Wonder Woman nº18

Título: La rebelión de los Olímpicos (y VI)
Autor: Guillermo Moreno
Portada: Moisés López
Publicado en: Marzo 2014

Con el fin de rescatar a los Dioses reencarnados, Wonder Woman y sus aliados Aquaman y Black Adam deberán adentrarse en el mas infecto lugar del universo. ¿Conseguirán completar su misión sin llamar la atención del temible Darkseid?
Nací como Diana, princesa de Themyscira, heredera mortal de los Dioses griegos y su embajadora en el mundo patriarcal, donde ellos me llaman...
Wonder Woman creada por William Moult

Resumen de lo publicado: Dioses de diferentes panteones han estado reencarnandose en meros humanos por todo el mundo y Sportsmaster ha estado secuestrándolos. A pesar de los esfuerzos de Wonder Woman y Aquaman para evitarlo, el mercenario no sólo escapa con los cautivos sino tambien con Aquiles, el nuevo campeón que Zeus ha creado para traer de nuevo a sus hijos al Olimpo. Diana, acompañada por Aquaman y Black Adam, deberá infiltrarse en Apokolips si desea rescatar a todos de las garras de Darkseid.

Apokolips

En aquel oscuro paramo, rodeado de sendos  pilares ígneos y cubiertos por aquel cielo carmín, surgió de repente un estallido de luz y sonido. De el surgirían tres figuras que no entonaban con el escenario. Dos hombres y una mujer, vestidos con trajes y símbolos llamativos, y con una actitud altanera que sería puesta a prueba en segundos.


Los parademonios, alados antropoide mecánicos del señor de aquel reino, invadieron aquel siniestro cielo y, cual enjambre, se abalanzaron contra los recién llegados. Black Adam, el antiguo campeón del Hechicero, se elevó sin mediar palabra. Raudo y veloz, moviéndose a una velocidad que superaba al sonido se lanzó contra aquel maremágnum de bestias. Como un cohete, rasgó aquel oscuro manto, lanzó a muchos a gran distancia y haciendo que otros se estrellase en el suelo cuando el impacto del vuelo supersónico los alcanzó. En un tris el temible campeón de Kandaq derrotó a las huestes de Darkseid y con calma descendía para ubicarse entre sus colegas.

—Eso ha sido asombroso— susurró Aquaman a Diana, quien solo asintió.

— ¿Cuál es el plan?— preguntó el Soberano de Kandaq

—Darkseid sabe que estamos aquí— dijo Diana—Así que vendrán más.

—Lo importante es rescatar a los secuestrados— le atajó Aquaman— Yo me encargaré de eso. Ustedes denme tiempo, y cuando ya estén seguros, les aviso por el viejo comunicador— agregó señalándose al oído

—Y nos retiramos… — interrumpió Black Adam— Ignominioso y sencillo. Pero, ¿cómo nos aseguramos que esto no se repita?

—No podemos— respondió Diana— Pero podemos darle tan duro a Darkseid que lo disuadiremos de volver a meterse con la Tierra.

—Bien, entonces ustedes crucen los cielos hasta el palacio, yo iré por el drenaje.

— ¿Sabrás como ubicarte?

—Como dicen los norteamericanos, H(1) cubrió todas las bases— replicó el Rey  de Atlantis

—Entonces, manos a las obras— replicó Black Adam


No hay en Apokolips sitio más temido y odiado que El Orfanato de la Abuelita Buena. Ni las arenas de gladiadores, ni los Hornos donde los embrutecidos y alienados esclavos palean el combustible que mantendrá en funcionamiento a aquel horrible plantea, ni las perreras, ni los campos de entrenamiento, ni el barrio más miserable esta al nivel de aquel sitio. Los nativos preferirían sucumbir a cualquier mal conocido antes de ir a parar allí. Pero Ares desconocía aquello y Sportmaster no le interesaba. El primero lo hacía porque anhelaba el poder, el segundo deseaba que le pagaran lo acordado para irse de allí.

—Bienvenidos— dijo la siniestra dueña de aquel lugar, con ese extraño y andrógino hablar suyo que helaba la sangre del mercenario —¿qué regalo le traes a la abuelita?

Sportmaster miró a la divinidad y con un gesto le conminó a presentarle sus respetos. El Dios tracio dejo caer frente a la Abuela, dos fardos, uno vestida de blanco y rosa, con un estilo hortera. El otro era un amasijo de carne y sangre.

—Abuelita, te presento a Ares, hijo de Zeus— lo presentó el mercenario— Y el te ofrece a dos velados, Dj Parra y el otro se llama Aquiles Crónida, hijos de Zeus, ambos.

—Ofrece su propia sangre como sacrificio— replicó la mujer con una sonrisa— Que noble y considerado de su parte. ¿Y, tu mi chiquitín?

—El cargamento ya ha sido empaquetado y almacenado, el lote es sustancioso— respondió Sportmaster, estoicamente.

—Lo prometido es deuda— replicó la mujer con calma mientras le tendía un extraño artefacto cubico— El Amo desea que te comunique que se encuentra satisfecho con tu trabajo.

El mercenario asintió y se alejó del sitio.

—Ares, estás por tu cuenta.

—Espera… —alcanzó a mascullar el Dios, cuando sintió como una fuerza invisible lo obligaba a plantar cara a la Abuelita. Para la sorpresa de Ares, ya no estaba solo. A la extraña mujer la acompañaban dos hombrecillos, uno vestía como una especie de monje medieval, y en sus ojos había un brillo carmín único. El otro era un esperpento de piel gris, huesudo y con una gigantesca nariz.

Aquella criatura enfermiza olisqueaba a Dj Parra, como un cerdo buscando trufas.

— ¿Entonces?— preguntó la Abuela al de la túnica, quien pateó al esperpento.

—Vida, música, caos. Incontrolable, tornadizo, pero corruptible. Su don ejerce dominio, débil pero una parte de la ecuación esta— dijo la criatura con una voz gangosa

— ¿Y el otro, Desaad?— inquirió la abuela al de la túnica. El aludido le hizo un gesto a la ruina y este replicó.

—Poder. Energía, vida. Es un campeón, construido. No, la formula no es fuerte en él— De repente aquel ser reparó en el Dios de la Guerra y con una gran premura se acercó a olisquearle— él es como la lujuriosa. Contienda, voluntad, desazón. Conflicto, conflicto, conflicto, se puede pervertir, será estable. La formula es fuerte él.

— ¿Qué? ¿Qué pasa aquí?— inquirió Ares sorprendido.

—Nada, hijo— dijo la anciana— que te encuentras en el lugar adecuado.



Sportmaster recorrió los pasillos de aquel sitio con calma. Ya tenía su recompensa, por lo tanto en su mente solo había una idea: salir de aquel infierno. Compelido por ese único pensamiento, no se percató de la rejilla que se movía tras él, ni de la figura que de allí surgió hasta que fue muy tarde.

Aquaman observó a Sportmaster y no dudó en arremeter contra él cuando el momento fue propicio. Veloz como el rayo y sigiloso como un gato, el Rey de Atlántida le tomó desprevenido y le hizo una llave. Menuda fue su sorpresa, cuando aquel hombre le hizo frente. En un tris, el villano se liberó de su agarre y realizó su contraataque. En cuestión de segundo, aquel par estaban envuelto en una contienda grecorromana.

Si aquel combate se hubiese realizado en un lugar más húmedo, más natural, seguro que Arthur habría conseguido una ventaja significativa. Pero resultaba que Apokolips era un sitio reseco donde el agua no abundaba mucho. Así que el atlante no estaba muy cómodo, cosa que el mercenario parecía comprender.

Agarre tras agarre, proyección tras proyección, la pelea amenazaba con extenderse durante un buen rato, pero la fortuna le sonrió al Rey de los mares. Un temblor, tal vez producto de una fiera reyerta, hizo que ambos hombres perdieran el equilibrio, cayendo ambos al suelo, para desgracia del mercenario el héroe le cayó encima robándole todo el aire de los pulmones. Aquellos minutos fueron aprovechados por Arthur quien no tardó en apresarlo con fuerza.

—Se acabo tu suerte, patán— masculló un enfurecido Aquaman— es hora de que compenses a la humanidad por tus crímenes



Wonder Woman y Black Adam surcaron los cielos de Apokolips a gran velocidad. Valiéndose de toda su potencia para arrojar a los parademonios del cielo. Poco le importaba a la Reina el destino de éstos o el salvajismo que desplegaba su compañero; la única cosa que le importaba en ese momento eran ajustar cuenta con el tirano y darle tiempo a Aquaman.

Al cabo de un rato, aquel par de héroes llego a la cámara principal de Darkseid. Para Diana no fue sorpresa alguna el hecho de que la siniestra deidad los esperaba.

Bienvenida, Su majestad— le saludo con aquel tono de voz educada y pedante que contradecía su apariencia brutal— la estaba esperando. Hacía mucho que deseaba vérmelas cara a cara con usted sin la intromisión del Caballero Oscuro o Kal-El. Pero veo que ha venido acompañada por otro campeón, uno de dioses anacrónicos, como los que usted representa.

— ¿Cómo te atreves?— se adelantó un ofendido Black Adam, para acto seguido ser calmado por Diana con un gesto.

—Yo, Diana de Themyscira, vengo Campeona y Soberana a reclamar a aquellos que has secuestrado. Os lo demandó, Soberano de Apokolips, prestad oídos a mi llamado y a la diplomacia.

Interesante, has venido como una bárbara a mi palacio. Sin invitación, me acusas de hurto y secuestro y luego me amenazas— replicó el Dios— Hoy estoy de buen animo, así que seré magnánimo, y os dejare ir con una advertencia.

—No estamos aquí para regatear cual tenderos— respondió un altanero Adam— si no para que nos sea devuelta la gente que has secuestrado.

No he robado nada— replicó Darkseid

—Y… la gente que ha sido traída…

Ha sido presentada ante mí como una ofrenda. No tengo la culpa de que las ofrendas que se me otorgaron en holocausto se han robada.

A Diana, aunque no debía, le asombro la respuesta de Darkseid. Aquel ente estaba hablando de seres vivos, de personas como si fuesen objetos. Indignada, enfurecida y consciente de que tenía que ganar tiempo, la Reina se abalanzó contra el señor de Apokolips y le conectó un puñetazo que lo arrojó contra el muro más cercano.

— ¡Maldito, monstruos!— gritó realmente enfurecida —¡Estás hablando de personas!

Conceptos encarnados— dijo— aspecto del Todo Universal, con dificultad pueden ser considerado personas.

Una figura surgió de la oscuridad y ayudo al dios a ponerse de pie. Allí al lado de un padre que lo despreciaba, velludo, gris y brutal, estaba Kalibak. A un gesto de su padre el monstruoso ser arremetió contra Diana. Grande fue su sorpresa cuando se encontró con una muralla conocida como Black Adam.

—Me haré cargo de esta bestia—  dijo el antihéroe, mientras le regalaba al hijo relegado una buena combinación del 1-2.

Diana por su parte no perdió tiempo y atacó a Darkseid conectándole una serie de golpes precisos en el rostro. Al cabo de un rato, el villano comenzó a detenerlos, y en unos segundos se encontraban en un duelo de talento. A cada golpe de la amazona, este replicaba con otro, desde el punto de vista de Black Adam y Kalibak, estos parecían estar ejecutando una enrevesada coreografía.

Tu resistencia es fútil— dijo el dios— Retrasas lo inevitable.

Diana no respondió sino que atacó con más ahínco.

Mas temprano que tarde, conseguiré aquello que más anhelo— dijo él— y tus dioses habrán colaborado con ello.

La amazona, silente, continuó su arremetida. Golpe tras golpe, haciendo retumbar aquel palacio. Hasta que halló una fisura en las defensa de su adversario y pudo propinarle una patada que puso distancia entre ambos.

—Eres tú quien se encuentra en una búsqueda fútil— respondió la heroína enfurecida— Eres el Sísifo del Cosmos y no te has dado cuenta ¿o tal vez estás al tanto pero te haces el ciego? Eres un tonto que adora jugar su papel.

La ira mutó el rostro de Darkseid. Sus ojos comenzaron a brillar con fuerza, y en un tris liberó todo ese odio y ofensa en forma de una descarga carmín. Los potentes Rayos Omegas cruzaron  el espacio entre ello, sólo para ser reflejados por los brazaletes de la amazona; ésta, haciendo gala de su talento para la estrategia, los recondujo hasta que impactaron de lleno a Kalibak. El despreciado hijo de Darkseid aulló de dolor y sorpresa cuando la descarga de energía lo alcanzó de lleno, evaporándolo.

Solo un ligero revés— replicó el villano, mientras recuperaba la compostura.

—Black Adam, es hora de jugar en serio— dijo Wonder Woman— Si te contienes, no te lo perdonaré.

—De un soberano a otro— dijo el campeón— tienes mi voto solemne de que no será así. No te defraudaré.



La oferta de trabajo: llevarle hasta donde estaban recluidos los dioses; la paga: su libertad y la de los subalterno. Aquello fue lo que tuvo que hacer y prometer Aquaman para conseguir la colaboración de Sportmaster quien, al final del día, demostró ser un mercenario de verdad. Para cuando llegaron al sitio bastó un gesto del Rey para que el mercenario se retirase satisfecho por otro contrato cumplido.

El Sanatorio (así se llamaba el sitio) resultó ser una oscura y modesta dependencia dentro del palacio del Darkseid. Un sitio que exudaba enfermedad y maldad. Y, para la sorpresa de Arthur, no estaba resguardado. Sus pasillo erizaron los vellos de la nuca del rey, y el helor y la pestilencia lo azotaron con mas fuerza que los pilares de fuego que decoraban el paisaje exterior. Su mano mística vibraba con fuerza, en respuesta a tanta maldad.

Al cabo de un rato, el Rey de los Océanos descubriría porque el sitio no estaba vigilado. Allí en una gran mazmorra se encontraban los dioses velados. Algunos atados a los muros, otros inmovilizados con camisas de fuerza y algunos tan maltrechos que solo yacían en el suelo, exánimes.

Con el corazón hecho un ovillo y un nudo en el estomago, Arthur se movió entre las victimas, buscando a dos personas. Una era la razón de verse envuelto en esta cruzada, aquella joven que conoció en Brasil: Herminia(2). La otra era su buena amiga Ty(3). Dio primero con la hacker, quien estaba ida. Sus ojos estaban vidrioso y su espíritu roto, nada que ver con la criatura que recordaba.

—Malditos— masculló por lo bajo, mientras se preparaba para sanarla. Le tomó unos minutos calmarse, dejar que la ira fluyese, la tristeza con ella y emergiese la compasión. La sanación entonces brotó, como una fuente de agua fresca que surge del suelo o una lluvia que refresca una tarde calurosa, las energías de la Dama del Lago fluyeron de su mano revitalizando a Ty.

— ¡Arthur! Oh, Gracias a todo lo sagrado estas aquí

—Tranquila

—Debes ayudar a los demás

—Vine a sacarlos de aquí, pero no puedo sanarlos a todos. No hay tiempo.

—Sana a Hestía

— ¿A quien?— Ty le señalo a una joven en una esquina, estaba más lastimada que los demás

—Esa es Herminia, la chica de Brasil

—Y la diosa del Hogar y el fuego que sana, vamos daos prisa.



Ares no había sentido tanto miedo desde aquella vez que el mequetrefe e informe de su hermano, el dios Hefesto, lo capturase con una red invisible y lo expusiera al ridículo junto a su amante, la diosa Afrodita. Ni siquiera cuando la espada de Cronos lo hizo envejecer de forma significativa(4), el temible dios tracio se sintió tan vulnerable como se sentía allí, a merced de la Abuelita y Desaad.

 A pesar de que solo esta última representaba un reto para su ser de su calibre, el Dios no pudo evitar salir corriendo, en medio de un despliegue de poder. Mientras maldecía, con cada fibra de su ser, a su suerte y a aquel humano.

—No te resistas, chiquitín— le decía la mujer mientras lo seguía— ¿Si te digo lo que te haremos, te calmaras?— agregó esta en un intento de disuadir al Dios en fuga

Ares corrió con ahínco por aquellos pasillos. Mientras se percataba de algo, sus fuerzas menguaban.

—Experimentaremos contigo, solo un poquito. Deseamos extraer una sustancia de ti, una nimiedad. Que una vez procesada nos permitirán obtener una fracción de la ecuación.  Será solo un piquete. No te dolerá.



El don de Hestía resultó más efectivo, aunque no tuvo el miso alcance que el poder de Arthur, dada la condición de la divinidad. Aun así, fue suficiente para que los cautivos estuviesen de pie y prestos para partir por el tubo boom que había abierto el héroe.

— ¿A dónde nos llevará?

—A unas coordenadas seguras, establecidas por H — replicó Aquaman.

—Gracias por mantener tu palabra— le comentó la jovencita, que parecía haber recuperado la consciencia de lo que era.

—Ha sido difícil, pero me siento mejor— respondió él.

—Eres un gran Hombre, Orin de Atlántida, Arthur Curry de Nueva Inglaterra— dijo la Diosa— con un gran corazón, no lo olvides nunca.

—Así será.

Los dioses, maltrechos y moribundos, cruzaron el umbral de luz y sonido, el cual a cabo de un rato se cerró. Ya consciente de que todos estaban a salvó, sonrió y llevándose la mano al oído dijo.

—Todos están a salvo, pasó a preparar la distracción. Aquaman, Cambio.



Era una arena para gladiadores, de eso no había duda alguna. Y, sobre eso, quien fuese el patrón de Roma, no se podría equivocar.  Lo único que la diferenciaba de una verdadera palestra era esa sensación de vitalidad que transmitían las arenas de la antigüedad. Aquel sitio era inhóspito, cruel y poco honorable. Y, una vez que llegó a él sintió que algo andaba mal.  Ares volteó para ver de donde venía y lejos de hallarse con la arpía se encontró con el monje.

—Nadie robará mi esencia— le imprecó al hombrecito mientras acumulaba una esfera de energía en su mano derecha para, acto seguido, liberarla. Menuda fue su sorpresa cuando ésta, a los pocos metros de surgir de su mano, se desvaneció.

—Te abandonan tus fuerzas, y seguro te preguntas ¿Por qué? O ¿me equivoco?

Ares cayó de rodillas. Su armadura pesaba cientos de tonelada, apenas podía mantenerse en pie. De nuevo se sentía vulnerable. Con una sonrisa lupina, el misterioso hombre conocido como Desaad avanzó hacia el dios de la guerra. A medida que se acercaba, Ares empeoraba.

— ¿Qué eres? ¿Solo fuerza y virilidad? No eres nada—  le dijo mientras le propinaba un puntapié en el rostro— Tu y los tuyos se creen mucho, pavoneándose por allí; creen que con la fuerza es suficiente pero no— gritó y acto seguido le propino una buena serie de patadas, hasta que el dios comenzó a chillar— Chilla, chilla mi pequeño, como un cerdito. Aprovecha pues, cuando extraiga tu esencia, no te quedara nada, ni la fuerza para gemir. Cuando se mueren por dentro es lo peor. Sin alaridos no hay placer. Es como estar con un cadáver ¿Hasta estado con uno? No, creo que no. So maldito que lo tienes todo—continuó Desaad mientras pateaba una y otra vez a Ares.

— ¡Es suficiente!— ordenó una voz surgida de la nada, y el hombrecito se detuvo. Oteó su entorno y al no ver a nadie continuó — He dicho que te detengas— el temible monje no prestó atención a la orden, y se mantuvo en su labor mientras que le exigía, con churretes de saliva saliendo por la comisura de sus labios, a Ares que chillara.

De repente un silbido de se escuchó y desde una puerta al otro lado de la arena surgió un escudo que impactó de lleno en el pecho de Desaad.

—Cuando Orin de Atlántida da una orden, espera que se cumpla sin rechistar— dijo la voz salida de la nada. Desaad se puso de pie lentamente, pero esta vez fue recibido por sendos puñetazos y un gigantón rubio que lo miraba con rabia— Ares no es santo de mi devoción, pero nadie merece ese trato tan vil. ¿Dime quien eres y que le hiciste?

—Desaad, el científico en jefe de Darkseid— replicó entre espasmos— anule sus dones con este guantelete.

— ¿Tu experimentaste con las victimas de Sportmaster?

—Cumplía órdenes, no quise. De verdad.

—No te creo— dijo Arthur realmente furioso— Ahora, pequeño gusano, me vas a decir como funciona eso y dónde se encuentra la armería. Si me mientes o te niego, te parto el cráneo en dos. ¿Te parece?

—Sí

—¿Si que?

—Si, mi señor.



—Copiado— respondieron al unisonó Diana y Black Adam, mientras no cejaban en su empeño. El combate estaba resultado realmente complicado pues, sin duda alguna, Darkseid había resultado ser un excelente guerrero, un gran estratega y un oponente taimado. Luchaba con fuerza, valiéndose de sus dones y poderes, a la par que de sus poderosos rayos omegas, los cuales usaba como una forma que desgastaba las fuerzas de Diana.

Nadie, salvo que estuviese protegido por el Destino y la Fuente, era capaz de eludir sus poderosos rayos; los cuales eran famosos por nunca errar. Hasta ese momento, Darkseid era consciente de que tal suerte solo la poseía Superman, pero ahora no le quedaba duda alguna de que la reina de la amazona gozaba del favor de la Fuente, pero el otro campeón no. Así que arremetía contra él, pero la mujer se le adelantaba haciendo como escudo y creando malestar en el ego de su amigo quièn, en respuesta, arremetía con mucha fuerza, pero con mucho descuido. Ya había llevado a cabo aquella acción más de una vez, y la guardia de Black Adam bajaba cada vez más. Solo le tomó una centésima de segundo, el ver la fisura y aprovecharla, y en ese momento Wonder Woman no pudo hacer nada.

Con una velocidad digna del velocista escarlata, Darkseid le propino una serie de golpes que sacaron a Black Adam de circulación. Aprovechó para tomarlo por el cuello y estrellarlo contra el suelo hasta que solo fue un guiñapo en sus manos. Pero lejos de deshacerse de él, lo tomó como un escudo.

Ríndete— exigió Darkseid, tajante

Diana consciente del peligro que corría Black Adam obedeció.

Mucho mejor, veo que eres una mujer razonable.

Diana no replicó

He encontrado el reto y el ejercicio muy renovador, placentero, pero esto debe acabar— a un gesto del tirano de Apokolips, como salidas de la nada, apareció su guardia de honor. Aquel grupo de mujeres conocidas como las Furias Femeninas. Diana no pudo dejar de pensar que Darkseid estuvo jugando con ellos todo ese tiempo. Con calma y la experiencia que dan los años y la práctica, la Reina de las amazonas tomó su lazo mágico, y preparó un nudo corredizo.

—La distracción esta servida, y estallara en 5…4…3…2…

"El mundo se esta partiendo en dos" fue lo que debieron pensar la mayoría en aquella sala, con la excepción de Wonder Woman y Darkseid; la primera porque estaba al tanto de que aquello era un ardid y el otro porque sabía que tipo de arma estaba siendo usada. Lo cierto es que aquella sacudida le dio tiempo a Diana para actuar.

Con una habilidad que dejaría en ridículo a todos los vaqueros del viejo y salvaje oeste, la Reina de Themyscira tomó su lazo, le dio par de vueltas y, envolviendo a un inconsciente Black Adam,y aprovechándose de la velocidad de Hermes y la fuerza que poseía, consiguió no sólo rear una distracción sino que recuperó a un aliado.

Detenedla— ordenó Darkseid, pero de nuevo sus dones la salvaban. Valiéndose de su velocidad, se alejó de allí en busca de un espacio abierto, donde rápidamente remontó el cielo. Black Adam, gracias al lazo, volvió en si rápidamente.

—Nos retiramos, ya veo— dijo mientras Wonder Woman lo liberaba.

Si bien las Furias no pudieron cumplir la orden de Darkseid, los Parademonios y otros miembros de la huestes si. En poco tiempo el cielo de Apokolips se vio invadido por un enjambre.

—Escapar no es opción— replicó Black Adam, pero de repente, un áureo destello, seguido de un potente trueno le demostró lo contrario.

— ¿Alguien solicitó un taxi?— le indico la voz Aquaman. Los héroes no lo pensaron dos veces.



En algún lugar del Mediterráneo.

—Su acciones, en exceso arriesgadas, han traído consecuencia significativa a las tensas relaciones entre Nueva Génesis y Apokolips— les dijo aquel hombre rubio, vestido de blanco y rojo conocido como Lightray— pero el Alto Padre quiere que les comunique que pueden estar tranquilos. No habrá una retaliación directa contra la Tierra, pero no les promete que el Oscuro no actuara  subrepticiamente  contra ustedes.

-Entendemos, y pedimos disculpas por...

—No es necesario, pues sus acciones nos han puesto al tanto de lo que tramaba el Oscuro. Se ha vuelto cada vez más atrevido, cínico, pero sobre todo descuidado.

—No hay bien que por mal no venga.

—Es cierto, su Majestad. Aun así, tened cuidado— acto seguido el heraldo del Alto Padre se elevó por los cielos, frente a él se abrió un Tubo Boom, y este lo atravesó sin mediar palabras.

Una vez que terminó la conferencia con los Nuevos Dioses, Black Adam levantó vuelo satisfecho y sin mediar palabra alguna con quienes fuesen sus colegas. Wonder Woman centró su atención en los dioses pidiendo explicación.

—Ella no sabía quien era hasta que la secuestraron— dijo el Hermes cibernético, señalando a Ty quien se encontraba hablando con Aquaman.

—La Diosa Fortuna siempre estuvo con nosotros, pero nos fue pésimo.

—La Fortuna es veleidosa, tiene maneras extravagantes de hacer las cosas. Aunque, si Tyche hubiese sabido quien era, les habría ido mejor— Hermes guardó silencio y observó a los refugiados— Muchos de ellos, sino la mayoría, no saben lo que son.

— ¿Qué pasará con ellos?— inquirió la Reina.

—Deben volver a sus panteones, ¿no es obvio?— replicó el cyber Dios—Tyche y Hestía han decidido quedarse para ayudarles a trascender.

— ¿Cómo?

—Cuando recuerden quienes son, podrán volver por si mismo a sus panteones.

— ¿Quién los protegerá?

—Heracles se quedara con ellos. Al fin y al cabo, Padre lo exilió.

—Ya veo— dijo Diana— De todas formas, mantendré un ojo sobre ellos

—No estaría de más— agregó alegremente Hermes

—Por cierto ¿Dónde esta el DJ y Aquiles?— el rostro de Hermes se cubrió de tristeza.

—Considéralos una baja.

Diana y Arthur descansaron un poco y charlaron con Ty, recordando los viejos tiempos. Una vez que se percataron que la isla de Hermes era segura partieron, no sin antes prometer que volverían con vituallas y estarían atentos. Mientras se alejaba en su nave, la Reina de las amazonas no pudo evitar sentirse embargada por emociones contradictorias. Por un lado tenía la sensación de que había hecho un buen trabajo, estaba satisfecha. Por otro lado, se sentía culpable por las dos bajas, pero se consolaba al pensar que si a sus pares no le afectaba la ausencia, ella tampoco debería darse mala vida. Al fin y al cabo la mayoría de ellos estaba a salvo y, probablemente, los planes de Darkseid habrían sido frustrados.

Aquellos pensamientos la reconfortaron y reivindicaron, a su vez, su código personal. Era una guerrera, y en las batallas siempre hay bajas. Lo importante era sobrevivir, honrosamente, un día más para seguir luchando; y a ella le venían luchas más arduas.

Solo debía serenarse y estar atenta… ese era el sino del guerrero.



Epilogo I: Olimpo.

Los dioses estacionados en la isla de Hermes no tardaron mucho en trascender. En poco tiempo los panteones estuvieron completos; y el mal creado por aquel pérfido arcángel(5) había sido reparado del todo… bueno, no del todo. El Olimpo seguía incompleto: Ares, Hades y Poseidón no habían vuelto; y a Dionisio y Aquiles se les dio por muertos. Ésto último afectó de forma significativa a Zeus. El dios se dejó abrumar por el duelo, su corazón se volvió duro y abrazo el estoicismo. Atrás quedo el viril Zeus, ahora el dios se había vuelto hierático y temeroso hasta cierto punto.

Los otros dioses, por su parte, abandonaron la idea de volver al mundo. Ya el Mundo del Hombre no era seguro, ni para los que le dieron forma. Solo Hermes se quedo en la tierra, perdido en la el cybermundo, manteniendo su identidad de "H" y creando una serie de portales donde lo adoraban. En poco tiempo dejaría de ser el dios de los mensajeros, ladrones, comerciantes y habladores, para ser el Dios de la web 3.0 y la post-postmodernidad, a la vez de crear la tecnomagia.

Heracles se recupero pero optó por darle sentido a su vida. Para la tristeza de muchos, dejó la lucha para volverse actor de Hollywood… pero ese es otro cuento.

Y luego está Sportmaster, el verdadero ganador en aquella justa… poco se supo de él por un tiempo, hasta que se le vio por Sudamérica haciendo de las suyas. Se dice que el mercenario se cotizó mucho más. Pero nunca dejo de mirar sobre su hombro, nunca volvió a sentirse seguro.



Epilogo II: Sueño

La sala del trono era ostentosa, hermosa y opresiva a su manera. En ese momento se encontraba llena a su máxima capacidad;  los cortesanos, de aspecto fieros  e inusual, habían formado una especie de pasillo que dirigía hacia el trono. Lo vio allí, sentado, con un aspecto egregio, magnánimo, con aquella sempiterna expresión de desde por todo lo vivo. Luego se percató de  aquella figura que andaba por el pasillo creado por la corte. Caminaba con altanería, suficiencia, con el andar propio y seguro del guerrero. Vestía una armadura completa y sofisticada, azul y gris, con una gran letra omega de color rojo en el pecho. La figura avanzó hasta estar cara a cara con el ocupante del trono y acto seguido se arrodilló.

Tras un cruce de votos y juramento el guerrero se puso de pie, que no alcanzó a escucha, pero que si pudo entender. Las figuras de pie decidieron hablar.

—He aquí, mi nuevo y preferido hijo: El Redentor Omega— le dio una especie de bastón de mando— tienes el control de mis legiones, sal a universo, conquístalo, porque has nacido para vencer y nunca ser vencido.

El Redentor Omega asintió. No dijo nada  mientras partía de aquella sala a cumplir la voluntad de su padre.


Diana se despertó sobresaltada y bañada en sudor. No le haría falta consultar a los Oráculos, a las sacerdotisas o rezar en el templo para saber que ese sueño era profético. ¿La advertían los Dioses? ¿Era un castigo o una recompensa por sus servicios?  No podía estar segura de nada, solo sabía que los días de paz y rutina que estaba viviendo como estadistas habían terminado. Era el momento de ponerse la armadura de nuevo y aprestarse para la batalla; un llamado a la preparación, que para el guerrero lo era todo.

—La suerte esta echada, Redentor Omega— masculló Diana, mientras se recostaba de nuevo y trataba de aclarar su mente para que el dulce sueño reparador volviera a ella. Mañana seria un día largo y agitado, como los días por venir.

Fin


Referencias:
1.- "H" no es otro que el dios Hermes reencarnado en un hacker informático.
2.- Ver Wonder Woman nº13
3.- Ver Wonder Woman nº14
4.- Ver Wonder Woman nº11
5.- Ver Wonder Woman nº1-12 "La Maldición de Pandora"

3 comentarios :

  1. Por fin he leído los dos últimos capítulos de "La rebelión de los Olímpicos", la ambiciosa, intensa y concurrida (por la cantidad de personajes invitados) saga en seis partes con la que Guillermo Moreno, sin dar muestra alguna de miedo escénico, ha continuado las aventuras de Wonder Woman allí donde las dejó su anterior autor, Jose Luis Miranda.

    Y bueno, mientras que en el número 17 continúa el enfrentamiento con Sportmaster, ahora en Kandaq, con la incorporación del personaje invitado que todos estáis pensando a la historia, en el 18 tenemos la traca final con la visita de un trío de lujo (en el que incluimos a Wonder Woman, claro) al "hogar" del verdadero responsable que estaba detrás de los misteriosos raptos con los que se iniciaba esta saga (sólo hay que echar un vistazo a la portada para saber quién es, pero voy a callármelo).

    En definitiva, dos números cargados de acción que concluyen de muy buena forma la historia organizada por Guillermo, una vez que los misterios quedaron básicamente revelados en el episodio anterior. Destaca por cierto el tratamiento que hace el autor de Aquaman, y teniendo en cuenta que su próximo proyecto para Action Tales es una serie regular protagonizada por este héroe, no podríamos estar más felices ;)

    En el apartado de "peros", señalaría que: 1) quizá hubiese estado bien reservarse algún giro final, algún misterio sin desvelar para el último capítulo, que acompañara a las excelentes escenas de acción; 2) la actitud digamos "pasiva" del villano una vez resuelta con éxito la misión de nuestros héroes (que conocemos a través de terceros) resulta un poco chocante: después de todo lo que ha montado para hacerse con estas personificaciones de los dioses, parece que se conforma con mucha deportividad cuando los pierde; y 3) algo completamente subjetivo: me hubiera gustado tener a un villano "secundario" con más peso que Sportman, el cual, personalmente, no me parece tan interesante como para soportar el peso ciertamente notable que representa en esta historia, pero ya digo, eso es cuestión de gustos.

    Resumiendo: una saga bien construida y muy interesante, que a pesar de estos pequeños detalles, me ha parecido una excelente continuación de "La maldición de Pandora" de Jose Luis Miranda.

    ¡Hay que leerla! :D

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    1. Escogí a Sportmaster porque Deathstroke ya había tenido mucha participación en Imperio y no lo veía como un personaje que se dejaría envolver en una tramoya como esta. Sportmaster, al ser un villano segundo de la era de plata con un nombre medio ridículo, si lo veía en un berenjenal de este tipo. En cuanto a la actitud de Darkseid, pensé en que este se desquitara, pero eso podría haber extendido la serie de más y yo pude haber perdido el norte. Y segundo, A mi juicio adopta un papel pasivo porque ya había conseguido la información que quería. Podría decir que tomó una actitud a lo Pilatos. De todas formas, ya sé que debo trabajar a mis villanos tanto o más que a mis héroes.

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    2. Ya te digo, lo de Sportmaster es una pura cuestión de gustos (supongo que como apenas conozco al personaje, pues no me ha llamado mucho la atención), y lo de Darkseid... ¡cierto! No había caído en que al fin y al cabo consigue lo que buscaba (fragmentos de la ecuación anti-vida, ¿verdad?), así que no es tan raro que no tome represalias.

      Pues lo dicho, una muy buena saga de Wonder Woman. Cuando pueda escribo mi comentario sobre el Anual #1, que ya lo he leído ;)

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