Green Lantern nº 02

Título: Ragnarok (II)
Autor: Jerónimo Thompson
Portada: Jose Manuel Lopez Garcia
Publicado en: Octubre 2005

Segunda parte de Ragnarok: A Kyle se le acaba el tiempo para resolver el misterio que se oculta tras la amenaza bacteriana desatada en Calisto.

Es el último de su estirpe, poseedor del arma más poderosa del universo y depositario de uno de los legados más grandes de la historia. Y él mismo se convertirá en leyenda. Es Kyle Rayner y su misión es evitar que la Luz Verde de la Verdad se extinga alguna vez. Él es...
Creado por Ron Marz y Darryl Banks

En el episodio anterior... Kyle Rayner ha llegado al Rectorado Delta, un complejo científico situado en Calisto, la luna de Júpiter, en respuesta a una alarma de tipo biológico. Lo reciben el Decano de Seguridad 3, un Psion, y la doctora 74, una terrestre, informándole de que un organismo unicelular crece sin control en uno de sus laboratorios; el lugar ha sido sellado con dos científicos en su interior, sin posibilidad de conocer su estado. Despojado de su anillo de poder, Kyle deberá rescatarlos.

-No veo nada- exclamó Kyle agitando las manos frente a su rostro encapuchado.

-##Tranquilícese, Green Lantern##- contestó una voz aguda y metalizada que resonaba alrededor de su cabeza. –##Lo único que ocurre es que ha mantenido presionado el botón de la derecha demasiado tiempo y su visor no deja pasar nada de luz. Déle al botón de la izquierda para retirar de nuevo los filtros##

-Voy a intentarlo...- murmuró mientras tanteaba a ciegas el dispositivo colocado en su muñeca izquierda. La urgencia con que le habían explicado el funcionamiento de aquella capucha “anticontagio” y su muñequera de control acompañante, apenas le permitía ahora manejarse.

Pasados unos segundos la voz volvió a hablar: -##Recuerde: sólo debe preocuparse de los dos botones de mayor tamaño. El de la derecha acumula filtros; el de la izquierda los elimina##-.

-No se impaciente, doctora- respondió Kyle –, ya lo he encontrado-. Presionando decididamente aquel botón surgió un mundo de inmaculada e intensa luz blanca ante sus dilatadas pupilas.

-¡Joder!- gritó dolorido mientras cubría el visor con ambos manos.

Una segunda voz, más grave pero también metálica, se dirigió a Kyle desde los pequeños altavoces incluidos en el interior de la capucha:

 -##Le informo, Green Lantern, de que la normativa del Rectorado referente al tipo de lenguaje permitido es...##-.

-Gracias Decano 3- atajó Kyle rápidamente-, lo tendré en cuenta-.

-##Lo que debe hacer ahora..##.- comenzó la doctora.

-Lo sé, lo sé: presionar el botón de la derecha, pero esta vez con suavidad- barruntó Kyle más irritado consigo mismo que con las voces que aguijoneaban sus oídos.

Buscó en su muñequera izquierda, tapándose el rostro con el brazo derecho, y silbó aliviado al encontrar el botón deseado con mayor facilidad que la vez anterior. A continuación lo pulsó con toda la delicadeza que fue capaz de reunir, hasta percatarse de que ya podía retirar su brazo: el interior del Laboratorio Beta era visible en todo su dorado esplendor.

Muebles, instrumentos científicos y paredes parecían estar hechos de oro, e incluso él mismo se había convertido en una dorada figura móvil.

Con curiosidad, palmeó las manos provocando la aparición de una tenue nube dorada a su alrededor, que al separarse de ellas dejó al descubierto parte de la superficie blanca de sus guantes.

Por un tiempo muy breve, sin embargo: la película de oro que cubría el resto de su cuerpo se extendió rápidamente haciéndose con ellos una vez más.

Observando la celeridad con que crecía aquel organismo le surgieron a Kyle algunas dudas:

 -Doctora... me pregunto si este saco que me han dado para cubrir mi cabeza es suficiente para aislarme de un posible contagio. O sea, la parte inferior de la tela parece quedar pegada a mis hombros pero no acaba de darme mucha confianza, y este traje...-. Mientras hablaba iba tanteando las diferentes costuras de su uniforme hasta que dirigió instintivamente su mirada a la entrepierna y palpó con cuidado, buscando alguna posible fisura.

-##Le recuerdo, Green Lantern, que la imagen que vemos el Decano de Seguridad y yo en el Ojo, y la Rectora en su despacho, es la que transmiten las cámaras de su visor...##-.

Bruscamente, incapaz de evitar un ligero sonrojo, Kyle separó las manos de sus testículos y se afanó en observar con mucho interés un punto indeterminado del techo.

-##No se preocupe por su seguridad##- continuó la doctora. -##La capucha lleva incorporado un generador de campo nulo que impide la aproximación de cualquier partícula externa a menos de dos milímetros de su uniforme##-.

-Muy bien, me fiaré de usted. ¿Dónde se encuentran los científicos?-.

-##Allí, junto a la cámara de flujo laminar##-.

-¿La qué?-.

-##Disculpe, la campana de flujo es el hueco rectangular que puede ver en la pared que se encuentra a su izquierda, a unos diez metros; está medio cubierta por un cristal... bueno, ahora por una lámina dorada##-.

-De acuerdo. Ya la veo-. Lentamente fue dirigiéndose hacia el lugar indicado por la doctora, rodeando una larga mesa repleta de extraños instrumentos con diferentes formas y tamaños. A su paso veía cómo se elevaba del suelo la misma nube dispersa que había aparecido tras su improvisado palmeo.

-Decano 3- dijo Kyle deteniéndose un momento-, ¿para qué necesitan la ayuda de un Green Lantern sin anillo de poder? Podrían haber enviado a cualquiera de sus guardias para hacer exactamente lo mismo que estoy haciendo yo-.

-##¿Nuestros guardias?##- inquirió el Psion. –##Inaceptable. Todos los ocupantes del Rectorado tienen una formación científica que les ha permitido su admisión en el complejo y son útiles de un modo u otro. Los protocolos de seguridad son muy claros a este respecto: si surge un problema que pueda suponer un riesgo para la integridad física del personal del Rectorado, se avisará a un Green Lantern##-.

-¿Aunque ese Green Lantern entre aquí sin su anillo?- apuntó Kyle.

-##Asumo que un Green Lantern es algo más que un anillo de poder##- contestó fríamente el Decano de Seguridad.

Antes de que Kyle tuviera ocasión de dar rienda suelta a su ofendido orgullo, la doctora volvió a intervenir: -##¿Podríamos seguir la exploración del laboratorio, por favor?##-.

Considerando que seguir discutiendo este punto era absurdo, y prometiéndose que antes de abandonar el Rectorado se daría el gusto de intercambiar un par de palabras (o puñetazos) con aquel Psion insoportable, continuó su recorrido. Al doblar el extremo de la mesa vio las dos figuras caídas y avanzó hacia ellas, en esta ocasión sin la ayuda de ninguna imagen virtual.

-¿Y bien?- preguntó Kyle al atento vacío, fijando su mirada en los cuerpos para permitir el estudio detallado por parte de los ocupantes del Ojo.

-##Sigue sorprendiéndome lo forzado de sus posturas... ##–susurró la doctora más para sí misma que para Kyle o el Psion que se encontraba a su lado. -##Da la impresión de que sus músculos se encontraran totalmente agarrotados...##-.

-¿Me acerco entonces?-.

-##Sí, claro; no perdamos más tiempo. Aproxímese a 36, el talkoriano, el que se encuentra a su derecha, y compruebe si presenta algún tipo de signo vital##-.

Kyle miró hacia 36: tumbado boca abajo en posición casi fetal, estiraba su brazo derecho hacia el frente en una postura nada natural. Con mucho cuidado fue inclinándose sobre él, mientras asaltaban su mente todo tipo de imágenes desagradables:

"...en cuanto lo toque se agitará bruscamente y saltará sobre mí controlado mentalmente por la bacteria, que seguramente habrá desarrollado inteligencia y crueldad a partes iguales..."

"...ahora se abrirá un agujero en su espalda y saldrá un pequeño monstruo salvaje y sediento de sangre que ha evolucionado a partir del organismo, alimentándose del talkoriano durante todo este tiempo..."

"...le daré la vuelta y descubriré su cara horriblemente desfigurada, comida por esa bacteria implacable que ya debe haber encontrado un modo de meterse dentro de mi traje..."

Advirtiendo que había empezado a escrutar el interior de la capucha con desconfianza, Kyle se detuvo un instante, sacudió ligeramente la cabeza y se dijo a sí mismo: "Adelante, soy un Green Lantern y me enfrento a este tipo de situaciones todos los días... aunque hoy no tenga el anillo..", añadió recordando su conversación con el Decano.

Colocó con firmeza su mano enguantada sobre la espalda de 36 sin que ocurriera nada de lo que temía. El talkoriano mantuvo su posición sin alterarse, mostrando una rigidez inusual; más parecía un bloque de cemento que un ser vivo.

Sin posibilidad de conocer el estado de 36 tal y como se encontraba, rodeó delicadamente su cuerpo con sus brazos y trató de darle la vuelta. Sin éxito.

-¿Cuánto suele pesar la gente de Talkor, doctora? – preguntó Kyle sorprendido.

-##Déjeme consultar un momento su ficha... sí, aquí: 36 tiene una masa de 84 kg##-.

Kyle resoplaba ostensiblemente a causa del esfuerzo realizado: 

-Pues parece que ha engordado un poco desde la última vez que actualizaron su ficha- dijo mientras aferraba su cuerpo con más fuerza y, esta vez sí, lograba darle la vuelta.

El talkoriano no había movido un músculo al cambiar de postura y descubrir su rostro a Kyle (intacto y sin desfigurar): conservó la misma posición fetal con el brazo alzado de forma algo ridícula.

-¿Doctora?- preguntó Kyle con cierta inseguridad en su voz.

Mientras esperaba una respuesta comenzó a retirar la superficie dorada que cubría la cara de 36, pero pronto detuvo su mano al ver lo que se escondía debajo: un rostro de intenso color negro que inmediatamente volvió a quedar cubierto por el organismo.

A continuación limpió una parte del brazo derecho, descubriendo otra vez la superficie azabache. Se situó entonces a escasos centímetros de aquella figura congelada, y tras sacudir varias veces su brazo llegó confundido a una extraña conclusión: -¡Este tío es de piedra!-.


-¿Por qué ha desactivado el Ojo, doctora 74?- preguntó inquieto el Psion. –El Green Lantern parecía haber conseguido mover al talkoriano-.

La doctora permanecía inmóvil en la penumbra gris del cegado Ojo:

 -Decano de Seguridad 3, acabo de comprender qué les ha ocurrido a 12 y 36, y no puedo permitir que la Rectora lo sepa-.

-¿Cómo...?-.

Cuando el Decano vio el puño cerrado que volaba hacia su reducida nariz reptiliana era demasiado tarde y el impacto lo lanzó contra la pared cóncava, golpeándose fuertemente la cabeza y cayendo aturdido al suelo. La doctora se aproximó al cuerpo inerte del Psion, sujetó firmemente la cabeza con ambas manos y rompió su cuello con un seco chasquido.


-¿Qué ha ocurrido?- exclamó la Rectora 1 fuera de sí: la imagen y sonido que llegaba desde la pantalla situada en la pared izquierda de su despacho, por lo demás tan blanco y austero como el resto del Rectorado, se había interrumpido: -74, 3, respondedme: ¿qué ha ocurrido?, ¿ha pasado algo en la Laboratorio Beta?, ¿es un problema del Ojo?... ¡Contestad!-.

La Rectora recibió silencio como única respuesta.

-¡Decidme qué ha ocurrido!- preguntó esta vez dirigiéndose a las tres figuras que permanecían de pie a su derecha, ataviadas con el uniforme prescriptivo del complejo. Se levantó bruscamente de su sillón, que junto a una pequeña mesa constituía todo el mobiliario del amplio despacho, y clavó sus ojos crispados en cada una de aquellas mujeres.

-¡Responded!-.

La más joven de las tres sonrió mostrando cierta tristeza en su mirada: -Ya te hemos contado todo lo que puede contarse. ¿Por qué no regresas con nosotras al lugar que te corresponde?-.

-Imposible. No cuando estoy tan cerca de conseguirlo- afirmó mientras volvía su mirada hacia la oscura pantalla de la pared. Sus labios temblaban, incapaces de contener la furia lacerante que consumía a la Rectora.

-¿Qué ha ocurrido?- murmuró para sí.


-¿Doctora 74?- preguntó Kyle una vez más, -¿Decano 3?, ¿alguien?... Genial, he perdido la comunicación-.

Aún se encontraba inclinado sobre 36, homogéneamente cubierto por la bacteria dorada.

Pensando que lo mejor era dar tiempo a los observadores del Ojo para solucionar el problema que pudiera haber surgido, se acercó al científico nativo de Rann. 12 se encontraba tumbado a medio metro escaso del talkoriano en una postura mucho más cómoda: estirado cuán largo era, la espalda pegada al suelo y los brazos extendidos a ambos lados.

Sin más preámbulos sacudió la pierna izquierda de 12, su cara y parte del pecho obteniendo el mismo resultado que había conseguido con su compañero: debajo de aquella cubierta dorada no había ningún tipo de tejido orgánico; sólo dura piedra azabache.

Kyle se incorporó con rapidez preparándose para lo peor. Con cierto desagrado se percató de que había alzado su puño derecho olvidando que el anillo no se encontraba en su posición habitual.

-¿Me han tendido una trampa, doctora?-.

Retrocedía ya hacia el extremo de la mesa cuando escuchó un pitido amortiguado. Tras comprobar que no procedía de los altavoces internos de su capucha, trató de situar la procedencia externa de aquel sonido. Fue al pasar su mirada por la puerta de entrada que observó la aparición de una pequeña abertura junto a ella.

Lentamente, y sin perder su disposición a lanzarse sobre el primer objeto que se moviera, volvió a rodear la mesa atestada de cacharros científicos y se plantó frente a la puerta. En el pequeño espacio rectangular abierto en la pared encontró un pequeño botón casi oculto por la superficie uniforme de oro, que presionó con cierta duda: -¿Hola?-.

Al retirar su dedo del botón escuchó con dificultad la voz de la doctora; la tela que envolvía su cabeza evitaba el paso de partículas externas casi tan bien como el de las ondas sonoras:

 -##¿Puede oírme, Green Lantern?##-.

Kyle volvió a presionarlo mientras respondía:

 -Más o menos, doctora. ¿Qué ha pasado?, ¿por qué se ha cortado la comunicación?-.

-##Lo siento mucho## –respondió agitadamente-##, pero no puedo escuchar nada de lo que está diciendo: la capucha no deja llegar su voz al interfono##-.

-Joder...- musitó Kyle sin necesidad de presionar nada.

-##No importa. Supongo que lo que quiere saber es qué ha ocurrido: verá, nosotros tampoco lo tenemos muy claro, pero parece que el organismo se ha extendido por el interior de los dispositivos que permiten la comunicación con el Ojo..##.-.

-¿Significa eso que...?- comenzó Kyle antes de recordar que no podía escucharle.

-##...e impide que podamos monitorizar lo que sucede en el interior del laboratorio. En cualquier caso ##–y en este punto se quebró su voz-##, pudimos ver el estado de 12 y 36 antes de que se cortara la comunicación##-.

-##Bien##- continuó la doctora, -##ya no tiene sentido que permanezca ahí por más tiempo. Limítese a recoger la muestra bacteriana tal y como le indicamos y salga del laboratorio##-.

Kyle observaba pensativamente el mundo dorado que lo rodeaba sin encontrarse a gusto. Desde su llegada al Rectorado no había tenido ninguna oportunidad de tomar la iniciativa y empezaba a sentirse incómodo con aquella situación. Sin embargo, no le quedaba ya más opción que terminar con aquello y recoger la muestra bacteriana.

Cogió una pequeña cápsula cilíndrica adherida a su muslo derecho, también cubierta por la película dorada, la abrió y esperó un instante a que las células se extendieran hacia dentro. Entonces la cerró y la devolvió a su sitio.

A continuación se limitó a apretar el botón y esperar que la doctora entendiera que esa apertura del canal por su parte significaba que estaba listo para salir de allí.

Efectivamente, la puerta metálica que cerraba su paso se abrió lentamente descubriendo la estancia por la que había entrado en el Laboratorio Beta, muy parecida a la Sala de Espera donde tuvo que dejar su anillo de poder. Una vez dentro, la puerta recuperó su posición original encerrándolo en aquel pequeño espacio iluminado por una mortecina luz blanca.

-##Ahora procedemos a la esterilización##- resonó la voz metalizada de la doctora en el interior de la habitación-.

La luz cambió a azul durante unos segundos, para rápidamente recuperar su color original. Como resultado la capa dorada que le cubría comenzó a desprenderse en una fina nube de polvo que fue depositándose a sus pies.

A través del cristal de la cápsula vio que el interior mantenía el mismo aspecto dorado que los restos que ahora caían con desgana hacia el suelo estéril.

-##Muy bien, Green Lantern. Es usted el único ser vivo no encapsulado de la Sala de Conexión. Salga, por favor##-.

Otra puerta, situada frente a la que permitía la entrada al laboratorio, se abrió descubriendo la familiar figura de la doctora 74.

-277, sígame-.

La Rectora salió de su despacho como un vendaval, obligando a 277, el guardia que la esperaba en su puerta, a girarse bruscamente y seguirla con pasos cómicamente acelerados.

En unas pocas zancadas se plantó frente a la puerta de uno de los ascensores del nivel 0 para alivio de 277, que temía perderla si continuaba su rápido avance por el pasillo.

-¿Se ha completado ya el Protocolo de Seguridad AB-1?- preguntó la Rectora fijando su mirada en la puerta, como si hablara consigo misma.

El guardia carraspeó, ajustando el tono de voz que consideraba más adecuado para dirigirse a ella: -Efectivamente, Rectora 1. Todo el personal del complejo ha sido evacuado a los embarcaderos de los niveles 0 y

1. Sólo faltan los cinco sujetos del nivel -20-.

-¿Cinco?- inquirió mientras la puerta se abría y entraban ambos en el pequeño ascensor. 277 se esforzaba en hacerse invisible en uno de sus rincones, evitando todo posible contacto.

-Ah, por supuesto- continuó la Rectora, -está contando a 12 y 36...-.

El ascensor comenzó su imperceptible descenso sin que ninguno de sus dos ocupantes dijera nada más.


-Hola otra vez, doctora- saludó Kyle con jovialidad forzada al quitarse la capucha protectora.

-Saludos, Green Lantern- respondió con una sonrisa cansada. Alzó las manos mostrando a Kyle una pequeña caja de color grisáceo que presentaba en su interior un molde que parecía ajustarse al tamaño de la cápsula. –Deposítela aquí, por favor-.

-Por supuesto, doctora-.

La separó con cuidado de su muslo y la colocó en su sitio con mucha delicadeza. La doctora cerró la caja, y al pulsar un pequeño resorte se escuchó un suave silbido indicando su sellado.

Kyle miró entonces a ambos lados del pasillo:

 -¿Y el Decano 3?, ¿está comprobando si el grosor del papel higiénico del Rectorado se ajusta a las normas?-.

La doctora fijó unos ojos repentinamente esmeraldas en el rostro de Kyle, y contestó con cierta indiferencia: 

-El Psion está muerto-.

Antes de que Kyle asimilara lo que estaba escuchando la doctora golpeó fuertemente su pecho con la mano extendida, arrojándolo a través de la puerta aún abierta al interior de la Sala de Conexión del Laboratorio Beta.

Confuso y dolorido, observó que la doctora estaba cambiando de aspecto: sus ojos, de un verde intenso, destacaban en una cabeza que había duplicado su tamaño e incrementado notablemente la cantidad de pelo; su altura, por otra parte, se había reducido tanto como ensanchado sus espaldas, provocando que su uniforme blanco apenas sobreviviera a la transformación y colgara en jirones sobre su piel ennegrecida.

-¡Una multiforme!- exclamó Kyle.

-¿Multiforme dices?- bramó una profunda voz cavernosa que rompió a reír salvajemente.

Frente a un Kyle estupefacto, la criatura antes conocida como la doctora 74 pulsó un botón de su todavía intacta muñequera izquierda cerrando la puerta exterior de la Sala de Conexión.

Kyle permaneció tumbado en la impenetrable oscuridad de aquella estancia.

-Estupendo, Green Lantern. ¿Y ahora qué?- masculló mientras se recuperaba del golpe recibido.

Desde su izquierda se elevó una voz de anciana:

-Saludos, Kyle Rayner. Me llaman Urd. Somos Las Nornas-.

Una voz joven surgió desde su derecha:

-Mi nombre es Skuld. Somos Las Parcas-.

Por último, una voz madura, de edad indeterminada, susurró frente a él:

-Soy Verdandi. Somos Las Benévolas-.

Concluirá...

1 comentario :

  1. Reseña del 26 de Febrero de 2006 (The Stranger):
    Esta serie mejora por momentos, mezclando las historias de superheroes con la más pura ciencia-ficción, llegando a ganar esta en multiples puntos del fic. Conforme uno lee el fic, sobre todo la parte donde Kyle investiga lo que ha ocurrido, parece que esté en "Alien" o alguna pelicula del mismo estilo, solo que al final, el autor nos sorprende con un giro de los acontecimientos que estoy seguro, nadie veía venir.
    Nada que objetar con este número, desarrollo, personajes, amenaza a neutralizar...todo perfecto. Quizas se hace algo corto. El número uno era más largo.

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