Escritor: Gabriel Romero
Portada: Edgar Rocha
Fecha de publicación: Mayo de 2008
¡Prólogo a Imperio! El Capitán Marvel ha muerto, y Oliver Queen acude al funeral junto a muchos otros superhéroes. Pero, ¿qué significa una muerte más para un hombre que ha visto caer a tantos de sus amigos?
Dinah para el coche delante de mi casa, y vuelve a poner esa rara expresión de seriedad en su carita de ángel.
– ¿Quieres que entre a hablar con ella?
– No, pajarito. Esto es algo que tengo que arreglar yo. No puedo seguir delegando los problemas en los demás… Gracias de todas formas.
– Sabes que puedes llamarme para cualquier cosa, ¿verdad?
– Sí, lo sé. Gracias. De verdad.
Le doy un beso en la mejilla, y salgo del coche.
Es grato tenerla a mi lado, aunque sólo sea como amiga. No sé qué haría si la perdiera del todo. Dinah es como un faro que me sigue alumbrando el camino, es mis manos y mis pies… y yo no dejo de cagarla, cada vez más.
No creo que lo que ocurrió con Shiva tenga arreglo (1).
Entro en casa, y Mia está en su habitación. Dejo la chaqueta en la cocina, me hago un café bien cargado, y subo a hablar con ella. Aún estoy pensando qué decir, cómo enfocarlo, y no tengo ni idea. Mientras subo la escalera decido que improvisaré sobre la marcha. Nunca se me dio muy bien, pero tampoco ensayar los discursos.
Llamo a su puerta, y una dulce voz me responde.
– ¿Quién es?
– Sabes que soy yo, Mia. ¿Cuánta gente crees que vive en esta casa?
– ¿Y qué quieres?
– Hablar contigo, no con una puerta cerrada. ¿Puedo entrar?
– Si no hay más remedio…
Maldita actitud rebelde de los jóvenes. Son irritantes, y contestatarios. ¿De quién demonios lo habrán aprendido?... Uhh…
Abro la puerta, y la veo tirada en la cama, leyendo un libro de aritmética y terminando sus deberes. Es buena estudiante, la condenada, lo que nunca fui yo. Se merece que alguien la apoye.
– ¿Qué sabes de matrices y determinantes? – me pregunta sin avisar.
– Que alguien debería haberle clavado una flecha en el culo al que los inventó.
Levanta la cabeza del libro, y pone esa cara mohína, de que no le ha gustado el chiste.
– No me engañas, Oliver Queen. Tú ya controlabas una multinacional cuando yo no había nacido. Tienes varias carreras de Dirección de Empresas, y has vivido en las ciudades más importantes del mundo. Así que deja esa fachada de hombre duro para los criminales, ¿de acuerdo?
Me río. Las mujeres nacen con un maldito sexto sentido para las fachadas. A Dinah tampoco logré convencerla nunca.
– Mia… tenemos que hablar…
Entonces vuelve a mirarme, y descubre la expresión fúnebre en mi rostro, y el traje negro y la corbata negra. Es en ese instante cuando se da cuenta de que algo pasa. Algo malo.
– ¿Qué ha ocurrido?
Acerco una silla, y voy bebiendo lentamente mi asqueroso café. Dinah nunca me enseñó su receta. Solía decir que “así nunca me atrevería a romper con ella”.
Mierda de vida…
– Vengo de un funeral, Mia. Del Capitán Marvel…
– ¿Qué ha pasado?
– No estamos muy seguros. Nadie llegó a saber muy bien cómo funcionaban sus poderes. Pero todo parece indicar que se lo cargó un tipo llamado Zod. El mismo que le pegó una paliza a Lobo y a Green Lantern. Pero eso no es lo peor…
Aparta el libro, y me observa con ojos desorbitados. Sabe que ahora viene el bombazo. Y por mi cara, sabe que no le va a gustar.
– Dilo.
– Tal vez haya matado también a Superman…
Ahoga un pequeño grito, y se estremece. Baja la cabeza, y se queda en la esquina de la cama, encogida.
– ¿Cómo… Cómo es posible?
– Nadie sabe quién es, pero parece tener los mismos poderes que Superman. Y los emplea con sadismo, decidido a matar a sus rivales. No le importó destrozar a Kyle, y tampoco tuvo muchas contemplaciones con Marvel. Es un maldito cabrón desgraciado, y no tienen ni idea de cómo pararle… El satélite de la Liga ha estado peinando el mundo entero, pero no logra encontrarlo, ni siquiera estudiar su aura. Hay imágenes de su pelea con el kryptoniano… y desde entonces no se ha vuelto a saber de él.
Guarda silencio. Por suerte, es algo nuevo para ella.
– ¿Y qué… qué podemos hacer nosotros?
– ¿Nosotros? Lo mejor que podemos hacer es quitarnos de en medio, cariño. Los tipos grandes se están ocupando de la historia. Si nos necesitan, ten por seguro que sabrán localizarnos. Hasta entonces, lo más juicioso es buscar refugio para la tormenta.
– ¿Y ya está? ¿Eso es todo lo que haremos?
– Mia, las cosas… no pintan bien. Batman me dijo que se prepara algo gordo, una trama demasiada seria, en la que muchos caerán. Una historia con robots, y el Gobierno está implicado. No quiero que nos mezclemos en eso…
– ¿De qué estás hablando? Se supone que somos los defensores de Star City…
Bien, Queen, éste es el momento que estabas esperando. Para esto has venido.
– Mia… tenemos que hablar de eso. No quiero… que sigas actuando como Speedy.
– ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué he hecho mal?
– No, no es por ti. Cariño, vengo del funeral del Capitán Marvel. ¿Entiendes lo que eso significa? “El mortal más poderoso de la Tierra”. Un tipo al que ni siquiera llegué a conocer bien. Y ha muerto sólo porque un villano demasiado poderoso quería un sparring a su altura. ¿Comprendes? Zod no conocía a Marvel, no fue algo personal. Lo mató para enviar un mensaje al resto de superhéroes. Para asustarnos.
– Y por lo que parece, lo ha conseguido.
La observo, con la mirada más dura y fría que tengo. No me gusta que me juzguen, y ella tiene la maldita costumbre de hacerlo.
– Crees que esto es un juego, y eso un día te costará caro.
– Y tú intentas protegerme de todo lo que hay en el mundo… y eso no conseguirá hacerme adulta… sino convertirme en la niña burbuja.
Maldita sabelotodo. Esto es culpa tuya, Dinah. Querías que fuera independiente, ¿no?
– Mia… yo… llevo una década haciendo esto… saliendo a las calles armado sólo con un arco y unas flechas trucadas… y el mundo ha cambiado mucho en este tiempo. Ya no es tan divertido como cuando lo hacíamos Roy y yo, con un bólido dorado y unos asientos eyectables. En esa época éramos los más guays, porque los villanos no tenían asientos eyectables, y no podían hacer nada contra nosotros.
» Pero ahora las cosas ya no son tan simples. Los villanos se han vuelto más poderosos, menos controlables, y están dispuestos a hacer daño de verdad. Se divierten dejando paralítica a una pobre chica inocente, y luego desnudándola para hacerle fotos tirada en el suelo. O matan a un crío abriéndole la cabeza con una barra de hierro. ¿Eso te parece un juego?
– Sé… que no es fácil…
– Yo he visto morir a los mejores, Mia. A gente que era mucho más valiosa que yo. Barry… Hal… te he hablado de ellos muchas veces, y aún no me puedo creer que no vuelva a verlos más. A Batman le rompieron la espalda, y estuvo a punto de no poder andar de nuevo en su vida. Superman murió…
– Lo sé… yo también lloré…
– Como todos. La muerte de Superman fue el final del sueño. Con él murió la inocencia, la esperanza en el mañana mejor que él siempre ha predicado. Cuando le vimos morir… supimos que a veces los malos también ganan. Y el que haya regresado no cambia las cosas. Ahora somos conscientes de que el mundo no siempre es tan bonito como nos gustaría.
– Sí… hay gentuza que no debería estar en la calle. Se supone que para eso trabajamos, ¿no?
– Pero no tiene que sufrir nadie más, Mia. Gente como yo, o como Dinah, estamos demasiado metidos en esta historia como para salirnos ahora. No sabríamos hacer otra cosa. Pero no quiero que entre nadie más. No quiero perder a más familia.
Baja la cabeza. A veces faltan las palabras.
– Entonces… ¿por qué me adoptaste? Maldito soñador incorregible… ¿creías que me iba a contentar con unos buenos estudios, sin interesarme por las cosas que haces de noche? ¿Que no me iba a preguntar a dónde vas con ese disfraz verde?
– Tal vez… tal vez no me hice esas preguntas…
– No. No, desde luego… Tú sólo creíste que podías mejorar mi vida, pero luego me cierras la puerta a nada más. Quieres que sea una señorita de la alta sociedad de Star City, no una vigilante. ¿Y realmente crees que puedes decidirlo tú solo? ¿Que yo no tengo nada que decir al respecto?
– No es eso… pero esta vida ha acabado ya con muchos (incluido yo mismo). Pensé… que sería mejor que estudiaras… que fueras médico, o abogado… alguien de provecho.
– ¿Y por qué pensaste eso de mí? Yo sólo era una fulana de los barrios bajos cuando me conociste. ¿Qué te hizo pensar que podría llegar a estudiar una carrera?
– Lo mismo que pienso de todo el mundo. Que no hay nadie que no merezca una oportunidad.
– Exacto. Es lo mismo que yo pienso. Por eso quiero ser Speedy. Porque el resto del mundo también se merece la misma oportunidad que tú me diste a mí.
Mierda… Maldita niña superdotada. Me ha encerrado en mis propios razonamientos idealistas, y yo caí como un tonto.
– ¿No lo entiendes, Ollie? Siento que puedo hacer algo por el resto de la gente, la que no adoptaste. La que no tiene oportunidades.
– Sé de lo que hablas, pero no servirá de nada si te pierdo.
– ¿No? ¿Crees que no? En el tiempo desde que vivo contigo, hemos visto salir del barrio a quince o veinte chicas con las que yo trabajaba. Buenas chicas, que vinieron a Star City desde México, o Europa, creyendo en el sueño de una vida mejor, y que sólo fueron esclavas del “mundo civilizado”. Esclavas de un progreso que sólo las utiliza como muñecas hinchables. Y ahora pueden salir de ese infierno, encontrar un empleo honrado, terminar sus estudios, dar de comer a sus hijos con dignidad. ¿Crees que todo eso no cuenta?
– Sé que sí, pero…
– No sé cómo funcionan el resto de superhéroes, Ollie, pero tú no eres como los demás. Tú te dedicas a llevar medicinas a los albergues, y vacunas a los niños del orfanato. Financias casas de acogida para mujeres maltratadas, y dedicas tu tiempo libre al Centro de la Juventud. A chicos que no tienen más salida que la caridad de los hombres ricos… y el trabajo desinteresado de unos pocos como tú. Podrías vivir como un play–boy y malgastar tu dinero, pero en vez de eso lo empleas en mejorar esta ciudad. ¿Crees que la gente no percibe eso? También te ocupas de perseguir villanos, pero ésa no es tu principal dedicación. ¿Qué pasó con Héctor Carraza? Lo pillaste atracando a ancianas para pagarse una dosis de heroína, y en vez de mandarlo a la cárcel, fuiste a su juicio a hablar en su favor, a abogar por que lo enviaran a una terapia de desintoxicación en el Centro de la Juventud. ¿Qué habría hecho Batman en tu lugar?
– Seguramente le habría pegado hasta saltarle los dientes, como señal para todos los de su banda.
– Sí… seguramente… ¿Y Fairuza Dorpk? Ella compró la libertad sexual de su hermana pequeña a cambio de vender éxtasis para la Familia Belize. Al final conseguiste liberar a las dos, y les pagaste un billete de regreso a Budapest. ¿Te acuerdas?
– Perfectamente.
– Tú te preocupas por la gente, Ollie. No juzgas sus comportamientos, sino sus almas, y te interesas por saber quiénes son las auténticas víctimas, y quiénes los culpables. ¿Me equivoco?
– Bueno… hago lo que puedo… soy humano…
– Entonces, ¿qué esperas que haga yo? Te admiro, Oliver Queen, y quiero hacer lo mismo por la ciudad. Si sólo llego a conseguir una mínima parte de lo que haces tú, podré sentir que he aprovechado mi vida.
– ¿Me… admiras?
– No esperes que vuelva a admitirlo nunca, ¿vale?
Ahora soy yo el que mira al suelo, avergonzado.
– ¿Sabes? Batman también tuvo un problema similar. Intentó que el primer Robin fuera a la Universidad, que estudiara una carrera… pero fue imposible. Él amaba demasiado esta vida, y quería seguir marcando la diferencia para el resto del mundo. No quiero que a ti te pase lo mismo… que te quedes enganchada a esta vida de justiciero y no sepas salir.
– ¿Y qué si es así? Estás cambiando la vida de mucha gente que te rodea. Tú lo sabes mejor que nadie. No sólo has estado en otros planetas, y has salvado el universo entero un millón de veces… sino que además has podido marcar la diferencia en tu ciudad, en tu barrio, en muchas personas inocentes que no tienen más ocasión. Que si no es por gente como tú morirían de hambre, o de sed, o de estúpidas enfermedades que tienen cura. ¿Sería tan terrible engarcharse a esto?
– No intentes darle la vuelta a las cosas, jovencita. Prométeme que sacarás el curso entero, o vas a ver quién soy yo.
– Vaaaaaaale, pero tendrás que ayudarme con esta mierda de las matemáticas.
– Creo que aún me acordaré de algo. Pero será otro día. Ahora ponte el maldito chándal y coge el arco, nena. Tienes que demostrarme muchas cosas todavía, si quieres ser mi socia…
– ¿Quieres que entre a hablar con ella?
– No, pajarito. Esto es algo que tengo que arreglar yo. No puedo seguir delegando los problemas en los demás… Gracias de todas formas.
– Sabes que puedes llamarme para cualquier cosa, ¿verdad?
– Sí, lo sé. Gracias. De verdad.
Le doy un beso en la mejilla, y salgo del coche.
Es grato tenerla a mi lado, aunque sólo sea como amiga. No sé qué haría si la perdiera del todo. Dinah es como un faro que me sigue alumbrando el camino, es mis manos y mis pies… y yo no dejo de cagarla, cada vez más.
No creo que lo que ocurrió con Shiva tenga arreglo (1).
Entro en casa, y Mia está en su habitación. Dejo la chaqueta en la cocina, me hago un café bien cargado, y subo a hablar con ella. Aún estoy pensando qué decir, cómo enfocarlo, y no tengo ni idea. Mientras subo la escalera decido que improvisaré sobre la marcha. Nunca se me dio muy bien, pero tampoco ensayar los discursos.
Llamo a su puerta, y una dulce voz me responde.
– ¿Quién es?
– Sabes que soy yo, Mia. ¿Cuánta gente crees que vive en esta casa?
– ¿Y qué quieres?
– Hablar contigo, no con una puerta cerrada. ¿Puedo entrar?
– Si no hay más remedio…
Maldita actitud rebelde de los jóvenes. Son irritantes, y contestatarios. ¿De quién demonios lo habrán aprendido?... Uhh…
Abro la puerta, y la veo tirada en la cama, leyendo un libro de aritmética y terminando sus deberes. Es buena estudiante, la condenada, lo que nunca fui yo. Se merece que alguien la apoye.
– ¿Qué sabes de matrices y determinantes? – me pregunta sin avisar.
– Que alguien debería haberle clavado una flecha en el culo al que los inventó.
Levanta la cabeza del libro, y pone esa cara mohína, de que no le ha gustado el chiste.
– No me engañas, Oliver Queen. Tú ya controlabas una multinacional cuando yo no había nacido. Tienes varias carreras de Dirección de Empresas, y has vivido en las ciudades más importantes del mundo. Así que deja esa fachada de hombre duro para los criminales, ¿de acuerdo?
Me río. Las mujeres nacen con un maldito sexto sentido para las fachadas. A Dinah tampoco logré convencerla nunca.
– Mia… tenemos que hablar…
Entonces vuelve a mirarme, y descubre la expresión fúnebre en mi rostro, y el traje negro y la corbata negra. Es en ese instante cuando se da cuenta de que algo pasa. Algo malo.
– ¿Qué ha ocurrido?
Acerco una silla, y voy bebiendo lentamente mi asqueroso café. Dinah nunca me enseñó su receta. Solía decir que “así nunca me atrevería a romper con ella”.
Mierda de vida…
– Vengo de un funeral, Mia. Del Capitán Marvel…
– ¿Qué ha pasado?
– No estamos muy seguros. Nadie llegó a saber muy bien cómo funcionaban sus poderes. Pero todo parece indicar que se lo cargó un tipo llamado Zod. El mismo que le pegó una paliza a Lobo y a Green Lantern. Pero eso no es lo peor…
Aparta el libro, y me observa con ojos desorbitados. Sabe que ahora viene el bombazo. Y por mi cara, sabe que no le va a gustar.
– Dilo.
– Tal vez haya matado también a Superman…
Ahoga un pequeño grito, y se estremece. Baja la cabeza, y se queda en la esquina de la cama, encogida.
– ¿Cómo… Cómo es posible?
– Nadie sabe quién es, pero parece tener los mismos poderes que Superman. Y los emplea con sadismo, decidido a matar a sus rivales. No le importó destrozar a Kyle, y tampoco tuvo muchas contemplaciones con Marvel. Es un maldito cabrón desgraciado, y no tienen ni idea de cómo pararle… El satélite de la Liga ha estado peinando el mundo entero, pero no logra encontrarlo, ni siquiera estudiar su aura. Hay imágenes de su pelea con el kryptoniano… y desde entonces no se ha vuelto a saber de él.
Guarda silencio. Por suerte, es algo nuevo para ella.
– ¿Y qué… qué podemos hacer nosotros?
– ¿Nosotros? Lo mejor que podemos hacer es quitarnos de en medio, cariño. Los tipos grandes se están ocupando de la historia. Si nos necesitan, ten por seguro que sabrán localizarnos. Hasta entonces, lo más juicioso es buscar refugio para la tormenta.
– ¿Y ya está? ¿Eso es todo lo que haremos?
– Mia, las cosas… no pintan bien. Batman me dijo que se prepara algo gordo, una trama demasiada seria, en la que muchos caerán. Una historia con robots, y el Gobierno está implicado. No quiero que nos mezclemos en eso…
– ¿De qué estás hablando? Se supone que somos los defensores de Star City…
Bien, Queen, éste es el momento que estabas esperando. Para esto has venido.
– Mia… tenemos que hablar de eso. No quiero… que sigas actuando como Speedy.
– ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué he hecho mal?
– No, no es por ti. Cariño, vengo del funeral del Capitán Marvel. ¿Entiendes lo que eso significa? “El mortal más poderoso de la Tierra”. Un tipo al que ni siquiera llegué a conocer bien. Y ha muerto sólo porque un villano demasiado poderoso quería un sparring a su altura. ¿Comprendes? Zod no conocía a Marvel, no fue algo personal. Lo mató para enviar un mensaje al resto de superhéroes. Para asustarnos.
– Y por lo que parece, lo ha conseguido.
La observo, con la mirada más dura y fría que tengo. No me gusta que me juzguen, y ella tiene la maldita costumbre de hacerlo.
– Crees que esto es un juego, y eso un día te costará caro.
– Y tú intentas protegerme de todo lo que hay en el mundo… y eso no conseguirá hacerme adulta… sino convertirme en la niña burbuja.
Maldita sabelotodo. Esto es culpa tuya, Dinah. Querías que fuera independiente, ¿no?
– Mia… yo… llevo una década haciendo esto… saliendo a las calles armado sólo con un arco y unas flechas trucadas… y el mundo ha cambiado mucho en este tiempo. Ya no es tan divertido como cuando lo hacíamos Roy y yo, con un bólido dorado y unos asientos eyectables. En esa época éramos los más guays, porque los villanos no tenían asientos eyectables, y no podían hacer nada contra nosotros.
» Pero ahora las cosas ya no son tan simples. Los villanos se han vuelto más poderosos, menos controlables, y están dispuestos a hacer daño de verdad. Se divierten dejando paralítica a una pobre chica inocente, y luego desnudándola para hacerle fotos tirada en el suelo. O matan a un crío abriéndole la cabeza con una barra de hierro. ¿Eso te parece un juego?
– Sé… que no es fácil…
– Yo he visto morir a los mejores, Mia. A gente que era mucho más valiosa que yo. Barry… Hal… te he hablado de ellos muchas veces, y aún no me puedo creer que no vuelva a verlos más. A Batman le rompieron la espalda, y estuvo a punto de no poder andar de nuevo en su vida. Superman murió…
– Lo sé… yo también lloré…
– Como todos. La muerte de Superman fue el final del sueño. Con él murió la inocencia, la esperanza en el mañana mejor que él siempre ha predicado. Cuando le vimos morir… supimos que a veces los malos también ganan. Y el que haya regresado no cambia las cosas. Ahora somos conscientes de que el mundo no siempre es tan bonito como nos gustaría.
– Sí… hay gentuza que no debería estar en la calle. Se supone que para eso trabajamos, ¿no?
– Pero no tiene que sufrir nadie más, Mia. Gente como yo, o como Dinah, estamos demasiado metidos en esta historia como para salirnos ahora. No sabríamos hacer otra cosa. Pero no quiero que entre nadie más. No quiero perder a más familia.
Baja la cabeza. A veces faltan las palabras.
– Entonces… ¿por qué me adoptaste? Maldito soñador incorregible… ¿creías que me iba a contentar con unos buenos estudios, sin interesarme por las cosas que haces de noche? ¿Que no me iba a preguntar a dónde vas con ese disfraz verde?
– Tal vez… tal vez no me hice esas preguntas…
– No. No, desde luego… Tú sólo creíste que podías mejorar mi vida, pero luego me cierras la puerta a nada más. Quieres que sea una señorita de la alta sociedad de Star City, no una vigilante. ¿Y realmente crees que puedes decidirlo tú solo? ¿Que yo no tengo nada que decir al respecto?
– No es eso… pero esta vida ha acabado ya con muchos (incluido yo mismo). Pensé… que sería mejor que estudiaras… que fueras médico, o abogado… alguien de provecho.
– ¿Y por qué pensaste eso de mí? Yo sólo era una fulana de los barrios bajos cuando me conociste. ¿Qué te hizo pensar que podría llegar a estudiar una carrera?
– Lo mismo que pienso de todo el mundo. Que no hay nadie que no merezca una oportunidad.
– Exacto. Es lo mismo que yo pienso. Por eso quiero ser Speedy. Porque el resto del mundo también se merece la misma oportunidad que tú me diste a mí.
Mierda… Maldita niña superdotada. Me ha encerrado en mis propios razonamientos idealistas, y yo caí como un tonto.
– ¿No lo entiendes, Ollie? Siento que puedo hacer algo por el resto de la gente, la que no adoptaste. La que no tiene oportunidades.
– Sé de lo que hablas, pero no servirá de nada si te pierdo.
– ¿No? ¿Crees que no? En el tiempo desde que vivo contigo, hemos visto salir del barrio a quince o veinte chicas con las que yo trabajaba. Buenas chicas, que vinieron a Star City desde México, o Europa, creyendo en el sueño de una vida mejor, y que sólo fueron esclavas del “mundo civilizado”. Esclavas de un progreso que sólo las utiliza como muñecas hinchables. Y ahora pueden salir de ese infierno, encontrar un empleo honrado, terminar sus estudios, dar de comer a sus hijos con dignidad. ¿Crees que todo eso no cuenta?
– Sé que sí, pero…
– No sé cómo funcionan el resto de superhéroes, Ollie, pero tú no eres como los demás. Tú te dedicas a llevar medicinas a los albergues, y vacunas a los niños del orfanato. Financias casas de acogida para mujeres maltratadas, y dedicas tu tiempo libre al Centro de la Juventud. A chicos que no tienen más salida que la caridad de los hombres ricos… y el trabajo desinteresado de unos pocos como tú. Podrías vivir como un play–boy y malgastar tu dinero, pero en vez de eso lo empleas en mejorar esta ciudad. ¿Crees que la gente no percibe eso? También te ocupas de perseguir villanos, pero ésa no es tu principal dedicación. ¿Qué pasó con Héctor Carraza? Lo pillaste atracando a ancianas para pagarse una dosis de heroína, y en vez de mandarlo a la cárcel, fuiste a su juicio a hablar en su favor, a abogar por que lo enviaran a una terapia de desintoxicación en el Centro de la Juventud. ¿Qué habría hecho Batman en tu lugar?
– Seguramente le habría pegado hasta saltarle los dientes, como señal para todos los de su banda.
– Sí… seguramente… ¿Y Fairuza Dorpk? Ella compró la libertad sexual de su hermana pequeña a cambio de vender éxtasis para la Familia Belize. Al final conseguiste liberar a las dos, y les pagaste un billete de regreso a Budapest. ¿Te acuerdas?
– Perfectamente.
– Tú te preocupas por la gente, Ollie. No juzgas sus comportamientos, sino sus almas, y te interesas por saber quiénes son las auténticas víctimas, y quiénes los culpables. ¿Me equivoco?
– Bueno… hago lo que puedo… soy humano…
– Entonces, ¿qué esperas que haga yo? Te admiro, Oliver Queen, y quiero hacer lo mismo por la ciudad. Si sólo llego a conseguir una mínima parte de lo que haces tú, podré sentir que he aprovechado mi vida.
– ¿Me… admiras?
– No esperes que vuelva a admitirlo nunca, ¿vale?
Ahora soy yo el que mira al suelo, avergonzado.
– ¿Sabes? Batman también tuvo un problema similar. Intentó que el primer Robin fuera a la Universidad, que estudiara una carrera… pero fue imposible. Él amaba demasiado esta vida, y quería seguir marcando la diferencia para el resto del mundo. No quiero que a ti te pase lo mismo… que te quedes enganchada a esta vida de justiciero y no sepas salir.
– ¿Y qué si es así? Estás cambiando la vida de mucha gente que te rodea. Tú lo sabes mejor que nadie. No sólo has estado en otros planetas, y has salvado el universo entero un millón de veces… sino que además has podido marcar la diferencia en tu ciudad, en tu barrio, en muchas personas inocentes que no tienen más ocasión. Que si no es por gente como tú morirían de hambre, o de sed, o de estúpidas enfermedades que tienen cura. ¿Sería tan terrible engarcharse a esto?
– No intentes darle la vuelta a las cosas, jovencita. Prométeme que sacarás el curso entero, o vas a ver quién soy yo.
– Vaaaaaaale, pero tendrás que ayudarme con esta mierda de las matemáticas.
– Creo que aún me acordaré de algo. Pero será otro día. Ahora ponte el maldito chándal y coge el arco, nena. Tienes que demostrarme muchas cosas todavía, si quieres ser mi socia…
FIN
Reseña del 5 de julio de 2008:
ResponderEliminarDespués de la magnífica saga que le sirvió a Gabriel Romero para entrar por la puerta grande en Green Arrow, "Cazador cazado", este número nos trae una historia aparentemente sencilla (que suele ser precisamente lo más difícil), que me ha encantado, la verdad. A estas alturas, siendo éste su sexto episodio al frente de la serie, Gabriel ha logrado hacer suyos a los personajes protagonistas, y que al mismo tiempo, cada uno de ellos hable con voz propia, haciéndose tridimensional.
Muy bien el comienzo, con esa breve intervención de Dinah, siempre presente aunque su relación con Ollie no pase por su mejor momento. Y estupenda la fuerza de los diálogos, que como ya mencionaba antes, hace que estos personajes sean de verdad: la madurez de un viejo rebelde; la rebeldía de una jovencita que supera en algunos aspectos a su mentor (esta Speedy realmente promete).
Muy bien además la interacción con el resto del Universo DC, ofreciendo una visión más cercana de los acontecimientos más "impactantes" que se han ido desarrollando en otras series.
Y como añadido, una nueva definición del protagonista a través de los ojos de su protegida, valorando todos aquellos aspectos que lo diferencian incluso de otros héroes también urbanos como Batman.
Muy pensado, y muy bien realizado