Título: Alternativo (II) Autor: Jerónimo Thompson Portada: Jose Manuel López García Publicado en: Enero 2006
¡Poozer! Únete a Kilowog en el segundo capítulo de la saga "Alternativo": tras la caída de Oa... ¡nada volverá a ser lo mismo!
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En el episodio anterior… Jack Knight es el Green Lantern del sector 2814 de una realidad alternativa en la que los Guardianes del Universo emplean métodos más activos para asegurar la estabilidad de sus diferentes sectores. Jack se reúne en la Atalaya con su hermano David, actual Starman, para discutir el futuro de la comunidad metahumana de la Tierra. Antes de concluir su conversación, la base lunar del Green Lantern sufre un apagón, mientras su anillo pierde su poder. Después de encerrar a Starman en un bucle de transportación, Jack viaja hasta Oa para investigar la causa del agotamiento de la Linterna Verde.
Al fondo de la pequeña habitación, se encontraba su único ocupante sentado de espaldas a él: un miembro de la raza Khund, absorto frente al monitor circular de la pared, con un par de dispositivos auditivos sobre sus orejas.
-Hola muchacho- saludó Kilowog deteniéndose a unos pasos, mientras su voz atronadora conseguía imponerse al sonido de la grabación que estaba escuchando el Khund por sus auriculares.
Sobresaltado por esta inesperada interrupción se giró rápidamente hacia atrás, sólo para quedar inmóvil en su sillón, intimidado por la imponente figura del Green Lantern que se alzaba frente a él. Durante un instante le observó con ojos bovinos.
-¡Señor!- exclamó bruscamente, levantándose del sillón con torpeza.
-Tranquilo muchacho, no es necesario que te cuadres- sonrió el Green Lantern con su ancha boca sin labios.
-Sí, por supuesto…- contestó el Khund sin mucha convicción.
-Siéntate, por favor. Yo también lo haría si alguno de estos sillones fuese capaz de aguantar mi peso-.
-Sí, por supuesto…- volvió a repetir más confuso.
Con el propósito de tomar la iniciativa en la conversación, se atrevió a preguntar:
-¿Vamos a aterrizar ya en Oa?-.
-Me temo que no, muchacho. Tendréis que mantener esta órbita alrededor del planeta durante las próximas tres semanas-.
-¿Tres semanas? ¿Por qué? ¿Tiene algo que ver con la desaparición de…?-.
-No, no es por eso- cortó Kilowog. –Es sólo que he estado hablando con Kyle, el Green Lantern que conociste en el Rectorado Delta, y me ha informado del tipo de alarma biológica que originó la crisis en Calisto-. Kilowog abrió sus grandes manos solicitando comprensión: -No puedo permitir que pongáis los pies en Oa hasta que nos aseguremos de que no hay rastro de ese microorganismo descontrolado (1) en vuestras naves-.
Mientras hablaba, Kilowog se fijó en la pantalla circular que estaba estudiando el Khund antes de que irrumpiera en la biblioteca.
–¿Esos caracteres no pertenecen al lenguaje de Tamaran?-.
Sorprendido por el repentino cambio de conversación, el Khund se volvió hacia el monitor que señalaba el Green Lantern, tratando aún de asimilar sus palabras.
-Sí... efectivamente –contestó levemente azorado. –Intento familiarizarme con este idioma en mi tiempo libre… pero no se me da muy bien, la verdad... Respecto al período de cuarentena...-.
-Curioso… -murmuró Kilowog ignorando por un momento la última frase del Khund. -Bien, de todas formas no he venido a hablar contigo sobre la cuarentena. Es algo puramente formal y no tienes de qué preocuparte, 214-.
-Prefiero que me llames Voldak, por favor: ya no estamos en el Rectorado. ¿De qué quieres hablar conmigo entonces?-.
-Bueno Voldak, según me han dicho fuiste el último que se comunicó con la nave desaparecida antes del salto, ¿no es así?-.
-Sí, es cierto-.
-Muy bien... Kyle me ha explicado con bastante detalle lo ocurrido durante su breve estancia en el Rectorado Delta, pero me gustaría que me contaras todo lo que recuerdes sobre la evacuación del complejo-.
Voldak alzó ligeramente los hombros antes de contestar.
-Me temo que no hay mucho que contar- dijo el Khund rascándose la nuca distraídamente. -Fue todo tan rápido... Al morir el Decano de Seguridad 3, 277 y yo nos hicimos cargo de organizar la evacuación; así que mientras 277 se comunicaba con la ICR (2) para averiguar qué había disparado el Código Alfa, yo fui a buscar a la Rectora 1-.
-Ah sí, la Rectora... No quiso acompañarte ¿verdad?- intervino Kilowog.
-No. Apenas llegué a cruzar unas palabras con ella desde el pasillo: se negó a abrirme la puerta y abandonar su despacho. Cuando volví al embarcadero 0 para informar a 277 y al Green Lantern de lo que ocurría, 277 me informó de que todos los ocupantes del Rectorado se encontraban ya en el interior de las naves y que no había tiempo para nada más (3)-.
-Entonces subisteis vosotros también a las naves ¿no?-.
-Sí, pero antes de eso el Green Lantern le dio a 277 una caja de color gris, no muy grande; nos dijo que debíamos ir a Oa, y entregársela a un tal Kilowog... Tú eres ese Kilowog, ¿verdad?-.
El Green Lantern asintió brevemente.
-¿Ocurrió alguna otra cosa?-.
-No... –siguió Voldak, esforzándose en recordar todos los detalles que pudieran resultar de interés-. El tiempo apremiaba: 277 subió a una de las naves con la caja, y yo… me fui en la otra-.
-¿Y después?-.
-Despegamos y nos alejamos de Calisto tan rápido como nos fue posible, protegidos por el anillo del Green Lantern. Él volvió a la Tierra, y nosotros nos dirigimos hacia los límites del Sistema Solar para saltar al hiperespacio-.
-La flota al completo-.
-Sí, las cuatro naves-.
-Bien... –continuó Kilowog. –Fuiste el último que se comunicó con la nave que transportaba esa pequeña caja gris. ¿Con quién hablaste? ¿Con 277?-.
Voldak se removió incómodo en su sillón.
-No... Fue una conversación personal... Sin ninguna relación con lo que había sucedido en el Rectorado-.
-¿Personal?- insistió el Green Lantern.
-Sí, no hablamos de nada que pueda resultar relevante-.
-Entiendo...- murmuró Kilowog observando con curiosidad la mirada esquiva del Khund.
-Entonces- comenzó de nuevo el Green Lantern-, las cuatro naves saltaron al hiperespacio, pero sólo tres de ellas alcanzaron el Sistema Sto-Oa: precisamente aquella que transportaba a 277 y su valioso paquete se perdió por el camino ¿verdad?-.
-Así es- afirmó Voldak.
-¿Notaste algo extraño durante el salto? ¿Alguna circunstancia anómala?-.
-No... Todo fue normal-.
-¡Está bien!- exclamó Kilowog golpeando con fuerza su muslo derecho. –No tengo más preguntas para ti. Y creo que debo marcharme ya-.
Al ver que el Green Lantern abandonaba la estancia con rapidez, alcanzando la puerta de la biblioteca de una sola zancada, Voldak se levantó con ímpetu.
-¡Espera Kilowog!-.
-¿Sí?- respondió deteniéndose en el pasillo.
-¿Qué piensas hacer ahora? ¿Vas a buscar la nave?-.
-Efectivamente- asintió el Green Lantern con gesto seguro.
Voldak dudó un breve instante antes de seguir hablando:
-Llévame contigo, por favor-.
-¿Cómo?- se sorprendió Kilowog.
-Por favor. Necesito encontrar esa nave-.
-¿Sabes ya lo que ha pasado, Multivac?- preguntó Jack empleando un tono nervioso.
Conforme avanzaban hacia ella, la esfera brillante que ocupaba ahora la antigua órbita de Oa se hacía cada vez mayor en el monitor de la cabina de pilotaje de la Green Flame.
-Me temo que aún no dispongo de datos suficientes, Jack- contestó la inteligencia artificial con su característica voz metálica. –Lo único que puedo asegurar es que Oa no se ha convertido en una estrella: mis sensores detectan su emisión de luz visible, así como diferentes tipos de radiación que cubren un amplio rango de longitud de onda; sin embargo estas emisiones no proceden de una combustión interna, como ocurriría si se tratase de una estrella, sino de la superficie-.
-Entonces…-.
-Mi hipótesis inicial es que algún tipo de proceso, posiblemente inducido desde el exterior, ha convertido la superficie del planeta en un gigantesco emisor de radiaciones-.
El Green Lantern se sintió terriblemente asustado.
-¿Y los Guardianes?-.
-Jack, no existe organismo vivo capaz de sobrevivir actualmente en la superficie de Oa. Si los Guardianes no han abandonado el planeta antes de que se produjera este cambio...-. Multivac se interrumpió así mismo para añadir bruscamente: -Atención: detecto dos naves gordanianas aproximándose en una ruta de intersección-.
-¿Gordanianos? ¿Aquí?-.
-Además, recibo una señal desde una de las naves: quieren establecer contacto con la Green Flame-.
-Está bien- contestó Jack. -Pasa la imagen al monitor, Multivac-.
Ante el asombro del Green Lantern, apareció en la pantalla el rostro reptiliano de un Psion.
-¿Qué hace un Psion en una nave gordaniana?- murmuró Jack.
-No dispongo de datos suficientes para...-.
-¡Cállate Multivac! –estalló Jack. -Era una pregunta retórica, por Dios... Establece la conexión-.
Dos segundos después, el Psion comenzó a hablar:
-Saludos, Green Lantern. Soy…-.
-¿Qué haces fuera de tu planeta de confinamiento, Psion?- preguntó Jack desechando todo tipo de protocolo. -Sabes tan bien como yo que los miembros de tu raza tienen prohibido abandonar Dalen-.
-Tienes razón. Los Guardianes decretaron nuestro exilio indefinido en esa bola de barro. Sin embargo, Oa ya no es lo que era- continuó el reptil-, y los Guardianes... en fin, mi querido Green Lantern: los Guardianes han desaparecido para siempre-.
Jack decidió ignorar las palabras del alienígena, imponiendo su autoridad como miembro de los Green Lantern Corps:
-Abandona inmediatamente este sector, Psion: debes dirigirte sin demora al Sistema Vega para reanudar tu confinamiento en Dalen-.
El Psion le ofreció una amplia sonrisa irónica al responder:
-Mi querido Green Lantern... Oa está arrasada; la Batería Central destruida; tu anillo de poder convertido en una inútil baratija…. Me desagrada tener que señalar lo obvio pero, ¿cómo piensas hacerme volver a Dalen? Y aún más importante para ti: ¿Cómo piensas evitar que aborde tu nave?-.
Jack sintió varias gotas de sudor corriendo por su espalda.
-¿Estás cómodo?- preguntó Kilowog sentado en la sala de navegación de la pequeña nave esférica que pilotaba.
A pesar de encontrarse solo en aquella estancia, recibió su respuesta desde un pequeño altavoz situado a la izquierda de la consola de mandos.
-Supongo que podría estar peor...- contestó Voldak en el interior de un diminuto habitáculo de dos metros cuadrados, en la parte posterior de la nave. Allí se encontraba desnudo y tumbado sobre un duro saliente metálico de la pared, mientras un espeso vapor amarillento saturaba el interior de aquel incómodo zulo, irritándole ligeramente la garganta al respirar.
-No te preocupes, muchacho. El proceso de esterilización se completará en unos quince minutos. Sé que no es un sistema muy sofisticado, pero no podemos pedirle más a este módulo de transportación- explicó Kilowog con una sonrisa apenas perceptible en su cara pétrea.
-¿No podríamos haber aplicado este mismo sistema de esterilización a todos los ocupantes de nuestra flota para que pudieran aterrizar en Oa sin necesidad de sufrir la cuarentena?-.
-¿A más de doscientos individuos? No, demasiado complicado. Es mejor que esperen esas tres semanas y bajen con sus propias naves-.
-Bueno, si tú lo dices...-.
Voldak tamborileaba sus dedos sobre la estrecha lámina metálica que le servía de improvisado camastro.
-Antes de abandonar la órbita de Oa mencionaste que no sería difícil rastrear la nave perdida si nos dábamos prisa… En aquel momento no quise hacer preguntas que pudieran resultar demasiado estúpidas pero... ¿cómo vas a hacerlo?-.
Kilowog se recostó en su sillón de la sala de navegación, forzando la resistencia del asiento con su enorme peso.
-¿Sabes cómo funcionan los saltos al hiperespacio, Voldak?-.
El Khund negó con la cabeza, y recordando que el Green Lantern no podía verle, respondió:
-No. Ni idea-.
-Ya… bueno verás, el fundamento del salto al hiperespacio se basa en el hecho de que el universo en que vivimos es curvo ¿vale?- comenzó Kilowog, adoptando un molesto tono didáctico. –De forma que si viajamos en línea recta por el espacio “normal” de un punto a otro de la galaxia, en realidad lo que estamos haciendo es recorrer la curvatura del mismo universo, ¿entiendes?-.
-Ajá...- aventuró Voldak con la esperanza de que el Green Lantern terminara respondiendo a su pregunta.
-Así que la única manera de llegar al lugar que hayamos elegido siguiendo una verdadera línea recta es abandonando nuestro espacio curvo: ése es el “atajo” al que llamamos hiperespacio-.
-… un atajo, ya…-.
-El problema es que “fuera” del espacio no hay nada: ni materia, ni tiempo, ni... ni espacio, claro, y una nave que quiera tomar ese atajo necesita “algo” por lo que viajar, ¿vale?-.
-... sí...-.
- No se puede atravesar la Nada, sin más; así que esta nave debe proyectar antes una especie de pasillo tubular formado por materia, que conecte el punto de partida con el de llegada, a través del vacío-.
-... un pasillo...-.
-Una vez que la nave ha alcanzado su destino, no existe ninguna fuerza externa que mantenga ya la conexión entre estos dos puntos del universo, y la materia que ha sido forzada a cruzar este vacío se va dispersando lentamente. En un par de días se pierde todo rastro de ella-.
Al llegar a este punto de la explicación, Voldak sintió que se le encendía una luz en su cabeza.
-Vale... o sea que si saltamos al hiperespacio desde el mismo punto por el que llegó la flota al Sistema Sto-Oa, podríamos retroceder por ese pasillo que dejamos atrás hasta detectar de alguna forma el “lugar” en el que se desvió de nuestra ruta la nave perdida, y seguir el rastro hasta su posición actual... ¿No es eso?-.
-Exacto Voldak- concluyó Kilowog mientras ojeaba las indicaciones de la consola de mandos.
Durante unos segundos permanecieron callados: Kilowog aguardando el momento preciso para activar el salto al hiperespacio; Voldak perdido en pensamientos llenos de esperanza.
-Gracias por permitirme que te acompañara, Kilowog- dijo repentinamente el Khund despertando de su breve letargo.
-No tiene importancia, muchacho. Creo que me serás muy útil cuando encontremos esa nave: tu presencia hará las cosas más fáciles...-, y a continuación añadió: -Comienza el viaje-.
Al girar una clavija de color rojo se difuminaron las estrellas que hasta ese momento salpicaban la pantalla, viéndose sustituidas por una bruma azulada que rodeaba en ráfagas el contorno de la nave esférica.
Tras comprobar que todos los indicadores se encontraban en orden, Kilowog se dirigió a Voldak una vez más.
-¿Qué hacía un Khund como tú trabajando en el Rectorado Delta? Tu gente no se caracteriza precisamente por su interés científico…-.
Voldak resopló con suavidad, rodeado por la densa niebla que había cambiado su color del amarillo al rosa.
-Ni uno solo de los residentes del Rectorado podía considerarse un representante característico de su raza. ¿Sabías que nuestro jefe de seguridad era un Psion? Murió poco antes de que todo se fuera...-.
-Sí, me lo contó Kyle-.
-Bueno, el caso es que nunca logré adaptarme al estilo de vida militar que rige en mi planeta. Los Khund sólo viven para luchar: siempre en guerra con alguien. Así que tan pronto como tuve la oportunidad, me fui de allí para dedicarme a lo que realmente me interesaba: la investigación científica-.
-Demostraste valentía al decidir tu propio camino- afirmó el Green Lantern.
-Demostré estupidez- gruñó Voldak. –Que tuviera la vocación no significa que tuviera la capacidad: no soy muy inteligente, ¿sabes? Me costó varios años superar el examen de acceso al Rectorado, e incluso entonces, mi nivel académico sólo me permitió aspirar a los puestos menos valorados del complejo: técnico no especializado, guardia de seguridad...-.
-Sigo pensando que demostraste mucha valentía. ¿Por qué has querido acompañarme en este viaje?- preguntó Kilowog, realizando finalmente la pregunta que tenía en su cabeza desde el comienzo de la conversación.
Voldak fijó su mirada en el techo también metálico, apenas visible tras la espesa bruma que aún le rodeaba.
-Conocí a una mujer en Calisto...- empezó a decir el Khund dejando el final de la frase en el aire.
-¿Que se encuentra en la nave perdida?- sugirió Kilowog.
Voldak asintió, para añadir después:
-Belit’r era de Tamaran; y la hermana de 277. Ella... nosotros...-.
-Está bien Voldak, no es necesario que… Un momento… ¡Lo tengo!- exclamó Kilowog. -¡Ahí está la bifurcación!-.
El Green Lantern se movía nerviosamente de un extremo al otro de la cabina de pilotaje como una fiera enjaulada.
-¿Estás seguro de que no tenemos otra opción?-.
-No, Jack. Los sistemas ofensivos de la Green Flame dependen por completo de la energía de tu anillo. Se diseñaron así para evitar que esta nave fuera utilizada contra cualquier miembro de los Green Lantern Corps-
-Por supuesto nadie pensó que un anillo pudiera quedar inservible…- murmuró Jack.
-Y tampoco tenemos posibilidad de huir- siguió Multivac. -Esas dos naves nos destruirían antes de que consiguiéramos realizar las maniobras necesarias para saltar al hiperespacio-.
-Lo sé, Multivac…-.
Al otro lado de la compuerta de entrada, podía escuchar los movimientos de los Psions abriendo el paso que comunicaba su nave con la Green Flame.
-Ahí llegan esos lagartos despreciables- dijo Jack.
Con un chasquido seco, la compuerta se hizo a un lado descubriendo a tres Psions que apuntaron rápidamente sus pequeñas armas gordanianas hacia la cabeza de Jack.
-No hagas ningún movimiento extraño, Green Lantern- exclamó el reptil situado a su izquierda, con esa voz desprovista de emociones tan propia de su especie.
Jack se mantuvo erguido frente a ellos, con los brazos ligeramente separados de su costado.
-Tranquilo, Psion. No tengo nada que pueda utilizar contra ti-.
Dos de los recién llegados registraron rápidamente la Green Flame en busca de más pasajeros, mientras el otro vigilaba atentamente los movimientos de Jack.
En pocos segundos volvieron a reunirse alrededor del Green Lantern.
-No hay nadie más en la nave- informó uno de ellos.
-Está bien- continuó el que había hablado en primer lugar. –Acompáñanos Green Lantern. El Director de Investigación quiere hablar contigo-.
Flanqueado por aquellos Psions, Jack avanzó a través de la compuerta de entrada hacia el interior de la nave gordaniana. Después de pasar por dos pasillos de color azul metalizado y una pequeña estancia repleta de diverso material científico, el Green Lantern alcanzó el laboratorio donde le esperaba el Director de Investigación Psion.
Tan pronto como llegó, el estómago de Jack se vio repentinamente sacudido por la náusea al descubrir a su izquierda, sobre una silla metálica, el cuerpo inerte y vejado de Koriand’r, Green Lantern del Sistema Vega.
-Cabrones…- escupió Jack.
-Saludos otra vez, Green Lantern. Debo decir que no tienes muy buen aspecto- se mofó el Director de Investigación.
-¿Qué le habéis hecho a Kory?- preguntó con exaltación apenas reprimida. -¿Qué le habéis hecho a los Guardianes?-.
-¿A los Guardianes?- dijo el Psion. –No, mi querido Green Lantern. Nosotros no somos responsables de lo que ha ocurrido en Oa. Sin embargo, tengo una idea bastante aproximada sobre lo que ha pasado…-.
El Director de Investigación abrió su mano izquierda, mostrándole a Jack un pequeño objeto poliédrico de color lechoso.
-¿Hemos llegado ya?- preguntó Voldak entrando en la sala de navegación. Vestía un traje azul marino de pieza única, marcado a la altura del hombro derecho con la insignia del Rectorado Delta: un ojo rojo que encerraba en su pupila la doble cadena de ADN.
-Aún no- contestó Kilowog distraídamente sin girar la cabeza, su mirada fija en la pantalla. La débil luminiscencia azul del exterior seguía bañando el casco de la nave.
-Vaya- dijo el Khund tomando asiento junto al Green Lantern. –Creo que éste es el salto más largo que he hecho nunca. ¿Ha surgido algún problema, Kilowog?-.
-No, todo parece ir bien. Sin embargo, estoy empezando a sospechar dónde puede haber ido a parar esa nave perdida…-.
Voldak miró interrogativamente el rostro absorto de Kilowog esperando que concluyera su frase.
-… ¿y bien?- acabó preguntando el Khund.
-Prepárate muchacho- exclamó el Green Lantern. -¡Ya hemos llegado!-.
El monitor se vio iluminado bruscamente por un fogonazo de intensa luz azul que dio paso inmediatamente al habitual paisaje estrellado del espacio. Al maniobrar hacia su derecha, sin embargo, apareció ante ellos una pequeña estrella dorada girando alrededor de un enorme sol amarillo.
-¿Dónde estamos Kilowog?- susurró Voldak.
El Green Lantern tecleaba con creciente excitación diferentes combinaciones de botones en su consola de mandos, mientras observaba atentamente las lecturas que iban mostrando los indicadores.
Finalmente se echó hacia atrás, descargando todo su peso contra el respaldo del sillón.
-Estamos en el Sistema Sto-Oa, muchacho- contestó con voz ausente.
-¿Cómo? ¿Hemos vuelto al punto de partida?- y entonces, fijándose en las dos estrellas de la pantalla añadió: -Espera, no puede ser: ese sistema no es binario-.
Kilowog se volvió hacia el Khund con una media sonrisa de piedra en su rostro.
-Tienes razón, Voldak. El Sistema Sto-Oa de nuestro universo no es binario-.
Continuará…
(2) Inteligencia Central del Rectorado
(3) Green Lantern #3
Reseña del 20 de Marzo de 2006 (Raúl Peribáñez):
ResponderEliminarAhora que ya está próximo el final de la saga Alternativo he leído de tirón las dos primeras partes (la tercera la dejo para otro día), o sea, Green Lantern # 4 y 5.
Creo que lo genial de esta serie es cómo te cuela dentro de la historia describiendo cada situación de manera escueta pero eficaz. Tal vez la primera saga, Ragnarok, pecó de "emborracharse" en descripciones muy concretas, pero en esta ocasión la cosa está en su justa medida. Frases cortas y nada empalagosas, diálogos ágiles y el tono propio de una historia de ciencia ficción, algo que le sienta de puta madre a Green Lantern. En resumen, yo diría que, en cuanto a redacción es como Ragnarok pero menos espesa.
El argumento también está bastante bien. Como dice el titulo todo ronda en torno a un universo paralelo. De hecho en GL # 4 tenemos como protagonista a Jack Knight... o sea, ¡Starman! Muy buenos los diálogos con su hermano que vienen a seguir el estilo de la serie Starman de James Robinson.
En definitiva una muy buena serie.
Reseña del 22 de Abril de 2006 (The Stranger):
ResponderEliminarQuinto número de esta magnifica serie que se ha convertido en poco tiempo de mis favoritas. Estupendo el personaje de Kilowog, tanto su desarrollo como el carisma que contiene por si solo. Muy buena la estructura del número y su desarrollo y por supuesto los dialogos. Realistas, claros, concisos y con mucha sustancia. Un final bastante, bastante bueno, que engancha a conciencia asi como la situación que vive Jack(sin anillo, rodeado de psions,ñam, ñam). Agradecer también la imagen de Kilowog que se da, para poder saber qué aspecto tiene, algo muy acertado, asi como la regularidad de la serie, de las más regulares de la pagina y sobre todo de DC donde solo tres series suelen ser verdaderamente regulares.
Nada achacable a este número, Jeronimo mejora en cada fic, hasta tal punto que parece casi ser insuperable. Eso sí, hecho en falta algo de acción y algun dato más sobre la situación del universo.
En cuanto a la portada(sí, voy a comenzar a reseñarlas también), pues me ha gustado bastante, en plan psicodelia cosmica, aunque no vendría mal alguna portada superheroica para la serie, auqnue solo sea en un número.