Aquaman nº06

Título: La Corona de la Soberanía (IV)
Autor: Guillermo Moreno
Portada: Roberto Cruz
Publicado en: Noviembre 2015

El conflicto en las fronteras de Atlantis llega a su punto álgido cuando Mera y sus tropas caen en una trampa tendida por su enemigo. ¿Lograrán sobrevivir a ella? ¿O solo la providencial llegada de sus nuevos aliados les permitirá evitar la catástrofe? Héroes invitados: ¡Los Guardianes del Sur!!
El mar es mi madre y mi padre. Asi que no importa dónde vaya en él pues estoy en mi hogar. Soy el rey de los siete mares. Esa es mi herencia. Esa es mi responsabilidad.  Yo soy
Creado por Mort Weisinger y Paul Norris

Resumen de lo publicado: Aquaman y el Amo del Oceáno han logrado localizar la Corona de la Soberania en su viaje a Skartaris mientras nuevos enemigos aparecen a las puertas de una indefensa Poseidonis. Solo la oportuna aparición de Tempest ofrece alguna esperanza para su salvación. Mientras tanto, Mera continúa liderando al grueso de los ejércitos de Atlantis ante la amenaza que ha aparecido en las fronteras del reino.

Los trozos de hombre mantarrayas estaban por todos lados, aquello no parecía molestar a la misteriosa figura quien, en realidad, pareciera estar disfrutando de aquel entorno. Al cabo de unos minutos avanzó por los oscuros salones hasta que llego a lo que parecía la nave central de un templo, en el fondo del edifico, sobre un altar se encontraba una esfera negra atadas con cadenas.

—Aquí has estado escondido todos estos siglos— La figura avanzó con rapidez, no surgió trampa alguna o soldado o acolito a hacerle frente. Una vez estuvo frente a la esfera esta comenzó a brillar con una tenue fosforescencia de color amarillenta— Has descifrado mis intenciones. ¡Qué curioso! ¡Tienes miedo! Tranquilo, apenas sentirás dolor. Será muy rápido.

Acto seguido la figura lanzó su mano para tocar la esfera. Las cadenas de plata reaccionaron como un ser vivo, atacando al hombre. A este le bastó con gritar una orden y los eslabones estallaron esparciendo argénteas esquirlas alrededor.

—Que lástima que no puedes correr— dijo la figura— Eso haría que todo esto fuese más placentero


En la Costa Suroriental de Cuba.

— ¿Qué opina, Doctor Rojas?

—No me diga así, amigo mío— replicó un joven de cabello castaño, embutido en un traje de contención amarillo.

—Pensé que usted era doctor.

—Lo seré, pero por ahora estoy terminando mi maestría(1). Diego si es Doctor.

—Entendido.

—Te diré que la criptozoologia no es mi fuerte, aunque se algo de ella. Biólogo, es biólogo. Por su aspecto esta criatura debe ser un morador de las profundidades; todos sus rasgos lo indican.

—Si: las membranas entre los dedos, la falta de color, la densidad de su piel, los ojos grandes diseñados para capturar toda la luz posibles...

—La boca dentada recuerda a un tiburón— Rafael movió con cuidado el cadáver— ¡Dios Santo! ¡Cómo apesta!

—Murió de forma violenta.

—Si, un proyectil debió de haberlo atravesado de cabo a rabo. ¿Han encontrados otros?

—Las costas orientales de Cuba están cubierta de estos cadáveres. ¿A que crees que se deba?

— ¿Sera que en el fondo del mar hay una guerra?

— ¿Usted cree?

—Desde que me metí en este negocio, creo que todo es posible.

Como si tuviese voluntad propia o quisiese desafiar lo dicho por Rafael, el despejado cielo cubano se encapotó. En pocos segundos, una torrencial y violenta tormenta se desató, dejando perplejo a los científicos del A.I.D.A.M.(2) quienes, junto a Rafael Rojas, mejor conocido como la Mapanare, salieron corriendo a buscar refugió. Los hombres gritaba y sonreían debido a lo inesperada reacción del medio ambiente; pero aquel momento de esparcimiento dieron paso al asombro cuando observaron como unas figura, similares a la que yacía muerta en la orilla, emergían de las aguas revueltas.

—Mapanare a Fuego. Tenemos visita, es necesario darle una cálida bienvenida.

##Copiado, vamos en camino. ##


Mar de los Sargazos. Frontera con el Reino de Atlantis.

Las fuerzas bajo el mando de Mera avanzaron con rapidez. Su intención era internarse en el territorio del enemigo y acabar con ellos de una buena vez. Después de aquella demostración de fuerza, nadie entre la nobleza y militares de la Guardia y las otras fuerzas se negaron a los deseo de su reina. Entre todos los soldados atlantes había una mezcla de respeto, miedo y admiración por su Reina y, sobre todo, la percepción de que no serian derrotados.

Así pues, con la moral por la estratosfera, los atlantes avanzaron, con ojo avizor por un terreno que no les era conocido, pero que seguro no arrojaría alguna sorpresa. Como si la naturaleza les hubiese prestado atención, las aguas comenzaron agitarse. Acto seguido, valiéndose de los sensores de los sumergible, se enteraron que en la superficie de había desatado una gran tormenta.

La moral, que hasta ese momento estaba por los cielos, se desvaneció, ante lo que parecía ser un mal augurio. Y se resintió aun más cuando del suelo y otras partes, comenzaron a surgir auratis guerreros.

—Caímos en una trampa, mi Reina.

—Nada que ver, Rondun— replicó Mera— Siempre estuvieron allí; simplemente es que algo los envalentonó.

— ¿La tormenta?

—Es probable.

—Todo el mundo a sus puestos de batalla— gritó el capitán atlante.


En la Costa Suroriental de Cuba.

A pesar del nefasto clima que estaba azotando la costa cubana, el Jet pudo llegar al punto de encuentro y rescatar a los técnicos y al equipo para, acto seguido, desembarcar a los miembros del grupo especial y elevarse por los cielos hacia el puesto de control.

—Lo agentes notifican que el perímetro esta armado. Los soldados cubanos están cooperando— dijo una gigantesca figura de color verde limón y rojo.

—Excelente— replicó una mujer embutida en un traje negro y verde que llevaba los símbolos de la Agencia Interamericana De Asuntos Metahumanos— ¿Qué hay de los civiles?

—Fueron reubicados rápidamente.

—No me agradan del todo pero no puedo dejar de reconocer que la disciplina cubana es loable— comentó una figura de negro y una bandana roja cubriendo su cabeza. El tipo parecía el resultado de una noche de pasión entre un motero y un pirata— Bien, gran Jefa ¿Cuál es el plan?

—Menagerie y yo daremos cobertura aérea— comenzó Fuego mientras miraba a sus compañero— Imán, serás la artillería pesada; le darás cobertura los demás. Estas criaturas, a pesar de su forma coincidente con la humana, no lo son; no han dado muestra de inteligencia o intención de comunicarse. Por lo tanto, se les consideran hostiles y se les ha dado un estatus inferior al humano. Se les ha clasificado como plagas.

— ¡Qué conveniente!— comentó Mapanare.

—Y como plagas se les tratará— continuó Fuego— Por lo tanto, está autorizado el uso de fuerza letal.

—Son demasiados, sin importar que tengamos permitido el uso de fuerza letal— replicó El Dorado, quien solía guardar silencio en ese tipo de reuniones.

—Entonces haremos una demostración de fuerza que los haga retroceder— Imán acto seguido desplegó un mapa holográfico de la zona— Si logran concentrarlos en estos tres puntos, yo podré hacer un despliegue de fuego que seguro hará que se lo piensen dos veces.

—Excelente— replicó Beatriz(3) — una vez que terminemos aquí, debemos proceder a otras zona de la isla a dar apoyo a los militares.

—Ahorrare munición.

—Bueno, tienen sus órdenes. Guardianes, manos a las obras.


Mar de los Sargazos. Frontera con el Reino de Atlantis.

La batalla estaba resultando un hueso duro de roer. Los auritas a pesar del cambio en su apariencia y actitud, no resultaron ser un enemigo temible en la última batalla. Al parecer, su confianza estaba en el numero y en las criaturas monstruosa que comandaban; cuando la Reina Mera mató a la ultima barracuda gigante estos perdieron todo el empuje, hasta la llegada de la tormenta. Ahora los auratis estaban peleando con una ferocidad nunca antes vistas por los atlantes; aquella furia solo podía entenderse de una forma: algo había despertado su sed de sangre.

—De la noche a la mañana estos malditos han descubierto su hombría.

—Mantenga el ritmo capitán— le urgió Mera, quien en ese momento se estaba batiendo junto a los guardia real y la infantería, mientras los sumergible se mantenían a la distancia.

—Necesitamos aumentar nuestra potencia de fuego— arguyo el capitán de la guardia.

—Debemos contenerlos en un punto— agregó Mera, mientras miraba en todas las dirección. Aquella batalla se estaba dando en campo abierto; debían encontrar un lugar donde arrinconarlos y concentrar todo el fuego de las naves para acabarlos de una buena vez antes de que trajesen refuerzos.

La idea era sencilla pero, a pesar del clima, los atlantes lograron arrinconar a los auratis en un pequeño promontorio. Se preparaban para torpedearlos con sus naves cuando, de repente, todo tembló. Las criaturas comenzaron a aullar enloquecidas.

— ¿En serio, de nuevo?— inquirió el Capitán Rondunn.


En la Costa Suroriental de Cuba.

El Gaucho avanzó con rapidez por la playa. La arena, húmeda por la lluvia, dificultaba su movilidad, pero hacia tiempo el vigilante argentino se había preparado para luchar en los peores escenarios. Llevó su mano al cinturón. Allí encontró en uno de los bolsillos una serie de dagas. Estaban hechas de un acero resistente, liviano, muy bien balanceado y diseñado siguiendo las especificaciones que su buen camarada y aliado, Batman (si es que el Caballero Oscuro tiene algún amigo) le había facilitado años atrás.

Arrojó las dagas con fuerza. Éstas, como si tuviesen voluntad propia, volaron directamente hacia donde había apuntado el Gaucho. Tres auratis cayeron al piso sangrando profusamente. Se detuvo y realizó la misma acción; de nuevo tuvo el mismo efecto pero se percató de que el número no menguaba. Pensó, durante unos segundos, en usar unas nudilleras eléctricas que tenía, pero recordó el entorno donde se encontraban y desistió. Al final, decidió que les pegaría a aquellos bichos con todas sus fuerzas. Al fin y al cabo, conocía algunas técnicas letales que no había probado por temor a cruzar la línea entre el vigilante y el ejecutor.

El Dorado, como buen soldado y estratega que era, se percató con rapidez de que aquellos engendros carecían de estructura jerárquica de mando, pero si tenían una estrategia de ataque que le recordaba a las de los grandes felinos. No sería fácil confundirlos y asustarlos pero al menos podría causarle el suficiente daño, sacarlos de balance. Ya convencido de qué hacer, desenfundó un cuchillo militar y desapareció en el aire, para segundo después aparecer al lado de los diferentes adversarios y degollarlos con rapidez. Tanto sus compañeros como los auratis, lo único que vieron fue un borrón que se encontraba en todas partes, y luego sendos chorros de negra sangre brotando por doquier. Los seres abismales caían al suelo pero los truenos no dejaban escuchar el sonido del chapoteo.

La idea de matar a aquellas criaturas no le gustaba para nada a la Mapanare. Por su formación como biólogo se sentía incómodo ante la idea de tratar a aquellas criaturas como una plaga. No es que tuviese asco a la hora de quitar una vida; su traje, el Ouroboros, lo compelía a ellos todo el tiempo pero no deseaba despegarse de su naturaleza valiéndose de excusas tan malas. Él hubiese preferido estudiarlos, someterlos por la fuerza, espantarlos pero no darles muerte. Aquellos eran los momentos donde se arrepentía de haberse unido al grupo. El era un científico, no un soldado.

Rápidamente entró en contacto con el campo morfogenético de la Tierra, buscó un lagarto que pudiese caminar sobre las aguas. Rápidamente dio con el lagarto jesucristo(4), un tipo de basilisco. Sus piernas se adaptaron, sus sentidos también. Agregó también a sus brazos la velocidad de la serpiente, y a sus garras, la potencia del mordisco del caimán. Armado con todas estas bestias, el guerrero se lanzó a las aguas entre los hombres peces. La sangre no tardó en manar con fuerza, creando una lluvia pestilente y carmín. Cuando Rafael se hubo internado en las profundidades de la playa, cambio rápidamente. Esta vez evocó las capacidades del cocodrilo de agua salada. Los auratis sobrevivientes recordarían aquel día con mucho terror.

A Menagerie le estaba costando volar con aquella lluvia, tenían que preocuparse por el agua, el viento y los rayos. Aun así, maniobró lo suficiente para lanzar una andanada de simbiontes devoradores. Aquellas criaturas poseían la peculiaridad de una vez entraban en contacto con el material biológico, comenzaban a devorarlo y a reproducirse a gran velocidad, eran como pirañas, y su forma de matar no era nada agradable. Con cuidado la mujer adaptó su vuelo, descendió y mutando sus manos en garras, aprovecho para pasar entre las criaturas, destrozándolas.

Si la imagen de la Mapanare aterrorizaría a los auratis sobrevivientes, la de Menagerie traumaría a toda una generación. Por su parte, Fuego sufría el mismo inconveniente que aquejaba a Menagerie; peor aún, cada vez que una gota de agua entraba en contacto con ella se creaba una nube de vapor, por suerte el viento la dispersaba en un tris. Durante unos segundos Beatriz pensó en bombardearlos con fuego desde el aire, pero recordó el vapor y acto seguido consideró que aquello entorpecería la labor de sus compañeros. No le quedaba otra que hacer las funciones de lanzallamas de corto alcance. Descendió y se acercó a los grupos de auratis en la orilla, a los cuales atacó con una llamarada. En pocos segundos cayeron como moscas, y el fuego les causó un miedo inmediato que los demás no alcanzaron a emular.

En poco tiempo los Guardianes del Sur habían dado cuenta de los auratis y los habían puesto en posición.

—Imán, son todos tuyos.

##Copiado, jefa. ##

El acorazado azteca no dudó ni un segundo. Desplegó lo que parecían ser soportes, mientras que de su espalda surgía una especie de cañones. A una orden suya, estos comenzaron a vomitar una serie de cohetes hacia las coordenadas específicas. Estos impactaron con fuerza, elevando un muro de vapor, arena y fuego. Además de un sonido tan atronador que acalló la lluvia durante un buen rato.

Cuando todo cedió, la gran tronera estaba siendo cubierta por el agua y los auratis que quedaba corrían hacia lo más profundo de la playa. Diego se preparaba para cantar victoria, y decir que el brindaba los mojitos y los moros con cristianos o los platos de arroz a la cubana, cuando de repente una extraña criatura, que parecía ser la mezcla de una anguila con una serpiente, surgió desde las agua, y sobre ella una hermosa pelirroja vestida de verde y armada con un tridente.

— ¿En serio?— se escuchó la voz de la Mapanare por los comunicadores.

—Señores, debemos ayudar a esa preciosidad— agregó el Gaucho.

—Con cuidado, amigo mío— replicó Beatriz por el mismo medio— Si esa mujer es quien creo que es, te diré que 1) está casada y 2) es de armas tomar.

—Ché, así me gustan las minas a mí, me lo bancare. Y ya veremos.


Mar de los Sargazos. Frontera con el Reino de Atlantis.

Esta vez el enfoque del cual se valió Mera para hacerle frente a la anguila con esteroide fue diferente. Aun no se sentía del todo recuperada por el despliegue de hace días; por lo tanto optó por usar la fuerza. Apoyada por los sumergibles y los infantes y protegida por una armadura de agua semisólida, se acercó a la criatura. Tridente en mano la atacó lo más cerca de la cabeza que pudo; en otro momento aquello habría sido suficiente para disuadir a la criatura, pero en aquel momento, poseída por la sed de sangre, la anguila se enfureció y trato de librarse de la fuerte de dolor, haciendo algo sencillo, exponiéndola al entorno más hostil que conocía: la superficie.



En la Costa Suroriental de Cuba.

Fuego y Menagerie se acercaron todo lo que pudieron a la bestia, mientras que la Mapanare, valiéndose del poder de los cocodrilos de agua salada, nadaba bajo las aguas directo a la parte oculta de aquella monstruosidad. El plan era sencillo, atacarlo lo suficiente, ayudar a la mujer y poner a la criatura en rango de tiro, para que el Imán pudiese hacer su ataque.

—Tengo visual, ¿Qué dicen tus archivos, Imán?

##Figura como Mera, Reina de Atlantis es la Señora de Aquaman. Descargando a los comunicadores programa de traducción castellano atlante. Tienes rango para hablar con ella, jefa.##

##¡De pelos! Grandulón##— la risa de Diego resonó por el comunicador— ##Menagerie.##

##Te escucho.##

##Es hora de que hagas arte.##

##Copiado.##— la heroína se elevó con cuidado. De nuevo estaba preocupada por los elementos. Esperaba que su disparo fuese certero, sino la pelirroja lo pasaría mal. Soltó a los devoradores. Estos cruzaron los cielos y algunos se desviaron por la brisa, pero unos cuantos dieron de lleno en el monstruo .Cuando comenzaron su labor, la bestia aulló con fuerza y comenzó a zarandearse. Aquella fue una señal inequívoca de que Rafael estaba haciendo su trabajo.

Por su parte Fuego, con mucho cuidado comenzó atacar a la criatura. Si Mera, estaba al tanto de la ayuda no daba señal de percatarse de ello. La mujer seguía aferrada al tridente, como tratando de ampliar la herida. Al cabo de un rato, cuando volvió a pasar volando, y luego de que Pamela le notificara que se retiraba, Beatriz pudo ver con claridad lo que pretendía Mera.

Alzó la mano y concentró toda el agua de lluvia, hasta que creó una especie de lanza con una punta muy aguda para, acto seguido, introducirla con fuerza por la herida. La sangre, oscura y pestilente, manó en todas las direcciones mientras que la bestia aullaba con fuerza.

—Esta desfalleciendo, trata de darle un buen golpe.

##Trataré.##

Los cohetes del Imán cruzaron los cielos con un estruendoso silbido mientras que la criatura se desmayaba y la Reina de Atlantis saltaba por los aires, giraba a la perfección y hacía un clavado digno de una medalla de oro. Los proyectiles hicieron estallar a la bestia. Mientras que el atronador sonido acallaba, otra vez, a la tormenta. De nuevo, cuando el vapor y la sangre menguaron, los Guardianes del Sur observaron a un cadáver destrozado flotando por las aguas.

##Excelente trabajo, compañeros— soltó Beatriz por el comunicador— ##¿Alguna señal de Mera?

—Los sensores no detectan nada.

##Y mis sentidos menos.##

##¿Y la Mapanare? .##

##Ese boludo está saliendo del agua. .##

—Diez minuto de descanso, aun falta mucho por hacer playa arriba.

##Copiado.##— replicaron al unisonó.


Mar de los Sargazos. Frontera con el Reino de Atlantis.

Mera no tuvo tiempo de dar las gracias, seria la próxima vez que viese a ese dispar grupo. Bajo las aguas se estaba librando una guerra sin igual y sus hombres necesitaban verla, seguro estaría preocupados y temiendo lo peor. Debía volver victoriosa, llena de sangre de la anguila, y con ellos levantaría los ánimos. Faltaba poco para llegar a la base de los auratis y ponerle un fin de raíz a todo ese dilema, con suerte volvería a Poseidonis como una reina victoriosa y ya Arthur estaría esperándola. Tenía mucho que contarle.


Varios días después. Brasilia- Brasil, Sede del A.I.D.A.M.

—Aquí tiene toda la información sobre el Verdugo, el Doctor Sivana, Sus inventos, la disección de los hombres peces traídos de Cuba, y todos los datos y perfiles del grupo, tal como lo pidió, señor.

—Muchas Gracias Joao— dijo la persona que recibía la información mientras conectaba la unidad portátil de información a una especie de ordenador portátil. Este comenzó a procesar los datos, los encriptó y una vez que terminó, en la pantalla hizo acto de presencia el icono de una corona. El hombre lo tocó, mientras observaba al buen Joao partir— King estará satisfecho con tu desempeño, puedes contar con ello. Y tal vez con un ascenso. Faraday es un tipo hábil y agradecido. Los zorros viejos suelen ser así.

Continuara…


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Referencias:
1 .- Una maestría (también llamada máster o magíster) es un grado académico de posgrado. Una maestría oficial de posgrado se consigue al completar un programa de uno a dos años
2 .- Acrónimo para la Agencia Interamericana de Asuntos Metahumanos, un organismo supranacional latinoamericano para el control de las actividades metahumanas.
3 .- Beatriz DaCosta a.k.a. Fuego, líder de Los Guardianes del Sur y exmiembro de la Liga de la Justicia y los Guardianes Mundiales.
4 .- El lagarto Jesucristo es conocido también como basilisco. Recibe este “sobrenombre” por su habilidad para caminar sobre las aguas.

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2 comentarios :

  1. Un número realmente trepidante en el que la línea argumental protagonizada por Aquaman y el Amo del Océano deja de nuevo paso a la protagonizada por Mera y su conflicto bélico, sumándose en esta ocasión unos invitados de lujo, como son los Guardianes del Sur, grupo que ya nos presentara Guillermo en aquel número de Showcase.

    Y poco más puedo añadir, salvo que he disfrutado mucho con este nuevo capítulo que es un no parar de su mismo comienzo y que me alegra que el trabajo realizado por nuestro autor cuando nos presentó a este nuevo grupo de héroes de América del Sur no se haya quedado en el limbo, y que se integren con total normalidad en nuestra continuidad.

    ¡Buen trabajo!

    Y la portada de Roberto Cruz, pues muy bien también. Quizá no sea una de las más espectaculares que le he visto a Roberto, pero plasma perfectamente una de las escenas del fanfic, a la vez que nos muestra a los héroes protagonistas. ¡Muy chula!

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    1. Pues me queda decir que Muchas Gracias, espero que el próximo este a la altura. Para los Guardianes tengo otros dramones por allí.

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