Green Lantern nº 22

Titulo: El Juicio de Hal Jordan (Prólogo): La ciudad de los milagros
Autor: Gabriel Romero
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Octubre 2010

Empieza aquí: ¡la primera saga de Hal Jordan de regreso al mundo de los vivos! Y el título no puede ser más explícito: “El juicio de Hal Jordan”. ¿Estás dispuesto a perdértelo?
Nacido sin miedo y honrado a carta cabal. Dos requisitos indispensables para convertirse en el mayor defensor
de la verdad y la justicia por todo el Universo. Para vestir los colores y el anillo de poder de…

Hal Jordan creado por John Broome y Gil Kane

Resumen de lo publicado: Hal Jordan ha sido resucitado por el poder del Espectro, pero aún quedan muchos aspectos por descubrir acerca de eso. Ya sabemos quién fue, y lo que representó para sus amigos y el Universo, pero… ¿quién es ahora realmente? ¿Y qué clase de acontecimientos va a poner en marcha su regreso?

La entrada en la atmósfera terrestre siempre ha sido un paso suave que te da la bienvenida, como un peaje engalanado. El anillo reforzaba el aura de protección de una forma automática, con lo que no importaba mucho entrar o no en el ángulo correcto (incluso este anillo prestado que me dejó Kyle, copiado del suyo(1)). Ojalá pudiéramos haber tenido algo así cuando yo era astronauta. La carrera espacial habría durado seis meses, en lugar de treinta años.
Bajo mecánicamente sobre la que era mi ciudad, aunque sé que es posible que ya no se acuerden. Que ya no quieran ni verme.
Mi nombre es Hal Jordan, y soy un hombre maldito.
Ostenté muchos alias, muchos cargos distintos a lo largo del tiempo: Coronel Jordan de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos… Colaborador excepcional de la NASA… Piloto de pruebas de Ferris Aircraft… Green Lantern… Parallax… Espectro.
¿Y ahora?
¿Dónde estoy, y qué es lo que quiero ser después?
Ni yo mismo tengo la más remota idea. Sé que he sido resucitado por el poder vengativo del Espectro, porque mi alma extremadamente justa no respondía a las necesidades de su ira. Él quiere alguien maleable que le permita ajusticiar hombres llenos de pecados, y que no rechiste cuando los asesine de modo brutal. Jim Corrigan era ese hombre, pero yo no. Mi corazón exige justicia, no venganza. Al final hiciste algo bueno dándome tanta paliza con lo de que el mundo es injusto, mamá. Creaste en mí una irrefrenable necesidad de justicia, algo que ningún rincón del Universo ha podido acallarme. Ni siquiera el Fantasma de la Ira de Dios.
Pero, ¿cuál es mi lugar ahora en el Cosmos? ¿Qué se espera de mí?
De momento, lo único que sé es volver a casa.
Con sólo un breve pensamiento, exprimo a fondo toda la potencia del anillo, y dejo que la luz esmeralda me llene. Y entonces me encuentro el cartel holográfico de aviso:

BIENVENIDO A COAST CITY
La Ciudad de Hal Jordan
La Ciudad de los Milagros
De la impresión pierdo el control de mi vuelo, y casi me estrello. ¿Qué demonios? ¿La Ciudad de los Milagros?
Y lo siguiente que aparece ante mis ojos es aún más terrible: una gigantesca estatua con mi apariencia, de los primeros tiempos con el uniforme de Green Lantern, bajo cuya sombra transcurre el colapsado tráfico de la Autopista de California, como si del mítico Coloso de Rodas se tratase.
Bueno, parece que tan mal no me recuerdan…
Justo entonces recupero la cordura, y activo el modo invisible del anillo. Prefiero que aún no sepan nada de mí, y sólo espero que no les haya dado tiempo a verme(2). Al fondo descubro la ciudad, mi ciudad, pero que ya no se parece en nada a lo que recuerdo. Inmensos edificios de cientos de plantas se yerguen como impresionantes agujas que atraviesan los cielos, con millones de inocentes abejas revoloteando entre ellos. Pero no son abejas, son vehículos antigravitatorios, son naves minúsculas que aterrizan en plataformas volantes, o en terrazas de los propios rascacielos. Hay robots de aspecto humanoide caminando por aceras atestadas, y perros que hablan, y líneas de teleportación que atraviesan la ciudad entera.
"¿Qué demonios han hecho en Coast City?"


Buenos días, Hal Jordan, y bienvenido a casa.
Las puertas se abren de forma automática a mi orden mental, y una bocanada de aire tibio y extremadamente purificado sale a recibirme. Los sonidos lejanos del barrio se apagan tras de mí, y al instante comienzan a sonar los acordes de David Bowie, en la voz perdida de Kurt Cobain.

We passed upon the stair, we spoke of was and when
Although I wasn't there, he said I was his friend
Which came as some surprise I spoke into his eyes
I thought you died alone, a long, long time ago

Los mismos que canté tantas veces cuando era joven, y que con frecuencia revolotean por alguna esquina incontrolada de mi cerebro. Ahora existe una computadora extremadamente lista en mi antiguo apartamento de soltero, y no sólo me abre puertas y adapta el aire acondicionado, sino que es capaz de leer mis pensamientos y poner la música que me gusta. El anillo lo llama domótica. Yo digo que estoy obsoleto.
He resucitado en mitad de una novela de Asimov.
Una hermosa jarra de acero inoxidable vuela presurosa a mi encuentro, llenando la sala del aroma del té verde con menta, y los recuerdos de Tánger. Un pequeño vaso cuajado de arabescos flota a un metro del suelo hasta mi mano, y l´barrade vierte por sí misma la cálida y humeante infusión de Marruecos.
Y recuerdo. Recuerdo.
Las imágenes de ancianas marroquíes sirviendo el té con msemmen, el leben y los zumos de frutas. El dulce seffa y el desayuno con sfenzh. La risa en las calles y los olores del Bazar. La muerte y el dolor empañan los recuerdos.
Un tiempo añejo y olvidado, un saber antiguo que nadie desea reencontrar. Yo era más joven entonces, igual que este país, y eso hacía que ninguno de los dos tuviera muchos reparos en hacer cosas… cuestionables. Durante años serví como agente secreto y espía en muchos países, y siempre pude evitar asesinar a nadie. Cumplía mi misión y olvidaba los modos. No importaba el cómo mientras que la Nación estuviera a salvo.
Hasta Corea. Hasta que la muerte me detuvo en seco.
Oh no, not me
I never lost control
You're face to face
With the man who sold the world
Me libro por fin de los viejos harapos que constituyen la única posesión con la que me resucitó el Espectro, y relajo mis tensos músculos bajo el poder descontracturante de una larga vibro–ducha. Intensas microondas azotan mi piel que ha visto tantas guerras, y que como un mapa lleva escritas las principales batallas. El mundo ha seguido girando sin mí, y ahora soy como un Patton resucitado entre la Legión de Súper–Héroes, como Buck Rogers (el anillo me propone el ejemplo de la película “Demolition Man”, haciendo uso, según dice, de “los términos del portador primigenio”, pero no tengo ni idea de a qué película se refiere… Tengo que darme prisa en actualizarme de nuevo).
Pero de algún modo… siento que por fin estoy en casa.
He pasado por tantas cosas, he recorrido tantos y tantos lugares, que ya no es fácil ni saber en dónde estoy. He viajado por galaxias, por todas las épocas, he conocido a villanos terribles y a valientes defensores del Bien… y siempre regreso a Coast City. En esta ciudad nací y he crecido, aquí me enamoré por vez primera, y por última… y supongo que definitiva. Y aquí renuncié a estar con Carol por servir a unos pequeños hombrecitos azules del espacio, y sus prioridades egoístas.
He renunciado a tantas cosas… Oliver Queen me enseñó que no siempre el deber es lo mismo que lo correcto, y supongo que dejé de ser ese arrogante militar estirado que iba paseando el anillo como si se hubiera tragado una escoba. Y empecé a cuestionar las órdenes, y a convertirme un poco en Parallax. El mundo no es sólo en blanco y negro, como nos lo quieren presentar los Guardianes, sino que hay toda una gama de colores entre la que no siempre es fácil elegir. No todas las cosas son verdes o amarillas. Y yo en cambio seguí renunciando.
Igual que Ismene, la hermana de Antígona.
Según la leyenda, y la obra de Sófocles, Antígona había contemplado morir a sus dos hermanos varones, Eteocles y Polinices, que se mataron el uno al otro como perros rabiosos, pugnando hasta su último aliento por el codiciado Trono de Tebas. Sólo las dos jóvenes damas, Ismene y Antígona, quedaron con vida de su honroso linaje, y el dolor las invadió. Creonte, nuevo rey de Tebas y célebre por su crueldad, prohibió que al cuerpo de Polinices le fuesen practicados ritos fúnebres, al considerar que había traicionado a su sangre y al legítimo heredero al Trono de Tebas, quedando los restos sin vida del joven príncipe a merced de los cuervos y perros del camino. Antígona pidió ayuda a su hermana, para burlar la ley y enterrar a Polinices como marcaba la tradición, pero ella no se atrevió a desafiar al regente, y dejó que a su hermano lo devorasen las bestias. Como hice yo con Carol Ferris.
Finalmente, Antígona enterró a Polinices por sí sola, y se ganó la condena a muerte. Creonte fue rígido en sus leyes humanas, y por ese motivo recibió la condena de los dioses: Hemón, su propio hijo y prometido de Antígona, lloró de rabia y dolor al verla muerta, y se clavó su espada en el vientre para acabar con la agonía. Y al saber esto, Eurídice, esposa del rey y madre del joven suicida, no pudo soportar la forma en que habían ofendido a los Señores del Olimpo, y también buscó su propio final.

I laughed and shook his hand, and made my way back home
I searched for form and land, for years and years I roamed
I gazed a gazley stare at all the millions here
We must have died along, a long, long time ago

La historia en sí tiene tantas lecturas como épocas ha pasado la Humanidad en la Tierra. Ismene es el respeto por la ley de los Hombres más allá incluso de la devoción a los Dioses. Antígona es el valor, y la rebelión contra un poder injusto. Creonte es la cobardía, escudándose en el poder del Trono para ejercer una soberanía indebida sobre el Pueblo, y también el orgullo de la Humanidad que se cree más importante que los Dioses. Y por ello siente el castigo de los que no respetan los deberes del Olimpo. De los que ofenden a aquéllos que no pueden comprender.
Y si yo soy Ismene, y Carol ha sido Polinices, arrojada a los cuervos por la pasividad de su amado (en este caso arrojada a las Zamaron), ¿entonces quién era Antígona? ¿Y Creonte? ¿Ha sido Siniestro? ¿O Zafiro Estelar?
Carol Ferris me amaba, eso era obvio desde el primer día en que entré en Ferris Aircraft, la aeronáutica propiedad de su padre, y en la que ella era administradora. Nunca le gustaron los aviones, ni el riesgo, ni la sensación de aventura que son tan necesarios como el aire para mí. Ella prefería llevar las cuentas, y mantener siempre los pies en el suelo. Tal vez por eso le atrajo el inconsciente piloto de pruebas que sólo buscaba su lugar en el mundo, y al que un asesinato injusto le había trastornado la cabeza. Tal vez por eso hizo lo imposible porque yo entrara a formar parte de la empresa, y de su vida.
Y yo también la amaba, eso es obvio. Pero igual que Ismene, elegí ceñirme al deber y rechazarla, o al menos alejarla de mí lo más posible, ya que aún no tenía claro ni yo mismo cuál habría de ser mi papel en esta historia. Cuando me dieron el anillo de Green Lantern, las prioridades fueron incluso más obvias: lo primero era la búsqueda de la justicia, y Carol estaba muy por detrás.
Supongo que eso fue lo que la arrojó al poder de las Zamaron, las hermanas renegadas de los Guardianes, que la convirtieron en su heraldo (la inclemente Zafiro Estelar) para que me apartase del trabajo. Y luego sus fallos continuos la transformaron en el Predador, y más tarde de nuevo en Zafiro(3). Un viaje de ida y vuelta, sin una senda clara ni un destino, como yo.
Ahora vuelve a ser una mujer corriente, como siempre quiso, y está casada con un hombre que la adora. Y como sucede con el resto del planeta, yo soy sólo un grato recuerdo del pasado.
Me visto, eligiendo para la noche una suave camisa de seda y un traje blanco de lino. Cuando quiere, hasta un viejo piloto de pruebas puede ser elegante. Hoy toca salir por esta ciudad de los sueños, que es mitad “El País de las Maravillas” y la “Metropolis” de Fritz Lang, no la de Clark Kent. Hoy toca descubrir sus rincones más turbios, que seguro que los tiene, y es posible que encuentre alguna buena cicerone que me la enseñe…
¿Cómo se encuentra, Hal Jordan? – pregunta la voz insensible de la computadora de hogar –. ¿Fue satisfactorio su último trabajo?
–¿Mi último trabajo? ¿Qué es lo último que sabes de mí?
Cuando se dirigió de vuelta a Coast City a investigar un supuesto incidente con el alienígena Mongul. No hemos vuelto a saber de usted desde entonces.
–Muy bueno. Desde luego, quien te programó tenía un buen sentido de la ironía. O quizá una esperanza infinita en mí.
No le entiendo, señor. De cualquier modo, tengo una llamada entrante para usted. Del Alcalde Tomas Kalmaku.
–¿Tom? ¿Alcalde? ¿De qué demonios es alcalde el viejo Cara de Tarta?
–El señor Tomas Kalmaku es Alcalde de Coast City. ¿Le paso la llamada, señor?
–Eeehh… Claro… Claro, pásamelo.
Y al instante surge a mi lado una enorme cabeza holográfica de tonos semi–transparentes, un dibujo tridimensional en el que las facciones de mi mejor amigo se adivinan con claridad. Más Asimov.
¿Hal? ¿Eres tú, maldito loco? ¿Has conseguido regresar por fin?
–¿Tom? ¿Qué demonios es esto?
Oh, dejé esta conexión programada en la computadora de tu casa para que te reconociera en caso de que pudieras volver. De hecho, todo el apartamento ha seguido justamente como el último día en que estuviste allí. Bueno, con los ajustes necesarios.
–De eso te estoy hablando. ¿Qué ha pasado en Coast City? Antes era una ciudad modesta del Pacífico que vivía de su Base Militar, y ahora parece que se ha escapado de una pesadilla distópica.
Ah, por supuesto, nunca la habías visto así. Pues esto es obra tuya, Hal. ¡Bienvenido al Proyecto Oa!
–¿A qué? ¿Qué demonios has hecho con mi ciudad, Cara de Tarta?
¡Ja, ja, ja! ¿Los soldados nunca dejáis de ser unos carcas? Vale, entiendo que no caigas. Resulta que, después de tu muerte, encontré unos papeles en tu casa con el nombre de Proyecto Oa, y que resultó ser un estudio de cómo aplicar la alta tecnología de los Guardianes para mejorar la calidad de vida en la Tierra.
–Ah, sí… Fue una cosa que hice con John Stewart. Él hablaba mucho de lo fantástica que es la arquitectura en Oa, y de cómo podría aplicarse a nuestras ciudades. Pero nunca llegamos a ponernos en serio… porque teníamos demasiado trabajo.
Exactamente. Pero cuando se supo… que habías muerto… John y yo lo consideramos una obligación hacia ti. Hablamos con la Liga de la Justicia, y todos alucinaron con lo que planteabas. Eran unos diseños muy arriesgados, pero que podrían funcionar de un modo genial. Cuando me preguntaron qué ciudad sería la primera en intentarlo, no pude hablar más que de Coast City. John fue el arquitecto del milagro, y yo su mecánico. De ahí a alcalde sólo ha habido un paso. ¡Je, je!
–¿Y habéis construido esta maravilla en tan poco tiempo? ¡Sois unos locos!
–Me gusta llamarnos visionarios. Coast City es ahora un lugar increíble. Hay edificios inteligentes que interaccionan con sus dueños, y plataformas voladoras entre los pisos, y arcos de teleportación. Las tareas más duras son llevadas a cabo por robots inferiores, y ya estamos creando los primeros androides con un nivel de desarrollo intelectual y emocional equiparables a los de un humano. Incluso se está planteando llegar a concederles el derecho al voto.
–Dios mío…
–Y eso no es todo. Nuestra política de apertura al Cosmos está acercándonos a muchas otras culturas, y ya tenemos nuestras primeras poblaciones alienígenas asentadas en Coast City. Hay núcleos de viviendas adaptadas a los braalianos, a trommitas e incluso a imskianos (y no creas que ha sido fácil lo de hacer un piso de tamaño cambiante). Hay gemelos de Winath y una delegación de Takron–Galtos (donde encerramos a villanos de especial peligrosidad antes de mandarlos al planeta–prisión). E incluso sé que tenemos unos cuantos espías de Durla disfrazados de perros comunes o gaviotas. Es lo que tiene la política.
–¿Al final vas a crear tú solo los Planetas Unidos de Coast City?
–¡Je, je! Prácticamente. Esto es obra tuya, Hal. La ciudad te reconoce como su héroe, y estaban deseando verte de nuevo. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha sido? Tenemos que vernos ahora mismo. Voy a anular todas mis reuniones, y esta noche convocaremos una rueda de prensa excepcional para…
–¡Eh! ¡Para, colega! De eso nada, no quiero ser carne de periodistas, al menos de momento. Tengo mucho que arreglar antes de presentarme ante nadie. En realidad ni yo mismo puedo contestar a la mayoría de sus preguntas, porque no sé ni por qué estoy aquí. Sé que he vuelto del Más Allá, pero desconozco mi responsabilidad en la mayoría de hechos de mi pasado. Recuerdo lo que hice como Parallax, y luego como el Espectro, pero no estoy dispuesto a que me fusilen por ello. Ni siquiera soy Green Lantern, sólo tengo un anillo prestado. Si quieres, tomamos luego una cerveza, pero con calma. Te llamo cuando esté libre, ¿de acuerdo?
–¿Y qué tienes que hacer mientras, Rip Van Winkle(4)?
–Bueno… hay otra persona que ver antes que tú.
–Vale. Llámala. Pero luego quedas conmigo, ¿de acuerdo?
–Adiós.
Y la enorme cabeza se volatiliza como si nunca hubiera existido. No sé si podré acostumbrarme alguna vez. Ver estas cosas en Trom o en Daxam era algo bastante normal, o incluso en las grabaciones que tiene Kal del viejo Krypton. Pero en la Tierra… en mi ciudad… bueno, a mí me gustaba como era.
–Computadora… ¿Tienes en tu guía a Carol Ferris?
–Por supuesto, señor. ¿Desea hablar con ella?
–Bueno… Sí. Debo hablar con ella… y deseo hablar con ella.
–Conectando…
La voz suena como viniendo de ultratumba… y no lo digo como un chiste. Sigue siendo tan dulce y adorable como siempre, aunque haya pasado por el horror y el misterio del Cosmos. Yo soy el que no tiene un lugar.
–¿Sí? ¿Hal? ¿Eres… Eres tú de verdad?
–Hola… Hola, Carol.
–¿Has vuelto? ¿Eres tú de verdad? ¿No Parallax, ni el Espectro? ¿Eres el verdadero Hal… vivo?
–Sí. Creo que sí. No puedo explicarte las razones… pero sí.
–Yo… me alegro. Sabes lo mucho que te aprecio, Hal, a pesar de todo lo que ha ocurrido. Y estoy muy contenta de que te hayan resucitado. Cuando lo hizo Ollie, supe al instante que tú vendrías después. Ya sólo falta Barry.
–Bueno… A Ollie se lo tramité yo. Lo de Barry aún no tengo noticias… pero me encantaría. Mira, Carol… ¿quieres cenar hoy conmigo? No lo tenía pensado, pero… me apetece muchísimo.
–Hal, yo… Estoy casada. Yo no sé…
–Lo entiendo, Carol, no te preocupes. Saldré a ver Coast City. Hay unas cuantas cosas nuevas desde mi muerte.
–Y tanto. ¿Sabes una cosa? Si te pasas hoy por el Restaurante Denny O´Neill, en el centro, sobre las diez de la noche, es posible que me encuentres sentada en una mesa para dos, y que nadie vaya a venir a acompañarme. Igual no puedes…
–Veré si saco tiempo. ¡Je, je! Hasta luego, preciosa. Un beso.
Esta mujer es un torbellino. Nunca hace nada que no quiera, ni del modo en que lo quiera otro. Yo siempre fui el aventurero, pero en todos los casos terminaba obedeciendo sus órdenes. Maldita loca…
Y justo en ese momento el anillo se pone a brillar como un loco, y lo que me llega son el rostro y las palabras de Ganthet, el último de los Guardianes del Universo:
–¡Atención, Hal Jordan de la Tierra! Se te ordena presentarte inmediatamente en la Ciudadela del Guardián de Oa, para responder de la acusación presentada contra ti por genocidio y crímenes contra todas las especies del Cosmos. La transportación se realizará en este preciso segundo.
Y la energía esmeralda vuelve a llevarme al espacio. Creo que hoy de nuevo voy a dejar a Carol plantada. Bueno… así estará segura de que soy yo realmente.

Who knows? Not me
We never lost control
You're face to face
With the man who sold the world

Mientras, a muchísima distancia de allí:
Si algo brillaba como un diamante en la soleada tarde de la Nueva York de la Tierra 616, era el conocido como Edificio Baxter. Entre la Calle 42 y la Avenida Madison, su perfil de plata era visita ineludible para cualquier turista del mundo.
Pero en el caso del gigantesco alienígena de más de dos metros de altura y unos trescientos kilos de peso, éste no era un viaje de placer. Caminó como un bulldozer sobre las refulgentes baldosas, y habló con furia a la sonriente recepcionista robot que le aguardaba:
–Buenas tardes, señorita. Mi nombre es Kilowog, y soy el último superviviente del planeta Bolovax Vik, en el Sector Espacial 674 del Universo Positivo 1 de Kismet. Si tuviera la bondad de llamar al señor Reed Richards… ¡tengo que avisarle de una terrible amenaza que puede poner en peligro la existencia entera!
Y ni yo ni ninguno de los Corps pudimos anticipar suficientemente lo que mi viejo amigo ya había descubierto.

Continuará...





REFERENCIAS
1. Recordemos que todos los anillos de Green Lantern tuvieron siempre la capacidad de crear una copia limitada de sí mismos, con los mismos poderes pero un tiempo de vida muy corto, para que su portador transmitiera la energía de los Guardianes con motivo de una acción de máximo peligro.
2. En realidad, y tal y como vimos en la saga “La bendición de un hombre sin miedo”, les dio tiempo de sobra a verle, e incluso a fotografiarle.
3. Ver la antigua serie “Green Lantern” de Ediciones Zinco para una mayor información. Éste es un resumen muy, muy escueto.
4. “Rip van Winkle”: Cuento corto de Washington Irving sobre un hombre que duerme veinte años y queda desactualizado. En general se usa como expresión popular para referirse a alguien que duerme durante largo tiempo o que no está al tanto de lo que ha sucedido en el mundo.


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