Los Titanes nº19

Título: Titanes desunidos
Autor: Roger Corbera
Portada: Moises Lopez
Publicado en: Febrero 2014

"¿Dónde están los Titanes?" Esa es la pregunta que se hacen todo el mundo ahora que la mayor parte de sus principales miembros está en paradero desconocido.  ¿Será este el fin de tan emblemático grupo? 
Para convertirse en mejores héroes, estos adolescentes se han unido para aprender, entrenar y madurar. Son algo más que simples "ayudantes". Son la próxima generación de los mayores héroes del mundo. Son....
Creados por Bob Harney, George Kashdan y Bruno Premiani

Resumen de lo publicado: Arsenal y Mirage desaparecieon ya hace semanas, desde que ambos se marcharon  para tratar de rescatar a la joven Lyam. Ahora, y tras la lucha contra Raven, Cyborg, Starfire y Superboy están tambien en paradero desconocido. Con Changeling también de baja tras las heridas que sufrió en combate, ¿qué futuro le queda a Los Titanes?

Había perdido mucha sangre. Tenía cortes en los brazos y los costados. Seguramente una muñeca torcida. Sus sienes batían como un solo de batería. Y lo peor era que aún no había terminado. Aunque la asesina no hacía ni un ruido, Flamebird podía sentir su presencia acechándola. Estaba cerca, deslizándose por los tejados, atenta a cualquier trampa, sus espadas sedientas expectantes.

Se dejó caer contra una chimenea y se deslizó hacia el suelo, tratando de controlar su respiración. Debía huir. Sus heridas demostraban que pelear no era una opción. Quizá si encontraba alguna calle transitada la villana la dejaría en paz para evitar testigos. Quizá no tendría reparos en matar a plena luz, o incluso en matar a cualquier transeúnte que se le cruzara. Dicho así, parecía más heroico ofrecer su última resistencia allí, aunque sólo consistiera en levantar una mano antes que le cortaran la cabeza. Había oído que la asesina era coleccionista: ¿guardaría su cabeza en una vitrina? ¿Usaría sus armas en futuras luchas? ¿O la consideraría indigna de recuerdo? ¿Dios sabía que los héroes siempre lo habían hecho. ¿Por qué no iban a hacerlo los villanos?

Creyó oír pasos acercándose. Cerró los ojos un instante antes de empezar a levantarse. Era curioso: decían que antes de morir tu vida pasaba antes tus ojos…


Dos semanas antes

Tras tantos días en coma, y dos días esclavo de Raven(1), incluso estar tendido en la cama de hospital respirando con dificultad con las costillas rotas era una placer. Garfield Logan se repantingó en las almohadas y dio un sorbo a su refresco. Sólo quería reposar y recuperarse. “Claro que ojalá ella estuviera aquí…”. Entonces oyó el ruido por el pasillo.

-¿Dónde está? ¡tengo que verlo!

-Señorita, no puede pasar de aquí.- Aquella voz era del guardaespaldas que le había puesto a Gar su padre, el multimillonario Steve Dayton.

-Pero… Soy una titán.

-Conozco los Titanes y usted no es ninguna…- hubo una exclamación de sorpresa y el ruido de alguien al “tropezar” con una llave de judo y caer al suelo. Y antes de darse en cuenta un huracán rubio en traje rojo había entrado en la habitación y le apretujaba a Gar las costillas que con tanto primor habían recompuesto los médicos.

-¡DiosmíoGarestásbienestásbienestásbien!- sollozaba Flamebird.

-¡Apártese de él!- el guardaespaldas ya estaba allí con la pistola en la mano.

-Tranquilo…- consiguió decir Gar entre los dientes apretados de dolor.- Es mi…

Iba a decir “amiga”, pero Bette lo besó directamente en los labios. Gar le puso la mano en la mejilla y se separaron unos centímetros, mirándose a los ojos y sorprendidos por aquel impulso.

-Es mi…- esta vez la besó Gar largamente.- … O sea, mi…

-Estaré fuera si me necesita.- el guardaespaldas guardó su arma y salió fuera.

Gar le hizo sitio y Bette se tendió en la cama a su lado.

-¿Se sabe algo de los Titanes?- dijo por fin Gar.

-Siguen desaparecidos. Trueno y Relámpago están en el hospital. Magenta en la cárcel.

-Dios, Starfire, Cyborg y Superboy…. Perdidos(2)…- dijo Gar.

-No sabemos donde están ni que ha pasado con ellos. Podrían estar…

-No, no lo digas. No lo pienses siquiera. Los encontraremos.

-Sí. Lo haremos.- Bette sonrió.- Juntos.

Volvieron a besarse. Se quedaron allí un largo rato.


Grant Emerson ya casi no se ponía el traje de superhéroe. Ser Damage era algo que robaba demasiado tiempo de sus estudios universitarios. Debía mucho a los Titanes, y por ello siempre que su novia Argent (Toni Monetti) le pedía que ayudara a los “Titanes Reserva”, lo hacía. Claro que Grant hubiera preferido dedicar ese tiempo a la misma Toni, más que no a una banda informal de suplentes que daban la cara cuando el grupo titular tenía líos. Aunque fuera a final de semestre, en la época que la carrera tenía más exámenes, y prácticas...

-… Tengo que simplificar mi vida.- gruñó Grant ante su ordenador.

-Grant, cariño. He hecho espaguetis a la napolitana.- dijo Toni desde la cocina.

-¡Mis favoritos!- en realidad sólo sabía cocinar dos cosas: espaguetis napolitana y espaguetis a la carbonara. Decía que se los había enseñado su abuela, pero en realidad en la mansión de sus padres siempre habían tenido cocinero. A Grant no le importaba. Hubiera comido pintura de la pared para tener a Toni a su lado cada día. “Quizá si esa noche me luzco la convenzo de que se venga a vivir conmigo”. ¿Por qué no? Había colgado el teléfono, apagado el móvil, sólo necesitaba cerrar la “puerta de las visitas” y…

Toc, toc. Llamaban a la ventana. La jodida ventana del lavabo.

-Hola, Flamebird.- suspiró. A la mierda el plan. Allí estaba la rubia, entrando por la ventana del lavabo.

-Hola Grant.

-Mira Flamebird, no es buen momento…- empezó a susurrar Grant conteniendo su irritación.

-¡Hola Bette! ¿Precisamente íbamos a cenar te apuntas?- llegó la voz de Toni.

-¡Vale me apunto! – Flamebird esquivó a Grant y fue al comedor.- ¡Oh, espaguetis! Me encantan.

Grant suspiró de nuevo y se miró en el espejo del baño. ¿Por qué Dios le odiaba?

Grant guardó un silencio huraño durante la mayor parte de la comida. Bette prácticamente limpió la olla de espaguetis. Toni quedó encantada.

-¿Se sabe algo de Roy?- preguntó Grant por fin. Arsenal había sido su mejor amigo cuando era titán.

-Desapareció en el fiasco de Boston. O eso dijo Mirage.

-¿Y dónde está Mirage?- preguntó Toni.


Star City

La pequeña Liam durmió la mayor parte del vuelo. Roy Harper, su padre, la sacó en brazos del avión y directamente a la salida del aeropuerto. Allí le esperaba un hombre que, incluso sin el antifaz y el traje de Robin Hood, era fácilmente identificable por su perilla rubia: Oliver Queen, el superhéroe Green Arrow.

Sin decir una palabra, ambos salieron del lugar y subieron a un coche.

-Quítate esa cara.- dijo Queen bruscamente. La apariencia de Roy se difuminó y tras ella estaba Mirage.

-Tenía que pasarla por el aeropuerto y la forma más sencilla era haciéndome pasar por Roy.- explicó la chica.

-No tienes que darme explicaciones. Muchas gracias por dejarla y ya puedes irte.

Mirage se quedó donde estaba.

-¿Tienes algún problema conmigo?- dijo por fin.

-Secuestraron mi nieta delante de vuestras narices y Roy está desaparecido sin que lo hayáis encontrado aún(3). Aparte de eso, nada. Y Roy me habló de ti: la transformista que arruinó el romance de Nightwing y Starfire.

-Roy también me habló de ti, Arrow: el bocazas irresponsable que le arruinó la adolescencia, que se iba en plan road movie con Green Lantern mientras él tenía problemas de drogas. Sin darte cuenta siquiera.

Los ojos verdes del arquero y los ojos negros y grises de MIrage se cruzaron con rabia. Entonces Liam despertó:

-¿Tía Miri?- dijo en voz queda abrazándose a ella.- ¿Ha venido papá?

-No, cielo… Aún no.- hizo una mueca de dolor.-Cuidado, meninha. No me toques la venda

-¿Estás herida?- preguntó Queen.

-Las mujeres malas que me tenían le hicieron daño en el brazo. La tía Miri me salvó.- La niña aún se estremecía al recordar como Pistolera y Viciosa lahabían tenido varios días encerrada en un cuarto sin ventanas, sin apenas comida, jugando a lanzarle cuchillos. Mirage la abrazó y le acarició el cabello.

-Ya pasó, cielo.

Queen alargó la mano y apartó la chaqueta de Mirage. Tenía el antebrazo cubierto con varias capas de vendajes. Su mirada se ablandó: aquella mujer había sufrido para salvar a Liam.

-Me he pasado un poco, Mirage. Si necesitas donde quedarte en algún sitio hasta que haya un vuelo de vuelta, puedes quedarte en mi casa…

-No quiero tu gratitud, Arrow. Me bajo aquí.

-¡Quédate tía Miri! Porfa, porfa, porfa! El tío Ollie hace un chili muy bueno, y el tío Connor es muy bueno. – insistió Liam.- Y no tiene novia, podría ser tu novio.

Mirage sonrió, incapaz de resistirse al encanto de la niña.

-Muy bien, cariño. Me quedaré a comer, pero luego tengo que irme.

No pensaba quedarse en casa de Green Arrow más tiempo del necesario. No lo soportaba. Era de la clase de tipos que la juzgaban sin saber nada de ella.

Pero lo cierto es que no tenía muy claro a donde ir luego. Primero volvería a Illinois a por su hija Juliana. Pero luego… ¿Qué? La identidad secreta que había mantenido esos años se había arruinado cuando el villano Deathwing destruyó su casa, obligándola a revelarse(4). Con ello había perdido su hogar, su trabajo y su seguridad. Los Titanes, donde la habrían acogido, estaban desaparecidos. Pero no tenía miedo. Era fuerte. Era una superviviente. Se había criado en un mundo postapocalíptico donde un trago de agua potable al día era un lujo. Encontraría la forma de salir adelante.


Suburbio Suicida. Metropolis

La música agonizaba. Sobre el asfalto agrietado, los bailarines se movían espasmódicamente, trazando sin gracia los movimientos de un hip hop desganado. La luz de la hoguera se reflejaba en los cuerpos sudorosos, al borde del agotamiento.

-Esta carne está muerta, tío.- gruñó uno de los espectadores, sentados en corro alrededor del baile. Sus antebrazos mostraban una auténtica constelación de marcas de aguja.

-Yo digo que empecemos el papeo.- opinó otro. La falta de labios le impedía fumar bien la pipa de crack. Humo azul se colaba por entre sus dientes amarillos y ocres.

-No… esperad… aún podemos…- farfulló uno de los bailarines.

-Tu boca extiende cheques que tu cuerpo no puede cubrir, tío.- dijo el individuo tuerto con la camiseta de los Cardinals apagó el altavoz.- Ya es tarda para ti, pavo.

-Bueno, ya sabéis lo que dicen, lo bueno… se hace esperar.- dijo en tono fanfarrón una voz femenina. Todos se giraron hacia ella.

La chica chasqueó los dedos: de los altavoces empezó a brotar una música llena de una vida rabiosa. La bailarina saltó en medio del círculo, su cuerpo esbelto cimbreándose en movimientos elásticos. Sus pies eran los más veloces que habían visto jamás; a cada paso parecían desprenden chispas azuladas, entre giros, saltos y volteretas, dio la vuelta al público. El público empezó a batir palmas siguiendo el ritmo. La música rugió en furor, la bailarina parecía danzar y ondularse en la cresta de la ola, moviéndose encima de un pavimento que relucía con brazas azuladas.

El baile terminó el público aplaudió, silbó y se desgañitó. La chica hizo una reverencia.

Uno de los espectadores se puso en pie torpemente.

-Te has ganado la cena, cariño.- sonrió.

-O mejor dicho… te has ganado ser la cena.- otro tenía un cuchillo en la mano. Era oxidado y mellado, pero la sangre seca que la cubría probaba su eficacia.

La chica les dedicó una sonrisa de infarto.

-Claro… Dejadme que encienda la barbacoa.- chasqueó los dedos y salió un salto.

De repente el brillo azulado del suelo se convirtió en una hoguera rugiente, un auténtico muro de llamas rodeó a los espectadores. A la luz espectral, sus cuerpos resecos de zombies mostraban su horror. Los muertos se retorcieron intentando escapar, pero fue demasiado tarde. Primero ardieron sus ropas, luego sus carnes marchitas se consumieron como el papel, luego solo quedaron huesos ardiendo.

Traci13 le dio una patada a un cráneo.

-Bon apetit.- sonrió. Llevaba dos noches rastreando a aquella pandilla. Una banda de drogatas que se habían metido algún producto realmente exótico, que les convirtió en monstruos. Casi inmunes a las armas normales (uno aun tenía una navaja en las costillas) había necesitado aquel conjuro ritual del antiguo Dahomey para exorcizarlos. Menos mal que a los dioses de África les gustaba el hip hop.

Traci esperó hasta que sonaron las sirenas de la policía. Era la Suburbio Suicida: una hoguera con varios cadáveres y aún así tardaron casi 15 minutos. En el centro unos críos robaban un bolso y aparecía un pasma en quince segundos. Dejó que los azules se encargaran de los danzarines que había rescatado, que yacían agotados en una esquina tras haber bailado horas enteras para los zombis. Luego se puso los cascos del ipod y se fue por las callejuelas.


La bruja Zatana dormía en los mejores hoteles entre show y show; el Doctor Fate tenía su torre sin ventanas y el barón Winters su mansión ambulante. Traci13 se conformaba con su edificio abandonado. Con protecciones arcanas pintadas en grafiti en la puerta. Hizo un pequeño conjuro para tener visión de gato y subió las escaleras oscuras y destartaladas hasta su habitación. El lares (espíritu familiar) atado a la puerta la abrió y tras lanzar una zapatilla a cada lado del cuarto, Traci se dejó caer sobre la cama deshecha, donde roncó varias horas.

Se levantó con su iguana Leroy tendida sobre su cabeza. Le hizo cosquillas, se cambió de ropa y bajó al bar a desayunar. Su calle estaba curiosamente limpia de camellos y proxenetas. Ningún matón se atrevía a pasar por allí desde que uno le sacó una pipa y ella sacó a Leroy. Había niños jugando y vecinas tendiendo ropa en el callejón. Varios la saludaron. Se entretuvo hablando con una amiga, hizo una canasta en la cancha y siguió adelante.

La otra noche había estado bien, pero era sólo la punta del iceberg. Alguien estaba mezclando polvos vudú con drogas de diseño. Los zombies caníbales eran yonquis que se habían chutado esa mierda. Tenía que investigar de dónde salía. Pero con tanta droga circulando por New York, era difícil seguir el rastro. Podía venir de Jamaica, Haití, Florida… O de la jodida Islandia. Tenía que investigar a fondo, meter la nariz en eso… Al pensar en detectives, vinieron lágrimas a sus ojos, que no pudo contener. La madre de Traci murió siendo niña, sin que la recordara apenas. Tras la muerte de su padre, dos personas excepcionales la habían acogido: Ralph y Sue Dibny. El Hombre Elástico y su mujer. Un matrimonio excepcional de superhéroes y detectives. Cuando se mudó con ellos creyó que nunca llegaría a querer una pareja tan rara. Pero llegó a hacerlo. Por primera vez en su vida errante había sabido lo que era un hogar estable, con gente alegre y no obsesionada, como su padre.

Y ahora los dos estaban muertos. Asesinados los dos. Apenas se recuperó del impacto de la brutal muerte de Sue cuando Ralph también murió mientras salvaba el mundo de Imperio. Aquella muerte heroica no le supuso ningún consuelo. Pasó días enteros bloqueada por la angustia, incapaz de salir de la cama. Más atenazada que nunca por la culpa y el dolor.

Se detuvo en una esquina para limpiarse los ojos con la manga. Respiró hondo.

-Eh, T-tres, estás bien, nena?- le preguntó un rapero conocido suyo.

-¡Estoy bien y es “trece”, tonto del culo! ¿Qué pasa, dejaste la escuela después del doce? ¿O no entendías barrio Sésamo?

-Vale, valeee….- el tipo se fue echando pestes por lo bajo.

Traci se sintió un poco mejor. Lo superaría. “Soy fuerte. Soy libre”. Se dijo. Entonces notó que algo se movía bajo su ropa… ¡El amuleto hecho de pelo rojo de Ralph Dibny colgado de su cuello giraba! Eso significaba que…

Tenía que conseguir un avión. O quizá hacer bien de una vez el maldito conjuro de teleportación.


Un centro juvenil en Los Ángeles

Sus amigos vendrían. Tenían que venir. Había mandado emails a todos los que tenían mail. A Halcón, a Mal Duncan y Bumblebee; a Bushido, a Hero Cruz y a Terra. Se había entristecido al ver los nombres de Lilith, Águila Dorada y Paloma en su lista de correo. ¿Por qué no había quitado a los muertos? Quizá porqué borrar el nombre de su amiga Lilith era muy doloroso. No había conocido mucho a Paloma, pero Halcón siempre fue un alegre compañero. Quizá el recuerdo de los caídos inspiraría a los otros a volver a fundar los Titanes Oeste. “Esta vez en serio” se dijo Flamebird muy seria.

Pero ya había pasado media hora del inicio de la reunión y en aquel local alquilado estaba ella.

“Vamos, chicos, venid” rezó en silencio. “Os necesito. Los Titanes os necesitan”. En este momento vibró su móvil. ¡Bumblebee mandaba un mensaje! Lo leyó con el corazón palpitando con fuerza: “Lo siento Mal y yo no podemos. Suerte, Karen”.

-Oh, nooo…. Allí se va mi última esperanza.

En ese momento la ventana estalló y una figura roja y blanca cruzó los aires hasta caer con agilidad felina al otro lado del cuarto.

-Venga, Titanes, es hora de pelear… - dijo la atlética figura. - ¿Flamebird? ¿Dónde están los Titanes de verdad?

-¿Halcón? – parpadeó la chica aún sorprendida.- Pues verás…

-¡Al suelo, tonta!- Halcón se lanzó encima suyo para apartarla de la línea de fuego: una descarga de energía que la hubiera partido en dos, como hizo con la pared. Por la ventana rota entró en el cuarto un tipo metido en una armadura gigantesca, que le daba la corpulencia de varios hombres juntos. El supervillano Shockwave.

-¿Más payasos disfrazados? ¡Morid, cretinos!- lanzó sus rayos. Flamebird y Halcón usaron sus acrobacias para ponerse a salvo.

-¿Qué está pasando?- chilló Flamebird, rodando por el suelo.

Halcón no se molestó en contestar; cargó como una tigresa contra Shockwave. Pero aquel ogro lo superaba en fuerza; de un revés la tiró al suelo y le abría aplastado la cabeza con una de sus botas, grande como un bidón de acero, de no haberlo distraído Flamebird lanzándole sus dardos a la cara.

-¡Aguanta, Halcón, ya vengo!

-Apártate, chica…- la heroína había sujetado la bota de Shockwave, e iba a tumbarlo con una llave cuando Flamebird enrolló al matón con su cable, para luego proyectar un latigazo eléctrico que lo hubiera tumbado… de no haber llevado una armadura aislante. La energía se transmitió por el metal blindado, consiguiendo sólo que Halcón gruñera de dolor y la soltara.

-¡Ja! Sois patéticos. Os estorbáis unos a otros. – rió el villano con voz cavernosa.- Y yo no tengo tiempo que perder.

Dio una de sus palmadas sónicas. Fue como la explosión de una granada. Para cuando Flamebird y Halcón se habían recuperado un poco, les silbaban los oídos y Shockwave ya se había alejado volando.

-¡Mira lo que has hecho!- le gritó Halcón a Bette, llenándose la cara de salivas.

-Un momento…- Bette se limpió los anteojos.-… ¡Has sido tú quien le has traído aquí!

-¡Porque Paloma recibió un mail de que aquí estarían aquí los Titanes, y esperaba refuerzos! ¡Y me encuentro solo con la groupie de Robin!

-Oye, no te pases, no soy la groupie de Nightwing… O sea de Robin… ¡Bueno, ya me entiendes!

-Entiendo que me haces perder el tiempo. Me largo.- Se dio la vuelta. Flamebird le puso la mano en un hombro rocoso.

-Espera, iremos juntos… ¿Titanes unidos, no?

Halcón soltó una risotada seca.

-¿Titanes? Aquí sólo estás tú, nena. Y ni siquiera eras una titán de verdad.

-¿Qué? ¡Estuve con el primer Halcón cuando creamos los Titanes Oeste(5)! ¡Soy una titán de verdad!

-Me han hablado de ti, nena. Si te crees que por que les dabas pena a los veteranos y te aguantaban ese rollo de Flamebird eres una superheroína, es que eres más rubia de lo que creía, Bette. Yo soy un superhéroe. Paloma es un héroe. Incluso Águila Dorada se lo tomaba más en serio que tú. Tú sólo eres una niñata que aún le gusta disfrazarte de cosplay a los veintidós años.

-¡Tengo veintiuno!

-¡Pues que se note! Me largo. Una última cosa… ¿Cómo conseguiste nuestro correo?

-Yo…

-Contesta.

-Tengo los datos en el portátil de Gar, allí en la mesa… ¡EH! – Halcón lanzó un pedazo de pared, partiendo el ordenador casi en dos.

-Pues dile a Changeling que le debo un portátil. Y no me molestes más.

Con eso Halcón se fue. Flamebird se quedó sola en aquella ruina. Se sentía más estúpida que nunca. Más aún que tras el Imperativo Technis, cuando había esperado durante días con el uniforme puesto a que la llamaran para unirse a los Titanes reformados. Halcón tenía razón: era tonta, tonta, tonta. Nadie se acordaba de los Titanes Oeste. A nadie le importaban. Eran sólo una pandilla de amigos que se juntó cuatro veces antes de irse por su cuenta cada uno. Y a nadie le importaba Flamebird. La mayoría la consideraban una especie de parodia. Los Titanes eran demasiado educados para decírselo. Había hecho falta que una borde como Halcón se lo soltara a la cara para que se diera cuenta. ¿Qué demonios hacía intentando salvar a los Titanes cuando los propios Titanes no estaban interesados?

Se fue antes que llegara la policía, mandó un cheque al dueño del local para resarcirse a los daños, y se marchó de los Ángeles aquella misma noche.

Pero antes de coger el vuelo fue al cementerio.

La tumba de Lilith era una lápida anodina en el cementerio de los Ángeles. Sin estatua ni panteón. Lilith nunca había buscado fama. Ni llevado traje de superhéroe. Sólo había buscado la verdad sobre sí misma, y la había encontrado ayudando a los demás. A la gente más perdida que ella. Lo había hecho en los Titanes, en el Cuerpo de Paz, en todos los años pasados recorriendo el mundo. Y había muerto salvando a sus amigos(6). Sin que la lloraran más que unos pocos. Sin homenaje público ni días de luto en ninguna ciudad.

-Hola, Lil. – se sentó ante la lápida, dejando las flores delante.- Te he traído esto.

Se quedó allí un momento, sintiendo como las lágrimas se iban acumulando en sus ojos, pero sin derramarlas.

-Me hubiera gustado ir a tu funeral, pero no me llamaron. ¿Sabes?

El viento desordenó su cabello.

-Supongo que todo fue muy rápido. Con la muerte de Donna Troy, y tu… tu…- ni siquiera era capaz de decirlo en voz alta.- Dios… Tuvo que decírmelo Gar una semana después. Y yo preguntándome porque no contestabas al Messenger. ¿Quieres oír algo gracioso? Creí que era porque estabas con algún chico. Que habías encontrado el amor y te habías olvidado de mí. Y me alegraba por ti. Pensaba: me alegro por la zorra de Lil. Creía que eras feliz y resulta que estabas muerta. Muerta.

Ahora sí brotaban las lágrimas. Lo había dicho por fin.

-Te querían hacer una estatua en la torre de los Titanes, ¿sabes? Una muy bonita. Pero la Hermandad del Mal lo destruyó todo. Y luego vino Imperio. Y todo fue cuesta abajo. Gar quedó en coma. El grupo desapareció. Raven se volvió loca. Y me he quedado yo sola. Y quiero salvar los Titanes, pero no sé cómo. ¡No sé cómo! Y… y… pasan tantas cosas. Halcón me ha gritado. No hago más que molestar a Toni y a Grant. Los Titanes Oeste pasan de mí. Gar me ha besado… Y yo estoy aquí hablando a mi mejor amiga muerta. – se quedó un rato más sentada en el césped.- Ojalá estuvieras aquí. Tú sabrías que decirme.

Silencio.

-Supongo que es hora de dejarlo en manos de los profesionales, ¿no?

Se puso en pie.

-Adiós...- Empezó a soplar un viento frío. Se apartó el pelo de la cara. Entonces vio una muchacha pelirroja mirándola desde unos árboles, con una larga melena. Una puñalada no la hubiera conmovida más.- Eres… ¿Lilith? – el viento hizo volar su pelo otra vez. Y cuando la apartó al instante siguiente, la chica ya no esté. ¿La habría imaginado? “Sí, eso es. Es mi imaginación nada más”.


Blüdhaven. Hace dos horas

Quizá la “Nightwing-señal” que había construido en el tejado no fue la mejor idea. Había creído que atraería al héroe local, pero la que vino fue la villana: Lady Vic. No conocía su nombre hasta entonces. Pero lo recordaría siempre. En sólo dos segundos, le enseñó más de esgrima de lo que creyó aprender en toda la vida. La sicaria británica la desarmó de sus bastones en instantes; y sus sables impedían que se acercara para llegar al cuerpo a cuerpo. Pronto sangraba de varias heridas y estaba acorralada contra la chimenea. “Voy a morir”, se dijo, con el corazón latiéndole desbocado. No era justo, estaba intentando hacer lo mejor.

-Es tu último aliento, pajarito. ¿Alguna cita memorable?

-Fuck you.- dijo. Pero pensó “Te quiero, Gar.”

-Grosera y vulgar. Eres una digna americana.- Lady Vic levantó la espada, pero sonó un ruido metálico y el arma cayó al suelo. Nightwing, que había lanzado el batarang, apareció en el tejado. – Tendrás que esperar.

Lady Vic desapareció como vino, en la oscuridad. Nightwing se inclinó sobre Flamebird.

-Bette, estás herida.- de alguna parte sacó vendas para atender los cortes.- Tranquila, ya estás a salvo.

-Nightwing… Estuve en tu funeral(7). Pero luego oí rumores…

-Tuve que mantener el engaño. Mi situación aquí es muy complicada. Lo siento…

-No me avisáis de las muertes, no me avisáis de las resurrecciones… ¡Menudos amigos!- se puso de pie con dificultad, dolorida.- Me alegro que estés… vivo… En tu funeral lloré.

-Con calma.

-No, escúchame, los Titanes están desaparecidos.

-Lo sé, hablé con Flash hace poco. La JLA está usando sus medios para localizarlos.

-¡Pero tiene que haber un equipo mientras! Tienes que formar un grupo nuevo para llenar el vacío.

-Imposible, ahora mismo. Blüdhaven me necesita. Estoy seguro que volverán pronto. Adiós.- se dio la vuelta para irse, pero Flamebird, con dificultad, lo agarró del brazo.

-¡Espera! No puedo hacerlo sin ti. Tú eres el líder. El fundador de los Titanes.

-Ya no soy un titán, Bette. Lo siento.

-¿Y tampoco son tus amigos? ¡Arsenal está desaparecido! Eres el mejor detective del mundo… Bueno, de los tres mejores, o lo que sea. Si alguien puede encontrarle eres tú.

Sus miradas se cruzaron unos instantes.

-Está bien, haré lo que pueda. Pero olvídate de un nuevo grupo, Bette. Si algo tienes que aprender de esta noche, es que no estás hecha para esto.

Saltó por la cornisa y se alejó balanceándose entre los edificios. Flamebird lo observó unos segundos. Luego se puso en pie, desafiante… Al instante segundo la dobló al dolor. Bajó hasta la calle por las escaleras y llamó un taxi, ignorando las miradas de la gente.


Humillada, se sentó en el lavabo del hotel. Se curó las heridas tan bien como pudo. Ninguna era seria. Sabía lo suficiente de primeros auxilios como para no necesitar ir al hospital. Aunque se pasaría varios días en esa habitación lamentándose.

Miró los mensajes de su teléfono. Primero:

-##Hola, Bette. Soy Garfield. Sólo llamo para saber cómo estás… y para decir que te echo de menos. Llámame, ¿vale##

No creía que fuera a sonreír aquella noche, pero lo hizo. Iba a llamar cuando sonó el siguiente mensaje:

-##¿Señorita Kane? Me llamó Richard Staple y soy el abogado de Frances Kane, Magenta. Dentro de pocos días tiene la vista preliminar de su juicio y me preguntaba si estaba dispuesta a declarar a su favor.##

Continuará...


Referencias:
1.- Como hemos visto en  los últimos números.
2.- De nuevo, las consecuencias de lo ocurrido en su última aventura.
3.- Si, han pasado muchas cosas en las últimas aventuras. ¿Quieres saber dónde esta Roy? Repasa el siguiente número.
4.- Ver Titanes #10
5.- Los Titanes Oeste, una rama de los Titanes  compuesta por Aguila Dorada, los primeros Halcón y Paloma (Hank y Don Hall), Omen, Bumblebee, Herald y la propia Flamebird. Reunidos por Omen para detener al villano Mister Esper,  terminaron siendo liderados por Halcón. Sus escasas habilidades como líder y su temperamento fueron los responsables de su pronta disolución
Una segunda formación liderada por Changeling estuvo formada por Flamebird, Hero Cruz, Herald, Bumblebee, Terra II y el Capitán Marvel JR pero tambien se disolvió rápidamente cuando Gar Logan regresó a los Titanes originales.
6.- Lilith Clay a.k.a. Omen fue, como hemos visto, la fundadora de los Titanes West. Poseía poderes psiquicos, básicamente clarividencia y premonición, y asistió en varias ocasiones a los Titanes, tanto al grupo original como a diferentes encarnaciones del mismo. Fue asesinada por el mismo Superman Androide que asesinó a Donna Troy en Graduation Day.
7.- Nightwing fue dado por muerto en la Batalla de Washington (Superman nº20) Pero, como podemos ver en nuestra serie Nightwing y, parafraseando a Mark Twain, "las noticas sobre su muerte fueron exageradas"...

4 comentarios :

  1. No se si ya lo he mencionado antes: no puedo negar que me encanta como Roger Corbera lleva las riendas de esta serie. Quizás no se parezcan demasiado a la serie original, pero el modo en que desarrolla las interacciones entre los personajes y el cariño que demuestra por ellos la convierten en una de esas pequeñas joyitas que tenemos en AT53. Después del “apocalíptico” final del último número, comenzamos a lidiar con las consecuencias de esa aventura muy centrados en Flamebird, quien parece se va a convertir en la “gran protagonista” de esta nueva etapa que comienza. ¿Conseguirá Roger dotarla de la fuerza de carácter que otros autores (sobre todo los profesionales) no han sabido sacar de ella? Ojala los tiempos que se manejan en los fanfics fuesen mas cortos y podamos ver la continuación de esta aventura muy pronto.

    Respecto a la portada de Moises Lopez, continuamos disfrutando de su enorme talento (y espero que nos dure!)

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  2. Este capitulo de transición ha resultado ameno, además de dar un panorama interesante de la situación superheroica del grupo. De los efecto de la Saga Imperio y de como deben evolucionar algunos personaje. Realmente interesante, con una prosa envolvente y amena, espero poder leer otro numero dentro de poco.

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  3. Muy buen número de transición en que se consigue tocar la fibra del lector perfectamente a través de Bette, quien tiene pinta de que se convertirá en una estupenda líder. Si bien ya se intuyen quienes pueden ser alguno de los nuevos miembros, tengo muchas ganas de descubrir el reparto final jejeje

    A ver si el siguiente número no se hace mucho de rogar!!! ^^

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  4. Buen número, sí señor. Y el tratamiento que sigue haciendo el autor de Flamebird (que comenzó en el ya lejano número 10), para quitarse el sombrero. Aunque sin duda se levantará de sus cenizas en futuros episodios, Roger parece decidido a humillarla a base de bien hasta que llegue ese momento. Pero bueno, lo importante, es el excelente trabajo de caracterización que está realizando con ella (y el resto de personajes, la verdad).

    Tras desmontar lentamente al grupo número a número, ahora toca empezar a recomponerlo con una (suponemos) nueva formación. Y a nosotros, disfrutar mientras el autor lo hace.

    ¡Gran serie! :D

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