Tú estas preciosa – dijo él. Como toda respuesta, su compañera solo sonrió.
Decidió que la prefería así, contenta, a la otra Lois Lane, la malhumorada. Lo cierto era que, pese a la diferencia de caracteres, se estaban llevando muy bien entre los dos.
Hacían muy buen equipo periodístico.
Clark soñaba con que fueran mas que eso, pero por el momento, tenia que contentarse. Todo serena y armoniosamente, como solía decir su madre.
-Han venido todos los peces gordos de Metrópolis – dijo Lois – Incluido el mas influyente de todos – frunció el ceño - ¿Ves a aquel tipo calvo vestido de traje blanco, acompañado por esa pelirroja?
-Si. ¿Quiénes son?
-Lex Luthor y su asistente privada, Tess Mercer – Lois hizo un gesto con la cara – Luthor es dueño de una corporación multinacional asentada en Metrópolis, LexCorp. Está bañado en dinero por todos lados y siempre se muestra como un caritativo millonario… pero yo sé que esconde otra cara. Una que no muestra al público.
Lois hablaba bajo. En su tono se mostraba recelo hacia la figura de Luthor.
Clark miró detenidamente al hombre, que conversaba animado con el Alcalde de la ciudad y otras personas. Se lo veía común y simple, pero si Lois guardaba ciertas dudas o sospechas para con él, lo tendría en cuenta.
De repente, Luthor se fijó en ellos. Habló algo con Tess y ambos se acercaron a saludar a la pareja…
-¡Pero miren nada mas! ¡Si es la señorita Lane en persona! – exclamó Lex, con fingida sorpresa - ¡La misma personita agradable y graciosa que escribió una delirante nota sobre mí, acusándome injustamente de liderar todo el crimen organizado de Metrópolis! Que bueno ver que pese a ese traspié en tu excelente carrera, Taylor todavía decide conservarte en tu puesto. Odiaría que por culpa de un error te quedaras sin trabajo…
-Ahorrate las idioteces, Lex. No estoy de humor esta noche para oír tus tonterías – dijo Lois, enfrentándolo – Para eso, la tienes a Tess a tu lado – se dirigió a la asistente – Te compadezco, creeme. Hay que aguantar a este ególatra adinerado.
Luthor rió. Tess le acompañó, haciendo coro.
-Lois, Lois… Me mata tu sentido del humor – Luthor meneó la cabeza – pero recuerda que solo gracias a George Taylor no te hice una demanda. Me convenció cuando dijo que estabas muy apenada por tu error. Dejémoslo ahí – se volvió hacia Clark – Y, ¿Quién es tu acompañante esta noche? Debes ser nuevo. No tengo tu rostro en mi memoria…
-Clark Kent. Vengo de Smallville, Kansas – se presentó, serio. Luthor comenzó a caerle bastante mal desde que lo había escuchado. El empresario se quedó pensando un momento.
-Smallville – murmuró. Miró a Tess - ¿No tenemos una fabrica agrícola allí?
-Dos – le corrigió ella.
-Pues mira nada más. Bueno, bienvenido a la gran ciudad, Kent. Y cuidado con Lois. Yo sé por qué te lo digo – le guiñó un ojo, mientras se marchaba con su asistente, a seguir disfrutando de la fiesta.
-¡Idiota, arrogante y presumido! – estalló Lois - ¿Quién se cree que es? ¡Como si le debiera algo!
-¿Qué era toda esa historia de que lo acusaste de capomafia de Metrópolis? – quiso saber Clark.
Lois resopló ante la pregunta. Le resumió el asunto.
-Tenía ciertos datos. Todos lo sindicaban como el hombre detrás de los peores crímenes en esta ciudad. Subvencionaba actos ilícitos y hasta se llegó a hablar de tráfico de armas, drogas y mucho más. Me animé y lo denuncié públicamente… pero de la noche a la mañana me quedé sin pruebas. Desaparecieron los testigos que tenia y quede expuesta. Luthor mantiene bien su imagen pública… bastante bien. Amenazó con demandarme, a mí y al periódico. El señor Taylor pudo frenarlo. Lo convenció de que todo había sido un error y me obligó a pedirle disculpas en público. Luthor se dio por satisfecho y abandonó la idea de la querella judicial, pero es evidente que él sabe que yo sé la verdad sobre sus asuntos. Llegará el momento en que cometa un error, y entonces…
Lois calló. Tomó una copa de champagne de la bandeja de un camarero que pasaba. Bebió un sorbo.
-Dejemos de hablar de esto, Smallville – le pidió – Está noche solo quiero divertirme – miró a la multitud y entonces sonrió – Hey, allá están Jimmy y su pareja, Ronald. ¡Vamos para que lo conozcas!
-Bueno.
Clark se dejó llevar por Lois hacia un rincón de la sala. Mientras caminaba abriéndose paso entre la gente hacia Olsen y su acompañante, no pudo dejar de pensar en Lex Luthor.
No le gustaba nada.
Luthor se apartó unos instantes del evento social para hablar en privado con Tess.
-¿Está Corben listo? – le preguntó.
-Listo y esperando para entrar en acción – le confirmó ella - ¿Será ahora, durante la fiesta?
Lex lo pensó. Miró al Alcalde de la ciudad y a su comitiva de seguridad personal que estaban a punto de marcharse. Se le ocurrió un plan.
-Creo que es hora, de paso, de que vayamos pensando en el futuro de Metrópolis – dijo. Tomó un canapé de una bandeja – Avisa a Corben de que el Alcalde se va. Esto es lo que quiero que haga…
Luthor explicó su plan. Tess agarró su celular y lo ejecutó.
Lois observó que el Alcalde se marchaba. Hacía tiempo que venia deseando una entrevista exclusiva con él, pero por una u otra razón, el político se excusaba anteponiendo su apretada agenda.
Ella era una mujer de armas tomar. Vio una oportunidad de abordarlo ahora, que parecía de muy buen humor y relajado, y la aprovechó.
-¿Dónde vas, Lois? – le preguntó Clark, sorprendido.
-Lo siento, chicos. El trabajo llama – le dio un beso en la mejilla apresurado a Clark a modo de despedida y se marchó. Él quedo un rato en las nubes. La pareja de Olsen, Ronald, lo sacó de ahí al comentar que Lois y él parecían entenderse muy bien mutuamente.
-Llegaste al alma de Lois – afirmó – De otro modo, no creo que te hubiera dado ese beso.
-¡Pero si solo fue un beso de despedida, Ron! – se quejó Jimmy – No lo escuche, señor Kent. A Ron le encantan las historias románticas. Es el único que vio dos veces “Titanic” y las dos veces salió llorando del cine.
-…Será por no poder tener a un Leonardo Dicaprio en mi vida y en cambio, tener que conformarme contigo, pelirrojo.
-¡Ay! ¡Por favor! – Jimmy resopló – No hagas que me arrepienta de haberte invitado a la fiesta.
-Alcalde Sullivan. ¿Tiene un momento?
Un fornido hombre de seguridad la detuvo. El Alcalde se volvió hacia ella.
-Lane. Justo estaba por irme.
-Señor, por favor… es por esa entrevista que quería hacerle.
-Tendrá que ser en otro momento. Lo siento. Me tengo que ir.
-Solo será un momentito. Por favor. ¡La gente de la ciudad quiere oírlo! ¿Qué mejor ocasión que esta?
-¿Lo molesta mucho, señor? – inquirió el guardaespaldas. El Alcalde miró a Lois a la cara y lo pensó un momento.
-¡Rayos! ¡Es insistente como una nube de moscas, Lane! Muy bien. Pero tendrá que ser de camino al Ayuntamiento. Tengo cosas de última hora que hacer…
El rostro de Lois se iluminó. El seguridad la dejó pasar y siguió al político hasta su coche: una limusina negra. Subió después de él y el auto arrancó.
Otro vehículo también se puso en marcha: una motocicleta Harley Davidson.
Corben iba en ella.
Pertrechado con lentes oscuros y una escopeta de doble caño en una mano, los siguió de cerca varias calles hasta colocarse a su lado.
Mientras Lois charlaba con el Alcalde en el asiento trasero, Corben apuntó y disparó a través del vidrio. Mató al custodio y al conductor del auto al instante.
-¡¡Cuidado!! – gritó el custodio que viajaba con la reportera y el político atrás, pero para cuando todos se dieron cuenta, la limusina derrapó y se estrelló contra un camión estacionado cerca.
Clark supo que algo no iba bien. Enfocó un instante su súper-oído fuera del edificio donde estaba, ignorando la apabullante charla que lo rodeaba y tuvo confirmación del hecho: un estruendo fuerte, no muy lejano.
Un choque en la calle.
Con el corazón sobresaltado, se excusó con Olsen y salió apresuradamente del vestíbulo. Fuera del edificio, corrió hacia un callejón mientras se desabrochaba la chaqueta y la camisa, revelando una “S” blanca en su pecho…
Corben se acercó al lugar del accidente con la moto. Se bajó de ella y caminó hacia el coche volcado. Se estaba prendiendo fuego.
Un custodio salió arrastrándose de su interior, herido. Corben le apuntó con la escopeta y totalmente inexpresivo, le descerrajó un tiro en la cabeza.
Otra figura se movía dentro del coche, herida pero viva.
Lois Lane.
-¿Superman? – dijo Lois, intentando salir del coche por sus propios medios.
Clark se volvió hacia aquella dirección y sopló. Un viento fuerte apagó las llamas, parando el incendio.
-Así que existes – comentó Corben – Una pena. Me encargaron que te buscara y te borrara de la faz de la Tierra, después de matar al Alcalde. Yo siempre cumplo con mi trabajo – le apuntó con la escopeta – Hasta la vista… baby.
Disparó.
Las balas rebotaron sin hacerle efecto.
Dando uso otra vez a su supervelocidad, Clark se acercó al asesino y le arrebató la escopeta de las manos. La dobló por la mitad como si fuera manteca.
-Impresionante. Pero tengo mis recursos.
Corben intentó darle un puñetazo. Clark lo atajó y con su fuerza le propinó uno propio al criminal en la cara…
Corben salió disparado por el aire, aterrizando contra una pared. El impacto debería haberlo matado, pero no fue así.
-Buen golpe – dijo, mientras se componía – pero necesitaras más que eso.
Clark no lo entendía. ¿Quién era ese sujeto? Parecía tener una fuerza que rivalizaría con la suya. ¿Acaso…?
Usó otro de sus poderes para examinarlo: la visión de rayos X.
Cables, engranajes, relees… circuitos y metal.
¡Un robot!
¡Corben era un robot!
¡Bajo la ropa y la imitación de piel humana, había un organismo artificial!
-¡Eres una maquina! – exclamó.
Corben sonrió fríamente. Se sacó los lentes oscuros y se señaló a la cabeza.
-No del todo. Lo único que queda biológico en mí está aquí.
Decía la verdad. La visión de rayos X lo confirmó. Un cerebro palpitante y vivo se encontraba, resguardado en un cráneo de acero.
-¿Qué eres?
-Cyborg – Corben extrajo una pistola y disparó.
La bala pasó zumbando en el aire al lado de Clark. “¡Lois!”, pensó y se volvió para ver. No. No era hacia ella a quien dirigió el disparo. Ella estaba allí, herida pero viva y miraba la escena atónita.
“Entonces… ¿Quién…?”
La respuesta se hizo evidente mediante un grito.
¡El Alcalde!
Estaba saliendo del coche destrozado cuando Corben le disparó al corazón. Cayó muerto en el acto.
-Te veo luego, para la revancha – el criminal se subió a su moto y huyó de la escena de los hechos. El primer impulso de Clark fue el de seguirlo y atraparlo, pero ya no tenia tiempo.
Se volvió hacia Lois.
-¿Se encuentra bien, señorita Lane?
La reportera estaba en shock.
-¿Clark? – preguntó. Él se quedó helado - ¿Clark?
Iba a decir algo más pero se derrumbó en el piso, inconsciente. Estaba extenuada.
Clark quería ayudarla, asistirla, pero la policía estaba llegando por la calle.
Interesante segundo número donde destaca especialmente la presentación de Lex, Tess y John Corben.
ResponderEliminarEl número sirve para presentar correctamente a estos tres personajes, y se centra principalmente en la relación de Lois y Clark, la cual si bien no está mal llevada me parece que se precipita un poco.
Un número principalmente de investigación y romanticismo que nos deja algo de acción al final y deseosos de ver otro encuentro entre Super y John Corben!!