Green Lantern Corps nº04

Título: El nuevo rey
Autor: Carlos Fortuny
Portada: Fred Benes y Roberto Cruz
Publicado en: Marzo 2015

Lo que en principio parecía que sería una sencilla misión para John y sus tres reclutas se ha convertido en una pesadilla. Thormon ha muerto, John está fuera de juego, y la principal sospechosa es la reina Iolande, ¿Podrán Isamot y Maro hacer frente a la situación?
Hace billones de años, una raza de inmortales aprendió a aprovechar la más poderosa fuente de energía existente. Esa energía alimentaría unos anillos que serían entregados a unos pocos elegidos en el universo, aquellos con la voluntad de superar su mayor miedo. Juntos, esos tres mil seiscentos elegidos forman la mayor fuerza pacificadora del Universo. Ellos son...
Green Lantern Corps creados por John Broome y Gil Kane

En capítulos anteriores: John Stewart, acompañado de los reclutas Thormon, Isamot y Maro, parte hacía Betrassus en un intento de que autoricen al Corps a operar en ese planeta. No parece una tarea fácil puesto que la reina Iolande es muy recelosa de hacerlo, sobre todo porque Hal Jordan está al cargo del mismo. Mientras John trata de suavizar la situación, Thormon es envenenado durante la cena de bienvenida ofrecida en palacio y todas las pruebas indican que ha sido la mismísma reina Iolande la que está detrás de todo.

Habitación de la Reina Iolande, Palacio Real, Betrassus. Sector 1417

El sauriano no se sorprendió al ver que la reina aún conservaba su habitación. Solía ocurrir: la realeza nunca iba al calabozo con el resto de la escoria; no, se le solía dejar encerrada en sus aposentos, como si aquello fuese justo, como si estuviesen por encima de la ley. Aunque, si de verdad era la responsable de la muerte de un Lantern, no se libraría tan fácilmente.
A pesar de que algo le decía al recluta que la reina era inocente, no podía ignorar las pruebas. Todo apuntaba a que ella era la responsable de la muerte de su compañero y no se lo iba a poner fácil.

-Buenas tardes Majestad.- dijo Isamot de mala gana.

La reina le dirigió una mirada altiva desde un carísimo sillón del que no se había levantado. La habitación en si era todo lo ostentosa que se podía esperar de una reina. Pero lo que más llamaba la atención en ella era su mirada: se notaba que estaba desconcertada, que no sabía cómo había acabado en aquella situación, pero que fuera como fuese no iba a perder la compostura.

-¿Viene a encerrarme Lantern?- preguntó la reina desafiante.
-No, investigo la muerte de mi compañero.
-¿Investiga la muerte de su compañero? ¿Es que acaso no ha visto el video ni hablado con el “bueno” de Zego?- preguntó algo sorprendida pronunciando con retintín la palabra “bueno”.
-Si.- dijo el Lantern guardando unos segundos de silencio antes de continuar.- Aun así hay algunos detalles que no me cuadran.

Era evidente que la reina no esperaba que nadie le ayudara, y todo aquello la había cogido por sorpresa. Sin perder un segundo se agarró a lo que podía ser su última esperanza.

-Tiene que creerme Lantern, yo no asesiné a su compañero. No quería que vigilaran este sector. No me gusta su nuevo líder pero aun así nunca hubiera atentado contra ninguno de ustedes. No tenía ninguna necesidad…- La reina estaba bastante desesperada, pero aun así conseguía mantener perfectamente la compostura.
-Aquí hay algo raro, de eso no cabe duda, pero ni por un momento se piense que me ha convencido. Que haya extrañas circunstancias no quiere decir que no sea usted la culpable de todo esto.
-Lo único que le pediré es que siga investigando para descubrir la verdad. Nada más.

A ninguno de los dos se les escapaba la ironía de que la salvación de la reina estaba en manos de los Lanterns, a quienes no quería en su sector y cuya ayuda había rechazado anteriormente. Pero ahora eran su única posibilidad. Isamot contempló a la reina en silencio. Verla solo aumentaba sus dudas sobre que fuera una asesina. Le parecía imposible pero, aun así, necesitaba alguna prueba. Y eso le habría pedido de no ser porque la reina se adelantó.

-Hable con mis súbditos: ellos le dirán que yo nunca perpetraría un asesinato. Y en particular hable con mi sierva personal, Mili. Ella le dirá que en el momento en el que supuestamente hablaba con Zego yo estaba dándome un baño.
-¿Tiene una coartada con un testigo?- preguntó Isamot sorprendido.
-Sí, pero de momento ha servido de poco. Dicen que podría tener amenazada a Mili, y sino igualmente miente, pues el video es una prueba más que evidente…- dijo la reina algo desolada.
-Pero…- se aventuró a decir el Lantern, aunque tardó un poco en formular su pregunta.- ¿Quién sale ganando con todo esto? Si no ha sido usted ¿quién?

Ambos quedaron unos instantes en silencio manteniéndose la mirada hasta que finalmente Iolande abrió la boca.

-No lo sé…

A pesar de su respuesta estaba claro que la reina tenía algún nombre en la mente.


Sala médica, Palacio Real, Betrassus. Sector 1417

La noche había caído e Isamot había aprovechado toda la tarde para interrogar a todos los guardias y sirvientes de palacio. La opinión de éstos había variado bastante, aunque era cierto que la gran mayoría veían a su reina incapaz de asesinar a nadie, y mucho menos envenenándolo. Además, todos los que habían opinado que la reina podía ser culpable eran guardias, un detalle que no escapó al sauriano. Aun así, esto no había indicado nada al Lantern .Era verdad que hacía que viera aún más difícil que Iolande fuera culpable, pero no servía como prueba.
Fue Mili la que convenció del todo a Isamot. Mili era una chica adorable, de las que te animan sólo con una sonrisa. Se la veía buena y sincera y, aunque Isamot le hizo alguna pregunta difícil, la chica siempre respondió con sinceridad. Aquello si serviría como prueba, o eso esperaba el sauriano.

Después de todo esto, el recluta había regresado a la sala médica, a reflexionar y a ver como seguía el estado de John. El Lantern John Stewart seguía estable, mejorando poco a poco. Maro no se había separado ni un momento de su lado.

Los dos reclutas habían pasado buena parte de la noche hablando sobre el caso .Bueno, Isamot había hablado y Maro escuchado. Dado que las comunicaciones seguían cortadas y su instructor inconsciente, Isamot había decidido que a primera hora de la mañana informaría a Ragnar, el hermano de la reina, de todo lo que había descubierto y sospechaba.

No fue hasta bien avanzada la noche, cuando Isamot dormía en unos sillones mientras Maro seguía con la mirada clavada en John, que el Lantern de la Tierra despertó. Las máquinas enseguida iniciaron su carnaval de sonidos anunciando el estado consciente del Lantern. Enseguida unos médicos entraron a comprobar su estado. Al parecer aún tenía mucho que descansar, pero John se estaba recuperando perfectamente, no habría secuela alguna.

En cuanto los médicos abandonaron la habitación, Maro no dudó ni un segundo en abrazar a su instructor.

-Vale, vale… Estoy bien.- dijo John con una pequeña sonrisa.- ¿Qué ha pasado?

A Isamot le llevó más de una hora poner a John al corriente de todo lo acontecido. Y y es que, aunque tampoco es que fuera una historia muy larga, John insistió en conocer todos los detalles, pues siempre había sido una persona bastante meticulosa. Lo siguiente que hizo el Lantern humano fue intentar ponerse en pie, pero Maro enseguida tuvo que sujetarlo; aunque estaba bien, su cuerpo estaba aún demasiado débil para sostenerlo.

-Maldita sea…- se quejó John mientras lo devolvían a su cama.- Creo que vais a tener que seguir trabajando por mi…

A John no le gustaba nada dejar aquella misión en manos de los reclutas pero ahora mismo no estaba en condiciones y lo aceptaba. No obstante, aquella misión no parecía tener un riesgo de vida real. Era tan solo investigar en un lugar lleno de guardias .Claro que, por otro lado, ya había muerto un recluta en una misión que teóricamente no entrañaba riesgo.
John bajó la mirada al suelo… Apenas acababan de empezar y ya había perdido a uno, ¿Cuantos reclutas más morirían? ¿Estaba de verdad algún recluta listo para salir a patrullar? ¿Lo estarían alguna vez? Maro no dudó un segundo en apoyar su mano en el hombro del Lantern, al parecer el pequeño había captado perfectamente los pensamientos de su instructor. Y aunque no hablaba, John entendió perfectamente el mensaje.


Palacio Real, Betrassus. Sector 1417

Por orden de John, Isamot y Maro avanzaban por los elegantes pasillos de palacio con la intención de reunirse con el príncipe Ragnar. Ya desde la sala médica habían escuchado extraños sonidos, explosiones como fuegos artificiales o algo así. Después los pasillos dejaron claro que algo pasaba .Multitud de guardias y sirvientes corrían de un lado para otro con sus mejores galas y detener alguno era del todo imposible. Unos iban cargados de ropa, otros de comida, regalos o vajillas. Todo tipo de cosas.
Finalmente Isamot consiguió detener a uno de los sirvientes cargado con algunos tipos de instrumentos musicales.

-¿Qué… Qué pasa?- preguntó el sirviente algo apurado.
-Eso digo yo. ¿Qué pasa? ¿A qué viene tanto alboroto?- preguntó Isamot sin soltar al sirviente, que parecía dispuesto a echar a correr en cuanto lo soltaran.
-Es la coronación. ¡La coronación del rey Ragnar!- dijo el sirviente entre entusiasmado y asustado.

Aprovechando que Isamot aflojó su agarre por la sorpresa, el sirviente echó a correr. Era un día muy importante y llegar tarde podía ser duramente castigado.

-Sí que se han dado prisa en buscarse un nuevo rey.- dijo un Isamot bastante irónico.- Casi ni 24 horas…

Los reclutas decidieron que era mejor informar a John que seguir con su plan inicial. Así que pidió al anillo que abriera un canal de comunicación. Al parecer sí que funcionaba siempre que fuera dentro del planeta.

-Jefe, no te vas a creer lo que están montando aquí…- dijo Isamot en cuanto se abrió el canal de comunicación.
-##¿Qué pasa?##
 -El principito que tanto nos adoraba. Hoy es su coronación…

Se hizo el silencio, y el sauriano empezó a dudar que su anillo funcionase bien.

-¿Sigues ahí jefe?
-##Te he escuchado… Reuníos con Iolande y esperadme allí.##
-Pero…
-##¡Es una orden recluta!##

Isamot asintió de mala gana, no veía nada claro que su instructor pudiera ponerse en pie y andar hasta los aposentos de la reina. Pero no diría nada más.


Habitación de la Reina Iolande, Palacio Real, Betrassus. Sector 1417

Los dos reclutas del cuerpo de policía intergaláctico, más comúnmente conocido como Green Lantern Corps, no tardaron demasiado en atravesar los diversos pasillos y salones que conducían a la estancia de la reina Iolande pero, al llegar allí, descubrieron que las medidas de seguridad se habían multiplicado. Apenas un día antes Isamot había entrado en la habitación sin compañía y tan solo dos guardias custodiaban la entrada, ahora el número de guardias parecía alcanzar las dos docenas.

-¿Qué es esto?- preguntó el sauriano sorprendido.
-Me temo que deben acompañarnos señores Lanterns.- dijo uno de los guardias dando un paso al frente, un hombre rudo que parecía haberse enfrentado a un sinfín de situaciones peligrosas.
-¿Por qué?- fue lo único que salió de la boca del lagarto, que ya estaba listo para atacar.

A su lado el pequeño Maro fruncía el ceño y también se preparaba para apoyar a su compañero.

-Mi señor, el rey Ragnar ha accedido a los deseos de vuestro líder. Así que os reuniréis en el gran salón junto a ellos e Iolande para discutir el castigo de esta.- respondió el guardia de mala gana.- Vuestro líder ya os espera allí.

Algo olía tremendamente mal pero, por el momento, los reclutas no podían hacer otra cosa que obedecer. Si de verdad tenían a John, no podían arriesgarse a empezar un enfrentamiento.

-Está bien…- accedió finalmente el sauriano relajando su postura.

Enseguida los guardias formaron a su lado, a la vez que dejaban un pasillo por el que apareció Iolande quien, a pesar de los grilletes que decoraban ahora sus muñecas, mantenía su porte regio. La reina miró a los Lanterns y éstos le devolvieron la mirada, pero ninguno dijo nada. Si había algo claro es que la antigua reina de Betrassus temía por su destino.


Salón del Trono, Palacio Real, Betrassus. Sector 1417

-Me preocupa bastante como le está afectando el poder a su alteza.- dijo un cansado John con algo de sorna.bHacía rato que habían conducido al antiguo militar estadounidense a la presencia del recién coronado rey Ragnar.

El hermano de Iolande no había dudado ni un segundo en colgarse el anillo del difunto Lantern Thormon Tox, el mismo que ahora pertenecía a su hermana. Fuera como fuese, a John no le gustaba nada que el rey se hubiera apropiado de él, al igual que tampoco le gustaba lo rápido que había accedido al trono. Estaba claro que el amable chico al que habían conocido a su llegada ya no existía o, aun peor, no había existido nunca. ¿Pero quería aquello decir que Ragnar había matado al recluta? ¿Para qué? ¿Para acceder al trono? La verdad era que carecía de pruebas, John solo tenía conjeturas. Además lo tenía todo en contra. Si Ragnar era culpable ¿cómo le iba a convencer de que restableciera a su hermana en el poder para encerrarse a sí mismo?

-Me temo que no es algo que a usted deba preocuparle.- contestó el rey con algo de malicia.- ¡Ah, por fin llegan el resto de nuestros invitados!

La antigua reina Iolande llegó junto a los dos reclutas. Éstos se acercaron al centro de la sala donde esperaba John mientras el par de docenas de guardias ocupó posiciones alrededor del salón donde ya había apostados muchísimos guardias.
John no pudo sino alejar todas sus preocupaciones en aquellos momentos para dedicarle unos segundos a la reina. Jamás había visto a otra mujer que llevara con tanta dignidad, porte y elegancia unas cadenas. Y es que, a pesar de todo lo que se había rodeado Ragnar (sus ropajes, sirvientes, su mirada altanera y la altura que concedía el trono), si observabas a los hermanos, era Iolande la única figura regia que encontrabas en la sala.

-Esto está infestado de soldados, no puedo ni contarlos…- se quejó Isamot.
-##106 guardias Lantern Isamot.##- contestó el anillo ipso facto.
-Vaya que útil.

Isamot guardó silencio en cuanto John e Iolande le dirigieron una dura mirada.

-Bien mis queridos Lanterns, podéis abandonar el planeta cuando lo deseéis. Betrassus no desea la protección de los Lanterns pero tampoco les desea ningún mal.- dijo el rey divertido.
-Me temo que no podemos irnos.- respondió John que, como aún no estaba en plenas facultades, se apoyaba en unas muletas construidas por su anillo. Podría haber creado una silla o una cama pero no habría sido lo más adecuado para hablar con un rey.

El rey Ragnar lo miró divertido. Casi se podía leer en su rostro las ganas de que los Lantern atacaran para masacrarlos pero a John se le había ocurrido algo.

-Es cierto que no tenemos ninguna jurisdicción aquí si no queréis que patrullemos vuestro sector pero, como Lanterns que somos, nos llevaremos a nuestro caído…- empezó a decir John haciendo una pausa.
-Por supuesto.- dijo Ragnar algo aburrido, acompañando sus palabras con un movimiento de su mano. Había esperado que los Lantern le dieran más guerra.
-También nos llevaremos nuestro anillo.- dijo John señalando el anillo que el rey llevaba al cuello.- Y a los culpables del asesinato de Thormon.

El rey pareció despertar algo más animado. Aquello empezaba a seguir más el camino que había esperado.

-Me temo que no puedo acceder a esas peticiones. Mi hermana será juzgada aquí, y esta baratija.- dijo mirando el anillo.- le pertenece y, por lo tanto, pertenece al pueblo de Betrassus. Me parece agotador tener que repetiros que no tenéis jurisdicción aquí… Pero podéis llevaros a Zego. Al fin y al cabo, él fue el asesino.- concluyó con una sonrisa.
-Siempre que un Lantern es asesinado tenemos jurisdicción.- fue la única respuesta de John, quien empezaba a estar más enfadado que cansado.

La tensión casi se podía cortar. El rey contemplaba el serio rostro de John con una sonrisilla bobalicona y, mientras, muchos de los oyentes contenían la respiración sin darse cuenta.

-¿Es tu última palabra?- preguntó finalmente el rey.

John no contestó. Sólo le mantuvo la mirada.

-Muy bien. Encerrarlos a todos. Estos Lanterns insisten en quebrantar nuestras leyes.- anunció el rey divertido.
-¡No hermano! ¡No puedes! Yo soy culpable, no ellos…- se quejó Iolande.
-Tú hermano hace tiempo que tenía este final previsto.- dijo John formando un campo de energía que protegiera a Iolande y a los Lanterns.- Por suerte para nosotros, yo también.

Los disparos de las armas láser rebotaron en el escudo de energía de John sin suponer un gran peligro.

-Novatos, ha llegado la hora de la verdad.- dijo John más serio que nunca.- Ya he tenido una baja, no quiero ninguna más. ¡Abrid una ruta hacia el exterior!

Isamot y Maro se pusieron firme y asintieron a la vez. Acto seguido, ambos salieron a luchar abandonando la protección que les ofrecía el escudo de John.

-¡En cuanto a ti, es hora de que sepas lo que significa ser un Green Lantern!- dijo John solemne a la vez que un constructo con forma de mano se acercaba hasta Ragnar y le robaba el anillo.

El rostro del rey se descompuso al ver con qué facilidad le habían robado su baratija, que nuevamente recaía en las manos de su hermana. Al entrar en contacto el dedo de la antigua reina Iolande y el anillo, el traje se formó al instante y gracias, a la energía del anillo, enseguida consiguió reventar las esposas que le sujetaban las manos.

-No te alejes de los dos novatos. Yo os seguiré enseguida.- dijo John cubriendo su cuerpo con una armadura cuya función era más la de ayudarle a moverse que la de protegerle.
-¡¿Qué?! ¡Tenemos que derrotar a mi hermano!- se quejó Iolande.
-No estamos en condiciones y son demasiados. De momento debemos conformarnos con sobrevivir.- respondió John con una seriedad difícil de rebatir.
-Pero… No puedo… No puedo abandonar a mi pueblo…
-¡Iolande!- le gritó el Lantern intentando hacerla entrar en razón.- ¡Si luchamos ahora moriremos!. ¡Te juro que volveremos! Arreglaremos esto… Pero no hoy…

La reina dudó unos instantes mientras una lluvia de plasma y láser se estrellaba contra el ya maltrecho escudo de John, pero finalmente asintió. Iolande voló detrás de los reclutas que habían abierto un camino a base de destruir paredes y techos. Mientras John cubría la retaguardia, enseguida llamó la atención de éste que el propio rey Ragnar se sumara a la ofensiva.

-¡¡No os he dado permiso para marcharos!!- gritó el rey furioso mientras sus dedos se empezaban a estirar de una forma sobrenatural.

John bajó la guardia extrañado por el fenómeno ocurrido en la mano del rey. Sus dedos se habían convertido en lanzas orgánicas que se estiraban más y más, una habilidad con la que no contaban los nativos de Betrassus. John levantó un escudo, pero los dedos del rey lo rodearon y se clavaron en el hombro derecho de John desde el lateral. Afortunadamente para John, no hubo más daño pues un enorme constructo con forma de Maro arrojó a todos los guardias y al rey al suelo con un potente grito. Acto seguido, el pequeño Maro sirvió de apoyo de John para salir de allí mientras Isamot e Iolande cubrían la fuga.


Espacio, cerca del planeta Betrassus. Sector 1417

La huída no había sido sencilla pero, a pesar de todas las adversidades lo habían logrado, esto llenaba de gozo a los dos jóvenes reclutas, que veían aquello como una victoria. No así lo veían John e Iolande. Habían tenido que abandonar el interceptor y el cuerpo de Thormon allí, y aquello no era lo peor: todo el pueblo de Betrassus estaba ahora en manos de Ragnar, aunque lo que más preocupaba al veterano Lantern era aquella habilidad con la que había conseguido herirlo. ¿De dónde había sacado el rey de Betrassus aquel poder?
John observó como la nueva recluta observaba desde la distancia con nostalgia su planeta.

-Volveremos y recuperaremos tu planeta… Te lo prometo.- dijo John.

Iolande le miró a los ojos y supo que el Lantern no mentía. Simplemente asintió, y es que si hubiera dicho algo posiblemente habría acabado llorando, y ella nunca permitiría que la vieran tan vulnerable.

-¿Cómo estás jefe?- preguntó entonces Isamot señalando la herida del hombro de John.

John portaba ahora un vendaje creado por un constructo de su anillo. Debería aguantar hasta que llegaran a Oa.

-He estado mejor.- dijo John con una sonrisa cansada.- Ahora volvamos a casa…

Continuará…

Si te ha gustado la historia, ¡coméntala y compártela! ;)

2 comentarios :

  1. Muy bueno el remate de historia, pinta que no se va a quedar así. En cuanto la prosa y la velocidad, el buen Carlos esta manejando esto a la perfección

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado mucho. Muy bien llevado, buen ritmo narrativo y conclusión abierta con una victoria relativa para nuestros héroes que dejan un problema sin resolver a sus espaldas. Y es que refundar algo tan grande como el Green Lantern Corps no es algo que se haga en dos días, y los inicios nunca son fáciles. En este sentido, me ha gustado la manera en que Carlos consigue transmitir la sensación de que nuestros protagonistas se encuentran en una situación aún precaria a nivel organizativo y que su línea de actuación "no agresiva" les coloca en verdaderos aprietos a la hora de afrontar un conflicto.

    Y de regalo, podemos disfrutar de un momentazo protagonizado por John: "-Siempre que un Lantern es asesinado tenemos jurisdicción.-". ¡Gran frase!

    Conclusión: otro buen episodio de una serie que no hace más que mejorar, y que te deja con muchas ganas de leer el próximo número :)

    ResponderEliminar