Escritor: Raúl G. Peribáñez
Portada: Raúl G. Peribáñez
Fecha de publicación: Julio de 2008
¡Aquí comienza todo! Este especial sirve como punto de partida para Imperio, el gran crossover que sacudirá todas las colecciones del Universo DC de Action Tales. Entérate de todo lo que ha pasado hasta el momento y prepárate para los futuros acontecimientos.
Superman creado por Jerry Siegel y Joe Shuster
Basado en una idea de José Luis Miranda
Agradecimiento especial a Gabriel Romero por su ayuda
Emblema de Imperio diseñado por Roberto Cruz
Basado en una idea de José Luis Miranda
Agradecimiento especial a Gabriel Romero por su ayuda
Emblema de Imperio diseñado por Roberto Cruz
Parte I
Metrópolis. Julio de 1969. El pasado.
En un oscuro callejón un joven se escondía entre la basura. Acababa de robar varias piezas de fruta y el tendero había corrido tras él para escarmentarlo. Entre suspiro y suspiro mordió con ansia una manzana. Paró momentáneamente al escuchar la sirena de un coche de policía que pasaba a gran velocidad. Pero el joven siguió comiendo como una fiera hambrienta; aquel sonido se había vuelto demasiado habitual en la ciudad de Metrópolis, y más concretamente aquí, en la Barriada Suicida.
El muchacho salió del callejón y volvió a casa. A medida que se acercaba podía ver con más claridad la figura de su padre. Estaba sentando en las escaleras de la entrada, agarrando con fuerza una pelota de béisbol con la que jugueteaba, y con aparente cara de enfado.
- Hola papá.
- ¿Dónde has estado? – el padre desprendía un fuerte olor a whisky
- He estado dando una vuelta con Perry…
- Ah, el chico de los White, ¿eh? Es un buen chico, si. Pero he estado con sus padres hace un rato. Y Perry estaba con ellos. ¿Dónde estabas Lex?
Ese era su nombre: Alexander Joseph Luthor. O Lex a secas, como a su padre le gustaba decir.
- Sólo… Sólo he estado paseando, de verdad.
Sin previo aviso su padre le propinó un duro golpe. Lex cayó a tierra y comenzó a sangrar. Varios vecinos se percataron de lo que ocurría, pero ninguno intervino.
Lex se levantó, recogió de tierra su gorra y se pasó la mano por la cara para limpiarse de la sangre. Miró de manera desafiante a su padre, pero sabía que tenía las de perder. Aquel se acercó y volvió a golpearle repetidamente. En realidad le importaba más bien poco dónde hubiese estado su hijo; simplemente necesitaba desahogarse.
Un par de días después Lex volvió a la escuela. Desgraciadamente no era la primera vez que se le veía con cardenales, ni tampoco era el único. En los tiempos que corrían la fuerza era la ley, o, como a su maestro de historia le gustaba decir, “sed lex”.
Su amigo Perry White se preocupaba por él, pero Lex siempre interiorizaba sus sentimientos hasta el punto de que no parecía tenerlos. En ocasiones habían compartido sus fantasías, la persona en la que querrían convertirse en el día de mañana.
Perry tenía unos 16 años. Soñaba con ser periodista. Leía de vez en cuando los periódicos que los hombres de bien tiraban por tierra, y le apasionaba el poder ser quien estuviera detrás de todas esas noticias. Apenas sabía de la profesión, pero tenía claro que esa era su meta. Quería buscar la verdad detrás de cada caso y mostrarla a la opinión publica.
Su amigo Lex era más joven en cambio, pues apenas tenía 10 años. Fantaseaba con la idea de ser un hombre poderoso. Soñaba con alzarse por encima de todos, bien lejos de la podredumbre en la que había tocado vivir. Algún día podría mirar a las personas de arriba abajo, no como ahora.
- Si me hubieses avisado de que ibas a ponerme como excusa -dijo Perry-… Cuando estuvo en mi casa no tenía buena cara…
- Da igual –respondió Lex-. Toma –dijo mientras le daba una manzana que llevaba en el bolsillo-. Se la quité al viejo Thompson.
- Ey, gracias, pero… Bueno, a mis padres no les hace gracia que…
- ¿Que qué? Sólo es una manzana, Perry, la guardé adrede para ti.
- Sabes, Lex, la gente dice que eres mala persona… Pienso que no es verdad. Eres mi amigo y siempre te defenderé, pero tienes que dejar de hacer estas cosas. No está bien. De todas formas, me quedo con la manzana –sonrió.
Aquella noche, cuando sus padres ya se habían acostado, Lex se asomó a la ventana para mirar la Luna llena. No hacía mucho los pilotos del Apollo 11 habían hecho historia siendo los primeros hombres en pisarla. “Cómo debe ser” pensaba Lex. “Mirar a todos los humanos desde allí arriba, como si estuviese fuera de su alcance”. Pasaron sólo unos pocos minutos más hasta que volvió por fin a la cama.
- ¿Qué... qué está pasando?
Lex abrió de repente los ojos. Su habitación se había convertido en un mundo sicodélico plagado de destellos de luz e imágenes cambiantes. Frente a él apareció la enigmática figura de un hombre que comenzó a hablarle.
- Saludos, Lex Luthor.
- ¿Quién eres tú? ¿Dónde estamos? –preguntó asustado.
- He tenido muchos nombres a lo largo de mi existencia, y uno de ellos es el del Fantasma Desconocido. Puedes llamarme así si lo deseas. Las imágenes que ves a tu alrededor son fragmentos de la que debía haber sido tu vida. O mejor dicho de lo que fue hasta las recientes modificaciones en la continuidad. El flujo temporal está en movimiento, adaptándose de manera retroactiva.
- ¿De qué me estás hablando, qué cambios?
- Has estado en 1945, con tu abuelo...
- ¿Qué? Te estás equivocando... ¡En 1945 ni siquiera había nacido!
Lex no podía evitar mirar las imágenes que le rodeaban. Se movían y cambiaban continuamente, como un torrente de recuerdos que aún no poseía. Pudo verse a si mismo como un cincuentón calvo que perdía su mano, contaminada por una piedra llamada kriptonita.
- Has ido a esa época sin saber cómo ni por qué. (1) Mediante una pequeña fracción de tecnología de Brainiac 13 que aún conservas has buscado a tu abuelo, un importante empresario caído en desgracia que sobrevive como mejor puede. Pero tu acción ha provocado un ligero cambio en la que debía ser tu biografía: tu abuelo conseguirá levantar un imperio empresarial que pasará a su hijo, Lionel Wallace.
Las imágenes giraban en torno a Luthor. Vio su aparente muerte en un accidente de avión y su posterior regreso en un cuerpo clónico con el que se hizo pasar por su propio hijo.
- Tu abuelo aún recordaba su encuentro con su nieto venido del futuro. Cuando supo que Lionel iba a ser padre le pidió por activa y por pasiva que se llamara Lex. El pequeño Lex resultó ser un elemento de lo más... impredecible. Y mortal. Provocó la muerte de Lionel y su madre cortando los frenos de su coche. Cobró el dinero del seguro, un pellizco en comparación con la fortuna que conseguiría con el diseño de su propio avión, el L-Wing.
- Dios… No puede ser cierto lo que dices –Lex se echó las manos a la cara-…
- Sólo mira las imágenes que te rodean. Cuando el tiempo vuelva a reestablecerse sentirás los cambios sobre tu abuelo y tu padre como parte natural de tu biografía, Lex. No tendrás recuerdo de lo anterior.
- ¿Y todas estas imágenes...? Me veo como el dueño de Metrópolis, un hombre tan poderoso que...
- Todas ellas seguirán teniendo validez. Serás el hombre que ves en ellas. Tu historia sólo se verá modificada por tu padre, que fue o será (según cómo lo mires) un importante empresario.
Lex se quedó atónito. Parecía imposible lo que le estaba pasando. Todos los momentos de su vida circulaban a su alrededor sin ton ni son. (2)
- Mi padre… Odio a mi padre… Es un maldito borracho, es ruin…
- Lo sé.
- Dices que lo mataré. Y que en la nueva… continuidad… le mataré también. ¿Entonces no será diferente del padre que ahora conozco? Espera, ¿y Perry?
- ¿Tu amigo Perry?. Puede que sigáis siendo amigos, puede que la nueva continuidad temporal os separe y os convirtáis en enemigos y puede que ni siquiera os reconozcáis.
- No lo entiendes, no… Él es mi amigo. No puedes hacerme esto, maldito. ¡No quiero que cambie nada!
- Nada de esto depende de mí, muchacho.
Lex se dejó caer de rodillas. Perry era su único amigo, la única persona que creía en él. No podía aceptar la idea de que iba a perder de un plumazo todo lo que habían vivido y todo lo que pudieran vivir. Pero entonces Lex se fijó en la imagen que aparecía bajo él.
- ¡Espera! ¿Y quién es él? – dijo mientras señalaba a aquella imagen- ¡El hombre de azul y rojo!
- Su nombre es Superman.
- Veo tanto odio en mis ojos, tanta… furia hacia él. ¿Por qué, Fantasma? Detiene a los delincuentes, salva a la gente... Entonces, ¿por qué que le odio tanto?
- Aún eres joven, Lex. Aún no eres el hombre en el que te convertirás. Por eso ves las cosas de otra forma... Y precisamente esa es mi esperanza.
- N-no te entiendo…
- El tiempo se ha paralizado, pero no por azar, sino por mi intervención. Procuro no intrometerme en los asuntos de los humanos y ser un simple observador, pero la ocasión lo requería. El futuro es tuyo, Lex. Crearás un imperio, tu control se extenderá primero en Metrópolis, luego en Estados Unidos, y finalmente en todo el mundo. Pero por conseguir tus metas muchas personas morirán. La humanidad padecerá por tus acciones. Y yo no puedo más que rogarte que no lo hagas. Que te detengas y no sigas adelante
Cuando me marche el tiempo se reestablecerá, tu biografía habrá quedado ligeramente modificada y no tendrás recuerdo de nuestro encuentro. Pero espero que en tu memoria quede algún recuerdo, aunque vago, de lo que te digo y que te haga recapacitar.
- Me estás pidiendo... Me estás pidiendo que reniegue de mi destino… Pero mi destino es ser el hombre poderoso con el que siempre he soñado.
- Lex, tu amigo Perry te pidió que dejaras de…
- “Eso no está bien” dijo, sí. Pero él no sabía en quien me convertiría, si no… ¡Si no, nunca se habría atrevido a desafiarme!
Y tú… ¿Por qué me cuentas todo esto, Fantasma? Podías haber contactado con cualquier otra versión de mi mismo, ¿verdad? Pero has venido a mí, al Lex juvenil, el que aún puede pecar de ingenuidad y de ser generoso. ¿Creías que ibas a convencerme, Fantasma? ¡Soy Lex Luthor! Sé qué soy y quién quiero ser. Y ahora más que nunca sé que lo conseguiré. Dices que crearé un imperio, ¡pues bienvenido sea!
Parte II
Washington DC. Junio de 2004. El presente.
- Señor Presidente… ¿Se encuentra bien?
Lex Luthor se encontraba en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Durante unos momentos su mente parecía haber quedado en blanco.
- Sí, me encuentro bien.
- Parecía ido, señor.
- No. Sólo… intentaba recordar algo sobre Lionel, mi padre… No importa. ¿Qué es lo que ocurre?
- Algo es que va a sorprenderle…
Horas después Lex Luthor se reunió en otra sala con varios de los miembros de su gabinete de gobierno:
Pete Ross era el segundo al mando, el Vicepresidente.
Jefferson Pierce, antes el superhéroe Relámpago Negro, ahora Secretario de Asuntos Sociales y Educación.
Amanda Waller. Ministra de Asuntos Metahumanos.
Cat Grant, la portavoz del Gobierno.
- Señor Presidente, ¿qué es lo que ocurre?
- Si, Luthor, tenía programada una reunión –dijo Jefferson Pierce.
- Señores y señoras, hace un par de horas fui advertido de un terrible hecho: uno de ustedes es un traidor.
Los cinco allí presentes se quedaron en silencio, mirándose los unos a los otros.
- Desde que fui elegido presidente de la nación hace casi cuatro años emprendí mi particular guerra contra los superhombres, siempre desde las sombras… Algunos de ustedes saben de esos planes, al menos parcialmente. Otros, a sabiendas de que se mostrarían reticentes, no han sido conscientes de ello durante todo este tiempo.
- Luthor, ¿qué diablos has hecho? –dijo enfurecido Jefferson- ¿Tiene algo que ver con esa prisión, Black Riot?
- Oh. Black Riot, sí –Luthor sonrió-. Una prisión para metahumanos en tierras markovianas… Una pena que los Outsiders la destruyeran. (3)
- Entonces –dijo Cat dubitativa-… ¿Entonces era verdad? El líder de los Outsiders, Nightwing, dijo que nuestra gente había aprisionado a cientos de metahumanos… que los llevábamos a aquella prisión… ¡Y que los exterminábamos! ¿Es… es verdad? ¿Hemos hecho eso?
- Cat, querida, solías ser una buena periodista. Ya nos ocupamos en su momento de desmentir todo eso. Sabes que la noticia y la realidad no tienen por qué coincidir siempre.
- ¡Esto es una locura! –exclamó Jefferson- ¡Eres un maldito genocida!
- No, señor Pierce, sólo un hombre listo. Mi maestro de historia solía decir “sed lex”, o lo que es lo mismo: “la ley es dura, pero es la ley”. Esos hombres y mujeres, esos… metahumanos, no toleran nuestras leyes, campan a sus anchas sin importar lo que podamos opinar las personas corrientes.
- Luthor, yo soy – Jefferson dudó en si revelar que él había sido un superhéroe-… ¿Y si yo fuese uno de esos “metahumanos”? ¿También me matarías a mí?
- Sólo si fueses el traidor.
- ¿Pero qué traidor, señor? Explíquese, por favor –dijo ahora Pete Ross intentando calmar la situación.
- Nuestros técnicos informáticos han interceptado varios mails enviados desde la Casa Blanca con información interna. No han conseguido descifrar la ruta de envío; no sabemos quién era el receptor, pero sí el emisor…
- ¿Y de quién se trata?
- Se ha reducido el número de posibilidades hasta quedar sólo ustedes cuatro.
- Yo no he sido, señor –habló Pete-. Sabe que tiene toda mi confianza.
- Me gustaría presumir de que he sido yo, Lex, pero… No, no soy quien buscas –dijo Cat.
A Jefferson Pierce le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Si algo tenía bien claro es que él no era el traidor que Luthor buscaba. Así pues, la culpable sólo podía ser…
- ¿Y qué me dice usted, Amanda Waller? Ha estado callada todo este tiempo.
- Yo…
- ¿Si, Amanda? ¿Tiene algo que decir?
- No, señor Presidente, yo tampoco he sido.
Luthor, visiblemente molesto, decidió dar por concluida aquella reunión.
- Algo me dice que puedo confiar en ustedes. Por favor, discúlpenme por haberles acusado. Vuelvan a sus trabajos.
Parte III
Algunos de los miembros de la Liga de la Justicia se encontraron en su cuartel general situado en la Luna. En la sala de reuniones estaban presentes Flash, Green Lantern (Kyle Rayer), Wonder Woman y el Detective Marciano. Los recientes acontecimientos obligaban a los leaguers a discutir futuras acciones.
- ¿Quién es Zod? –preguntó Flash- No tenemos ningún archivo sobre él en nuestras bases de datos.
- Tal vez porque cierta persona prefiere que no haya información sobre él –dijo Lantern-. Pero ese monstruo mató al Capitán Marvel y a mí mismo me dejó para el arrastre. Tenemos que saber de él. (4)
- Fuerza, invulnerabilidad, visión calorífica, vuela –dijo suspirando Wonder Woman-… Es un kriptoniano.
- Tiene que ser una broma –dijo sorprendido Flash-. ¿Superman no era el último superviviente de Kripton? ¿Tú lo sabías, Kyle?
- Me lo contó Ganthet, sí. Sospecho que Superman no tenía mucho interés en que supiésemos de él.
- No te lo tomes a mal, Kyle –aclaró la amazona-. Era personal. Superman no quería compartirlo con nadie. De la historia de la que os voy a hablar prometí no hablar jamás, pero dadas las circunstancias no tengo otro remedio que hacerlo.
Hace tiempo Superman y yo quedamos atrapados durante cientos y cientos de años en un extraño lugar. Aunque no envejecimos ni un ápice, realmente pasamos todo ese tiempo atrapados. Como podréis imaginar hablamos de todo, compartimos nuestros secretos más íntimos, nuestros temores… (5)
- ¿Qué fue lo que te contó, Diana? –preguntó el Detective Marciano con especial interés.
- Veréis, hace años Superman descubrió la existencia de un “universo de bolsillo”, un pequeño universo creado por el Trampero del Tiempo… A ese lugar, a su Tierra, llegaron tres kriptonianos. Eran terriblemente poderosos y comenzaron a destruirlo todo, masacrando a toda la humanidad. Superman no vio otra solución más que la de tomar un fragmento de kriptonita y… (6)
De inmediato se produjo un incómodo silencio entre los allí presentes.
- Era la única forma de vencerles. Después de aquella experiencia Superman se sintió atormentado por lo que había hecho. Se autoexilió en el espacio buscando perdonarse por lo que había hecho. Pero aún con el paso de los años se lamenta por lo que hizo, pese a que probablemente fue la mejor opción.
- Entonces, Diana, uno de esos kriptonianos… ¿Era Zod?
- Si.
- Ahora comprendo por qué siempre era tan reticente a las medidas extremas. Él había pasado por eso. –dijo Lantern-… ¿Pero cómo ha hecho Zod para resucitar y llegar desde ese universo? ¿Creéis que puede querer vengarse?
- Dadlo por seguro –dijo Batman, que entraba en ese momento en la sala-. Mis heridas son muestra de ello. Vino a verme para probarse conmigo. Podía haberme matado fácilmente, pero quería aprender de mis movimientos. Zod tiene los mismos poderes que Superman, pero también conocimientos sobre artes de combate que yo tardé años en aprender.
- Tenemos que advertir a Superman…
- Lo hice de inmediato. Le pedí que tuviese cuidado.
- Dios… ¿Recordáis cuando Superman conquistó el mundo? (7) ¡Ni toda la Liga de la Justicia pudo con él! –exclamó Lantern- Sé que esto no os va a gustar, pero… Sabéis que en aquella ocasión creé kriptonita con mi anillo de poder… Si es necesario puedo volver a hacerlo.
- ¿Qué dices, Kyle? No podemos plantearnos matarle así de primeras. Si Superman estuviese aquí sería el primero en negarse rotundamente a ello –explicó Flash.
- Pero no está –sentenció Wonder Woman- No sabemos ni tan siquiera si sigue vivo.
- De todas formas la idea de Kyle no funcionaría esta vez. Por lo que sé la kriptonita de nuestro universo y la de aquel no es exactamente la misma; es por eso que Superman mató a los kriptonianos con un fragmento que a él no le afectaba –indicó Batman.
- O sea, que tú también sabías de esa historia. Mirad, no es la primera vez que pensamos que está muerto. Superman siempre vuelve.
- ¿Y si esta vez no es así, Wally?
- Entonces, amigos mío –comenzó a decir el Detective-, tendremos que afrontar la amenaza de Zod sin él. Aunque no sepamos qué planea debemos estar alerta. La Sociedad de la Justicia ya está al tanto porque lo hablaron con Kyle, pero se lo comunicaré a los Titanes. Por muy poderoso que sea no podrá con todos.
Los cinco superhéroes dieron por cerrada la reunión, volviendo cada uno a sus respectivas ciudades. Sólo dos de ellos, el Detective Marciano y Batman, se quedaron. Sin cruzar palabra alguna se quedaron mirando la vista lunar a través de un ventanal.
- Tenemos que hablar de tus Outsiders –dijo el marciano rompiendo el silencio-. Has metido a esos chicos en un buen problema. Tendrías que habernos hablado de ello desde el principio. No sería la primera vez que la Liga tiene un grupo de misiones encubierta; no tenía por qué ser distinto esta vez.
- Di por hecho que no lo aceptaríais
Batman dudó de qué hacer, si contarle todo acerca de los Outsiders o seguir con el ocultismo que había caracterizado a este asunto. Pero incluso una persona tan independiente como él sabía que, en ocasiones, era necesario echar mano de los amigos.
- Hace meses un informador anónimo se puso en contacto conmigo a través de Oráculo. Nos habló de las Fuerzas Iron, un proyecto del Gobierno norteamericano para crear un ejército de robots superpoderosos.
- ¿Con qué finalidad?
- Imagina y acertarás. Con Luthor en la presidencia no es difícil. Fui personalmente a la base militar de Fuerte Peck buscando información sobre ello. Pero las medidas de seguridad eran más importantes de lo que esperaba. Aunque suene raro viniendo de mí… necesitaba ayuda.
Busqué gente que pudiese cumplir la misión: Nightwing, Jesse Quick, Faith y Mayor Desastre.
- ¿Qué es lo que pasó? -preguntó el marciano- El Gobierno norteamericano los acusó de haber estrellado aquel avión de Waynetech en Los Angeles. Murieron decenas de personas.
- Consiguieron la información, sí, pero en la huída varios robots Iron fueron enviados tras ellos. Los robots provocaron la caída del avión en el que escapaban. Luthor los sentenció a muerte lanzando una orden de caza y captura. No mucho después Nightwing fue capturado por los militares. No lo sabíamos, pero Luthor tenía otro plan en sus manos: una prisión para metahumanos en Markovia. Conseguimos sacarlo de allí destruyendo aquel lugar en el camino.
- Fue entonces que la emisión de las televisiones se interrumpió…
- Empleamos la magia de Manitú Raven para que Nightwing hablara a toda la sociedad. Teníamos que responder a Luthor, aclarar nuestra responsabilidad en cuanto había pasado. Luthor desmintió todo lo relacionado con Black Riot y los Protocolos Iron, pero al menos su imagen ya había sido dañada. Es año de elecciones. Quién sabe, tal vez la misma democracia que lo sentó en ese despacho la saqué de allí.
- No pareces confiar en el sistema.
- Lo hago, J’onn, pero no en la gente que vota.
- Ahora, y con más razón, sigo pensando que tendrías que habernos hablado de esto antes. Y dime, ¿sacasteis algo en claro de la información que obtuvisteis en Fuerte Peck?
- Los archivos estaban encriptados. Uno de los nuestros, Geoff, los descifró, pero el esfuerzo ha servido para poco; nunca tuvimos los archivos al completo.
- Entonces sugiero que hagamos como nuestros compañeros, vayamos a casa y descansemos. Mañana nos espera un duro día.
Después de que Batman se marchara el marciano siguió contemplando aquella visión. Como Superman, él sabía lo que era perder su mundo. No iba a permitir que su hogar adoptivo tomase el mismo camino.
Parte IV
Las campanadas avisaban de que era la hora.
Valhalla era un cementerio muy particular. Era el lugar en el que enterrar a los héroes caídos, en el que recordar sus días de gloria y desear que vuelvan como muchos otros hicieron.
Pero cuando un hombre muere cuesta pensar que el milagro va a producirse. No importa cuáles fuesen sus poderes, ni qué hiciese o en qué circunstancias perdiese la vida. Cuando un hombre muere sólo se puede rezar para que al menos encuentre la paz, aunque sea lejos de sus amigos. Y amigos eran los que hoy se reunían en el Valhalla para rendir tributo a los héroes que murieron recientemente.
Frente a una figura rocosa dedicada al fallecido Capitán Marvel estaba un amplio número de superhéroes. Muchos de ellos eran miembros de la Sociedad de la Justicia, otros tantos de la Liga y de los Titanes, pero algunos no estaban enrolados en ningún grupo, como eran Batgirl, Robin, Superwoman o Green Arrow.
Mr. Terrific, como líder de Marvel en la Sociedad, dio un discurso en recuerdo de su compañero. Entre los presentes comenzaron a asomarse las lágrimas, aunque curiosamente los más allegados a él estaban más tranquilos de lo que se esperaba. Era el caso de Mary Marvel y el Capitán Marvel Jr.
Muchos pensaban que dar por muerto al Capitán era precipitado porque no se había encontrado su cuerpo. Pero la realidad era que desde su mortal encontronazo con Zod semanas atrás no había indicio alguno de que pudiese seguir con vida.
- ¿En qué piensas, Batman? –preguntó Terrific una vez dio por terminado el funeral.
- Nada importante, Michael.
Superman y él habían visto imágenes de la aparente muerte de Marvel: cayó un fogonazo que dejó sin funcionamiento a todos los aparatos eléctricos e informáticos durante un minuto. Luego desapareció. Pero a diferencia del resto de superhéroes, ellos sabían de la identidad de Billy Batson. Por eso mismo Batman se sentía extraño en aquel funeral, porque pensaba que Billy podía seguir vivo. Pero si el niño no había dado señales en todo este tiempo sería por alguna razón.
- Mary Marvel y el Capitán Marvel Jr. parecen calmados, ¿eh? Es bueno que comiencen a aceptar la pérdida.
Batman giró la vista y vio a un niño escondido detrás de un árbol, observando el funeral desde la distancia.
- Billy…
- ¿Qué dices, Batman?
- Decía que… Sin duda. Todos tendremos que acostumbrarnos a que el Capitán ya no esté entre nosotros. (10)
Parte V
- Esos tíos suelen volver a la vida, ¿no? ¡Hip!
El As de Bastos era el bar de Metropolis regentado por Bibbo Bibbowsky. Como en prácticamente cualquier otro lugar, los allí presentes seguían con atención las imágenes que mostraba la televisión del funeral del Capitán Marvel. Sólo beber de las botellas de cerveza que tenían entre sus manos les hacía quitar la mirada de la pantalla.
- No sé –respondió Bibbo-, pero espero que lo haga. Marvel era amigo de Superman.
- Oh, sí, el muchachote de la S, que también anda desaparecido –dijo uno-. Dicen que está muerto, pero yo no me lo creo.
- Ey, ¿estás insinuando algo?
- ¿Tú qué crees, polaco? Pa’ mí que ése se ha largado. Ahora cuando nos ataque algún lunático de esos no tendremos quién nos defienda. Y es su culpa, ¿sabes? Antes de que apareciese no había tanto maloso en mallas.
- Serás gilipollas. Superman nos ha salvado más veces de las que sabes contar. ¡Nunca nos ha fallado!
- Yo confío en mi país y en mi Presidente, no en ese payaso. Oh, pero espera, ya lo entiendo: tu país queda un poco lejos, ¿verdad, Bibbowsky?
- ¡Pero serás…!
Bibbo agarró a aquel tipo y lo lanzó con todas sus fuerzas del bar, maldiciéndole por todo lo que había dicho.
En las alturas, mientras, un hombre escuchaba la conversación sonriendo con malicia. Se divertía con los lamentos de un pueblo que había perdido a uno de sus campeones, el Capitán Marvel, y que extrañaba al mayor de ellos: Superman.
El suyo era el nombre más sonado entre la comunidad superheroica. Zod sabía del daño que había provocado. Después de ser resucitado por Brainiac inició su particular venganza contra el Hombre de Acero. Se entrenó con toda la tecnología que aquel podía servirle, seleccionándole además cuatro rivales a los que enfrentarse: Lobo y Green Lantern cayeron a sus manos; con Marvel se dio el lujo de cobrarse una vida; y de Batman aprendió cuanto necesitaba.
En realidad Zod ya había consumado su venganza: había matado a Superman. Sentía un leve cosquilleo de placer al pensar en ello, pero también una gran duda que recorría su mente: no encontró su cadáver, así que existía la posibilidad de que estuviese vivo. Le dijo a Brainiac por activa y por pasiva que no podía ser así, pero la duda no le dejaba tranquilo.
Inquieto por esa posibilidad, rastreó el mundo entero asegurándose de que no hubiese señales de vida. Fue en dirección al Ártico, concretamente a la Fortaleza la Soledad, el refugio de Superman. Aunque en el pasado la Fortaleza había tenido el aspecto propio de un pequeño castillo, en la actualidad era más bien una gigantesca esfera de tonos dorados que levitaba en el aire.
- Increíble –dijo acercándose a tocar su coraza-. Procedo de un Kripton distinto al de Kal-El, pero esta tecnología es tan insuperable como la de mi mundo.
Zod ya había estado aquí antes, pero no por ello podía evitar asombrarse por su grandeza. (11) La entrada a la Fortaleza estaba en el mismo estado que él la había dejado. Igual que las medidas de defensa, ahora totalmente inutilizadas. Así pues, sin dudarlo, el kriptoniano entró.
- Desde fuera parece más pequeña, pero en su interior la Fortaleza es amplísima.
- [¿Quién es usted? No tiene permiso para estar aquí] –dijo Peri, uno de los robots que protegían la Fortaleza- [Tiene que marcharse]
- Hmm, ya destrocé a uno de los tuyos, ese Kelex. Sois tan odiosos como los de mi Kripton.
- [Tiene que…]
- ¡Calla! –Zod lo agarró con fuerza- Dime, ¿dónde está Kal-El?
- [¿Kal-El?]
- No te hagas el tonto. ¿Dónde está tu amo? ¿Sigue vivo? ¿Está aquí?
- [Señor… Kal-El ha muerto…]
- ¿Por qué entonces su cadáver desapareció?
- [Tal vez fue uno de sus amigos hechiceros]
- Si –dijo pensativo-. Eso es, sí. Tiene que haber sido uno de sus estúpidos compañeros de la Liga. Se llevaron su cuerpo sin vida.
- [Por lo que yo sé, señor, Kal-El fue asesinado por un hombre llamado Zod]
- Eso ya lo sé, estúpido –lanzó un rayo calorífico derritiendo el cuerpo robótico de Peri-. Yo soy Zod.
El kriptoniano se dedicó a contemplar las maravillas de aquel lugar. En el centro de la sala principal había un aparente tributo a los padres de Superman, Jor-El y Lara, quienes sujetaban una esfera que simulaba ser Kripton. A Zod le extrañó que también hubiese allí mismo otra versión de sus progenitores. (12)
- ¿Las habéis reconstruido, verdad? Las destrocé la última que estuve aquí. ¿Tan importante es para Kal-El su recuerdo?
- [La Fortaleza es lo único que queda de su mundo] –dijo Mithen, otro de los robots, que levitaba a su alrededor.
- No puedo evitar pensar en la kriptonita que me “mató”, la de mi Kripton. La última vez que estuve aquí la encontré en un contenedor de plomo, pero… No me afectó. ¿Por qué?
- [Su estructura genética ha cambiado. Al entrar en la Fortaleza nuestras computadoras analizaron automáticamente su cuerpo]
- ¿Cómo ha cambiado? ¿Por qué?
- [Acompáñeme a la sala de escáner]
Zod acompañó al robot. Engreído como era no esperaba que aquellos simples robots pudiesen tenderle una trampa. Y es que al entrar en la sala les esperaba otro, uno que llevaba entre sus manos mecánicas kriptonita. Este fragmento comenzó a brillar con fuerza al estar próximo al villano.
- ¡Agh! –exclamó de dolor mientras se derrumbaba sin fuerzas.
- [Rompió a nuestros amigos Kelex y Ned, y ahora a Mithen. Mató al amo Kal-El. Somos los vigilantes de la Fortaleza; no vamos a dejar que se vaya sin más]
- Miserable…
- [No le mentí: su estructura parece haber…]
Zod hizo un sobreesfuerzo para golpear a Wegthorn. La kriptonita cayó en tierra, cesando en el momento el dolor. Aprovechó ese instante de recuperación para lanzar un rayo calorífico que redujo la kriptonita a la nada.
- Enhorabuena. Lo habéis intentado. Pero a diferencia del estúpido de Kal-El, yo soy un soldado. Fui entrenado para soportar el dolor. Ni siquiera la muerte podrá conmigo.
- [Te detendremos con…]
- ¿Con qué? ¿Rayos energéticos o cualquier otro artilugio? No creo que pueda conmigo.
Salió de la sala dejando atrás a los dos robots, conscientes de que lo único que podía vencerle era ahora polvo.
- Toda la gloria de Kripton reunida en este lugar. Un gran mausoleo en honor a un gran mundo. Pero no es el mío, Kal-El. Sólo es una pálida imitación de mi hogar. Y por eso voy a destruirlo. Porque cuando haya acabado con todo no quedará nada de ti ni de tu gente.
Comenzó a manipular los paneles de control. En una amplia pantalla aparecían señales de aviso sobre lo que estaba haciendo. Cuando se le pidió confirmación para llevar a cabo sus órdenes el General dio el sí definitivo. Rápidamente salió volando de allí, alejándose para contemplar el espectáculo, el de la absoluta destrucción de la Fortaleza de la Soledad.
Como si de un terremoto se tratase, la Fortaleza empezó a temblar desquebrajándose. Toda su estructura comenzó a venirse abajo, incluyendo las figuras de Jor-El y Lara, que se rompieron en mil pedazos al caer en tierra. Una explosión puso punto y final a una civilización.
En la lejanía Zod sonreía.
Parte VI
En la oscuridad del espacio una nave con forma de gigantesco cráneo servía de base de operaciones para Brainiac. Desde allí observaba la mancha azulada que era la Tierra y que ponía color a aquella visión.
Originalmente fue Vril Dox, una mente privilegiada del planeta Colu. Pero las supercomputadoras que controlaban aquel mundo temieron que Dox pudiese hacer frente a su poder y optaron por destruir su cuerpo. La mente de Dox, sin embargo, sobrevivió y encontró un cuerpo huésped en la Tierra, en Milton Fine, un circense con un amplio potencial mental. Así resurgió, tomando el seudónimo de Fine: Brainiac.
Con el paso del tiempo se enfrentó en diversas ocasiones a Superman y pasó por diversos cambios. El mayor se produjo hace casi cuatro años, cuando en 2000 convocó sin saberlo a una versión futura de sí mismo: Brainiac 13. La mente de Vril acabó en un cuerpo infante, el de Lena, la hija de Luthor, quien se lo entregó a Brainiac 13 a cambio de controlar la tecnología futurista que éste trajo.
Brainiac 13 era un ser más poderoso de lo que jamás fue el su yo del presente. Intentó conquistar el universo durante Nuestros Mundos en Guerra, pero sus planes se torcieron por la intervención de los superhéroes. Se vio atrapado en el pasado hasta que consiguió volver a nuestra época, sólo para maquinar nuevos objetivos. Deambuló como polvo cósmico por galaxias y eras hasta que llegó a un planeta muy avanzado tecnológicamente. Allí, se introdujo en una de sus computadoras. Cuando la dominó le ordenó la construcción de un poderoso cuerpo y una gigantesca nave en forma de cráneo. Ambos elementos de un color verde intenso y forjados con una aleación de metales que los hacían casi indestructibles. Una vez acabado el cuerpo, la consciencia de Brainiac se introdujo en él. La nave se convertía en una extensión del cuerpo al obedecer su más mínima orden mental.
Después, se conectó a las bases de datos de los ordenadores y comenzó a absorber los saberes científicos y humanísticos de aquel planeta. Un ansia de adquirir más y más conocimientos le dominó por completo. Desde ese momento, supo que esa directriz marcaría el norte de su vida. El otro instinto que surgió a la vez fue el de la supervivencia: debería destruir todo aquello que pudiese impedir el anterior objetivo. El recuerdo de sus pasadas derrotas con Superman fue determinante para considerar al kryptoniano como una amenaza. Por ello, incorporó a su nave las más extraordinarias y mortíferas armas. (13)
Ahora prefería hacerse llamar simplemente Brainiac. Todo por cuanto había pasado le daba una visión única de la realidad. Ya no le importaba si era la versión 13 de sí mismo o la 2.5, la 8 o la 12.
Parte VII
La noche cayó sobre la ciudad de Washington. Muy lejos de la Casa Blanca, en un viejo y derruido edificio, alguien se aposentaba como mejor podía. Pulsaba con fuerza las teclas de su ordenador, de manera casi nerviosa. En la pantalla podía verse el siguiente texto “¿Oráculo? ¿Estás ahí? Tenemos que hablar. Es urgente”.
- Vamos, vamos – dijo de manera impetuosa.
“Aquí Oráculo”.
- Me han descubierto –decía en voz alta a la vez que lo escribía en su ordenador-… Temo que puedan haberme seguido.
“¿Qué ha ocurrido?”
- Saben que soy yo quien os ha estado pasando información durante todo este tiempo. No hay más que pueda hacer por vosotros en estas condiciones. Mañana por la mañana saldré del país. No hay otra solución.
“¿Necesitas la ayuda de los Outsiders?”
- Gracias, pero… Sólo prométeme que acabaréis con ese cerdo…
- Espero que no se refiera a mí, señorita Waller –dijo Lex Luthor, que apareció para sorpresa de Amanda Waller, acompañado de dos hombres.
- ¡Luthor! ¡Márchate! –exclamó a la vez que apuntaba con una pistola.
- Amanda, querida, podías haber reconocido que tú eras la traidora… Hubiese sido benevolente contigo. Ahora me siento… molesto.
Apareció un nuevo mensaje de Oráculo en el ordenador: “¿Estás ahí?”
- Dígame, ¿a quién dejaba sus famosas últimas palabras? ¿Tal vez… a los Outsiders?
- Eres un miserable, Luthor. Al principio estaba de acuerdo con tus ideas sobre los metahumanos… Pero te has convertido en otro Hitler.
- Nada más lejos de la realidad, Amanda. Deseo expandir la democracia en el mundo, crear una tierra libre de opresión… Pero poco puedo hacer mientras exista la comunidad metahumana. La prisión Black Riot cumplió su objetivo durante su breve existencia: Redujimos drásticamente el número de metahumanos que pueblan la Tierra. Ahora es el momento de dar el siguiente paso hacia un nuevo mundo.
- Jefferson, Catherine… Saben la verdad. ¡Irán contra ti!
- ¿Esos idiotas? Tan rápido como salieron de la sala olvidaron aquella conversación. Digamos que tengo aliados con habilidades muy útiles en lo que se refiere a la mente. Ya sabía que tú eras la traidora, Amanda, pero necesitaba que me llevaras hasta aquí.
- Voy… ¡Voy a matarte!
Amanda disparó su pistola, pero con un rápido movimiento Lex saltó sobre ella golpeándole.
- Señores, cojan ese ordenador. Si estoy en lo cierto podremos atacar al propio corazón de los Outsiders.
- ¡N-no lo hagáis!
- Se acabaron las tonterías, Amanda. ¿Quién es la persona con la que hablabas? ¿Es tu contacto con Nightwing y el resto de ellos?
- ¡Nunca te lo diré!
- ¡Hazlo! –le golpeó- ¡Dímelo!
En tierra, ensangrentada como estaba, Amanda sólo podía farfullar unas pocas palabras.
- Podrás… podrás matarme… pero los superhéroes te derrotarán… Superman…
- ¿Superman? –Luthor comenzó a reír- ¿No te has enterado? Aún tenemos que confirmarlo, pero… ¡Superman ha muerto!
En los próximos días Estados Unidos sufrirá un atentado terrorista… Culparemos a países extranjeros. Trazaremos una cortina de humo para poder desplazar nuestras fuerzas, nuestro Imperio. Emplearemos como soldados a los robots Iron. Prohibiremos la actividad superheroica. Crearemos un nuevo y poderoso Escuadrón Suicida con algunos de los supervillanos que tenía en Black Riot. El mundo será mío, créeme.
- No me… equivocaba… sólo eres otro maldito dictador…
- ¡Cállate! –Luthor volvió a golpearle una y otra vez hasta que Amanda murió finalmente- Señores… debemos llevarnos ese ordenador. Y que venga alguien a limpiar esto. Lo lamento mucho, querida Amanda. Tenía mucha confianza en ti. Y aunque comprendo que en toda empresa hay disensiones no puedo tolerarlas si quiero salvar el mundo.
¡No te pierdas la continuación en Superman nº 17! ¡Ya en Action Tales!
Raúl G. Peribáñez
Diciembre de 2006 - Julio de 2008
Dedicado a todos los que hacen posible Action Tales.
Referencias:
(1) Ver Superman nº 1-5 (AT).
(2) Todas las vivencias que el joven Luthor está descubriendo en forma de imágenes se produjeron en diversos cómics, demasiados como para citarlos aquí. Todos ellos post-Crisis, claro está.
(3) Ver Outsiders nº 7 y 8 (AT).
(4) Hechos ocurridos en nuestras series Superman y Green Lantern.
(5) En Action Comics nº 761
(6) Estos acontecimientos se pueden seguir en el coleccionable Las Aventuras de Superman de Planeta DeAgostini.
(7) Tal como se pudo ver en la saga “Rey del mundo”, en Superman nº 1-11 de Norma Editorial.
(11) En Superman # 15 de Action Tales.
(12) Durante la saga Return to Kripton (inédita en España en el momento de escribir estas líneas) Superman conoció una versión falsa de Kripton. En honor al Jor-El y Lara de aquel lugar sus figuras adornan la Fortaleza junto a la de sus auténticos padres.
(13) La descripción de Brainiac está tomada directamente de un episodio de Superman de José Luis Miranda.
(10) Mary Marvel sabe que Billy sigue vivo tal y como se mostró en Superwoman nº 9. Es de suponer que también el Capitán Marvel Jr. está al tanto.
No hay comentarios :
Publicar un comentario