Wonder Woman nº 03

Título: La maldición de Pandora (III)
Autor: Jose Luis Miranda
Portada: Juan Luis Rincón
Publicado en: Julio 2005

La aventura continúa con dos invitados muy especiales: Superman y Batman! No te pierdas el nuevo capítulo de "La maldición de Pandora"
Nací como Diana, princesa de Themyscira, heredera mortal de los Dioses griegos y su embajadora en el mundo patriarcal, donde ellos me llaman...
Wonder Woman creada por William Moult
Prólogo

La tormenta invadía el cielo. Rayos y truenos de terrible violencia estallaban en el firmamento. El mismísimo dios Zeus se sentía temeroso. Las fuerzas que se hallaban detrás del robo de la caja de Pandora demostraban ser muy poderosas. No había podido contactar con Sandman, señor de los sueños. Parecía como si hubiese desaparecido del universo. Recordó la profecía del oráculo, que sólo le anunciaba días terribles.

Allí, en el salón más grande del Olimpo, junto a Zeus, se hallaban reunidos los principales dioses: Poseidón, Hades, Dioniso, Apolo, Hera, Hestia, Hermes, Afrodita, Artemisa, Atenea, Deméter, Heracles, Ares, y una pléyade de deidades menores. Junto a ellos, apartados en un rincón, se encontraban Cronos, Rhea, Hiperion y Thia como representantes de los Titanes, padres de los dioses. Los Titanes se habían enfrentado a los dioses en varias ocasiones. Su enemistad era manifiesta. Por ello, se habían autoexiliado al mundo llamado Nuevo Crono. El padre de Zeus y líder de los titanes, Cronos, aún no se había recuperado del asombro que le causó la llamada de su hijo.

El salón enmudeció al son de las palabras de Zeus:

- Acudo a vosotros en un momento de angustia. Una maldición horrible puede desatarse sobre dioses y mortales. Aprecio dudas en algunos rostros, al ver a los Titanes entre nosotros. Voy a contar sucesos que fueron borrados de vuestra memoria para que entendáis el horror que puede desencadenarse.

Nadie pronunciaba una sílaba. Sólo el sonido de la tormenta rasgaba el silencio. Zeus proseguía su discurso:

- En los primeros tiempos, mi padre, Cronos, descubrió la existencia de ocho seres de poder inmenso: Dolor, Odio, Esclavitud, Enfermedad, Olvido, Envidia, Hambre y Guerra. Los nombró de esta manera de acuerdo al parecido con los males que ya habían creado mortales e inmortales. Dichos seres atacaron a Cronos y a sus hermanos Titanes. Eran inmateriales y debían introducirse en un cuerpo ajeno para desplegar su influencia maligna. Una vez lo poseían comenzaban a corromper todo lo que les rodeaba.

- ¡Eso es falso!! ¡¡Yo no recuerdo tal cosa!!- gritó Cronos.

- Padre, déjame terminar la historia. Así, los Titanes sufrieron la plaga de los males y fueron diezmados. La guerra fue larga y dura. Entonces, Cronos forjó una espada en donde concentró su más terrible poder: el dominio del tiempo. Puso en ella la mitad de su fuerza vital. Cualquier ser que fuera atravesado por la espada envejecería hasta el fin de sus días en breves segundos. Así, con aquella extraordinaria arma, mató a los portadores de los males y consiguió exiliar a los seres inmateriales a la Tierra. Allí, una raza de mortales estaba surgiendo. Por supuesto, cómo ya he dicho, los mortales padecían, envidiaban y guerreaban, antes de la llegada de estos seres, pero cuando pisaron la Tierra sus pisadas de fuego hicieron estremecer al mundo y peligrar el desarrollo de la vida.

- ¡¡Todo esto es absurdo!! ¿Quieres decir que envié esta desgracia a los seres humanos? ¡Yo fui su creador!!- volvió a interrumpir Cronos.

- No, los humanos ya caminaban por la Tierra. Ya sé que en nuestra historia se dice que tú, Cronos, y Gea los crearon, pero no fue así. No sé cómo aparecieron. Por favor, déjame acabar. Cronos pensó que la amenaza exiliada no se atrevería a volver y guardó la espada en un lugar sin nombre que sólo conocía él. Al poco, nací yo. Una profecía le anunció que el hijo reinaría en lugar del padre. Intentó matarme, a mí y a mis hermanos. Pero, mi madre me ocultó y evitó mi muerte. Cuando crecí cumplí la profecía. Derroté a mi padre y a sus hermanos Titanes y les encerré largos años. Al saber los males que Cronos no estaba, y que la espada estaba desaparecida, volvieron a atacar el Olimpo. Bajé al encierro de Cronos pero, aunque me contó la verdad, no quiso ayudarme. Se negó a decirme dónde estaba la espada. Todo parecía condenado.

Zeus miró a su auditorio. Veía caras de asombro, ¿cómo era posible que nadie conociera la existencia de estos sucesos? Prosiguió hablando:

- Sin embargo, Hefesto, dios de la forja y el fuego, nos salvó. Construyó una vasija capaz de albergar en su interior a estos ocho seres. La vasija absorbía sus almas. Así, que cuando atacaron el Olimpo y salieron de sus cuerpos mortales para introducirse en los cuerpos de los dioses. Hefesto consiguió que uno a uno fueran siendo absorbidos por dicho recipiente. Además, ningún inmortal podía abrirla, así los seres no podrían salir. Sellados para la eternidad. Para que nadie pudiera encontrarla jamás, recurrí a Hipnos, dios del acto de dormir. Hipnos podía dominar tanto a los dioses como a los mortales. Le hice crear un hechizo que borró de la memoria de todos los seres vivos este suceso. Nadie podría recordar la existencia de la vasija. Después, Hipnos, rescribió los acontecimientos en las mentes de todo ser vivo. Por eso no recordáis nada. Con todo, preferí que la vasija se guardara en un lugar al que nadie tuviera acceso. La saqué de la realidad y se la entregué al señor de los sueños, Morfeo, el dador de forma, que la guardó durante largos siglos. Pero, ahora ha sido robada...

- ¿Quién, aparte de ti, recordó estos acontecimientos?- dijo Hera, esposa de Zeus.

- Sólo Hipnos, Morfeo y Hefesto. Morfeo está muerto, un nuevo señor de los sueños ocupa su lugar, pero ha desaparecido.

- Entonces está claro, o bien Hefesto o bien Hipnos desvelaron la verdad al ladrón de la vasija. ¿No se hayan aquí?- Dijo Cronos furioso, y empezó a buscarlos por entre los presentes.

- No te canses, no están. Ambos, también, han desaparecido. Con el agravante, en el caso de Hefesto, de que es el único capaz de fabricar otra vasija similar si la original se rompiera.

Afrodita, esposa de Hefesto habló:

- Llevo días sin ver a mi marido. No le eché de menos. Muchas veces desaparece largos periodos de tiempo. Quizá se encuentre en la isla de Lemnos. Es una isla volcánica en donde tiene un refugio oculto.

Hera la esposa de Zeus también habló:

- ¿Quieres decir que nosotros no creamos a los humanos? ¿Quieres decir que existen seres más poderosos que nosotros? ¿Quieres decir que borraste de nuestra mente todos esos hechos?

- Esposa mía. Todo lo hice por el bien de nuestra raza. Pedí a Hipnos que implantara en vuestras memorias recuerdos falsos. De cómo creamos a los humanos y nos honraban desde el principio de los tiempos. Realmente hemos velado e intervenido en sus asuntos, pero...

- Hijo,- dijo Cronos- maldito manipulador. Te aseguro que cuando resolvamos esta crisis sufrirás por esta afrenta. Quizá la guerra entre Dioses y Titanes resurja.

- Padre- contestó Zeus-. Si la vasija es abierta no tendrás que preocuparte por mi muerte.

Capítulo 1.

Wonder Woman esperaba en el edificio que Batman le había indicado. Ya perdía la paciencia. Su avión invisible planeaba a seis metros de su cabeza. Batman tardaba. Generalmente, siempre llegaba antes que él, pero nunca tardaba tanto. Al fin, un silbido le indicó que Batman llegaba. Era el balanceo de la Bat-Cuerda. Diana giró el rostro y le vio descender:

- Buenas noches, ¿qué te trae por Gotham?- dijo Batman con su habitual fría expresión.

- Puedes suponer que nada bueno. ¿Qué te ha pasado?

- ¿A qué te refieres?

- Bueno, siento tu dolor aunque lo intentes disimular. Noto que tienes un problema bajo esa capa oscura. Quizá pueda ayudarte.

- No necesito ayuda. Estoy perfectamente.

- No es verdad. ¿Es un brazo, una pierna, una costilla? En el avión tengo medicinas que pueden aliviar el dolor. Si estás herido tengo vendas.

- Te repito que estoy perfecto. Dime ya qué te trae a mi ciudad. No tengo tiempo que perder.

- Yo tampoco. Hay una persona en esta ciudad que posee una especie de ánfora antigua. En su interior dormitan ocho males (dolor, odio, esclavitud, enfermedad, olvido, envidia, hambre y guerra) que de ser liberados se extenderán por la Tierra.

- Vaya desgracia, vamos a tener en la Tierra dolor, odio, esclavitud, enfermedad... Como si no lo tuviéramos ya.

- Debes ayudarme a encontrar a dicho mortal. Antes de que la vasija sea abierta.

- ¿Quién es?

- No lo sé.

- ¿Cómo adquirió el ánfora?

- Creo que la adquirió en un sueño...

- ¿En un...?

Diana sonrió. Batman no quiso seguir indagando en aquella dirección, pero volvió a preguntar:

- ¿Cómo es la vasija?

- Nunca la he visto. Probablemente nunca haya estado en Gotham. Debe tener unos 4.000 años o más de antigüedad.

- ¿Ocho males? ¿Entregada en un sueño? ¿La tiene un mortal? ¿No ha estado catalogada en ninguna tienda de antigüedades? No me lo pones fácil, Diana.

- Bueno, si fuera fácil no recurriría al mejor detective del mundo. ¿Verdad?

- Supongo. Bueno, preguntaremos por ahí.

Diana acercó su mano al hombro de Batman y, sin previo aviso, la bajó al brazo herido y lo apretó levemente en el lugar de la herida. Batman se apartó profiriendo un gemido de dolor:

- Unggg. ¿Qué haces?

- Antes, curaremos bien esa herida. Luego emprenderemos la búsqueda.

- De acuerdo. Pero es la única orden que das. Estamos en mi ciudad, haremos las cosas a mi manera. Tú sígueme, escucha y calla. Sólo actuarás cuando yo diga. Ah, y ponte una capa, a ser posible de algún color oscuro. Vestida así, llamas mucho la atención. ¿Conforme?

Diana miró al cielo resignada. Sabía del carácter de su compañero enmascarado. Así, que prefirió no discutir más:

- Ok. Sube al avión.

Capítulo 2.

Maxie Zeus llegó hasta el escondite que poseía en las afueras de Gotham. Parecía una casa rural abandonada, pero accionando una trampilla secreta se levantaba el suelo y se accedía a un subterráneo lujoso. Tres habitaciones selladas bajo tierra. Allí, en una caja fuerte Max guardaba parte de los robos perpetrados. No tendría problemas para abastecerse.

No sabía qué había pasado. Sólo que un ser en sueños casi le había detenido y que algo que anidaba en su sombra lo impidió. Miró su sombra, la luz de la bombilla la hacía parecer débil. Observó cómo vibraba y se movía casi con voluntad propia. Algo estaba dentro de ella 1 y, sin embargo, Maxie no sentía miedo. Sabía que aquello tenía la orden de protegerlo.

Max estuvo pensativo un buen rato. Al fin decidió lo que iba a hacer. Si aquella vasija le iba a dar poder lo aceptaría. Se convertiría en el dios que merecía ser. Y se rodearía de una corte de dioses. Quizá pudiera otorgarles dones inmensos. Definitivamente iba a abrirla. Pero no en ese momento. Primero, llamaría a sus futuros dioses.

Hace años había reunido a un grupo llamado los Nuevos Olímpicos. Un grupo de superseres que poseían habilidades especiales. Su némesis eterna, Batman, cuando lideraba la primera encarnación de los Outsiders logró derrotarlos.2

Lo primero que hizo fue llamar a Argus. A simple vista, Argus parecía un hombre bajito, tímido y callado. Sin embargo, bajo su apariencia de oficinista mediocre se hallaba una persona con prodigiosos poderes mentales. Era capaz de ver en su mente sucesos que ocurrían más allá de sus ojos. Era capaz de comunicarse telepáticamente con otras personas independientemente del lugar en donde se encontraran. Argus había sido la mano derecha de Max durante su etapa al frente de los Nuevos Olímpicos.

Argus trabajaba de cajero en un banco. Alegó que se encontraba mal y salió de la oficina dispuesto a contactar mentalmente con todos los miembros del antiguo grupo: la oscura Nox; el cambiante Proteus, la cazadora Dana 3, el forjador de fuego Vulcanus y el poderoso Anteus. Les convocó a una reunión aquel mismo día. Todos aceptaron ir.

Capítulo 3

Joe Smith caminaba como si hubiera sido nombrado el jugador más valioso de la NBA. Acababa de burlar a Batman. Al maldito murciélago que había detenido a sus amigos. Había triunfado donde criminales de la talla de Joker o Dos Caras habían fracasado. Batman estaba herido y burlado. Le parecía el primer paso de una importante carrera criminal. Se imaginaba a Batman en la sede de la Liga de la Justicia contándole a sus compañeros su fracaso (Tened cuidado con Joe Smith, si os lo cruzáis. Me metió una bala en el brazo y después se escapó por un callejón sin que pudiera reaccionar). Quizá su nombre corriera de boca en boca por los miembros de la Liga.

Además, si había podido con Batman podría con varios superhéroes de la Liga. ¿Por qué no? Después de todo, una simple bala pintada de amarillo podría matar a Green Lantern. Con un lanzallamas podría vencer al Detective Marciano. Y si tuviera una bala de kryptonita al propio Superman. Demonios, pensó, quizá fuera capaz de matar a Superman. Mi nombre sería famoso en los más alejados rincones del universo. El terrible asesino de Batman, Green Lantern, Detective Marciano y Superman. Antes de entrar en la taberna de Mulligan inspiró profundamente y se prometió a sí mismo que su nombre de supervillano sería el Matador de Dioses.

De repente, un puñetazo en pleno rostro le mandó al limbo. Joe despertaría tres horas después en una comisaría de Gotham con el labio partido y sin tener ni la menor idea de cómo su carrera criminal había llegado a ser tan breve. Como ningún policía le daba explicaciones, llegó a pensar que el Detective Marciano le había leído sus pensamientos y, atemorizado de que pudiera cumplirlos, envío a Superman que a supervelocidad y a traición acabó por derrotarle. Bueno, se consolaba pensando, no todos los villanos pueden presumir de haber luchado mano a mano con Superman.

La realidad era muy diferente. Batman y Wonder Woman, estaban a punto de entrar en la misma taberna. Cuando Batman vio al chico que se le había escapado hace unas horas no se lo pensó dos veces. Sin mediar palabra, le atizó un puñetazo dejándole totalmente k.o.

Batman entraba en el local, le seguía Wonder Woman envuelta en una capa azul con capucha. Todo el bar quedó en silencio. Unas treinta personas miraron a la puerta sin apenas respirar. Batman hizo un ademán a Wonder Woman para que permaneciera en la puerta, y se dirigió al centro del local. Allí, habló con mucha crudeza y lentitud:

- Sólo lo repetiré una vez. Necesito información sobre una vasija antigua que ha llegado a Gotham. Algo que podáis decirme referido a la mitología grecorromana o a cualquier cosa relacionada.

Nadie habló. Batman observó los rostros de las personas que allí estaban. Muchos mantenían un rictus de dureza, otros se veían asustados. En algunos adivinaba la intención de sacar un arma, pero nadie se aventuraba a hacerlo.

La noche fue larga. Fueron a más locales parecidos con idéntico resultado. Pero, en el último de ellos, un forzudo cincuentón se acercó a Batman y le dijo titubeante:

- ¿Podemos hablar fuera...?

Ya en la calle, prosiguió su relato:

- Bueno, no sé si tiene algo que ver. No sé nada de ninguna vasija. Sólo sé que cada noche trabajo en el puerto descargando los barcos que vienen de madrugada. Y esta misma noche un compañero se ha despedido. La única relación que tiene con lo que has dicho en el loca, es que hace unos años estuvo en la cárcel por pertenecer a la banda de Maxie Zeus, aquella banda llamada los Nuevos Olímpicos. Anteus, era el sobrenombre de mi amigo. Y lo único que ha dicho esta mañana es: Me largo, pronto me verás rico hasta las cejas.

-¿Cuál era su nombre real?

- Ni idea, le llamábamos Anteus, tenía una fuerza asombrosa. Tampoco sé dónde vive.

- Es poco, pero puede valer.

Dentro del Batmóvil Batman conectó con la base de datos de su ordenador. Tecleó Anteus. Enseguida apareció la ficha: Nombre real: Vladimir Moloviv, 4 inmigrante ruso dotado de superfuerza que la recibe de pisar la Tierra. Reclutado por el Monitor para la banda de Max Zeus. Atacó a los Outsiders. Cumplió condena. El programa de reinserción le dio trabajo en los muelles. Dirección actual...

- Empecemos por hacerle una visita.

Capítulo 4.

Maxie Zeus tenía ante sí a sus viejos aliados. El mentalista Argus estaba a su lado. El resto, delante. Los Nuevos Olímpicos eran:

Nox. Mujer capaz de volar y de proyectar rayos de sombra fría que paralizaban todo lo que tocaban. De cara pálida, cabello oscuro y traje negro, con una capa azul andrajosa. Retirada desde la derrota que Halo, miembro de los Outsiders, le infringió. Vivía sola y aislada en una granja de Kansas. Rehuyendo el sol, con el rostro pálido, blanco. Aceptó sin pensárselo dos veces.

Proteus. Un cambiante de forma, capaz de modificar la estructura de su cuerpo a voluntad. De rostro deforme, utiliza sus poderes para parecer atractivo. Casi pereció contra los Outsiders. En concreto, le derrotaron los poderes eléctricos de Rayo Negro.

Dana. Magnífica guerrera tanto con el arco como con la espada. Posee, además, dos perros de caza a los que tiene entrenados por completo. Fue derrotada por la Outsider más hábil en combate, Katana, que demostró más pericia. Había pasado estos años combatiendo y entrenándose para superarla.

Vulcanus. Es capaz de generar fuego de sus manos. De aspecto grotesco y piel albina. Había sido derrotado por Metamorfo al convertirse en espuma de extintor.

Anteus. Poseedor de una fuerza inmensa. Mientras toca el suelo es invencible. Pierde su fuerza si se consigue alejarle del suelo. Así, le venció el Outsider más poderoso, Geo Force. Desde entonces, trabajaba en los muelles de Gotham acarreando cajas. Su alcohólica mujer no paraba de repetirle que era un perdedor. Esto era otra oportunidad de demostrarle a ella y a sí mismo que no había nacido para perder.

- Amigos míos..., hablaba Max- ¡qué alegría volver a veros! Esta vez os prometo algo más que una simple gratificación económica. Os prometo gloria, poder, honores y admiración. Pronto obtendré el poder que merezco por nacimiento. Y, amigos ..., hermanos, os daré parte de él. Sólo debéis servirme y obtendréis los más altos dones que podáis imaginar. ¿No sentís escalofríos? ¿Alguna pregunta?

Proteus alzó la mano y miró a Max:

- Pero, ¿habrá dinero o no?

Max, sonrió, miró compasivamente a Proteus y le dijo:

- Jamás en tu vida verás tanto.

Epílogo.

Zeus prosiguió hablando:

- La vasija se encuentra en el mundo de los mortales. El señor de los sueños antes de desaparecer me mandó un mensaje diciendo que había sentido la vasija en una ciudad de humanos llamada Gotham. Allí, he enviado una campeona amazona, que ya ha demostrado su valía como salvadora de los dioses, Diana, la hija de Hipólita, la denominada Wonder Woman.

Ares, el dios de la guerra, chocó los dientes al oír el nombre de su antigua enemiga.

- Debemos estar preparados, unir fuerzas y estar atentos por si la vasija es abierta. Hermes, tú llevaras a Cronos por cielos y tierra, hasta que encontréis a Hipnos. Debe devolver la memoria a mi padre para que podamos encontrar su espada, la única arma que puede vencer a esos seres. Afrodita y Heracles, encontrad a Hefesto. Necesitamos de su saber. El resto, afilad vuestros sentidos en Gotham y encontrad la vasija antes de que nos arrepintamos todos.

Continuará...


Mayo y junio de 2005.
José Luis Miranda Martínez.

REFERENCIAS
1 Ya vimos en el episodio anterior que se trataba de Sombra Condenada. Su misión velar porque Max no sufra daño antes de abrir la caja.
2 Batman and the Outsiders 15 usa. Publicado en España en el por Ediciones Zinco en el número 11 de Batman y los Outsiders. El grupo le fue proporcionado a Max, por el Monitor.
3 En realidad, el nombre original de Dana era Diana, en alusión clara a la diosa de la caza. Sin embargo, dado que Wonder Woman, se llama Diana he preferido modificar en una letra su nombre para evitar confusiones con el nombre de la protagonista.
4 Toda la biografía de este personaje y cualquier otra cosa que se mencione de los Nuevos Olímpicos está ideada por mí para la ocasión. En el número citado de Outsiders la única información que se reseñaba de estos personajes eran sus superpoderes.

1 comentario :

  1. Reseña del 18 de Julio de 2005:
    Tengo que reconocer que nunca he tenido mucho interés en los tres pilares del Universo DC (Superman, Batman y Wonder Woman) pero después de leer el anual de Superman que tanto se comentaba en este foro me fui directo hacia Wonder Woman, también escrita por Jose Luis Miranda. Y es realmente apabullante: un estilo literario impecable; personajes bien definidos, aquí también; ideas en abundancia y un ritmo estupendo.
    Espero que la historia no decaiga y nos siga sorprendiendo como hasta ahora en los próximos números.
    Es ciertamente brillante.

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