Green Lantern nº 16

Titulo: El ataque de los Hombres Halcón (IV)
Autor: Jerónimo Thompson
Portada: Roberto Cruz
Publicado en: Agosto 2009

¡Sangre! ¡Vísceras! ¡Y muertos! ¡Muchos muertos! Despúes dela inesperada desapaición del planeta Rann, los acontecimientos se precipitan de forma dramática en este capítulo de ¡El Ataque de los Hombres Halcón!
Él es el Elegido, el Portador de la Antorcha que evitará que el Cuerpo y su Luz se extingan en sus horas más bajas.
Es una carga muy grande pero él la llevará porque nadie más va a hacerlo, porque nadie más puede hacerlo. Él ha nacido para esto. Él es un héroe. Él es...
Kyle Rayner creado por Ron Marz, Bill Willingham y Darryl Banks


En el episodio anterior… Mientras Kyle se dirige a la Ciudadela de los Guardianes acompañado por la doctora K’mele, Hawkman y Hawkwoman obligan al Decano de Seguridad Lídor a que les acompañe hasta la Puerta, y les ayude a destruir esta maquinaria de vital importancia en la campaña de expansión iniciada por Thanagar. Por otra parte, Sardath envía a John Stewart a Oa, también con el propósito de frustrar los planes de conquista thanagarianos, poco antes de activar su Rayo Omega: un poderoso artefacto que trasladará al planeta Rann hasta el otro extremo de la galaxia.



El piloto del caza thanagariano levantó los ojos del cuadro de mandos, alertado por la repentina sacudida que había sufrido su nave.
-Por los Siete Demonios... –murmuró incrédulo al comprobar que el diezmado grupo de rocketeers que había estado persiguiendo durante los últimos quince minutos, zigzagueando entre los edificios-aguja de un aceitoso suburbio de Rannagar, había desaparecido de su vista sin dejar rastro alguno. Al igual que todos los edificios-aguja. Y la ciudad-estado de Rannagar. Y el planeta Rann al completo.
Desplazándose de forma errática por el inesperado vacío del espacio, el piloto observó a través del cristal metalizado que cubría la parte frontal de su caza, a cientos de soldados alados retorciéndose a su alrededor bajo los efectos de la atmósfera cero; todos ellos miembros de los numerosos escuadrones que participaban en el exterminio de la población ranniana, y que ahora sentían impotentes cómo empezaba a hervir la sangre en sus venas (literalmente).
Los canales de comunicación que habían permitido coordinar el ataque conjunto de cazas y escuadrones de hombres halcón desde las naves nodriza que sobrevolaban el planeta, se vieron repentinamente saturados por una algarabía de gritos inconexos y exclamaciones cargadas de nerviosismo que exigían una explicación inmediata para aquella locura. ¿Acaso habían sido teleportados a otro punto estratégico? ¿Quién había autorizado aquel traslado? Todos los soldados que volaban libres, sin el equipamiento necesario para sobrevivir en el espacio, murieron pronto como consecuencia de su exposición al frío absoluto de –273 ºC, antes de que cualquiera de los cientos de miles de miembros de aquella flota tuviera la oportunidad de aventurar la más sencilla de las conjeturas.
El piloto del caza thanagariano reprogramó el ordenador de abordo para dirigirse inmediatamente hacia la nave nodriza más cercana, pero no tardó en darse cuenta de que ya no controlaba el rumbo de su nave, y que al igual que el resto de la flota invasora, caía sin remedio hacia la singularidad que había sustituido lo que hacía sólo unos instantes era el centro geométrico del planeta Rann: un punto de densidad infinita que rápidamente formó a su alrededor un agujero negro que devoró a toda la flota, e inició la absorción de las capas más superficiales de la estrella Alfa Centauri, arrancando de su corona solar lenguas de fuego de varios kilómetros de ancho que terminaron desapareciendo más allá de su horizonte de sucesos.
Todo ello a tan sólo 4,36 años luz de la Tierra.


-Detrás de ti, Lídor –susurró Carter Hall abriendo el acceso de la sala de control situada junto a la Puerta(1).
Con el rostro ligeramente crispado por la intensa ira que bullía en su interior, el Decano de Seguridad Lídor descendió por las estrechas escaleras que bajaban hasta el nivel inferior del Centro de Operaciones, seguido muy de cerca por Hawkman y Hawkwoman.
-Acompáñenme ahora hasta la Puerta... General Godan... Coronel Dekar...(2) –masculló el thanagariano de figura esquelética al reunirse con los cuatro soldados que les esperaban en el último peldaño(3).
-Excelente, Decano –respondió Shayera de forma distraída, mientras se cercioraba con un rápido vistazo de que no hubiese cambiado nada en el bullicioso Centro de Operaciones: efectivamente, el grupo de científicos responsable del correcto funcionamiento de la Puerta aún mantenía su ritmo frenético de trabajo, y nadie parecía sospechar que la nueva Rectora y su acompañante fueran en realidad agentes infiltrados de la disidencia thanagariana(4).
Flanqueados de nuevo por el cuarteto militar que les había sido asignado como escolta durante su visita, Hawkman y Hawkwoman siguieron al Decano de Seguridad hasta un pequeño orificio ovalado abierto en la base de una de las caras de la Puerta. El acceso apenas contaba con un metro y medio de altura, y no era posible determinar lo que había al otro lado, debido a la cegadora luz esmeralda emitida por las placas metálicas que revestían la superficie externa de aquella maquinaria.
Cubriendo sus ojos parcialmente con las manos, pasaron los tres al interior de la pirámide, mientras la escolta se situaba a ambos lados del orificio custodiando la entrada.
-Como podrán observar a continuación –empezó a recitar el Decano Lídor, retomando su papel de cicerone muy a su pesar, -la Puerta presenta un espacio hueco en su interior que permite...-.
El escuálido guía perdió repentinamente el hilo de su recién iniciado discurso al encontrarse allí dentro rodeado por una docena de soldados alados que parecían esperar su llegada. Y justo enfrente suya, a sólo un par de metros, reconoció con sorpresa la rechoncha figura del ex-Rector Karon Tev.
-Si no le importa, Lídor –dijo su antiguo superior mostrando una extraña sonrisa en su boca de labios gruesos, -a partir de este punto me encargaré yo de acompañar a nuestros invitados en su visita al complejo...-.
Hawkman se limitó a cruzar una rapidísima mirada con Shayera Hol antes de lanzar un golpe brutal contra la tráquea del escolta que se encontraba más próximo a ellos, haciéndose con una de las armas que colgaban de su cinto mientras éste caía muerto al suelo. Inmediatamente, Carter le pasó el arma a Hawkwoman, y utilizando al Decano de Seguridad como escudo humano, avanzó con celeridad hacia el ex-Rector Tev.
En respuesta a la violenta reacción de Hawkman, el escuadrón de soldados que que les rodeaba apuntó todo su armamento contra ellos, a la espera de que Karon Tev diera la orden de abrir fuego.
Shayera Hol aprovechó estos breves instantes de vacilación para descargar el contenido de su arma contra los otros tres soldados que les habían acompañado hasta allí, despejando así su vía de escape, aunque al mismo tiempo dudaba que Carter y ella tuvieran alguna oportunidad de salir del Centro de Operaciones. Aun eliminando el peligro inmediato que representaban aquellos hombres a sus espaldas, era sólo cuestión de segundos que sonaran las alarmas, y todos los equipos de seguridad del Rectorado XII se concentraran en aquella zona.
Mientras tanto, dos de los soldados que les habían estado aguardando en el interior de la Puerta se interpusieron entre Hawkman y un nervioso (aunque visiblemente excitado) Karon Tev, dispuestos a abatir al aturdido Decano de Seguridad si era necesario.
-¡No disparéis! –gritó Lídor con una voz inusualmente aguda.
-No disparéis –confirmó Karon Tev. –Queremos al terrestre vivo... ¡Pero matad a esa perra traidora! –añadió señalando a Hawkwoman.
Carter volvió rápidamente su cabeza hacia Shayera Hol, que en esos momentos se cubría parcialmente con el cadáver de uno de los escoltas caídos, al tiempo que comenzaba a disparar contra aquellos soldados que la estaban apuntando. Sin embargo, mientras que las descargas de Hawkwoman se dispersaban de forma inocua al entrar en contacto con los escudos energéticos que habían activado los thanagarianos a su alrededor, ella no tuvo tanta suerte cuando éstos respondieron a su ataque.
El cadáver del escolta thanagariano recibió la mayor parte de las descargas láser y proyectiles explosivos que dirigieron los hombres halcón contra Shayera. No obstante, una vez que sus pedazos volaron en todas las direcciones posibles, salpicando de sangre y pequeños trozos de carne las paredes y el suelo de la estancia, fue el cuerpo de Hawkwoman el que recibió toda la furia del embite thanagariano.
-¡No! –aulló Carter al asistir impotente al brutal asesinato de su compañera: antigua componente de la Liga de la Justicia y esposa de Katar Hol, cuya esencia formaba parte, en cierto modo, del alma de Hawkman(5).
Carter arrojó sobre el suelo al Decano de Seguridad Lídor, pero al tratar de llegar hasta los restos sin vida de Shayera, dos soldados alados cayeron sobre él con la intención de reducirlo: sin éxito. Hawkman estaba poseído por una sanguinaria furia demente, y sin apenas esfuerzo, rompió el cuello del primero que se interpuso en su camino, para rápidamente hacer impactar su puño izquierdo contra el pecho del segundo, partiéndole el esternón en varios pedazos.
Acto seguido, los restantes hombres dispararon sobre él suficientes descargas aturdidoras como para derribar a un gigante que triplicara su peso, pero apenas consiguieron frenarlo, y cuando cuatro de ellos trataron una vez más de reducirlo, dos resultaron muertos, y los otros dos necesitaron la ayuda de cuatro más para empezar a contener su ira desatada.
Tras diez minutos de lucha violenta y desesperada, Carter Hall terminó inconsciente sobre el suelo de aquella pequeña estancia con decenas de cortes y magulladuras por todo su cuerpo, y rodeado por los cadáveres de media docena más de thanagarianos.
-Sedadlo –ordenó el Rector Tev recuperando con cierto esfuerzo su estudiada calma. -Y enviadlo inmediatamente al Nivel 21. El laboratorio Beta 5 ya está preparado para recibir al terrestre e iniciar su estudio...-.
-¡Exijo una explicación para todo esto, Rector! –bramó el Decano de Seguridad Lídor, encogido hasta ese momento en el rincón más alejado de la pelea.
-No sea melodramático, Lídor –contestó Karon Tev con un ligero movimiento de mano. –El Alto Mor sabía desde hace semanas de la existencia de un pequeño grupo de disidentes que incluía a importantes miembros de la alta sociedad thanagariana, y que tenía como principal objetivo la destrucción de la Puerta...-.
-¿Lo sabía y no ha hecho nada al respecto?-.
-No me interrumpa, Decano. El Alto Mor sabe muchas cosas, y actúa cuando debe actuar. Según nuestros informes más recientes, Carter Hall, el terrestre que no conseguimos capturar en la desastrosa misión en Sol-3(6), se encontraba en Thanagar bajo el auspicio de este grupo rebelde, así que decidimos esperar hasta que surgiera la oportunidad de atraparlo sin ningún margen de error-.
-Pero no lo entiendo... ¿Por qué no han intervenido antes?-.
-No sea inocente, Lídor. Antes de actuar necesitábamos conocer la identidad de todos los insurgentes, para estar seguros de que ninguno de ellos pudiera escapar. Y así ha sido: hace apenas una hora, varios escuadrones militares arrestaron, y ejecutaron inmediatamente, a todos esos rebeldes. A excepción, claro está, de esta traidora –añadió señalando los restos de Shayera Hol con su barbilla casi oculta en la gruesa papada.
-Ah... –acertó a decir Lídor, aún confuso por lo ocurrido. -¿Y yo? ¿Por qué no he sido informado? ¿Por qué no capturaron a estos dos farsantes cuando llegaron al Rectorado?-.
-Aún no estábamos seguros de que tuvieran a algún otro agente infiltrado en este complejo, así que decidimos darles libertad de movimiento hasta que llegaran a la Puerta, su único objetivo aquí. Y en cuanto a usted... Bueno, pensé que sería mejor que actuara con naturalidad en el caso de que ellos le obligaran a acompañarles hasta aquí, como así ha sido. Supongo que no estará molesto por haber tenido la oportunidad de servir lealmente al Alto Mor, ¿verdad?-.
-No... Por supuesto que no... –balbució el Decano de Seguridad.
-Entonces no es momento de lamentarse, amigo Lídor. Las cosas no podrían ir mejor para nuestra causa: la disidencia thanagariana no es ya más que un recuerdo del pasado; hemos conseguido capturar al terrestre Carter Hall; y con el suministro inagotable de energía que nos proporciona Oa, la galaxia entera se inclinará ante nosotros en muy poco tiempo. ¡Thanagar ha triunfado!-.



Oculto en el seno de la formidable cola de un cometa que se desplazaba a 300 millones de kilómetros de distancia de Oa, John Stewart observó con estupor la imagen que le ofrecía su anillo de la flota thanagariana orbitando el planeta de los Guardianes del Universo. No cabía duda de que Sardath había acertado al identificar el origen de la fuente de energía que estaban utilizando las tropas de Thanagar para alimentar su nuevo sistema de teletransporte(7), pero... ¿Qué debía hacer ahora?
Al valorar sus opciones se dio cuenta de que éstas eran muy reducidas, y en cualquier caso, ninguna le convencía lo suficiente como para llevarla a cabo. Dirigirse a la Tierra para pedir la ayuda de la Liga de la Justicia, por ejemplo, le parecía un plan demasiado arriesgado: el tiempo corría en su contra, y era muy probable que cuando volvieran, los thanagarianos ya hubieran afianzado su posición en el planeta, y puesto en marcha, si no lo habían hecho ya, sus planes de ocupación interestelar. Quizá podrían recuperar Oa, pero para entonces muchos mundos y billones de vidas se habrían perdido ya.
Por otra parte, su anillo de poder le había informado de que Kyle se encontraba en el planeta junto a Ganthet y los Guardianes infantiles, y un retraso de sólo unas horas podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte de todos ellos.
¿Acaso podría enfrentarse él solo a toda una flota estelar y sobrevivir al intento? ¿Arriesgaría su vida en una empresa suicida destinada casi con toda seguridad al fracaso?
Mientras reflexionaba sobre la acción que debía emprender, las corrientes de polvo y gas ionizado generadas por el viento solar que llegaba desde la cercana Sto-Oa(8) se arremolinaban a su alrededor al entrar en contacto con el aura esmeralda que le permitía sobrevivir en aquel medio hostil. Un espectáculo cautivador que le mantuvo absorto durante varios minutos, recordando el tiempo que pasó en Rann, en el interior del Tanque(9): lo que allí sintió, y las decisiones que tomó al salir de él.
Finalmente, supo lo que debía hacer.
Por Oa, pensó John Stewart abandonando la cola del cometa a un cuarto de la velocidad de la luz. Por el universo.



La capitana Merkan Rad entró con paso firme en el gimnasio reconvertido en sala de control, donde un reducido grupo de técnicos dirigido por su sargento estudiaba atentamente una imagen holográfica de la Ciudadela de los Guardianes.
-¿Y bien? –preguntó al sargento.
El holograma, que reproducía hasta el último detalle la compleja estructura tridimensional de la Ciudadela en un uniforme color amarillo, mostraba también una pequeña esfera esmeralda que avanzaba lentamente a través de uno de los numerosos edificios abovedados que rodeaban la Plaza Central.
-El Green Lantern viene hacia aquí –afirmó el sargento con gravedad. –Evita cruzar las grandes avenidas y los espacios más abiertos, pero está claro que su ruta le lleva directamente hacia nosotros-.
-Era de esperar. Kyle Rayner nunca abandonaría este planeta sin haber intentado antes liberar a Ganthet y al resto de Guardianes... Y por supuesto, nunca antes de tratar de expulsarnos de Oa. Es un Green Lantern. Un héroe. Aunque todas las circunstancias estén en su contra, siempre mantendrá la estúpida esperanza de arreglar las cosas con la única ayuda de su anillo y un par de puñetazos –sonrió la capitana Rad con cinismo.
Entonces, uno de los técnicos desvió su atención del holograma de la Ciudadela para atender a un comunicado urgente remitido desde el mismísimo Gabitete de Guerra de Thanagar. Escuchó muy concentrado durante cerca de medio minuto, y seguidamente, con el rostro súbitamente pálido, solicitó permiso para dirigirse a su superiora:
-Capitana, me informan de que hemos perdido a la flota enviada a Rann-.
-¿Cómo? –exclamó la thanagariana volviéndose hacia el técnico.
-Aún no lo saben, pero... El planeta ya no existe, y en su lugar hay ahora un agujero negro que ha consumido parcialmente a la estrella Alfa Centauri, y a todos nuestros operativos-.
-¿Un agujero negro? ¿Salido de la nada?-.
Merkan Rad permaneció en silencio un instante, añadiendo después para sí:
-Sardath... Estoy segura de que esto ha sido obra suya...-.
-¿Y por qué destruiría ese loco su propio mundo? –preguntó el sargento sin entender lo que había ocurrido.
-Porque comprendió que nuestras tropas arrasarían Rann en cuestión de horas, y la desesperación ha debido convencerle de poner en marcha algún tipo de mecanismo capaz de convertir a todo el planeta en su arma más poderosa y definitiva. La única forma que ha encontrado ese viejo idiota de hacernos daño, aun a costa de su propia vida y la de toda su raza-.
-Lo cierto es que hemos perdido a gran parte de nuestras fuerzas en esta campaña... –se atrevió a apuntar el sargento.
-Tiene razón –asintió la capitana. –Y esta pérdida afectará sin duda al desarrollo de la fase cinco, que dará comienzo de forma inmediata. Sin embargo, a cambio hemos eliminado cualquier rastro que pudiera quedar de la única tecnología de teletransporte instantáneo capaz de hacernos frente en esta galaxia. Ha sido un gran sacrificio, no cabe duda, pero esas tropas han cumplido con su objetivo. Lo único que debemos hacer ahora es asegurar nuestra posición aquí, en Oa, y para ello es imprescindible capturar a Kyle Rayner, sargento. ¿Ha situado ya a sus hombres en el lugar acordado?-.
-Efectivamente, capitana: el escuadrón interceptará al Green Lantern en este túnel lateral –informó mientras señalaba con el dedo una estrecha línea amarilla en el holograma de la Ciudadela, -en aproximadamente cinco minutos-.
-Excelente… Sólo espero que el Alto Mor, y el comandante de nuestra flota, no tengan que arrepentirse de haberme negado el envío de más soldados a la Ciudadela…(10)-.


El escuadrón de hombres alados aguardaba pacientemente la llegada de Kyle Rayner dispuesto en varias oquedades laterales, apenas visibles en aquel túnel deficientemente iluminado.
Todos ellos mantenían activado su numeroso y variado armamento, preparados para la que seguramente sería la batalla de sus vidas. Un enfrentamiento con un Green Lantern, cuyo resultado bien podía marcar el éxito o fracaso de la campaña de expansión iniciada a nivel galáctico por Thanagar.
Los soldados no tuvieron que esperar mucho tiempo a su presa, que apenas un par de minutos después, anunció su llegada con un leve murmullo de pisadas que avanzaban rápidamente hacia ellos.
-¡No te muevas! –gritó uno de los thanagarianos mientras apuntaba su cañón de plasma hacia la figura semioculta, asegurándose previamente de que ya lo tenían rodeado.
-¿Qué es esto? –exclamó aquella silueta con una voz que no se correspondía con la de Kyle Rayer ni en género, ni edad. -¿Una emboscada? Oh, qué emocionante... –dijo la doctora K’mele con genuino entusiasmo.
Los miembros del escuadrón thanagariano mostraron un desconcierto en sus rostros parcialmente cubiertos por los cascos alados, que pronto se convirtió en ira desmedida al percatarse de lo que estaba ocurriendo. El soldado responsable de dirigir aquella operación activó enseguida el comunicador de su casco:
-¡Sargento! ¡Capitana Rad! ¡El Green Lantern nos ha engañado! ¡Ha enviado a un señuelo, pero él no está aquí!-.
Mientras el thanagariano vociferaba su frustración haciendo retumbar las paredes de aquel estrecho túnel lateral, la anciana nacida en Talkor abrió con rapidez su mano derecha, mostrando el anillo de poder de Kyle Rayner en la palma.
-Bueno... –susurró la doctora. –Yo ya he hecho mi parte: ahora es tu turno-.
-Iniciando maniobra de evasión –informó la característica voz impersonal del anillo mientras incluía a la talkoriana en una esfera de brillante energía esmeralda, antes de que el escuadrón de soldados pudiera hacer nada para evitarlo.
Acto seguido, la burbuja recién formada con la doctora K’mele en su interior se lanzó verticalmente hacia arriba, provocando una lluvia de escombros al desplazarse, que obligó a los thanagarianos a huir de allí de inmediato para no terminar sepultados bajo los enormes fragmentos de piedra y cristal que cayeron sobre ellos.


-Ganthet... –susurró el Green Lantern retirando la diadema que rodeaba la cabeza del Guardián. –Ganthet... Soy yo, Kyle. Tienes que despertar...-.
-Uh... –gruñó Ganthet mientras frotaba su amplia frente azul con una mano, tratando de aliviar el fuerte dolor de cabeza que le impedía pensar con claridad. -¿Kyle? ¿Qué ha pasado? Yo... ¡Los thanagarianos! –exclamó de repente abriendo los ojos de par en par, e incorporándose con cierto esfuerzo.
-Tranquilízate, Ganthet –dijo el Green Lantern sujetando sus hombros con firmeza. –Necesito que cobres fuerzas antes de...-.
-¡No hay tiempo para eso, Kyle! –gritó el otro con nerviosismo; y reparando en que los Guardianes infantiles se encontraban también allí, inconscientes sobre el suelo de aquella misma estancia, añadió con cierto temblor en la voz: -¿Cómo se encuentran?-.
-Bien... creo –contestó Kyle. –No tengo el anillo aquí conmigo para comprobar sus constantes vitales, pero parecen estar bien, y supongo que cuando les quitemos esas diademas...-.
-¿Y tu anillo de poder? Por la Llama Verde, tienes un aspecto horrible...-.
Kyle tenía la cara completamente hinchada por los golpes, y sangraba abundantemente por una brecha abierta en su ceja izquierda.
-Pues me siento aún peor, pero creo que Batman no perdió su tiempo cuando me adiestró en algunas técnicas de lucha cuerpo a cuerpo. Yo estoy mal, pero ellos... –dijo señalando hacia la puerta de acceso a la estancia, donde tres soldados thanagarianos permanecían sin sentido.
-¿Y el anillo? –volvió a preguntar Ganthet.
-No tardará mucho en llegar –respondió el Green Lantern. –Se lo dejé a la doctora K’mele para que distrajera a los halcones mientras yo venía a liberaros. Y ahora... Bueno, pienso que deberíamos llevar a los niños a un lugar seguro, y volver después para patear algunos culos thanagarianos, ¿no te parece?-.
-No, Kyle... No lo entiendes... –balbució el Guardián sacudiendo la cabeza. –Ellos los matarían antes de que pudiéramos hacer nada en su contra(11). Esta vez debemos rendirnos. Dejarles que tomen el control de Oa...-.
-¿Pero qué me estás contando, Ganthet? ¡No podemos permitir que Thanagar se adueñe de la Batería Central! ¡Eso sería...!-.
-¡Les matarán si no lo hacemos! –le interrumpió Ganthet fuera de sí. -¡Y no estoy dispuesto a perderles por segunda vez!(12)-.


La improvisada sala de control establecida por los thanagarianos en un gimnasio de la Ciudadela bullía con la agitación de los técnicos encargados de monitorizar la señal emitida por el anillo de Kyle Rayner, mientras el escuadrón enviado a interceptar al Green Lantern seguía transmitiendo sus comunicaciones:
-¡La mujer ha escapado! –gritaba uno de los soldados a través de su emisor.
-¡Estamos atrapados! –exclamaba otro. -¡Los escombros nos h...!-.
-¡Cortad esa transmisión! –vociferó Merkan Rad. -¡Y decidme inmediatamente hacia dónde se dirige el anillo!-.
El holograma de la Ciudadela de los Guardianes mostró con claridad a la pequeña esfera esmeralda que representaba al anillo de poder, elevándose en línea recta hasta colocarse por encima de los edificios más altos, y desplazándose posteriormente hacia otra sección más alejada del centro de la urbe.
-Estimando posible destino del objetivo... –se atrevió a decir en voz alta uno de los técnicos.
-¡Sargento!-.
-¿Sí, capitana?-.
-Consulte la base de datos del Rectorado Prima: quiero saber quién es esa mujer que lleva el anillo, y por qué no se me ha informado antes de su existencia. Y por encima de todo... ¡Quiero saber dónde está Kyle Rayn...!-.
-¡Capitana Rad! –gritó otro técnico. –Recibo una transmisión del comandante de la flota estelar: ¡Están siendo atacados! ¡Por un Green Lantern!-.
-Pero eso no es posible... –murmuró el sargento.
-¿Otro Green Lantern? ¿O se trata de...? –se preguntó Merkan Rad aturdida.
-¡Capitana! El anillo se dirige al sector noreste de la Ciudadela: ¡Va directamente hacia los Guardianes!-.
La oficial thanagariana permaneció callada durante unos segundos, con la mirada perdida entre las finas líneas de color amarillo que conformaban la estructura tridimensional del holograma.
-¿Capitana? –inquirió el sargento.
-Nuestra posición en Oa está viéndose comprometida, sargento. Debemos actuar rápido, antes de que perdamos por completo el control de este planeta -.
Merkan Rad sacó un pequeño artefacto gris metalizado de un bolsillo lateral de su uniforme. Por un instante, miró al grupo de técnicos, enfrascado en la determinación del punto de destino del anillo con la mayor precisión posible. Y miró también al sargento, que asentía brevemente para respaldar su decisión, cualquiera que ésta fuese.
Y entonces, activó el dispositivo.
A varios kilómetros de distancia, los campos de éstasis que rodeaban las nanopartículas de antimateria que corrían por las venas de los Guardianes infantiles se desvanecieron de forma simultánea, permitiendo que esta antimateria entrara en contacto con la materia de sus cuerpos. La detonación resultante destruyó una tercera parte de la Ciudadela, haciendo volar por los aires hasta el último de los edificios que allí se alzaba, en el fragor de una explosión que acabó con la vida de los Guardianes del Universo.


En la Tierra, en un templo oculto a los ojos de los mortales, perdido en los desiertos que se extienden al sur de Utah, el Espectro permanecía encogido sobre el suelo con el rostro oculto bajo la capucha de su manto. Cuando finalmente levantó la cabeza, sus ojos brillaban con el fulgor de un millar de soles, y sus labios pronunciaron una sola palabra:
-¡Venganza!-(13).

Continuará...


Referencias:
(1) La Puerta es el instrumento que permite a las fuerzas thanagarianas trasladarse de un lugar a otro del universo de forma instantánea.
(2) Identidades que han adoptado Carter Hall y Shayera Hol para infiltrarse en el Rectorado XII.
(3) Llevan esperando aquí desde hace dos números. ¿No te acordabas ya?
(4) Como ya se explicó en el número anterior.
(5) Si quieres saber más sobre la resurrección del Hawkman actual échale un vistazo a JSA #23-25 USA, publicado por Norma en el tomo nº5 de la serie: El Retorno de Hawkman.
(6) Como ya se contó en la saga “Utopía Perdida”, publicada en Flash #3-8.
(7) En Showcase #03
(8) La estrella que ilumina el planeta Oa.
(9) Showcase #02
(10) Como se contó en Showcase #02.
(11) Tal y como se contó en Showcase #01, los thanagarianos inyectaron a los Guardianes infantiles una disolución de nanopartículas de antimateria recubiertas por pequeños campos de éstasis, que si entran en contacto con la materia de sus cuerpos los desintegrará en el acto.
(12) Todos los Guardianes del Universo, salvo Ganthet, murieron en Green Lantern v3 #50 USA, publicado por Planeta dentro del tomo “Green Lantern: Amanecer y Ocaso”.
(13) ¿Te suena esta escena? Efectivamente, ya la leíste en Green Lantern #8. Si quieres recordarla en toda su extensión, te recomiendo que le eches un vistazo al final de ese número.

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