Superman nº 04

Título: ¡Choque de Titanes!
Autor: Raúl Peribañez
Portada: Juan Luis Rincón
Publicado en: Mayo 2005

Enviado a la Tierra desde el moribundo planeta Krypton, Kal-El fue criado por los Kent en Smallville. Ahora como un adulto, Clark Kent lucha por la verdad y la justicia como...
Superman creado por Jerry Siegel y Joe Shuster

Resumen del episodio anterior: En el año 1942 el Barón Blitzkrieg y su aliado japonés obtienen información sobre donde está el reactor nuclear americano a través de un científico secuestrado. Wonder Woman (Hipólita) se enfrenta a agentes alemanes y soldados robots que trabajan para Alemania. Mientras Lex Luthor desaparece misteriosamente, Superman se encuentra a la amazona queriendo arrasar la Casa Blanca...

-¡Tengo que detenerles!
-No sé de qué estás hablando, Hipólita.
-Sabía que esos políticos no me dirían toda la verdad... Pero he atado todos los cabos gracias a algunos contactos que tengo y a partir de los ataques que presencié. (1) Sé lo que está pasando aquí, Superman ¡y tengo que detenerles antes de que sea demasiado tarde!
-Hipólita, cálmate y explícame de qué hablas.
-¡Vida y muerte! ¡Te hablo de las cientos de vidas que se perderán si las armas atómicas se convierten en una realidad! Debo destruir el proyecto atómico de este país para salvar esas vidas y no me impedirás que hable con el presidente.
-No puedo dejar que entres aquí... Ni tampoco que hagas lo que quieres.
-¿Pero cómo puedes decir eso? ¿No te das cuenta del grave peligro que corre toda la humanidad si dejamos a esos locos que lleven a cabo sus planes?
-Comprendo lo que dices... Pero debemos ser cautelosos con nuestras decisiones si queremos mantener la historia de nuestro mundo como la conocemos.
-¿La historia? ¿Antepones eso a la vida de las personas? ¿Pero quién te crees que eres? –dice mientras propina un gran golpe a Superman que hace atravesarle varias paredes de la Casa Blanca
-¿Quieres luchar? ¡Bien! –a gran velocidad Superman golpea con todo su cuerpo a la amazona- ¡Pero te advierto que no voy a dejar que entre aquí de ninguna forma!
-Tendremos... –dice Wonder Woman mientras se levanta – Tendremos que solucionar esto de alguna forma. Soy una guerrera y si debo luchar lo haré.
-De acuerdo. Pero no aquí. Vayamos a un sitio donde no produzcamos daño.
-¡Hmff! –sopla la reina de las amazonas- Muy bien. ¿Dónde?
Antes de que alcanzara la presidencia de los Estados Unidos, Lex Luthor era el propietario de la poderosa LexCorp, una empresa originariamente dedicada a la ingeniería aero espacial que, con el paso del tiempo, fue ampliando su presencia en todo el mundo con la absorción de otras empresas de todo tipo. En Metrópolis se encontraba –y se encuentra- el edificio raíz de la compañía desde la cual Luthor operaba. Para él Metrópolis siempre fue “su” ciudad. Con él había crecido hasta un punto imposible de sospechar y se sentía orgulloso de haber sido el responsable de esa mejora. Aún recuerda con cierto humor negro la muerte que tuvo que fingir para reaparecer poco después en un nuevo cuerpo clónico y simulando ser su propio hijo. Desde aquella fachada de humo y sombra pudo ver como su ciudad sufría su muerte. La relación entre él y Metrópolis era tan íntima que su “muerte” afectaba a la propia ciudad en cualquier aspecto debido a su influencia y poder. Hoy, Luthor es el presidente de su país. Ha llegado a la culminación de su trabajo. Ha dejado los días de trabajo en LexCorp para Talia para ser el responsable no de una multinacional, sino de todo un país.
Pero, por alguna jugada del destino, su vida ha sido arrastrada a este año 1942 junto a su odiado Superman. (2) Hace unas pocas horas se encontraba en la Casa Blanca junto al Hombre de Acero hasta que empleando la tecnología futurista de Brainiac 13 pudo teletransportar su cuerpo a otro sitio. ¿Dónde? Aquí, a Metrópolis, a su ciudad, al Distrito Suicida. Uno de los peores barrios de “su” ciudad.

-Me han dicho que eres Wallace –le dice Lex a un hombre que se encuentra en un estado paupérrimo
-Yo no soy nadie... –le responde- Déjame en paz.
-Busco a un hombre que se llama Wallace. Sé que vive aquí. Y sé que eres tú.
-Te he dicho que me dejes en paz...
-Wallace. Wallace Luthor. Deseo hablar contigo.
-¿Luthor? –dice el hombre mientras mira de refilón a Lex con la mirada de un furioso tigre- ¡No te atrevas a mencionar ese nombre!
-¡Suéltame! –dice Lex mientras sufre un empujón que le hace caer en tierra- Eres Wallace Luthor, ¿verdad? No te atrevas a negarlo.
-Soy... soy Wallace, sí. ¿Qué quieres de mí...?
-Vengo de muy lejos, Wallace. De muy lejos. Nos conocimos hace muchos años, Aunque la comprensión del tiempo ahora mismo no es la misma para ambos. Yo era un joven demasiado ocupado intentado sobrevivir día a día y tú eras un enorme saco de vómitos con quien tenía que compartir mi pequeño hogar. Y entre tu y yo había una relación, Wallace, una relación familiar.
-No te conozco de nada, desconocido, jamás te he visto.
-Pero yo sí. Crecí a tu lado. Crecí al lado del monstruo que tú llamabas “hijo” y que yo llamaba “padre”. Durante muchos años detesté la familia en la que había nacido. Te veía a ti y a él y sólo podía relacionar nuestro apellido, Luthor, y a toda nuestra familia, con la marginación y la pobreza. Pero un día cambié de idea, anciano. Y decidí que yo haría grande ese apellido.
-¿Por qué me cuentas todo eso...?
-Porque aunque antes despreciaba todo mi pasado, ahora deseo descubrirlo. Porque ahora, en mi época, en mi presente, soy el hombre más poderoso de este patético planeta. Y ahora sé que hubo más de lo que yo creía, que nuestra familia tuvo una gran vida. Pero no quiero quedarme en simples conjeturas, quiero saber realmente quiénes éramos, de dónde veníamos... Porque aunque sé cuál es tu futuro y el de nuestra familia en las próximas décadas, deseo saber, necesito saber nuestro pasado.
-¿Por qué?
-Qué puedo decirte. En el fondo soy un sentimental.

Lejos de allí, en el Centro de Investigación del Proyecto Manhattan en Los Álamos, Nuevo México...
“Diez minutos más y habrá llegado el momento. Mi cómplice y yo debemos actuar al mismo tiempo... ¡Aunque nos separan mil millas!” piensa el guerrero nipón. “El Barón Blitzkrieg debe estar preparado en otro centro de investigación en la llamada Oak Ridge”
“Aquí estamos” piensa Superman sin posibilidad de articular una palabra que pueda ser escuchada aquí, en la Luna, en un vacío donde el sonido es imposible de ser percibido. El Hombre de Acero mira fijamente a la amazona que respira a través de la armadura que luce. De repente, sin mayor aviso, comienza la batalla entre ambos. Los golpes no parecen tener fin. Pronto, Wonder Woman saca su espada y lanza un golpe mortal del que Superman escapa con alivio y quedándose en un simple corte en su capa roja.
“Lamento hacer esto, Superman, pero es la única forma de que me dejes hacer lo necesario para salvar todas esas vidas” piensa la amazona. En el héroe los pensamientos no se detienen tampoco. “Diablos, ¿crees que puedo aceptar esa masacre que se producirá? Pero debo asumir la responsabilidad de los actos y saber que cualquier alteración en este año ¡puede afectar a toda la historia de nuestra humanidad!”

De nuevo en la Tierra, concretamente en Los Alamos, en Nuevo Mexico, otra batalla tiene lugar...
“Según la información que capté del científico raptado por el Barón parte del reactor está en este edificio y tengo que conseguirlo” dice el guerrero nipón mientras atraviesa con su brillante katana el cuerpo de un soldado del centro de investigación sorprendido de ver al robusto gigante venido del oriente.
CRASH!
-¿Pero qué pasa? –dice uno de los científicos al ver que la puerta de su laboratorio se cae tras la dura patada del guerrero
-Por el honor de mi país, por el honor de mi emperador, ¡morid! –dice mientras, de nuevo, la katana se cobra varias vidas- Tomaré lo que vine a buscar.
-¡Eso lo que tu crees! ¡No sé de dónde habrás salido, pero de aquí no te marchas! –le grita un soldado que acude a la acción
-Os lo advierto. Apartaos o moriréis...
Al mismo tiempo, en Oak Ridge, el otro lugar donde se encuentra el fraccionado reactor atómico de los Estados Unidos, el Barón Blitzkrieg rompe las defensas de seguridad del centro de investigación con su basta fuerza sobrehumana mientras sus secuaces roban la terrible arma.
-Sentid miedo –dice el Barón mientras mira como el centro de investigación arde en llamas después del ataque-, pero sabed que pronto sentiréis más. Vuestro futuro está en mis manos.
De nuevo, en el Distrito Suicida, en Metrópolis...
-No me gusta recordar mi apellido...Me recuerda que he fallado en mi vida. –dice Wallace Luthor- A lo largo de la historia, la familia Luthor siempre ha sido sinónimo del buen hacer, de la lucha por todos los valores morales y éticos que consideraba que debían existir en nuestra sociedad. Mis antepasados lucharon por todo eso. Pero todo acabó conmigo. El eslabón débil de los Luthor.
-¿Qué sucedió? –preguntó Lex.
-En un momento de mi vida, tuve que tomar una decisión. Este mundo estaba al borde de la primera guerra a nivel mundial. Algunos políticos y empresarios comenzaron a hablar conmigo. Mis empresas se dedicaban a la construcción de navíos. ¡Querían que dedicara mi trabajo a la construcción de naves para uso militar. ¿Lo entiendes? Siempre nos habíamos guiado por unas convicciones a lo largo de décadas y décadas de historia, siempre habíamos dedicado nuestro dinero a mejorar nuestro mundo, pero jamás la familia Luthor tuvo que enfrentarse a lo que se me plantó delante. ¡Manipuladores asquerosos, tipos que no deseaban nada más de mi que ayudarles en su maldita guerra!
-A veces, anciano, la guerra es necesaria. El mundo no es un campo de flores, precisamente.
-Todo... Todo salió mal. Nuestra fortuna se evaporó. Y aquellos tipos que tanto se acercaron a mi en aquellos momentos... Intenté ponerme en contacto con ellos, pedirles una ayuda para recuperarme, pero ... Pero no me hicieron el más mínimo caso.
-Toda tu riqueza a la basura.
-Pero la riqueza no era nuestro dinero. Sino nuestro deseo de avanzar. De conseguir una sociedad más tolerante e igualada.
-¿Dónde está el oriental, Zwerg?- dice el Barón Blitzkrieg cuando llega a su cuartel general en México.
-¡No lo sé, mein herr! –responde su pequeño ayudante- ¡No ha venido!
-¡Maldito! ¡Debería estar aquí! Si se ha atrevido a engañarme y quedarse con la mitad del reactor... ¡Le aplastaré con mis propias manos desnudas!
Dentro de varias décadas en estas tierras de la Luna se encontrará la imponente Atalaya de la Liga de la Justicia. Pero ahora, en esta época, sus torres no existen, y lo único que alguien podría ver asombrado en estos momentos es la batalla de un hombre y una mujer, la batalla entre Superman y Wonder Woman.
“No puedo seguir luchando... Mi cuerpo... Algo va mal en mi. Noto con mi fuerza disminuye como también la agudeza de mis sentidos... Incluso me siento más lento. Esto tiene que acabar de una vez.(3) ” piensa Superman. “¿Es que no ve lo irresponsable que es? ¿Acaso no se da cuenta del peligro que corre toda la realidad si hace algo indebido?
“Millones de vidas dependen de mí, de que destruya esa arma creada por el demonio. Debo golpearle con todas mis fuerzas y volver a la Tierra para detener esta locura creada por los hombres. ¡Entiéndelo, Superman, es mi responsabilidad!”
El kryptoniano y la amazona golpean al unísono un sonoro golpe tras el cual ambos caen en tierra heridos sin fuerzas para levantarse... Pero desde tierra Superman percibe algo sorprendente. Se levanta y señala a la Tierra, donde en el territorio de los Estados Unidos unas luces parpadean bajo el código Morse.
“¡Es un S.O.S.!” piensa Superman.
Wonder Woman le hace un gesto como diciendo que deben atender la señal. Superman, agotado de esta terrible pelea, dice sí con un gesto con la cabeza.
A gran velocidad, ambos vuelven a la Tierra y se encuentran con uno de los ministros de los Estados Unidos...
-¡Gracias por haber venido! No fue nada fácil conseguir mandar una señal de auxilio para que fuera vista en la Luna, pero no imaginábamos otra forma de ponernos en contacto con ustedes... Necesitamos su ayuda urgentemente para recuperar las dos piezas del reactor nuclear que han sido robadas.
-El mismo reactor que yo deseaba destruir, Superman –dice Wonder Woman- Sin él nada de esto pasaría ahora.
-Señor ministro... Hay algo que no entiendo... ¿Por qué dividir el reactor en dos partes? –pregunta Superman.
-Verá... Nuestros científicos aún no han ultimado los detalles para una perfecta reacción en cadena. Lo que esos hombres han robado es un modelo inestable que, por razones de seguridad, optamos por trabajar en él en dos facciones. Hace unos días uno de nuestros científicos fue raptado. Nuestras investigaciones afirman que fue cosa del Barón Blitzkrieg, un terrible superhombre creado en Alemania. Nuestro científico probablemente facilitó los datos necesarios para encontrar las dos partes del reactor.
-Pues tendremos que localizarnos y traerlos de vuelta, señor ministro.- dice Superman- ¿Pero cómo?
-Gracias a Dios, nuestros ingenieros insertaron en ambas mitades pequeños transmisores de ondas con el fin de poder tenerlas siempre localizadas. Con receptores de esas ondas podrán seguir la pista hasta encontrarlas.
-¡Perfecto! Entonces, Wonder Woman, lo mejor será que nos dividamos en dos y busquemos las dos partes antes de que sea demasiado tarde.
-Espera, ¿pero qué ha sido de esa sanguijuela de Luthor? –pregunta Wonder Woman.
-Se ha marchado... Ahora él es lo de menos. Al igual que nuestra pelea en la Luna, debemos centrarnos en lo verdaderamente importante.
-De acuerdo, Superman. Entonces, ¡vamos!
El Hombre de Acero y la reina de las amazonas vuelan rápidamente hacia direcciones diferentes, buscando ambos las dos mitades del reactor que han robado el Barón Blitzkrieg y su aliado venido de Japón. Saben lo que está en juego. La inestabilidad del reactor podría provocar una gran catástrofe. Algo que no están dispuestos a que suceda.
Mientras que las señales del transmisor de Wonder Woman lleva a la amazona hasta la propia nación del sol naciente, Superman se dirige a Luisiana. Dos destinos distintos para un mismo objetivo.
Wonder Woman no tarda en recibir el ataque de varios aviones japoneses que, como la anterior vez, están pilotados por soldados robot que no temen a la muerte ni conocen su significado.
“Tres contra uno” piensa la amazona. “Bien, ¡adelante!”
Velozmente, la reina de Themyscira derriba avión por avión sin esfuerzo alguno. Siguiendo la señal que le indica su contador llega hasta un bello paisaje donde un corpulento hombre le espera en pie. Es el samurai. El aliado del Barón Blitzkrieg.
-Márchate. No deseo hacerte daño, mujer.
-Sabes a qué he venido. Quiero la parte del reactor que tú tienes.
-No puedo dártela. He deshonrado a mis ideas al romper la alianza con Blitzkrieg para darle a mi nación este aparato. Pero esto es lo que debía hacer y no puedo dar marcha atrás.
-Te lo advierto...
-Si tanto lo deseas –dice mientras comienza a quitarse la camisa que ocultaba su poderoso cuerpo- tendrás que venir a buscarlo. He sido entrenado por los mejores maestros y mi cuerpo ha alcanzado el nivel máximo de esplendor gracias a los actos místicos que fueron prohibidos siglos atrás. En pocas palabras, se podría decir que son el perfecto hombre de este mundo.
-No te tengo miedo.
-Entonces, hembra, ¡luchemos!
-Parece claro que la señal viene de aquí.- dice en voz baja Superman mientras atraviesa la fachada de un edificio con su visión de rayos-x.
-¡Bienvenido! –el Barón Blitzkrieg atraviesa la pared del edificio con sus dos brazos y coge por los hombros a Superman lanzándolo al interior del edificio tras romper nuevamente la pared -¡Ven a mi querido hogar!
Distanciados por cientos de kilómetros, los héroes luchan con todas sus fuerzas contra sus enemigos. Con los años habían luchado contra adversarios admirables. En principio, no esperaban encontrar en éstos más que un simple contratiempo. Pero nada más lejos de la realidad.
-Perro americano... ughhh...-resopla el Barón- He nacido para la guerra... Y esta es mi guerra y debo ganarla.
-No... ¿no ves lo que está pasando? Pon esa arma en manos del loco al que sigues y todo lo que conocemos será destruido. ¿No comprendes el peligro?
-Comprendo... Comprendo que sigo a mi líder. ¡Y lo haré hasta el final! –el Barón se lanza contra Superman y la pelea continúa al igual que la de Wonder Woman contra el poderoso guerrero.
Golpes y más golpes hieren a Superman como hacía tiempo que no recordaba. Sus labios se impregnan de sangre. Sus músculos comienzan a doler tras cada movimiento. El Hombre de Acero nota como sus fuerzas desaparecen Pero de alguna forma, con un último esfuerzo, tenía que acabar con todo esto...
-Este es mi mundo, Barón, el mundo que he jurado proteger. No me importa si estoy en mi presente o en el futuro más remoto. Hago lo que hago porque creo que es lo mejor para toda la humanidad. No sigo a nadie como un perrito faldero, mis objetivos no están atados a nadie como los tuyos. Y por el bien de todos, ¡debo derrotarte! –grita mientras le propina un último golpe que deja en tierra al Barón –Debo derrotarte... Porque si no lo hago... ¡Todo está perdido!- Superman cae también en tierra abatido tras la dura pelea.
Lejos de allí, en Japón, Wonder Woman consigue derrotar también a su oponente con un heroico esfuerzo.
-Todo ha acabado...-dice la amazona mientras mira a su rival tirado sobre la hierba sin apenas moverse- Hemos salvado a este mundo de la destrucción final a la que queríais someterle. Y ahora, sólo queda una cosa que hacer.
A un punto acordado previamente del Pacífico llegan los dos héroes. Agotados por sus respectivas batallas, sólo pueden felicitarse con el poco ánimo que les queda por sus victorias. A cuestas han traído a sus rivales que, derrotados, no pueden más que discutir por la traición del japonés hacia el imperio alemán.
-Estúpido... Si hubieras hecho lo que habíamos planeado ahora tendríamos esa maldita arma completa y en nuestro poder. –dice el Barón.
-Era la voluntad de mi emperador que te traicionara, germano. –le responde éste.
-Imbécil...
-¡Callaos! No quiero seguir escuchando vuestras tonterías. –dice seriamente Wonder Woman –Superman, creo que es el momento de seguir con nuestra discusión.
-¿A qué te refieres? –responde Superman mientras une las dos partes del reactor para poder llevarlas de vuelta a Oak Ridge.
-Sabes mi opinión sobre todo esto. Deseo destruir esa arma antes de que caiga definitivamente en malas manos. El poder que contiene podría destruir millones de vidas, Superman.
-Hipólita, entiendo tu posición, créeme. Pero si algo sé por mi experiencia, es que ante todo hay que ser muy cauteloso en el momento en que no estás en tu época. Un simple cambio podría alterar todo el futuro. Esta arma... Para bien o para mal, marcará un momento decisivo en la historia de la humanidad. Diablos, sé qué sucederá. Y me doy miedo a mi mismo por no querer evitarlo... Pero no soy nadie para decidir cambiar la historia.
-¿No lo eres? ¡Si no fuera por ti, cientos de personas habrían muerto! Desde que te pusiste ese traje decidiste cambiar el curso de la historia. Y ahora es lo mismo. Tarde o temprano alguien saldrá herido por culpa de esta aberración. Hoy ha sido el Barón, pero otro día será otra persona.
-Te tomas a la ligera mis advertencias.
-¿Qué? ¿Por qué dices eso? –pregunta la amazona. -¿Qué es lo que quieres decir?
-Insinúo, Hipólita, que tu misma cambiaste algunos elementos de la historia cuando viajaste a esta época, cuando viajaste del siglo XXI a los años cuarenta.
-¿Y crees que no debería haberlo hecho?
-Sólo digo que... –Superman se gira para darse cuenta de que el Barón ha ido avanzando poco a poco hacia el reactor- ¡Espera! ¡No toques eso!
Con las dos mitades unidas, el reactor se convierte en un arma de poder imparable en manos del Barón que parecía demasiado herido como para plantar batalla.
-¡No! –grita ahora el guerrero- ¡Te lo he dicho, el reactor pertenece a Japón! ¡Y si no podemos tenerlo, tampoco Alemania! –el samurai se lanza hacia él provocando la caída de la arma atómica.
-¡Por Hera! ¡Tenemos que hacer algo! –exclama Wonder Woman
-Maldición, ¡se ha activado! ¡Tenemos que marcharnos de aquí!- grita Superman.
-¡No es más que un truco! –dice el japonés mientras golpea al Barón- ¡No me marcharé de aquí!
-¡Estúpido, vamos a morir! –le dice el Barón desde tierra mientras sigue recibiendo golpes del que fuera su aliado.
-¡No tenemos tiempo, Superman! ¡Tenemos que irnos! –tras un instante de titubear, Superman y Wonder Woman vuelan lo más rápido posible dejando atrás una isla, dos hombres en furia y, ante todo, un reactor nuclear que explota destruyendo todo lo que encuentra a su alrededor. Según la historia, la primera explosión atómica tuvo lugar a las 5:30 h del día 1 de julio de 1945, en Álamo Gordo, Base Aérea de Nuevo México... Así lo cuentan los libros de historia, pero la realidad es esta: el 12 de junio de 1942, a las 9:32 h, Prometeo regresó a la Tierra y, durante un instante infernal, el Sol pareció al mar. Y, a partir de aquel momento, el mundo cesó de ser como había sido.
-Celebro verla sana y salva, Wonder Woman, ¡no sabe cuanto! –dice el presidente Roosvelt cuando recibe a la heroína en el despacho oval de la Casa Blanca.
-Señor presidente, -dice la amazona- sabe perfectamente de mi confianza en usted y sus decisiones, pero hoy me he encontrado con algo con lo que no estoy de acuerdo. No puedo permitir que su gobierno siga con la producción de esas endiabladas armas.
-Querida, comprendo sus temores y conozco las presiones a las que la guerra puede llegar a someter al hombre. Sé, como cualquier otro ser humano, que dichas presiones pueden en ocasiones llevar a un dirigente hacia una acción desesperada. Acción que, en cualquier otra circunstancia, sería tachada de inmoral. Pero le prometo, señorita, que mientras yo sea el presidente de esta nación, América jamás utilizará una bomba atómica para matar. Debe creerme: Jamás.
-¿Y bien? –Superman se encuentra en lo alto de un edificio mirando el bello paisaje de la capital cuando Wonder Woman aparece tras él.
-Creo en ese hombre, Superman. Pero me siento asustada.
-Todos lo estamos ante lo que sucede cada día.
-Pero entonces debemos hacer algo para luchar contra esos miedos.
-Es lo que llevo haciendo toda mi vida. Hipólita. Pero en este tiempo he descubierto que hay ciertas normas que uno debe tener en cuenta. Somos hombres y mujeres superiores. Podemos hacer cosas que los demás sólo pueden soñar. Pero todas esas personas que hay ahí abajo también deben de tener la libertad de equivocarse. No se trata de dictar nuestras normas, se trata de conducirles por su camino. No obligar a algo, sólo ayudar.
-Eres un bombero que apaga fuegos. ¿No sería mejor evitar que se produjeran?
-Mis poderes no quitan que sea un hombre más. Yo también podría equivocarme. –dice Superman con una sonrisa mientras la amazona le abraza.
-Espero... Deseo que tengas razón, Superman.
-Y ahora sólo queda por saber cómo diablos hago para volver a mi presente.
-Tal vez el Doctor Fate pueda ayudarnos, ¿no crees?
-No lo sé. Tengo entendido que sus poderes en esta época no estaban en toda su plenitud.
-¿Y Luthor? Aún no me has dicho dónde está.
-Luthor, amazona, está aquí. –dice Lex Luthor apareciendo por sorpresa tras ellos gracias a la tecnología de Brainiac 13 que posee.
-¡Lex! ¿A qué estás jugando?- dice Superman. -¿Por qué te marchaste? (4)
-Alien, aunque dije lo que dije, tenía mis razones para marcharme. Tenía que hacer una visita.
-Superman...
-¿Qué sucede, Hipólita?
-Estáis... ¡desapareciendo! –Hipólita ve como los dos hombres que tenía frente a sí comienzan a desaparecer ante su atónita mirada.
-No hay duda. Estamos en el presente, Superman. En nuestro presente. –dice Luthor mientras mira la fecha de publicación en un ejemplar del Washington Post.
-Hemos vuelto igual que nos marchamos. Sin saber cómo ni porqué.
-Ocúpate tú de buscar respuestas. Probablemente sea cosa de algún villano con ganas de fastidiarte.
-¿Te marchas? No hemos hablado de tu “visita” misteriosa.
-No tengo nada que contarte. Lo que yo haya hecho es cosa mía. Tu salvaste el mundo y yo... Hice lo que quería hacer desde hace muchos años. Es personal.
-En momentos como este tengo la impresión de que aún eres un hombre decente, Lex.
-No te equivoques conmigo, alienígena. Soy lo que soy. Y algún día, tarde o temprano, tendré tu cuello entre mis manos. Hasta entonces, adiós.
Superman se marcha volando.
Lex Luthor se acerca a las puertas de la Casa Blanca.
Las palabras de Wallace Luthor resuenan aún en su cabeza:
“-Pero la riqueza no era nuestro dinero. Sino nuestro deseo de avanzar. De conseguir una sociedad más tolerante e igualada. “
-Ahora sé qué fue mi familia. –dice Lex en voz alta mientras entra en la Casa Blanca- Existía un vacío en mi que he tapado. Pero el futuro es mío. No de mis antepasados. Y les gustara o no, el futuro de los Luthor... Je, va a ser muy interesante.
FIN

Y en el próximo episodio: ¿Qué sucede con los poderes de Superman? ¡Y la aparición estelar de Batman!
-------------------------------------------------------------------------------
REFERENCIAS
(1) No, no te has perdido nada del episodio anterior, tranquilo. Da por hecho que Wonder Woman ha descubierto los planes de los ataques del episodio anterior.
(2) Algo que sucedió al final de Superman # 1
(3) Esto ya comenzó a verse en el episodio anterior en la lucha contra Salomon Grundy.
(4) Sucedió al final del episodio anterior.

Notas del autor: Con este episodio concluye esta saga que comencé a escribir en mayor de 2004. ¡Casi un año! Como dije, está basada en un cómic dibujado por José Luis García López, aunque lo del padre de Lex Luthor es cosa mía, ya que pensaba que iría bien enfatizar un poco en lo que es un Luthor. Superman, por su parte, sigue con los problemillas con sus poderes.

Raúl Peribáñez

Febrero-Marzo de 2005.

No hay comentarios :

Publicar un comentario