La Brigada de la Gabardina nº 02

Título: El paquete
Autor: Guillermo Moreno
Portada: Juan Andres Campos
Publicado en: Abril 2013

El Fantasma Desconocido ha reunido ya sus fuerzas... es hora de enfrentar la amenaza que tanto teme. ¿Podrán escapar de los horrores que se ocultan en los muelles de la ciudad?
Bien, Mal, Orden y Caos tienen sus campeones, pero cuando un trabajo les queda grande, el Universo no duda, en pro del equilibrio, en reunir a sus propios campeones. Unidos por las circunstancias, marcados por el signo de la fatalidad y sus tortuosos pasados, reunidos por el Fantasma Desconocido, para permitir que el joven Tim Hunter decidiera que senda seguir… ellos son los Campeones del Equilibrio…
Creado por Neil Gaiman y John Bolton.


Resumen de lo publicado: Tras sufrir ataques furtuitos, John Constantine, Papa Midnite y el Doctor Richard Occult son convocados en New York por el Fantasma Desconocido para hacer frente a una amenaza que sólo ellos pueden manejar

—Cuando me convocó para realizar esta tarea pensé que sería algo realmente complicado— dijo una figura envuelta en sombras, en la azotea de un edificio. Su interlocutor era un niño rubio en pañales sosteniendo un globo rojo— pero me he dado dé cuenta de que no ha sido así. Esa cosa los atrae como la llama a las polillas.

—Tienes razón— replicó el niño del globo— las variantes juegan a nuestro favor, por algo la estocástica es nuestra

—Entonces, mi señor ¿Qué hago?— preguntó la figura.

—Sencillo, asegúrate de que la maten, y luego trae el cadáver. Claro y divierte, no podía ser de otra forma.

— ¿Y ellos?

—Considéralos como un bono, y saca ese gato de mi vista.

La oscura figura asintió y acto seguido se desvaneció entre las sombras, dejando al niño pequeño en aquella azotea.


El Fantasma Desconocido estaba asombrado por como una situación, que hace poco había sido una tarea titánica para él, se transformaba en algo sencillo gracias a la ayuda de Papa Medianoche. El houngan mafioso en un tris llamó a sus hombres, los envió por delante para que investigaran el sitio; una vez que estos volvieron y le confirmaron que existían un montón de seres sobrenaturales, Medianoche tomó las medidas respectivas. Usando uno que otros conjuros, a algunos zombies y a sus hombres, rompió el cerco alrededor de los muelles. Ahora sin tanto problema, y en el asiento trasero de una limosina, los miembros de la Brigada se dirigían a su destino.

El Doctor Oculto no estaba a gusto, esto en gran medida se debía a los sacrificios que se habían hecho, para llegar allí. Constantine por su lado desconfiaba en gran medida de Medianoche, aunque parecía encubrirlo muy bien, pues se estaba deleitando con el minibar del automóvil. El mafioso por su lado disfrutaba en secreto de la inquina de Oculto, y no le quitaba el ojo encima a Constantine, pues nunca había confiado en él y en más de una vez se habían tratado de matar. Solo él, se hallaba preocupado por la situación. Durante un buen rato, el defensor del equilibrio consideró que había hecho mal al unir a aquel grupo.

El automóvil se detuvo suavemente, durante unos segundos los pasajeros pensaron que era cosa del conductor. Pero resultaba ser que la maquina se había quedado sin energía. Medianoche no tardó en arremeter contra el conductor, pero el Fantasma Desconocido lo disuadió de tal cosa, pues comprendía que aquello era inherente a la situación que estaban viviendo, además el sitio estaba solo a algunas calles.

—Allí se encuentra lo que hemos venido a buscar— dijo el Fantasma Desconocido mientras señalaba un gran barco en uno de los muelles. Alrededor había varios policías.

— ¿Estás seguro?— preguntó Oculto. El misterioso ente se limitó a asentir.

— ¿Qué harán los policías aquí?— Preguntó Medianoche.

—El barco llegó solo, sin tripulación o eso parece ser—replicó El Fantasma Desconocido.

—Infiero, que ustedes no desean cargarse a los poli— preguntó Medianoche

—Infieres bien— replicó Oculto.

—Entonces tendremos que hacerlo a la antigüita— replicó Constantine que adelantándose sacó un cigarrillo y lo encendió, se volteó a sus compañeros y agregó— Síganme los buenos.


El policía Charles Whitefield no lo vio venir, y era de esperarse porque él y su compañero de turno no habían reparado en la neblina repentina, mucho menos verían con ojos critico lo que les pasaría.

—Mi nombre es Agente Van Halen, somos del FBI— dijo el agente de aquella organización mientras le mostraba sus credenciales a Whitefield.

— ¡Vaya, no esperaba que los federales viniesen tan rápido!— replicó el policía.

—Seguro esperaba a que llegase primero la DEA— comentó el Agente Van Halen

—Y migración— respondió el otro policía— al fin y al cabo este barco viene de Lisboa, en Suramérica

—Sí, debe estar lleno de cocaína y jodidos mexicano— replicó Whitefield.

—Lisboa está en Europa, Portugal para ser preciso, en la península ibérica al lado de España… —le corrigió Van Halen

—Y todo el mundo sabe que España está al sur de México— le atajó Whitefield—sin importar como los mexicanos quieran llamar al lugar.

—Entiendo— replicó Van Halen— aun así, mi grupo y yo nos adelantaremos, luego veremos como la DEA, Inmigración, NSA y CIA lo resuelven ¿Les parece?

—Por mí no hay lio Señor

—Yo tampoco tengo problema alguno— replicó Whitefield mientras levantaba la cinta amarilla.

Con una sonrisa socarrona en los labios Constantine y los otros miembros de la Brigada pasaron frente a los policías, subieron por la pasarela y se internaron en aquel extraño barco que había llegado desde Lisboa.

—Estos americanos, mejor no decir nada— replicó el mago con una sonrisa.

Esperanza, ese era el nombre de aquel barco, pero el sitio estaba lejos de tener cualquier relación con la palabra. Sus pasillos estaban desolados, el centro de mando también, y los camarote de la tripulación ni se diga. Lejos de haber un aura de camaradería o restos psíquico del cansancio de una tripulación que lleva meses en alta mar. Los restos de energía que había eran unos que hablaban de desolación y pesar, aquella aura mortificaba sin duda a Oculto, quien podía sentir a Rose retorciéndose en el fondo de su ser.

Al cabo de un buen rato encontraron lo que pensaba que estaban buscando. Vieron en los pasillos más sombríos y oscuros, como los restos humanos se iban apilando, mientras se acercaban al fondo del barco, la aparición de cadáveres de hombres, y de otras criaturas que habían muerto en medio de una brutal batalla, comenzaban a aparecer. Al cabo de un rato, de seguir aquella mortandad y hedor dieron con un gran contenedor rojo.

—Aquí es donde la señal viene con más fuerza— comentó el Fantasmas Desconocido.

— ¿De cadáver de un chinito?— replicó John Constantine mientras se acercaba al cadáver que estaba frente a la puerta del contenedor. Sin duda había sido en vida un joven fuerte, asiático, y además maestro en alguna clase de esgrima pues el cadáver aun tenía entre sus manos una espada, ahora rota. Lo observó con calma, y se percató que había muerto por una serie de heridas severas, mientras defendía el contenedor.

Miró como todos alrededor y se percató que había cadáveres de marineros y otros seres alrededor.

—Este barco seguro traficaba con personas— comentó Oculto.

—Hasta que todos se volvieron locos y se mataron— comentó Constantine— Medianoche seguro te sientes como en casa.

El Houngan dejó lo que estaba haciendo y le lanzó una mirada cargada de rencor al inglés.

—Murió defendiendo lo que estaba detrás de estas puertas— replicó El Fantasma Desconocido, mientras que con una facilidad asombrosa liberaba los seguros y lo abría. Escucharon algo arrastrándose y un quejido, cuando la poca luz se internó en el contenedor, revelando la mercancía que allí había.

— ¡El paquete es una chica!— comentó Constantine, entre asombrado y divertido—, te lo tenias guardado, picarón.

—No… me… ha…gan… da…ño, por… favor…— replicó la joven antes de caer desmayada.

—Y, está embarazada— replicó Constantine— eres de armas tomar Desconocido.

— ¡Constantine!— masculló este cansado de la impertinencia del mago inglés.


— ¡Alto! ¿Quién anda allí?— alcanzó a decir el oficial Whitefield. Sin duda si supiese que iba a ser lo último que diría en vida habría sido mucho más prolijo.

En cuestión de segundos hizo acto de presencia una niebla y de ella surgió un jovencito de piel azul. Vestía un traje negro, con una camisa blanca y corbata, llevaba guantes y un peinado inusual, pues a los lados del cráneo el cabello daba el aspecto de que tenía un par de cuernos, ese aspecto de diablillo calzaba a la perfección con la maliciosa sonrisa que decoraba su rostro. Además cargaba en brazos un gato naranja y rallado.

—Espero que les aproveche— dijo el jovencito. Y los policías se limitaron a preguntar ¿Cómo?

Rápidamente de la niebla surgieron unas criaturas inusuales, median un metro de alto, y carecían de pelaje, su cuerpo recordaba al de los felinos, pero sus cabezas eran cráneos largos y tubulares con cuatro ojos. Tenían bocas, si eso podía llamarse así, llenas de una ristra de dientes que a simple vista parecían de metal.

Los policías apenas alcanzaron a disparar una vez, antes de que las criaturas saltaran a por sus cuellos.


El sonido de los disparos, amortizados, llegó a los oídos de los brujos que no tardaron en preguntarse ¿Qué ocurría? El fantasma desconocido se preparaba para dar las órdenes cuando de repente lanzó un sonoro grito de dolor. Como un roble que estuvo de pie durante siglos, aquel místico ente termino en el piso retorciéndose de dolor.

— ¿Qué demonios ocurre?— alcanzó a preguntar Medianoche.

—Tenemos visitas indeseadas— replicó el Doctor Oculto, quien tenía sus manos sobre la sienes y los ojos mostrando solo la parte blanca—Hay una gran presencia en el barco.

—Y ha lanzado una terrible maldición sobre el Fantasma Desconocido— replicó Constantine quien estaba arrodillado al lado del ente que se retorcía de dolor.

—Tienen… que… sacarla…— alcanzó a mascullar el Fantasma.

—No te esfuerces— dijo John Constantine— Oculto, Medianoche, tomad a la chica y salid de aquí, mientras yo trataré de librar al Fantasma del mal que le aqueja.

El gánster se preparaba para replicar, pero las miradas de Oculto y del inglés lo disuadieron.

—Antes reclutaré un poco de ayuda— replicó el Houngan, mientras tomaba un poco de carne y sangre de los cadáveres y lo mezclaba con unas extrañas raíces que portaba con él. Las encendió y masculló con rapidez unas cuantas frases en papiamento. Cuando terminó aquella cantinela, los cadáveres, que aun estaban completos alrededor, se pusieron de pie—vous serez l'avant-garde— ordenó a los cadáveres, quienes se pusieron en marcha.

— ¿Qué así sea?— respondió Constantine— salid de aquí de una buena vez.

Con dificultad, y con una calma pasmosa, los zombies de Medianoche, Oculto y la embarazada dejaron aquel almacén. La decisión tomada por Medianoche había resultado ser realmente efectiva, pues no tardaron en dar con los entes que mataron a los policías. La batalla resultó ser difícil, pero los zombies no tenían miedo, y la voluntad del Medianoche era tan fuerte que era capaz de levantar a los cadáveres que hallaban por el camino con una facilidad pasmosa. Al cabo de unos minutos, ya tenían una legión de no muertos dando cuenta de los extraños felinos.

—Esta es mi habilidad especial— masculló Constantine— usar el dolor para potenciar mi magia. Sí, sé que soy un bastardo por no eliminar tu dolor de un golpe, pero creo que necesitaremos más potencia.

Constantine, con rapidez y valiéndose de la sangre y vísceras alrededor, trazó un circulo de convocación. En el centro colocó al Fantasma que no dejaba de retorcerse pero había dejado de gritar de dolor.

Una vez en el circulo Constantine inició una extraña letanía en una oscura lengua, que El Fantasma Desconocido no alcanzaba a identificar. Antes de terminar aquella salmodia, John se detuvo.

—Tu dolor ha sido atado al círculo— masculló— el fungirá como un pararrayo, y yo como el receptáculo del mismo. Sé que te estás conteniendo, pero deja de lado tus protecciones y permite que el dolor te recorra. Estoy al tanto de que es difícil, pero será solo unos minutos. De todas formas yo compartiré tu pesar—.Por alguna razón, El Fantasma Desconocido, no pudo negar la lógica de Constantine y cedió ante sus demandas.

Hombre y ente aullaron de dolor. Aquel era un dolor que realmente ningún hombre había sentido antes. Era como tener miles de hojillas revoloteando en el estomago o similar a los dolores del parto, sin duda para ambos era un tormento, pero para el Fantasma Desconocido era peor, pues aparte del dolor físico, sentía algo que casi nunca había probado: la angustiosa sensación de sentir impotente y vulnerable, como un mortal mas.

Constantine estaba acostumbrado al dolor y a mentir también. En realidad él no eral receptáculo, sino que era una especie de conductor también, y estaba conduciendo ese dolor a conveniencia. Las sensaciones del Fantasmas, aun su impotencia, lo recorrieron y el las encerrará en las vísceras y sangres que conformaban el circulo místico. La sustancia reaccionó como esperaba el mago, comenzó a condensarse hasta tomar la forma y el tamaño de un huevo de gallina.

—Te tengo— masculló el Mago mientras las tomaba en sus manos. Su rostro resplandecía de alegría— te guardaré para más tarde— finalizó mientras guardaba la extraña gema en uno de los bolsillos de la gabardina.

El Fantasma por su lado había dejado de gritar, además cayó en un estado de inconsciencia. Constantine, lo tomo con calma, y colocándolo sobre sus hombros lo arrastró hacia la salida más próxima.


— ¡Klarion, el chico brujo!— gritó asombrado el Doctor Oculto, cuando se percató de quien le cerraba el paso en la cubierta del navío.

—Ese es mi nombre, no lo desgaste— replicó el jovencito, mientras acariciaba su felino.

— ¿Y ese quién es?— preguntó Medianoche

—Un Don nadie…

—Un Don nadie peligroso— replicó el joven con una sonrisa en los labios—. Un don nadie que los tiene agarrado del cogote

—Irrespetuoso y pomposo el niño— masculló Medianoche.

—Sin duda, señor mío— agregó con calma mientras alrededor de él, como salidos de la nada, aparecían más de aquellos extraños felinos. El Doctor Oculto no pudo esconder la sorpresa y desazón que le embargaba, llevó su mano libre hacia uno de los bolsillos de su gabardina. Cuando tocó el místico símbolo de los Siete sintió una gran calma.

Tranquilo Richard, saldremos de está— escuchó en su mente la tierna voz de Rose dándole apoyo. El otro ser, que lo conformaba y complementaba, se había calmado a medida que dejaron atrás los siniestros pasillos del navío, y desde que entró en contacto con la chica embarazada Rose se había vuelto más fuerte. La sentía allí vibrante, decidida, como si hubiese recibido un segundo aire, o tuviese una razón supina por la cual luchar.

Con un gesto de su mano, Klarion le ordenó a los felinos que atacasen. Prestos se lanzaron a por los magos y la chica, pero antes tendrían que acabar con algunos de los zombies de Medianoche. El chico brujo observó, con cierto asombro, como aquellas bolsas de carne reanimada, les daban la lucha a sus abominaciones. Realmente no alcanzaba a comprender el ¿Por qué aquellas criaturas actuaban con tanto vigor? ¿Sería resultado del conjuro de Medianoche o consecuencia de sus muertes violentas? Lo cierto es que los felinos tuvieron que retroceder sin más.

Cada vez más furioso, por ver sus planes frustrados, el joven se preparó para lanzar una descarga de energía que desintegraría a todo lo que se hallase en la cubierta del navío. No alcanzó a mascullar las primeras palabras cuando una bala, que parecía provenir desde el muelle, le rozo un hombro. Volteó con rapidez hecho una furia, para ver como los policías muertos, se levantaban y disparaban contra él. La estridente risa de Medianoche lo enfureció aun más.

— ¡Malditos!— gritó el joven brujo mientras a gran velocidad proyectaba una descarga de energía mística que desintegró a los zombie policías—Ahora les toca a ustedes— agregó mientras se disponía a atacar al par de mago y los pocos zombies que quedaban.

Medianoche hizo que sus esbirros se lanzaran contra Klarion, quien ante la cercanía de aquella amenaza no pudo hacer nada más que disparar a quemarropa. Cuando la luz y estruendo menguó la cubierta queda limpia, y allí en medio de ella un sonriente Klarion se preparaba para darle el puntillazo final a la Brigada.

—Al principio pensé que esto sería una labor sencilla, pero veo que no ha sido así. Ustedes la han hecho interesante, lástima que tenga que terminar— dijo mientras se preparaba para lanzar otra andanada.

Un aro de fuego rodeó a los magos con una presteza única, luego en cuestión de segundos ese aro se elevó lo suficiente para detener la andanada de Klarion. Quien frente a aquel despliegue inusitado de magia no pudo hacer nada más que aullar de asombro. Klarion había inutilizado al Fantasma Desconocido, a quien tenía por el único miembro peligros de verdad, así que aquella manifestación de poder arcano era algo que no se esperaba. Desconcertado y asustado retrocedió un poco. Cuando el muro de fuego descendió, observó como al grupo, conformado por Oculto, Medianoche y la rubia embarazada, se le sumaban Constantine y un maltrecho Fantasma Desconocido.

—Te iba a guardar para un momento realmente importante— masculló por lo bajo Constantine mientras guardaba el huevo escarlata, que ahora era un poco más pequeño.

— ¿Cómo se encuentra?— preguntó el Doctor Oculto.

—Un poco mejor— respondió el Fantasma Desconocido algo agotado.

— ¿Puede sacarnos de aquí?—Inquirió Medianoche.

—Yo creo que sí— se adelantó John—Entre ambos lo haremos, ¿Quién es el gillipollas de allí?

—Larga historia, Constantine— replicó el Doctor Oculto

—O una muy corta— agregó Medianoche socarrón— ¿Eso es todo lo que puedes hacer, mocoso?— le imprecó el Houngan al joven brujo, consciente de que era necesario distraerlo lo suficiente para que Constantine y el Fantasma hicieran lo suyo.

—Es mucho más de lo que eres capaz de hacer tú, viejo. Y sin tener que disfrazarme del Barón Samedí— agregó enfurecido.

—Al menos no soy azul y me visto como una niño amanerado del siglo XIX ¿Te caíste del Gayflower o te lanzaron por la borda, efféminé?

Enfurecido hasta más no poder, Klarion arremetió de nuevo contra el grupo, el aro de fuego volvió a elevarse y esta vez cubrió toda la cubierta transformándose en una gran columna de fuego. Cuando esta se disipo, tan rápido como emergió, donde antes se hallaban los magos solo había una delgada línea rosa flotando en el aire.

—Son unos novatos, Teelk— comentó ya calmado y el gato se limitó a maullar. Se acercó con calma a la hebra flotante— han sido tan burdos, que han dejado una hebra fácil de rastrear— puntualizó mientras extendía su mano hacia la energía flotante.


A la distancia, los miembros de la Brigada, pudieron observar el destello de energía rosa y escuchar con claridad el aullido de dolor del joven brujo.

— ¿Qué ha sido eso?— preguntó, consternado, el Doctor Oculto mientras acomodaba a la joven dentro de la limosina.

—El equivalente mágico de una mina antipersonal— respondió Papa Medianoche, consciente de lo que había hecho Constantine— ¿Estamos todos listos?

—Sí— replicó Constantine, quien ya había acomodado al Fantasma desconocido, se había preparado un trago y se disponía a encender un cigarrillo.

—Aquí no— replicó una furiosa Rose, quien con una rapidez asombrosa le había quitado los implementos al mago de Liverpool y lanzaba una desafiante mirada a Medianoche.

— ¿Qué demonios?— alcanzó a decir Constantine asombrado por la velocidad y lo virulento del cambio.

—Salgamos de aquí— ordenó un agotado Fantasma Desconocido— pues el joven Klarion no es nuestro único rival, siento algo mucho realmente fuerte acercándose.

—Estos son tiempos oscuros, pocos conveniente para los chicos buenos— replicó Constantine mientras degustaba el trago que se había preparado.

—Entonces Constantine ¿De qué te preocupas?— preguntó Medianoche socarrón al mago inglés, y antes de que este respondiese le gruñó la dirección al conductor.

—Por qué temó que serán peores para los malos— replicó con una sonrisa.

Con rapidez la limosina de Medianoche abandonaba las áreas circundantes al puerto, iba con dirección a una de las tantas guaridas seguras del gánster, cargado de interrogantes y un sinfín de preguntas.

Continuará...


2 comentarios :

  1. Guillermo Moreno nos ofrece la segunda entrega de esta serie protagonizada por algunos de los personajes de ámbito místico más carismáticos del Universo DC, continuando la historia que le sirvió de excusa para unirlos en el primer número justo donde la dejó.

    Cumplida la obligación de rigor, que consiste en introducir a los personajes protagonistas mientras se justifica al mismo tiempo su alianza quizá temporal, el autor se lanza definitivamente a contarnos la historia que nos quiere contar, aunque sin descuidar por ello la caracterización de los personajes, hasta el punto de que la interacción entre los protagonistas de esta serie se convierte en uno de los puntos fuertes del fanfic (con Constantine de por medio resulta imposible que la tensión no se respire constantemente en el ambiente). Y bueno, aunque todavía no se profundice demasiado en la amenaza global a la que tendrá que enfrentarse esta Brigada de la Gabardina, el encontronazo con el antagonista "sorpresa" de este número (me ha gustado mucho la introducción de este personaje en la historia) resulta más que satisfactorio, y por supuesto, deja con ganas de saber más sobre lo que está ocurriendo.

    Al igual que en el número anterior, destacar que el estilo de Guillermo me parece muy adecuado para esta historia, y que tanto los diálogos como la descripción de la acción están la mar de bien.

    Definitivamente, hay que seguir leyendo esta serie :)

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  2. Pues muchas gracias. Trataremos de mantener ese nivel

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