Titulo: Abra Kadabra Autor: Raul Peribañez Portada: Edgar Rocha Publicado en: Mayo 2007 ¡La magia llega a las calles de Leesburg! Sólo Superwoman puede evitar la terrible amenaza del lobo feroz, los tres cerditos y Pinocho. |
Su nombre es Linda Danvers y a pesar de no tener lazos de sangre con el hombre de acero, se ha ganado el derecho de llamarse...
Dedicado a mi sobrino Sergio García.
- ¿Cómo puedes no creer en la magia? Quiero decir, te has enfrentado a seres de otros mundos, demonios... La magia es algo con lo que te encuentras cada dos por tres, ¿no?
- A ver, a ver, dos cosas: la primera, no se puede hablar en público... o al menos no como si fuese lo más normal del mundo... de cosas referentes a mí otra vida.
- Oh, por todo eso de las identidad secretas y tal. Sabes, el otro día leí un libro sobre eso de un tal Brad...
Linda Danvers y su amiga Mattie conversaban tranquilamente en Super-coffe, una pequeña cafetería a la que ya solían acudir antes de que la transformaran en un extravagante homenaje al héroe local: Superwoman. Los vecinos de Leesburg estaban orgullos de que su pequeña ciudad tuviera su propia campeona a imagen y semejanza de Metropolis o Keystone... tanto que su cariño se reflejaba en esperpentos como los de este local.
- Y la segunda, no, no creo en la magia. No cuando hablamos del tipo que pretende sacarle unos dólares al personal con trucos o engaños –dijo Linda.
- Hola chicas –dijo la camarera-, ¿qué vais a tomar?
- Hmm, yo tomaré un café – respondió Linda.
- ¿Un super-café pues?
- Euh, sí, vale. Mattie, ¿por qué diablos venimos a este sitio? Quiero decir, es espantoso...
- Oh, ¿te disgusta que tus fans...?
Fuera de la cafetería una mujer gritó con todas sus fuerzas.
- ¿Pero qué! –exclamó Mattie
Ambas salieron a la calle y vieron un enorme castillo. Tras sus paredes un enorme gigante gritaba como un loco.
- ¡Mattie, escóndete! ¡Es cosa mía! –Linda se cambió rápidamente su ropa por la de Superwoman y se puso su peluca rubia.
De repente el gigante arrancó un árbol de tierra y lo lanzó contra la cafetería.
- ¡Oh, Dios, gracias! –dijo Superwoman mientras se acercaba a él volando- ¡Nos has hecho un favor! Bien, ¿y vas a decirme quién y qué eres?
- ¡Este es mi castillo! ¡Es mi jardín!
- No te preocupes, soy de las que respetan la propiedad privada, pero has salido de la nada y estás espantando a...
- ¡Este es mi castillo! ¡Es mi jardín!
- Vale, sí, eso ya lo oí.
- ¡Vengo de ver a mi amigo Cornualles, y me encuentro con vosotros! ¡Quiero que os vayáis!
Superwoman le propinó un golpe a su gigantona nariz y, seguidamente, cayó inconsciente en tierra.
- Vaya, y yo que esperaba más resistencia.
El gigante y el castillo comenzaron a desaparecer sin dejar rastro de haber estado allí.
- Lind... Esto, Superwoman, ¿quién era ese tipo? –preguntó Mattie.
- No tengo ni la más remota idea.
Horas después, en la biblioteca...
- ¿Estás segura de que mencionó a Cornualles? –dijo Mattie mientras entraba en internet en uno de los ordenadores de la biblioteca local.
- Si, ¿por?
- ¿No te suena de nada ese nombre? Veamos.. Google... Cornualles... cuento...
- ¿Cuento? –preguntó Linda con curiosidad.
- De pequeña me contaron un cuento, El gigante egoísta. Era la historia en un gigante que llegaba a su castillo y espantaba a unos niños que estaban en su jardín. Había estado ausente varios años por visitar a su amigo Cornualles, que era un ogro.
- Hmm, ¿quieres decir que ese gigante al que le he arreado podría ser el del cuento?
- ¿Por qué no? Ya sé que no crees en la magia pero...
- Ey, yo no dije exactamente eso... Voy a pedirle al encargado el cuento. Cualquier pista es una buena pista.
Linda se acercó al mostrador y preguntó por El gigante egoísta.
- Uff, pues me temo que no está disponible –le respondió el encargado-. Tendrían que haberlo devuelto ayer mismo.
- ¿Hubo suerte? –preguntó Mattie al ver que su amiga volvía.
- Ninguna. Oh, qué diablos, olvidemos esto. Vámonos a casa.
- ¿Que qué? Pensaba que los superhéroes no parabais hasta resolver cualquier misterio.
- Esos son Batman y sus sidekicks. Los demás solemos ser más relajados. Probablemente sólo se trate de algún desgarre en el tejido temporal o algo así –bromeó Linda-. Nada importante.
Al día siguiente...
- Pensaba que habrían cerrado esta cafetería. Quiero decir, el gigante aquel lanzó un árbol y lo dejó todo hecho un desastre...
- Pues ya ves, Linda, tan rápido como lo estropeó el gigante lo han arreglado. Además, tampoco hay muchos más sitios donde ir en Leesburg. Pensaba que te gustaba venir aquí.
- Y yo también. Al menos hasta que las camareras comenzaron a llevar capas y “eses” pintadas en el trasero... ¡Literalmente!
- ¿Y qué, ya sabes algo del gigante?
- Nada de nada. Pero resulta sospechoso que mencionara al tal Cornualles. Realmente es posible que se refiriera al ogro de tu cuento.
- Sin duda es cosa de magia.
- Ohm, ya estamos otra vez... Mira, la magia tal y como la conocíamos de crías no creo que tenga nada que ver con lo que hace gente como el Doctor Fate o Zatana.
- ¿Ah, no? ¿Y por qué?
- La “magia” que hacían los tipos de los shows televisivos se basaba en la sugestión, en los trucos, en los despistes del espectador... Y los Fate y compañía acceden a campos de energía de los cuales sacan sus poderes y cosas así. Si ellos son magos, también lo sería Flash, que recibe sus poderes de la Fuerza de la velocidad ¿no? Por eso no creo en la magia. O al menos no como la entendemos.
Fuera de la cafetería una mujer gritó con todas sus fuerzas.
- ¿Pero qué! –exclamó Mattie
- Ays –suspiró Linda-... Creo que esto es a lo que franceses llaman deja vu.
Linda salió rápidamente de la cafetería y vio a un lobo feroz que se lanzaba contra unos niños. Dejó de lado su temor a que alguien pudiera pensar que ella era Superwoman y golpeó con tanta fuerza al lobo que lo mandó a varias decenas de metros.
- ¿Estás bien? –le preguntó a uno de los niños. Pero aquel apenas vocalizó unas palabras. Su mirada no se dirigía hacia Linda, sino al lobo, que volvía a por ellos – Oh, bien, bien, ¿otra ronda señor lobo?
De nuevo Superwoman le propinó un duro golpe que, esta vez, lo dejó inconsciente. La heroína se acercó al animal y se dio cuenta de que aunque era un lobo, su fisonomía era la propia de una persona. Estaba erguido.
Como el gigante, el lobo desapareció misteriosamente.
- Fenomenal – suspiró Superwoman.
Horas después, Linda y Mattie volvieron a ir a la biblioteca.
- Te digo que tiene que ser algo relacionado con la magia. ¡Debía ser el lobo de los cuentos!
Varias personas se quedaron mirándolas pidiendo con su mirada que bajaran la voz.
- Euh, perdón. Bueno, Linda, lo que te decía, que tiene que...
- Ya, ya, te oí a la primera. Parece que tendrás razón y todo.
Pasaron por delante del mostrador del dependiente del día anterior. Al reconocerlas les habló.
- Hola. Si venís buscando aquel libro, el del ogro, me temo que aún no está disponible.
- Oh, tranquilo, no veníamos buscando nada en particular –le respondió Linda.
- Ah, mejor, la verdad es que últimamente esta señora tarda mucho en devolver sus libros.
- Pues sí, la gente debería de pensar un poquito más en los demás.
- Precisamente ha venido un par de personas pidiendo un clásico, el los cerditos y el lobo. Les he tenido que pedir que vuelvan en un par de días. En fin.
- El del lobo...
Linda se quedó pensativa. Se sentó con Mattie en unos sillones. La biblioteca de Leesburg contaba con pocos ejemplares de sus libros y cuentos, pero al menos tenía unos cómodos sillones en los que sentarse.
- ¿En qué piensas Linda?
- Pienso que en cuanto el buen dependiente abandone su puesto para ir al cuarto de baño voy a husmear entre sus archivos.
- ¿Y eso por qué?
- Porque necesito los datos de esa mujer. Ya te dije: cualquier pista es buena.
Varias horas después Linda y Mattie tocaron al timbre de una casa.
- ¿Si? ¿Hola? ¿Quién es? –dijo una voz procedente del interior de la residencia.
- ¡Hola! Venimos de la Biblioteca, somos...
- ¡Ah! –exclamó mientras abría la puerta- Dios mío, qué vergüenza. Lamento haber tardado tanto en devolver los libros. Es que siempre estoy muy ajetreada con la faena y no encuentro ni un momento para pasarme por allí.
- Tranquila, tranquila. ¿Usted es Marian Smith, no?
- Si, si, la misma. ¿Me pondrá algún tipo de multa o...? Los cuentos eran para mi hijo David. Es mejor que comprar esos espantosos comic-books, todos plagados de violencia y mujeres casi desnudas...
- Euh, si, tiene razón. Ya no se hacen las cosas como antes.
- Entonces, díganme, ¿van a ponerme algún tipo de multa o...? Es que llevo un poco de prisa. Tengo que llevar a mi hijo al colegio, ir al trabajo...
- No, no, tranquila. Era simplemente para avisarle.
Linda y Mattie esperaron en el coche a que la señora Smith se marchara.
- Ya.
- Linda, querida, ¿sabes lo que significa “allanamiento de morada”?
- Era una de esas cosas que mencionaban en La ley de los Angeles, ¿no? –dijo sonriendo.
- Entonces, ¿vas a entrar en la casa de la señora Smith? ¿Qué esperas encontrar? ¿Los cuentos?
- Por ejemplo.
“Bueno, bueno, Linda, aquí estamos” pensó. “Mattie tenía razón. ¿Qué demonios espero encontrar? Es una casa normal y corriente”.
Linda subió a piso de arriba y entró en una habitación.
“Por el desastre que hay aquí deduzco que es la habitación del chaval. Si estas fotos son recientes debe tener 6 ó 7 años como mucho. Un crío bastante mono, con su gorrito y tal”.
“¡Eureka!” pensó al encontrar los cuentos sobre la cama. “Buah, no sé qué hacer. Si me los llevo podrían sospechar que ha entrado alguien, y por otra parte tampoco parece que se trate de cuentos malignos o algo así... Esperaba que la señora Smith fuera una especie de bruja que convoca a demonios procedentes de los cuentos o algo así. ¡Aps!, por suerte Mattie no me oye hablando de magia”.
- ¿Y bien? –preguntó Mattie al ver salir a su amiga de entre los arbustos que rodeaban la casa - ¿Los encontraste?
- Lo hice. Pero los dejé allí. Tal vez nos estemos equivocando. Porque hayan aparecido dos bichejos procedentes de los libros que tenía esa mujer no significa que ella sea la mala del asunto.
- Bueno, la idea fue tuya. ¿Y ahora qué?
- A falta de más ideas lo típico que haría un detective de una mala serie de televisión: seguir al sospechoso.
“Cuando entré en su casa vi varias carpetas con papeleo del trabajo. Y con la dirección de las oficinas escrita”.
Linda llevaba el traje de Superwoman. Desde el cielo podía ver el noveno piso de un edificio situado en el centro de la ciudad. Era allí donde Marian Smith trabajaba. También varias decenas de personas podían verla a la heroína desde la calle.
“Vale, tal vez como detective me falte cierta sutileza, pero algo es algo. Le pedí a Mattie que fuera a hacer sus cosas. Esto probablemente sea una causa perdida. Tal vez debería de olvidarlo. Al fin y al cabo los monstruos aparecían y desaparecerían. Quizá nunca vuelvan”.
De repente Superwoman se dio cuenta de que Marian había salido del edificio, aparentemente con mucha prisa. Cogió su coche y se marchó rápidamente. Superwoman la siguió volando por el cielo.
Marian estacionó frente a la puerta de un colegio y entró lo más rápida posible. Evidentemente la heroína no podía seguirla por los pasillos del colegio, así que se escondió en lo alto de un árbol. Al cabo de una hora aproximadamente la mujer salió, acompañada esta vez de su hijo. El niño parecía malhumorado, y su madre tristemente desconcertada.
“¿Qué les habrá pasado?”
- Oiga, disculpe. Sé que usted es una superheroína y tal, pero no puede estar ahí arriba – le dijo el director del colegio.
- Oh, ¡perdone! ¡Enseguida bajo! – y, efectivamente, así lo hizo, descendiendo a tierra poco a poco.
- ¿Qué hacía ahí, Superwoman? ¿No habrá venido por David, el niño de la señora Smith, verdad?
- Pues a decir verdad... ¿Por qué tendría que haber venido por él?
- Su madre acaba de llevárselo. El niño tiene serios problemas, sabe. Fantasea mucho. Estas cosas no debería de compartirlas de manera extraoficial, pero si ha venido por él, pierde el tiempo. Ese chico no tiene poderes de ningún tipo, como dice.
- ¿Poderes?
- Ya sabe, dice que hace magia y tal. Asegura que puede convocar a demonios y cosas así. Los niños de su clase le tienen miedo, y cada poco tiempo se meten en peleas con ellos. Como hoy mismo. La madre está desesperada, ya no sabe qué hacer con él.
- Ya veo. Pues si, me alegra que me lo diga. Así no perderé el tiempo.
- Claro. ¿Sabe dónde debería ir? A los pantanos que hay a las afueras de la ciudad. Allí me abdujeron una vez, sabe. Esos malditos extraterrestres querían investigarme, ¡pero conseguí liberarme y escapar de ellos! ¡Querían destruir el planeta, pero desmantelé sus aparatos!
- Ya, ya...
- He llamado mil veces a la Liga de la Justicia para contarles mis experiencias con alienígenas, ¡pero no me hacen caso!
- Ya, ya...
Mientras la boca del director del colegio no paraba de emitir historias sin pies ni cabeza Superwoman no podía parar de pensar en el crío: “¿Será posible que tenga poderes?”.
Hora después, cuando ya había anochecido, Superwoman se coló de nuevo en la habitación de David, el hijo de Marian Smith.
“Me siento rara haciendo esto, metiéndome en la casa de otros... Los vigilantes de Gotham lo hacen continuamente, pero éste no suele ser mi estilo” pensó. “Ahí está el chaval, totalmente dormido. Curioso que se ponga un gorro para dormir. No parece que sea un gran peligro, pero...”
- Euh, sí...
- Al principio pensé que eras un ángel... Pero mamá dice que esas cosas no existen.
Superwoman sonrió. Curiosamente ella era lo más cercano a un ángel que había habido en Leesburg jamás.
- Vamos a hablar bajito para no despertar a tu mamá, ¿vale? Me han comentado que tienes...
- Oh...
- ¿Qué pasa David?
- ¿Tú también has venido a reírte de mí? Lo de los poderes... Me lo inventé.
- Entonces...
- Al principio les dije la verdad a todos, pero ninguno me creía... Pensé que si decía que tenía poderes lo aceptarían... Tengo un amigo mágico.
- Con que un amigo mágico, ¿eh? ¿Y cómo se llama?
- Dice que su nombre es impronunciable... Yo le llamo simplemente Samelborp
- Hmm, y dime, tu amigo Samelborp tiene algo que ver con... bueno, con un gigante y un lobo que han aparecido hoy...
El joven puso cara de no saber de qué le hablaba.
- En fin, déjalo. Bueno, David, tengo que marcharme. Saluda de mi parte a Samelborp si vuelves a verle.
Superwoman se marchó volando.
“Una de dos: o ese chico tiene mucha imaginación o realmente le visita un duendecillo... Quien sabe, igual conforme pasen los días todo esto se quede en nada”.
A la mañana siguiente...
“Cómo odio equivocarme”.
Un gigantesco árbol había aparecido de la nada en el centro de Leesburg, destrozando con fuerza el asfalto y expandiendo sus raíces.
Tres cerditos habían escapado de una granja de las afueras y ahora campaban por la ciudad, erguidos y parloteando como si fuesen personas.
A un niño le crecía la nariz tomando un aspecto de lo más grotesco.
Por suerte para Superwoman al poco rato la situación volvió a la normalidad, el árbol desapareció, los cerdos volvieron a las cuatro patas y la nariz del niño decreció.
“Esto tiene que ser una broma” pensó mientras sobrevolaba la ciudad. “¡Todos los personajes de los cuentos infantiles están tomando vida! Ey, ahí abajo está el colegio de David. Parecía buen chaval, pero a esas edades es peligroso fantasear de esa forma. Pero claro, cómo no hacerlo en un mundo donde cada dos por tres aparece un tipo con superpoderes.”
Minutos después Superwoman volvió a su identidad de Linda Danvers y se reunió con su amiga Mattie en Super-coffe.
- ¡Ta-chan! –exclamó Mattie mientras hacía un truco de cartas
- Ays –suspiró Linda-...
- Va, venga, seguro que no sabes cómo lo he hecho.
- Pues no, unirme a un ser metamórfico de un universo de bolsillo y luego convertirme en un ángel no incluía el poder de desmontar tus truquitos...
- Oye, he escuchado por la radio lo de los cerdos y el árbol... Nada grave, ¿no?
- Poca cosa, pero armaron un poco de alboroto durante esos minutos... Sabes, no puedo dejar de pensar en David.
- ¿Por algo en especial?
- Ya sabes, típico caso de chaval al que maltratan en la escuela... Odio esas cosas. Todos hemos pasado por ahí, pero no deja de ser frustrarte. Y luego está lo de su amigo mágico...
- Jajaja. ¿Tiene un amigo mágico? Qué casualidad, y nosotros hablando de magia...
- Un duendecillo de nombre impronunciable... ¡Dios, no!
- ¿Qué? ¿Qué?
- Mierda, ¡tengo que marcharme! ¡Quédate con mi café!
“¿Cómo he podido ser tan idiota?” pensaba mientras se dirigía volando a la casa de Marian y David. “¡Sólo puede ser él!”
Superwoman aterrizó justo cuando Marian Smith salía de casa cogiendo de la mano a David.
- ¡Superwoman! –exclamó el niño al verla- ¡Otra vez por aquí!
- Señora Smith, tenemos que hablar...
- Oh Dios mío, no me diga que es por los libros de la biblioteca. Ayer ya vinieron dos muchachas... ¡No esperaba que me mandaran también a una superheroina! Ahora mismo se los doy.
- No, no es eso, es – pero Marian ya había entrado a casa a buscar los cuentos-... David, tu amigo Samelborp sobre el que me hablaste...
- ¿Si?
- Tienes que decirme cómo es. ¿Es pequeño, un poco rechoncho, con un gorrito...?
- Si. ¿Qué es lo que pasa Superwoman?
- Escúchame, tienes que alejarte de él. Es un tipo muy peligroso.
- ¡Tome, tome! –dijo ahora Marian, que le daba los cuentos- Vale, sé que soy un poco despistada, pero recurrir a superhéroes para estas cosas... ¡me parece exagerado! Y ahora si me disculpa, tengo que llevar a mi hijo al colegio.
- ¡Adiós Superwoman! –se despidió el niño.
- Espere, yo no venía por...
Pero antes de que la heroína pudiese terminar la frase fue sorprendida por una pequeña explosión de polvo que le ensució la cara. Seguidamente apareció...
- ¡Hola, hola, chica de acero!
- ¿Tan bajo has caído que ahora acosas a los niños? ¿Qué eres, el Michael Jackson de la Quinta Dimensión?
- Ey, ey, espera, antes de que comiences a apretar puños y dientes... ¿Michael Jackson, de verdad, pero...?
- Dejemos las tonterías, “Samelborp”, sé que eres el “amigo mágico” de David... Y no sería raro que estuvieras detrás de todos esos bichos que han aparecido por la ciudad... Los mismos de los cuentos de David. Con tus poderes mágicos... ejem... Con tus poderes es fácil hacer todo eso.
- Oh, mea culpa, lo admito. Pero me temo que no sabes todo lo que hay que saber. Después de haber sido derrotado tantas veces por Superman me plateé dedicarme a otras cosas. Quiero decir, nada es tan divertido como juguetear con el Gran S, pero... Así que cada noche me transformaba en un monstruo y visitaba a un niño para asustarlo.
- Oh, qué original.. ¿Eso no lo hizo la Pixar en una de sus pelis?
- El tema es que una noche conocí a David... y a él no pude asustarlo –Mxyzptlk hizo morritos-... Nos hicimos amigos. Él lo pasaba muy mal en la escuela...
- Sí, decía que tenía poderes...
- Nah, qué va, ¿nunca te has fijado en el gorrito que lleva siempre? David tiene cáncer. Lo lleva para ocultar el tratamiento. A esa edad los críos son complicados, ninguno le aceptaba como era y lo estaba pasando muy mal. Pensé que le vendría bien jugar con él... Así que hacía realidad a todos los personajes de sus cuentos. Primero era sólo dentro de su habitación, cuando su madre estaba acostada, pero luego...
- Luego te pidió que el gigante, el lobo y compañía se fueran por la ciudad. Y no le dijiste que no, claro. Qué raro en ti.
- Ey, qué le voy a hacer, ¡me siento extraño si no destruyo algo en la Tierra! Para ganarse la admiración de sus compañeros les decía que tenía poderes y quería demostrarlo con todos esos bichejos que yo creé.
- Pues bien Mxyzptlk, quiero que te alejes de él.
- ¿Estás de guasa? ¡Somos amigos!
- Eres un peligro para él creando todos esos personajes de los cuentos...
- Bueeeeeeno, prometo no dar vida a personajes de ficción. ¿Te vale?
- No estoy muy segura...
- Vamos, Superwoman, ya sabes que a David le caigo bien. Si no fuese por mí ese niño no tendría nada que le alegrara el día.
Superwoman se quedó dubitativa. Sabía lo peligroso que era Mxyzptlk, pero...
- No sé si me arrepentiré de esto, pero me vale.
- ¡Gracias, gracias, gracias! – Mxyzptlk tomó la forma de una pelota y comenzó a dar botes.
A la mañana siguiente, en Super-coffe...
- ¿Entonces era... Mr. Mxyzptlk? –preguntó Mattie- ¿Crees que es bueno que se sigan viendo?
- ¿Sinceramente? Ya no lo sé. Me pilló por sorpresa que David tuviera cáncer. Pobrecillo. Pero si el señor “Samelborp” le anima... Sé que ese tipo las ha hecho muy gordas, pero creo que esta vez hablaba en serio cuando decía que le había pillado cariño.
- Bueno, bueno, y después de todo esto... ¿sigues pensando que no existe la magia?
- ¿La magia? Pues...
- Tomen sus super-cafés, señoritas –dijo el camarero-. ¡Oink, oink!
Mattie y Linda se quedaron paradas, mirándose la una a la otra. El camarero iba vestido con el traje habitual de Super-Coffe, con su capa roja, su “ese” grande... Pero era un cerdo.
- ¿Eso era...?
- Maldito bromista de la Quinta Dimensión –sonrió Linda.
FIN
SHOWCASE te permitirá jugar con personajes “cogidos” por otros autores y que tienen serie propia en Action Tales. Tan sólo tienes que seguir unas sencillas reglas:
1. HISTORIAS QUE NO REQUIERAN CONTINUIDAD.: Historias icónicas, que el lector no tenga que leerse nada de antemano para entenderla. Tu historia debe de respetar la continuidad del universo DC y de Action Tales. Esto no es un “What if?” o un “Otros Mundos”, las historias deben de estar integradas en el Universo DC y deben de poder leerse por separado.
2. DIFERENTES PERSONAJES EN DIFERENTES EPOCAS: Pues eso, se puede escribir historias ambientadas en cualquier época del universo DC sobre cualquier personaje o grupo (héroes, secundarios o villanos). Puedes escribir historias ambientadas en la actualidad o en la época en la que Supermán no estaba casado, Barry Allen era Flash, Batman lideraba a los Outsiders, la Liga de la Justicia tenía su base en un satélite… Tú imaginación pone el límite. Sólo recuerda, las historias deben de ser icónicas, sin continuidad por lo que recomendaría encarecidamente que no estuvieran ligadas a “eventos” concretos.
3. NÚMEROS AUTOCONCLUSIVOS: Para favorecer la variedad de la serie, las historias deberán de ser autoconclusivas o como mucho, arcos arguméntales de DOS números. Si tu historia requiere más espacio, lo mejor es que le dediques una miniserie fuera de esta serie.
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