Animal Man nº 10

Título: Saltando la tabla (Pirate's song)
Autor: Arturo Miguez
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Noviembre 2007

Vuelve Animal Man a Action Tales! ¿Morirá Big Barda en la explosión? ¿Qué ocurrirá ahora en la Atalaya de la Liga tras el ataque de Mr Grimm? ¿Saldrán indemnes Buddy y Delfín de su visita a Nueva Tortuga? ¿Qué hará Lex Luthor con la información que posee?... ¡No te pierdas Animal Man 10 y larga vida a los piratas!
La vida de Buddy Baker era normal hasta que una nave alienígena le estalló otorgándole poderes animales, lo que le motivó para ser superhéroe... Y luego las cosas se volvieron extrañas. Conectado al campo morfogenético de la Tierra, Buddy trata de compaginar su vida familiar con la heroica, como…
Creado por Dave Wood y Carmine Infantino

-" … Y de esta manera concluye mi alegato. Todos los superhéroes son escoria y tan sólo deberían ser empleados, tras su pública ejecución, como abono orgánico en las plantaciones de grano para pienso animal. Soy Jack Ryder y esto ha sido “La Hora Crítica”. Conduzcan con cuidado. Les estaré vigilando. Créanme "- Concluyó el presentador de televisión antes de ser engullido por el agujero negro que acababa de provocarse con un mando a distancia.

- Adoro a este tío. No me canso de verle, si se presentara a unas elecciones tendría mi voto.- Comentó quien había causado la desaparición de su héroe de la pantalla mientras que, con una sonrisa, se dirigió a las personas que habían entrado en su habitación, un magnífico y pulcro despacho en lo más alto de un alto edificio.- ¡Cliff, Maxinne! ¡Cómo me alegro de conoceros por fin! Soy vuestro tío Rod. Mira que haya que tenido que irse vuestro padre al espacio para que finalmente os haya podido conocer... ¿Queréis tomar algo? ¿Batidos, zumos, vodka….? Es broma, no podréis tomar vodka hasta que os hayáis acabado la cena.

- ¿Dónde estamos?, ¿qué ha pasado con el cole? ¿Y Barda?- Preguntó Maxinne

- Pues… Estáis en mi despacho. Vuestro cole estará cerrado durante una buena temporada. No os preocupéis, yo os buscaré otro y Barda debería estar ya tocando el arpa con sus dedazos de foca junto a los angelitos. ¿Sabes qué es el cielo, cariño?- Preguntó Rod Baker muy interesado mientras se agachaba para hablar con su sobrina.

- Barda no ha muerto. Lo sabría. La muerte es mi amiga.- Contestó una convencida Maxinne.

- Brrr, las chicas mira que son raras, ¿eh, Cliff, colega? Si no estuvieran tan buenas las iba a aguantar su puta madre, ¿verdad? – Le preguntó dándole un golpecito con el hombro muy de camaradería entre tíos. Cliff no respondió.

- ¿Y mamá?, ¿está bien? – Preguntó una preocupada Maxinne, agarrándose a su hermano.

- ¿No te lo ha dicho tu amiguita la muerte? No te preocupes, lo último que supe de tu madre es que estaba bien. Mr Grimm falló en capturarla en la Atalaya de la Liga. Estoy tratando de conectar con ella, vendrá enseguida, de verdad, no os preocupéis. Lo dicho, ¿Queréis tomar algo mientras la esperamos?


El pecho le dolía enormemente, hasta tal punto que el dolor se le extendía convirtiendo todos los dolores de su cuerpo en dolor de pecho; la cabeza le dolía con un profundo y agudo dolor de pecho; sus piernas ardían con el dolor de mil pechos; no sentía los brazos, pero el dolor de pecho en ellos flotaba alrededor de donde deberían estar. Intentó abrir los ojos, pero sus párpados pesaban como las losas que cerraban los pozos de fuego muerto allá en Apokolips. Los pozos que se apagaban y se tapaban con las losas de la vergüenza porque en Apokolips el fuego nunca debía apagarse. Vergüenza… “Barda. Eres una inútil y un día morirás por culpa de una bomba y no podrás salvar a Cliff y Maxinne”, recordaba que le dijo en una ocasión la Abuela Bondad. Una parte lúcida de su mente trató de decirle que eso era imposible, que la Abuela Bondad no había conocido nunca a esos niños a los que protegía y había empezado a querer (Maxinne era un cielo y Cliff, en el fondo, un buenazo a pesar de la imagen que quería proyectar de chaval problemático), pero el dolor de pecho que se extendía por todo su cuerpo acalló a esa voz y el dolor por haber fallado a los niños se sumó al de la vergüenza de la reprimenda de la Abuela Bondad y al de pecho que recorría sin pausa todo su cuerpo, montado en un monoplaza con motor Ferrari.

Pero no era sólo el dolor. El olor a carne quemada, el ruido de las explosiones, los gritos de terror, el estruendo, el calor continuo y abrasador, la furia del movimiento constante… Todo lo que describía su planeta natal había vuelto a residir en su cabeza cuando todo parecía ya tan olvidado. Cuando pensaba que la vida podía ser sencilla y agradable, cuando las mañanas podían malgastarse por entero y con alborozo ante un café cargado y unas tostadas con mucha mermelada de piña, cuando las risas abrían todas las puertas, el sexo era ternura, amar no dolía y no era obligado, cuando la lluvia refrescaba y no eran cenizas resecas, cuando la libertad se daba por sentada, cuando alguien se preocupaba por ti por encima de todas las cosas… en definitiva cuando Apokolips se había quedado muy atrás, atrapado en la brea negra del espacio entre estrellas muertas, muy, muy atrás y cuando ya casi nunca volvía la vista atrás para recodarlo, en un sencillo instante todo había vuelto a asaltarla: El olor a carne quemada, el ruido de las explosiones, los gritos de terror, el estruendo, el calor continuo y abrasador, la furia del movimiento constante… Se repetían en ciclos cortos una y otra vez, a veces por separado, como un solo virtuoso en un grupo de rock, a veces todos juntos, pero sin pausa. Todo lo que significaba Apokolips estaba de nuevo presente, acechándola de nuevo. Por nada del mundo quería volver a ser consciente si eso significaba que nunca había salido realmente de allí y todo era un castigo de la Abuela o de Desaad, recuerdos ficticios hermosos que luego le serían arrebatados. Cerraría los ojos para siempre, lo que fuese antes de despertarse y encontrarse encadenada en el orfanato, si esta vez lo comparase con lo que había experimentado ya no podría soportarlo. Pero un recuerdo se impuso por encima de todos: Scott. Su ternura, su sentido del humor, su manera de cederle siempre el último trozo de pizza, el olor de su sudor cuando arreglaba el jardín y se juntaba con el de las flores de lavanda, sus manos acariciando su nuca, las noches de “Perdidos” en la tele con un cubo de palomitas con mantequilla (no podía morir sin saber qué narices había pretendido Dharma)… ¡Y Cliff y Maxinne! ¡Tenía que abrir los ojos!, ¡no se había podido imaginar todo eso, ni nadie podría habérselo implantado! No era Apokolips lo que le había asaltado, era… ¡Una explosión! Podría haber muchos heridos, era de la JLA, ¡se acabó el descanso, querida, en pie! Esta noche pídele a Scott que te de un masaje con alcohol de romero después de un interminable baño y que te deje elegir la película (¿Se habría bajado ya “La jungla 4.0” de la mula?), pero ahora ¡en pie, pedazo de vaga!

- Mira, creo que ha tratado de abrir los ojos. – Señaló una voz femenina.- Es muy fuerte. Será de gran ayuda.

- Es posible - contestó otra.- Barda, tranquila, estás a salvo. Te pondrás bien, hermana. Nosotras siempre cuidamos de las nuestras. Aun lejos de nuestra casa.


- ¿No estáis de broma? ¿De verdad vais a hacernos saltar por la plancha? – Preguntó una Delfín a la que parecía divertirle mucho la situación. La pelea con los piratas del Coleccionista estaba yendo de maravilla, resultó que los monos espejo de la bahía de la brújula eran capaces de imitar a la perfección cualquier movimiento de espada y Buddy se aprovechó de ello; Delfín también se defendía a la perfección y así, poco a poco, el Coleccionista se iba quedando sólo mientras mandaba a un pirata tras otro a ser derrotado. Hasta que alguien lanzó un arpón contra la araña que se le clavó debajo del nacimiento de una de las patas delanteras. El hecho de que posteriormente apuntaran un cañón láser contra ella, hizo que los improvisados piratas Delfín y Animal Man lanzaran sus espadas al frío suelo y se rindieran hasta ser llevados a un enorme barco pirata volador y a la plancha de madera que se sujetaba rígida a estribor.

- ¿Lo encuentras gracioso? – Le preguntó el Coleccionista. Ya lo encontrarás menos gracioso cuando caigas al agua y te devoren los tiburones espina.- Y señaló con su sable a lo que nadaba en las oscuras aguas que quedaban justo debajo de la plancha de madera en la que estaba posada.

- Sí. Me resulta hilarante por un par de motivos. Primero: Habéis visto muchas películas, ¿verdad? ¿Sabéis que lo de pasar por la plancha no se hizo hasta el S.XIX y fueron los piratas filipinos los primeros en hacerlo?

- ¿…? Aún así no le veo la diversión. Bueno, sí, yo sí se la veo, pero no veo que vosotros se la veáis. – Razonó el confundido Coleccionista.

- ¿Y eso no te dice nada? – Preguntó Animal Man sonriéndole – El hecho de que ambos estemos tan sonrientes ¿no te da mala espina?

- He visto en mi vida muchos faroles…

- Rojos. Seguramente. – Le interrumpió Delfín.

- Como iba diciendo – Subió de voz un progresivamente enfadado Coleccionista – Distingo un farol cuando lo veo y vosotros dos estáis de farol.

- Pues nada. Lánzanos al mar. Eso era lo segundo que me hacía gracia. Lanza al mar a dos tipos que se llaman “Delfín” y “Animal Man”. Venga, que no se diga. Las tradiciones ante todo.

- Reíros si queréis. La araña vuelve a estar en su celda, estáis rodeados y a punto de ser devorados por los tiburones espina. No hay nada que podáis hacer. Yo gano, como siempre.

- Pues venga. Saltamos ya y terminamos rápido ¿vale? Algunos tenemos cosas que hacer.- Refunfuñó Animal Man acercándose hacia el extremo de la tabla donde estaba Delfín.


- Tienes razón, Supes – Rezongó un compungido Sr Fossil – No debería haber amenazado al presidente. Pero necesitaba hablar con él y era eso o juntarme con diez amiguitas mías de las girls-scouts y llamar a su puerta para venderle galletitas con pasas. El presidente es un hombre ocupado.

- Eso es cierto y, aunque deploro sus métodos, hay que reconocer que ha tenido éxito, ¿verdad, Superman?

- Claro, Lex. No me extraña que tú precisamente defiendas que el fin justifica los medios…

- Napoleón, Superman.

- ¿Qué?

- Ibas a decir algo de Maquiavelo. La frase no es suya, apareció en unos comentarios de Napoleón sobre la obra “El príncipe”. Ibas a citar a Maquiavelo ¿verdad?

- No, Lex. Yo también me meto en Internet. Aparece en todos los foros cada vez que alguien menciona a Maquiavelo.

- JA JA JA. Touché, Superman.

- Si han terminado…- Trató de terciar el Sr Fossil.

- Claro. Por favor. Somos todo oídos – Recondujo el presidente Luthor.

- Iremos al grano: Tienen que detener a Animal Man. Aunque él no lo sepa su viaje está poniendo en peligro todo el universo, la creación si hablamos en Kansas.

- ¿Y pretenden que yo vaya a detenerle? – Preguntó Superman. A punto de añadir “Es la segunda vez que me lo piden en el día”, pero prefirió no sacar el tema si Luthor tampoco lo hacía.

- Detenerle. Ayudarle. Tómatelo como quieras, Supes. Pero si Animal Man traspasa el muro todo estará perdido.

- ¿Qué muro?

- ¡Ay! – se lamentó - Creo que va a ser una charla más larga de lo que me esperaba. Señor Presidente, ¿puede mandar que nos traigan un poco de café?

- Claro. Tengo un café de comercio justo que es maravilloso, no se suele encontrar así de bueno. Me lo regalan a cambio de mi promesa de revisar la deuda externa de ese país lleno de pobres. El tuyo descafeinado, ¿verdad, Superman?


- Ellen. No deberías precipitarte. Antes confiaste en mí. Vuelve a hacerlo ahora.- Trató de tranquilizar Batman a Ellen mientras ella se dirigía imparable a los teleportadores.

- No, Batman. De verdad que te estoy muy agradecida por todo lo que has hecho por mi familia, nunca podré pagártelo. Pero esta vez tengo que ir yo sola. Ya le has oído.

- Precisamente por eso. Primero porque no debería haber conseguido los códigos para conectar con la Atalaya y segundo porque acabo de investigar algo sobre él.

- ¿En tan poco tiempo?

- No se me llama el mejor detective del mundo por nada, Ellen.

- Creía que el mejor era ese chimpancé tan salado que fuma en pipa y lleva gorrito.- Bromeó Plastic Man.

- Ahora no, O´Brian. Ellen, te iba a contar lo que acabo de descubrir sobre él. Rodderick Baker: doctor summa cum laude en ciencias del comportamiento por la Universidad de St Roch, Lousiana; discípulo aventajado y protegido del Dr Hugo Strange, lo que ya es de por sí una mala referencia y te lo digo con conocimiento de causa; propietario de la torre de cuarzo, el edificio más representativo de la zona rica de St Roch…

- Me da lo mismo Batman. Tiene a mis hijos y me ha pedido que vaya sola. No pienso arriesgarme. Por cierto, ya que eres el mejor detective, Grimm dijo algo sobre que Buddy no era el padre de Cliff, ¿podrías tratar de averiguar algo, por favor? No puedo entender a qué se refiere.

- Claro. Ellen. Dalo por hecho. Sólo querría distraerte, no te preocupes.

- Oye, si quieres puedo hacerme pasar por ti esta vez e ir para allá. No me disgusta transformarme en mujer cuando tengo ocasión.- Comentó Plastic Man – Me pasa lo mismo que a Lou Reed (1)

- Gracias, pero no. De verdad. Os lo pido a todos por favor. No hagáis nada que pueda poner en peligro a Maxinne y Cliff.

- De acuerdo. Te entiendo y acepto que vayas sola, pero con dos condiciones Ellen. Una que hagas previamente conmigo un rapidísimo viaje al laboratorio remoto de la Liga.

- Si no tardamos más de cinco minutos de acuerdo. ¿Y la segunda?

- Déjame que al menos avise a alguien que vive en St Roch. Sólo por si acaso.

- ¿Es alguien de fiar?

- No sólo es de fiar. Sería, además, capaz de derribar la torre de cuarzo a cabezazos si se le lleva la contraria.

- De acuerdo otra vez. Pero, por favor, dile que no haga nada hasta que yo se lo autorice. ¿Está muy lejos ese laboratorio remoto vuestro?

- A un paso de teleportador. En Plutón. Quiero que te lleves algo contigo.


- Vale. Picaré – Se rindió El Coleccionista. - ¿Por qué estáis tan deseosos de que os arroje al agua?

- Antes de que nos interrumpieran estábamos a punto de hablar de negocios. Mira. Estamos prisioneros en tu barco, tu fortaleza. ¿Por qué no vamos un momento a tu camarote y lo hablamos tranquilamente? ¿No tendrás miedo de que dos personas se escapen de tu barco, verdad? – Dijo Animal Man volviendo lentamente de la tabla a la cubierta. – Si no te convencemos volveremos aquí y nos podrás lanzar al agua las veces que quieras.

- De acuerdo. Os daré diez minutos.

- Nos sobrarán cinco – Sentenció Delfín – volviendo a su vez de la tabla a la cubierta.

- No debería, señor Coleccionista – Protesto el tal Kymera, a quien hasta hace nada habían llamado Brin Londo – Creo que debería matarlos cuanto antes. O al menos retenerles. Es de la mayor importancia que no salgan de aquí.

- En mi barco yo doy las órdenes y, aunque le agradezco la ayuda prestada, esa decisión la tomaré yo.

Buddy y Delfín caminaron por la cubierta del barco. Era un anacronismo de madera, pero con motores antigravitatorios, cañones de láser, camarotes presurizados y radares. Los mástiles, velas y banderas sólo decoraban la estructura.

- Buddy, ha dicho algo de tu familia, en cuanto me digas nos abalanzamos sobre él y hacemos que no lo cuente – Susurró Delfín al oído de Animal Man

- Gracias, Delfín, pero tranquila. Es un farol. Ellen está bien. Lo sé. No tengo la menor duda sobre este aspecto, si le hubiera pasado algo lo sabría. Además, la Liga cuidaba de mi familia, confío en todos ellos. Y, ya has sentido la conexión telepática de Boris, ¿no? Pues sigamos su plan. Me parece bastante bueno.

- Sí, quién iba a decir que las arañas de Marte eran tan listas.

No se habían ni siquiera sentado en un camarote que, al igual que el resto del barco, conjuntaba lo más clásico con lo más moderno, cuando fueron interrumpidos en el comunicador de El Coleccionista.

- ¿Sí? Ya dije que era una reunión importante y que no se me molestara en cinco minutos. ¿No podéis estar sin mí cinco minutos? -. Protestó El Coleccionista.

- Eh… Es importante señor. El Capitán Stardust acaba de aterrizar en el planeta y desea hablar urgentemente con usted.

- Vaya – dijo Animal Man – Pues si que era un buen nombre de pirata espacial, sí…

Continuará...


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Referencias:

1 .- Plastic Man hace referencia al disco de Lou Reed “Transformer” en el cual, en la parte de atrás de la portada aparecía vestido de mujer.


Nota del autor: Hace ya algunos años que dejé abandonados los fan fictions. Fue una etapa mala en mi vida que se fue prolongando más de lo que debería haberla dejado. Durante estos años he echado mucho de menos a Buddy, a Delfín, a Ellen, a las arañas de Marte y a los piratas espaciales. Todos ellos querían que siguiera poniéndoles voz, pero me costaba sobremanera. De algún modo relacionaba el corte brusco de la serie con todo aquello y me costaba (y el FSM sabe que lo intenté) volver a ponerme a escribir. Así que me disculpo con el Dr Banner y con todos aquellos que leían de vez en cuando la serie, así como agradezco al buen Doctor que me preguntara si quería volver con la serie. Volví y este número se escribió casi solo, mientras recordaba todo lo que había pensado hacer con ella y se me ocurrían cientos de cosas nuevas. De hecho ya tengo el final perfecto para la saga.

A ver si esta vez, aunque tenga algún mes de descanso que ando muy liado, no vuelve a repetirse este parón tan enorme como injustificado.

Un abrazo a todos.

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