Green Arrow nº 15

Título: En espera...
Autor: David Guirado
Portada: Roberto Cruz 
Publicado en: Abril 2012

La caza ha comenzado. Alguien esta decidido a limpiar de criminales Star city... pero deberá enfrentarse a sorpresas inesperadas, cuando un nuevo Boss quiera instalarse en la ciudad. ¡Comienza una nueva etapa en la vida del Arquero Esmeralda!!!
Tras naufragar en una isla desierta, el industrial Oliver Queen tuvo que aprender a cazar y a sobrevivir en la jungla. Hoy utiliza esas habilidades para continuar la caza en una jungla muy diferente. Armado sólo con su arco, sus flechas y sus agallas, lucha con todas sus fuerzas para hacer un mundo más justo. El es...
Green arrow creado por Mort Weisinberg y George Papp


Star City

Franchesco Monaguigui estaba corriendo como no lo había hecho en su vida, ni siquiera en su juventud, cuando era jugador de rugby en la universidad. En eso precisamente pensaba mientras corría como alma que lleva el diablo.

- Maldición, tenía que haber seguido practicando deporte- musitó para si mismo, mientras resoplaba falto de aire.

Monaguigui torció una esquina con la esperanza de despistar a su perseguidor. La fortuna le obsequió con un portal abierto, en el que Franchesco no dudó un instante en meterse dentro.

- Fiuuu- respiró el criminal, aliviado.

El orondo personaje se creía a salvo cuando de sopetón se encontró con algo que le hizo cambiar automáticamente de parecer: en apenas un suspiro vio como una flecha pasaba por su lado, casi rozándole la nariz.

- ¡¡La madre del cordero!!- exclamó Monaguigui, antes de emprender nuevamente la huida.

Salir a la calle no era una opción viable, puesto que su acechante era evidente que estaba fuera. Una idea que se le vino a la mente fue subir a la fachada del edificio al que había entrado. Puede que no fuese el más astuto de sus planes pero era mejor que arrojarse a su perseguidor o quedarse esperándole con los brazos cruzados. Empezar un combate con él era inimaginable, ya que el criminal llevaría claramente las de perder.

Monaguigui pegó un vistazo a las escaleras que tenía delante y comenzó a subirlas, dando unas grandes zancaladas.

- Como salga de esta, no volveré a consumir pornografía de mujeres de moral distraída- se prometió a sí mismo, aunque parecía poco probable que escapase de esa situación impune.

Mientras subía pisos y más pisos, el corazón se le aceleró al escuchar como unas pisadas se aproximaban a él cada vez más. Sin echar la vista atrás,  consiguió llegar hasta lo alto de la azotea. Abrió la puerta que daba a ella y salió con sumo cuidado.

Miró hacía los lados y al contemplar el panorama se acercó al borde de la azotea. No había escapatoria posible. Lo único que podría hacer era intentar saltar al edificio contiguo. Monaguigui tragó saliva y se dispuso a tomar carrerilla.

- Yo de ti no pensaría siquiera en hacer eso- le aconsejó una voz que provenía de las escaleras por las que acababa de subir.

El criminal hizo caso omiso y flexionó sus piernas. No obstante, no llegó a saltar, puesto que en un parpadeo notó un fuerte pinchazo en su extremidad inferior derecha.

- ¡¡Arg!!- se quejó de un frenético e intenso dolor.

Inmediatamente se percató de qué su perseguidor le había perforado la pierna derecha con una de sus flechas.

- ¡¡Maldito cabrón!!- le insultó Franchesco- ¡¡Me has destrozado la pierna!!

El arquero empezó a acercarse al criminal, entrando en la azotea. Se estaba tomando su tiempo, caminando a paso lento hacía su presa ya herida e indefensa.

- ¡¡¿Qué es lo que quieres de mi?!!- exclamó Monaguigui- ¡¡¡No he hecho nada!!!

Su perseguidor tensó su arco y colocó una nueva flecha, preparándose para efectuar un nuevo disparo.

- Lo sé- fue la contundente respuesta del arquero.

- Entonces, ¡¡déjame marchar!!- le imploró Monaguigui.

- Ahora estás limpio. Pero la cosa, amigo mío, es que los de tu calaña siempre volvéis a recaer, una y otra vez- replicó su contrincante.

El tirador efectuó su disparo, hiriendo al mafioso italoamericano en la mano derecha.

- ¿No pensarías que no he visto como te disponías a sacar una pistola, verdad? Soy todo un ojo de halcón- proclamo el arquero, mientras escuchaba chillar a Franchesco Monaguigui de dolor.



Gotham City

- ¿Quiere algo de beber, señorita?- preguntó el camarero de la barra del bar.

- Un poco más de vodka con limón, gracias- respondió Silver St. Coud.

Silver había salido aquella noche en solitario, dispuesta a pasárselo bien en las calles de Gotham. No quería pensar en nada. Ni en Bruce, ni en Batman… Sólo tenía en mente salir a divertirse, como hacían las chicas de su edad. Todavía no había alcanzado la treintena y en ocasiones sentía como si recayese sobre ella todo el peso del mundo.

- Oiga, yo le conozco. ¿No es usted Silver St. Cloud? Toda una eminencia de la alta sociedad...- comentó el camarero mientras le servía la copa.

- La mayor parte del tiempo, si- contestó mientras agarraba su bebida- Gracias.

Silver humedeció sus labios con el primer sorbo trago de vodka con limón. Realmente necesitaba eso.

- ¿Qué quiere decir con eso? Normalmente o se es o no se es una persona...- contestó el camarero.

La chica pegó un nuevo trago a su bebida, y se tomó su tiempo en contestar.

- Eso quiere decir que lo soy, pero que hay veces que preferiría no serlo- fue su respuesta más sincera.

- Mmm- gruñó el hombre detrás de la barra, antes de alejarse de ella.

Silver ni se percató, sumida como estaba en sus propios pensamientos, mientras que continuaba bebiendo. Necesitaba un cambio de vida, algo que la ayudase a redefinirse como persona. Quizás sus respuestas no estaban en ese pub, pero era el mejor sitio que se le ocurría para empezar a buscar.

- Maldita rica chiflada… Debería irse a Arkham(1). Allí sí que saben acerca de las personalidades, sobretodo los esquizofrénicos- murmuró el camarero.

- ¡Oiga!- le llamó Silver.

El hombre no tardó nada en regresar a atenderla. Se encontraba temeroso de que le hubiese escuchado criticarla y comentar acerca de ella. Ya se encontraba preparando una disculpa en su mente cuando escuchó la petición de la mujer del cabello plateado.

- ¿Es tan amable de servirme otra copa?- preguntó Silver.


Star City

En la última planta de un rascacielos de Star City, concretamente en su despacho, James Morris, un hombre de unos 45 años que destacaba por su gran altura, estaba repantingado en su asiento. Se encontraba deseoso de poner en marcha sus planes para la ciudad. Desde luego pensaba dejar su huella en la ciudad, arrastrándola hacia niveles nunca vistos con anterioridad.

- ¿James Morris?- preguntó una voz que parecía pertenecer a un hombre muy fornido.

- ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe quién soy y ha llegado hasta aquí?- contestó Morris.

Un hombre que destacaba por su imponente aspecto físico y por aparentar ser una bola de músculos entró en su despacho. Llamaba la atención que lucía una máscara muy parecida a las que portaban los luchadores mexicanos, cubriéndole toda la cara.

No entró sólo a la habitación. Iba acompañado de un pequeño sequito de hombres. Uno de ellos gozaba de una larga cabellera rubia y para sorpresa de Morris, un halcón reposaba en su hombro. Otro era pequeño pero con aspecto brutal, casi simiesco. El último de esa especie de escolta era un hombre calvo que iba con un sepulcral traje negro. Su mirada era muy parecida a la de un enterrador.

- Márchense de aquí inmediatamente o me veré obligado a avisar a mis hombres- amenazó Morris.

- Ya nos hemos ocupado de ellos- sentenció el hombre fornido de la máscara.

Al mencionar esas palabras, el calvo sacó uno de sus cuchillos, que se encontraba empapado de sangre. Con una escalofriante sonrisa en su rostro limpió la sangre en un pañuelo. Un gesto de horror recorrió el rostro de James Morris.

- ¿Sabe quién soy?- preguntó el más musculoso del grupo.

Morris lo examinó de arriba abajo. Había algo en aquella persona que le resultaba familiar y estaba intentando ubicarle. De repente, un escalofrió recorrió su cuerpo, al identificar a esa bola de músculos.



- Es, Bane. ¿Verdad? El monstruo que logró quebrar al murciélago(2)- dijo Morris.

- Espero que eso agilicé mi petición. Quiero que se marche de esta ciudad y no vuelva nunca. Conozco sus planes de establecerse en Star City y eso contradice los míos. Buscó un nuevo coto en este lugar y no quiero competencia- sentenció Bane.

- Pero eso es imposible. Acabó de llegar a la ciudad y tengo negocios en marcha- admitió James Morris, arrepintiéndose inmediatamente de haber dicho eso.

Los hombres que acompañaban a Bane parecieron ponerse muy nerviosos, en especial el de aspecto simiesco, que no cesaba de emitir unos gruñidos muy poco tranquilizadores.

- ¿Sabe qué cuándo estaba en Santa Prisca(3) leía sin parar? Libros de cualquier clase, no me importaba el género o de lo que tratasen. Lo importante era adquirir cualquier clase de conocimiento- comentó Bane.

- ¿Por qué me cuenta eso?- preguntó Morris.

- Para que se dé cuenta de que no soy sólo músculos- admitió Bane.

De sopetón, el villano agarró a James Morris de los hombros, empezando a apretarle fuertemente.

- ¿Qué está haciendo? ¡¡Suélteme!!- gritó Morris.

Bane hizo oídos sordos y lo empotró contra la ventana de su despacho. A James se le clavaron por el cuerpo varios trozos de cristal, produciéndole una sucesión de cortes y rasguños. Pero eso no era lo peor. Eso fue mirar hacia abajo y ver como los cristales de la ventana rota llegaban hasta el suelo. Se imaginó a si mismo corriendo el mismo destino y comprendió el grave error que había cometido al no cumplir los deseos de la mole que tenía su vida entre manos.

Mientras su vida estaba en juego, los ayudantes de Bane habían empezado a reír, lo cual no podía ser muy halagüeño para el futuro de Morris.

- ¡¡Suélteme!! ¡¡Haré lo que dice!! ¡¡Me marcharé de Star City!!- prometió Morris.

Bane se apresuró a meterlo dentro del edificio. James empezó a suspirar aliviado al haberse librado de lo que previsiblemente era una caída mortal.

- Perfecto. La ciudad muy pronto será mía y los que se me opongan pronto aprenderán a temer mi nombre- dijo Bane.

Los hombres del villano empezaron a asentir con la cabeza mientras que James Morris empezaba a caminar hacia la puerta del despacho con la intención de abandonar la ciudad tan pronto como sus piernas le permitiesen hacerlo.

- Una última cosa- comentó Bane a Morris, acercándose a él de nuevo- No soy un monstruo.

Acto seguido agarró la cabeza de James Morris con una velocidad que parecía impropia para alguien de su tamaño. Con un gesto brusco, la giró de golpe, acabando con su vida mientras se escuchaba un golpe seco fruto de romper el cuello de Morris.


Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, una furgoneta estaba aparcada enfrente de un hotel de Star City. 

- ¿Estás listo?- preguntó una voz de chica adolescente.

- Debería ser yo el que te preguntase eso a ti- contestó un hombre de mediana edad que lucía una lustrosa perilla rubia.

- Notó como no has contestado a mi pregunta- observó la jovencita.

- Siempre lo estoy- replicó, mientras se disponía a tensar un arco.

De pronto la puerta del hotel se abrió, saliendo de su interior un japonés de aproximadamente unos setenta años de edad. El hombre iba trajeado, con un caro modelo de esmoquin.

- ¿No deberíamos esperar a que el objetivo se aleje?- preguntó la chica, quien había agarrado una pequeña ballesta.

- Sabes de sobre los motivos de hacerlo aquí y ahora- musitó su mentor, apoyando su arco en la ventanilla bajada del vehículo.

- Rezó porque no te equivoques- murmuró la chica, mientras apuntaba al japonés con su ballesta.

- Niña, yo siempre acierto y nunca me equivoco- respondió el arquero mientras disparaba su arco.

La flecha salió disparada contra el japonés. Tal fue la velocidad a la que surcaba que el hombre apenas la vio venir, clavándosele en plena frente. La punta de la flecha le sobresalía por la parte de atrás de la cabeza, en un espectáculo un tanto grotesco.

Unas gotas de sudor se le escaparon al arquero tras haber visto como su objetivo caía abatido, cuando los chillidos de la gente que había visto el incidente empezaron a resonar en medio de la calle.


- Connor, es mejor que vayas arrancando la furgoneta, esto se va a poner muy feo- ordenó el arquero al conductor del vehículo.

Inmediatamente, salieron un par de hombres armados del hotel. Los pistoleros también eran de origen oriental.

- Siempre metiéndome en jaleos, Ollie- dijo la chica, mientras disparaba su ballesta por la ventanilla de la furgoneta.

El disparo de la jovencita resultó ser certero, ya que hizo igualmente impacto en su objetivo. La diferencia es que ella apuntó al corazón.

- ¡¡De puta madre!! - exclamó la adolescente.

El único japonés en pie empezó a disparar a la furgoneta, la cual se alejó rápidamente del lugar de los hechos. Varios balazos hicieron impacto en el blindaje del vehículo mientras se daban a la fuga.

- Esto está mal, papá- musitó el conductor.

- Ten paciencia, hijo. Todo nuestro esfuerzo recibirá su recompensa- contestó el arquero mientras se toqueteaba la perilla- Eso o dejo de llamarme Green Arrow.



Continuará...
Referencias:
(1)- el Asilo Arkham para Criminales Dementes, donde habitualmente puedes encontrar a los principales enemigos de Batman. ¡Vaya un camarero con malas pulgas!
(2).- Durante la saga Knightfall, en la que Bane consigue derrotar a Batman y romperle la espalda.
(3).- Santa Prisca es una republica caribeña, conocida por su corrupción y por su importancia dentro del mercado de tráfico de drogas. (Amén de por ser la patría de Bane, sobre todo despues del mencionado enfrentamiento con el Murciélago...)

2 comentarios :

  1. Interesante primer número de etapa en el que el autor apuesta por un evidente enfoque urbano, trasladando además a Star City a un par de elementos del entorno de Batman.

    Un número que se lee bien y que sorprende especialmente por su escena final. Sin duda, los actos de Green Arrow y sus pupilos merecen una explicación que doy por hecho que se dará en el siguiente episodio.

    Un buen comienzo.

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    1. Se me olvidaba mencionarlo: la portada de Roberto Cruz me parece impresionante. Un (otro) trabajo excelente de este dibujante.

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