Green Lantern nº 06

Titulo: Alternativo (III)
Autor: Jerónimo Thompson
Portada: Jose Manuel López García
Publicado en: Febrero 2006

No te pierdas el enfrentamiento definitivo con los Psions en el tercer capítulo de Alternativo: ¡Por los Guardianes!

En el día más brillante. En la noche más oscura. Ningún mal escapará a mi mirada. Que los adoradores del mal teman mi poder: la luz de la …

En el episodio anterior… Buscando una nave perdida en el salto al hiperespacio desde el Rectorado Delta hasta Oa, Kilowog y Voldak, el Khund antes conocido como 214, llegan hasta un universo paralelo en el que Oa se ha transformado en una especie de estrella atípica. A este Sistema Sto-Oa alternativo llega también Jack Knight, Green Lantern del sector 2814 de este universo, topándose con un grupo de Psions que abordan su nave y le muestran un extraño objeto que podría darle la clave de todo lo sucedido.

-Kilowog, tu anillo ha dejado de brillar- señaló Voldak.
-Supuse que ocurriría –respondió el Green Lantern. -En este universo sin Oa no existe una Batería Central que le proporcione la energía que necesita-.
-Entonces… estamos en una realidad alternativa- afirmó Voldak con cierta entonación interrogante.
-Así es-.
El Khund permaneció callado, observando atentamente aquel nuevo universo que mostraba el monitor de la cabina de pilotaje, sin llegar a percibir ningún detalle que lo diferenciara del suyo propio.
-¿Cómo es posible que se pueda viajar de un universo a otro mediante un simple salto al hiperespacio?- preguntó Voldak.
-No es tan sencillo muchacho…-.
Kilowog se levantó de su asiento, incómodo en el interior de aquella cabina que limitaba constantemente su libertad de movimiento.
-Cuando una nave salta de un punto a otro dentro del mismo universo –explicó el Green Lantern-, todas las variables se encuentran bajo control. Al fin y al cabo, apenas se aleja de la curvatura...-.
Voldak asintió comprensivamente. En el transcurso de aquel viaje se estaba convirtiendo en todo un experto en Fundamentos del Salto al Hiperespacio.
-Sin embargo –siguió Kilowog-, adentrarse en el vacío que rodea a nuestro universo en busca de otra realidad alternativa... es algo muy distinto. Y muy peligroso: la nave puede perder el pasillo por el que viaja antes de alcanzarla. Ten en cuenta que a medida que se aleja de su punto de partida, aumenta el grado de dispersión de la materia que forma ese túnel-.
-No hay rutas establecidas…-.
-No, no las hay. E incluso aunque llegáramos a establecer alguna, podría ocurrir que sólo unos meses después el universo paralelo hubiese cambiado de posición. Según se cree, todas estas realidades se encuentran en continuo movimiento, trasladándose sin rumbo aparente por el vacío exterior-.
El Khund volvió a sumirse en un silencio reflexivo, con la mirada perdida entre las estrellas que salpicaban la imagen del monitor.
-Muy bien –continuó Voldak. -Hemos llegado hasta aquí siguiendo el rastro de la nave desaparecida… ¿Y ahora qué? ¿Dónde está?-.
Kilowog tomó asiento de nuevo mientras contestaba a su compañero de viaje.
-Eso es precisamente lo que están tratando de determinar nuestros sensores. Detectaron algo en su primer rastreo, pero he creído conveniente afinar…-.
El Green Lantern se interrumpió al escuchar un breve pitido emitido por la consola de mandos. Al estudiar los datos que le ofrecían los indicadores, sus ojos parecieron perder algo de su acostumbrada vitalidad.
-¿Qué ocurre Kilowog?-.
-El ordenador de abordo confirma el análisis preliminar- suspiró el Green Lantern volviendo su rostro hacia Voldak: –Capta dos señales independientes que asigna a la nave perdida-.
-¿Dos señales independientes?-.
-Sí. La primera se corresponde con la firma energética del sistema de propulsión, y ha sido localizada sobre la superficie de la “estrella” más pequeña del sistema binario; la segunda señal procede de la Memoria, la caja negra de la nave, y está localizada en el interior de otra nave de origen desconocido, situada no muy lejos de nuestra posición actual-.
El Khund miraba fijamente a Kilowog sin verlo.
-¿Cómo puede encontrarse el sistema de propulsión en la superficie de una estrella?-.
-Bueno... Según parece no es una estrella Voldak, pero el ordenador no ha sido capaz todavía de identificar este nuevo tipo de cuerpo estelar-.
-¿Qué hacemos entonces?- repuso el Khund.
Kilowog alzó sus grandes manos abiertas.
-No creo que sea buena idea acercarnos a esa pseudoestrella sin saber qué podemos encontrar, así que supongo que deberíamos dirigirnos hacia esa otra nave: en el mejor de los casos quizá encontremos allí a nuestra tripulación perdida; si no… al menos podremos recuperar la Memoria para que nos informe de lo ocurrido-.
Voldak sintió una dolorosa punzada en el estómago al imaginar el posible destino de Belit’r(1).
-¿Qué es eso, Psion?- preguntó Jack sin ocultar el desprecio que sentía por aquel alienígena.
El Director de Investigación observó con estudiada demora el extraño objeto que mostraba en su mano.
-Este artefacto -contestó levantando sus pequeños ojos hundidos hacia Jack-, contiene las respuestas a todas tus preguntas, Green Lantern. Sin embargo...-.
-¡Director!- interrumpió desde la puerta del laboratorio el tercero de los Psions que abordaron la Green Flame; aquel que al entrar en la nave gordaniana se había dirigido directamente hacia el puente de navegación, dejando la custodia de Jack a cargo de sus dos compañeros.
-... no tengo el más mínimo interés en resolver ninguna de tus dudas- terminó el Director de Investigación, y sólo entonces, se giró hacia el subordinado que había irrumpido en el laboratorio de forma tan precipitada: -¿Qué ocurre ahora?-.
-Señor, acabo de detectar otra nave aproximándose hacia nosotros-.
Una sonrisa cruzó relampagueante el rostro de Jack, pensando que pudiera tratarse de los Guardianes, o quizá de algún miembro de los Green Lantern Corps.
-¿Otra nave?- preguntó desconfiado el Psion de mayor rango. -¿Pertenece a los Corps?-.
-Los sistemas no logran identificarla, señor-.
-Está bien. Vuelve al puente y ordena al piloto de nuestra segunda nave que intercepte y destruya a esta visita tan inoportuna. No necesitamos más prisioneros-.
-De acuerdo, señor-.
En el tiempo en que transcurrió esta breve conversación, Jack pudo evaluar aceleradamente su situación.
A ambos lados le vigilaban estrechamente sus dos carabinas, apuntándole en todo momento con aquellas pequeñas armas gordanianas. Mientras, a dos metros escasos frente a él, se encontraba el Director de Investigación junto a Koriand’r, sujeta a una extraña silla metálica. Desde la base de su asiento, subían varios cables que se perdían en la parte posterior de su cabeza trasquilada.
En el mismo instante en que volvía sus ojos cargados de odio hacia el Director de Investigación, éste le habló de nuevo:
-Muy bien, Green Lantern. Creo que ya hemos perdido demasiado tiempo en este sistema estelar. Conforme se extienda la noticia de que los Guardianes han desaparecido, este rincón del universo va a incrementar su número de visitas de forma notable, y no es mi deseo acaparar más atención de la necesaria-.
-¿Qué piensas hacer con nosotros?- escupió Jack.
-Con la dulce Koriand’r poco más puedo hacer –sonrió el Psion observando el rostro sin vida de la Green Lantern-. Ya nos ha proporcionado toda la información que podíamos extraer de su exuberante cerebro. En cuanto a ti… vamos a recluirte en el almacén de carga hasta que nos encontremos en disposición de colocarte en su lugar. ¿Quién sabe los detalles tan interesantes que puedes ocultar dentro de esa cabeza de mamífero subdesarrollado?-.
-Vale- contestó Jack rápidamente, calculando que la segunda nave ocupada por los Psions debía haberse alejado ya lo suficiente-, pero a Multivac no le van a gustar tus planes- concluyó alzando la voz por encima de su volumen habitual.
Tanto el Director de Investigación como los otros dos Psions que se encontraban en el laboratorio se miraron entre sí con expresión interrogante.
-¿Cómo...?- empezó a decir el Director.
En ese momento, y en respuesta a la última frase de Jack, la Green Flame encendió bruscamente su sistema de propulsión durante sólo unos segundos, sacudiendo en el proceso a la nave gordaniana que estaba acoplada en uno de sus laterales.
Los Psions cayeron al suelo desestabilizados por la inesperada agitación, momento que aprovechó el Green Lantern para lanzar una fuerte patada en el estómago del reptil más cercano, tomar su arma y disparar al segundo escolta en mitad del pecho.
Mientras tanto el Director se incorporó con rapidez, sacando un arma que guardaba en uno de sus bolsillos. Jack se giró hacia él apuntando con precisión a su frente, pero en el mismo instante en que disparaba, el Psion que aún seguía vivo en el suelo tras recibir la patada, se aferró a sus piernas provocando que el Director recibiera la descarga en su hombro derecho. El Green Lantern forcejeó con el otro rodando por el suelo del laboratorio, al tiempo que el Director caía también retorciéndose de dolor.
Fue entonces cuando entró en la estancia el cuarto miembro de aquel grupo de Psions, hasta entonces en el puente de navegación, alertado por la sacudida que había recibido la nave y los sonidos de lucha que le llegaban desde allí. Tan pronto como vio lo que estaba ocurriendo, cogió también su arma gordaniana y disparó sobre Jack; sin embargo, el Green Lantern consiguió interponer a su compañero en la trayectoria, recibiendo éste el tiro mortal entre el equivalente reptiliano de los omoplatos.
Aprovechando la confusión del recién llegado, Jack le arrojó al Psion abatido, disparándole al mismo tiempo en la garganta cuando éste trataba de esquivarle.
Con el corazón martilleando en su pecho, el Green Lantern observó el nuevo aspecto que mostraba el laboratorio tras convertirse en un improvisado campo de batalla: tres Psions muertos y otro, el Director de Investigación, perdiendo sangre abundantemente por la herida brutal de su hombro. A unos metros reposaba el brazo derecho que le faltaba, sujetando aún su arma.
Jack permaneció inmóvil varios segundos frente a los cuerpos sin vida de los alienígenas, preguntándose por el momento exacto en que había dejado de afectarle la muerte de sus enemigos. ¿A cuántos había matado durante los últimos meses?
Sin embargo, todos estos pensamientos se esfumaron con rapidez al reparar en Koriand’r. Se dirigió hacia su compañera, y estudió detenidamente los cables insertados en la base de su cráneo.
-No sufras, mi querido Green Lantern- susurró el Director desde el suelo. –No hay nada que puedas hacer por ella: esos tubos son lo único que la mantienen con vida-.
El Green Lantern clavó su mirada colérica en los ojos febriles del Psion.
-¿Cómo la capturasteis?- le preguntó, e inclinándose sobre él añadió con rudeza: -¿Qué habéis venido a hacer aquí?-.
-Puro azar…- sonrió débilmente el Director. –Hace sólo dos días que llegaron a Dalen(2) un grupo de contrabandistas gordanianos solicitando refugio. Según me contaron habían conseguido burlar los controles de los Green Lantern Corps, pero sospechaban que les seguían el rastro-.
-¿Qué hicisteis con ellos?-.
El Psion inclinó la cabeza con indiferencia:
-Los matamos. Y nos quedamos con sus naves-.
-No respetáis a nadie, ¿verdad?- le recriminó Jack.
-Representaban una oportunidad única para escapar de Dalen y la aprovechamos. Sin embargo, antes de que pudiéramos preparar nuestra huida apareció esta Green Lantern buscando a los gordanianos; descubrió enseguida lo que había ocurrido y amenazó con tomar duras represalias contra nosotros. Sólo que entonces… su anillo se apagó ¿No es mala suerte? –volvió a sonreír el Psion.
-¿Por qué vinisteis a Oa?-.
-Supuse que algo importante debía de haber pasado para que su anillo perdiera todo el poder; algo que seguramente nos podría beneficiar. Así que nos embarcamos en las dos naves gordanianas y vinimos hasta aquí con la Green Lantern como rehén-. El Director tomó aire dificultosamente antes de continuar: -Lo que nunca hubiera imaginado es que la información más interesante se encontraba dentro del cerebro de esa perra-.
-¿A qué te refieres?- explotó Jack aferrándole por el cuello.
-Según he podido descubrir, a tus amados Guardianes no les pareció suficiente castigo exiliarnos en esa bola de barro que es Dalen, negándonos el acceso a cualquier tipo de tecnología… No... Durante estos últimos meses han irradiando nuestras ciudades desde el espacio hasta conseguir su objetivo final: esterilizar a todos y cada uno de nosotros-.
-¿Cómo?- exclamó Jack confuso.
-En menos de cien años los Psions habrán desaparecido para siempre… ¿Acaso no lo sabías? Lo dudo…-.

-¡Se acerca una de las naves!- exclamó Kilowog.
-¿Qué?- preguntó Voldak desde la habitación contigua a la cabina de pilotaje, equipada con un sofisticado retrete.
El Green Lantern se giró hacia el cuarto cerrado, con objeto de que el Khund escuchara su voz con mayor claridad:
-¡Una de las naves se ha separado del grupo y viene hacia nosotros!-.
Voldak abrió rápidamente la puerta, alejándose del sonido estridente del evacuador eléctrico.
-¿Se encuentra la Memoria en su interior?-.
-Me temo que no...- respondió Kilowog, y mirando al Khund con repentina curiosidad añadió: -¿Sabes manejar un Carrusel?-.
Voldak se envaró, observando al Green Lantern con dignidad ofendida:
-Soy un Khund. Quizá nunca me haya sentido a gusto con el estilo de vida que rige en mi planeta, pero la formación militar es obligatoria para todos nosotros desde el momento en que nacemos-.
-Y eso significa...- le pinchó Kilowog con tono burlón.
-Que evidentemente sé manejar un Carrusel-.
-Estupendo; porque esa va a ser tu posición mientras yo piloto la nave, muchacho-.
Voldak estudió con preocupación el espacio exterior.
-¿Crees que nos atacarán?-.
-Entra dentro de lo posible. Después de todo tienen la Memoria, y eso puede suponer que...-.
-Está bien- cortó bruscamente el Khund, evitando exponerse a las conclusiones de Kilowog: no quería pensar ni por un instante que Belit’r pudiera haber recibido algún daño. –¿Dónde se encuentra el Carrusel?-.
-En el nivel inferior- indicó el Green Lantern mientras empujaba el asiento del copiloto hacia delante, descubriendo una pequeña abertura en el suelo.
Sin perder un minuto más, Voldak se inclinó sobre la escalerilla que asomaba desde la penumbra del agujero, y bajó por ella hasta una estancia de proporciones similares a las de la cabina de pilotaje.
El centro de aquella habitación estaba ocupado por una plancha circular colocada sobre el suelo. De un diámetro cercano a los dos metros, se encontraba cubierta por algún tipo de material esponjoso del que sobresalían unas pequeñas palancas en dos de sus extremos.
Mientras observaba detenidamente aquel instrumento, Voldak lamentó el arranque de absurdo orgullo racial que había mostrado frente a Kilowog: el Carrusel representaba todo lo que detestaba en su pueblo y en sí mismo.
La voz del Green Lantern llegó a sus oídos desde la cabina del nivel superior:
-Colócate cuanto antes. La nave está a punto de llegar-.
El Khund se aproximó al Carrusel gruñendo con cierto rechazo. Se tumbó de espaldas sobre él, y extendió brazos y piernas hasta alcanzar los límites del círculo. Seguidamente, agarró las palancas con ambas manos y pulsó los dos botones de color rojo que sobresalían en sus laterales.
Sin apenas emitir un sonido, se cerraron dos pares de argollas acolchadas sobre sus muñecas y tobillos, fijando al Khund sobre la superficie.
-Activación- murmuró Voldak con lengua pastosa. En respuesta, surgieron cientos de pequeños alambres alrededor de su cabeza, que se alzaron hasta detenerse a pocos milímetros del cuero cabelludo.
Al tiempo que el instrumento se elevaba con delicadeza, colocándole en posición vertical, el Khund reparó en que su cerebro ya no recibía las imágenes captadas por sus ojos, sino aquéllas que transmitían los sensores ópticos externos de la nave.
Con estos órganos visuales recién adquiridos, Voldak podía ver todo el espacio circundante, y por supuesto, también esa otra nave que se encontraba ya tan cerca.
-¡Estoy listo, Kilowog!- gritó el Khund.
-Muy bien- contestó el Green Lantern. –Voy a intentar comunicarme con…-.
Antes de que Kilowog concluyera su frase, ambos pudieron observar desde sus respectivas posiciones el lanzamiento de varias descargas de antimateria por parte de la otra nave.
-Parece que no tienen mucho interés en conversar con nosotros- exclamó Kilowog mientras movía frenéticamente sus grandes manazas por la consola de mandos.
En el nivel inferior, Voldak comenzó a manipular las palancas del Carrusel, preparando los sistemas ofensivos de la nave para el contraataque.
-Jack, me temo que no disponemos de mucho tiempo antes de que regrese la otra nave gordaniana –informó la reconocible voz de Multivac desde un pequeño altavoz del laboratorio. -Te sugiero que vuelvas pronto a la Green Flame-.
-Un segundo, Multivac- respondió el Green Lantern observando con atención el rostro del Psion. -¿Qué es ese objeto que guardas? ¿Qué tiene que ver con lo ocurrido en Oa?-.
El Director de Investigación dejó caer su cabeza hacia atrás, sobre el suelo del laboratorio.
-¿Eso? Es algo que recogimos cerca de esa nueva “estrella”… Muy interesante…-.
-¿Qué es?- repitió Jack zarandeando su cuerpo cada vez más débil.
-Estoy cansado, Green Lantern. Acaba conmigo de una vez. Termina el trabajo que empezaron tus Guardianes…-.
-Jack…- volvió a llamar Multivac.
El Green Lantern soltó al Psion, y buscó precipitadamente entre los bolsillos del alienígena hasta encontrar el pequeño poliedro de color lechoso que le había mostrado unos minutos antes. Lo guardó en su uniforme negro y fue con rapidez hacia su compañera.
-Lo siento, Kory…-susurró en su oído mientras tiraba con fuerza de los cables insertos en la cabeza. Aunque el rostro de Koriand’r no cambió de expresión, Jack pudo apreciar claramente que no respiraba ya.
Al apartar su mirada de ella, se reencontró con la sonrisa cruel del Psion moribundo. Sintió entonces que algo se rompía en su interior; apuntó de nuevo el arma y disparó tres veces sobre el cuerpo del Director de Investigación.
Jack salió del laboratorio en dirección a la Green Flame.
-¿Han alcanzado ya los Psions a esa otra nave?- preguntó entrecortadamente, sintiendo la mandíbula rígida.
-- contestó Multivac. -Están combatiendo-.
-¿Sabes algo sobre ella?-.
-Nada. Su diseño me es desconocido-.
-Pensé que podría estar pilotada por Guardianes o Green Lanterns, pero si no fuera así...-. La ira ya consumida parecía haber sido sustituida por una repentina indecisión.
-Jack –intervino Multivac. -Sugiero que volvamos a la Atalaya antes de que se resuelva el enfrentamiento. Si esa nave estuviera tripulada por algún otro enemigo de los Green Lantern Corps, nos arriesgamos a tener que enfrentarnos a ella con la Green Flame desarmada-.
-Creo que aceptaré tu sugerencia, Multivac- murmuró Jack observando el pequeño objeto que había sustraído al Director de Investigación. –En la Atalaya podremos decidir con mayor tranquilidad nuestro próximo movimiento-.
-Muy bien. Ya estamos aquí- informó Kilowog.
-¿Dónde es aquí?- preguntó Voldak con aire ausente, sentado a su lado en la cabina de pilotaje.
La enorme boca del Green Lantern pareció torcerse en una sonrisa al contestar:
-Nos encontramos frente al único satélite del planeta Tierra, muchacho. Y por lo que estoy viendo, este universo no es tan diferente del nuestro: ahí está la Atalaya de la Liga de la Justicia-.
-¿Y la Memoria de la nave?-.
-En su interior. Con un poco de suerte podremos recuperarla sin tener que luchar otra vez- contestó el Green Lantern.
El Khund desvió su mirada hacia el monitor al escuchar estas palabras.
-Voldak –intervino Kilowog. -Sé que nunca habías matado a nadie antes de hoy, pero debes entender…-.
-Lo sé- contestó el otro forzando una sonrisa. –No tuvimos opción. Lo entiendo-.
-¿Seguro?-.
Voldak se limitó a sonreir de nuevo afirmativamente.
Sin saber qué más podía decir, Kilowog volvió su atención sobre la consola de mandos, abriendo un canal de comunicación con la Atalaya. -¿Hola? –saludó con su voz más cálida. -Soy Kilowog, de los Green Lantern Corps, solicitando permiso para alunizar-.
Tras un prolongado silencio, recibió su respuesta.
-¿Kilowog?- respondió el altavoz de la consola con tono sorprendido. -¿No estabas en Oa?-.
-Um… Mi historia es un poco larga, y quizá algo increíble; creo que será mejor que te la cuente más tarde. Por cierto, ¿quién eres tú?-.
-¿No me reconoces? Soy Jack. Jack Knight-.
Kilowog miró a Voldak indicándole con un leve gesto su ignorancia sobre la identidad de aquel individuo.
-Sí, por supuesto…- contestó de todas formas.
-Está bien- concluyó Jack. –Dirígete hacia el hangar. Tenemos mucho de qué hablar-.

Concluirá...
Referencias:
(1) Belit’r ya fue presentada en Green Lantern #5
(2) Dalen es el planeta en el que han sido exiliados los Psions

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