Titulo: El ataque de los Hombres Halcón (VI) Autor: Jerónimo Thompson Portada: Roberto Cruz Publicado en: Marzo 2010 El Espectro, más Espíritu de la Venganza que nunca, se dirije al Sistema Polaris para destruir el planeta Thanagar... ¿Algún voluntario que lo detenga? |
Él es el Elegido, el Portador de la Antorcha que evitará que el Cuerpo y su Luz se extingan en sus horas más bajas.
Es una carga muy grande pero él la llevará porque nadie más va a hacerlo, porque nadie más puede hacerlo. Él ha nacido para esto. Él es un héroe. Él es...
Es una carga muy grande pero él la llevará porque nadie más va a hacerlo, porque nadie más puede hacerlo. Él ha nacido para esto. Él es un héroe. Él es...
Kyle Rayner creado por Ron Marz, Bill Willingham y Darryl Banks
En el episodio anterior… El Espectro llega a Oa con tiempo de salvar las vidas de Ganthet y Kyle Rayner, pero no así las del resto de Guardianes del Universo. Permitiendo que el Espíritu de la Venganza asuma el control del Espectro, Hal Jordan inicia una campaña de terror que elimina a todos los thanagarianos que ocupaban Oa, para a continuación anunciar su objetivo final: la destrucción del planeta Thanagar.
La habitación huele a polvo, herrumbre y madera podrida. El aire está viciado, impregnado de una humedad insalubre que se adhiere a todas las cosas como una mortaja pesada y viscosa. A pesar de ello, su única ocupante, tumbada sobre una vieja cama con sábanas cubiertas por moho azulverdoso, aún se esfuerza en tomar breves bocanadas de este aire rancio y corrupto de forma inconsciente; bocanadas que quizá sustenten su cuerpo marchito durante algunas horas más. El paso inexorable del tiempo, más real y palpable de lo que nunca ha sido en este lugar, se ha llevado ya a todos los suyos, convirtiéndola aunque sólo sea por un día, en la última de un linaje irrepetible.
Sin apenas llegar a separar sus labios agrietados, Idún maldice a todo y a todos, mientras aguarda yacente que el peso de la vejez la libere por fin de este infierno en que se ha convertido su vida inmortal; este Ragnarok que ha consumido a los dioses de Asgard de la peor manera posible. La muerte lejos del campo de batalla, del honor y orgullo nórdico. La muerte por vejez, por enfermedad... en la cama. La muerte de paja.
La diosa de la belleza y la juventud se ha trocado en un pellejo sarmentoso, que observa con ojos cansados la estrecha rendija de luz grisácea que surge entre las dos hojas de madera que sellan la ventana sin cristales de la habitación. El azote del gélido temporal llegado desde el lejano Niflheim ha sepultado ya a la otrora orgullosa ciudad de los Aesir bajo un manto de nieve sucia impregnada de ceniza, que impediría a Idún ver más allá del quicio de su ventana incluso aunque ésta se encontrara abierta de par en par.
La diosa espera la llegada de Muerte, de los Eternos, avergonzada hasta lo más profundo de su alma por la terrible humillación que supone recibirla postrada sobre una cama. Sin embargo, no es Ella la que aparece frente a su lecho, tal era la esperanza de Idún; en su lugar lo hace otra figura cubierta por un característico manto de color verde oscuro, suspendida inmóvil sobre los tablones de madera podrida que dan forma al suelo de la habitación.
Idún gira su cabeza lentamente hacia el Espectro, con ojos inexpresivos. No porque la inesperada aparición del Espíritu de la Venganza no la sorprenda, pues así ha sido en verdad, sino porque su cuerpo derrotado más allá de todo límite es incapaz de mostrar ya emoción alguna.
El Espectro oculta su rostro en las sombras que arroja la capucha verde sobre su cabeza. No obstante, en un momento de sublime revelación, Idún acierta a distinguir en la oscuridad de la capucha el tenue fulgor que despiden sus ojos, y es en ese instante, atrapada ya en la telaraña implacable de su mirada, más brillante y aterradora cada segundo que pasa, cuando la diosa descubre el motivo que ha traído al Espectro hasta su hogar. Así, observa el impacto que tuvo su búsqueda de la inmortalidad definitiva en el plano de Midgard, y más concretamente, en lo que quedaba de la antigua vida de Hal Jordan: la desaparición de Kilowog, la invasión de Oa por parte de los thanagarianos, la muerte de los Guardianes del Universo...(1)
Idún descubre las consecuencias de sus actos al mismo tiempo que su castigo, pues ya ha sido juzgada por el Espíritu de la Venganza, y hallada culpable.
Idún lo empezó todo, y ahora debe pagarlo.
Idún nunca disfrutará de su ansiado reposo en la muerte, pues el Espectro se ha asegurado de ello. Vivirá para siempre, como la inmortal que fue, pero atrapada en este cuerpo marchito condenado al sufrimiento perpetuo.
La última de un linaje irrepetible.
Para siempre.
Kyle Rayner observó con rabia la Batería Central de Oa, enfurecido por el altísimo coste que había tenido para todos el inesperado ataque de los thanagarianos contra la Ciudadela de los Guardianes del Universo. Los Guardianes... pensó el Green Lantern con el estómago encogido, Todos muertos, salvo Ganthet... Desde la base de la Linterna Verde, Kyle estudió por unos segundos el enjambre de pequeños dispositivos autopropulsados que revoloteaban alrededor de la fuente de energía más poderosa de este universo, redirigiendo su emisión esmeralda hacia la Puerta del Rectorado XII de Thanagar(2). La Linterna Verde convertida en la batería que alimentaba los delirios de conquista de una de las fuerzas militares más agresivas de la galaxia.
Una burla que iba a terminar en aquel mismo instante.
Kyle Rayner alzó su brazo derecho hacia la Batería de Poder seguido muy de cerca por John Stewart, que a unos dos metros de distancia, había esperado esta señal para coordinar la tremenda liberación de energía esmeralda por parte de ambos anillos; una descarga que acabaría con la transmisión a la Puerta que ponía en peligro a cientos de civilizaciones alienígenas.
Kyle se tambaleó ligeramente al concluir la destrucción del enjambre artificial, razón por la que John se apresuró a colocarse junto a él, ayudándole a mantener el equilibrio.
-Deberías haber dejado este asunto en mis manos, Kyle. Aún no te has recuperado del todo(3)-.
-Ya lo haré sobre la marcha, John –respondió el otro Green Lantern desplazándose hacia su izquierda. –No voy a ponerme a descansar ahora. Si lo que te contó Jordan es verdad...-.
-Jordan, no: el Espectro. Insistió mucho sobre este detalle(4), y ciertamente, pienso que Hal ha perdido todo el control que tenía sobre el Espíritu de la Venganza-.
-¿Y a quién le importa? Da igual quién esté hoy al mando del Espectro. Sus planes siguen siendo los mismos: destruir Thanagar. Y nosotros no podemos permitirlo-.
-No, no podemos... Aunque reconozco que parte de mí lo desea. Mucho, de hecho. Las miles de víctimas que murieron en el ataque a Rann; esta Ciudadela semidestruida; los Guardianes... Me resulta muy difícil preocuparme por la suerte que pueda correr ese planeta...-.
-Te entiendo, John. Pero es lo que debemos hacer ahora. Si no... ¿qué sentido tendría todo?-.
Por un instante, ambos permanecieron en silencio. Sobre ellos, caía una fina lluvia de micropartículas metálicas, único vestigio del pulverizado enjambre thanagariano que había estado rodeando a la Linterna Verde.
-Vuelve con los otros, John –dijo Kyle rompiendo este silencio. –Yo iré a Thanagar, si es que aún sigue allí, y le haré cambiar de idea-.
-¿Estás seguro de no querer que te acompañe?-.
-Sí, muy seguro. La doctora K’mele cuidará bien de Ganthet mientras permanezca inconsciente, pero los demás necesitan tu ayuda: aún hay varios científicos del Rectorado Prima perdidos entre los escombros, y tu anillo puede ser crucial para encontrarlos; a lo mejor incluso vivos-.
John miró fijamente al Green Lantern, no sabiendo si admirar su determinación o recriminar su locura.
-¿Crees que vas a poder detener al Espectro tú solo?-.
-No, ni de coña. ¿Pero crees que cambiarían mucho las cosas si vamos los dos juntos?-. Kyle Rayner alzó la cabeza hacia el cielo azulverdoso de Oa con gesto dubitativo: -Quizá pueda razonar con él. Convencerle de que no debe matar a millones de thanagarianos para vengar la ejecución de los Guardianes. Y si no lo consigo... Bueno, entonces tendré que hacer lo que siempre hacemos en estos casos: le golpearé bien fuerte hasta que cambie de opinión. Adiós, John-.
El Green Lantern salió disparado hacia las alturas, envuelto en un halo de luz esmeralda, abandonando la atmósfera del planeta apenas unos segundos después.
-Suerte, Kyle... –murmuró John Stewart.
-¿Le ha suministrado alguna sustancia supresora del dolor? –preguntó el Rector Karon Tev observando a Hawkman con aire indiferente.
-¿Para qué? –respondió el doctor Zed sin detener sus preparativos. –No creo que dispongamos aquí de ninguna droga diseñada específicamente para actuar sobre su fisiología terrestre, y en cualquier caso... ¿A quién le importa? Para lo que le queda de vida...-.
Carter Hall se encontraba sujeto a una mesa rectangular de brillante metal cobrizo, en el centro del laboratorio que sus captores denominaban Beta 5, en el Nivel 21 del Rectorado XII, a siete mil kilómetros de profundidad bajo el nivel del océano que cubría cuatro quintas partes del planeta Thanagar.
El héroe sufría una serie de arcadas recurrentes, debido a las náuseas que le provocaban los tres tubos de plástico que le habían introducido por la boca los ayudantes del doctor Zed. Los vómitos habían cesado al vaciarse su estómago por completo, pero los espasmos inducidos por el roce de los conductos de plástico contra su laringe seguían incontrolables. Además, el equipo de científicos thanagariano había insertado un gran número de sondas y vías para la toma de muestras por todo su cuerpo: lacrimales, garganta, muñecas, genitales...
El dolor que sentía Hawkman, sujeto a la mesa de metal que ocupaba el mismo centro de aquel laboratorio, era indescriptible. Lo único que lo mantenía aún consciente era su inquebrantable fuerza de voluntad, y la esperanza de poder escapar de allí... para matar de la forma más salvaje posible al Rector Tev, al doctor Zed, y a todo el equipo que tan eficientemente había seguido las instrucciones de este último.
-¿Cuándo tiene previsto comenzar el experimento, doctor? –añadió el Rector mientras estudiaba con detenimiento la cara surcada por lágrimas ardientes de Carter Hall.
-En sólo unos minutos. Los instrumentos ya están calibrados para registrar hasta el último dato que pueda obtenerse tras la muerte del sujeto; lo único que falta es colocar la muestra de metal Nth sobre su cabeza y... bueno, matar al sujeto-.
El Rector Karon Tev sonrió con genuino placer reflejado en su rostro ovalado:
-Parece mentira, ¿verdad doctor? Después de tantos años tratando de hacernos con él, por fin hoy, el secreto de la inmortalidad que encierra el cuerpo de este humano se encuentra finalmente a nuestro alcance...-.
El doctor Zed se detuvo un segundo con el propósito de hacer un comentario, posiblemente muy inteligente, cuando en ese preciso instante, el laboratorio se vio sacudido con una fuerza inusual, arrojando por el suelo a todos los thanagarianos que allí se hallaban.
-¿Pero qué...? –comenzó a gritar el doctor justo antes de que una segunda sacudida aún más violenta los lanzara contra una pared del laboratorio, causando la muerte de dos miembros del equipo de ayudantes, al partirse el cuello en el impacto.
Entonces, se apagó la luz en el laboratorio Beta 5. De hecho, se apagó la luz en todo el Rectorado XII, mientras el complejo científico ubicado en el fondo de una fosa abisal giraba sobre sí mismo, impulsado por unas inesperadas corrientes marinas que nunca deberían haber alcanzado aquella profundidad.
Sujeto firmemente a la mesa rectangular, Hawkman permaneció sobre ella a pesar de los bruscos movimientos que podrían haberle arrojado al suelo, expectante frente a la nueva situación que parecía estar jugando a su favor. Y así, sumido en la oscuridad más absoluta, Carter esperó con dolorosa paciencia hasta que finalmente se vio recompensado con el sonido de una voz que, según creyó, sólo resonaba en su cabeza:
-Carter, viejo amigo... Siento mucho no haber intervenido antes... No haber evitado la muerte de Shayera(5), ni todo tu sufrimiento... Lo siento... Pero ten por seguro que os vengaré a todos... ¡A todos!-.
Hawkman fue incapaz de responder a estas palabras, imposibilitado como estaba por los tubos de plástico que bajaban por su garganta; pero sí que alcanzó a formar un nombre en su mente nublada por la agonía: ¿Hal?
Acto seguido, Carter Hall desapareció del Rectorado XII, enviado por el Espectro directamente a la Tierra, mientras la gigantesca estructura globular del complejo impactaba contra el fondo de la fosa. Las numerosas explosiones que siguieron a la colisión acabaron con la vida de todos sus ocupantes, antes de que cualquiera de ellos supiera qué estaba ocurriendo.
Thanagar se asemejaba a una pequeña pelota de color azul suspendida entre las manos crispadas del Espectro, sus dedos rozando ya las capas más externas de la atmósfera. Lo único que precisaba el Espíritu de la Venganza para acabar con una de las civilizaciones más antiguas y beligerantes de la galaxia era unir ambas manos en un gesto casi infantil, y en sus ojos, no cabía duda, se hallaba la determinación para hacerlo.
Aún con todo, la presencia física del Espectro en el plano mortal no era ni mucho menos completa; nunca lo era cuando asumía un tamaño tan descomunal, debido al peligro que tal acción podía suponer para la integridad misma del tejido de la realidad. No obstante, el efecto gravitatorio que su aproximación a Thanagar estaba teniendo sobre la superficie, aunque apenas llegara a percibirse un 5% de su masa real, era devastador. Las fuertes mareas que agitaban violentamente el océano thanagariano habían cubierto casi por completo el escaso porcentaje de tierra firme que podía encontrarse sobre el planeta, y asimismo, habían provocado la destrucción del Rectorado XII, a pesar de la enorme profundidad a la que se hallaba este complejo científico.
La mayor parte de la población thanagariana aún permanecía a salvo, repartida entre las elevadas torres de los halcones y las numerosas ciudades flotantes que se desplazaban perezosamente entre las nubes de color amarillento. Sin embargo, sólo era cuestión de minutos que el antinatural desequilibrio gravitatorio inducido por la presencia del Espectro tuviera como resultado el exterminio de toda una raza, y finalmente, la destrucción del propio Thanagar.
Las llamas de la venganza ardían con exaltación en los ojos del coloso de piel pálida, que de forma inminente iba a desatar la Ira de Dios sobre todos los habitantes de aquel planeta. Y así hubiera ocurrido si en ese momento no se hubiera interpuesto el ridículamente pequeño (en términos relativos) Kyle Rayner, surgido de una brecha hiperespacial abierta a sólo unos minutos-luz de Thanagar.
-¡No! –fue todo lo que gritó el Green Lantern, colocándose a medio camino entre el Espectro y el planeta que éste deseaba destruir. Una enorme mano esmeralda generada por el anillo de poder subrayaba su mandato, conminándole a detenerse.
El Espectro fijó su mirada en la diminuta figura de Kyle Rayner, interrumpiendo por unos instantes el avance mortal de sus manos.
-No deberías estar aquí, Kyle –dijo con una voz que resonó dentro de la cabeza del Green Lantern, amartillando sus sienes de forma tremendamente dolorosa. –Tu sitio está en la Ciudadela, junto a John y Ganthet-.
-No lo hagas, Hal. Ya has expulsado a los thanagarianos de Oa. Esta gente no volverá a atacarnos después del precio que han pagado por ello. Esto es innecesario-.
-Esto es venganza, Kyle. Venganza divina. Y no vuelvas a llamarme Hal-.
El Green Lantern se desplazó rápidamente hacia adelante, recorriendo varios kilómetros en pocos segundos, para situarse más cerca del rostro del Espectro.
-¡Pero ya has matado a miles de thanagarianos! ¿¡Por qué seguir adelante, cuando...!?-.
-No voy a discutir contigo –le cortó el Espectro. –Te respeto, Kyle, y respeto todo lo que has hecho en nombre del Cuerpo durante estos últimos años, pero mi decisión ya está tomada. Ahora debes marcharte-.
El Espectro se dispuso a sacar de allí al Green Lantern, tal y como ya había hecho con Hawkman, en este caso enviando a Kyle directamente a Oa. Sin embargo, antes de ver realizado su deseo, y poder destruir Thanagar sin más dilación, otra voz muy familiar le susurró directamente al oído:
-¿Hal...? Detente, viejo amigo: debemos hablar-.
Por un segundo, pareció que el Espíritu de la Venganza seguiría adelante con su propósito, ignorando aquellas palabras que buscaban demorar la destrucción del planeta. Pero sorprendentemente, aquella voz consiguió disipar toda la ira y deseo de venganza que ardían en el interior del Espectro, y aún más asombroso: en ese instante de pasajera lucidez, no fue el Espectro, el Espíritu de la Venganza, quien habló, sino Hal Jordan, el hombre:
-No es posible... –dijo sin separar sus enormes labios, formando las palabras únicamente en su cabeza. -¿Eres tú quien se dirige a mí? ¿Abin Sur(6)?-.
-Sí, Hal. Soy yo –respondió el antiguo Green Lantern, presentándose ante él como una figura casi sin sustancia que vestía el uniforme verde y negro reglamentario.
-Pero no puede ser... Yo mismo te acompañé en Ungara durante el “Descenso Karamm-Jeev”, el antiguo ritual que hizo posible tu reencarnación en la hija de Munni Jah: la pequeña Lagzia(7)-.
-Es cierto, Hal. Y feliz ha sido la nueva vida que me fue otorgada durante estos años. Sin embargo, hoy es el día en que deberás elegir tu propio destino, y Dios ha querido que sea yo quien hable en su Nombre-.
-No te entiendo. ¿Mi destino...? ¿Y Lagzia?-.
-Lagzia aguardará mi regreso acunada en los brazos de su madre: Munni Jah. En cuanto a tu destino... La elección es tuya, Hal. Durante todos estos años en los que has servido como anfitrión humano al Espíritu de la Venganza, no sólo has luchado duramente por tu redención, sino que con tu sola fuerza de voluntad, has conseguido reconducir los actos del mismísimo Espíritu de Dios, transformándolo durante un tiempo en el Espíritu de la Redención. Bien, pues el momento de decidir tu destino ha llegado, y es ahora, con el planeta Thanagar entre tus manos, cuando debes darme tu respuesta: ¿quieres asumir para siempre el manto del Espíritu de la Venganza, al servicio de la Ira de Dios por toda la Eternidad, o recibir una segunda oportunidad para vivir tu propia vida? ¿Destruir Thanagar por los terribles actos que ha cometido contra todo el universo, o perdonar y abandonar aquí toda tu ira y deseo de venganza? La elección es tuya Hal...-.
Aunque Kyle Rayner no pudo percibir la presencia de Abin Sur, sí que observó con extrañeza el rostro confuso del Espectro, que parecía haber caído en un inesperado trance, con sus manos todavía amenazantes alrededor de Thanagar.
-Pero Abin... –murmuró Hal Jordan. –Ellos los han matado: los Guardianes ya no existen y la posibilidad de restablecer los Green Lantern Corps, ¡la posibilidad de redimirme!, ha desaparecido con ellos. ¡Los thanagarianos merecen morir!-.
-Tu redención nunca ha dependido de la reconstrucción de Oa, ni de que los Green Lantern Corps vuelvan a patrullar el universo. Nadie te ha pedido que “arregles” todo lo que se perdió la última vez que te dejaste llevar por la ira(8). De hecho, eso no significaría nada por sí mismo-.
-¿Entonces...? –dijo el anfitrión del Espectro sin comprender.
-La redención aguarda en tu interior, Hal, alimentada por tu increíble fuerza de voluntad; esperando que te perdones por todos los errores que cometiste, y halles el coraje suficiente para seguir adelante con tu vida-.
-No es tan fácil...-.
-No, claro que no lo es –repuso Abin Sur con rotundidad.
Una vez más, Hal Jordan clavó sus ojos en el planeta Thanagar, preguntándose hasta qué punto se odiaba a sí mismo. ¿Quizá lo suficiente como para condenarse a una eternidad al servicio de la Ira de Dios?
-Debes tomar una decisión, Hal –insistió su etéreo predecesor. –Abrazar definitivamente el camino de la venganza que emprendiste hace diez años entre las ruinas de Coast City, o el de la redención que tanto tiempo llevas ansiando. ¡Tienes que elegir!-.
-No es tan fácil... –repitió esta vez sólo para sí.
Y por unos segundos, permaneció tan callado como inmóvil, con la mirada perdida en el profundo azul del panocéano thanagariano.
¿Hasta qué punto se odiaba a sí mismo...?
Entonces, muy lentamente al principio, pero más rápidamente conforme se reafirmaba en su decisión, Hal Jordan retiró sus manos de Thanagar, dejándolas caer sobre su cuerpo al tiempo que disminuía de tamaño gradualmente.
-Joder... –musitó Kyle Rayner sin dar crédito a lo que estaba presenciando.
Poco después, Abin Sur observó orgulloso cómo desaparecían el Espectro y el Green Lantern del Sistema Polaris, envueltos en una cegadora luz blanca; y seguidamente, él mismo abandonó también el sistema, volviendo a la pequeña Lagzia.
Thanagar permaneció intacto en su órbita alrededor de la Estrella Polar.
La doctora K’mele recibió a John Stewart con media sonrisa de bienvenida cuando éste entró fatigado en la Sala Médica.
-Hola John. ¿Cómo ha ido todo?-.
-No muy bien, me temo –respondió el Green Lantern. –El número total de supervivientes no llega a los ciento cincuenta, y la mitad de ellos están heridos de diversa gravedad. Aunque hayamos... Aunque el Espectro haya frustrado sus planes, los thanagarianos han conseguido hacernos mucho daño-.
-¿Es posible que aún queden más miembros del Rectorado Prima entre los escombros? –se interesó la talkoriana.
-No. El anillo ha localizado ya a todos los que faltaban por encontrar. Cadáveres en su mayor parte-.
-Lo siento... –murmuró la doctora.
-¿Y Ganthet? –preguntó John girándose a su derecha, hacia el campo de curación esférico en cuyo interior flotaba el cuerpo inconsciente del último Guardián del Universo.
-Estable, pero el Sistema de Diagnóstico Clínico ha pronosticado un período de coma inducido no inferior a 21 días -.
-Ya veo... Y lo que le espera aquí cuando despierte tampoco será mucho mejor... –se lamentó el Green Lantern. –Por cierto, doctora: en este momento no puedo permitirme abandonar Oa para llevarla de vuelta a Talkor, pero sepa que en cuanto...-.
-No se preocupe por eso, por favor –atajó la doctora K’mele. –No tengo ninguna prisa por volver a mi planeta, y además, le prometí a Kyle que le ayudaría a encontrar a su compañero, Kilowog, y todavía me quedan cientos de análisis de trazado que realizar-.
-Como quiera, doctora –dijo Stewart sonriendo débilmente. –Su permanencia en Oa será recibida con mucho gusto, aunque no creo que le podamos garantizar demasiadas comodidades...-.
-¿Y usted, John? ¿Qué piensa hacer ahora? Bueno, cuando la situación se estabilice...-.
El Green Lantern volvió a sonreir a la talkoriana, esta vez con más convicción.
-Me alegra que me haga esa pregunta... ¿Sabe? Mientras estuve en Rann, antes de que empezara todo esto, me sometí a una prueba... una especie de rito iniciático que practican todos los jóvenes rannianos antes de convertirse en adultos, el cual les permite decidir qué harán durante el resto de su vida(9)-.
La doctora K’mele soltó una breve, y posiblemente inapropiada risotada al escuchar esto.
-No es que sea una experta en determinar la edad de los individuos de su especie, John, ¿pero no es un poco mayor para someterse a este tipo de “ritos”?-.
Stewart miró a la talkoriana con divertido enojo.
-Empiezo a entender por qué Kyle le hablaba como le hablaba, doctora... En cualquier caso, aunque ya no sea un jovencito, me introduje en el Tanque(10) durante dos meses, y cuando salí de allí... Bueno, tuve muy claro cuál sería mi destino-.
Durante unos segundos, ambos permanecieron en silencio.
-¿Y bien? –terminó diciendo la anciana. –Asumo que “se encontró a sí mismo” en el interior de ese Tanque, ¿pero piensa mantener esta pausa dramática durante mucho más tiempo? ¿Dígame qué fue lo que decidió entonces?-.
-No se altere, doctora... En realidad, no decidí nada demasiado trascendental. Simplemente que mi vida en la Tierra ya no tenía demasiado sentido para mí, y que a partir de este momento dedicaría todos mis esfuerzos a un fin... más ambicioso, y por tanto, me trasladaría a Oa para servir a los Guardianes, con el objetivo de reorganizar con ellos a los Green Lantern Corps-.
-Y eso lo decidió justo antes de que ocurriera... todo esto-.
-Sí. Y ahora no puedo evitar pensar que si hubiera vuelto aquí unos meses antes, quizá sólo unas semanas antes, el daño no hubiera sido tan grande-.
-No se torture con todos esos “si” o “quizá”. La vida está llena de ellos, y es imposible atenderlos a todos. Lo único que está en sus manos es el presente. Haga con él lo que crea más conveniente, y al cuerno con lo que traerá el futuro. Es la única manera de seguir adelante...-.
Un fuerte estrépito interrumpió la conversación que estaban manteniendo, cuando Caléanor, el pequeño alienígena cubierto de pelo grueso y oscuro, se precipitó jadeante al interior de la Sala Médica.
-¿Pero qué ocurre? –exclamó el Green Lantern súbitamente en tensión, preparado ya para cualquier emergencia que pudiera haber surgido.
-¡Señor! –gritó el nativo del sector 799. -¡Tiene que venir conmigo a la Plaza Central! Él... ¡Ha vuelto!-.
-¿Quién ha vuelto? –preguntó John mostrando cierto atisbo de esperanza en su voz. -¿Te refieres a Kyle?-.
-Sí, su compañero Green Lantern está aquí –contestó el otro tratando de reducir el volumen histérico de sus palabras. –Pero... ¡No ha venido solo!-.
-¿No? ¿Y quién le acompaña, entonces?-.
Caléanor tomó un poco de aire antes de responder, incapaz de evitar el ligero temblor que sacudía sus pequeñas manos peludas.
-Señor... ¡Creo que es Hal Jordan!-.
Fin.
Referencias:
(1) Si repasas todo lo ocurrido en esta serie desde el Green Lantern #1, te darás cuenta de que, efectivamente, todo tiene su origen en la decisión que tomó Idún algunos años atrás de establecerse en el Rectorado Delta de Calisto.
(2) Como ya se contó en Showcase #2.
(3) De la explosión que destruyó una tercera pare de la Ciudadela al final de Showcase #4.
(4) En Showcase #5.
(5) En Showcase #4.
(6) Predecesor de Hal Jordan como Green Lantern del Sector 2814; murió justo después de pasarle a Hal su anillo de poder, como se contó por primera vez en Showcase #22 USA, publicado en el Clásicos DC: Green Lantern nº1 de Planeta.
(7) Tal y como se contó en The Spectre v4 #18 USA, inédito hasta la fecha por estas tierras (¿recuerdas a Lagzia de la primera escena del Showcase #5?).
(8) Desde “Emerald Twilight” hasta “Final Night”; sagas publicadas por Planeta en “Green Lantern: Amanecer y Ocaso” y “Sagas DC nº8: La Noche Final”, respectivamente.
(9) Como se explicó en Showcase #2.
(10) El sistema de aislamiento que utilizan los rannianos para decidir su futuro.
Otros fan fictions escritos por Jerónimo Thompson en Action Tales:
- Green Lantern #1-8
- Epílogo en Green Lantern #9
- Capítulo 8: Siniestro en Escuadrón Suicida Especial Imperio
- Showcase #1-6: Green Lantern
- Green Lantern #4,5 en AT Visions Especial Navidad 2005
- Green Lantern: All-Star en AT Visions Especial Navidad 2006
- Flash #1
- Flash: Hoy es el Fin del Mundo en AT Visions Especial Navidad 2006
- DC Cómics Presenta #3
- Batman #8
- JLA #10
- Capitán Marvel Anual #1
- Marvel Fanfare #6
- Los 4 Fantásticos #12-13
- Dos consideraciones sobre el sentido en El Umbral de la Noche #11
- La Tercera Vía en El Umbral de la Noche #13
- Escenas de Matrimonio en El Umbral de la Noche #13
- Fisuras en Star Trek Voyager #25
Y en colaboración con Imanol:
- Flash #3-7
Y en colaboración con Raúl Peribáñez:
- JLA #9
Y en colaboración con The Stranger:
- Green Lantern vs Galactus
Y en colaboración con Nerocles:
- Flash #8
Y fin de lo que supuso la última saga de Jerónimo hasta su vuelta. Diría que es una verdadera pena, si no fuera porque se que ha vuelto.
ResponderEliminarSi los anteriores arcos fueron buenos, con este me quito totalmente el sombrero. Buena trama, luchas más que correctas, grandes diálogos, y muy buenos personajes, tanto los principales, como John y Kyle, hasta los secundarios, como el Espectro, diferentes thanagarianos, o la formidable doctora jejejeje
Bueno el ritmo y la ambientación de ciencia ficción.
Ni una queja, espero nuevos y apasionantes arcos con la nueva etapa, así como que se resuelvan cosas que quedaron pendientes jejeje
Sin duda mi saga más ambiciosa hasta la fecha. Me alegra mucho que te haya gustado.
EliminarRespecto a las cosas que quedaron pendientes, el regreso de Hal Jordan y la refundación de los Guardianes del Universo y el Green Lantern Corps serán el tema central de la etapa de Gabriel Romero (Green Lantern #19-30); el destino de Rann ya lo he tratado en el Adam Strange Especial #1; y la situación de Thanagar tras lo ocurrido en este episodio, en la saga que abre mi nueva etapa en la serie a partir del Green Lantern #31.
Muchísimas gracias por leer todos estos números y pasarte por aquí para comentarlos ;)