Título: La maldición de Pandora (II) Autor: Jose Luis Miranda Portada: Juan Luis Rincón Publicado en: Agosto 2005 |
Nací como Diana, princesa de Themyscira, heredera mortal de los Dioses griegos y su embajadora en el mundo patriarcal, donde ellos me llaman...
Wonder Woman creada por William Moult
Prólogo.
Hermes, mensajero de dioses, y Cronos, titán y padre de Zeus, volaban hacia el reino de Hipnos, dios del acto de dormir. Su única misión consistía en encontrarle.
Junto con Zeus, Hipnos había borrado de la mente de todos los dioses y titanes los sucesos referidos a los ocho terribles seres (dolor, olvido, odio, esclavitud, enfermedad, hambre, envidia y guerra). Estos seres podían ser liberados. Hipnos debía devolver la memoria a Cronos para que supiese dónde había escondido la Espada del Tiempo, una de las dos armas que podían contenerlos.
Hipnos vivía entre nubes. Su casa estaba oculta a ojos humanos. Era invisible e intangible. Sólo los dioses inmortales que poseyeran un mandato del propio Hipnos o de Zeus, podían acceder a su mansión. Hermes llevaba en la mano derecha un pliego escrito con la sangre de Zeus. Eso era suficiente para que las puertas se abrieran. Sin embargo, no hizo falta. Lo primero que los dos viajeros vieron al llegar, fueron las enormes puertas de la entrada arrancadas de cuajo.
Al aterrizar, Hermes sustituyó su velocidad por cautela. Miraba temeroso a su alrededor y avanzaba con mucha lentitud. Sabía que Hipnos era capaz de dominar la mente de cualquier ser por poderoso que fuera. ¿Quién podría haber hecho esto en la misma entrada de su mansión? Pero, Cronos, estaba impaciente. Adelantó a Hermes con energía y fue el primero en llegar al gran salón principal.
Cronos y Hermes quedaron mudos de asombro y terror: una enorme cruz estaba plantada en el mismo centro de la sala. Y, en ella, Hipnos colgaba crucificado. Los brazos desencajados, ensartados en los maderos por las muñecas. Las piernas estaban unidas con un mismo clavo. Además, tenía el estómago desintegrado. Era probable que hubiera muerto antes de ser clavado en la cruz. La intención de colgarlo allí era, sin duda, la de obtener un dramático efecto teatral.
Hermes bajó la mirada. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero su voz no titubeó al hablar:
- Derrotar y matar de esta manera a Hipnos no puede hacerlo cualquiera. Nuestro enemigo demuestra ser poderoso. Debemos informar a Zeus, hay que preparar los funerales. La muerte de un dios siempre es motivo de desgracia.
Cronos endureció su mirada, sin cesar de mirar a la cruz, y su voz cortó el aire como si una guadaña segase cabezas de niños:
- ¿Desgracia? No lo lamento. Hipnos borró mi memoria. Me alegra su muerte. Espero que haya sufrido en este madero. ¡Y, escúchame Hermes, mensajero de los dioses, dios de mercaderes y ladrones, escúchame! ¡Si no somos destruidos por esta némesis, si conseguimos derrotar a nuestro oculto enemigo, mi hijo, Zeus, morirá entre mis manos! Lo juro por mi vida.
Capítulo 1.
Batman y Wonder Woman aún no sabían que seguían la pista correcta para encontrar la vasija con los ocho seres. Anteus, un ex supervillano, cuyos poderes estaban relacionados con la mitología griega, había abandonado repentinamente su trabajo en los muelles. Era la única relación con algo mitológico que habían encontrado. Así que los dos héroes fueron al domicilio de Anteus a ver si guardaba alguna relación con el ánfora desaparecida.
Murciélago y amazona entraban por una de las ventanas del apartamento de Anteus. Allí, estaba su mujer, Glorianna, sentada en un sillón y completamente borracha. A su lado, en una mesita pequeña, había un cenicero repleto de colillas y dos botellas de whiskie vacías. En sus manos, una tercera llenaba un vaso. Batman se acercó con sigilo hasta colocarse delante. Su pretensión era sorprender y asustar a la mujer.
- Buenas noches.
Glorianna no mostró la más mínima sorpresa. Se limitó a mirarle de la cabeza a los pies. Dejó la botella en la mesa, bebió un trago y dijo:
- Se ha colado un murciélago en mi casa. Eso me pasa por dejar las ventanas abiertas. ¿Qué hace en mi salón el temible Batman?
- Necesito ver a Vladimir o, como se hace llamar, Anteus. Dime dónde está. No acostumbro a repetir preguntas.
- ¿Buscas a ese fracasado? ¿Es que está a punto de destruir el mundo? Vamos, para una vez que se puso aquel ridículo traje, tú y tus Outsiders os encargasteis de quitarle las ganas de ser un supervillano. Je, je, je. Supervillano. ¡Qué me parto con la palabra! No sé dónde está.
- Sé que vive aquí. No me hagas perder más tiempo.
- ¡Payaso enmascarado! ¡Bat-gilipollas! Claro que vive aquí. Duerme, come, bebe, se queja, se lamenta, llora y hasta, muy de cuando en cuando y por espacios muy breves, folla aquí. No pienso decirte nada, a mí no me das miedo. ¿Qué vas a hacer, partirme una pierna? ¿Golpearme? Empieza. Y si no, vete al infierno.
Batman se percató de que el alcohol hacía imposible razonar con aquella mujer. Se llevó la mano al cinto para sacar una pastilla que conseguía efectos parecidos al del suero de la verdad. Diana se lo impidió, sosteniéndole del brazo.
- Déjame preguntar a mí.
Envuelta en su capa azul, se acercó a Glorianna sin un mal gesto. Y le habló con suavidad y dulzura:
- Es muy importante que localicemos a su marido. Puede que sea una pista equivocada, pero si estamos en lo cierto la vida de Vladimir corre peligro.
Diana llevaba el lazo de Hestia. No tenía más que envolver a Glorianna con él y preguntarle algo. Inmediatamente el lazo mágico le obligaría decir la verdad. Pero, prefería pedir las cosas por favor.
- Vaya, Wonder Woman en persona- dijo Glorianna. Debe ser importante cuando el Bat-tipo te trae. ¿Peligroso para Vladimir? Es un fracasado. ¿Crees que si se muere dejaré de brindar?
- No debería beber más.
- ¿Ahora te preocupas por mi salud?
- No sólo por la suya, también por la del bebé que crece ahí dentro- dijo señalando el vientre de Glorianna.
Glorianna se quedó sin habla. Batman también.
- ¿Cómo... cómo has podido... saberlo?
- ¿De cuánto?
- Unos... tres meses...
- La pena no se apaga con esto- ahora señaló a las tres botellas de la mesita. Por favor, no tenemos tiempo que perder. ¿Dónde está Vladimir?.
- No... lo sé...
- No me mienta. Sé que necesitáis dinero, que, probablemente, Vladimir, haya recibido un encargo por el que le han prometido mucho. Quizá sólo lo haya aceptado para demostrarle que no es un perdedor, o, quizá, por su futuro hijo. ¿Tengo que suplicárselo? ¿Dónde está?
Glorianna se echó a llorar. Wonder Woman volvió a preguntar:
- Por favor, no tenemos tiempo. Dígame dónde está Vladimir.
- Está con Maxie Zeus. Le ha ofrecido volver a montar aquel estúpido grupo de Los Nuevos Olímpicos. Se encuentran en una casa abandonada, en las afueras de Gotham, cerca de la autopista principal hacia Metrópolis. Me llamó desde allí. No sé el kilómetro exacto.
- Gracias. Le prometo que traeré a Vladimir. Las cosas van a ir mejor.
Diana le quitó el vaso de la mano. Abrazó a Glorianna y le acercó el lazo de Hestia. Ésta lo agarró y empezó a brillar. Diana habló:
- Ten fortaleza. Hazlo por ti, por Vladimir y por la... niña.
- ¿Niña? En la ecografía no se apreció si ...
- Será una niña. Confía en mí. Volveré.
Batman y Wonder Woman salieron por donde habían entrado. Glorianna se quedó largo rato mirando la ventana. Luego, detuvo la vista en las botellas. El lazo le había dado fuerza, valor, quizá fe en sí misma. No iba a ser fácil. Sabía que mañana volvería a beber, pero algo había cambiado. Ahora, al menos, tenía la sensación de poder enfrentarse a ello. Quizá por ella misma, quizá por Vladimir, quizá por... ¿la niña?.
Capítulo 2.
En minutos el avión invisible de la amazona sobrevolaba la carretera que había citado Glorianna. Batman hablaba:
- Todo empieza a tener sentido. Una vasija de los dioses que sólo puede abrir un mortal. ¿Quién mejor que un mortal que se cree un dios como Maxie Zeus? He llamado al hospital en donde se encontraba en coma. Ha desaparecido de allí.
- Ojalá acertemos y la tenga en su poder. No quiero pensar en las consecuencias si las ocho lacras son liberadas.
El comunicador del avión empezó a sonar.
- Es Kal- dijo Diana. La voz de Superman sonó poderosa en el altavoz.
- Diana. Acabo de escuchar tus mensajes. ¿Dónde estás?
- Sobrevuelo la carretera principal que une a Gotham con Metrópolis. Tengo una pista de dónde puede estar la vasija.
- Ok, voy para allá.
A pocos kilómetros. Max y los Nuevos Olímpicos conversaban. De repente, Argus, el mentalista del grupo, se levantaba de la silla sobresaltado. Su prodigioso cerebro había captado las mentes de los héroes que se aproximaban:
- Señor, es el murciélago y no viene solo. Le acompaña una guerrera... poderosa. Se acercan. Puedo sentir sus mentes.
- ¿Batman? Pero, ¿cómo demonios ha podido saber...?
Max, miró instintivamente a su sombra. Allí, anidaba un ser enviado por el que le había concedido la vasija, cuya única misión era protegerle. Se sintió tranquilo. Un simple humano como Batman no podría con aquel mágico aliado.
- No hay cuidado. ¿Cómo vienen?
- Se acercan por el aire. Siento un avión en torno suyo.
- Bien, preparemos la defensa. Nox, tú puedes volar y lanzar rayos de energía. Derribarás el avión. Vulcanus, tú lanzas rayos de magma incandescente. En cuanto aterricen ayudarás a Nox a matar a esa guerrera. Dana, experta en el manejo de arco y espada, tú y tus perros, atacaréis al murciélago. Proteus, cambiador de forma, y Anteus, fuerza personificada, esperaréis delante de mí para protegerme. Y si alguno de los compañeros caen ocuparéis su lugar. Es nuestra gran prueba. ¡Quiero la cabeza del murciélago!
El avión sobrevolaba la zona. Nox no lo veía pero siguió las indicaciones de Argus y emitió su energía negra al lugar que éste le señalaba. Wonder Woman logró virar a tiempo para que los rayos no impactaran en el avión.
- Ahí los tenemos.- dijo Diana. Batman, si prefieres quedarte por tu herida el avión te llevará a Gotham. Además, Kal, está apunto de llegar.
- ¿Quién va a protegeros si me voy?
Wonder Woman se quitó la capa oscura y saltó del avión. Los enemigos se quedaron maravillados ante su súbita aparición por la portezuela invisible. Batman también se arrojó abriendo su capa y planeando hacia el suelo.
Wonder Woman fue la primera en aterrizar. Nox, y Vulcanus se dirigieron hacia ella. Al tocar tierra, Batman intentó dirigirse hacia la casa, pero Dana y sus dos perros se interpusieron en su camino. Tras ella, Proteus y Anteus. Por último, Argus y Maxie Zeus en la puerta de la casa. Max no soltaba el ánfora griega.
Capítulo 3.
Dana llevaba un traje verde y blanco, su espada adherida a la pierna derecha estaba lista para ser usada en cualquier momento. Mantenía el arco tenso con una flecha colocada, que apuntaba al corazón de Batman. Los dos perros de Dana gruñían amenazadores flanqueando a su dueña. Dana habló amenazante
- Me he preparado mucho para vencer a Katana. Ansío demostrar qué soy mejor que ella. Pero supongo, que si derroto al legendario Batman ocuparé el primer puesto en el ranking
Batman se cubrió con la capa. Calculó la velocidad de la flecha y se preparó para abrir la capa en el momento que se acercara. Sus dedos fueron al cinturón tenía preparadas dos cápsulas de gas, y un batarang listo para clavarse en el brazo de su enemiga.
Maxie Zeus contemplaba la escena con alegría:
- Argus, métete en el cerebro del murciélago y fríeselo.
Argus se concentró y se metió de lleno en los pensamientos de Batman. No era capaz de causarle daño intenso, pero sí de ralentizar sus acciones. Batman tuvo que poner toda su voluntad para no someterse a los deseos de aquella voz que le ordenaba se pusiera de rodillas. Dana notó vacilar a su enemigo y entonces ordenó a sus perros que atacaran. A la vez soltó la flecha dirigida al corazón del héroe.
Batman no podía coordinar sus movimientos. Giró la capa para parar la flecha pero, con Argus en sus pensamientos, no pudo detenerla. La flecha impactó en la capa y se desvió del corazón atravesándole el hombro izquierdo. En ese instante, los dos perros se lanzaron sobre Batman mordiéndole con fiereza. Batman cayó al suelo.
Dana sacó otra flecha y la lanzó sin respiro, la mano derecha de Batman se vio atravesada y clavada en el suelo. Dana le tenía empalado, los dos perros le mordían incesantemente desgarrando su armadura. Batman no podía razonar, luchaba interiormente contra la influencia de Argus. Dana enarboló la espada y avanzó hacia Batman con la decidida intención de segarle la cabeza.
Mientras, Nox y Vulcanus peleaban contra la amazona. Vulcanus emitía rayos de magma ardiendo que Wonder Woman esquivaba. En uno de los saltos, dio una voltereta en el aire que sobrepaso a Vulcanus, interponiéndose entre sus dos enemigos. Ambos, dispararon sus energías a la vez. Wonder Woman se elevó y casi consiguió que sus rivales se dejaran fuera de combate el uno al otro. Pero, Nox, era también muy habilidosa y rápida. Levitó esquivando el magma fundido y absorbió su energía oscura antes de que impactara en Vulcanus. De nuevo, buscó a la amazona y volvió a proyectar su energía negra sobre ella. Wonder Woman la detuvo con los brazaletes.
- ¿Qué vais a ganar poniéndoos de parte de Max? Dejad ya la lucha.
.
- Cállate puta- gritó Nox. Ya vemos que no tienes capacidad para derrotarnos.
Otra vez, emitió sus rayos oscuros. Ésta vez alcanzaron a Wonder Woman en la pierna. La amazona sintió un dolor lacerante y canceló su paciencia. A gran velocidad se puso paralela a Nox, y le propinó dos puñetazos. Nox, quiso repelerla con sus rayos, pero, Wonder Woman, golpeó con toda su fuerza una última vez dejando a su pálida enemiga inconsciente.
Bajó hacia Vulcanus, éste emitió un chorro de magma de cinco metros de grosor. El rayo impactó contra la heroína. Aunque pudo parar la mayor parte con los brazaletes, su brazo izquierdo sufrió algunas quemaduras. Cuando tocó el suelo Vulcanus se abalanzó hacia ella. Wonder Woman estaba tranquila, se sentía muy superior. Sacó el lazo de Hestia y enlazó el cuello de su adversario. Éste quedó paralizado. Diana lo tensó y tiró de él con todas sus fuerzas. Vulcanus salió despedido hacia la amazona, que le recibió con un tremendo puñetazo que le mandó al reino de los sueños.
- Impresionante, realmente impresionante. Eres verdaderamente maravillosa, amazona. Una digna concubina para un ser de mi categoría. Lloraré en tu funeral- dijo Maxie.
Diana vio en las manos de Max el ánfora. Estaba segura. Ese era el objeto que tenía que encontrar.
- ¡Argus, paralízala también!.- volvió a gritar Max.
Argus se concentró y Diana sufrió el mismo efecto de Batman. Una descoordinación se apoderó de su voluntad. No podía casi ni caminar. Argus estaba sudando, le costaba un mundo mantener a los dos héroes bajo su control. Aún así, lo conseguía. Max seguía ordenando:
- ¡Anteus, Proteus matad a la Mujer Maravilla!
Y, de la misma manera, que Dana se acercaba a Batman con la espada lista para terminar con su vida, Proteus, con su mano derecha convertida en una poderosa maza, y Anteus, entrechocando los puños, se aproximaban a la amazona con idénticas intenciones.
Capítulo 4.
Batman estaba inmovilizado. La flecha se mantenía clavada a la vez en su mano derecha y en el suelo. Los dos perros le mordían incesantemente desgarrando el traje acolchado y la carne. La sombra de la espada de Dana ya tocaba al murciélago. Lo peor era la lucha interna que mantenía contra la mente del telépata Argus.
Wonder Woman era golpeada por Proteus en el rostro. Anteus levantó su pierna y la bajó contra la pierna de la heroína. Casi la partió. Sin duda otro golpe lo haría. También Argus, mantenía aprisionado el cerebro de la amazona.
Max estaba exultante de alegría al ver próximo su triunfo. Argus sudaba mares. Su esfuerzo era terrible, no eran dos voluntades comunes. Estaba deseando que Wonder Woman y Batman muriesen y, así, verse libre de tal tensión. De repente, Argus empezó a sentir como las gotas de sudor que le corrían abundantemente por la frente se enfriaban. ¿Qué me está pasando? En apenas una décima de segundo, se habían convertido en pedacitos de escarcha que le caían al cuello. Su concentración titubeaba. En dos décimas más, su cabeza estaba rodeada por un bloque de hielo que no le dejaba respirar. Se asustó y lloriqueando como un niño, comenzó a golpear aquella capa helada que le rodeaba. El hombre de la capa roja había llegado. El aliento gélido de Superman había terminado con el poder mental de Argus.
En cuanto Argus desapareció del cerebro de Batman, éste se hizo cargo de la situación. Actuó como un relámpago. Esquivó la espada que ya bajaba directa a su cabeza. Cerró la mano derecha con furia desclavando la flecha del suelo. Se levantó e introdujo dos pastillas somníferas en cada una de las bocas de los perros. Cayeron dormidos al instante. Dana intentó volver a ensartarle, pero, un afilado batarang fue más rápido. Surcó el aire y atravesó la mano de la luchadora.
Dana, perdió la espada. No quería rendirse y se colocó en posición de combate. Batman la miró. Se quedó inmóvil. Dana se acercaba lentamente. Iba a emplear la técnica de la serpiente herida. Sólo había tres personas en el mundo que la conocían. Consistía en hacer ver que se iba a golpear con los brazos, de repente en un movimiento rápido todo el cuerpo se tiraba al suelo menos la pierna izquierda que salía despedida hacia el cuello del adversario, partiéndolo de un golpe. Batman se mantenía quieto. Dana gritó y ejecutó el movimiento, amagó el golpe con el puño, se tiró al suelo y elevó la pierna. Sin embargo, Batman la agarró con la mano izquierda del tobillo y girándolo violentamente se lo fracturó. Dana cayó gritando sorprendida:
- ¡¡Aaagggg!! ¿Cómo... es... posible? Esta técnica sólo la conocen tres personas en el mundo: mi maestro, Lady Shiva y yo.
- Apunta un cuarto.- dijo Batman, antes de tumbarla definitivamente de un puñetazo en el rostro.
A la par, Wonder Woman recobró su voluntad. Evitó el golpe de Anteus y le propinó una patada a Proteus que le propulsó cinco metros atrás. Sin embargo, antes de tocar el suelo se convirtió en un muelle y volvió a proyectarse contra Wonder Woman. Mientras volaba, Proteus, agrandaba su tamaño y convertía sus brazos en guadañas. La amazona le esquivó con facilidad. Superman se aproximó y sopló sobre Proteus enfriándole hasta el punto de que no pudo cambiar de forma. Entonces, Wonder Woman le propinó una última patada que, sin la protección de su elasticidad, tumbó a Proteus.
Superman y Anteus chocaron el uno contra el otro. Ninguno cedió un milímetro. Ambos se percataron de la igualdad de fuerzas. Sin embargo, Superman, recordaba los informes de las aventuras de los Outsiders que Batman había introducido en los ordenadores de la Liga de la Justicia: Anteus obtenía su poder de la Tierra. Así que, le sujetó fuertemente y se elevó con él. Anteus le golpeó con fuerza. Al principio, el Hombre de Acero tembló ante los impactos, pero poco a poco sintió que decaían en intensidad. Entonces, Superman, le dejó k.o. de un superpuñetazo. Le colgó del tejado de un edificio. Y volvió con rapidez al campo de batalla.
Capítulo 5.
Los tres héroes se acercaban a Max. Superman tras saludarles, cauterizó, con su visión calorífica, las heridas de sus compañeros.
- No era necesario- dijo Batman.
- Gracias, Kal- dijo Diana. Escucha Max, dame esa vasija, por favor. Su interior sólo contiene desgracia.
Max notó como su sombra vibraba y se sintió protegido..
- Cogedla si podéis.
Aquello que anidaba en la sombra de Max emergió sin aviso. Los tres superhéroes quedaron realmente sorprendidos. Max lo aprovechó para introducirse en el interior de la casa con el ánfora entre las manos. Sombra Condenada se enfrentaba al trío. Superman le rodeó volando a supervelocidad. Quería aislarle y que sus amigos pudiesen seguir adelante. Pero, Sombra Condenada pronunció el siguiente hechizo:
- Arenas de la muerte cubrid al hijo del espacio.
De repente, dos manos de piedra emergieron del suelo y atenazaron a Superman. Wonder Woman quiso atrapar al ser con su lazo mágico, pero éste le atravesó como si estuviese hecho de humo. Lo mismo sucedió con los batarangs de Batman. Sombra habló:
- Sangre de pájaros, viento del norte, alejad al murciélago.
Un viento huracanado empezó a soplar con tal fuerza que elevó a Batman veinte metros hacia el cielo. Sombra se volvió sólido. Agarró por el cuello a la amazona para estrangularla. Wonder Woman a duras penas podía refrenar a su antagonista. El peso de Sombra la puso de rodillas. Entonces, observó que el lazo de Hestia había quedado atravesado de parte a parte en su enemigo. Estiró su mano derecha para intentar alcanzar el extremo del lazo.
Batman abrió la capa y planeó hasta Sombra Condenada. Cuando estaba a pocos metros, cerró sus improvisadas alas y cayó con fuerza sobre él. Sombra Condenada ni se inmutó y pronunció un nuevo hechizo:
- Aire, escapa de sus pulmones, fuego inunda su piel.
El cuerpo de Batman empezó a arder y sus pulmones no aceptaban el aire. En ese momento, Superman consiguió destrozar las manos de piedra y sopló apagando las llamas que cubrían a Batman.
Wonder Woman consiguió agarrar su lazo. Sombra sintió una descarga eléctrica y clavó una rodilla en el suelo. El lazo le atravesaba el estómago y la amazona lo tenía sujeto de un extremo.
- Basta, estás bajo el poder del lazo.- gritó Wonder Woman.
Sombra Condenada gritó. Intentaba resistirse al lazo y doblegar la voluntad de Wonder Woman. Pero era imposible, Diana no cedía. Sombra no se rendía. La tensión llegó a tal extremo que el cuerpo de Sombra empezó a desgarrarse.
- No. No puede ser. He fracasado. Nooooooooo, aaaaaaggggggggggg- gritaba.
Cuando se partió en dos empezó a desintegrarse:
- Malditos seáis. Pero, aunque me habéis destruido, no venceréis. Si Max rompe el ánfora, mi amo triunfará. Mi amo... triunfaráaaaa... ja, ja, ja, ja, ja, ja, ...
El eco de su risa se fundió con el viento cuando su cuerpo desapareció.
Dentro de la casa, Maxie Zeus miró el ánfora. No podía esperar más. Debía obtener ya el poder de los dioses. Alzó la vasija sobre su cabeza y la arrojó con todas las fuerzas de que disponía contra el suelo.
Capítulo 6.
Cuando los tres héroes irrumpieron en el refugio de Max le vieron acurrucado en posición fetal. Lloraba como un niño:
- ¿Y mi poder, y mi poder?
En el techo de la habitación una especie de remolino brillante giraba a toda velocidad. Pronto, se fracturó en ocho rayos luminosos que salieron despedidos en ocho direcciones diferentes.
Batman se acercó a Zeus y le propinó una patada que le dejó inconsciente. Diana recogió del suelo los pedazos de la vasija fragmentada y supo que los males de Pandora habían escapado. El horror se apoderó de su rostro por un minuto. Sabía que habían sido liberadas maldiciones terribles y que el sufrimiento se extendería por la Tierra. Cerró los puños y lloró de rabia:
- He fracasado, he fracasado.- repetía sin cesar.
Superman se acercó, puso una mano sobre el hombro de su amiga y ésta se fundió en un abrazo con él.
Epílogo.
Afrodita, diosa del amor y la belleza y Heracles, héroe entre los héroes, ahora dios del poder, acababan de llegar a la isla volcánica de Lemnos (Grecia). Su misión consistía en encontrar a Hefesto, esposo de Afrodita, debía fabricar otra vasija por si los Ocho Seres escapaban.
- Mi marido viene a esta isla a menudo. Hace siglos, Zeus le exilió del Olimpo y le arrojó a la Tierra. Su pecado fue ponerse de parte de Hera en una de sus disputas. Cayó a esta isla, su pierna izquierda quedó coja por siempre. En su estancia aquí construyó un refugio. Luego, fue perdonado, y retornó al Olimpo. Sin embargo, sé que lo ha utilizado en multitud de ocasiones.
- Supongo que así te será más fácil engañarle.
- Vamos, Heracles. ¿Qué tiene de malo el deseo y el placer? Nuestro matrimonio fue establecido por Hera, no lo elegimos nosotros. Yo también he padecido humillaciones. Cuando hice el amor con Ares- Afrodita empezó a recorrer el pecho de Heracles con un dedo- Hefesto nos descubrió. Forjó una red mágica que nos atrapó y nos mostró a todos los dioses.
- Lo sé, lo que no comprendo es como Ares no se vengó por tal trato.
- No te equivoques, mi marido es poderoso. Sé que muchos se han burlado de él a sus espaldas por su cojera, pero es capaz de crear objetos terribles y de animar vida en ellos. Él creó al perro dorado de Zeus, al gigante de bronce Talos, a Pandora, así como, mil mortíferas armas. Por eso, ni siquiera Ares, dios de la guerra, se atrevió a vengarse de él. Y- sonrío maliciosamente- no me digas, poderoso Heracles, que nunca has fantaseado con mi piel desnuda.
Heracles se sintió excitado, pero no cambió su rostro en absoluto. La apartó suavemente y prosiguió su marcha.
- Afrodita, no es momento. ¿Es esta gruta?
- Sí. Cuando lo sea avísame.
Ambos dioses empezaron el descenso. Pronto llegaron. Todo el taller de Hefesto estaba destruido. En el centro, una cruz idéntica a la que mantenía colgado a Hipnos, esta vez con Hefesto en su lugar. Igualmente, los brazos desencajados, ambos pies unidos por un clavo y medio estómago desintegrado:
- ¡¡Zeus todopoderoso!!, gritó Afrodita.
De repente, escucharon unos gemidos. Aunque crucificado, Hefesto seguía vivo. Heracles se acercó y le habló.
- ¿Quién te ha hecho esto?
- Todo, ... fue ... culpa mía. Yo lo comencé ... todo.... Yo... le... rebelé... la verdad.
- ¿A quién? Dinos a quién. Habla.
- Quería... vengarme de Zeus... de sus humillaciones, de sus abusos, de... su orgullo. Yo sabía la historia... de los seres. Y empecé a presumir de saber lo que ni los dioses... sabían, el secreto que nadie conocía. Se lo revelé al del rostro sombrío...
- ¿Quién es el del rostro sombrío?
- Su nombre... quema... en mis... labios... Siento... haber... desencadenado todo esto. Fue... a por Hipnos... y le mató. Luego,... robó la caja de Pandora del reino... de los sueños y se... la entregó a un mortal. Después... vino... a por mí y me hizo... esto.
- ¿Quién, dime quién es nuestro rival- Heracles perdía la paciencia. Afrodita contemplaba la escena aterrada.
- No puedo decirlo... No me atrevo a pronunciar su nombre...
Heracles perdió los nervios. Sostuvo el clavo que atravesaba las piernas de Hefesto y lo retorció. Éste gritó de dolor.
- Dime su nombre- amenazó Heracles.
- ¡¡Arrrggg!! ¡¡Piedad!! ¡¡No me atrevo...!!
- ¡Dime quién o aumentaré tu dolor...!
- Es un Ángel-Rey, Señor Devastador de la Hueste del Toro, Comandante y Querubín del Batallón Alfa...
- ¡¿Quién, maldito, quién?!
- Era el más temido y de mayor rango del ejército de ángeles del cielo...
- ¡¡¿Quién, contesta o muere?!!
- Asmodel, su nombre es Asmodel.
Continuará...
Imaginad un ser cuyo latido es un millar de Hiroshimas.
Cuya mirada puede arrancar la carne de los huesos.
Cuya sangre es el disolvente universal,
un ácido diez mil veces más poderoso
que cualquiera de la Tierra.
Si podéis imaginar eso,
casi podéis imaginaros
a Asmodel.
(Grant Morrison, JLA 6 USA. Traducción de Ernest Riera)
Dedicado a la memoria de
William Moulton Marston,
creador y guionista de la Mujer Maravilla,
y Harry. G. Peter, su primer dibujante.
Junio y julio de 2005.
José Luis Miranda Martínez.
krypton@ole.com
Reseña del 30 de Agosto de 2005:
ResponderEliminarMe encanta el ritmo de esta serie. Continúa la historia que comenzó en el número 1 y la trama sigue siendo tan interesante como prometía al principio, desarrollándose sin prisas y ni falta que le hace. La lectura es muy amena y Jose Luis consigue mantener el interés en todo momento.
Sólo le veo un defecto, que más que un defecto es una cuestión de gusto: el coprotagonismo de Batman y Superman. Aunque su participación en la historia, sobre todo la de Batman, queda bien justificada, prefiero que las series dedicadas a personajes individuales se centren únicamente en ellos, y que la aparición de algún otro se reserve para momentos muy concretos en los que el desarrollo de la historia lo haga inevitable. Por otra parte, creo que Batman, Superman y Wonder Woman ya tienen una presencia excesiva en el conjunto de los fanfics DC.